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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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sábado, 22 de septiembre de 2007

El Angelus / Autor: P. Ángel Peña Benito O.A.R.

El Ángelus es una oración en honor de María, que comienza: El ángel (angelus) del Señor anunció a María... Se rezan tres avemarías tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer. Esta devoción comenzó en la Edad Media. Al atardecer, se tocaba la campana en los conventos e iglesias para indicar a todos el fin del trabajo del día; y, en esos momentos del toque de la campana, se rezaba tres avemarías para saludar a María, recordando la Encarnación de Jesús. Ya en 1269, en el Capítulo General de los franciscanos, presidido por san Buenaventura, se ordena a los religiosos a animar a los fieles a recitar tres avemarías al triple toque de la campana por las tardes, al terminar el trabajo diario.
Hacia fines del siglo XIII, en varios lugares, se acostumbraba ya a tocar la campana por la mañana para indicar el comienzo del trabajo; y también comenzó así la costumbre de rezar tres avemarías por la mañana, como se hacía por la tarde, en honor de María, conocida como estrella de la mañana.Hacia fines del siglo XV, ya se había extendido la costumbre, en algunos lugares, de tocar la campana también al mediodía de los viernes para recordar la pasión del Señor. El Papa Calixto III ordenó tocar la campana todos los días al mediodía, al igual que en la mañana y en la tarde, y rezar un padrenuestro y tres avemarías, pidiendo a Dios ayuda para la defensa de la cristiandad, amenazada por los turcos. Y los Papas desde el siglo XVI, apoyaron esta devoción, concediendo indulgencias. El Papa Alejandro VI, en 1500, ordenó que esta costumbre del Ángelus se extendiera por todo la Iglesia.

Los santos han practicado esta devoción y siempre la han recomendado por ser una muestra de amor a María, la madre querida, que siempre nos ama y protege. Actualmente, se ha perdido esta costumbre en muchos lugares. Ya no se toca la campana en las ciudades y tampoco en muchos pueblos. Por eso, sería recomendable retomar estas buenas costumbres de nuestros mayores, porque todo lo que signifique amor a María no quedará sin recompensa y ella, como buena madre, velará por nosotros en nuestras necesidades.

Como experiencia personal, puedo decir que, cuando estaba de párroco en Arequipa, grabé con mi voz el rezo del Ángelus y todos los días lo ponía al comenzar el día, al mediodía y al atardecer para que todos lo oyeran a través de los altoparlantes (altavoces). De esto ya han pasado veinte años y todavía se sigue oyendo todos los días el Ángelus con mi grabación. ¿Cuántas bendiciones Dios habrá dado a mis feligreses a través de esa grabación? Sólo Él lo sabe, nosotros sólo debemos poner de nuestra parte todo lo que podamos para alabar a Dios por medio de María.El rezo del Angelus es como sigue:

P. El ángel del Señor anunció a María.

R/ Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

(Ave María)

P. He aquí la esclava del Señor.

R/ Hágase en mí según tu palabra.

P. El Hijo de Dios (el Verbo) se hizo carne.

R/ Y habitó entre nosotros..

P. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

R/ Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

domingo, 27 de enero de 2008

Conversiones por la oración ante la Eucaristia / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Refieren los biógrafos de S. Antonio de Padua que, estando en Rímini en 1225, un hereje albigense, llamado Boniville, negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía y le pedía una prueba convincente. El hereje llevó a la plaza su mula, a la que había dejado tres días sin comer, Y le llevó un saco de cebada al tiempo que S. Antonio llevaba el Santísimo
Sacramento, y la mula dejando sin probar la cebada, se arrodilló a su manera ante la Eucaristía. A la vista de este milagro, se convirtió Boniville con varios de sus seguidores. Y allí se construyó una capilla para recordar el milagro.

Cuando el santo cura de Ars llegó a ese pequeño pueblo francés, apenas tres o cuatro ancianas iban a misa. El, entonces, se dedicó a pasarse muchas horas de adoración ante el Santísimo y siempre con el rosario entre las manos y los ojos fijos en el sagrario. Poco a poco, la gente empezó a ir a la Iglesia y a querer confesarse. Así empezó un ministerio
de confesión que lo hizo famoso, pues venían hasta de los últimos rincones de Francia y del extranjero para ver y oír a aquel sacerdote con fama de santo, que tanto amaba a Jesús sacramentado.

Algo parecido sucedió en el pueblo de S. Giovanni Rotondo con el famoso
P. Pío de Pietrelcina, capuchino estigmatizado. Cuando El llegó, era
un pueblo desconocido; hoy es un centro espiritual, sanitario y cultural
de fama internacional. ¿Qué es lo que hizo el milagro? El P. Pío,
sencillo y enfermizo, se pasaba las horas ante el sagrario, orando por los
pecadores y sufriendo por ellos.Poco a poco, la gente comenzó a visitarlo para confesarse con él. Y, como le había sucedido al cura de Ars, tuvo que dedicar sus horas libres a confesar. El 20 de septiembre de 1918, estando en oración ante el Santísimo, recibió de Jesús las santas llagas en manos, pies y costado.

Y ¿qué hizo que el Bto Damián de Veuster convirtiera el infierno de
Molokai, la isla de los leprosos, en un lugar digno de vivir? Su amor a la
Eucaristía. El decía: "Sin la presencia de Jesús en mi pobre capilla
jamás hubiera podido mantener unida mi suerte a la de los leprosos de
Molokai". Es por esto también que la M. Teresa de Calcuta, exige a sus
hermanas una hora de adoración diaria ante el Santísimo para tener
fuerza, para poder servir a los más pobres de entre los pobres.

Elizabeth Ann Seton, la primera santa norteamericana, se convirtió a la
Iglesia católica por la Eucaristía. Después de la muerte de su esposo
en Italia, regresó a Nueva York y buscó la paz en su propia Iglesia
episcopal. Un día se sentó en una silla de su iglesia, desde donde podía
ver la torre de la vecina iglesia católica, y mirando el altar vacío de
su iglesia, comenzó a hablar con Jesús, presente en el Santísimo de la
iglesia católica cercana. Así empezó a sentir amor a Jesús Eucaristía,
que la atraía como un imán, y éste fue el comienzo de su conversión.

