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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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domingo, 20 de enero de 2008

Aspectos de la Misión de San Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

San Lucas sitúa el envío de la Comunidad Cristiana en el día de Pentecostés (Hch 1,8), donde hubo una conversión masiva al escuchar el anuncio de un Cristo muerto y Resucitado (Hch 2,29-41; 10, 37-43; 1Co 1,18-25) como centro de la fe Cristiana (1Co 15,17)

Hay unos signos de credibilidad sobre esta predicación, voy a citar unos cuantos: Curación de un paralítico (Hch 3,1-10; 14,8-18); Pablo y Silas salieron de la cárcel por intervención de un ángel (Hch 16,25-40); o el mismo Pablo que resucita a un joven que se murió al caerse de una ventana cuando oía una Eucaristía presidida por Pablo (Hch 20,7-12).

El mandato de proclamar el Evangelio se adapta según las circunstancias de la Misión: En primer lugar tienen que hacer una división de funciones y crear el ministerio de la caridad para que los marginados sean atendidos en sus necesidades materiales (Hch 6,1-7)

Tras la Conversión de Pablo hay un reconocimiento expreso por la autoridad que Pablo tendrá como misión prioritaria la Evangelización de los gentiles –Missiones Ad Gentes- y Pedro la Evangelización de los judíos (Ga 2,8), donde se generará una serie de problemas por motivo de la circuncisión (para Pablo, los gentiles no estaban obligados) y se hace una Asamblea en Jerusalén para buscar una norma de Convivencia (Ga 2,1-7.9 = Hch 15,1-29; 16,4)

La Misión de Pablo es itinerante; pero cuando surge en el territorio, ciudad o pueblo misionado una Comunidad Cristiana, ordena a uno de Obispo para que se encargue de la animación y que ellos perseveren en la FE, como fue el caso de Timoteo (2Tim 1,6), que por el contenido de la Primera Carta vemos que supo trabajar muy bien y sacar vocaciones para sacerdotes, diáconos, ministerio de la Caridad y luchar contra los pseudos-predicadores.

Pablo tuvo bien en cuenta la cultura del destinatario y respectarla para hacer suyo aquellos elementos que se pueden iluminar desde la fe Cristiana para anunciar a Jesucristo (Hch 17), de tal manera que la Fe no sea una cosa impuesta desde afuera, sino que surja desde el interior de esa cultura, es lo que actualmente se llama inculturación.

La misión que se desarrolla en este libro de los Hechos, es el modelo que la Iglesia ha recuperado a la luz del Concilio Vaticano II.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Oración de acción de gracias / Enviada por Hº Jaime ruiz Castro CM


Cómo podré agradecer tanta bendición,

cómo podré responder a tu amor.

Levantando mis manos Señor,

declamando que tú eres Dios,

y dejándome llevar por el soplo de tu Amor.

Y ALABÁNDOTE SEÑOR, MI DIOS.

Quiero adorarte Señor desde el corazón.

Y descalzarme ante ti Santo Dios.

Tu perfume me inunda Señor.

Tu presencia está dentro de mí.

y tu gracia se derrama por este lugar.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Las Misiones Populares / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Las Misiones Populares no son un invento de San Vicente de Paúl, ni de San Antonio Maria Claret, ni de cualquier fundador de Orden religiosa o instituto misionero, a lo largo de toda la historia de la Iglesia se han realizado, como por ejemplo: San Vicente Ferrer que misionó todo el Reino de Valencia.

Tanto a San Vicente de Paúl como a San Antonio Maria Claret hay un factor exterior que les motiva en organizar una serie de Misiones Populares o Santas Misiones, ya que el Pueblo estaba desatendido en el orden temporal y en el orden espiritual y si tenía que cubrir las dos cosas, ya que la disciplina eclesiástica de estas épocas consideraba que “es necesario saber el misterio de la Santísima Trinidad y de la Encarnación para salvarse”, entonces se creía que estaban condenados al infierno por culpa de una dejadez de la Iglesia.

Las Misiones Populares, según nos recuerda el historiador vasco y sacerdote paúl Mitxel Olabuenaga , ha influido en la vida de la gente y en el desarrollo de la Sociedad. San Vicente crea en cada misión la asociación de las caridades en cada Parroquia para atender las necesidades de los pobres, durante el franquismo sirvió como canal para distribuir la ayuda de Cáritas americana y otras ayudas internacionales que recibía España con escasez o como anécdota del siglo XIX: en un pueblo de Mallorca llamaron la atención a un señor por no dejar de leer libros prohibidos en dos misiones que se distanciaba una de la otra un año.

Los predicadores carecían de creatividad, ya que se regían con un manual del misionero que contenía lo que tenía que decir y lo que tenía que hacer para llamar a todos los habitantes del pueblo a la conversión.

Con el Vaticano II, el sentir de la Iglesia cambia y a partir de 1975, las misiones dadas por los paúles cambian de dirección para potenciar más algunos puntos del plan pastoral parroquial o darle a la Parroquia una dimensión misioneras con la creación de las Comunidades Familiares de Caridad, que en otros sitios se llaman grupos de Misión o Asambleas Familiares Cristianas, siendo la Parroquia la Gran Comunidad de estas pequeñas Comunidades o la Gran Asamblea de estas pequeñas Asambleas.

Estos grupos es un puente de unión entre los alejados y la Parroquia ; la gente redescubre su parroquia y se dedican al servicio de ella. El CPT #15 pide que hagan Misiones Populares Renovadas y esto nos implica que vayamos con espíritu creativo para dar una respuesta a los nuevos retos que la sociedad nos presenta cada día y la Iglesia tiene la dolcísima obligación de dar una respuesta desde la fe a estos retos (GS1)

martes, 4 de diciembre de 2007

La “REDEMPTORIS MISSIO” de Juan Pablo II / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Del 7 de Diciembre de 1990, recoge toda la trayectoria bíblica y la actualiza a la luz del Concilio Vaticano II y la situación actual, presentando a la Iglesia como continuadora de la obra de Cristo.

El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de al comunicación, que está unificando a la humanidad convirtiéndola en una "aldea global."

Los medios de comunicación social tienen tanta importancia que se han llegado a ser para muchos el instrumento principal de información y formación, guía e inspiración para el comportamiento individual, familiar y social.

Las nuevas generaciones crecen condicionadas por ellos. Es una pena que todavía haya gente que piense que son secundarios en la evangelización. La evangelización de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo. No basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que hay que integrar el propio mensaje en esta "nueva cultura" creada por la comunicación moderna.

Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, antes incluso que sus contenidos, del hecho mismo de que existan nuevos modos de comunicar con lenguajes nuevos, técnicas nuevas y nuevos impulsos psicológicos.

Son muchos los areópagos del mundo moderno hacia los que se debe orientar la actividad misionera de la Iglesia. Por ejemplo, el compromiso por la paz y el desarrollo de los pueblos; los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todos los de las minorías; la promoción de la mujer y de niño; la salvaguardia del medio ambiente son sectores que se deben iluminar con la luz del Evangelio.

Hay que recordar el vastísimo areópago de la cultura...en la que los hombres están llamados a una mayor unidad y solidaridad: las soluciones a los problemas existenciales se estudian, se discuten, se experimentan con el concurso de todos. He aquí por qué los organismos y convenciones internacionales se muestran cada vez más importantes en muchos sectores de la vida humana, desde la cultura a la política, desde la economía a la investigación. Los cristianos, que viven y trabajan en esta dimensión internacional, deben recordar siempre su deber de testimoniar el Evangelio.

Animación y formación misionera del Pueblo de Dios

La formación misionera es obra de la Iglesia local con la ayuda de los misioneros y de sus Institutos, así como del personal de las Iglesias jóvenes.

Este trabajo debe entenderse no como marginal, sino como central en la vida cristiana. Para la misma nueva evangelización de los pueblos cristianos, el tema misionero puede ser de gran ayuda: el testimonio de los misioneros conserva su encanto incluso para los alejados y los no creyentes y transmite valores cristianos.

Las Iglesias locales inserten la animación misionera como elemento-cardinal de su pastoral ordinaria en las parroquias, asociaciones y grupos, especialmente juveniles.

Para este fin vale la información mediante la prensa misionera y los subsidios audiovisuales. Su papel es de gran importancia en cuanto que dan a conocer la vida de al Iglesia universal, las voces y experiencias de los misioneros y de las Iglesia locales, con las que ellos trabajan.

En las Iglesia más jóvenes, que no tienen dinero para la prensa y otros subsidios, los Institutos misioneros dediquen personal, medios e iniciativas.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Fundador de las Conferencias San Vicente de Paúl: Antonio Federico Ozanam / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM


Antonio Federico Ozanam nació en Milán el 23 de abril de 1813, tercer hijo del matrimonio Juan-Antonio Francisco Ozanam y Maria Nantas. Federico, dice el mismo, que da gracias al Señor por el don de sus padres profundamente cristianos.

Este seglar del siglo XIX, cristiano en un mundo secularizado, fue un auténtico profeta de su tiempo en la Iglesia a la que él "ama con gran amor y sumisión". Federico realizó sus estudios secundarios en Lyon y su carrera universitaria en París. Durante un periodo de su adolescencia tuvo grandes problemas de orden espiritual, pero se confió a la dirección del abad Noirot, gran filósofo, que le ayudó a superarlas, él mismo escribe "he prometido a Dios dedicar mi vida al servicio de la verdad que me colma de paz".

En tiempos de revolución en la sociedad y en la Iglesia, Ozanam y sus amigos se propusieron tener, además de las conferencias de historia, las conferencias consagradas a la caridad, unir la acción a la palabra y afirmar con las obras la vitalidad de su fe.


