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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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martes, 1 de enero de 2008

Unión de corazones / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Nunca mejor que en el momento de la comunión podremos decir con san Pablo "Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 3). Entonces formamos una UNIDAD en Cristo con todos los hombres. Como diría san Agustín: "Tu alma ya no es tuya, sino de todos tus hermanos, como sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas igualmente con la tuya no son varias almas, sino una sola, la única de Cristo" (Epístola 24, 3). "Cristo lo es TODO en todos" (Col 3, 11) y formamos con Él una sola alma y un solo corazón.

"El que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y Yo en él" (Juan 6, 56). Decía santa Catalina de Génova: "Yo no tengo alma ni corazón, mi corazón y mi alma son los de Jescuristo". Precisamente, el fin de la comunión es la fusión de los corazones y de las almas en Jesús. Y debemos vivir esta unión con Jesús, Dios y hombre, las veinticuatro horas del día. Algunos santos han vivido esta unión de corazones de modo singular, pues Jesús les ha cambiado su propio corazón por el suyo.

Este cambio de corazones se lo concedió a Santa Catalina de Siena. Cuenta su director, el Beato Raimundo: "Un día le pareció ver que su eterno Esposo venía a ella como de costumbre, que le abría el costado izquierdo, le quitaba el corazón y se marchaba, de suerte que quedaba sin corazón. La impresión de esta visión fue tal... que Catlina dijo a su confesor que ya no tenía corazón en su cuerpo... Algún tiempo después, se le apareció el Señor, teniendo en sus sagradas manos un corazón humano rojo y resplandeciente. Acercándosele , el Señor le abrió de nuevo el costado izquierdo e introduciendo el corazón que tenía en las manos le dijo: Hija mía, así como el otro día te he llevado tu corazón, así hoy te entrego el mío, que te hará vivir siempre".

Esta gracia, algunos santos la han recibido con la Eucaristía, teniendo permenentemente en su pecho a Jesús sacramentado y estando así en unión continua con su humanidad santísima. Así nos lo refiere san Antonio Mª Claret en su autobiografía: "En el día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la Iglesia del Rosario en la Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales y tener siempre, día y noche, el Santísimo Sacramento en el pecho".

La gracia de la unión de corazones la recibimos nosotros también durante el tiempo que permanecen en nosotros las especies sacramentales. El P. Pío de Pietrelcina manifestó en una ocasión: "¡qué dulce fue la conversación que sostuve con el paraíso esta mañana después de comulgar! El Corazón de Jesús y mi propio corazón se fundieron. Ya no eran dos corazones palpitantes, sino uno solo. Mi corazón se había perdido como una gota se pierde en el océano". En ese momento, dice S. Cipriano: "nuestra unión con Cristo unifica nuestros afectos y voluntades".

Y la Vble. Cándida de la Eucaristía aseguraba: "mi alma y la de Jesús se hacen UNA." S. Lorenzo Justiniano exclamaba: "Oh admirable milagro de tu amor, Señor Jesús, que has querido unirnos a tu Cuerpo de tal modo que tengamos una sola alma y un solo Corazón inseparablemente unidos contigo". Que tú también seas UNO con Jesús y que tengas sus mismos pensamientos, sentimientos y deseos.

Que tu voluntad y la suya sean UNA para que puedas decirle en todo momento: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Mt 26,39). Que seas sagrario viviente de Jesús como María, y puedas decir con Sta. Teresita: "Señor ¿no sois omnipotente? Permaneced en mí como en el sagrario, no os alejéis jamás de vuestra pequeñita hostia" (Ofrenda al Amor misericordioso).

martes, 18 de diciembre de 2007

La vocación al Carmelo Descalzo / Autora: Catalina de Jesús

Queridos amigos:

Muchas personas me preguntan sobre la vocación de carmelita descalza seglar.¿Qué es?¿En qué consiste?A muchos les produce sorpresa.En otros paises, las vocaciones contemplativas en el mundo están mucho más extendidas y aceptadas.Por ejemplo en Estados Unidos.Aquí en España, a pesar de ser la cuna del Carmelo Descalzo, y de llevar muchos siglos la Orden, hay muy pocos que saben de la rama seglar.
A mi hoy me gustaría contaros al menos lo esencial de mi vocación.

Mirad, siempre digo lo mismo:Dios no has llamado a todos , nos ha consagrado a todos por el Bautismo, y nos llama a todos a entregarnos totalmente a Él.
Cada cristiano tiene un lugar, una misión en la Iglesia.Él pensó en tí desde toda la eternidad, para que tú fueras parte de Su Cuerpo, de Su Esposa Amada.
Y tú tienes que decir cómo María:"Hágase Tu Voluntad".
Estoy aquí sólo para hacer tu Voluntad.
"Habla Señor que tu siervo escucha".
Y ya no tener más vida que tu vida en Cristo,
para Cristo,
por Cristo.

Hay muchas vocaciones distintas en la Iglesia, porque muchas son las tareas a realizar.

La vocación al Carmelo es, desde hace muchos siglos, la vocación a entregarse al Señor, "vivir en obsequio de Jesucristo" entregados a la oración, a la Alabanza Divina.Día y Noche.Orar en nombre y por toda la Iglesia.Cantar sin cesar la Bellezas de Nuestro Dios.