Otro convertido es el músico judío Herman Cohen, nombrado maestro de
capilla de la iglesia de S. Valerio de París, que sintió por dos veces
una emoción extraordinaria en el momento de la bendición con el Santísimo
Sacramento. El 28 de agosto de 1847 fue bautizado por el sacerdote,
también judío convertido, S. Alfonso de Ratisbona. Después se hizo
carmelita descalzo con el nombre de P. Agustín María del Sacramento.

martes, 1 de enero de 2008

Unión de corazones / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Nunca mejor que en el momento de la comunión podremos decir con san Pablo "Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 3). Entonces formamos una UNIDAD en Cristo con todos los hombres. Como diría san Agustín: "Tu alma ya no es tuya, sino de todos tus hermanos, como sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas igualmente con la tuya no son varias almas, sino una sola, la única de Cristo" (Epístola 24, 3). "Cristo lo es TODO en todos" (Col 3, 11) y formamos con Él una sola alma y un solo corazón.

"El que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y Yo en él" (Juan 6, 56). Decía santa Catalina de Génova: "Yo no tengo alma ni corazón, mi corazón y mi alma son los de Jescuristo". Precisamente, el fin de la comunión es la fusión de los corazones y de las almas en Jesús. Y debemos vivir esta unión con Jesús, Dios y hombre, las veinticuatro horas del día. Algunos santos han vivido esta unión de corazones de modo singular, pues Jesús les ha cambiado su propio corazón por el suyo.

Este cambio de corazones se lo concedió a Santa Catalina de Siena. Cuenta su director, el Beato Raimundo: "Un día le pareció ver que su eterno Esposo venía a ella como de costumbre, que le abría el costado izquierdo, le quitaba el corazón y se marchaba, de suerte que quedaba sin corazón. La impresión de esta visión fue tal... que Catlina dijo a su confesor que ya no tenía corazón en su cuerpo... Algún tiempo después, se le apareció el Señor, teniendo en sus sagradas manos un corazón humano rojo y resplandeciente. Acercándosele , el Señor le abrió de nuevo el costado izquierdo e introduciendo el corazón que tenía en las manos le dijo: Hija mía, así como el otro día te he llevado tu corazón, así hoy te entrego el mío, que te hará vivir siempre".

Esta gracia, algunos santos la han recibido con la Eucaristía, teniendo permenentemente en su pecho a Jesús sacramentado y estando así en unión continua con su humanidad santísima. Así nos lo refiere san Antonio Mª Claret en su autobiografía: "En el día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la Iglesia del Rosario en la Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales y tener siempre, día y noche, el Santísimo Sacramento en el pecho".

La gracia de la unión de corazones la recibimos nosotros también durante el tiempo que permanecen en nosotros las especies sacramentales. El P. Pío de Pietrelcina manifestó en una ocasión: "¡qué dulce fue la conversación que sostuve con el paraíso esta mañana después de comulgar! El Corazón de Jesús y mi propio corazón se fundieron. Ya no eran dos corazones palpitantes, sino uno solo. Mi corazón se había perdido como una gota se pierde en el océano". En ese momento, dice S. Cipriano: "nuestra unión con Cristo unifica nuestros afectos y voluntades".

Y la Vble. Cándida de la Eucaristía aseguraba: "mi alma y la de Jesús se hacen UNA." S. Lorenzo Justiniano exclamaba: "Oh admirable milagro de tu amor, Señor Jesús, que has querido unirnos a tu Cuerpo de tal modo que tengamos una sola alma y un solo Corazón inseparablemente unidos contigo". Que tú también seas UNO con Jesús y que tengas sus mismos pensamientos, sentimientos y deseos.

Que tu voluntad y la suya sean UNA para que puedas decirle en todo momento: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Mt 26,39). Que seas sagrario viviente de Jesús como María, y puedas decir con Sta. Teresita: "Señor ¿no sois omnipotente? Permaneced en mí como en el sagrario, no os alejéis jamás de vuestra pequeñita hostia" (Ofrenda al Amor misericordioso).

jueves, 30 de agosto de 2007

TEXTOS BIBLICOS sobre María, la Madre de Jesús / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R


TEXTOS BIBLICOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Son muchos los textos del Antiguo Testamento, en que los escrituristas
y los grandes santos han visto la presencia de María. Hay textos en los
que aparece como anunciada o en figura nuestra Madre María.

Ella es prefigurada por Judit, que corta la cabeza de Holofernes, jefe
del ejército de los enemigos del pueblo de Dios, al igual que María
pisa la cabeza de Satanás.

Igualmente, Ester prefigura a María, porque siendo reina, obtiene que
su pueblo no sea exterminado; al igual que María, reina del universo,
con su intercesión, consigue que el pueblo de Dios no sea destruido sino
salvado.

También el arca de la alianza es figura de María, porque el arca
contenía la presencia de Dios y ¿qué mejor arca que María, que llevó en su
seno al Hijo de Dios?

María también es prefigurada por aquella nube del profeta Elías. Una
nube como la palma de un hombre, que sube del mar... Poco a poco, se fue
oscureciendo el cielo por las nubes y el viento, y se produjo una gran
lluvia (1 Reg 18, 44-45). María es como esa nube pequeñita,
aparentemente insignificante, pero que produce una gran lluvia de bendiciones
sobre toda la tierra. Y es dulce y tierna con sus hijos como aquella brisa
suave, que acarició a Elías (1 Reg 19, 12).

Otra figura de María es la escala de Jacob por donde subían y bajaban
los ángeles de Dios (Gén 28,12). Porque ella es el camino más corto y
fácil para llegar a Jesús y, por tanto, al cielo.

Veamos ahora algunos textos, que los santos interpretan referidos a
María:

- Pondré enemistad entre ti y la mujer. Ella te aplastará la cabeza
(Gén 3, 15). Así lo traduce san Jerónimo, inspirado por Dios, en la
traducción latina Vulgata, la traducción oficial de la Iglesia durante
siglos. María aplasta la cabeza de la serpiente infernal, porque contra Ella
no puede nada, ya que es purísima e inmaculada, sin el más mínimo
pecado.

- ¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado? (Cantar 8,
5). Este texto lo refieren a su Asunción a los cielos, pues María sube
de esta tierra de desierto, apoyada en su amado Jesús.

