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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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jueves, 6 de septiembre de 2007

Los estigmas, ¿pueden sucederle a cualquiera? / Autores: Ignacio Ibañez - Tito Paolo Zecca


El estigma es un fenómeno místico extraordinario por medio del cual se presentan en el cuerpo las llagas de la pasión de Cristo. Y como afirma De Grandmaison, reconocida autoridad en el campo de la investigación sobrenatural, esta experiencia se concede únicamente a quienes merecen ser presencia amorosa de Dios en el mundo. El estigma es un hecho del todo extraordinario, como comprueba el doctor Imbert Gourbeyre, quien dedicó años a investigar sobre estos casos. El primer caso famoso fue el de San Francisco de Asís. Son numerosos los testimonios de quienes lo vieron y presenciaron.

La Iglesia nunca ha querido servirse de estos acontecimientos sobrenaturales para promover la fe católica o la misma imagen de la Iglesia. Al contrario, siempre ha adoptado una actitud de reserva, dando más importancia a las virtudes y al testimonio de vida que al carácter sobrenatural de los que han recibido la estigmatización en su cuerpo.

El último caso que ha dado la vuelta al mundo es el Padre Pío. Aunque el Padre Pío llevó durante 53 años la herida de los estigmas en sus manos, en sus pies y en su costado, la Iglesia nunca quiso hacer alarde de ello. Las llagas permanecían cerradas todos los días y sólo se abrían y sangraban los viernes. Las fotos que existen fueron tomadas de manera espontánea por gente que se saltó la prohibición de fotografiar las manos del capuchino. A pesar de la evidencia del caso, la Iglesia nunca declaró oficialmente que los estigmas del P. Pío fueran de origen divino.

Los estigmas no se han producido en gente neurótica, trastornada o hipocondríaca. La psiquiatría experimental afirma que no pueden ser simples fluxiones o supuraciones de sangre producidas por el poder de la imaginación, ya que las heridas aparecen y sangran sin ninguna intención ni esfuerzo por parte del estigmatizado.

Los estigmas se han dado siempre de manera instantánea, causando gran sorpresa e impresión en quienes los han recibido. Las llagas nunca han supurado y su sangre se ha mantenido siempre fresca y limpia. Además, han sido heridas que no se curan nunca y que permanecen un gran número de años sin que pueda darse una explicación médica o científica. Es cierto también que algunos ilusos se han dejado llevar por un fanatismo exagerado y han fingido llevar las huellas de las llagas de Cristo. No hay que dejarse llevar por quienes tratan de apantallar. Ni en la vida, ni mucho menos, en la fe.

Han sido muy pocos quienes a lo largo de la historia han recibido realmente en su cuerpo la impresión de los estigmas. Siempre ha sido gente excepcional, virtuosa, probada en el dolor y convencida de la fe. Gente que ha recibido un don del que nunca se han sentido merecedores ni dignos. Gente que nos recuerda que es maravilloso imitar a Jesús. En las sonrisas y en las heridas. En todo. Y ofreciendo el dolor de sus heridas para que haya más sonrisas en todos. Como Jesús.


Los estigmas, desconcertante signo de la pasión de Cristo. Entrevista con el catedrático de espiritualidad Tito Paolo Zecca

Los estigmas, signo distintivo de la pasión de Cristo, se han convertido en el centro de un debate teológico muy interesante.

Desde Francisco de Asís (primer santo de la historia en que se ha podido comprobar este fenómeno) hasta el beato Pío de Pietrelcina (uno de los últimos casos) se han dado unos 250 casos de personas con estigmas, en la mayoría de los casos con comprobación científica. Pero, ¿qué significan esas llagas dolorosas en las manos y en los pies de personajes que en algunos casos, con su espiritualidad, han cambiado la historia del mundo y del cristianismo?

Para comprender mejor el debate, Zenit ha entrevistado al padre pasionista Tito Paolo Zecca, profesor de Teología pastoral y espiritualidad en la Universidad Pontificia de San Juan de Letrán y en el Ateneo Pontificio Antonianum de Roma. Este catedrático, que ha dedicado investigaciones y libros al argumento, es uno de los máximos expertos mundiales en la materia.

Acaba de presentar sus últimos descubrimientos en una conferencia dictada sobre «El Crucifijo de la Sábana Santa y las personas con estigmas» en el centro de Sindonología del Caravita, en Roma (http://www.sindonologia.it).


¿Cuál es el significado de los estigmas?

En el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han quedado canceladas su llagas. Los estigmas representan un signo de lo que sufrió Cristo durante la pasión, y por tanto constituyen un dato teológico en el que hay que profundizar mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora. En el Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas y saluda a los discípulos, muestra los estigmas para identificarse. A santo Tomás le dice: «Mete tu dedo en mi costado». La consternación de los apóstoles es también un hecho revelador de este misterio. Este fenómeno muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz y permanece de manera particular en el signo de los estigmas, convirtiéndose en un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe.


Ha habido 250 casos de santos y beatos que han tenido los estigmas. ¿Cuál es el significado histórico de este signo?

Es un dato particular de la espiritualidad y de la mística occidental. A partir de san Francisco, hemos tenido un número significativo de santos y beatos que han vivido la experiencia desconcertante de la reproducción en su cuerpo de los estigmas de Cristo. Hasta ahora, la investigación ha subrayado el carácter de configuración e imitación de Jesús, que surge de la intensa relación personal que han mantenido con él estas personas. Sin embargo, se ha analizado muy poco el papel que estos santos y beatos han desempeñado en la Iglesia. No se ha reflexionado suficientemente en la misión particular que está ligada a los estigmas.


¿Puede poner algún caso concreto?

Por ejemplo, san Francisco de Asís recibió los estigmas cuando todos sus proyectos de santidad --fundación de la Orden, aprobación de la regla primitiva, viaje a Palestina-- habían fracasado. Se encuentra solo y abandonado. La configuración con el Crucificado le consuela, pero al mismo tiempo el sufrimiento de los estigmas se convierte en un bien para su Orden y en un mensaje para toda la Iglesia.

El sucesor de san Francisco, Fray Elías, entendió el significado de los estigmas y así lo subrayó en la carta que dirigió a todos los fieles.

Este mismo mensaje y misión de los estigmas puede constatarse en Santa María Magdalena de Pazzi y en santa Catalina de Siena. En el siglo que acaba de concluir esta misión se constata con claridad en personajes como santa Gemma Galgani (fallecida en 1913), el beato padre Pío de Pietrelcina (1887-1968), y Marthe Robin (mística francesa fallecida en 1981 de quien se están estudiando sus escritos antes de emprender el proceso de beatificación).

Marthe Robin se ha hecho conocida después de que el famoso escritor Jean Guitton escribiera el libro «El viaje inmóvil» Durante cuarenta años esta mujer estuvo sin moverse en su lecho. Al igual que Gemma Galgani y Pio de Pietrelcina, ha dado vida a muchísimos grupos de espiritualidad y oración en todo el mundo.


¿Qué es lo que experimenta quien recibe los estigmas de la pasión de Cristo?

Se trata de una experiencia de alegría y dolor. El Señor es siempre el que toma la iniciativa. Los destinatarios de los estigmas consideran esto como una inmensa gracia, de la que no se sienten dignos. De hecho piden al Señor que se la quite, pues se avergüenzan. Esta actitud es evidente en el padre Pío. El beato de Pietrelcina muestra claramente cuál es la misión de quien lleva los estimas. El padre Pío funda grupos de oración y la Casa de Alivio del Sufrimiento (un gran hospital), realizando una obra concreta para aliviar los sufrimientos físicos. Además, a través de la oración, profundiza en la capacidad de intercesión de las personas unidas a quien padece los estigmas que renueva el mundo, lo salva y lo protege.


Pero, entonces, ¿por qué da el Señor esta «gracia» a ciertas personas?

La respuesta está precisamente en su misión. Es un servicio que la Iglesia necesita en un momento particular de su historia. Es como un signo profético, un llamamiento, una dato sorprendente capaz de recordar a los hombres las cosas esenciales, es decir, la conformación con Cristo y la salvación de Cristo que con sus llagas nos ha rescatado.

En cierto sentido, todos nosotros llevamos los estigmas, pues con el bautismo estamos sumergidos en la vida de Cristo, que nos permite participar en el misterio pascual de su muerte y resurrección. En su pequeñez, cada uno de nosotros lleva los estigmas. Si los lleva con espíritu de fe, esperanza, valentía y fortaleza, estas llagas, que pueden ser purulentas y que no cicatrizan nunca, pueden servir para curar a los demás.

En definitiva, los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz vivida espiritualmente.

Varias oraciones para que los niños aprendan a rezar / Autor: Marcelo A. Murúa


Enséñame a rezar

Jesús, maestro y amigo bueno,
enseñame a rezar como vos lo hacías.
Prepara mi corazón y mis labios
para decircontigo: ¡Papá!
Al Dios Bueno que está en los cielos
y en la tierra, cerca nuestro acompañandonos
y cuidandonos mucho y siempre.
Ayudame a buscar un momento en el día
para hablar con Dios, tranquilo,
contandole mi vida, mis cosas,
mis problemas y mis alegrías.
Enseñame a hacer silencio para escuchar su palabra.
Enseñame a oir, entre el ruido que nos rodea,
la voz del Padre que nos expresa su amor.
Jesús, amigo bueno, enseñame a decir
Padrenuestro con fe, con ganas, con alegría y confianza.


Oración de la noche


Querido amigo Jesús,
en esta noche
tengo muchas cosas para decirte:
Te quiero dar gracias
por mi familia,
mis papás, mis hermanos,
mis amigos,
y toda la gente buena
que Vos ponés a mi lado.
Quiero pedirte
por todos los niños del mundo,
en especial por los que están más solos,
para que todos reciban
cariño y amor sincero,
para que no haya chicos que sufran
y todos puedan sonreir felices en este día.
Te pido tu ayuda para ser mejor.
Te pido tu compañía
para vivir alegre en todo momento.
Y te pido tu amor
para llevarlo a los que me rodean,
y así vivir cada día
más cerca tuyo.


Por mi familia


Jesús,
te quiero pedir hoy por toda mi familia.
Mi papá, mi mamá, mis hermanos…
Dales buena salud a todos
y que siempre puedan ser felices.
Que mis papás tengan trabajo
y se quieran mucho.
Que mis hermanos y yo
estudiemos todo lo que aprendemos en la escuela,
que ayudemos en casa sin protestar,
y que aprendamos a jugar juntos
y a llevarnos bien.
Quiero que siempre nos acompañes
y que vivamos muy unidos
haciendo crecer tu inmenso amor
en medio de nosotros
todos los días, en todo momento.
Que así sea, buen Señor Jesus.