En el Carmelo descalzo eso significa una vida de entrega profunda, de silencio y contemplación, de penitencia y sacrificio en el carisma de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.El Sólo Dios de Santa Teresa.Se trata de una vocación fuertemente contemplativa, casi exclusivamente contemplativa.Porque DIOS ES, y merece toda Alabanza y desea vidas enteras dedicadas a Su Alabanza.
Lo importante para Él no es el dónde, ni el cómo.La Alabanza cómo vocación es algo que se lleva dentro del corazón y que se vive día a día igual en un monasterio que en una casa llena de niños.Se plancha, se cocina,se rie, se sufre, se come , se duerme igual.

Con el alma sólo en Él.
Postrada ante Él, ante la Majestad de Su Gloria.
No son necesarias las palabras.
Estarse siempre AMANDO al Amado.
En cada palabra, en cada gesto, en cada pensamiento...
Es una llamada de Dios.Siempre se reconoce toda vocación por el deseo que Él pone en el corazón y la felicidad que da.No es algo que se elige.Unos son llamados a vivirlo en clausura y otros a vivirlo en el mundo.
Cada forma de vivir el carisma, tiene una misión insustituible.

Los seglares lo tenemos que vivir desde dentro de la sociedad, pero precisamente por ello,con la misma dedicación e intensidad que en clausura, pues estamos aquí para dar ese testimonio en el mundo.Trabajar en nuestros trabajos, con el corazón puesto en el Señor,pero dedicando todo el resto del tiempo a la oración, a la alabanza divina.Viviendo en desprendimiento total de las cosas materiales, sin tener nada propio, deseándole sólo a Él.Viviendo en pureza de corazón y obediencia a la Voluntad de Dios.Y expresando publicamente estos compromisos de entrega a Dios en el Carmelo Descalzo mediante promesas públicas en la Iglesia.
Si me preguntais si soy feliz en esta vocación...¡Muy, muy feliz!Allí dónde Él te quiere , siempre te hace muy feliz.
NO hay que tener miedo nunca a darse a Dios.

Mirad, muchos que me preguntan piensan que es muy duro hacer tantas horas de oración ó tantos sacrificios.Me dicen que se sienten muy atados a las cosas del mundo, incapaces de renunciar voluntariamente a todo eso que nuestra sociedad nos ofrece.Yo os puedo decir que nada de esto es por esfuerzo propio.Él da la vocación y da la fuerza para realizarlo, si le abrimos el corazón, si de verdad deseamos entregarnos y se lo pedimos desde el fondo de nuestro corazón.Pero que el que ha conocido la felicidad que da el Señor a los que a Él se entregan, no puede volver a pensar en nada más que en Él, es imposible ya pensar ó desear nada que no sea Él, y todo el tiempo ó el sacrificio parece tan poco para lo que Él merece...es tan poco lo que nosotros podemos darle...

Es lo único REAL de esta vida, nuestra pertenencia a Él y nuestra entrega a Él es la fuente de la que brota la felicidad más grande.Él siempre nos lleva a darnos a los demás.Cada uno en un sitio:el matrimonio y los hijos, la comunidad en la vida religiosa,los amigos, la misión...pero siempre movidos por Su Amor.
Porque Él quiere darnos esta felicidad,esta dicha tan grande ,este gozo tan inmenso, ya aquí en esta Tierra.Se nos quiere dar, quiere que nos dejemos amar...y si lo hacemos ya vivimos el Cielo por anticipado!!!
Un abrazo en Cristo, Catalina de Jesús.

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ATENCIÓN111 PUBLICAMOS FRECUENTEMENTE REFLEXIONES DE CATALINA DE JESÚS. AUNQUE SU BLOG CONSTA EN NUESTROS ENLACES DESEAMOS QUE HAGAS CLICK AQUÍ PARA CONOCER A UNA PERSONA QUE VIVE CON DIOS Y PARA DIOS CON SU FAMILIA.

viernes, 29 de junio de 2007

"Vengan a mi los que tengan sed" // Autor: Jaume Burke O.P.


Jesús gritó en el templo (San Juan): "si alguno tiene sed que venga a mí y beba del agua viva".Del interior de Jesús fluyen torrentes de agua viva. Sin sed no vamos a acercarnos al torrente de agua viva. Él grita porque tiene en su corazón ese deseo de darnos el Espíritu Santo, pero por el amor de su corazón respeta nuestra libertad. Nosotros, en cambio. queremos imponer nuestra fe a los demás.

Después de una charla en un retiro vino una señora y me dijo:"ha sido una predicación excelente todo ha sido para mi marido". A la siguiente conferencia que dí, yo veía a esta mujer que le daba codazos a su marido y le susurraba: "escucha que esto es para ti".El amor verdadero no se impone. Cuando hay imposición no es jamás la voluntad Dios. En el profeta (Zacarías 12, 10) se lee: "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un Espíritu de Gracia y de oración y alzarán sus ojos a mí".

Jesús grita para que vayamos a beber del Agua Viva que viene de su costado cuando fue traspasado por la lanzada, saliendo Sangre y Agua, entregándonos su Espíritu.