María es hermosa como la luna, resplandeciente como el sol (Cant 6,
10). Y a ella le dice Dios: Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía,
inmaculada mía (Cant 5, 2). Ella es terrible como un ejército formado en
batalla (Cant 6, 4). Es terrible contra Satanás, pues le aplasta la
cabeza. Hay un texto en el que María aparece terrible contra el maligno.
Es en Daniel 2. Allí aparece una estatua grande y de aspecto terrible.
La cabeza era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y
caderas de bronce; sus piernas de hierro y sus pies, en parte de
hierro y en parte de barro. Representa esta estatua al rey de las cosas
materiales, a Satanás, que quiere reinar en el mundo. Pero una pequeña
piedra, desprendida, no lanzada por mano humana hirió a la estatua en los
pies de hierro y barro, destrozándola. Creemos que esta piedrecita, se
refiere a María, que siendo tan humilde y pequeña, sin embargo, puede
derrotar el poder de Satanás.

EN EL NUEVO TESTAMENTO

Y, si vamos al Nuevo Testamento, san Lucas nos habla maravillas de
María en los dos primeros capítulos de su Evangelio. Empieza con las
palabras del ángel que rezamos en el avemaría, palabras divinas y
evangélicas, que debemos repetir frecuentemente. El ángel le dice de parte de
Dios: Alégrate (Dios te salve) llena de gracia, el Señor está contigo (Lc
1, 28). María es llena de gracia, totalmente pura y bella; o, como
decimos también, inmaculada por un privilegio especial de Dios, que en
virtud de los méritos de Jesús, la previno de las consecuencias del pecado
original y así fue inmaculada desde el primer momento de su concepción.

Su prima santa Isabel le dice, inspirada por el Espíritu Santo, o mejor
dicho, le dice el Espíritu Santo por boca de su prima: Bendita tú eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc 1,
42). Y María, inspirada por Dios, dice: Todas las generaciones me llamarán
bienaventurada (Lc 1, 48).

Por otra parte, Jesús desea que amemos a María y nos la ha dado como
madre al decirnos: Ahí tienes a tu Madre (Jn 19, 27). Son palabras
dirigidas a cada uno de nosotros, como siempre se ha interpretado. De este
modo, María queda constituida por Jesús como Madre de todos y cada uno de
los hombres.

Su poder de intercesión ante Jesús, queda manifestado con toda claridad
en las bodas de Caná, cuando Jesús hace su primer milagro, sólo porque
se lo pide su madre, manifestando así su voluntad de hacerla siempre
feliz y concederle todo lo que pida (Jn 2).

domingo, 13 de enero de 2008

La visita diaría a Jesús Sacramentado / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Antes era el hombre quien esperaba a Dios, ahora resulta que es Dios quien espera al hombre y éste ni se entera. Por eso, no te pierdas la visita diaria a Jesús. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo Nuestro Señor" (Cat 1418). Y la Iglesia concede una indulgencia plenaria al fiel que visite a Jesús para adorarlo en la Eucaristía, durante media hora.

¡Cuántas bendiciones traerá a tu vida la visita diaria a Jesús! Si la haces en la mañana, antes de ir al trabajo, será como un acumulador eléctrico, pues durante todo el día te irradiará amor, paz y alegría. ¡Llénate de energías por la mañana delante del Santísimo! Y si vas por la noche, después de un día de trabajo agotador, entonces te parecerá que se abre una válvula de escape, que te relajará de tus tensiones y así te apaciguará y te dará tranquilidad para dormir mejor.

¿Acaso es demasiado pedir que todos los días visites a tu Dios? ¿No tienes acaso nada que agradecerle en este día?, ¿nada, nada? Visitar a Jesús Sacramentado cada día es exponer nuestra alma enfermiza y anémica a la irradiación invisible de su amor. De este modo, nuestra alma comenzará a renovarse con una nueva vitalidad, florecerá como en primavera y brotará con vigor la alegría y la paz dentro del corazón.

"Jesús es un Dios cercano, un Dios que nos espera, un Dios que ha querido permanecer con nosotros para siempre. Cuando se tiene esta fe en su presencia real, ¡Qué fácil resulta estar junto a El, adorando al Amor de los amores! ¡Qué fácil es comprender las expresiones de amor con que a lo largo de los siglos los cristianos han rodeado la Eucaristía" (Juan Pablo II, Lima 15-5-88). S. Alfonso María de Ligorio escribió su famoso libro "Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima", que ha superado las dos mil ediciones y dice así: "¿Dónde tomaron las almas santas más bellas resoluciones que al pie del Santísimo Sacramento? ¡Y quién sabe si tú resolverás las tuyas al darte del todo a Dios ante este sacramento! ¡Qué ventura es conversar amorosamente con el Señor que, sobre el altar, está rogando por nosotros al Eterno Padre, ardiendo en llamas de amor! Este amor es quien lo hace permanecer escondido, desconocido y hasta despreciado de los hombres. Pero ¿a qué más palabras? Gustad y ved".

"Venid y veréis" (Jn 1,39). Pero alguno me dirá: es que las Iglesias están cerradas. Ciertamente, que esto ocurre con demasiada frecuencia. ¡Cuántas bendiciones y gracias se pierden así para la persona y para sus familias, para la Iglesia y para el mundo en general, porque los fieles no tienen facilidad para visitar a Jesús! "La visita al Santísimo Sacramento es un gran tesoro de la fe católica... Y todo acto de reverencia, toda genuflexión que hacéis delante del Santísimo Sacramento es importante, porque es un acto de fe en Cristo, un acto de amor a Cristo.