Oración para antes de leer la Biblia / Autor: Marcelo A. Murúa


Señor,
ayúdanos a abrir el corazón
a tu voz viva en la Biblia.
Infunde en nosotros
la presencia de tu Espíritu.
Abre nuestro entendimiento,
cambia nuestra puntos de vista,
sacúdenos de nuestras
seguridades falsas.
Enséñanos a confiar sólo en Tí
y en tu Palabra.
Haznos humildes,
aumenta nuestra
capacidad de escucha,
mantennos atentos
a las reflexiones
de nuestros hermanos.
Ayúdanos a descubrirte
en los demás.


Enséñanos a discernir
desde la mirada del Evangelio
la realidad que nos toca vivir,
y aquello que hay que denunciar
porque se opone al Reino.
Que no acomodemos tu Palabra
incisiva y verdadera,
a las ondas "light" de estos tiempos.
Danos la valentía de anunciar
tu presencia liberadora
en medio nuestro.
Que no diluyamos, Señor,
tu Palabra
que no la cambiemos
por un reglamento,
que no ahoguemos
su llamado al cambio,
que no tapemos su luz
con nuestras oscuridades.


Danos hambre y sed diaria
de tu Palabra en la Biblia,
la constancia
de la lectura cotidiana,
el esfuerzo por aprender
siempre más,
el deseo por acercarnos
a esa fuente viva
y recobrar las fuerzas
para luchar sin descanso
contra el hambre y la sed
que cercenan vidas
y ahogan esperanzas.
Que tu Palabra nos comprometa,
nos interpele,
nos conmueva desde adentro
y nos mueva
a practicarla sin demora.


Danos la luz de tu Verdad
para que tu mensaje
eche raíces en nuestro interior
y de frutos abundantes
de solidaridad
a los hermanos que hoy sufren.
Danos coherencia, Señor,
para vivir sin dobleces
el camino que nos muestras
cuando meditamos tu Palabra.
Prepara nuestra inteligencia
para entender lo que nos dices.
Ayúdanos a buscar en comunidad,
profundizar tu conocimiento,
y haz crecer nuestros compromisos
de llevarte al mundo
para hacerlo Reino.


Contágianos
la fe intensa de María,
maestra del evangelio
y testigo fiel de tu Palabra.


Jesús, Maestro Bueno,
habla que escuchamos,
llama que acudimos pronto,
invita que estamos dispuestos
para hacer tu voluntad
de vida plena
y de justicia verdadera.

Dios es simple / Autor: Oscar Schmidt


Si, Dios es simple. Sus Palabras y Sus mensajes también lo son. Simplicidad y sabiduría hacen de Sus cosas algo redondo, llano, perfecto. Es que al comprender la forma en que El se comunica con nosotros, el alma grita ¡como no me di cuenta antes! Así, a Dios se lo encuentra en las cosas simples de la vida, en aquello que es tan obvio que difícilmente le prestemos atención. Una sonrisa de alguien que no nos conoce, una preocupación que de repente se resuelve del modo más inesperado, un hijo que viene al mundo producto del amor de dos simples personas.

Sin embargo, es detrás de esa simplicidad que se descubre toda la Omnipotencia, toda la Infinita Sabiduría del Señor. Es como abrir una puerta, una simple puerta, y del otro lado encontrar todas las respuestas que nuestra alma pueda necesitar. A veces siento que contemplar y comprender a Dios es como estar suspendido en el espacio, sin traje de astronauta ni nada que se le parezca, y tener al frente nuestro a todas las galaxias y constelaciones, todas las maravillas del universo desplegadas frente a nuestra vista. ¡Ese es Dios! ¿Cómo podemos pretender comprender Su Potencia Creadora, Su Divina Inteligencia? El universo fue creado desde Su Pensamiento, y sin embargo, para El, vale más esta pequeña alma que está aquí indefensa, que toda esa compleja sinfonía de planetas, estrellas, cometas y polvo estelar que danzan silenciosos a nuestro alrededor. Este es el secreto de Su Simplicidad: El resume todo en el amor que tiene por nosotros.

Por eso es que la simplicidad de Dios hace que no se requieran palabras difíciles para comprenderlo, y amarlo. Las almas más elevadas, nuestros queridos santos, llegaron a comprender la simplicidad de Su mensaje en ayuno y oración intensa, más que leyendo libros y tratados sobre teología. Es que en esas cuevas o ermitas donde solían retirarse a meditar y orar, doblegaban la resistencia de la carne y llegaban a abrirse al amor de Jesús, a pleno. En esos momentos, el Espíritu Santo entraba en sus almas dejando una huella imborrable de sabiduría y fortaleza espiritual.

Cuando escuchamos a alguien cuyas palabras realmente nos llegan al corazón, advertimos que más que la complejidad del discurso, lo que nos llega es la pasión y el sentimiento puesto en escena. Un buen predicador sabe que la gente ve mucho más allá de las palabras, por eso las escoge muy simples y directas, y pone toda su energía en transmitir que realmente habla desde el corazón, desde la convicción más profunda. Un corazón simple se expresa en forma directa, humilde, limpia, poniendo los acentos y las pausas donde se requieran.

De la misma forma nos habla Dios. El a veces se introduce en nuestra vida de modo sorpresivo, mientras en otras oportunidades prefiere sutiles mensajes, aquí y allá. Nosotros solemos esperar el gran milagro, a Dios bajando del Cielo y hablándonos en forma directa, o venciendo las leyes naturales para que quede clara Su Divinidad. No, el Señor no nos quiere hacer las cosas tan fáciles, porque en ese caso poco mérito quedaría de nuestra parte. Para que nuestra fe se construya sobre bases firmes y resistentes, Jesús nos habla con el milagro de miles de cosas cotidianas que debemos advertir y valorar, y agradecer.

Dios está en lo simple, en lo humilde, en lo pequeño. Vivamos en la pequeñez a la que El nos invita, nos llama. Como pequeños niños debemos aceptar Su Voluntad, y con amor y docilidad meditaremos Sus Palabras y sus Deseos. Y así, con la alegría sencilla y cristalina de los hijos de Dios, gritaremos con el pecho inflamado:

¡Gloria al Señor, que nos da el sustento y el aire que respiramos!

¡Gloria al Cristo Resucitado que eligió la simpleza de Dos Maderos para darnos la Salvación!

¡Gloria al Padre que nos dio a María, Reina de la sencillez y la simplicidad!

¡Gloria al Espíritu Santo que no habla a través de poderosos sino de sencillas almas que lo acogen sin preguntar!

¡Gloria al Cielo todo, que fue hecho para albergarnos por los siglos de los siglos!

Francisco y el leproso / Autor: J. Mª. Alimbau


Al final de una conferencia sobre el SIDA, el Dr. Kirschner ofreció una anécdota maravillosa sobre lo que hay que buscar en el Mesías. Le preguntaron:
-¿Donde buscaremos al Mesías? ¿Vendrá como los grandes mandatarios y señores del mundo, con gran pompa y boato exterior?
El doctor Kirschner citó el libro del Talmud babilónico (Sanhedrin 98a) que cuenta que un día, el rabino Joshua hizo esta pregunta, nada menos, que al profeta Elías en persona:
- ¿Dónde encontraré al Mesías? El profeta Elías respondió:
- En la puerta de la ciudad.
-Y ¿cómo lo reconoceré?- inquirió Joshua. Elías dijo:
- Se sienta entre los leprosos…Joshua, admirado, exclamó:
- Entre los leprosos? ¿Qué hace allí?- Elías, el profeta, contó:
-Les cura, les cambia las vendas uno a uno, les atiende, les consuela, les ayuda, está a su lado… es uno de ellos.
San Francisco de Asís iba montado en su caballo por la llanura que hay bajo la ciudad de Asís. Encontró a un leproso. Sintió gran repugnancia. Bajó del caballo. Sacó de la bolsa dinero y comida y se lo dio al leproso con una gran sonrisa. Más: lo abrazó, besó sus manos y el rostro… Francisco subió al caballo. Su corazón rebosaba contento. Volvió la cabeza para mirar al leproso… y el leproso no estaba, había desaparecido... Entonces, Francisco se dio cuenta que: el leproso… era el mismo Cristo.
-El evangelista San Mateo (25,40) nos dice: «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos… a mí me lo hicisteis».

Pierre Lemieux, reza en el Parlamento canadiense por la protección del sacramento del matrimonio











En Estados Unidos es más o menos común que se mencione a Dios en las cámaras gubernamentales, ya que se trata de uno de los países democráticos más religiosos del mundo (en competencia con Brasil, la India y otros...)

Pero no es común hablar de Dios en Canadá: el vecino del norte es una nación tremendamente secularizada, relativista e indiferente ante la religión.

Por eso ha impactado el discurso del diputado conservador por Ontario, Pierre Lemieux, que en la Cámara de los Comunes no sólo defendió el matrimonio de hombre y mujer como voluntad de Dios sino que recordó a sus señorías que “el cargo de diputado dura poco pero la Eternidad ante Dios no”.

En concreto Lemieux se dirigió a los diputados que se autodefinen como católicos para que considerasen el asunto como católicos con una mirada a sus almas inmortales. “Cuando dejemos de ser diputados, tristemente, nos olvidarán nuestros compañeros los hombres; pero no Dios, que nos conoce a cada uno íntimamente. Si Dios Mismo es realmente el autor del matrimonio, que seamos capaces de dar un buen informe sobre nosotros cuando nos presentemos ante Él, porque todos estaremos ante Él”.

Lemieux concluyó su intervención con una oración en pleno Parlamento: “Dios Todopoderoso, protector de todas las familias, guíanos en nuestros esfuerzos para defender el Santo Sacramento del Matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Te lo pido en el nombre de Nuestro Señor, Jesucristo.”

En Canadá un gobierno progresista instaló el matrimonio homosexual poco después que el gobierno Zapatero lo implantase en España. Posteriormente, los Conservadores y Liberales ganaron las elecciones. El Primer Ministro, Stephan Harper, se había comprometido a revocar la ley sobre el matrimonio homosexual, pero no acudió a este debate en el cual se planteaba reabrir el debate, aceptando, eso sí, aquellas uniones que ya se hubiesen producido.

Sin embargo, sólo 20 de los 308 parlamentarios estaban presentes y los diputados liberales de los que se esperaba un voto pro-familia no votaron a favor. Como resultado, no se aprobó la reapertura del debate sobre la naturaleza del matrimonio.

Pese al desinterés de los diputados, el tema sí interesa a los ciudadanos. Lemieux, que dijo que había trabajado duro para estar en la lista de oradores del día, explicó en el parlamento que nunca había recibido tanta correspondencia como acerca del tema del matrimonio y que los ciudadanos de su distrito “en abrumadora mayoría me piden votar en defensa de la definición tradicional del matrimonio”.

El diputado de Ontario explicó que el matrimonio es una institución que existe desde el origen de la humanidad, presente entre todas las culturas y luego pasó a citar el Catecismo de la Iglesia, algo insólito en un país muy descristianizado:

“La comunidad de vida y amor que constituye el estado matrimonial ha sido establecido por el Creador y dotado por Él de sus propias leyes; es una alianza en la que esposo y esposa expresan si amor mutuo y s eunen a Dios en la creación de una nueva persona humana, destinada a la vida eterna".