Cuando estuve en Bolivia éramos un grupo muy grande de sacerdotes y monjas. Nunca hubo entre nosotros la conciencia de la necesidad del Espíritu Santo. Cuando llegaron las grandes contrariedades sí que nos dimos cuenta de lo imprescindible que era invocar y ser asistidos por el Espíritu Santo.

Una vez vinieron tres grandes hombres a evangelizarnos y uno de ellos dijo: "Yo conozco a Jesucristo más que todos vosotros, y más que cada uno de vosotros". Esto nos dio un deseo de conocer al Espíritu Santo, alimentarse en la mesa del santo deseo (palabras de Santa Catalina. Concluí, incluso estudiando, que sin el deseo de tener sed de Jesús era fácil estancarse en la vida espiritual y en la relación con Dios. Ahora entiendo las palabras de Juan Pablo II: "La Iglesia debe estar abierta a la conversión".

Hubo un tiempo en que se decía que la Iglesia estaba muerta. No obstante el Señor suscitó múltiples movimientos de renovación con sus gracias y carismas particulares que dieron impulso a la Iglesia. Para los judíos los fariseos eran un grupo que querían renovar el judaísmo, pero con el tiempo se estancaron, empezaron a juzgar a los demás, creyéndose superiores y volviéndose inflexibles.

El Espíritu santo es viento y quiere movernos y llevarnos a Jesús. El estancamiento es una realidad y el Espíritu Santo nos quiere renovar y darnos una nueva vida.

Decía Juan XXIII: "Tenemos que abrir las ventanas del Vaticano para que entre el Espíritu Santo". Todos estamos obligados a vivir el Evangelio y llevar la Buena Nueva y llevarla a los demás, no quedarnos estancados. El Espíritu Santo siempre va renovando la Iglesia. Él tiene la misión de formar la imagen de Dios en nosotros.

Un día acusaban a Jesús de que expulsaba los demonios por el poder de Belleza, príncipe de los demonios, y Jesús les interpeló con estas palabras: "Todo reino dividido contra sí mismo será devastado, y caerá casa sobre casa. Si pues Satanás se halla dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino?. Puesto que decís que por virtud de Beelzebu expulso yo a los demonios. Si yo expulso los demonios por Beelzebu, ¿vuestros hijos por quien los expulsan?. Por esto ellos mismos serán vuestros jueces. Pero si expulso los demonios por el dedo de Dios sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros". (Lucas 11, 17- 20). Jesús nos dice que ha vencido todos los poderes del mal. Con esa victoria de Cristo no hay necesidad de tener miedo de nada. tampoco de los poderes del mal.

Muchas personas tienen miedo y dicen que otras persona les han hecho rituales, magias y brujerías contra ellas. Jesús nos afirma y muestra con su vida que Él es mas fuerte que cualquiera, incluido el mal. Él ha vencido y está con nosotros.

Un niño me contó que veía al diablo al fondo de la cama y siempre estaba llorando. Yo le aconsejé: Cuando lo veas dile a Jesús ven y protégeme, el ha vencido el mal y su victoria es la nuestra.

El diablo pelea en contra de nuestra fe y trata de quitarnos la fe en Jesús.

San Pablo habla con mucha fuerza a los Gálatas: "Insensatos, ¿habéis recibido el Espíritu Santo por virtud de las obras de la ley o por virtud de las obras de la fe?. Habiendo comenzado en el Espíritu habéis acabado en la carne. Estamos salvados por la fe en Jesucristo".

Nosotros tenemos que ser niños y llevar nuestras debilidades a Dios. No estamos salvados por nuestras buenas obras sino por nuestra fe en Dios.

Estaba un día en el aeropuerto en Miami y había una pareja con una niña de tres años. Luego vino otra pareja con otro niño de un año. Todos estaban contentos y reían, el niño tenía un peluche y la otra niña se lo arrebataba estirando de él, y decía es mío. El egoísmo humano. ¿Quién nos puede salvar de él?. Jesús.

Al terminar una predicación una señora me dijo: "su charla me sentó fatal". Mi corazón se sintió herido hacia esa mujer, pero yo le presente a Jesús esta angustia y Él me dio un fuerte amor hacia ella. Fue una gracia grande del Señor. Somos salvados por Jesús que nos sana y él viene a liberarnos.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Curación Carismática. Sanación cristiana / Autor: Ceferino Santos S. J.


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Ha fallecido el P. Ceferino Santos S.J., Director de la revista "Nuevo Pentecostés", editada por la Renovación Carismática Católica de España, que podemos ver a la izquierda de la fotografía. Rogamos una oración por su alma. El funeral por el P. Ceferino tendrá lugar el próximo sábado, 20 de octubre, en el Templo María Reparadora c/ Fomento, 13, (Madrid), a las 18,00 h.

Ceferino Santos pasó, como Jesús, deseando ardientemente hacer la voluntad de Dios y ser un sembrador del Amor del Padre del Cielo. Su sabiduría e inteligencia humana fueron impregnadas por el transcurrir de los años por la luz de Cristo resucitado. El P. Ceferino dió la vida para enseñar como andar hacia la Casa del Padre. La Renovación Carismática Católica de España y la Compañia de Jesús fueron lugares donde aprender de Dios y entregarse. Demos gracias por su vida. La enseñanza que sigue la publicamos como homenaje póstumo al P. Ceferino Santos, sabiendo que resume toda su vida espiritual: el deseaba que cada persona que encontrará a su paso pusiera el corazón en manos de Dios para ser sanado totalmente y poder ser habilitado para servir como lo fue la suegra de Pedro.