Y cada señal de la cruz, cada gesto de respeto hecho todas las veces que pasáis ante una iglesia, es también un acto de fe. Que Dios os conserve esta fe en el Santísimo Sacramento" (Juan Pablo II, homilía en Dublin, 29-9-79). El Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei pide que "los templos estén abiertos lo más posible para que los fieles, cada vez más numerosos, llamados a los pies de Nuestro Salvador; escuchen su dulce invitación: "Venid a mí todos los que estáis agobiados y sobre cargados que yo os aliviaré". Y el canon 937 ordena que "la Iglesia en que está reservada la Santísima Eucaristía debe quedar abierta a los fieles, por lo menos algunas horas al día, a no ser que obste una razón grave, para que puedan hacer oración ante el Santísimo Sacramento" Esto mismo se dice en la Instrucción Eucharisticum mysterium y en el Ritual de la Eucaristía.

miércoles, 9 de enero de 2008

La mirada de Jesús / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Una religiosa contemplativa me escribía: "Hace unos años vi los ojos de Jesús. Los vi en el fondo de mi alma. Era una mirada amorosa, dulce, cálida, elocuente, muy elocuente, pues me mostraba su Corazón inmenso, infinito. Vi los ojos de mi Amado y fue tal la impresión que sentí, que no lo podré olvidar jamás. La mirada que dejó grabada en mi alma no podrá ser borrada y espero reconocerla en la patria tan deseada. Cuando esta mirada me envuelve de nuevo, me lleno de una infinita delicia. Es algo tan sublime que no puede ser explicado con palabras".

Otra religiosa anciana me contó personalmente lo que le había sucedido, cuando era jovencita. Estaba de postulante y decidió marcharse a su casa. Pero la víspera de su salida del convento, tuvo un sueño: "Soñé que recogía mis cosas para el viaje, me vestía de seglar y caminaba por el claustro para ir a despedirme de la Comunidad. Entonces, vi a la M. Priora que caminaba delante de mí en compañía de un hombre. Al acercarme a ellos, el hombre se volvió y me miró. Era una mirada tan dulce y cariñosa, tan expresiva y amorosa, que nunca la olvidaré. Cada vez que recuerdo aquellos ojos divinos de Jesús, me pongo a llorar de emoción. Jesús no me dijo nada, pero yo lo entendí todo. Era como si me dijera: ¿Y me dejas? ¿Ya no me quieres? ¿Dónde está aquel amor que me prometiste? Y aquí estoy hasta la muerte".

Qué hermoso poder descubrir en los ojos de Jesús todo su amor por nosotros. Y, sobre todo, descubrir su amor en la celebración de la Eucaristía de cada día. Me manifestaba una religiosa muy enferma. "Un día estaba en la misa y, en el momento de la consagración, sentí mucho recogimiento y, como en un relámpago, vi a Jesús con mucha luz, más resplandeciente que el sol y me quedé anonadada sin poder articular palabra. Sólo lo amaba y sentía su amor. No sé cómo explicarlo, fue como en un relámpago y duró muy poco, pero se me quedó grabada dentro de mí esa mirada y sonrisa suya, como si me hubiese fundido totalmente con El."

Por eso, te digo que no tengas miedo. Acércate a Jesús, míralo a los ojos, no tengas miedo de su mirada. Si estás perdido y confundido, El es tu camino. Si eres ignorante, El es la Verdad. Si estás muerto por dentro, El es la Vida. El te iluminará, porque es la Luz de la vida. En el sagrario encontrarás el paraíso perdido que buscas. Entra en ese mundo fascinante de Jesús Eucaristía, donde encontrarás el amor infinito de tu Dios. Búscalo en el silencio, porque El es amigo del silencio. Si estás a solas con El, háblale de corazón, con confianza. Dile muchas veces: Jesús, yo te amo. Yo confío en Ti.

La Iglesia llama a la Eucaristía sacramento admirable, porque es digno de toda admiración. Pues admira a Jesús, quédate extasiado mirándolo, sobre todo, en la elevación de la misa y durante la Exposición del Santísimo Sacramento. Que tu adoración sea un mirarlo y dejarte mirar, un amarlo y dejarte amar. Haz la prueba y te prometo que no te arrepentirás "Sus ojos son como palomas posadas al borde de las aguas" (Cant 5,12). Y tú puedes decir: "He venido a ver sus ojos como un remanso de paz" (Cant 8,10). No tengas miedo, la mirada de Jesús es AMOR y la ternura de Dios se irradia a través de sus pupilas.

jueves, 11 de octubre de 2007

De rezar el rosario en familía a ser sacerdote /Autor. P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

El padre Patrick Peyton, sacerdote norteamericano de origen irlandés, (en la imagen)
fue el gran apóstol del rosario y fundador de la Cruzada del rosario.
Durante los años 40, consiguió que cientos de emisoras transmitieran el
rezo del rosario en USA. En los años 50, realizó una serie de películas
sobre el rosario con actores y actrices famosos. Con ocasión de una
entrevista, dijo:
Dios nos ha dado en María un regalo tan grande que, por más que nos
esforcemos, nunca lo apreciaremos suficientemente. Un día un pastor
evangélico me dijo: “Padre, háblenos por favor de la Virgen María.
Háblenos del rosario. Porque yo, les envidio a ustedes católicos por tener
una forma tan estructurada de oración. ¿No podría escribir algo sobre
el Rosario para nosotros los evangélicos?”.

El padre Peyton respondió: La razón para hacerme sacerdote ha sido,
ante todo, la Santísima Virgen a través, especialmente, del rosario
familiar... Dos años antes de mi ordenación me puse enfermo: los médicos
diagnosticaron tuberculosis. Me llevaron a la enfermería. Estaba mal de
cuerpo y alma... Uno de mis profesores de la universidad de Notre Dame,
padre Cornelio Hegarty, vino a verme y durante media hora me habló de la
Virgen María, y me convenció de pedirle la salud. De María recibí la
salud, y su amor me liberó de la enfermedad, dejándome volver feliz a mi
vocación. Fui ordenado sacerdote. Por Ella moriría en agradecimiento y
le daría un millón de mundos, si los tuviera. La Cruzada del rosario en
familia ha sido el medio que Dios me ha concedido para manifestarle mi
gratitud.