En 1833 con un grupo de siete amigos fundó la Sociedad de San Vicente de Paúl, al que eligen como patrono. El mayor de ellos Emmanuel Bailey, 39 años, Federico 20 años, sólo uno del grupo era más joven que él. Cuando deciden ir al encuentro de los pobres Emmanuel Bailey les envía a Sor Rosalía Rendu, Hija de la Caridad, gran apóstol y sierva de los desheredados del barrio parisino de Saint-Médard. El estilo de las conferencias es la visita domiciliaria, la relación directa con el que sufre. Hoy las conferencias se han extendido por todo el mundo.

Federico como hijo, marido, padre y amigo, dotado de una rara sensibilidad, impresionó profundamente a todos aquellos que lo conocieron.

Fue testigo de la Caridad en toda su vida personal, familiar, profesional y cívica. Expresó un deseo ardiente "Es necesario abrazar el mundo en una red de caridad". Fue fiel defensor de los pobres.

Fue Profesor titular de derecho comercial, en la Facultad de Lyon, y más tarde profesor de Literatura Extranjera en la Sorbona.

Por motivos de salud tuvo que abandonar la enseñanza, que ejercía como un apostolado, dedicó sus últimas fuerzas a la investigación científica y a la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Tras una larga enfermedad murió a los 40 años en Marsella, el 8 de septiembre de 1853 en una actitud de total entrega a Dios.

Fue beatificado por Pablo II en París el 22 de agosto de 1997, durante las Jornadas Mundiales de la Juventud.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Biografía del Apóstol Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Con motivo del año jubilar de San Pablo la Parròquia de Sant Narcís de Barcelona celebra desde ayer una serie de Catequesis semanales sobre el apóstol convertido camino de Damasco, su mensaje y visión del cristianismo. Iniciamos la publicación de las sesiones catequeticas para que den frutos de conversión
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(Saulo de Tarso) Apóstol del cristianismo que él transformó en religión universal (Tarso, Cilicia, hacía el año 8 - Roma, hacia el año 68). Era hijo de judíos fariseos de cultura helenística y con ciudadanía romana. Fue contemporáneo de Jesucristo e incluso estuvo en Jerusalén en la misma época que él, aunque probablemente no se conocieron.

Pablo tenía una sólida formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos. Pero durante un viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de Jesucristo, se convirtió a la nueva fe, que por entonces era considerada una secta herética del judaísmo (según su propio relato, fue el mismo Jesús el que se le apareció).

Desde entonces San Pablo se convirtió en el más ardiente propagandista del cristianismo, que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; y escribió cartas a diversos pueblos del entorno mediterráneo.

Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo en donde había nacido. Al mismo tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al desarrollo teológico del cristianismo.

domingo, 7 de octubre de 2007

La misión de la Renovación Carismática Católica / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Como grupo eclesial tiene que estar enmarcada en el sentir de la Iglesia local o regional tal como lo determina el sínodo de obispos o Concilios Provinciales y el plan diocesano, de acuerdo con la naturaleza y carismas del grupo. La descripción que voy a dar está enmarcada en el ámbito de Catalunya y por lo tanto citaré del Concilio Provincial de la Tarraconense (CPT) de 1995

La Misión específica de los carismáticos tiene dos vertientes, una Ad intra de la Comunidad que celebra la Eucaristía como grupo profético ya que los dones son concedidos por Cristo mediante su Espíritu a la Iglesia para su organización y santificación y el don de profecía consiste en hablar bajo la inspiración de Dios, sobre cosas pasadas, presentes o futuras, no consiste en dar visiones de catrástofes, de finales del mundo, sino consolidar, edificar a la Comunidad Cristiana, para que sea fiel a Cristo. El Apóstol Pablo prefiere que todo cristiano tenga el don de Profecía para que al Iglesia sea verdaderamente fiel al Señor. Canalizan la gracia de Cristo por medio de la Oración (Sacramentales), es la que está más extendida en Catalunya pidiendo permiso al párroco o al sacerdote responsable de una iglesia de culto para hacer un grupo carismático.

Y la otra Ad Populum (Popular) debidamente actualizada de mucha tradición y fruto en nuestro pueblo (CPT 15) anunciando con poder que Cristo Vive y despertando en los cristianos los dones que en su día les fueron dados por el Sacramento de la Confirmación, creando pequeñas Comunidades eclesiales de Oración (CPT 19) con sus alabanzas, tiempos de silencio, y compartiendo la Palabra de Dios, después del anuncio del Kerigma. Estas Comunidades reciben el nombre de Células Carismáticas o Grupos de Compartir como faros o luces de la Buena Noticia de la Salvación.

Estas Células son centros misionales, o punto de encuentro entre la Parroquia y los Alejados, principalmente de los enfermos (CPT 24) que no han recibido todavía la visita del sacerdote y que se reúnen una vez a la semana en las casas y un Sábado o un Domingo en la Parroquia formando una gran Asamblea festiva desembocando en la Eucaristía dominical, poco a poco van cogiendo su sentido de pertenencia de Iglesia e irán trabajando en diferentes campos de la Parroquia o en las nuevas realidades que han ido surgiendo en la Misión.

La Escuela de Formación de Servidores de la RCC es una gran herramienta para la formación de estos servidores o animadores de las Células Carismáticas.

Seria Conveniente que el Consejo Regional o Nacional de la RCC elaborase un plan de Misión Popular Carismática, que su fase preparatoria tenga que empieza con el permiso del párroco y su consejo, la elaboración de un censo como paso previo a un estudio sociológico para saber la realidad social que la Parroquia debería estar presente, buscar las casas para los grupos y como se hace el anuncio del Kerigma y se organizan los grupos abarcando todos los sectores de la demarcación parroquial.

El Consejo tendría que tener presente en el plan que hay que avisar al Obispo que se va hacer una Misión Popular Carismática y invitarlo a que presidiese la Misa de Envío del grupo principal, de los servidores de las Células, del párroco y de dueños de casa; la Misa de clausura o de Continuidad tendría que estar presidida por el párroco.

En esta Misa de Clausura, los grupos dan su respuesta de que si desean continuar o no reuniéndose para orar en las casas.

Sería preciso elaborar unas enseñanzas para este tiempo fuerte y para la postmisión, mientras tanto se les enseñan como elaborar una enseñanza.

Resumiendo: La Iglesia que se perfila del Siglo XXI es el Pueblo de Dios, que cuya autoridad está al servicio del Pueblo (LG), que guarda y medita la Palabra que le ha sido dada y la da a conocer (DV). Esta Palabra es viva y eficaz, alimentando al Pueblo de Dios en la liturgia, celebrando la salvación (SC) y comparte los gozos y los dolores de la humanidad de hoy (GS), dando desde la fe sentido a su vida.

Es una Iglesia que tiene dos canales donde Cristo derrama su gracia para el bien de la Comunidad Cristiana y su propia edificación (La jerarquía y los grupos carismáticos), reavivando los otros dones y carismas de los otros grupos parroquiales, religiosos o diocesanos de cara a la Evangelización.

jueves, 23 de agosto de 2007

Santa Rosa de Lima, Virgen / Autor: Hº. Jaime Ruiz Castro CM


SANTA ROSA DE LIMA, Virgen
"Rosa de Santa María"

Patrona de América, Perú y las Filipinas
Fiesta: 30 de agosto en Perú, 23 de Agosto


El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: "Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús".
-Catecismo de la Iglesia Católica, 2449

En Breve

Nació en Lima (Perú) el año 1586; cuando vivía en su casa, se dedicó ya a una vida de piedad y de virtud, y, cuando vistió el hábito de la tercera Orden de santo Domingo, hizo grandes progresos en el camino de la penitencia y de la contemplación mística. Murió el día 24 de agosto del año 1617.

Biografía

Rosa de Lima, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en la capital del Perú en 1586. Sus humildes padres son Gaspar de Flores y María de Oliva.

Aunque la niña fue bautizada con el nombre de Isabel, se la llamaba comúnmente Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio. Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la oposición y las burlas de sus padres y amigos. En cierta ocasión, su madre le coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante algunas visitas y Rosa se clavó una de las horquillas de la guirnalda en la cabeza, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad, de suerte que tuvo después bastante dificultad en quitársela. Como las gentes alababan frecuentemente su belleza, Rosa solía restregarse la piel con pimienta para desfigurarse y no ser ocasión de tentaciones para nadie.
Una dama le hizo un día ciertos cumplimientos acerca de la suavidad de la piel de sus manos y de la finura de sus dedos; inmediatamente la santa se talló las manos con barro, a consecuencia de lo cual no pudo vestirse por sí misma en un mes. Estas y otras austeridades aún más sorprendentes la prepararon a la lucha contra los peligros exteriores y contra sus propios sentidos. Pero Rosa sabía muy bien que todo ello sería inútil si no desterraba de su corazón todo amor propio, cuya fuente es el orgullo, pues esa pasión es capaz de esconderse aun en la oración y el ayuno. Así pues, se dedicó a atacar el amor propio mediante la humildad, la obediencia y la abnegación de la voluntad propia.

Aunque era capaz de oponerse a sus padres por una causa justa, jamás los desobedeció ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en las dificultades y contradicciones.