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HABLAR de curación carismática no supone en modo alguno hablar de algo extraño, mágico, esotérico o supersticioso. Hablar de sanación carismática es equivalente a exponer lo que es la sanación cristiana, qué significa la curación con Cristo y con la fuerza de Cristo sanador. No se trata de nada más que de revivir la acción sanadora de Cristo entre su pueblo enfermo y herido, y todo a partir de la fe en Cristo, médico de los cuerpos y de las almas, ayer, hoy y hasta el fin de los tiempos.

CRISTO, SANADOR DEL HOMBRE TOTAL

El nuevo Catecismo de la Iglesia Católica al hablar de la sanación cristiana o por Cristo coincide plenamente con lo que se dice sobre la sanación carismática en los libros que tocan este tema. Los principios teológicos de la sanación cristiana y carismática son los mismos; parecidos son los métodos curativos empleados y su base cristológica y evangélica, aunque siempre caben leves diferencias de importación en el uso, la amplitud y el alcance de los carismas curativos.

1). Cristo Sanador.

En el principio de toda sanación carismática y cristiana está Cristo, sanador del hombre total. El Verbo de Dios se encarnó para salvar al hombre completo. (Cat. I.C, n° 457). En este mismo número del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice San Gregorio de Niza: "Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, exigía ser restablecida; muerta, resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien; era necesario que se nos devolviera... Estando cautivos, esperábamos un Salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador "

En Cristo empieza a estar sanada nuestra naturaleza herida y su sanación llega muchas veces hasta nuestro cuerpo y nuestra alma enfermos, aun antes de la resurrección gloriosa.

2. Cristo médico.

Cristo actuó como médico de los cuerpos y de las almas en su vida mortal. Así lo llamó el Concilio Vaticano II (SC, 5) y el Catecismo de la Iglesia Católica repite la misma idea:

"La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (Mt 4,24) son signo maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo" (Lc 7,16)... El vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan" (no 1503).

El Catecismo recuerda que "los enfermos trataban de tocarlo (Mc 1,41; 3,10; 6,56) "pues salía de él una fuerza que los curaba a todos" (Lc 6,19)" (no 1504).

"Todos" significa aquí una generalización por "muchos". De hecho, Cristo "no curó" a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios" (no. 1505).

La enseñanza del nuevo catecismo sobre sanación coincide con la enseñanza evangélica y carismática sobre el tema: "Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan" (Lc 7,22). Cristo curaba toda enfermedad y toda dolencia: endemoniados, epilépticos, paralíticos (Mt 4,2324), lo mismo las enfermedades del alma que las del cuerpo.

3. Cristo, Señor de todo.

Al reconocer en el Nuevo Testamento el título divino del Señor en la persona de Jesús, se le está reconociendo su dominio sobre el mundo, sobre la historia y sobre la enfermedad: A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado demostraban su naturaleza divina" (no 447).

Ejercer dominio y poder de sanación sobre las enfermedades significa que el señorío de Cristo se extiende también a este campo de desorden y deficiencia en la naturaleza humana.

LOS APÓSTOLES Y DISCIÍPULOS DE JESÚS

CRISTO,
sanador, transmite a los apóstoles y discípulos que creen en Él, el "oficio" de sanar enfermos de alma y de cuerpo:

"A los que crean les acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos" (Mc 16,17-18).

Este mandato lo reciben en primer lugar los apóstoles; luego, los demás discípulos. El Catecismo de la Iglesia Católica lo recuerda: "Sanad a los enfermos" (Mt 10,8). Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz (Mt 10,38); ...les hace participar de su ministerio de compasión y de curación: "'y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mc 6,12-13)" (no 1506).

Con el poder del nombre de Jesús Pedro y Juan curan al paralítico del templo (Hch 3,6-7); en Samaría, el diácono Felipe realiza prodigios, lanza espíritus impuros y cura paralíticos y lisiados (Hch 8,6- 7); Pablo en Listra cura a un inválido (Hch 14,8-10); en Filipos expulsa un espíritu de adivinación de una sirvienta (Hch 16,18); y en Efeso Dios hacía por medio de Pablo prodigios extraordinarios, hasta el punto que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos que llevaba al cinto para ahuyentar las enfermedades y expulsar los espíritus malignos (Hch 19,11-12).

LA IGLESIA RECIBIÓ EL MANDATO DE CURAR

Esta enseñanza carismática y evangélica también ha sido recogida por el Catecismo de la Iglesia Católica:

"¡Sanad a los enfermos! (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla. . . Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da vida eterna (Jn 6,54-58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa S. Pablo (1 Cor 11,30)". (No 1509).

Esta idea se repite también al hablar de la penitencia y de la unción de enfermos como "los sacramentos de la curación" (no 1420: Título):

"El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Mc 2,1-12), quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la PENITENCIA y de la UNCION DE LOS ENFERMOS" (no 1421).

Dos premisas subyacen en esta enseñanza: Primera, creer en la presencia vivificante y sanadora de Cristo; segunda, actuar con la fuerza del Espíritu Santo (y no con fuerzas extrañas, parapsicológicas o espiritistas; ésta ya no sería sanación cristiana).