Cuando el Papa Juan XXIII recibió en audiencia privada a la hija de
Kruscev, el primer ministro de Rusia, el Papa le pidió que le pronunciara
en ruso el nombre de cada uno de sus hijos. Después le obsequió un
rosario (aunque sabía que ella era oficialmente atea) y le dijo: Sé que
usted quiere mucho a sus hijos. Por eso, le doy un rosario, que para
nosotros los católicos muestra una maravillosa relación entre una madre y su
hijo Jesús, y recuerda los momentos tristes y alegres de su vida a
través de los misterios. Son la mejor madre y el mejor hijo de todos los
tiempos: la Virgen María y Jesucristo. La hija de Kruscev lloró de
emoción.

viernes, 4 de enero de 2008

Visita diaria a Jesús / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

La triste realidad es que la mayoría de los fieles no sienten deseos de visitar a Jesús durante la semana. Por lo cual, tampoco se ve la necesidad de dejar abiertas las iglesias. Y Jesús se pasa horas y horas, solitario, esperando a alguna alma piadosa, que venga a consolarlo y darle la alegría de pedirle sus bendiciones.

"Cristo, personalmente presente junto a la luz vacilante de la lámpara solitaria, sigue exigiendo una respuesta personal, invitando al diálogo a los que adoran con fe" (Pablo VI al Congreso eucarístico del Perú, 30-8-65). Cristo no está en el sagrario de modo estático, como si estuviera durmiendo, sino está vivo y dinámico. Su presencia real no es un "estar ahí", sino "estar por ti". Te está esperando ¿hasta cuándo?.

En los primeros tiempos del cristianismo, se guardaba la Eucaristía en las casas para llevarla a los enfermos o a los cristianos que iban a padecer el martirio o a otras Iglesias en señal de comunión. ¡Con cuánto amor la guardaban! Cuando entres a una iglesia y veas la luz parpadeante de la lámpara, piensa que allí está Jesús, tu Dios, esperándote. En la hostia santa está el milagro más grande del mundo, un milagro que la mente humana no puede comprender, porque es un milagro de amor.

Él te sigue esperando desde hace dos mil años, escondido en la hostia, pequeño, invisible, pero el mismo Jesús de Nazaret. Acércate a El con amor y devoción como los pastores, como los magos, como lo hicieron María y José aquel día de Navidad. Después de la misa y comunión, la mejor receta que puedo darte para que crezcas en santidad es: ¡Cinco minutos de sagrario cada día! Cuando necesites a Jesús, búscalo en el sagrario de nuestras iglesias, míralo a los ojos, ten sed de no perderlo de vista, ten sed de quedarte a sus pies, ten sed de amarlo con todo tu corazón.

No te canses de amarlo día y noche. A todas horas, levanta tu mirada hacia el sagrario más cercano. Allí está tu amigo Jesús. Allí está el Amor y la Vida. Allí está la Salud y la Paz. Allí está tu Dios. ¡Cuántos secretos de amor se encierran allí! ¡Cuánta luz sale del sagrario! Jesús Eucaristía debe ser el centro de tu vida, el amigo más querido, el tesoro más preciado. En El encontrarás la ternura de Dios.

Mira a Jesús en el sagrario y déjate amar por El. Vete cada día a visitarlo. Allí aprenderás más que en los libros. Escucha su Palabra como la Magdalena, que estaba a los pies de Jesús. Pon en sus manos tus problemas y necesidades. Háblale de tu vida, de los tuyos, del mundo entero, pues todo le interesa. Y sentirás una paz inmensa que nada ni nadie podrá darte jamás. El sosegará tu ánimo y te dará fuerzas para seguir viviendo. El te dirá como a Jairo: "No tengas miedo, solamente confía en Mí" (Mc 5,36).

¡Qué benditos momentos los pasados junto a Jesús en el sagrario! ¡Cómo ayudan a crecer espiritualmente! Es algo sublime que no se puede explicar. No te pierdas tantos tesoros. No digas que no tienes tiempo. Aunque sea unos momentos, no dejes de entrar, cuando pases delante de una iglesia y, si está cerrada, dirígele desde fuera unas palabras de amor. Dile que lo amas y salúdalo con una sonrisa. En el sagrario hay vida, está la fuente de la vida, hay corrientes de vida, manantiales de vida, hogueras misteriosas de vida. Allí está Jesús, el Dios de la vida. Allí recibirás las inmensas riquezas de un Dios Omnipotente, que quiere ser tu amigo y servirse de ti para salvar a tus hermanos.

jueves, 13 de septiembre de 2007

María y los primeros cristianos / Autor: P. Ángel Peña Benito O.A.R.


El amor a María no es un invento tardío o una superstición introducida
por el emperador Constantino. Ya hemos visto los textos del Evangelio.
Y, si leemos el libro de los Hechos de los Apóstoles, veremos que
aquellos primeros cristianos del siglo I: Perseveraban unánimes en la
oración con María, la madre de Jesús (Hech 1, 14). No podían vivir solos,
necesitaban del apoyo y del amor maternal de María, para no equivocarse en
la fe. Y María les daba ejemplo y acudía con ellos a la misa diaria.
Dice el texto: Diariamente acudían unánimes al templo, partían el pan en
las casas (partir el pan o fracción del pan era la palabra usada en
aquel tiempo para hablar de la misa) y tomaban su alimento con alegría y
sencillez de corazón, alabando a Dios en medio del general favor del
pueblo. Y cada día, el Señor iba incorporando a los que habían de ser
salvados (Hech 2, 46-47).

Y el amor que los apóstoles y aquellos primeros cristianos tenían a
María, como madre de Jesús y madre suya, se lo transmitieron a las
generaciones sucesivas. A este respecto, debemos citar a los Santos Padres,
que son los escritores cristianos de los ocho primeros siglos (también se
considera entre ellos a San Bernardo, aunque es del siglo XII). Ellos
fueron santos y transmitieron la verdadera fe desde el principio, y la
Iglesia con su autoridad aprobó su doctrina, citándolos continuamente
como testigos privilegiados de la tradición cristiana primitiva. Ellos
son, hasta ahora, como la memoria viva de la auténtica doctrina
católica, tal como se vivía en los primeros siglos. Ellos nos transmiten lo que
siempre y en todas partes se creía en aquellos tiempos, lo cual es
fuente segura para saber cuál es la verdadera fe que Jesús enseñó. Ellos
compusieron el Credo (resumen de las verdades de la fe), fijaron con
claridad el canon de las Escrituras y precisaron la doctrina católica al
luchar contra los herejes. Ellos son los garantes y testigos de la
auténtica doctrina católica y, por eso, algunos concilios y Papas, incluso
hoy, acuden a ellos para confirmar sus enseñanzas. En el concilio de
Calcedonia, en el año 451, se comienza diciendo: Siguiendo a los Santos
Padres... Pues bien, nosotros también acudiremos a estos Santos Padres
para confirmar la doctrina sobre la Virgen María.