Testimonio: El perdón de Ana María


Se trata de una profesora, Ana María Suárez, originaria de Esquel, Argentina. Su hijo, Mariano Drew, joven de 27 años, murió asesinado. El motivo: una riña, un malentendido, una rivalidad, qué más da, el caso es que Mariano murió a golpes.

El asesino es arrestado y llevado a juicio. Héctor Fabián González, 25 años, se crió sin su madre, estuvo internado en varios institutos correccionales de menores y es adicto al alcohol. Héctor reconoce su culpabilidad en el juicio.

Hasta aquí, no pasa de ser una noticia más que llena nuestros periódicos cotidianos. Lo amarillo "siempre" es noticia. Pero llegó el juicio y… el color de la historia cambió.

Ana María se pone de pie y se dirige al acusado. A unos pasos de él, minutos antes de que se dictara la sentencia, le dice estas palabras: «Ayer cuando fui a la Iglesia de San Cayetano, le oraba a la Virgen y pensaba que mi hijo está con Dios. Pero también pensaba en vos, que sos tan joven. No te voy a hacer daño. Sólo quiero darte esto…» Y le coloca un rosario en la mano.

La mujer se gira ante los presentes en el juicio y agrega: «Solamente la oración calma cada día mi dolor».

Vuelve su mirada al joven, asesino de su hijo, y le dice: «Sólo Dios cura las heridas. Yo te perdono, y si mi hijo te ofendió, te pido perdón. Yo lo amaba y ahora quiero que vos no sufrás. El destino que te toca me duele, porque trabajo con jóvenes. En esta tierra hay mucha violencia y vos has sido víctima de ella desde que naciste. Es el amor el que también ayuda a curar las heridas».

Y la mujer lo abrazó, mientras el acusado estalló en llanto.

El joven no escapó de la sentencia de ocho años de cárcel, pero ha escapado de la pena más dura: la de su conciencia, la de haber herido profundamente el corazón de una madre.

De igual modo, Ana María también ha cerrado una herida dentro de su corazón. En vez de llenarlo de odio y rencor, prefirió llenarlo de amor y perdón. Quizá vio en lo ojos de Héctor, no al asesino de su hijo, sino a una víctima del mundo en que vivimos. Y a pesar del dolor de haber perdido a su hijo, Ana María se encuentra en paz.

Celebremos el 7 de octubre la Jornada Mundial del Rosario / Enviado por Mónica Heller



INVITACIÓN A TODOS LOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS Y LAICOS

PARA QUE SE UNAN EN LA JORNADA MUNDIAL DEL ROSARIO

EL Domingo 7 de Octubre de 2007


Se invita a que organicen un rosario en su comunidad, ya sea en un evento multitudinario, en un estadio o iglesia, o en familia y con los amigos, para unirnos a muchos mas rosarios que se organizan alrededor del mundo el mismo día 7 de octubre, con las mismas intenciones, y podamos unirnos en la Jornada Mundial del Rosario 2007

En octubre de 1996 se llevó a cabo el Rosario Simultáneo por el 50 aniversario de la Ordenación Sacerdotal de su Santidad Juan Pablo II. El Evento se realizó en 20 países. En la República Mexicana se rezó en 2 mil 600 localidades con una participación de más de tres millones de personas.

Durante la Jornada Mundial del Rosario que se realizó en octubre de 2000 se unieron más de 140 países, en los cuales se organizaron un sin número de Rosarios multitudinarios en iglesias, estadios, catedrales, plazas de toros, plazas cívicas, cárceles, hospitales, colegios, etc., siendo muchos de ellos trasmitidos por radio o televisión. Se tuvo la participación de millones de personas a nivel mundial.

Este año 2007 celebramos ya once años de estar llevando a cabo esta obra, que con la bendición de Nuestra Madre la Santísima Virgen María año con año son más las personas y países que se unen a rezar el Rosario . El evento sede sera en la Basílica de Guada lupe en la Ciudad de México.

Queremos invitar a todos los movimientos religiosos y laicos del mundo a organizar Rosario s multitudinarios y unirse a ésta Jornada Mundial del Rosario 2007 en el mayor número posible de localidades en el mayor número de países posibles, y que formen parte de esta gran evento durante el mes de Octubre, organizando o participando en un Rosario multitudinario el primer fin de semana de este mes. Se pide que promuevan el evento que tanto debe agradar a Jesús y a Maria.

OBJETIVOS:

1. Pedir para que florezca el amor en los seres humanos. Por la paz del mundo, la vida y la familia. Por los no-nacidos. Por el Papa, los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales y religiosas.
2. Rezar el Rosario con el Santísimo Sacramento expuesto.
3. Incluir la jaculatoria “Jesús, Protege y salva a los no-nacidos” después de cada misterio
4. Hacer consagración al Inmaculado Corazón de María.
5. Motivar a la confesión en el evento.
6. Buscar la indulgencia plenaria que da el rezo del rosario en comunidad.
7. Instituir la Jornada Mundial del Rosario el primer sábado del mes de Octubre, año con año.
8. Formar grupos de oración para reunirse al menos una vez al mes.


SUGERENCIAS PARA ORGANIZAR EL EVENTO:

1. Se nombra a un representante para coordinar en cada localidad.
2. Se busca un lugar público de buena capacidad, como podría ser una iglesia, plaza, auditorio, casa, colegio, hospital, cárcel o estadio para celebrar el evento.
3. Se busca la aprobación del obispo local o el párroco y se busca su apoyo.
4. Se invita a todos los movimientos laicos y religiosos locales para que participen y unan esfuerzos.
5. Hacer promoción en iglesias, parroquias, escuelas, universidades, hospitales, cárceles, centros comerciales, taxis, autobuses, estadios, auditorios, familiares, etc.
6. Promover por medios de comunicación como prensa, radio, televisiones locales.
7. Invitar a sacerdotes a confesar durante el evento.


INFORME:

Se pide se informe sobre los avances y la magnitud del evento a realizar en cada localidad. El tener esta información anticipadamente ayudará a promover su evento por medio de prensa, radio y televisión. Favor de proporcionar el nombre del responsable de cada localidad y como contactarlo para tener comunicación para éste y los rosarios posteriores. Si fuera posible, se pide carta de apoyo del obispo de su localidad para enviarlo a la Santa Sede.


Guillermo Estévez Alverde
Organizador

Para mayores informes:
http://www.churchforum.org/rosario
rosario@churchforum.org

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Una comunidad "en desplazamiento" / Autor. Henri Nouwen


Seguir al Señor desplazado

El desplazamiento voluntario, como estilo de vida, lejos de ser algo excepcional, es el rasgo característico del discipulado. El Señor, cuya compasión queremos manifestar en el tiempo y en el espacio, es realmente el Señor desplazado. Pablo describe a Jesús como Aquel que se desplazó voluntariamente a sí mismo: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávida-mente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres" (Fil. 2, 6-7). Sería inimaginable un desplazamiento mayor. El misterio de la encarnación radica en que Dios no permaneció en el lugar que resultaba apropiado para Él, sino que se corrió al del ser humano sufriente. Dios abandonó su lugar celestial y tomó un lugar humilde en medio de los hombres y mujeres mortales. Dios se desplazó a sí mismo de tal modo, que nada humano le resultó ajeno y pudo experimentar de lleno el quebrantamiento de nuestra condición humana.


Dejar el lugar ordinario y apropiado

La palabra comunidad expresa generalmente un cierto estilo de vivir y trabajar juntos, sosteniéndose y alentándose. Cuando alguien dice: “Echo de menos aquí un sentido de comunidad; habría que hacer algo para edificar una mejor comunidad", ella o él está probablemente sufriendo de alienación, soledad o falta de mutuo apoyo y colaboración. El deseo de comunidad es, lo más a menudo, un deseo de sentir la unidad, la sensación de ser aceptado y una experiencia de sentirse en casa. No es, pues, de extrañar que para algunos de los observadores críticos de la escena contemporánea la palabra comunidad vaya asociada con sentimentalismo, romanticismo e incluso melancolía.

Si queremos reflexionar sobre la comunidad en el contexto de la compasión, es preciso que superemos estas asociaciones espontáneas. La comunidad no podrá ser nunca el lugar en el que la servidumbre obediente de Dios se autorrevela, si por comunidad entendemos principalmente algo cálido, blando, hogareño, confortable o protector. Cuando integramos la comunidad ante todo para curar nuestras heridas personales, la comunidad no puede llegar a ser el lugar en el que nosotros entremos efectivamente en solidaridad con los dolores de la gente.

La paradoja de la comunidad cristiana radica en que sus componentes están reunidos en común en voluntario desplaza-miento. La unión de quienes integran esta comunidad cristiana consiste en un estar-juntos-en-desplazamiento. Desplazarse significa trasladarse de un lugar a otro, dejar el lugar ordinario y apropiado. Esta definición resulta muy elocuente cuando nos percatamos de lo mucho que nos preocupamos por adaptarnos a las normas y valores vigentes en nuestro medio. Queremos ser personas ordinarias y apropiadas que viven vidas ordinarias y apropiadas. Gravita sobre nosotros una enorme presión para que hagamos lo que resulta ordinario y apropiado – hasta el intento de sobresalir es ordinario y apropiado – y de ese modo experimentar la satisfacción de la aceptación general. Esto resulta bastante comprensible, pues el comportamiento ordinario y apropiado que conforma una vida ordinaria y apropiada nos proporciona la confortable ilusión de que las cosas están bajo control y de que todo lo extraordinario e inapropiado puede ser mantenido más allá de las murallas de la fortaleza que nosotros mismos nos hemos creado.

El llamado a la comunidad, tal como lo escuchamos de nuestro Señor, es un llamado a alejarnos de los lugares ordinarios y apropiados. Deja a tu padre y a tu madre. Deja que los muertos entierren a sus muertos. Pon tu mano en el arado y no mires atrás. Vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sigue-me (cf. Lc 14, 26; 9, 60. 62; 18, 22). Los Evangelios nos enfrentan con esta voz persistente que nos invita a alejarnos de don-de resulta confortable estar, de donde queremos estar, de don-de nos sentimos en casa.

¿Por qué es esto tan central? Lo es porque en desplazamiento voluntario desechamos la ilusión de la "plenitud en unidad” y comenzamos más bien a experimentar nuestra verdadera condición, a saber, que nosotros, como todos los demás, somos peregrinos en camino, pecadores necesitados de gracia. Por medio del desplazamiento voluntario contrarrestamos la tendencia a quedarnos estancados en una falsa comodidad y a olvidar la condición fundamentalmente inestable que compartimos con todos. El desplazamiento voluntario nos lleva a reconocer existencialmente nuestro quebrantamiento interior y nos proporciona una más profunda solidaridad con el quebrantamiento de nuestros semejantes. La comunidad, como lugar de compasión, requiere siempre, pues, desplazamiento. La palabra griega que significa iglesia, ekklesía – de ek, "fuera" y kaleo, "llamar" – indica que, como comunidad cristiana, somos personas que hemos sido llamadas todas juntas fuera de nuestros lugares familiares hacia territorios desconocidos, fuera de nuestros lugares ordinarios y apropiados hacia otros lugares en los que la gente sufre y en los que podamos experimentar con ellas nuestra común fragilidad humana y nuestra necesidad de curación, compartida con ellas.