Rosa tuvo que sufrir enormemente por parte de quienes no la comprendían.
El padre de Rosa fracasó en la explotación de una mina, y la familia se vio en circunstancias económicas difíciles. Rosa trabajaba el día entero en el huerto, cosía una parte de la noche y en esa forma ayudaba al sostenimiento de la familia. La santa estaba contenta con su suerte y jamás hubiese intentado cambiarla, si sus padres no hubiesen querido inducirla a casarse. Rosa luchó contra ellos diez años e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor.
Al cabo de esos años, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas. Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de El, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma. Ese fenómeno se manifestaba, sobre todo, cuando la santa se hallaba en presencia del Santísimo Sacramento o cuando en la comunión unía su corazón a la Fuente del Amor.
Extraordinarias pruebas y gracias.

Dios concedió a su sierva gracias extraordinarias, pero también permitió que sufriese durante quince años la persecución de sus amigos y conocidos, en tanto que su alma se veía sumida en la más profunda desolación espiritual.
El demonio la molestaba con violentas tentaciones. El único consejo que supieron darle aquellos a quienes consultó fue que comiese y durmiese más. Más tarde, una comisión de sacerdotes y médicos examinó a la santa y dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales.

Rosa pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, un empleado del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
Dios la llamó a Sí el 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro.

El Papa Clemente X la canonizó en 1671.

Aunque no todos pueden imitar algunas de sus prácticas ascéticas, ciertamente nos reta a todos a entregarnos con mas pasión al amado, Jesucristo. Es esa pasión de amor la que nos debe mover a vivir nuestra santidad abrazando nuestra vocación con todo el corazón, ya sea en el mundo, en el desierto o en el claustro.

martes, 30 de octubre de 2007

La Constitución Dogmática “Gaudium et Spes” / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM















Es el documento que marca la base de los contenidos de la actual Doctrina Social de la Iglesia y por lo tanto leído en clave de misión nos viene a decir como la Evangelización llega a transformar la estructura de la sociedad, haciendo de la persona una promoción espiritual y humana. El esquema que señalo a continuación es tipo de revisión de vida.

VER.

* Los cambios tecnológicos han ocasionado cambios sociales. Han afectado a todo el mundo, individuos, familias, comunidades y naciones.

* Los conflictos se han recrudecido: riqueza acumulada en pocos y miseria en muchos; además de libertad y esclavitud psicológica.

* Resultados buenos y malos. Crece la convicción de que la humanidad es capaz de status en orden político conforme a la dignidad humana. Hasta ahora los cambios tecnológicos han propiciado la interdependencia, pero no han alentado las relaciones personales.

* Surge un nuevo humanismo en el que la empresa se define por sus responsabilidades ante el mundo. Hay peligro de que el cristiano dependa de los descubrimientos modernos y de buscar las realidades superiores.

JUZGAR.

I. La Iglesia: en el mundo experimenta la misma situación terrena; signo de los tiempos.

* La naturaleza humana se refleja en la historia, la ciencia y la cultura. La Iglesia puede recibir ayuda del mundo moderno para preparar el terreno al Evangelio.

* La Iglesia no está ligada a ningún sistema político, económico o social.

* La iglesia necesita purificarse constantemente.

* Su misión (salvadora y escatológica) empieza en este mundo. Por ello se preocupa y juzga las realidades terrenas.

II. Principios de reflexión:

* Sobre la dignidad humana.

a. El ser humano es creado a imagen de Dios (libre e inteligente); es sociable; experimenta en si mismo la división por el bien y el mal; su dignidad está en su libertad, para seguir su recta conciencia.

b. Ante el ateísmo, obstaculiza la liberación de la persona, pero el conocimiento de Dios no es contra la dignidad humana.

* Sobre la sociabilidad humana:

a. El perfeccionamiento del individuo y de la sociedad depende del esfuerzo de cada uno. El bien común se logra con la cooperación de todos. La Escritura prescribe el amor al prójimo. El amor es activo. Jesús nos llamó hijos de Dios para que nos amaramos como hermanos.

b. El mundo, en su realidad terrena, ha de ser envuelto en el espíritu cristiano que se muestra a través del ejemplo.

* Sobre el matrimonio y la familia:

a. Las familias son la base de la sociedad. De la estabilidad de las familias depende la salud de los individuos y de la sociedad.

b. El matrimonio tiene como destino: al procreación y la educación de los hijos; la ayuda y la comunidad de vida. Destruyen el matrimonio: el divorcio, el amor libre, el egoísmo, la poligamia, la idolatría del placer, ciertas condiciones socioeconómicas, políticas y la sobrepoblación.

c. La vida humana debe cuidarse desde el momento de la concepción, como algo sagrado.

* Sobre el desarrollo cultural:

a. La cultura ha de desarrollarse propiciando el crecimiento integral de la persona.

b. Dios habla para las diversas culturas.

c. La Iglesia ha de difundir el Evangelio mediante las diversas culturas.

d. La cultura necesita libertad para desarrollarse.

e. Todo ser humano tiene derecho a la cultura, al pensamiento y a su expresión. Las mujeres han de participar en la vida cultural.

* Sobre la actividad socioeconómica:

a. La persona humana es el origen, centro, y fin de toda la vida socioeconómica.

b. La justicia va contra las injusticias económicas actuales.

c. El trabajo humano es superior los otros factores y recursos de la vida económica. Por eso la actividad económica en detrimento del trabajador es errónea e inhumana.

d. Los trabajadores tienen derecho a participar de alguna manera en el funcionamiento y administración de la empresa.

e. Dios establece el destino universal de los bienes y la propiedad privada es un medio para que ese destino se realice. Por ello todos tienen derecho a los bienes que satisfagan sus necesidades personales y familiares.

f. El empleo es un camino para la recta distribución de los bienes.

g. Las autoridades públicas han de velar que no exista un mal uso de la propiedad privada y su función social.


* Sobre la paz:

a. La paz se basa en el amor, la armonía, la confianza y la justicia.

b. Las armas modernas ponen a la humanidad en situación crítica.


III. JUICIO: Hay que eliminar las causas de las injustas condiciones que afectan la dignidad de los hombres, de sus familias, de su desarrollo cultural y de una humana actividad socioeconómica.

ACTUAR:

I. La Iglesia exhorte a todos a mejorar el mundo (templo de Dios) alentando a la conversión del corazón. Los cristianos como individuos deben comprometerse a actuar por la evangelización del mundo, para que sea más humano.

II. Foméntese la paternidad responsable.

III. Que el pensamiento cristiano se exprese en términos asequibles a la cultura de los pueblos.

IV. Promover el desarrollo integral de la persona humana.

V. El progreso tecnológico debe adaptarse a la persona integral.

VI. Exigir una auténtica participación de los bienes.

VII. Apoyarse en la no violencia y respetar la objeción de conciencia.

VIII. Aunque se permita la defensa en sí, deben evitarse las guerras de conquista. Cese la carrera armamentista.

IX Crear las condiciones para una cooperación ecuménica en mira a la Justicia.

X La Iglesia esté atenta contra la injusticia

martes, 8 de enero de 2008

Los viajes de San Pablo Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Pablo inició su predicación en Damasco. Aquí la rabia de los judíos ortodoxos contra este "traidor" era tan fuerte que tuvo que escaparse dejándose bajar de la pared de la ciudad en una canasta. Al bajar a Jerusalén, fue suspiciosamente vigilado por los judíos cristianos porque no podían creer que él que tanto había perseguido se había convertido. De regreso a su ciudad nativa de Tarso, otra vez se unió Bernabé y juntos viajaron a Antioquía siriana, donde encontraron tantos seguidores que fue fundada por la constancia de los primeros cristianos. Fue aquí donde los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez (del Griego << Christos >>, ungido). Después que regresaron a Jerusalén, una vez más para asistir a los miembros de la iglesia que estaban escasos de alimentos, estos dos misioneros regresaron a Antioquía y después navegaron a la isla de Chipre; durante su estancia convirtieron al procónsul, Sergius Paulus.

Una vez más en tierra de Asia Menor, cruzaron las Montañas Taurus y visitaron muchos pueblos del interior, particularmente aquellos en que habitaban judíos. Generalmente en estos lugares Pablo primero visitaba las sinagogas y predicaba a los judíos; si ellos lo rechazaban entonces predicaba a los gentiles. En Antioquía de Pisidia, Pablo lanzó un discurso memorable a los judíos, concluyendo con estas palabras: Hechos 13,46-47 "Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé: «Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra.»

Después de esto Pablo y Bernabé volvieron a Jerusalén donde los ancianos trataban el tema de la posición de la Iglesia, todavía en su mayoría de miembros judíos, hacia los gentiles convertidos. La cuestión de la circuncisión fue problemática porque para los judíos era importante que los gentiles se sometieran a este requisito de la ley judía. Pablo se mostró en contra de la circuncisión, no porque quisiera hacer un cristianismo fácil sino porque comprendía que el Espíritu ahora requería una circuncisión del corazón, una transformación interior. La ley no puede justificar al hombre sino sólo la gracia recibida por medio de Jesucristo. Vivir esta gracia es sin embargo un reto aun más radical que el que presenta la ley y exige entrega total. Esta llamada a la gracia y a la respuesta total hasta la muerte forma parte esencial de su enseñanza y de su vida.