Ya en el siglo I, san Ignacio de Antioquía, en sus escritos, habla de
María como madre universal, recalcando su virginidad perpetua y su
maternidad divina. A este respecto, digamos que en el siglo II ya había
imágenes de María, pues se han encontrado cuatro imágenes de la Virgen con
el niño en las catacumbas de santa Priscila de Roma. En este mismo
siglo, se ha descubierto también la inscripción Ave María en la
iglesia-sinagoga de Nazaret, construida sobre la casa de José y de María. Sobre
esta iglesia, usada por los primeros cristianos, se había construido una
iglesia bizantina. Sobre la iglesia bizantina, los cruzados habían
construido otra iglesia. En el siglo XVIII, los padres franciscanos habían
construido otra iglesia más grande y, actualmente, en el mismo lugar
donde habían sido construidas estas iglesias, sobre la misma casa de José
y María, está construida la gran basílica de la Anunciación, que es
obra del arquitecto italiano Giovanni Muzio, y que fue consagrada el año
1969.

domingo, 2 de septiembre de 2007

La Reina del Cielo nos ayuda contra el mal / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.


Y ahora que Ella está en el cielo como una reina, coronada de doce
estrellas, como dice el Apocalipsis, nos ayuda contra el poder del maligno.
Fue arrojado el dragón grande, la serpiente antigua, llamada diablo y
Satanás... Se paró el dragón delante de la mujer, que estaba a punto de
dar a luz, para tragarse a su hijo en cuanto naciese. Y dio a luz un
varón que ha de apacentar a todas las naciones con vara de hierro
(Jesús)... Y el dragón se dio a perseguir a la mujer (María), que había dado
a luz a su hijo varón. Pero le fueron dadas a la mujer dos alas de
águila grande... Se enfureció el dragón contra la mujer y se fue a hacer la
guerra al resto de sus hijos, a los que guardan los mandamientos de
Dios y mantienen el testimonio de Jesús (Ap 12). En este capítulo,
aparece María como una mujer inundada de sol, como en Sab 7, 26-29, donde se
dice que es más hermosa que el sol y un espejo sin mancha (inmaculada).
Se presenta como el arca de Dios en el cielo. Se abrió el templo de
Dios, que está en el cielo y apareció el arca de la alianza (Ap 11, 19).
A María le dan dos alas de águila grande (sabemos que las águilas son
los enemigos mortales de las serpientes, a quienes matan aplastándoles
la cabeza, como hace María con Satanás), pero el diablo no se da por
vencido y trata de vengarse en los hijos de María, es decir, en aquellos
que guardan sus mandamientos y mantienen el testimonio de Jesús (Ap 12,
17).

Por eso, ella es un arma poderosa para defendernos del maligno, que
siempre nos ataca para apartarnos de Jesús. Ahora bien, María y Jesús son
inseparables y juntos los encontraron los pastores y los magos. Por
eso, si nosotros queremos amar a Jesús, debemos amar también a María. A
Jesús por María, al igual que el discípulo amado, que estuvo junto a la
cruz de Jesús con María, acompañándola y desde aquella hora la recibió
en su casa (Jn 19, 27), es decir, la recibió en su corazón como a una
madre de verdad, como le había dicho Jesús. De la misma manera, si
nosotros amamos a Jesús, debemos recibir a María en nuestro corazón como
nuestra verdadera madre.

Además, Él nos dice: Yo Jesús... soy la estrella brillante de la
mañana. Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven (Ap 22, 16). Es decir, el
Espíritu Santo y su esposa María, quieren que venga Jesús a reinar en el
mundo. Y ése debe ser también nuestro deseo: que Cristo reine y llegue a
ser el Rey de Reyes y el Señor de los Señores (Ap 19, 16) de nuestra vida
y del mundo entero. Por María, llegaremos más fácilmente a Jesús. Ella
es la estrella de Belén, que nos lleva siempre hacia Jesús.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Un regalo de Amor / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

En 1937 varios exploradores rusos lograron pasar unos meses en las
proximidades del Polo Norte, en el reino del hielo eterno, o, como solía
decirse, de la “muerte eterna”. Hasta entonces, se creía
realmente que allí no podía crecer ninguna planta. Por eso, la sorpresa de
los exploradores fue enorme al encontrar en el mismo Polo Norte una
flor... Era una especie de alga diminuta, del tamaño de la cabeza de un
alfiler, de color azul. Quisieron descubrir su raíz y empezaron a cavar.
Cavaron nueve metros de profundidad y todavía no dieron con el final de
la raíz... Ciertamente, esa flor es un ejemplo para nosotros. Por
todas partes, le rodeaban el hielo y la muerte y no se asustaba ni
retrocedía. Iba taladrando el suelo y se lanzó, en el reino de la oscuridad y
de las tinieblas, hacia arriba en busca de la luz.., hasta que la
encontró. No le importó, si tuvo que subir veinte metros. Valió la pena
llegar a la luz y poder alegrar la vida de unos exploradores y alabar a Dios
en las solitarias y heladas regiones del Polo Norte. Por eso, tú no te
desanimes, no importa cuántos metros estés bajo el peso de tus
pecados. Jesús te espera en la confesión y en la luz del sagrario; sigue
subiendo, El es la luz del mundo y te está esperando para darte una nueva
vida.