Desde estas dos premisas unificadoras y específicas de la curación cristiana y carismática pueden utilizarse los más diversos medios, métodos o fórmulas. Todos tendrán el aspecto cristiano de la presencia y de la actuación de Cristo vivo, y el aspecto carismático del influjo y de la fuerza vivificante del Espíritu Santo.

CAMINOS CARlSMÁTICOS DE SANACIÓN

En el Catecismo de la Iglesia Católica, como en la Renovación carismática, se reconoce que los primeros medios de sanación en la Iglesia son los sacramentos.

Así, el sacramento de la Reconciliación no sólo perdona los pecados, sino que con frecuencia sana interior y exteriormente al penitente de las heridas de la enfermedad y del pecado. "La confesión habitual de los pecados veniales ayuda... a dejarse curar por Cristo" (N° 1458). De un modo especial es curativa la unción de enfermos (no 1510), como en seguida veremos, y también el Matrimonio sacramento sana (no 1608). Especialmente importante es la sanación por la Eucaristía: "que esta comunión... me sea defensa de alma y cuerpo y remedio saludable". En las misas de sanación del P. Emiliano Tardif son muchos los enfermos que se sanan después de comulgar.

Los sacramentales son con frecuencia curativos y sanadores. Según el nuevo Catecismo, los sacramentales, signos sagrados instituidos por la Iglesia, son de tipo diverso: bendiciones, la alabanza poderosa de Dios, la intercesión. (no. 1678).

Sanación por oración de intercesión.

"La Iglesia... intenta realizar (la sanación de los enfermos) tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con que los acompaña: '...rezad unos por otros para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo' (St 5,16)" (N° 1509). (Hace poco al interceder por un jorobado (Olot 1993), se escucharon unos leves crujidos y quedó recta su espalda). La oración de intercesión hecha con fe es eficaz.

La oración de intercesión no la hacemos solos: el Espíritu Santo intercede por nosotros y con nosotros (no 2634), e interceden también la Santísima Virgen y los Santos que han sido agradables a Dios (no 2827). San Francisco de Jerónimo, a finales del siglo XVII en Nápoles, intercedía por los enfermos a través de la mediación de San Ciro, médico del siglo IV; y al ungir a un ciego con el óleo del Santo, aquél quedó curado.

Sanación por la alabanza.

El nuevo Catecismo incluye la alabanza a Dios entre los sacramentales. Merlin Carothers, en su libro carismático "El poder de la alabanza", recuerda numerosas curaciones espirituales y físicas por medio de la plegaria de honor y alabanza a la majestad divina.

Sanación por medio de las bendiciones.

Para el nuevo Catecismo las bendiciones son un sacramental curativo. La señal de la cruz es una maravillosa bendición, que repetida por el pueblo sacerdotal de los cristianos tiene desde la fe efectos sanadores. (Conozco a una enfermera religiosa que cuando las medicinas del tratamiento médico de un enfermo no producen los efectos deseados, suele bendecir las píldoras y las inyecciones y con frecuencia se siguen llamativas mejorías).

Sanación por la aspersión de agua bendita (no 1668).

Se trata de un sacramental, que recuerda la regeneración por el agua del bautismo. El agua que quedó santificada por el contacto del cuerpo de Cristo en el Jordán, sigue teniendo virtualidades sanadoras. (Mons. Gilberto Zuloaga, colombiano, ora por sanación imponiendo un hisopo con agua bendita sobre las frentes de los enfermos. En alguna ocasión al faltar las medicinas en países pobres, se administró el agua bendita como bebida, y se siguieron curaciones como en el caso de una niña epiléptica, al faltarle el Luminal que debía tomar de por vida).

Sanación por imposición de manos (no 1668).

Para el nuevo Catecismo se trata de un sacramental. Ordinariamente, como cualquier método de sanación cristiana y carismática, la imposición de manos debe ir acompañada de oración a Dios. No se trata sólo de un remedio natural o parapsicológico. Jesús mismo "se sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos (Mc 7,32-36; 8,22-25)" (no 1504). Jesús a una mujer encorvada durante años le impuso las manos y en el acto quedó derecha (Lc 13,13).

Este método de la imposición de manos es frecuentemente usado en la Renovación Carismática al orar por los enfermos.

Sanación por unción con aceite bendecido.

Los discípulos de Jesús "ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mt 6,13). Cristo no necesitaba ungir con aceite a los enfermos. Él mismo era el ungido de Dios con el Espíritu.

El aceite bendecido significa el Espíritu de Jesús que unge y cura a los enfermos. Los creyentes, como ungidos y profetas, participamos de los poderes sacerdotales, reales y proféticos de Cristo. Así pues, los laicos también pueden ungir enfermos. (Santa Catalina de Siena curaba enfermos con aceite bendecido, y le prohibieron hacerlo, porque creían que utilizaba el óleo del sacramento de enfermos, sin ser ella sacerdote ministerial. . .).

"El aceite. . ., es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas" (Is 1,6; Lc 10,34). (no 1293).

No debe confundirse nunca la curación carismática con aceite bendecido y la curación a través del sacramento de la unción de los enfermos (no 1510-1523). "La unción de los enfermos expresa curación y consuelo" (no 1532). (Este sacramento actúa con frecuencia carismáticamente y hemos visto desaparecer por él cánceres, dolores cervicales de vértebras, etc.)