La segunda jornada misionera, la cual duró del año 49 a 52, llevó Pablo a Silas, su nuevo asistente a Frigia, Galacia, Troas, y a través de tierra de Europa, a Filipos en Macedonia. Lucas el médico era ahora un miembro del grupo, y en el libro de los Hechos él nos da un relato que ellos fueron a Tesalónica, y después bajó a Atenas y Corinto. En Atenas Pablo predicó en el Areópago y sabemos que algunos de los estoicos y epicureanos lo escucharon y discutieron con él informalmente atraídos por su intelecto vigoroso, su personalidad magnética, y su enseñanza ética. Pero mas importante, el Espíritu Santo tocaba los corazones de aquellos que abrían su corazón podían comprender que Pablo tenía una sabiduría nunca antes enseñada. Pasando a Corinto, se encontró en el mismo corazón del mundo griego-romano, y sus cartas de este período muestran que él está consciente de la gran ventaja en su contra, de la lucha incesante contra el escepticismo e indiferencia pagana. Él sin embargo se quedó en Corinto por 18 meses, y encontró éxito considerable. Un matrimonio, Aquila y Priscila, se convirtieron y llegaron a ser muy valiosos servidores de Cristo. Volvieron con él al Asia. Fue durante su primer invierno en Corinto que Pablo escribió las primeras cartas misioneras. Estas muestran su suprema preocupación por la conducta y revelan la importancia de que el hombre reciba la inhabitación de Espíritu Santo ya que solo así hay salvación y poder para bien.

La tercera jornada misionera cubrió el periodo del 52 a 56. En Éfeso, ciudad importante de Lidia, donde el culto a la diosa griega Artemisa era muy popular. Pablo fue motivo de un disturbio público ya que los comerciantes veían peligrar sus negocios de imágenes de plata de la diosa que allí florecía. Después, en Jerusalén, causó una conmoción al visitar el templo; fue arrestado, tratado brutalmente y encadenado. Pero cuando fue ante el tribunal, él se defendió de tal forma que sorprendió a sus opresores. Fue llevado a Cesarea por el rumor de algunos judíos en Jerusalén que lo habían acusado falsamente de haber dejado entrar a gentiles en el templo. Así planeaban matarlo. Fue puesto en prisión en Cesarea esperando juicio por aproximadamente dos años bajo el procónsul Félix y Festus. Los gobernadores romanos deseaban evitar problemas entre judíos y cristianos por lo que postergaron su juicio de mes a mes. Pablo al final apeló al Emperador, demandando el derecho legal de un ciudadano romano de tener su juicio escuchado por el mismo Nerón. Fue entonces colocado bajo la custodia de un centurión, el cual lo llevó a Roma. Los Hechos de los Apóstoles lo dejan en la ciudad imperial esperando su tribunal.

Aparentemente la apelación de Pablo fue un éxito porque hay evidencia de otra jornada misionera, probablemente a Macedonia. En esta última visita a las comunidades cristianas, se cree que nombró a Tito obispo en Creta y a Timoteo en Efeso. Volviendo a Roma, fue una vez más arrestado. Su espíritu no decae ante las tribulaciones porque sabe en quien ha puesto su confianza.
Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. -II Timoteo 1,12

Después de dos años en cadenas (cárcel Mamertina que puede ser aun visitada en Roma) sufrió martirio en Roma al mismo tiempo que el Apóstol Pedro, obispo de la Iglesia de Roma. San Pablo, por ser romano, no fue crucificado sino degollado. Según una antigua tradición su martirio fue cerca de la Via Hostia, donde hoy está la abadia de Tre Fontana (llamada así por tres fuentes que según la tradición surgieron cuando su cabeza, separada ya del cuerpo, rebotó tres veces)

jueves, 13 de septiembre de 2007

Los viajes de San Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM


Pablo inició su predicación en Damasco. Aquí la rabia de los judíos ortodoxos contra este "traidor" era tan fuerte que tuvo que escaparse dejándose bajar de la pared de la ciudad en una canasta. Al bajar a Jerusalén, fue suspiciosamente vigilado por los judíos cristianos porque no podían creer que él que tanto había perseguido se había convertido. De regreso a su ciudad nativa de Tarso, otra vez se unió Barnabás y juntos viajaron a Antioquía siriana, donde encontraron tantos seguidores que fue fundada por la constancia de los primeros cristianos. Fue aquí donde los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez (del Griego << Christos >>, ungido). Después que regresaron a Jerusalén, una vez más para asistir a los miembros de la iglesia que estaban escasos de alimentos, estos dos misioneros regresaron a Antioquía y después navegaron a la isla de Chipre; durante su estancia convirtieron al procónsul, Sergius Paulus.

Una vez más en tierra de Asia Menor, cruzaron las Montañas Taurus y visitaron muchos pueblos del interior, particularmente aquellos en que habitaban judíos. Generalmente en estos lugares Pablo primero visitaba las sinagogas y predicaba a los judíos; si ellos lo rechazaban entonces predicaba a los gentiles. En Antioquía de Pisidia, Pablo lanzó un discurso memorable a los judíos, concluyendo con estas palabras: Hechos 13,46-47 "Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé: «Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra.»

Después de esto Pablo y Bernabé volvieron a Jerusalén donde los ancianos trataban el tema de la posición de la Iglesia, todavía en su mayoría de miembros judíos, hacia los gentiles convertidos. La cuestión de la circuncisión fue problemática porque para los judíos era importante que los gentiles se sometieran a este requisito de la ley judía. Pablo se mostró en contra de la circuncisión, no porque quisiera hacer un cristianismo fácil sino porque comprendía que el Espíritu ahora requería una circuncisión del corazón, una transformación interior. La ley no puede justificar al hombre sino sólo la gracia recibida por medio de Jesucristo. Vivir esta gracia es sin embargo un reto aun más radical que el que presenta la ley y exige entrega total. Esta llamada a la gracia y a la respuesta total hasta la muerte forma parte esencial de su enseñanza y de su vida.

La segunda jornada misionera, la cual duró del año 49 a 52, llevó Pablo a Silas, su nuevo asistente a Frigia, Galacia, Troas, y a través de tierra de Europa, a Filipos en Macedonia. Lucas el médico era ahora un miembro del grupo, y en el libro de los Hechos él nos da un relato que ellos fueron a Tesalónica, y después bajó a Atenas y Corinto. En Atenas Pablo predicó en el Areópago y sabemos que algunos de los estoicos y epicureanos lo escucharon y discutieron con él informalmente atraídos por su intelecto vigoroso, su personalidad magnética, y su enseñanza ética. Pero mas importante, el Espíritu Santo tocaba los corazones de aquellos que abrían su corazón podían comprender que Pablo tenía una sabiduría nunca antes enseñada.

Pasando a Corinto, se encontró en el mismo corazón del mundo griego-romano, y sus cartas de este período muestran que él está consciente de la gran ventaja en su contra, de la lucha incesante contra el escepticismo e indiferencia pagana. Él sin embargo se quedó en Corinto por 18 meses, y encontró éxito considerable. Un matrimonio, Aquila y Priscila, se convirtieron y llegaron a ser muy valiosos servidores de Cristo. Volvieron con él al Asia. Fue durante su primer invierno en Corinto que Pablo escribió las primeras cartas misioneras. Estas muestran su suprema preocupación por la conducta y revelan la importancia de que el hombre reciba la inhabitación de Espíritu Santo ya que solo así hay salvación y poder para bien.
La tercera jornada misionera cubrió el periodo del 52 a 56. En Éfeso, ciudad importante de Lidia, donde el culto a la diosa griega Artemisa era muy popular. Pablo fue motivo de un disturbio público ya que los comerciantes veían peligrar sus negocios de imágenes de plata de la diosa que allí florecía. Después, en Jerusalén, causó una conmoción al visitar el templo; fue arrestado, tratado brutalmente y encadenado. Pero cuando fue ante el tribunal, él se defendió de tal forma que sorprendió a sus opresores. Fue llevado a Cesarea por el rumor de algunos judíos en Jerusalén que lo habían acusado falsamente de haber dejado entrar a gentiles en el templo. Así planeaban matarlo. Fue puesto en prisión en Cesarea esperando juicio por aproximadamente dos años bajo el procónsul Félix y Festus. Los gobernadores romanos deseaban evitar problemas entre judíos y cristianos por lo que postergaron su juicio de mes a mes. Pablo al final apeló al Emperador, demandando el derecho legal de un ciudadano romano de tener su juicio escuchado por el mismo Nerón. Fue entonces colocado bajo la custodia de un centurión, el cual lo llevó a Roma. Los Hechos de los Apóstoles lo dejan en la ciudad imperial esperando su tribunal.

Aparentemente la apelación de Pablo fue un éxito porque hay evidencia de otra jornada misionera, probablemente a Macedonia. En esta última visita a las comunidades cristianas, se cree que nombró a Tito obispo en Creta y a Timoteo en Efeso. Volviendo a Roma, fue una vez más arrestado. Su espíritu no decae ante las tribulaciones porque sabe en quien ha puesto su confianza.

Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. -II Timoteo 1,12

Después de dos años en cadenas (cárcel Mamertina que puede ser aun visitada en Roma) sufrió martirio en Roma al mismo tiempo que el Apóstol Pedro, obispo de la Iglesia de Roma. San Pablo, por ser romano, no fue crucificado sino degollado. Según una antigua tradición su martirio fue cerca de la Via Hostia, donde hoy está la abadia de Tre Fontana (llamada así por tres fuentes que según la tradición surgieron cuando su cabeza, separada ya del cuerpo, rebotó tres veces)

miércoles, 12 de diciembre de 2007

La dimensión misionera de la Eucaristia / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

LA EUCARISTÍA
PRINCIPIO Y PROYECTO DE «MISIÓN»


“Los dos discípulos de Emaús, tras haber reconocido al Señor, «se levantaron al momento» (Lc 24,33) para ir a comunicar lo que habían visto y oído. Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio. Lo subrayé precisamente en la homilía en que anuncié el Año de la Eucaristía, refiriéndome a las palabras de Pablo: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamaréis la muerte del Señor, hasta que vuelva» (1Co 11,26). El Apóstol relaciona íntimamente el banquete y el anuncio: entrar en comunión con Cristo en el memorial de la Pascua significa experimentar al mismo tiempo el deber de ser misioneros del acontecimiento actualizado en el rito. La despedida al finalizar la Misa es como una consigna que impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación del Evangelio y en la animación cristiana de la sociedad.