Allí, en el sagrario, vela Jesús todas las noches en silencio,
esperando la llegada del alba y de algunas personas que lo amen para
repartirles sus tesoros de gracia escondidos en su Corazón. Porque el sagrario
contiene todos los tesoros de Dios, ahí están los almacenes llenos y son
inagotables. ¿Por qué no vas a misa? ¿Por qué no comulgas? ¿Por qué no
te arrodillas ahora mismo, en el lugar donde te encuentras, y te
diriges al Jesús del sagrario? Mira hacia la iglesia y dile así:

Jesús mío, ¿qué haces ahí todo el día en la Santa Eucaristía? ¿Qué
haces en las noches silenciosas, solitario en la blanca hostia?
¿Esperándome? ¿Por qué? ¿Tanto me amas? ¿ Y por qué yo me siento tan angustiado
por los problemas y creo que Tú te has olvidado de mí? ¿En qué pienso?
¿En qué me ocupo? ¿Por qué me siento tan solo, si tú eres mi compañero de
camino? Ahora, he comprendido que tú me amas y me esperas y seguirás
esperándome sin cansarte jamás, porque tienes todo tu tiempo
exclusivamente para mí. Señor aumenta mi fe en tu presencia eucarística. Lléname
de tu amor ven a mi corazón. Yo te adoro y yo te amo. Yo sé que tú estás
siempre conmigo y que contigo ningún vendaval y ninguna tempestad
podrá destruirme. Dame fuerza, Jesús, YO TE AMO, perdóname mis pecados. Yo
sé que, si estoy contigo, tengo conmigo la fuerza del Universo, porque
tú eres mi Dios.

¡Oh misterio bendito, prodigio de amol; sacramento admirable, fuente de
vida... Jesús Eucaristía! ¡Qué vacía estaba mi vida sin Tí! Ahora he
comprendido que tú eres mi amigo y quieres abrazarme todos los días en
la comunión. Por eso, yo te prometo ir a visitarte todos los días y
asistir al gran misterio de amor de la Eucaristía. Quiero ser tu amigo.
¡AMIGO DE JESUS EUCARISTÍA!

lunes, 15 de octubre de 2007

María nos defiende del maligno / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

María nos defiende del poder del maligno, que siempre está al acecho para hacernos pecar y alejarnos de Dios. Y, en caso de pecar, Ella, como buena madre, nos busca y nos espera para presentarnos arrepentidos ante Jesús.

San Alfonso María de Ligorio cuenta en el libro Las Glorias de María la
famosa historia de Teófilo, escrita por Eutiquiano, patriarca de
Constantinopla, testigo ocular de esta historia y confirmada por san Pedro
Damián, san Bernardo, san Buenaventura y otros.

Era Teófilo arcediano de la Iglesia de Adana, ciudad de Cilicia, y tan
estimado por todos que el pueblo lo quería por obispo. Pero algunos
malévolos lo calumniaron y él concibió tal sentimiento contra ellos que
fue a buscar a un brujo para que, invocando a Satanás, hiciera daño a sus
adversarios. El brujo le dijo que primero debía él renegar de Jesús y
de María y ponerlo por escrito. Y Teófilo lo firmó con tal de conseguir
sus deseos de venganza.

Pero el obispo, al poco tiempo, dándose cuenta de que le habían
calumniado sin motivo, le pidió perdón y lo repuso en su puesto. Entonces,
Teófilo se dio cuenta de su gran error y con gran remordimiento empezó a
llorar amargamente. ¿Qué hacer? Se fue a una iglesia y, postrado ante
una imagen de la Virgen, le rogaba y le pedía perdón. Así estuvo cuarenta
días, hasta que una noche la Virgen se le apareció y le dijo:

- ¿Qué has hecho, Teófilo? ¿Has renegado de mí y de mi Hijo? ¿Has
vendido tu alma al diablo? Consuélate, pediré por ti.

Animado con esto, siguió rogando y llorando para obtener el perdón de
Dios. Al cabo de nueve días, se le volvió a aparecer la Virgen María y
le dijo:

- Dios te ha perdonado, sé fiel y agradecido.

Pero siguió pidiendo hasta conseguir que Dios hiciera aparecer el
escrito que había firmado, en el que renegaba de Jesús y de María, para
quemarlo y así poder quedar tranquilo, y ser hasta el fin de sus días muy
agradecido a Dios por medio de la Virgen, que le consiguió así la
salvación.

El padre Carmagnola cuenta que, asistiendo en la cárcel a una mujer que
había sido acusada injustamente, le pidió que perdonara a su
denunciante. Pero ella le dijo que eso nunca lo haría. Parecía que era imposible
hacerle comprender la importancia del perdón para que pudiera vivir
sin odios y sin deseo de venganza. Por fin, el sacerdote le dio una
estampa de la Virgen y le dijo que le rezara para que pudiera perdonar o, al
menos, que le diera algunos besos para obtener esa gracia. A los dos
días, la prisionera tenía un brillo especial en los ojos. Y le dijo:

- Padre, la Virgen me concedió el milagro de poder perdonar. Ahora rezo
por la persona que me calumnió y siento como si un peso de mil
toneladas se hubiera quitado de mí. Me siento ligera y en paz. ¡Qué grande es
el poder de la oración por intercesión de María!

San Juan Bosco llamaba a la devoción a María, la bancarrota del diablo
y decía que la obra salesiana descansaba sobre el amor a María. Por
eso, afirmaba que podía abandonar muchas devociones, pero no el rosario.
Un día, el político y escritor italiano Massimo D´Azeglio lo visitó y le
dijo que era hora de terminar con el rosario en sus escuelas. Pero Don
Bosco le contestó con firmeza: Prefiero renunciar a su amistad a dejar
de rezar el rosario en nuestras escuelas.

El 20 de agosto de 1862 tuvo un sueño inspirado por Dios. Vio en un
prado, donde jugaban los jóvenes, una gran serpiente de siete u ocho
metros de largo y muy gruesa. Pero un desconocido personaje celestial le
dijo: Agarra una cuerda y amarra la cabeza de la serpiente, sujetando la
cuerda a un peral y a una ventana. El personaje metió la cuerda en una
cajita y, cuando la volvió a abrir, formaba las palabras Ave María. Y le
dijo: Mira la serpiente, representa al demonio y la cuerda el avemaría
o, mejor el rosario, que es una serie de avemarías, con las cuales se
puede vencer y destruir a todos los demonios del infierno.
Pero la serpiente se desesperaba de estar amarrada y se iba muriendo,
poco a poco, soltando pedazos de carne, que algunos chicos comenzaron a
comer, cayendo al suelo envenenados. El personaje de dijo: Hay dos
remedios para curarlos del veneno: el yunque y el martillo. El martillo
significa la confesión y el yunque la comunión. Es necesario hacer uso de
estos dos medios para librarnos del maligno.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Las tres Avemarías / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

En las Revelaciones de santa Matilde se lee que la Virgen María le dijo
con relación a su petición frecuente de que la asistiera en la hora de
la muerte:

Sí, lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres
avemarías, conmemorando en la primera el poder recibido del Padre eterno;
en la segunda, la sabiduría con que me adornó el Hijo y, en la tercera,
el amor de que me colmó el Espíritu Santo.