Sanación por el perdón.

"El perdón de Dios inaugura la curación (Sal 32,5; 107,20; Mc 2,5-12)" (n° 1502). El perdón es curativo en el ámbito espiritual, psicológico y físico. Al paralítico Cristo primero le perdona los pecados (Mc 2,5: "Hijo, se te perdonan tus pecados"), y luego lo sana (Mc 2, 11: "Ponte en pie, carga tu camilla y echa a andar").

(Un joven de 28 años quedó curado de asma, que padecía desde los 3 años, fecha en que les abandonó su padre dejándolos en la miseria, tras haber perdonado a su padre. Perdón y sanación física tienen una relación íntima).

Sanación por la Palabra de Dios.

La Sagrada Escritura, a veces es usada carismáticamente para sanar enfermos. La lejana palabra del Salmo 107 nos revelaba esta promesa: "Envió su palabra para curarlos, para salvarlos de su perdición" (Sal 107,20). San Francisco Javier enviaba a su joven monaguillo a leer un evangelio al enfermo y éste curaba; mandó leérselo a un muerto y éste resucitó. (Con la lectura del Salmo 27, exclusivamente, vi curarse a una religiosa de graves problemas emocionales). Cristo es la verdadera Palabra de Dios que nos sana.

Sanación en conexión con la persona de Cristo.
Todo lo relacionado con Cristo nos sana.


. Sanación por las llagas de Cristo. El profeta Isaías nos decía que Dios "descargó sobre Él el castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos curado" (Is 53,5b). San Pedro nos recuerda que "por sus llagas hemos sido sanados" (IP 2,24). Podemos orar: Señor, escondemos en tus llagas este cáncer. (Curiosamente las llagas de la corona de espinas de Cristo, a veces, curan de jaquecas, migrañas, insomnios).¡

. Sanación por invocación del Nombre de Jesús. Su invocación repetida produce efectos de paz en las almas y a veces de sanación en el cuerpo: "Por su nombre ha sido restablecido éste que vosotros veis y conocéis" (Hch 3,16).

. Sanación por increpación a la enfermedad en Nombre del Cristo: "Él increpó a la fiebre, en la suegra de Pedro, y la fiebre se fue" (Lc 4,39).

Sanación por el Amor de Dios, aceptado en nuestras vidas.

Este amor se convierte en presencia sanadora del Espíritu Santo. Cuando toca nuestras llagas físicas puede curarlas. Cuando pasa por hechos y acontecimientos negativos, que nos dejaron recuerdos dolorosos, se convierte en sanación de recuerdos. La presencia misericordiosa de Cristo, en las heridas de nuestro subconsciente y de nuestra conciencia, nos cura también al nivel de emociones mientras que el psicoanálisis, a veces, sólo nos ordena en el ámbito de comprensión intelectual de nuestros males psicológicos. Cristo siempre trata de curar al hombre completo: "Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado a lo largo de los siglos" (no 1503).

Sanación por el carisma de curación.

"El Espíritu Santo, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, da a algunos un especial carisma de curación (I Cor. 12,9. 28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado". (no 1508).

La plenitud de vida y de salud del Resucitado puede comunicarse a los hombres enfermos, transformarlos y sanarlos. Este carisma de curación ha existido siempre en la Iglesia, aunque en nuestros días parece haberse democratizado en el pueblo cristiano y carismático. (Puede consultarse el libro del P. Tardif "Jesús está vivo", México, 1984).

Sanación con el carisma de conocimiento.

El Espíritu Santo puede descubrir la raíz espiritual, moral, psicológica o fisiológica de un mal, para que haciendo presente a Cristo en esta raíz del mal, el enfermo se cure. (El P. Emiliano Tardif avisa al final de una Eucaristía que Jesús está sanando la columna de un sacerdote que está detrás de él y que tiene dolores al confesar. Desde aquel día este sacerdote no vuelve a sentir dolores en el torturante confesionario. El P. De Grandis anuncia que el Señor está curando a un sacerdote con luxación en su muñeca derecha. Pregunta quién es el curado y nadie contesta. Pide luz a Dios y se dirige a un sacerdote y le dice: El curado eres tú. Efectivamente era así).

Sanación por la fe.

Cristo suele actuar según la medida de fe de los que se acercan a El. "Si crees, verás la gloria de Dios" (Jn 11,40), dice Cristo antes de la resurrección de Lázaro a Marta. "Tu fe te ha sanado" (Mt 9,22), dice Cristo a la mujer con años de hemorragias y posible cáncer de útero.

"Sanando enfermedades y perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria del que le suplica con fe: 'Vete en paz, ¡tu fe te ha salvado!"' (no 2616).

OTRAS OBSERVACIONES

1.1. Al hablar de sanación cristiana y carismática no debemos olvidar nunca el sentido cristiano del dolor. El P. Michael Scanlan (New Covenant 1973) escribía acertadamente sobre curación:

"Al tratar de Sanación, debemos elevar nuestra visión por encima de los problemas aislados y contemplar cómo Dios llama al hombre a participar de la vida plena en el CUERPO DE CRISTO. No podemos aislar ninguna enfermedad o herida - sea una pierna quebrada, un cáncer o un complejo de inferioridad- de la visión que Dios tiene de la IGLESIA como el CUERPO DE CRISTO, de los hombres como unidos a este cuerpo y de las heridas como partes dolientes de toda la persona".