La Eucaristía no sólo proporciona la fuerza interior para dicha misión, sino también, en cierto sentido, su proyecto. En efecto, la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura. Para lograrlo, es necesario que cada fiel asimile, en la meditación personal y comunitaria, los valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira, los propósitos de vida que suscita. ¿Por qué no ver en esto la consigna especial que podría surgir del Año de la Eucaristía?

Acción de gracias

Un elemento fundamental de este «proyecto» aparece ya en el sentido mismo de la palabra «eucaristía»: acción de gracias. En Jesús, en su sacrificio, en su «sí» incondicional a la voluntad del Padre, está el «sí», el «gracias», el «amén» de toda la humanidad. La Iglesia está llamada a recordar a los hombres esta gran verdad. Es urgente hacerlo sobre todo en nuestra cultura secularizada, que respira el olvido de Dios y cultiva la vana autosuficiencia del hombre. Encarnar el proyecto eucarístico en la vida cotidiana, donde se trabaja y se vive —en la familia, la escuela, la fábrica y en las diversas condiciones de vida—, significa, además, testimoniar que la realidad humana no se justifica sin referirla al Creador: «Sin el Creador la criatura se diluye». Esta referencia trascendente, que nos obliga a un continuo «dar gracias» —justamente a una actitud eucarística— por lo todo lo que tenemos y somos, no perjudica la legítima autonomía de las realidades terrenas, sino que la sitúa en su auténtico fundamento, marcando al mismo tiempo sus propios límites.

En este Año de la Eucaristía los cristianos se han de comprometer más decididamente a dar testimonio de la presencia de Dios en el mundo. No tengamos miedo de hablar de Dios ni de mostrar los signos de la fe con la frente muy alta. La «cultura de la Eucaristía» promueve una cultura del diálogo, que en ella encuentra fuerza y alimento. Se equivoca quien cree que la referencia pública a la fe menoscaba la justa autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que puede incluso fomentar actitudes de intolerancia. Si bien no han faltado en la historia errores, inclusive entre los creyentes, como reconocí con ocasión del Jubileo, esto no se debe a las «raíces cristianas», sino a la incoherencia de los cristianos con sus propias raíces. Quien aprende a decir «gracias» como lo hizo Cristo en la cruz, podrá ser un mártir, pero nunca será un torturador.

El camino de la solidaridad

La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser «signo e instrumento» no sólo de la íntima unión con Dios, sino también de la unidad de todo el género humano. La Misa, aun cuando se celebre de manera oculta o en lugares recónditos de la tierra, tiene siempre un carácter de universalidad. El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida. La imagen lacerante de nuestro mundo, que ha comenzado el nuevo Milenio con el espectro del terrorismo y la tragedia de la guerra, interpela más que nunca a los cristianos a vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión.

Al servicio de los últimos

Hay otro punto aún sobre el que quisiera llamar la atención, porque en él se refleja en gran parte la autenticidad de la participación en la Eucaristía celebrada en la comunidad: se trata de su impulso para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna. Nuestro Dios ha manifestado en la Eucaristía la forma suprema del amor, trastocando todos los criterios de dominio, que rigen con demasiada frecuencia las relaciones humanas, y afirmando de modo radical el criterio del servicio: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). No es casual que en el Evangelio de Juan no se encuentre el relato de la institución eucarística, pero sí el «lavatorio de los pies» (cf. Jn 13,1-20): inclinándose para lavar los pies a sus discípulos, Jesús explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía. A su vez, san Pablo reitera con vigor que no es lícita una celebración eucarística en la cual no brille la caridad, corroborada al compartir efectivamente los bienes con los más pobres (cf. 1 Co 11,17-22.27-34).

¿Por qué, pues, no hacer de este Año de la Eucaristía un tiempo en que las comunidades diocesanas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna alguna de las múltiples pobrezas de nuestro mundo? Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados, el trasiego de los emigrantes. Se trata de males que, si bien en diversa medida, afectan también a las regiones más opulentas. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas” .

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Los grandes temas de la Fe según San Pablo (I) / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

1. Del Dios Padre Creador al Dios Comunidad Trinitaria: San Pablo cuando hace referencia a la humanidad del Hijo de Dios, trata a Dios como Padre de Nuestro Señor Jesucristo (Ef. 1,3) y Creador (Ef.1,4), al escogernos como hijos suyos, se ha hecho Padre de todos, que está por encima de todos y que actúa en todos (Ef. 4,6)

Cuando San Pablo nos habla de la naturaleza divina de Jesús nos afirma que es Dios: Jesús tiene el nombre que está por encima de todo nombre (Flp 2,6.10-11) y ese nombre es el Nombre de Dios, si el nombre para un judío indica la identidad de la persona y su misión estamos diciendo que Jesús es Dios que ha venido a Salvarnos (Is 35,4c; Cfr. 2Pe 1,1)

Sin duda el saludo inicial de la Eucaristía es el Credo de San Pablo en el Dios Trinitario: La gracia de Nuestro Señor JC, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros (2Co 13,13)

2. Jesucristo: Es el centro de toda la predicación paulina: Su predicación es ante todo el «kerigma» apostólico, Hch 2,22ss, proclamación de Cristo crucificado y resucitado conforme a las Escrituras, 1Co 2,2; 15,3-4; Ga 3,1. «Su» evangelio, Rm 2,16; 16,25, no es cosa suya; es el evangelio de la fe común, Ga 1,6-9; Ga 2,2; Col 1,5-7, sólo que con una aplicación especial a la conversión de los gentiles, Ga 1 16; 2 7-9, en la línea universalista inaugurada en Antioquía. Pablo se siente solidario de las tradiciones apostólicas; las cita cuando se le presenta la ocasión, 1Co 11,23-25; 15,3-7, las supone siempre, y ciertamente les debe mucho. Parece no haber visto en vida a Cristo, ver 2Co 5,16ss, pero conoce sus enseñanzas, 1Co 7 10s; 9 14. Además, es también un testigo directo, y su irresistible convicción se apoya en una experiencia personal: porque también él ha «visto» a Cristo, 1Co 9,1; 15,8. Ha sido favorecido con revelaciones y éxtasis, 2Co 12,1-4. Lo que ha recibido de la tradición, puede también atribuirlo y con entera verdad a las comunicaciones directas del Señor, Ga 1,12; 1Co 11,23.

Se ha querido atribuir estos fenómenos místicos a un temperamento exaltado y enfermizo. Pero sin fundamento alguno. La enfermedad que le detuvo en Galacia, Ga 4,13-15, sólo parece haber sido un ataque de paludismo; y «el aguijón de la carne», 2Co 12,7, pudo ser muy bien la oposición en el seno de sus comunidades. No era hombre imaginativo, a juzgar por las imágenes que emplea, pocas y corrientes: el estadio, 1Co 9,24-27; Flp 3 ,2-14; 2Tm 4,7s, el mar, Ef 4 14, la agricultura, 1Co 3 6-8, y la construcción, 1Co 3 10-17; Rm 15 20; Ef 2,20-22, dos temas que fácilmente asocia y combina, 1Co 3,9; Col 2,7; Ef 3,17; ver Col 2 ,9; Ef 4,16. Es más bien un cerebral. A un corazón ardiente se une en él una inteligencia lúcida, lógica, exigente, solícita por exponer la fe según las necesidades de sus oyentes. A esto se deben las admirables exposiciones teológicas de que rodea al Kerigma según las circunstancias. Cierto que esa lógica no es la nuestra. Pablo argumenta en ocasiones como rabino, según los métodos exegéticos recibidos de su ambiente y de su educación (por ejemplo, Ga 3,16; 4,21-31).Pero su genio hace saltar los límites de aquella herencia tradicional, y hace pasar una doctrina profunda a través de canales un tanto anticuados para nosotros.

Por otra parte, este semita también posee una cultura griega aceptable, recibida quizá desde su infancia en Tarso, enriquecida por reiterados contactos con el mundo grecorromano. Esta influencia se refleja en su modo de pensar lo mismo que en su lenguaje y en su estilo. Cita autores clásicos si la ocasión se presenta, 1Co 15 3, y conoce ciertamente la filosofía popular basada en el estoicismo. Debe a la «diatriba» cínico-estoica su estilo de razonamiento riguroso por medio de breves preguntas y respuestas, Rm 3,1-9.27-31, o sus amplificaciones por acumulación retórica, 2Co 6 4-10; y cuando por el contrario emplea frases largas y recargadas, donde las proposiciones se empujan en oleadas sucesivas, Ef 1,3-14; Col 1,9-20, puede también tener sus modelos en la literatura religiosa helenista. Maneja corrientemente el griego con pocos semitismos. Es el griego de su tiempo, la «koiné» elegante, pero sin pretensiones aticistas. Pues desprecia la afectación de la elocuencia humana y sólo quiere atribuir su fuerza de persuasión al poder de la Palabra de fe confirmada por los signos del Espíritu, 1Ts 1,5; 1Co 2,4s; 2Co 11,6; Rm 15,18.Incluso, a veces, su expresión es incorrecta e incompleta, 1Co 9,15, pues el molde del lenguaje resulta incapaz de contener la presión de un pensamiento demasiado rico o de emociones demasiado vivas.