La comunidad se forma, se profundiza y se robustece en el desplazamiento voluntario. En el desplazamiento voluntario nos descubrimos unos a otros como miembros de una misma familia humana, con la que podemos compartir nuestros gozos y nuestros pesares. Cada vez que queremos regresar a lo que nos resulta ordinario y apropiado, cada vez que anhelamos establecernos y sentirnos en casa, erigimos muros entre nosotros y los demás, socavamos la comunidad y reducimos la compasión a ser el lado blando de una vida esencialmente competitiva.

“Jesús te ama de forma especial y quiere sanar tus heridas” (I) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz;

Estoy contento de que Peluso esté aquí, porque todo tiene que ver con la comunicación, y... ¿desde dónde comunicamos?, ¿comunicamos desde nuestra cabeza?, ¿comunicamos desde nuestras heridas, nuestra ira, nuestro dolor o comunicamos desde el corazón?, o... ¿llevamos una máscara puesta? Pretendemos ser alguien. Y lo más importante en la comunicación con Jesús está muy profundamente en nuestro ser. Espero que estos días podáis encontrar una manera de comunicaros con Jesús.

Fe y Luz no es solamente pasarlo bien, sino que tiene que ver con encontrarnos con personas. Pero la pregunta siempre es: ¿quién soy yo?, ¿quién soy yo en lo más profundo de mi ser? y ¿qué me llama Dios a ser? Así que, la pregunta es: ¿cómo puedo crecer para ser cada vez más yo mismo? Yo no tengo que ser lo que vosotros queráis que sea; las personas con una deficiencia no deben que ser lo que sus padres quieren que sean, se les permite ser ellos mismos, eso es bueno. Nuestra tendencia es querer que las personas sean lo que queremos que sean; ¿cómo podemos ayudar a las personas a ser libres para que sean ellos mismos?, ¿cómo volverme yo mismo libre?, ¿libre del miedo?, ¿libre de no querer ser lo que los demás quieren que sea?, ¿libre de prejuicios?, ¿libre del impulso de tener siempre éxito? Estamos en una sociedad que empuja a las personas a tener siempre éxito, ¿tenemos que ser así?, ¿tenemos que tener siempre éxito?, ¿estamos siempre juzgados por la sociedad?, ¿hay verdad en mí? Las personas con una deficiencia son de las personas más oprimidas de este mundo y no lo digo de una manera ligera, he visto muchas cosas, he visto muchas instituciones. He visto muchas instituciones que son muy malas y he visto mucho sufrimiento, donde las personas con una deficiencia no son libres para ser ellas mismas, no son respetadas, no son vistas como personas importantes, y que tienen un don para ofrecer a la sociedad y a la Iglesia.

Conocéis un par de textos de san Pablo a los Corintios, unos textos muy fuertes. Un primer capitulo en el que dice: “Dios ha escogido a los débiles para confundir y avergonzar a los que tienen el poder y se creen inteligentes”. Es importante descubrir qué significa eso, cuáles son sus consecuencias, que Dios haya elegido a los débiles y a los necios para confundir a los que tienen poder y éxito. Y un poco después, Pablo en el capítulo tercero dice esto, hace una comparación entre la Iglesia y el cuerpo, dice: todas las partes del cuerpo son importantes, los ojos son importantes, los oídos son importantes, los pies son importantes... Estamos hechos de muchas partes; hoy podríamos hablar de cuántas células tenemos en el cuerpo, muchas, muchas, muchas... Pero cada una


de ellas, como parte del cuerpo, es importantes; y Pablo va más allá diciendo “esas partes del cuerpo que son más débiles y menos presentables, aquellas que escondemos, a veces en la familia, a veces en instituciones, aquellas que no queremos ver por las calles, aquellas partes que son más débiles y menos presentables, son importantes para el cuerpo y deben ser lavadas, honoradas.

Son necesarias para el cuerpo y deben ser honoradas. Esto es muy fuerte, ¿qué es lo que ha hecho nuestra sociedad? esconderlas. La Iglesia en concreto ¿ha estado lo suficientemente atenta de que son necesarias? no sé. A veces la Iglesia puede convertirse en una Iglesia para los ricos y los poderosos..., ¡muchas preguntas!

Y si Fe y Luz nació hace 30 años es porque Dios, Jesús tiene un mensaje para la Iglesia. Así que, Fe y Luz no es solamente un sitio donde nos juntamos y lo pasamos bien; Fe y Luz es un mensaje para la Iglesia y para el mundo, pero también un mensaje para cada uno de nosotros, para que crezcamos en la misión de los evangelios. Sabéis que siempre creamos sociedades bajo el modelo de una pirámide; cualquier sociedad está construida sobre este modelo; arriba del todo, la salud, el privilegio, el poder...; y según bajamos ¿quién está abajo del todo?, ¿inmigrantes, personas de Marruecos, musulmanes, personas con una discapacidad, personas sin trabajo...? Así es la sociedad, cualquier sociedad es así.
¿Qué es lo que quiere Jesús? Crear un cuerpo en el que cada cuerpo es importante, en el que cada uno tiene una misión que es diferente, el sacerdote, el obispo tiene una misión, los laicos tienen una misión, las personas casadas ¡todos tenemos una misión! porque todos pertenecemos al mismo cuerpo, todos somos partes del cuerpo. Así que, Jesús quiere esto. Siempre las Iglesias están muy influidas por la cultura. Y Fe y Luz, con las personas con deficiencia nos están enseñando algo, las personas con una deficiencia me están diciendo algo a mí.

Yo nací y fui criado en un mundo de guerra. Hitler llegó al poder en 1932. Estaba claro que Europa iba encaminada a la guerra, vosotros también vivisteis la guerra en vuestro país, y fue el preludio de algo mucho mas grave. Vosotros conocéis vuestra historia, vuestra situación; fue en el año 1933-1937, se fue preparando una guerra civil. Yo estaba en Francia cuando las tropas francesas invadieron el país. Mi familia fuimos capaces de escapar a principios de junio, en 1940. En 1942 me enrolé en la marina de guerra. No directamente en un barco, primero estuve en una academia naval.

Así que, esencialmente me crié en una visión de lo bueno y lo malo, que las personas en España vivieron muy profundamente entre el 1936 y 1939. Donde había los buenos y los malos. Posiblemente nuestras mentes son criadas, enseñadas de esa manera. Todos creemos que estamos en el grupo de los buenos. Podéis ir a un lugar como Jerusalén para sentir eso; los judíos saben que ellos son las personas de Dios, los musulmanes también saben que ellos son los hijos de Dios, los cristianos también se saben los hijos de Dios...; pero no es tan sencillo como eso, porque por ejemplo en los judíos tenéis a los ortodoxos y a los liberales; entre los musulmanes tenéis a los chinitas y a los unitas; entre los cristianos, tenéis un menú bien grande, ortodoxos, protestantes, anglicanos, católicos...; pero todos sabemos que tenemos razón y que los demás están equivocados, es obvio. Pero nunca nos tomamos el tiempo para escuchar a la gente y dividimos el mundo entre lo bueno y lo malo, aquellos que tienen razón y aquellos que están equivocados.

Dejé la marina, porque me di cuenta que estar en el ejército no era un camino hacia la paz, por lo menos para mí. Así que dejé la marina para seguir a Jesús e intentar entrar en una misión, en el mensaje del Evangelio. El mensaje del Evangelio es extraordinario, en todos los sentidos, desde el punto de vista antropológico, sociológico, filosófico, político y teológico. Es una visión del mundo, una visión del mundo de quién es cada persona; es una visión que rompe todas las divisiones, es una visión para unir a todas las personas; pero como os dije antes, mi educación consistió en lo bueno y lo malo.

Entonces estudié filosofía, estudié sobre Aristóteles. Cuando estudias filosofía, para estudiar algo, tienes que estudiar qué no es algo, ¿entendéis qué quiero decir? Aristóteles no es Platón y así. Nuestra mente muchas veces funciona no contemplando algo para ver lo que es, sino confrontándolo con algo para saber lo que no es. Por eso, muchas veces las personas discapacitadas son llamadas “discapacitadas” (sin capacidad), no son en primer lugar una persona, con un don particular, son definidas de una manera negativa; ellos no son capaces de ir a la universidad, los definimos por lo que no son. Es la manera de decir que son deficientes. Pero así es como funciona la raza humana, y tenemos una visión de lo normal y lo anormal. Pero todos sabemos que no existe eso que llamamos “normal”, todos somos “anormales”, somos todos únicos, somos todos diferentes, algunos son buenos en matemáticas, otros no, algunos son buenos en esto, otros en otro..., ¡y cada uno tenemos dones diferentes!

Así que yo me crié realmente en esta visión de lo bueno y lo malo, de lo normal y lo anormal. Y toda mi visión era ir ascendiendo en la escala y promocionándome en la marina, en estudios ser el mejor, tener un buen doctorado y ser alabado, y al final, enseñar. Toda mi visión era la sociedad como una pirámide, tenía la necesidad de subir, incluso subir para hacer el bien; no es malo subir en la escalera, pero tienes que saber lo que estás haciendo y porqué lo estás haciendo; pero esa es la visión de nuestro mundo. La visión de Jesús es una visión del cuerpo.

Me animaron a visitar una institución de personas con una deficiencia; fue el Padre Thomas Philippe mi consejero espiritual el que me animó a visitarlo. Fui a visitar la institución que me dijeron. Me encontré con unos 30 hombres con una deficiencia; estaba un poco nervioso... ¿Cómo comunicarme con alguien que no habla? y si habla... ¿de qué podemos hablar? Sabía mucho sobre cómo manejar un portaviones, sabía algo sobre Aristóteles, pero pensaba que las personas con una deficiencia no tenían ningún interés en ninguna de esas cosas, pensaba ¿de qué podemos hablar? Me conmovió mucho, porque todos venían a mí con una pregunta, una pregunta que algunos verbalizaban y otros mostraban a través de su cara, sus manos, su cuerpo... ¿me quieres?, ¿realmente me quieres?, ¿quieres ser mi amigo? Posiblemente esta es una cuestión que

existe en nuestros corazones, pero la escondemos. Mis estudiantes, mis alumnos nunca me preguntaban si los quería, querían utilizar mi cabeza y luego salir de allí y ganar dinero; pero esta gente quería mi corazón.