Hay enfermedades que tienen un sentido expiatorio dentro de todo el Cuerpo de Cristo; por ellas la Iglesia se asemeja a Cristo paciente y el Padre les da un sentido maravillosamente corredentor, completando nosotros la que falta a la pasión de Cristo. En cambio, otras veces, la gloria de Dios será que el enfermo se sane.

2. El servicio de sanación carismática: Aunque fundamentalmente la sanación cristiana que expone el Catecismo de la Iglesia Católica es esencialmente la misma realidad operativa que la sanación carismática, sí se puede notar diferencias de impostación, énfasis o matiz, en el modo de practicar la sanación entre los carismáticos.

2.1. Con la Renovación Carismática en el mundo son hoy muchos más los cristianos que ejercen su sacerdocio común con poderes sacerdotales, proféticos y reales de tipo carismático, y que ejercen el poder de la oración y de la fe, cuando piden por los enfermos con imposición de manos.

2.2. También se experimenta un aumento cuantitativo de sanaciones de las más diversas enfermedades fisiológicas, psicosomáticas, psicomentales y del espíritu con más desarrollo de la fe y la esperanza en los creyentes. El Reino de Dios se hace como más presente y visible en estos casos. Pudiéramos decir que el Espíritu Santo está democratizando las sanaciones a través de la Renovación Carismática.

2.3. En ella es pensamiento comúnmente aceptado que los dones o carismas de curación se reciben ya desde el bautismo, pero que se mantienen en paro, latentes e improductivos por parte de los cristianos que no oran por los enfermos y no los usan desde la fe.

2.4. Al lado del carisma de sanación se emplean con frecuencia en la Renovación carismática otros carismas, como la palabra de conocimiento, anunciando en público las curaciones que el Señor Jesús está realizando.

2.5. El servicio de sanación se extiende algunas veces en la Renovación Carismática a la oración de liberación por personas, oprimidas por influencias diabólicas, a las que no mejoró ni el largo tratamiento psiquiátrico, y sí alcanza el poder liberador de Cristo sobre los espíritus del mal. El psiquiatra inglés Dr. Kenneth McAlI reconoce las ventajas de la oración de liberación cuando fallan los métodos psiquiátricos en su libro Healing the Family free (Shelton 1982) . Esta oración de liberación no es frecuente fuera de círculos carismáticos. La utilizan con cierta frecuencia y en ciertos casos difíciles psiquiatras cristianos y carismáticos, tanto católicos como de otras denominaciones. La oración de liberación suele tener efectos poderosos en los afectados por opresiones e influencias diabólicas.

2.6: La sanación por la oración en lenguas es común en la Renovación Carismática. Muchas veces no sabemos lo que conviene pedir en casos difíciles. En estos casos es buena la oración de tipo de balbuceo carismático, dejando que el Espíritu se exprese en nosotros con gemidos inenarrables (Rom 8,26). San Alfonso M. de Ligorio recomendaba esta oración a los sacerdotes en casos de liberación, cuando el penitente se asustaría si se orara en voz alta.

2.7: La sanación de recuerdos o del subconsciente negativo es bastante frecuente y de algún modo característica de la sanación carismática. (El miedo desde antes de nacer, el miedo a animales (gato, perro, vaca); el miedo por accidentes, vividos anteriormente, suelen curarse haciendo presente a Cristo sanador en esa circunstancia y oyéndole que nos dice: "No temas; yo te protejo. Mira, no te ha pasado nada grave. Te doy mi paz. Confía en mí. Yo cuido de tu futuro...").

2.8. También es común, aunque no exclusiva, entre carismáticos la sanación del árbol familiar; como explica el Padre Robert DeGrandis en su libro Sanación intergeneracional. ( 1992, Sereca, Madrid).

Nos recuerda el P. DeGrandis en Sana a tu hermano (México, Libr. Parr. Clavería, S.A.), p. 52, que Bob, joven hombre de negocios, sentía dolores de cabeza fuertes y miedo al nadar en la parte profunda de la piscina. Se pidió una palabra de conocimiento y salió 'barco'. Pero barco no significaba para el joven ejecutivo nada especial. Al fin recordó a un primo marino, prisionero en la Segunda Guerra Mundial, al que mataron los mismos americanos al torpedear al barco enemigo donde estaba prisionero. Se rezó por sanación de recuerdos y por el descanso eterno del familiar difunto para que el Señor le sanara de la angustia del naufragio y de la muerte. Los dolores de cabeza al nadar en lo profundo de la piscina desaparecieron para siempre.

A veces, la propia sanación ocurre a través de la oración por alguien ajeno al propio árbol genealógico. Recuerdo el caso de una niña de ocho años que repetía a su madre: Tú no eres mi madre. Mi madre es una señora rubia que me visita cada noche. Los tratamientos psiquiátricos resultaron ineficaces. Al orar por la niña llegó el recuerdo de una señora rubia alemana que había vivido en la vecindad de la familia de la niña. Se recordó que había perdido a su hija única en accidente y que había venido a España para olvidar. No lo logró, y una noche se suicidó desde el acantilado del mar. Cuando se oró por la señora alemana suicidada, por su hija muerta en accidente y por la niña española con problemas psicológicos, ésta volvió a dormir bien y dejó de ver a su supuesta madre en las apariciones nocturnas. No tuvo que volver a psiquiatras ni a psicoanalistas.