Salvo raras excepciones, Flm 19, dicta, Rm 16,22, en la forma acostumbrada por los antiguos, contentándose con escribir el saludo final, 2Ts 3,17; Ga 6,11; 1Co 16, 21; Col 4 18; y si bien algunos fragmentos parecen fruto de una redacción largamente meditada, muchos otros producen la impresión de un primer impulso espontáneo y sin retoques. A pesar de estos defectos, o quizá precisamente por ellos, este estilo fogoso es de una densidad extraordinaria. Un pensamiento tan elevado, expresado de manera tan ardorosa, ofrece al lector más de una dificultad (2 P 3,16); pero también le ofrece textos cuyo vigor religioso y aun literario no tienen quizá igual en la historia de los epistolarios humanos.

San Pablo nos presenta a Jesús como el Hijo engendrado por Dios antes de toda la Creación (Col 1,15), que se hizo hombre para salvarnos, siendo mediador entre Dios y los hombres. Nos invita que seamos imitadores de Cristo, nos dejemos formatear por su Santo Espíritu para vivir la verdadera vida y libertad de los hijos de Dios.

La Carta a los hebreos nos presenta a un Cristo Sacerdote-Victima, su sacerdocio supera a los del Antiguo Testamento y es víctima propicia para el perdón de nuestros pecados, como Cordero siendo una vez y para siempre, no se repite dicho sacrificio. Los cristianos al estar configurados con Cristo como sacerdotes, profetas y reyes participamos de este sacerdocio de Jesús.

3. La Maternidad divina de María (Ga 4,4s): En el capítulo que San Pablo nos habla de la libertad de los hijos adoptivos de Dios nos hace un breve resumen de la Salvación, presentando a María como “la Mujer”.

San Pablo nos dice que Dios envió a su Hijo, nacido de mujer. En este momento Maria se convierte en la madre del Hijo de Dios que se hizo hombre.

martes, 1 de enero de 2008

La Vida en el Espíritu, la opción de vivir con la libertad de los hijos de Dios (Rm 8; Ga 4-5) / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

1. El Espíritu Santo «es Señor y da la vida». Con estas palabras del símbolo niceno-constantinopolitano la Iglesia sigue profesando la fe en el Espíritu Santo, al que san Pablo proclama como «Espíritu que da la vida» (Rm 8, 2).

En la historia de la salvación la vida se presenta siempre vinculada al Espíritu de Dios. Desde la mañana de la creación, gracias al soplo divino, casi un «aliento de vida», «el hombre resultó un ser viviente» (Gn 2, 7). En la historia del pueblo elegido, el Espíritu del Señor interviene repetidamente para salvar a Israel y guiarlo mediante los patriarcas, los jueces, los reyes y los profetas. Ezequiel representa eficazmente la situación del pueblo humillado por la experiencia del exilio como un inmenso valle lleno de huesos a los que Dios comunica nueva vida (cf. Ez 37, 1-14): «y el Espíritu entró en ellos; revivieron y se pusieron en pie» (Ez 37, 10).

Sobre todo en la historia de Jesús el Espíritu Santo despliega su poder vivificante: el fruto del seno de María viene a la vida «por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18 cf. Lc 1, 35). Toda la misión de Jesús está animada y dirigida por el Espíritu Santo, de modo especial, la resurrección lleva el sello del «Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos» (Rm 8, 11).

2. El Espíritu Santo, al igual que el Padre y el Hijo, es el protagonista del «evangelio de la vida» que la Iglesia anuncia y testimonia incesantemente en el mundo.

En efecto, el evangelio de la vida no es una simple reflexión sobre la vida humana, y tampoco es sólo un mandamiento dirigido a la conciencia; se trata de «una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús», que se presenta como «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Y, dirigiéndose a Marta, hermana de Lázaro, reafirma: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25).

3. «El que me siga —proclama también Jesús— (...) tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12). La vida que Jesucristo nos da es agua viva que sacia el anhelo más profundo del hombre y lo introduce, como hijo, en la plena comunión con Dios. Esta agua viva, que da la vida, es el Espíritu Santo.

En la conversación con la samaritana Jesús anuncia ese don divino: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva. (...) Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna» (Jn 4, 10-14). Luego, con ocasión de la fiesta de los Tabernáculos, al anunciar su muerte y su resurrección, Jesús exclama, también a voz en grito, como para que lo escuchen los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí. Como dice la Escritura: "De su seno correrán ríos de agua viva". Esto lo decía —advierte el evangelista Juan— refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él» (Jn 7, 37-39).

Jesús, al obtenernos el don del Espíritu con el sacrificio de su vida, cumple la misión recibida del Padre: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10). El Espíritu Santo renueva nuestro corazón (cf. Ez 36, 25-27; Jr 31, 31-34), conformándolo al de Cristo. Así, el cristiano puede «comprender y llevar a cabo el sentido más verdadero y profundo de la vida: ser un don que se realiza al darse». Ésta es la ley nueva, «la ley del Espíritu, que da la vida en Cristo Jesús» (Rm 8, 2). Su expresión fundamental, a imitación del Señor que da la vida por sus amigos (cf. Jn 15, 13), es la entrega de sí mismo por amor: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos» (1 Jn 3, 14).

4. La vida del cristiano que, mediante la fe y los sacramentos, está íntimamente unido a Jesucristo es una «vida en el Espíritu». En efecto, el Espíritu Santo, derramado en nuestros corazones (cf. Ga 4, 6), se transforma en nosotros y para nosotros en «fuente de agua que brota para la vida eterna» (Jn 4, 14).

Así pues, es preciso dejarse guiar dócilmente por el Espíritu de Dios para llegar a ser cada vez más plenamente lo que ya somos por gracia: hijos de Dios en Cristo (cf. Rm 8, 14-16). «Si vivimos según el Espíritu —nos exhorta san Pablo—, obremos también según el Espíritu» (Ga 5, 25).

En este principio se funda la espiritualidad cristiana, que consiste en acoger toda la vida que el Espíritu nos da. Esta concepción de la espiritualidad nos protege de los equívocos que a veces ofuscan su perfil genuino.

La espiritualidad cristiana no consiste en un esfuerzo de autoperfeccionamiento, como si el hombre con sus fuerzas pudiera promover el crecimiento integral de su persona y conseguir la salvación. El corazón del hombre, herido por el pecado, es sanado por la gracia del Espíritu Santo; y el hombre sólo puede vivir como verdadero hijo de Dios si está sostenido por esa gracia.

La espiritualidad cristiana no consiste tampoco en llegar a ser casi «inmateriales», desencarnados, sin asumir un compromiso responsable en la historia. En efecto, la presencia del Espíritu Santo en nosotros, lejos de llevarnos a una «evasión» alienante, penetra y moviliza todo nuestro ser: inteligencia, voluntad, afectividad, corporeidad, para que nuestro «hombre nuevo» (Ef 4, 24) impregne el espacio y el tiempo de la novedad evangélica.

5. En el umbral del tercer milenio, la Iglesia se dispone a acoger el don siempre nuevo del Espíritu que da la vida, que brota del costado traspasado de Jesucristo, para anunciar a todos con íntima alegría el evangelio de la vida.

Supliquemos al Espíritu Santo que haga que la Iglesia de nuestro tiempo sea un eco fiel de las palabras de los Apóstoles: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, —pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó— lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1, 1-3).

martes, 4 de diciembre de 2007

Los grandes temas de la Fe según San Pablo (III) / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

Discernimiento de espíritus, carisma importante

Ante la diversidad de carismas o dones del Espíritu, es necesario el carisma de discernimiento de espíritus (1 Co 12, 10) a fin de probarlo todo y quedarse con lo bueno (1 Ts 5, 12. 19-21). Deben los pastores de la Iglesia "reconocer los servicios y carismas de los fieles" (LG 30); "el juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en la Iglesia" (LG 12). Los criterios de discernimiento son fundamentalmente dos, como indica San Pablo: La fe en Jesucristo Resucitado, como Señor.. "Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, si no es bajo la acción del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3; 1 In 4, 2-3). Y también: El carácter de "servicio" que debe acompañar a todo carisma auténtico. Se trata de edificar la Iglesia, crear comunidad (1 Co 12, 7; 14, 1-33).

Carisma y vocación

Con frecuencia el don del Espíritu, o carisma, tiene todos los caracteres de una llamada. Es lo que dentro de la Iglesia entendemos por vocación: una llamada de Dios que invita al hombre a un género de vida especial, y de una manera permanente. La respuesta a la vocación exige una entrega total. Son ejemplos típicos de vocación, la vocación para la vida religiosa o para el ministerio sacerdotal. Pero no se debe restringir la realidad de la vocación a esos casos clásicos: "La vida de todo hombre es una vocación dada por Dios para una misión concreta" (Pablo VI, Populorum Progressio, n. 15). Nuestro Dios es esencialmente un Dios vivo que llama, que inicia el diálogo con el hombre, que escoge a personas para hacer avanzar la historia de la salvación con su actividad, su testimonio y su estilo de vida.

 Apóstoles: Como los grandes animadores y guardianes o centinelas de la Comunidad Cristiana, y son los administradores de la gracia de Cristo a través de los sacramentos.

 Sacramentos que se administran en la Comunidad de Efeso: Bautismo (Ef. 4,5; Ef. 5,26; Hch 19,1-6) – Confirmación (Ef. 1,13)– Eucaristía; Penitencia – Unción de enfermos (Ef. 1,7)

 Sacramentales o parasacramentos : Oración de Sanación y de liberación (perdón de pecados) (Ef. 1,7; Hch 19,11-20) y la bendición de los esposos (Ef. 5,21-32)

 Los cuatro fundamentos de la Comunidad Cristiana: Es una Comunidad que tiene cuatro elementos que constituye su propia identidad (Catequesis, Oración, Eucaristía y compartir los bienes), constituida como exigencia de la Misión, para hacer con eficacia el mandato de Jesús, con capacidad creativa y de adaptación a los nuevos retos de la Misión.