Encontré a personas realmente hambrientas de relación, y eso me conmovió, pero hay otro tema, algo más complejo que ellos no me dijeron, pero que era muy claro, muy visible en su cuerpo: “¿por qué?, ¿por qué soy así?, ¿por qué la gente se ríe de mí?, ¿por qué me caigo al suelo?, ¿por qué no puedo estar con mis padres?, ¿por qué me han traído aquí, a una institución?, ¿por qué?...” Y no hay respuestas, y es una gran pregunta. Yo no lo hice y ninguno de vosotros eligió nacer, fuimos concebidos por nuestros padres, no pedimos ser hombre o mujer, y ni siquiera elegimos nuestro nombre, no elegimos nuestra nacionalidad, simplemente llegamos a esta tierra, tenemos los padres que tenemos. Las personas con deficiencia no eligieron tener una encefalitis o una parálisis cerebral o una meningitis, no lo eligieron, simplemente sucedió y no pueden entenderlo.

Por qué nació así, por qué la sociedad no los quiere, esa pregunta: “¿por qué?” es una pregunta muy fuerte, es una gran pregunta para los padres, por qué mi hijo ha nacido con una deficiencia. A veces eso conlleva ciertas connotaciones... “¿qué le he hecho yo a Dios para que suceda esto?” y vosotros sabéis, no hay ninguna respuesta. Lo único que sé, es que ellos no hacen más esa pregunta si se sienten queridos y apreciados. Esa pregunta siempre surge de un lugar de dolor. Me conmovió mucho encontrarme con estas personas; y animado por el Padre Thomas sentí que Dios me estaba llamando a bajar hacia ellos y vivir aprendiendo. Por eso dejé la enseñanza y empecé a visitar hospitales psiquiátricos y diferentes instituciones y me encontré con un mundo lleno de dolor del que no sabía nada. Visité esa pequeña institución de 30 hombres, pero luego me encontré con cientos y cientos de personas. Encontré hospitales psiquiátricos que tenían hasta 4.200 personas enfermas, de los cuales la mitad, unos 2.000 eran considerados casos crónicos, estarían ahí siempre, durante toda su vida. Y la otra mitad, otros 2.000, eran considerados “mentales”, lo que la gente entonces normalmente denominaba “esquizofrenia crónica”. Me conmovió mucho por ejemplo, visitar lugares donde encontraba cientos de mujeres con esquizofrenia. Se habían vuelto feas, mal vestidas, andando de acá para allá , sin trabajar...; eso me creó muchas preguntas, tenía muchas preguntas sobre las enfermedades mentales. Las otras 2.000 eran hombres y mujeres con deficiencias mentales, y muchas de ellas estaban agrupadas en dormitorios donde había 40 ó 60 camas; cada cama al lado de la otra, sin trabajar, todo el día yendo de acá para allá, caminando y me preguntaba: “¿cuál es el sentido de todo esto?”

Intenté hablar con familias, con padres, para entender lo que los padres estaban viviendo y eso me conmovió mucho también. Era un momento en que las personas con deficiencia no podían hacer la Comunión y los padres se preguntaban: “¿por qué mi hijo no puede hacer la Comunión?”

Recuerdo haberme encontrado con un doctor, era el padre de una chica joven con una deficiencia y él me contó: “cuando mi hija nació, yo estaba presente, mi reacción inmediata fue pensar “¿qué he hecho yo a Dios para tener una reacción como esta?”

He conocido muchas familias que sentían que tener un hijo, una hija con deficiencia era un castigo de Dios. Esta reacción no solo la he encontrado en una sociedad cristiana, sino también en China, en Malasia..., en todo el mundo. Y una conjunción de la inconsciencia de la humanidad y eso me conmovió, me turbó.

Hace poco me encontré con una mujer embarazada de ocho meses; me pidieron que hablara con ella porque estaba herida; me encontré a una mujer muy deprimida, muy enfadada, un poco histérica. Rápidamente me di cuenta de que no podía decirle nada, porque no puedes discutir con alguien que está viviendo ese dolor; lo único que supe decir fue: “señora, yo he elegido vivir con personas con deficiencia, usted no, y es muy diferente, esto se le ha impuesto a usted, yo lo he elegido y para mí ha sido un gran don, un gran regalo de Dios”.

Quien tiene un hijo, una hija con discapacidad, sufre una gran decepción ¡y eso es normal, es una decepción! Cualquier pareja quiere un bebé normal, precioso, es obvio; pero... ¿qué es lo que sucede al chico, que siente que él o ella es una decepción? Así que, necesariamente vivimos en un mundo de dolor, y no escondamos el dolor, existe mucho dolor. Es muy difícil para las personas con discapacidad que saben que nunca serán las personas que los demás quieren que sean, que tienen dificultades para comunicarse, dificultades con su cuerpo, un montón de cosas que no pueden entender, muchos dolores físicos, dolores mentales..., ¡hay mucho dolor!

A veces los padres van a la iglesia, con su hijo o su hija, y son incapaces de volver al domingo siguiente porque su hijo está corriendo o gritando. En una de nuestras comunidades hemos acogido a tres niños; la comunidad fue a la parroquia local, pero los niños hicieron demasiado ruido y el párroco nos pidió que no lo trajéramos otra vez. Nosotros podíamos soportarlo, porque tenemos un coche y podíamos ir a otra parroquia...

(Una persona se pone enferma en la sala, pierde el conocimiento durante la charla y debemos interrumpir unos minutos...)
“Vamos a tomarnos un minuto de silencio para rezar por Concha...”

Os estaba contando una historia de estos tres niños y la familia en nuestra parroquia que se nos dijo que nos fuéramos porque armábamos mucho ruido. Nosotros como comunidad podemos soportar esto porque tenemos coche y podemos ir a otra parroquia; pero ¿qué puede hacer su madre, su padre, a los que les piden que se vayan? Así que podemos hablar sobre el gran dolor que existe en el corazón de los padres y podemos entenderlo.

Hace unos días estuve en Serbia, hablando con familias y había una misa para una de las comunidades, y entre las personas con una discapacidad, había una chica llamada Lora; era una chica de unos 40 años que era autista, una chica muy guapa, pero no podía estar sentada dos minutos, así que se movía entre silla y silla, acercándose cada vez más al sacerdote. Era muy divertido porque a veces hablaba y reía, y cada vez que se acercaba, se acercaba un poquito más. Al final encontró el micrófono y decidió que era importante hacer algunos ruidos en el micrófono. Pero me di cuenta de que la comunidad era excelente, nadie la paró y no molestó a nadie y fue muy bonito eso que ella estaba haciendo; y el sacerdote llevó realmente el tema con una gran paz, como es en una Comunidad de Fe y Luz. Pero para la madre de Lora, en una parroquia normal, no lo sé.

Así que podemos hablar mucho del dolor de los padres; así que descubrí todo este mundo de dolor. Y me sentí llamado a acoger a dos hombres e intentar aliviarles el dolor; eran dos personas que vivían en una institución. Raphaël había tenido una meningitis, había perdido parte del habla, su cuerpo era inestable. Philippe había tenido una encefalitis, con un brazo y una pierna paralizados, hablaba demasiado y ambos tenían reales problemas intelectuales. Fui capaz de comprar una pequeña casa en ruinas, en un pueblecito. Les pregunté si querían venirse a vivir conmigo; por supuesto, para salir de la institución dijeron que sí; así que empezamos a vivir juntos. Yo me encargaba de la cocina y lo hacía muy mal. Vosotros sabéis que cuando se juntan tres hombres se sabe mucho de cómo ensuciar pero poco de cómo limpiar; no quiero meterme mucho en el tema de las diferencias entre hombre y mujer, nos puede llevar a un camino un poco dificultoso en la Iglesia este tema; en cualquier caso, empecé a descubrir una serie de cosas, el dolor y aprender a escucharles. No sólo escuchar su lenguaje verbal, que estaba muy reducido en el caso de Raphaël y en el otro caso demasiado aumentado, sino que aprendí sobre todo a escuchar su lenguaje corporal, porque a veces sabemos hablar con nuestra boca, pero también hablamos con nuestros ojos, con nuestras lágrimas, con nuestras sombras, con nuestra ira, nuestra violencia..., nuestro cuerpo es un lenguaje. Así como os dije ayer, en Fe y Luz somos expertos en lenguaje, para entender a las personas. Este fue un gran cambio para mí, porque yo provenía de lo bueno y lo malo, hacia la gente, hacia ti, sin etiquetas; etiquetas de capaz, incapaz, católico, no católico. ¿Dónde está tu dolor?, ¿dónde está tu esperanza?, ¿dónde está tu deseo?, ¿cómo puedes hacer para ser más completamente lo que quieres ser?

Una de las cosas que más he aprendido en El Arca es olvidarme de un grupo con etiquetas e ir más a las personas; entender realmente quién eres tú, quizá con tu religión, con tu cultura..., pero ¿quién eres tú?, ¿y dónde está tu dolor? En el Evangelio de San Juan, las primeras palabras de Jesús, se dirigen hacia dos personas que dejan todo para seguirle, una de ellas es Andrés y el otro probablemente es Juan, aunque no lo sabemos. Estos dos hombres comienzan a seguirle y Jesús se da la vuelta y les dice: “¿qué estáis buscando?” les lanza la pelota a su tejado y les está preguntado: “¿por qué habéis venido aquí?, ¿qué estáis buscando?” Es muy importante saber lo que están buscando. Quizás habéis venido porque queréis estar cuatro días lejos de vuestro entorno habitual y piensan que lo que hicimos ayer en ese papelito fue poner “¿qué es lo que quieres?” Esas son las primeras palabras de Jesús; lanza ese mensaje a nuestro deseo ¿qué es lo que yo quiero, lo que tú quieres, lo que nosotros queremos? No para que yo me adapte a lo que los demás quieren que yo sea, yo quiero ser yo; eso no quiere decir que no deba tomarme en serio lo que los demás me digan, pero esencialmente, yo quiero ser yo mismo, quiero desarrollar mi propia conciencia personal en relación con Dios.

Empecé a tocar el dolor de esta gente... ¿qué significa para un hombre o una mujer que siempre ha sentido la decepción? Cuando sus padres mueren ser arrinconados en una institución también una gran tristeza ¿qué significa eso para Dios?, ¿qué significa para su situación personal?, ¿qué significa eso para la conciencia que tienen de ellos mismos? Porque la pregunta para vosotros, la pregunta para mí es ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿cuál es el sentido de sus vidas?, ¿qué conciencia tienen del sentido de sus vidas?

Así que, empecé a escuchar su dolor. Cuando acogí a Philippe, el director de la institución me dijo: “su madre ha muerto, pero no hemos querido decírselo porque le haríamos mucho daño” me costó entenderlo. Así que, cuando Philippe comenzó a vivir conmigo, encontré a un tío suyo y le dije: tienes que venir y decirle a tu sobrino que su madre ha muerto, y él me dijo: no, le voy a herir demasiado, pero... “ella ha muerto y debe saberlo”; en cualquier caso, el tío habló con Philippe, se lo contó y se deprimió. Llevé al día siguiente a Philippe a la tumba, porque quería que él tocara la realidad y no seguir viviendo en la sombra. Todavía recuerdo a Philippe tirándose a la tumba, con los brazos en cruz llorando, llorando, llorando... Yo creo que lloraba no porque su madre hubiera muerto, sino porque nadie le había tratado como una persona. Así que comencé a descubrir todo el dolor que había en él. También empecé a descubrir lo que le gustaba la celebración y ellos despertaron el niño que había en mí. Vosotros sabéis, todos tenemos un niño dentro de nosotros.