Esta devoción de las tres avemarías fue recomendada por algunos Papas
como Pío IX, que las rezaba cada día después de cada misa. Y esta
costumbre de rezar tres avemarías después de la misa, la extendió el Papa
León XIII a todos los sacerdotes de la Iglesia. Muchos santos también
aconsejaron esta devoción, especialmente, san Leonardo de Puerto Mauricio y
san Alfonso María de Ligorio.

¡Cuántas personas han podido comprobar en su propia vida la eficacia de
esta devoción de las tres avemarías! Un pequeño obsequio, ofrecido a
María, nos puede obtener la salvación, aunque sólo sea un avemaría.
Veamos algunos ejemplos.

- Un famoso sacerdote, que tanto escribió en la prensa francesa, con el
seudónimo de Pierre L´Ermite, contaba el siguiente suceso como
auténtico:

Un maestro impío había descristianizado a sus alumnos en los diferentes
lugares en que había sido profesor. Al llegar la segunda guerra
mundial, se unió a un grupo de fugitivos. Pero los muchos sufrimientos que
debía soportar en los montes, lo llevaron a la desesperación y decidió
quitarse la vida. Se separó de sus compañeros y se sentó junto a un
árbol, sacando su revólver, con el que quería darse muerte. Pero, en ese
momento, acordándose de una costumbre que había tenido en su infancia y
que había olvidado durante 40 años, comenzó a rezar tres avemarías.
Apenas terminó de rezarlas, sintió una fuerza sobrenatural y desechó la idea
del suicidio uniéndose a sus compañeros. A partir de ese momento,
comenzó una auténtica vida cristiana, que procuraba inculcar a todos los
que encontraba. Las tres avemarías de última hora, le habían obtenido la
gracia de la vida y de la conversión.

TESTIMONIOS-

En 1959, el padre redentorista Luis Larrauri confesó a un mudo. Dice
así: Después de haber dirigido una misión popular, el hijo de un
caballero me suplicó que fuera a confesar a su padre, que llevaba tres meses
mudo y estaba gravísimo por efectos de una embolia. Fui a su casa y
entré en la habitación del enfermo. Le dije:

- Esté usted tranquilo, yo le haré preguntas y usted me responde sí o
no con la cabeza.

Entonces, el caballero rompió a llorar. Y con voz alta y distinta se
confesó. ¡Yo no salía de mi asombro! Y él me dijo:

- Padre, usted va a comprender inmediatamente por qué hablo en estos
momentos. Desde los diez años tomé la costumbre de rezar por la mañana y
por la tarde las tres avemarías, que me aconsejaron los misioneros.
Desde los catorce años, perdí toda práctica religiosa, menos las tres
avemarías. Ningún día las omití, pidiendo también la gracia de no morir sin
hacer una buena confesión, porque necesitaba confesarme bien desde mi
primera comunión a los ocho años…

Al terminar la confesión, quedó mudo otra vez. A las doce de la noche,
de ese mismo día, había muerto en la paz de Dios.

- Un misionero del Perú contaba que, en 1967, hizo una visita turística
a un pueblecito de la cordillera de los Andes. Al regresar, el coche
se averió en un pequeño poblado perdido en la inmensidad de aquellos
montes. Mientras el mecánico arreglaba el coche, se le acercó un hombre de
mediana edad que, dirigiéndose a él, que llevaba sotana, le dijo:

- Padrecito, le ruego venga conmigo a mi casa, porque mi madre anciana
está muy enferma y quiere un sacerdote. El sacerdote más próximo está a
300 km de aquí y no hay tiempo para ir a buscarlo, porque puede
morirse en cualquier momento.

Al llegar el sacerdote a su casa, la anciana le dijo que, durante toda
su vida, le había pedido a Dios la gracia de no morir sin confesión,
rezando tres avemarías por esta intención. Y Dios le concedía ahora esa
gracia por medio un sacerdote, que se había detenido en el poblado por
efecto de una avería, que Dios había permitido, para ayudar a aquella
anciana a morir bien confesada y preparada para el viaje a la eternidad.
Ciertamente, las tres avemarías, rezadas todos los días a la Virgen, le
habían obtenido esa gracia de Jesús por intercesión de María.

- Otro misionero, párroco en el Cuzco (Perú), decía: En mi extensa
parroquia y con la colaboración de los catequistas, he difundido la
devoción de las tres avemarías. En junio de 1969, pasé por una hacienda muy
alejada ,cuyo dueño era anciano. Había sido seminarista, pero se había
unido a su esposa sin casarse por la Iglesia. Aproveché la visita para
dejarle una estampa sobre la devoción de las tres avemarías,
recomendándole que las rezara todos los días.

A fines de octubre, vinieron a buscarme para que fuera con urgencia a
visitarlo, porque estaba muy grave y quería recibir los sacramentos. Me
dijo que había rezado todos los días las tres avemarías y que quería
confesarse y casarse con la bendición de Dios. Media hora después del
matrimonio y de recibir la comunión, murió en la paz de Dios.
Una vez más, María había demostrado que el pequeño obsequio de las tres
avemarías lo tomaba muy en serio, para recomendar a sus devotos ante
el tribunal de Dios.

- Un misionero redentorista contaba que, en 1959, envió la estampa con
la devoción de las tres avemarías a diez mil enfermos. Al poco tiempo,
le llamaba un hombre ilustre en el mundo de las Letras y de la
Jurisprudencia, al que conocía desde hacía ocho años. Le dijo que quería
confesarse, después de más de cincuenta años. El misionero le preguntó:

- ¿Por qué?
- Desde que recibí su carta, tomé la estampa y empecé a rezar las tres
avemarías. Y esta mañana he sentido el impulso de confesarme.

Y el padre dice: Lo confesé y, al mes exacto, moría de repente con la
alegría de estar bien confesado, pues se había confesado de nuevo dos
días antes de morir.