 Las cuatro notas de la Comunidad Cristiana: Las diferentes Comunidades Cristianas estaban impregnadas por las huellas y el estilo del Apóstol que la había fundado, entonces podría variar la forma de celebrar la liturgia y esto es una gran riqueza cultural.

San Pablo nos habla de la unidad de la fe en el conocimiento del Hijo de Dios (Ef. 4,13), por lo tanto estamos hablando de una sola Iglesia que es plural, que tiene vocación de ser universal (Católica), es Santa y fundamentada en la Fe de los Apóstoles que es la única Fe de la Iglesia (EF 4,6)

 Configuración interna de la Comunidad: La Comunidad Cristiana es una Fraternidad donde la autoridad está al servicio de la Comunidad y que confiesa la fe de Pedro que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios que celebra el día del Señor y tiene su origen en el grupo de los Doce [y que no tiene el monopolio del Espíritu Santo]

Generalmente, San Pablo cuando acaba la misión dejaba a un obispo al cargo de esta nueva Comunidad, y éste ordenaba a los sacerdotes y había diáconos para la atención de los pobres. La segunda carta a Timoteo se da recomendaciones para ellos.

En la Comunidad Cristiana de Galacia, tenemos otro indicio de vitalidad: los tiempos presentes en Ga 3,5. Después de haber dicho (v. 2) que «recibieron» el Espíritu por haber "escuchado» la fe, les dice: “El que os está otorgando el Espíritu y está realizando milagros entre vosotros, ¿lo hace por causa de las obras de la Ley o por causa de la fe que habéis escuchado?”

Otro tiempo presente, en 4,6: “Porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual grita: «Abbá, Padre»”

Parece claro que los cristianos tenían sus propias reuniones, en las cuales experimentaban aquellos dones del Espíritu.

Llevadas por laicos en misión pastoral

Todo eso, si no queremos atribuirlo a un milagro continuado, nos hará pensar en la presencia de unos líderes, que instruían a aquellas comunidades (¡se les presuponen buenos conocimientos de historia sagrada!) y las acompañaban en su crecimiento.

En cuanto a la forma de aquella enseñanza, Gálatas usa dos términos que han pasado a la posteridad: «catequista» y «catecúmeno», dos derivados de la palabra griega êkhô) «eco»: el maestro pronuncia unas palabras y el discípulo las va repitiendo hasta que las aprende. Con todo, la relación entre uno y otro debió de ser más profunda: “Que el catequizado comparta toda clase de bienes con aquel que lo catequiza en la palabra” (Ga 6,6).

Es decir: que el catequizado no sólo tiene que preocuparse de la manutención de aquel que lo catequiza (recordemos que Pablo, personalmente, renunciaba a ello), sino que le tiene que contar sus alegrías y sus penas.

Monseñor Luís Martínez Sistach en su carta dirigida a toda la diócesis de Tarragona el 18 de Abril del 2001 titulada: “Reorganització de la Diòcesi davant de la disminució de preveres” escribió: “En referencia al don profético que se recibe en el bautismo, los laicos pueden realizar el servicio de la catequesis, puede recibir el nombramiento de enseñar ciencias sagradas, pueden ser llamados para cooperar con el obispo y los presbíteros en el ministerio de la Palabra, ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, pueden ser enviados a una tarea misional […] Con relación al Don sacerdotal, los laicos pueden recibir los ministerios de lector y acolitado; puede administrar el bautismo un laico catequista [delegado de la Palabra] u otro designado por el obispo, si está ausente o impedido el ministro ordinario, pueden ser ministros extraordinarios de la Eucaristía, ser delegados para matrimonios, allá donde no haya ni presbíteros ni diáconos, previo el voto favorable de la Conferencia Episcopal y la licencia de la Santa Sede” . Estos ministerios que se desprende del don sacerdotal, son tareas de suplencia que realizan los laicos.

Mons. Luís prosigue: “En referencia a aquella primera categoría de las tareas intraeclesiales propias de los laicos, es necesario que el campo sea muy amplio para todos los ámbitos, pero especialmente en el parroquial y en el arciprestal. Será innumerable la lista de participación que está haciendo el laico en el Seno de la Iglesia colaborando con los sacerdotes y diáconos. Como afirma Pere Tena: ‘la capacidad de colaborar con el ministerio jerárquico viene de la misma condición sacramental del cristiano, será tan amplia como lo pidan las necesidades de la vida cristiana, en el marco de la comunión eclesial’ ‘El ejercicio de estas tareas no hace del laico un pastor: en realidad no es la tarea que constituye un ministerio, sino al orden sacerdotal’ . Así mismo es preciso evitar el peligro de clericalizar a los laicos asumiendo indebidamente tareas eclesiales que corresponden a los clérigos”

lunes, 17 de diciembre de 2007

La justificación (Rm 3-5) / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

El mensaje bíblico de la justificación

Nuestra escucha común de la palabra de Dios en las Escrituras ha dado lugar a nuevos enfoques. Juntos oímos lo que dice el evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna» (San Juan 3:16). Esta buena nueva se plantea de diversas maneras en las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento escuchamos la palabra de Dios acerca del pecado (Sal 51:1-5; Dn 9:5 y ss; Ec 8:9 y ss; Esd 9:6 y ss.) y la desobediencia humanos (Gn 3:1-19 y Neh 9:16-26), así como la «justicia» (Is 46:13; 51:5-8; 56:1; cf. 53:11; Jer 9:24) y el «juicio» de Dios (Ec 12:14; Sal 9:5 y ss; y 76:7-9).

En el Nuevo testamento se alude de diversas maneras a la «justicia» y la «justificación» en los escritos de San Mateo (5:10; 6:33 y 21:32), San Juan (16:8-11); Hebreos (5:1-3 y 10:37-38), y Santiago (2:14-26). En las epístolas de San Pablo también se describe de varias maneras el don de la salvación, entre ellas: «Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gá 5:1-13, cf. Ro 6:7); «Y todo esto proviene de Dios que nos reconcilió consigo mismo» (2 Co 5:18-21, cf. Ro 5:11); «tenemos paz para con Dios» (Ro 5:1); «nueva criatura es» (2 Co 5:17); «vivos para Dios en Cristo Jesús» (Ro 6:11-23) y «santificados en Cristo Jesús» (1 Co 1:2 y 1:31; 2 Co 1:1) A la cabeza de todas ellas está la «justificación» del pecado de los seres humanos por la gracia de Dios por medio de la fe (Ro 3:23-25), que cobró singular relevancia en el período de la Reforma.

San Pablo asevera que el evangelio es poder de Dios para la salvación de quien ha sucumbido al pecado; mensaje que proclama que «la justicia de Dios se revela por fe y para fe» (Ro 1:16-17) y ello concede la «justificación» (Ro 3:21-31). Proclama a Jesucristo «nuestra justificación» (1 Co 1:30) atribuyendo al Señor resucitado lo que Jeremías proclama de Dios mismo (23:6). En la muerte y resurrección de Cristo están arraigadas todas las dimensiones de su labor redentora por que él es «Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Ro 4:25). Todo ser humano tiene necesidad de la justicia de Dios «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro 1:18; 2:23 3:22; 11:32 y Gá 3:22). En Gálatas 3:6 y Romanos 4:3-9, San Pablo entiende que la fe de Abraham (Gn 15:6) es fe en un Dios que justifica al pecador y recurre al testimonio del Antiguo Testamento para apuntalar su prédica de que la justicia le será reconocida a todo aquel que, como Abraham, crea en la promesa de Dios. «Mas el justo por la fe vivirá» (Ro 1:17 y Hab 2:4, cf. Gá 3:11). En las epístolas de San Pablo, la justicia de Dios es también poder para aquellos que tienen fe (Ro 1:17 y 2 Co 5:21). Él hace de Cristo justicia de Dios para el creyente (2 Co 5:21). La justificación nos llega a través de Cristo Jesús «a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre» (Ro 3:2; véase 3:21-28). «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras...» (Ef 2:8-9).

La justificación es perdón de los pecados (cf. Ro 3:23-25; Hechos 13:39 y San Lucas 18:14), liberación del dominio del pecado y la muerte (Ro 5:12-21) y de la maldición de la ley (Gá 3:10-14) y aceptación de la comunión con Dios: ya pero no todavía plenamente en el reino de Dios a venir (Ro 5:12). Ella nos une a Cristo, a su muerte y resurrección (Ro 6: 5). Se opera cuando acogemos al Espíritu Santo en el bautismo, incorporándonos al cuerpo que es uno (Ro 8:1-2 y 9-11; y 1 Co 12:12-13). Todo ello proviene solo de Dios, por la gloria de Cristo y por gracia mediante la fe en «el evangelio del Hijo de Dios» (Ro 1:1-3).

Los justos viven por la fe que dimana de la palabra de Cristo (Ro 10:17) y que obra por el amor (Gá 5:6), que es fruto del Espíritu (Gá 5:22) pero como los justos son asediados desde dentro y desde fuera por poderes y deseos (Ro 8:35-39 y Gá 5:16-21) y sucumben al pecado (1 Jn 1:8 y 10) deben escuchar una y otra vez las promesas de Dios y confesar sus pecados (1 Jn 1:9), participar en el cuerpo y la sangre de Cristo y ser exhortados a vivir con justicia, conforme a la voluntad de Dios. De ahí que el Apóstol diga a los justos: «...ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Flp 2:12-13). Pero ello no invalida la buena nueva: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Ro 8:1) y en quienes Cristo vive (Gá 2:20). Por la justicia de Cristo «vino a todos los hombres la justificación que produce vida» (Ro 5:18).