Cuando dejé la marina era una persona muy seria. Quizás un poco asustado por las relaciones. Estaba más cómodo cuando estaba por encima o por debajo. Tiene sentido porque por encima mandas, y por debajo obedeces. Pero el mismo nivel en las relaciones es más complicado. Probablemente tenía problemas para integrar mi sexualidad, así que, me sentía un tanto cerrado a las relaciones, era capaz de hacer cosas por las personas, y era capaz de ser enseñado por otros. Pero la relación se me hacía más difícil. Lo que empecé a descubrir con personas con deficiencia era que lo importante era la relación y entrar en relación significa hacerse vulnerable, no controlar siempre las relaciones; porque cuando verdaderamente amas a alguien, puedes controlar y estar con ellos; ellos van a controlar y estar contigo; así es el misterio de la amistad y del amor. No estamos ahí para poseer a las personas, para controlarlas, sino entrar en una confianza mutua en la relación.

Así que ellos despertaron el niño que había en mí. En El Arca también nos gusta mucho celebrar y en muchos lugares, el corazón de Fe y Luz es celebrar; lo vimos ayer con el Padre Fernando, ¡es un gran actor! ¡Eso es muy bueno! La risa, la celebración, la comunicación, bailar, estar juntos, pasárselo bien juntos, crear cuerpo juntos... Así que, pienso que personas como Raphaël despertaron algo muy profundo en mí, que probablemente yo había escondido.

Pero también descubrí algo sobre el mensaje del Evangelio. Hay un texto muy bello que descubrí, porque Jesús es una persona increíble. Jesús no te impone, no te dice lo que debes hacer..., Él te invita; siempre es una cuestión de invitar, y es muy bello cuando Jesús invita y dice: “cuando des una comida, no invites a los miembros de tu familia”; es extraño, creía que Jesús era muy pro familia, “no invites a los ricos, no invites a tus amigos, porque cuando des realmente una buena comida, un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos y así recibirás la bendición de Dios, serás bendecido”.
Y estar sentados a la misma mesa con los pobres, los paralíticos, los ciegos, los lisiados..., no significa sentarse a comer espagueti con ellos. En lenguaje bíblico, eso significa “hacerse amigo de ellos”. Si te haces amigo de alguien que ha sido excluido, recibirás la bendición de Dios.

Nuestro Dios está muy herido por la división. La visión completa de Dios y de la Encarnación es conseguir la unidad, que estemos unos junto a otros, traer, conseguir la unidad. Así que, la misión principal de Jesús es traer la paz, y la paz no es la coexistencia sin más. La paz no es sólo la ausencia de guerra, la paz es juntarnos unos con otros y encontrarnos. El deseo de Dios es juntarnos con personas con una deficiencia y crear Comunidades, de eso trata El Arca, de eso es de lo que trata Fe y Luz. Así que, he aprendido mucho, todavía tengo mucho que aprender, todavía hay muchas cosas dentro de mí que deben cambiar, pero estoy en camino ¡todos estamos en camino!

Ahora os invito a hacer un rato de silencio, tiempo de oración y de reflexión. Tiempo para que os pongáis en Su presencia, y escuchar a Jesús que nos pregunta: “¿qué es lo que quieres?, ¿qué es lo que quieres realmente?, ¿qué quieres hacer con tu vida?”

Un cura mendigo, que había abandonado el sacerdocio, confesó a Juan Pablo II / Autor: Scott Hahn


En el programa de televisión de la Madre Angélica en los Estados Unidos (EWTN), relataron en el año 2001 un episodio inédito de la vida de Juan Pablo II.

Un sacerdote norteamericano de la archidiócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.

El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.

Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa, a quien podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno, sintió el impulso de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.

Un día después recibió una invitación del Vaticano para cenar con el Pontífice, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.

Confesó al Papa

El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «una vez sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero», insistió en mendigo, que recibió como respuesta: «Yo soy el Obispo de Roma, me puedo encargar de eso».

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchará su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente de párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.

Bendito sea el Señor / Enviado por Vivy


Bendito sea el Señor que cada día lleva nuestra carga, el Dios que es nuestra salvación"
(Salm.68:19) .

Hoy he decidido creerle a Dios. He decidido ser feliz, dejar las cargas que he llevado por tanto tiempo y que me han robado la paz interior. Hoy voy a entregárselas a Dios. Dejaré de ser esclavo de mis pensamientos negativos y reposaré en su sabiduría y soberanía porque todo lo que Él elija para mi vida es de bendición.

Hoy renuncio a mi yo encadenado porque es camino equivocado. Disfrutaré de lo que tengo y no añoraré con envidia lo que no tengo.

Me gozaré en las pequeñas cosas que no he disfrutado por seguir al mundo que me obliga a correr sin descanso.

Sé que no hay nada imposible para Dios. Por eso he decidido abandonarme en su presencia .

Para mi ayer, reposaré en el perdón. Para mi mañana, en la confianza.Y en este día solo diré:

He decidido creerle a Dios, entregarle las cargas, que me han robado la paz interior.

Que así sea.

martes, 4 de septiembre de 2007

Testimonio de la conversión de un médico abortista brasileño


La estación de radio Rainha da Paz transmitió recientemente el testimonio de un médico brasileño que se dedicaba a realizar abortos y que cayó en la cuenta de sus crímenes cuando su propia hija murió al intentar abortar. Éstas son sus palabras:

«Mi madre era una simple costurera que trabajaba hasta las madrugadas para ayudar a mi padre. Mi padre era una guardia nocturno. Por eso se pueden imaginar el sacrificio que hicieron para tener un hijo médico. Luego escogí la ginecología y la obstetricia.

«Entre las mayores dificultades enfrentadas como médico recién formado, choqué con la realidad de lo que es mi profesión. En un largo tiempo los médicos se vuelven ricos, y yo quería más, quería enriquecerme y tener más dinero. Fue así como violé el juramento que hice cuando me formaba para dar la vida, para salvar la vida. Ayudé a muchos niños a venir al mundo, pero también a muchos de ellos no les permití nacer y me enriquecí escondido tras la máscara de la vitalidad.

«Puse un consultorio que en poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. ¿Y saben qué es lo que hacía? Abortos. Y, como todos los que cometen el crimen, me decía a mí mismo que todas las mujeres tienen el derecho de escoger y que era mejor que fueran ayudadas por un médico para no correr los riesgos de ir a una clínica clandestina donde los índices de muertes son alarmantes.

«Y fue así, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una familia con muchos bienes, muy rica, a la que nada le faltaba. Mis padres murieron con la ilusión de que su hijo era un doctor bien logrado, exitoso. Crié a mis hijas con el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida, trabajaron para la muerte.

«Sólo paré cuando Dios, en su sabiduría infinita, rasgó mi conciencia e hizo sangrar a mi corazón con la misma sangre de todos los inocentes que no dejé nacer. Mi hija menor, Leticia, dejó de respirar por una infección generalizada luego de haberse sometido a un aborto. Ella, de 23 años de edad, salió embarazada y buscó el mismo camino de tantas otras que me fueron a buscar: el camino del aborto. Y sólo supe de esto cuando ya nada se podía hacer. Al lado del lecho de muerte de mi hija vi las lágrimas de todos esos angelitos que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba junto a ella. Fueron seis días de sufrimiento para que, en el séptimo, ella partiese hacia el encuentro con su hijo, al cual un médico asesino le impidió nacer.

«Cansado por las noches que pasé al lado de mi hija, yo soñé que andaba por un lugar absolutamente oscuro y muy húmedo, en el que quería respirar pero no podía. Yo quería salir desesperadamente, pero fui envuelto por un lugar en donde el estruendo me dejaba atónito. Eran los llantos dolidos de los niños que, como si un rayo me cortase por la mitad, veía en mi entendimiento: los llantos eran de dolor, eran los lamentos de los angelitos que yo no dejé nacer. Era la triste consecuencia de mis actos sin pensar, esos llantos que gritaban: ¡Asesino!, ¡Asesino!

«Asustado para salir de aquel lugar, pasé mi mano por mi rostro para secar mi sudor, ¡y mis manos se mancharon de sangre! Aterrorizado grité con toda la fuerza que me quedaba un pedido de perdón: ¡Dios me perdone! Sólo así logré respirar nuevamente y me acordé de que era tiempo de acoger y valorar el último respiro de mi hija, que murió por las consecuencias de la infección que le produjco el aborto.

«Dios me hizo entender que a partir del momento de la fecundación del óvulo existe vida, por lo que entendí que soy un asesino. No sé si algún día Dios me va a perdonar, pero para restar mi culpa y mi dolor vendí mi consultorio y todos los bienes que conseguí con la práctica del aborto; con ese dinero construí una casa de amparo para madres solteras, y me dedico hoy a atender y practicar ¡una medicina de verdad!

«Hoy soy médico de los pobres, de los desamparados y desvalidos, y los niños que vienen al mundo a través de mis manos son hijos que adopto pues sé que tengo una sola misión: traer la vida al mundo y dar condiciones para que los niños tengan un lugar feliz donde el padre es Jesús. Recen por mí, recen para que Dios tenga piedad de mí y me perdone, porque tengo la seguridad de que participaré del juicio final».

Natividad de la Santísima Virgen / Autora: Carmen Enriquez de Salamanca



La fiesta de la Natividad de María
se celebra el 8 de septiembre.




Al nacer María, la linda hija de dos israelitas estériles, llegó al mundo la "luz", aquella que se había ocultado en el jardín de las Delicias.

Traía la niña un mensaje de "redención" que no guardaría oculto en su alma. Ella lo había de depositar en Aquel a quien después le diera la vida.

La lglesia quiso destacar en la lista de sus conmemoraciones la festividad del nacimiento de María. Y fue instituida la fiesta para recordar a los cristianos la singular predestinación de la Madre del Salvador. María anunció al mundo un nuevo gozo y en la liturgia del día, en el himnario de maitines, se exclama: "Nace María, salud de los creyentes, y su nacimiento es verdaderamente salvación de los que nacen".

El día 8 de septiembre el santoral nos habla de la entrada de la Virgen en el mundo y en nosotros se despierta una gran curiosidad, razonable, al fin y al cabo, por saber detalles de su nacimiento.

Los evangelistas, de quien María fue su guía, nada dicen en concreto de la Natividad. Cristo absorbió toda su preocupación. Dando a conocer al Hijo, de rechazo, dieron a conocer a la Madre. Sólo nos cuentan pasajes y divagaciones de este día glorioso los evangelios apócrifos, sobre todo el Protoevangelio de Santiago, uno de los libros de más difusión en los primeros siglos del cristianismo. Más tarde hacen estudios acerca de este punto San Epifanio San Juan Damasceno, San Germán de Constantinopla, San Anselmo, San Eutimio, patriarca de Constantinopla, y todos los teólogos medievales, así como los santos y mariólogos de los siglos más cercanos.

Pero los evangelios canónicos guardan "silencio". "Silencio" alrededor de Ella. Dios ha comenzado la obra, Él la terminará. Ese será en todo momento el "sello" de la Virgen. La Madre de la "palabra eterna" nació en el "silencio".

No obstante, algo se sabe por lo que la tradición nos va conservando.

¿Quiénes fueron sus padres? —Nació de Joaquín y Ana, dos israelitas ancianos. Fue de sangre real y de estirpe sacerdotal, así lo repite la antífona de la misa de la Natividad.

Ana era hija del sacerdote Mathan y de María. Tenía dos hermanas: María, que se caso en Belén y dio a luz a Salomé, y Sobe, que engendró a Isabel, la madre del Bautista.

Algunas narraciones afirman que los padres de María eran ricos y poderosos, como correspondería al linaje de los hijos de David. Según narra el Protoevangelio, Joaquín era rico y pagaba duplicados los impuestos de la ley. Mas esta afirmación de su desahogo económico no parece probable teniendo en cuenta que aquella estirpe regia se había sumergido en una existencia obscura y no quedaban del solar de Belén, patria de David, ni restos de grandeza. Sus habitantes se habían diseminado por la Judea y la Galilea, en donde buscaron medios propios de vida. David, muerto desde hacia nueve siglos, había dejado muchos hijos que se repartieron todo. Su gloria era casi únicamente la promesa del Mesías.

Según consta en los evangelios canónicos, María perteneció a la estirpe de David y tenía como antepasados a Leví y Aarón. Conforme a la bendición que Jacob hizo a Judá, la "flor" saldría de esta familia reducida, pero regia, pues Joaquín venía de Barpanther. descendiente de Natham.

No puede apoyarse la opinión de los escritores apócrifos que afirman que los padres de la Virgen no eran sólo ricos, sino opulentos y hasta aseguran que sus ascendientes rigieron toda la Palestina. Eran pobres, porque de lo contrario no hubieran consentido que su hija se casase con un artesano. Después de casada, María no tuvo medios de fortuna; vivió del trabajo de su esposo, que era carpintero. Tampoco encontraron albergue en Belén la noche de su llegada, con ocasión del empadronamiento, porque no tenían amigos ni siquiera medianamente acomodados a los que acudir, cosa que hubiesen aceptado dados los momentos especiales por los que Ella pasaba.

Joaquín y Ana fueron los padres de María, y la genealogía, basada en registros públicos conservados en Jerusalén, que San Lucas inserta en su evangelio (3, 23-38), parece ser la de María, así como la que ofrece San Mateo (1, 1-17) corresponde a San José, como cabeza de familia.

Dice San Juan Evangelista que la Virgen tuvo una hermana, que permaneció junto a Ella en la cruz. Se llamaba María y era esposa de Cleofás. Otros autores hablan de que no era hermana carnal sino política, o porque Cleofás era hermano de San José, o porque ella misma era hermana de San José. Además, resulta raro que las dos llevaran el mismo nombre.

Algunos autores estudian los nombres de Joaquín y Ana y aseguran que no eran los verdaderos, sino que fueron simbólicos. Mas la tradición afirma que eran sus verdaderos nombres y que Ana quiere decir "gracia" y Joaquín "preparación del Señor".

Se distinguieron los padres de la Virgen por su piedad y santidad de vida. Dada su misión, convenía que floreciesen en toda clase de virtudes y así lo fue en realidad. La conducta integra de estos esposos destacaría, aún más, en aquellos momentos en que Israel era un centro de corrupción y escándalo. El reinado de Herodes llevó un sello de depravación y falta de piedad hasta en los ambientes judíos,

El matrimonio vivía feliz, con una sola pena, la de carecer de hijos, bendición de un hogar israelita. Cuenta la tradición que Joaquín fue rechazado del templo cuando presentaba su ofrenda y sólo a causa de su esterilidad. El judío Rubén se enfrentó con él y le dijo: "Tú no tienes derecho a presentarte el primero en el templo con tus ofrendas, puesto que no has producido retoño de Israel". Consultó Joaquín los "anales de las doce tribus" y se cercioró de que desde Abraham todos los justos de Israel habían tenido sucesión. Se retiró al desierto con el corazón oprimido y allí le consoló un ángel con la divina promesa de una hija maravillosa.

También Santa Ana vivía triste; todo cuanto se presentaba a sus ojos con fecundidad le hacía pensar en su ultraje; hasta que un día el ángel del Señor le dijo: "Ana, Ana; el Señor ha escuchado tus ruegos; concebirás y darás a luz y en todo el mundo se hablará de tu descendencia". Ana respondió: "Por la vida de mi Dios y Señor, lo que yo tuviere, sea un hijo o una hija, lo entregaré en ofrenda al Señor mío Dios".

Estas versiones parecen verosímiles, dice San Juan Damasceno, "porque no iba a faltarle a la Virgen una prerrogativa de la que disfrutaron muchos santos antes de su nacimiento, entre ellos el mismo precursor San Juan Bautista".

Así quedaba palpable el que María había sido engendrada por la gracia celestial, que ayudaba a la naturaleza impotente, y con un milagro se iniciaban todos los que más tarde iban a sucederle.

¿Cómo fue concebida? —Natural y prodigiosamente. Esto último por haber sido concebida de hombre anciano y de mujer estéril.

Fue concebida como lo hubieran sido los hijos en el estado de inocencia, esto es, sin movimiento de la concupiscencia, y nació como hubieran nacido los hijos en dicho estado, es decir, sin que su madre sintiera los dolores del parto, los cuales, aunque naturales en sí, fueron pena del pecado. Dios, en el estado felicísimo en que crió a nuestros primeros padres, eximió a Eva de tales dolores, exención que perdió para si y para todos sus descendientes al infringir la Ley divina.

Por lo que respecta a los padres de la Virgen, estaba muerta en ellos la voluptuosidad y usaron del matrimonio movidos de amor de Dios y no de la concupiscencia, y agrega en su libro Santa Brígida: "porque mejor hubieran querido morir que usar del matrimonio con amor carnal".

San Bernardo, en su Tratado de María, centra bien el problema y afirma: "Hay que rechazar el que la Virgen fue engendrada con un ósculo de paz —como quieren asegurar algunos— y no por cópula conyugal. Nadie diga esto porque sería inaudito".

María era hija de Adán. —Convenía que trajera, por generación, origen de Adán para que pudiera decirse que el Hijo de Dios era de condición humana.

Si María hubiera nacido de madre virgen, podría decirse que la suya no era carne humana, sino cosa diferente, y sería difícil probar la Humanidad de Jesús.

Santa Ana no fue virgen. Su concepción tuvo lugar por generación seminal. Se realizó mediante el concurso de hombre y mujer.

¿Y la sombra fecundante del Espíritu Santo? —Vino después a Ella, pero no con Ella.

En el origen del mundo, según dice el Génesis (1, 2). "El espíritu de Dios se movía en las aguas, las fecundaba y proporcionaba las simientes". Lenguaje solemne que refleja la grandeza de la obra que iba a cumplirse: la Creación. Esa sombra fecundante, ese espíritu de Dios actuará de nuevo. Sólo espera escuchar un "sí", el de la Niña que ahora nace, y comenzará otra gran obra: la Redención.

¿Cómo nació? —El nacimiento de María fue proporcionado a su concepción. Nació de una manera natural, en cuanto a lo substancial del nacimiento, y de una manera prodigiosa, en cuanto a ciertas circunstancias.

María quedó sujeta en su nacimiento a la ley natural. El momento quiere expresarlo Santo Tomás de Aquino en la Mística Ciudad de Dios (II n. 325) con estas palabras: "Santa Ana, postrada en oración, pidió al Señor la asistiese con su gracia y protección para el buen suceso de su parto. Sintió luego un movimiento en el vientre, que es el natural de las criaturas para salir a la luz. Y la dichosa niña María al mismo tiempo fue arrebatada por providencia y virtud divina, en un éxtasis altísimo, en el cual, absorta, abstraída de todas las operaciones sensitivas, nació al mundo sin percibirlo por el sentido, como pudiera conocerlo por ellos si, junto con el uso de razón que tenía, los dejaran obrar naturalmente en aquella hora. Pero el poder del muy alto lo dispuso de esta forma para que la Princesa del cielo no sintiese la naturaleza de aquel suceso del parto".

La bienaventurada Virgen no proporcionó dolor alguno a Santa Ana en el momento de nacer. No puede imaginarse que aquel nacimiento que había de llenar de alegría y gozo a todo el mundo empezase con el dolor de una madre. Y así, en este caso de la venida de esta Niña Redentora, Dios derogó la pena impuesta a la mujer.

El gran amante de María, San Bernardo, quiere convencernos de esta posibilidad recordando que si algunos santos nacieron sin causar dolor a su madre, ¿cómo no es de creer que esta gracia se le otorgase a la Santísima Virgen? (Trat. de la Virgen 2).

Reconstruyendo la escena del nacimiento saltan hasta nosotros estos momentos de inmensa alegría. ¡Qué gozo tomar entre los brazos el cuerpecito de María! Debió ser inefable encontrarse con Ella hecha carne. Los ancianos padres llorarían de dicha. Esta Niña, que se parece físicamente a las otras, que aparentemente es incapaz de hablar y casi de abrir los ojos, que sólo sonríe dulcemente, es la madre del Mesías, del Salvador del mundo. Lo que aquellos ancianos saben es que es la hija de la promesa", y Ana sobre todo se siente orgullosa de recoger aquel fruto que también la hace grande a ella a los ojos de su Señor.

Su nacimiento, el más grande de la historia de todos los siglos, se ha realizado con la sencillez y ternura que acompañara su vida.

Su cuerpo fue perfecto. —Fue creada con la perfección natural, con aquélla con la que pudieron nacer los hijos inocentes de Adán. Por lo tanto nació con la perfección de sus órganos.

Santo Tomás dice que "a nadie le parecerá peregrino que se afirme que si Ella no empezó a hablar inmediatamente después de nacer y a usar de todos sus órganos corporales, manifestándose como una criatura que gozaba del uso perfecto de todas las potencias, fue porque era providencia divina que apareciese ante los hombres, al menos por entonces, como criatura ordinaria".

Un cuerpo proporcionado en sus miembros debía acompañar a un alma perfectísima. Aquella Niña era hermosa. Sus facciones proporcionadas y su cuerpo bello. Si Jesús, según canta el salmista, "fue el más hermoso de los hijos de los hombres", ¿por qué no admitir lo mismo en favor de su Madre? De la extraordinaria belleza de Jesús es lógico deducir la extraordinaria belleza de María. "No hay duda —dice H. San Víctor— de que el fuego del amor divino, allá donde Ella intervenía, se manifestase en todo su exterior de modo que, poseyendo una pureza angelical, angelical era también su rostro".