En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: «Solo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras».

Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Solo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.

También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre la acción redentora de Dios en Cristo: Nos dice que en cuanto pecadores nuestra nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito propio cualquiera que este sea.

Por consiguiente, la doctrina de la justificación que recoge y explica este mensaje es algo más que un elemento de la doctrina cristiana y establece un vínculo esencial entre todos los postulados de la fe que han de considerarse internamente relacionados entre sí. Constituye un criterio indispensable que sirve constantemente para orientar hacia Cristo el magisterio y la práctica de nuestras iglesias. Cuando los luteranos resaltan el significado sin parangón de este criterio, no niegan la interrelación y el significado de todos los postulados de la fe. Cuando los católicos se ven ligados por varios criterios, tampoco niegan la función peculiar del mensaje de la justificación. Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo en quien debemos creer primordialmente por ser el solo mediador (1 Ti 2:5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores.

martes, 6 de noviembre de 2007

EL Decreto “Missiones ad Gentes” / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

La misión "Ad gentes"

Una manera de vivir todas las vocaciones específicas: todo cristiano, donde quiera que se encuentre, ha de buscar ante todo promover la evangelización

La Misión "Ad Gentes" es una manera de vivir todas las vocaciones específicas, respondiendo al envío de Jesús a sus discípulos antes de subir a los cielos; de esta manera, todo cristiano, donde quiera que se encuentre, ha de buscar ante todo promover la evangelización.

La Misión "Ad Gentes" es un trabajo específicamente consagrado a la evangelización, en los pueblos que aún no conocen a Dios.

Se deriva de la Misión de la Iglesia

La misión de la Iglesia es revelar a Jesucristo y su Evangelio a los que no los conocen: he ahí el programa fundamental de la Iglesia que desde la mañana de Pentecostés, ha asumido, como recibido de su Fundador.

Todo el Nuevo Testamento, y de manera especial los Hechos de los Apóstoles, testimonian el momento privilegiado, y en cierta manera ejemplar, de este esfuerzo misionero que se realizará después en toda la historia de la Iglesia.

La Iglesia lleva a efecto este primer anuncio de Jesucristo mediante una actividad compleja y diversificada, que a veces se designa con el nombre de "preevangelización", pero muy bien podría llamarse evangelización, aunque en un estado inicial y ciertamente incompleto.

Cuenta con una gama casi infinita de medios, por supuesto, pero también el arte, los intentos científicos, la investigación filosófica, el recurso legítimo a los sentimientos del corazón del hombre podrían colocarse en el ámbito de esta finalidad.

La evangelización se realiza como Cristo la llevó a cabo durante el tiempo de su predicación, como los Doce en la mañana de Pentecostés. La Iglesia tiene también ante sí una inmensa muchedumbre humana que necesita del Evangelio y tiene derecho al mismo, pues Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad".

Sensible a su deber de predicar la salvación a todos, sabiendo que el mensaje evangélico no esta reservado a un pequeño grupo de iniciados, de privilegiados o elegidos, sino que está destinado a todos, la Iglesia hace suya la angustia de Cristo ante las multitudes errantes y abandonadas "como ovejas sin pastor" y repite con frecuencia su palabra: "Tengo compasión de la muchedumbre" (Mt 9,36).

Pero también es consciente de que, por medio de una eficaz predicación evangélica, debe dirigir su mensaje al corazón de las masas, a las comunidades de fíeles, cuya acción puede y debe llegar a los demás.

¿Quiénes tiene la misión de Evangelizar y que consecuencias trae para la vida de la Iglesia?

La Iglesia se construye si hay hombres que proclaman en el mundo el evangelio de salvación, lo hacen por mandato, en nombre y con la gracia de Cristo Salvador. "¿Cómo predicarán sí no son enviados?" Escribiría el que fue sin duda uno de los más grandes evangelizadores. Nadie puede hacerlo, sin haber sido enviado.

¿Quién tiene pues la misión de evangelizar?

El Concilio Vaticano II ha dado una respuesta clara; " incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura". Y en otro texto afirma: "La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios".

Hemos recordado anteriormente esta vinculación íntima entre la Iglesia y la evangelización. Cuando la iglesia anuncia el Reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento de ese reino que está presente y que viene. El Concilio ha recogido, porque son muy significativas, estas palabras de San Agustín sobre la acción misionera de los Doce: "predicando la palabra de la verdad, engendraron las Iglesias".

¿Qué es la Misión Ad Gentes?

La Misión Ad Gentes es una vocación que tiene una específica referencia a la fundación de Iglesias nuevas. Pero ésta no es una vocación diversa al lado de las tres precedentes. Tanto los laicos, como los religiosos, como los ministros ordenados pueden ser llamados a la misión "Ad Gentes", de manera que la condición misionera se convierte en un modo concreto de vivir cada una de las tres vocaciones específicas.

¿Quiénes realizan actividades Misioneras Ad Gentes y por qué?

La Iglesia realiza la Misión Ad Gentes aunque a todo discípulo de Cristo incumbe la tarea de propagar la fe según su condición, Cristo Señor, de entre los discípulos, llama siempre a los que quiere, para que le acompañen y para enviarlos a predicar a las gentes. Por lo cual, por medio del Espíritu Santo, que distribuye los carismas según quiere para común utilidad, inspira la vocación misionera en el corazón de cada uno y suscita al mismo tiempo en la Iglesia institutos que tomen como misión propia el deber de la evangelización, que pertenece a toda la Iglesia.

Porque son sellados con vocación especial quienes, dotados del conveniente carácter natural e idóneos por sus disposiciones y talento, están dispuestos a emprender la obra misional, sean nativos del lugar o extranjeros: sacerdotes, religiosos, laicos. Enviados por la autoridad legítima, se dirigen por fe y obediencia a los que están alejados de Cristo, segregados por la obra a que han sido llamados, como ministros del Evangelio, para que la población de los gentiles sea acepta y santificada por el Espíritu Santo (Rom 15,16).

A) MISION UNIVERSAL DE LA IGLESIA

Cristo vino a salvamos y esto lo realizó por medio de su muerte y resurrección; sin embargo, antes de subir al cielo, encomendó a los Apóstoles que transmitieran y anunciaran esta salvación (Mt 28, 16-20). De esta manera la misión de la Iglesia no es diferente a la Misión de Cristo, sino su continuación, mas aún, la Iglesia es Sacramento universal de salvación, como dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium.

De esta manera, todo bautizado participa de esta misión de transmitir el Evangelio, razón de ser de toda vocación cristiana y específica, y debe comprometerse en la labor misionera de la Iglesia.

En pocas palabras "La Iglesia Peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre". (A.G. 2) El fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo. En su Espíritu de amor. (Cfr. Cat. IC. 850).

B) MISSIONES AD GENTES

Ahora bien, aunque la misión es tarea de todo bautizado, sin embargo hay personas que consagran su vida a las misiones "Ad Gentes", cuyo fin específico es la fundación de nuevas Iglesias. A estas fundaciones se les llama comúnmente MISIONES. En ellas los heraldos del evangelio, enviados por la Iglesia y yendo por todo el mundo, realizan el encargo de predicar el Evangelio y de implantar la Iglesia entre los pueblos o grupos que todavía no conocen a Cristo.

La actividad misionera Ad Gentes se diferencia de la actividad pastoral que hay que desarrollar con los fieles, por los medios que hay que usar para conseguir la unidad de los cristianos.

Las Misiones son el envío que la Iglesia hace de sus misioneros con la específica tarea de predicar a Cristo donde todavía no lo conocen y de implantar la Iglesia donde todavía no ha sido fundada (A.G. 23,6).

Es evidente que sin misioneros no hay misiones, como también es evidente que la Iglesia no los puede enviar si no los tiene.

C) MISIONEROS AD GENTES

Como las misiones son un medio para realizar cualquier vocación específica los misioneros pueden ser:

1) Laicos:

Jóvenes, matrimonios y profesionistas que, de acuerdo con la Jerarquía Eclesiástica, mediante su testimonio personal, colaboran en la implantación del Reino. Unidos a los consagrados ejercen desinteresadamente sus servicios profesionales o algún ministerio eclesial en las misiones. A ellos se suman también los Laicos Consagrados, que integran los Institutos Seculares.


2) Religiosas y Religiosos:


Son personas que consagran su vida en Institutos que tienen como parte de su trabajo o como carisma específico la dimensión misionera.

3) Sacerdotes Religiosos:

Son los hombres que han recibido de Dios el ministerio sacerdotal dentro de un Instituto Misionero, que viviendo y trabajando en forma comunitaria el espíritu de las Bienaventuranzas y regidos por unas constituciones trabajan con la finalidad de que Cristo llegue a ser conocido por todos los hombres.

4) Sacerdotes Diocesanos:

Son aquellos que, formados y ordenados en el seno de la Iglesia particular, al sentir la invitación de Dios a colaborar en la implantación del Reino en campos de misión, manifiestan sus deseos al Obispo y él a su vez los apoya, ayudándolos a relacionarse con un Instituto misionero que a su vez los envía en nombre de la Iglesia a un lugar, para que realicen la misión que les ha sido encomendada. A estos se les llama comúnmente misioneros "Fidei donum" (don de fe).

En la Iglesia tenemos un día especial para orar y comprometemos con las misiones ad gentes, el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones, que se celebra el 3er. domingo de octubre).