Su alma fue perfecta. —Desde que nació tuvo uso de razón y plena libertad.

Si Dios no ha negado a la Santísima Virgen gracia alguna de las que ha concedido a las criaturas, no puede negarse que María tuvo uso de razón y libre albedrío desde el instante de su concepción. Dotada de tal facultad adquirió inmediatamente el conocimiento de Dios, y por tanto, con un simple deseo de su albedrío se lanzó con todo el afecto de su corazón hacia Él, cumpliendo un acto perfectísimo de amor. De este modo, mediante su acción personal, se dispuso a su propia santificación.

El Evangelio nos habla de este uso de razón en el Bautista. Y si a él se lo dio, ¿le negaría Dios algo que le era debido a su dignidad? ¿Permitiría que su Madre fuese inconsciente de lo que el Altísimo obra en Ella? ¿No es lógico que desde el primer instante se ofreciese a Dios como corredentora?

Plenitud de gracias en el instante de su concepción. —Dios al crearla olvida la medida.

Si la Santísima Virgen tuvo el uso de razón y la libertad desde el momento de su concepción, es lógico que tuviera ciencia y, lo que es todavía mejor, que en ocasiones tuviera visión beatífica.

Hay muchas opiniones sobre esta visión beatífica, pero coinciden los teólogos en que le fue concedida varias veces: al nacer, en la Encarnación, y en la Resurrección de Jesús.

En cuanto a la ciencia infusa per se, le fue dada de una manera habitual y permanente. Así se explica que desde que nació y durante toda su infancia tuvo uso de razón acerca de las cosas divinas; que su alma desde su creación no interrumpiese sus actos de amor de Dios, y que aún durante el sueño tuviese altísima contemplación.

También tuvo ciencia infusa per accidens, que es perfeccionamiento de la anterior, ya que la tuvo Adán desde su nacimiento y habitualmente. Recibió, infusas, desde su concepción, las virtudes morales naturales, las cuales necesitan para su perfeccionamiento de las virtudes intelectuales naturales.

De la ciencia adquirida dicen los teólogos que, teniendo uso de razón desde el momento de su concepción pasiva, sus facultades sensibles se pondrían al unísono con las facultades intelectuales y desde que nació empezó a adquirir ciencia con su propio trabajo.

Desde su concepción hasta la de su Hijo no cometió tampoco pecado mortal ni venial. Para algunos autores no fue confirmada en gracia, es decir, hecha impecable, hasta que tomó carne en sus entrañas el Verbo divino, y para otros desde su concepción fue confirmada en el bien y en la gracia.

La Santísima Virgen no tuvo imperfección voluntaria desde su nacimiento, ya que ésta tiene parentesco con el pecado venial, y jamás lo cometió.

Y en cuanto a las imperfecciones morales involuntarias, debidas a la irreflexión o la ignorancia, si no tuvo "fomes peccati", tampoco puede decirse que las tuvo.

Fue exenta del pecado original desde el primer instante de su concepción y recibió, por consiguiente, la gracia santificante.

La "gracia" actuó en su alma y la preparó para la divina Maternidad.

Ni los ángeles ni los santos recibieron en su concepción más gracias. Jamás amó Dios a nadie como a Ella, y como El da tanta bondad como amor tiene a una persona, a María le dio más que a ninguna.

La Virgen María recibió, en su concepción, más gracia que la gracia final que recibiera cualquier ángel o cualquier santo. Algunos mariólogos divagan sobre este punto, pero considerando que la gracia está en razón directa de la unión con Dios, de las relaciones que se tienen con El, verdadera fuente, ¿cabe unión más íntima y estrecha que la de Dios y María?

Recibió en su primera santificación todas las virtudes infusas y dones del Espíritu Santo: la fe, la esperanza y la caridad, así lo dice el concilio Tridentino, y lo mismo sucede con las "virtudes morales".

¿Dónde nació María?. —La opinión más común es que Joaquín Y Ana vivían en Jerusalén. Su patria anterior fue Séforis (la actual Saffuriye), siete kilómetros al norte de la solitaria Nazaret. Su casa distaba como unos treinta metros de la piscina Betesda, tan frecuentada por Jesús y en la que curó al paralítico. No es cierto que naciera la Virgen en Nazaret, donde luego estuvo. Los Padres antiguos llamaban a María "Virgo ierosolymitana".

Ciertamente "no fue su cuna de madera de cedro, ni de entarimado de ciprés, ni trono de oro sobre columnas de plata como se habla de la esposa del Cantar de los Cantares. Su cuna fue sencilla, pero digna y mecida por un verdadero amor.

Santa Ana esperaba el momento con ansiedad. El nacimiento de un niño en Palestina era un acontecimiento feliz, pero interrumpía por poco tiempo las labores domésticas de la madre. Asistían en este trance a la madre unas mujeres especializadas, como sucede todavía hoy.

Cuando la Virgen naciera se la atendería como ordenaba la Ley. El Talmud dice que lo que más le gusta a los niños es un baño de agua caliente. Según Feldman, en un estudio sobre las costumbres palestinianas, después del baño se frotaba a la criatura con sal y se la envolvía en unos lienzos. La sal se empleaba por sus propiedades antisépticas, aunque esto no se reseña en el Talmud. Así la sal hacía que la piel se le pusiera más espesa y sólida. Algunos autores antiguos hablan de un masaje con bicarbonato y sosa que hacían espuma, pero no parecen confirmarlo las costumbres hebreas. Inmediatamente de estar limpio el niño venía un masaje con aceite y la asistenta de la madre le daba a la criatura unos masajes en la cabeza con el fin de que tuviera buena forma. También usaban una hierba llamada "anibe yenuka", con la que se limpiaba la boca del infante. Las vendas eran indispensables para enderezar el cuerpo delicado del recién nacido.

Cuenta E. W. Heaton en su historia, la costumbre israelita de que las mujeres amamantasen a sus hijos, aunque en ocasiones, y si la familia era rica, les ponían una nodriza, que entraba a formar parte del círculo familiar.

No lo dicen expresamente los Evangelios, pero Santa Ana sería atendida por las mujeres de su familia y la Niña María bañada, espolvoreada con sal, recubierta de aceite y envuelta en vendas. Estamos seguros que así se la presentaron a su madre, que lloraría de gozo.

¡Una escena indescriptible! Unos momentos imborrables en la vida de la humanidad.

A falta de representación histórica los artistas han interpretado a su modo el nacimiento. La expresión plástica más antigua aparece en el siglo XI. Es una miniatura que data del año 1025 en un códice griego de la Biblioteca Vaticana. Aparece Santa Ana recostada en un lecho y San Joaquín con su Hija en brazos. Durante la Edad Media fue devoción de los pintores representar este momento histórico; así lo hicieron Giotto, en una capilla de Padua, y algunos artistas en los mosaicos de Santa María in Trastevere, de Roma. Los pintores del Renacimiento de todos los países le dedican tablas a la Natividad de María. Una de las más hermosas es la de Filippo Lippi, que adornó el fondo de su Madona y el Niño con el nacimiento de María, cuadro que se encuentra hoy en la galería Pitti, de Florencia.

Para enaltecer el lugar de la Natividad de la Virgen se levantó en Jerusalén un templo llamado Santa María de la Natividad, que cambió más tarde su nombre por el de Santa Ana. En 1856 el sultán se lo cedió a Francia y fue restaurado por Napoleón III y encomendado a los padres misioneros de Argel. El papa León XIII concedió el privilegio de decir todos los días dos misas votivas en aquel santo lugar, en honor de la Inmaculada Concepción y de la Natividad de María.

Se desconoce cuándo pasó la Virgen a vivir a Nazaret.

Tal vez a la muerte de sus padres, bien en sus desposorios con San Jose o con ocasión de algún acontecimiento familiar.

Lo cierto es que en Jerusalén, cabeza del pueblo israelita y centro codiciado del mundo romano, fue engendrada María, y nació en la pequeña casa próxima a la piscina. Así lo refiere la tradición y así lo apoya San Juan Damasceno, el mayor admirador de María.

La Iglesia honró siempre con magnificencia la Natividad de la Virgen. En la liturgia ocupaba lugar destacado.

La razón por la cual su fiesta fue fijada para el 8 de septiembre se ignora. Su origen, como el de todas las fiestas mayores marianas, se encuentra en Oriente, probablemente en Palestina.

El Protoevangelio de Santiago, de fines del siglo II, da algunos detalles.

San Agustín habla en sus escritos de que no existía en su tiempo una fiesta litúrgica particular dedicada a este acontecimiento. Poco después, en el concilio de Efeso (431) y en el de Calcedonia (451), se hace una referencia. El martirologio jeronimiano lo inserta en sus páginas y traduce, claramente, la profunda razón teológica de esta celebración.

Muchos sermones patrísticos orientales exaltan el nacimiento de María y también los más grandes poetas litúrgicos bizantinos. Por San Andrés de Creta la fiesta del Nacimiento es una verdadera tradición.

En Roma penetró la fiesta hacia la mitad del siglo VII, junto con la de la Purificación, Anunciación y Asunción de María, por obra de los monjes orientales que en tal época emigraban en masa de las regiones caídas bajo el yugo mahometano.

Sergio I (687-701) estableció que la fecha de conmemoración fuese distinta y se celebrara una solemne procesión desde la Curia Senatus a Santa María la Mayor, de Roma.

En la misa propia se leía al principio la historia de la Visitación, sustituida en seguida por la genealogía que ahora figura. La lección varió con San Pío V.

Por lo que se refiere a la difusión de la fiesta fue lenta y desigual. Durante el cónclave, después de la muerte de Gregorio IX, los cardenales insistieron con el nuevo Papa para que instituyese la octava de la fiesta, cosa que realizó después Inocencio IV, con la aprobación del concilio de Lyón. Gregorio XI instituyó una vigilia con ayuno, pero cayó pronto en desuso.

En el ciclo mariológico la Natividad de María no es fiesta de precepto. La Iglesia nos invita a meditar este suceso para traer cada año un frescor marial y el buen olor del "capullo en la casa del rey David".

Dios realizó una obra maestra con su Madre; "la llenó de gracia", hizo que penetrase en Ella todo lo divino: en su alma por todas sus facultades, en su cuerpo en todos sus miembros y sentidos. La plenitud fue el acento vigoroso con el que Ella empezó a existir y la santidad se hizo en su vida temporal de fidelidad y de entrega a Dios y a los hombres.

Para María somos todavía niños que aspiran a la vida de la gracia. Y esta vida de Dios puede aumentar en nuestra alma hasta el último instante de la vida. Si nos dejamos formar, hará de nosotros nuevos Cristos, será otra vez "Madre de los hombres".