2.9. El descanso en el espíritu aparece a veces en la Renovación carismática como fenómeno de sanación interior o física. En estos casos el cuerpo pierde estabilidad y cae al suelo sin movimiento, mientras la mente sigue despierta a la acción de Dios. Encontramos casos parecidos en la Escritura Sagrada como sucedió en el caso de Saulo a las puertas de Damasco (Hch 9,3-6). Cae al suelo y sigue escuchando la voz del Señor, mientras en él se produce una profunda sanación interior. El profeta Daniel, ante la presencia divina, cae en tierra sin poder moverse (Dn 10,9-10). Y algo parecido sucede con el niño epiléptico curado por Cristo, tras quedar inmóvil en tierra y como muerto (Mc 9,26).

2.10. Una modalidad bastante común de curación carismática es el equipo de sanación. Varios hermanos discernidos y con la llamada a orar por enfermos, con enfermedades graves o con psicologías rotas, oran conjuntamente como equipo de sanación. Uno tiene el carisma de curación, otro el don de conocimiento, otros conocimientos médicos o psicológicos y alguno posee conocimientos teológicos o práctica pastoral o sacerdotal. Juntos estudian y tratan los casos más difíciles en comunidad de fe y dentro del debido secreto profesional. Así sucede con las comunidades sanadoras de las Bienaventuranzas, de Naín de Francia.

2.11. Las misas de sanación son muy frecuentes en la Renovación carismática. En ella se pide de un modo especial por los enfermos, aunque toda Eucaristía, por sí misma, ya es sanadora. Son muy conocidas las misas de sanación del P. Tardif, por las curaciones que en ellas se producen.

2.12. Dentro del ambiente carismático brotó también la Asociación de terapeutas Cristianos asociados, que comparten sus experiencias y sus estudios de sanación carismática y tratan de que la curación por Cristo llegue al mayor número posible de hombres heridos, enfermos y necesitados. Suelen tener sus convenciones anuales.

CONCLUSIÓN

Las modalidades de la sanación carismática son múltiples, pero la raíz profunda y subyacente en toda sanación cristiana es el poder sanador del Espíritu de Jesús, el amor misericordioso del Padre y la actuación compasiva del Señor Jesús Resucitado, que comunica, según el designio del Padre, su restauración redentora a la humanidad herida y enferma en todos sus estratos: en el subconsciente y en consciente, en el cuerpo y en el alma, en lo espiritual y en lo orgánico.

No debemos despreciar las manifestaciones de la sanación carismática y cristiana en la Iglesia. Son una señal de que el Reino de Dios está presente con fuerza y con poder entre nosotros. Si estas señales faltan, tal vez, sea porque el Reino de Dios y nuestra fe están invernados, latentes e inactivos. Si la Iglesia no ejercita este ministerio de sanación muchos de nuestros católicos enfermos van a acudir a otras iglesias que utilizan este ministerio, o acudirán a curanderos, brujos o visionarios, que tratan de curar con poderes parapsicológicos o espiritistas, que terminan alejándolos de la Iglesia a la que ven como demasiado racional, fría y desencarnada de las expectativas de sanación en Cristo para los sencillos. Tenemos que enseñar a nuestro pueblo enfermo a acudir desde la fe a Cristo, el sanador y médico de los cuerpos y de las almas.

martes, 2 de octubre de 2007

Todo es Gracia / Autora: Catalina de Jesús

Todo es DON.
Todo es GRACIA.
Si nuestro corazón fuese capaz de entender esto,
seríamos cómo los niños que se acercaron a Jesús,
dispuestos a recibir,
con las puertas abiertas de par en par.
Todo es DON.
Todo es GRACIA.
Si supiesemos Quién es el que nos pide de beber...
Si fuesemos capaces de entender,
que nosotros apenas sacamos unas gotas de agua de la fuente,
y que de Él brota el manantial de AGUA VIVA...
Todo es DON.
Todo es GRACIA.
Si nuestro corazón fuese capaz de entender esto...
Si fuesemos capaces de ver y de sentir
cómo se derrama su Gracia sobre nuestras vidas cada instante,
cada pequeño acontecimiento,cada minuto, cada segundo,
entonces seríamos capaces de saborear la vida,
de vivir ya aquí, la felicidad que no tiene medida,
la felicidad que no se acaba, que no tiene límites.
Seríamos capaces de descansar en sus brazos,
confiados cómo niños,
sabiendo que sus brazos son firmes y seguros,
comprendiendo al fin lo que significa:
"Descansar en la Verdad".
Todo es DON.
Todo es GRACIA.
No necesito saber nada más.
Ahora comprendo porque dices que tu carga es ligera.
Ahora comprendo porqué me pides que te acompañe.
Si soy débil, si soy pequeña,
si no tengo nada que ofrecerte.
Pero tu GRACIA me inunda...y entonces
¡Qué fácil es ser cristiano!
Todo es DON.
Todo es GRACIA.
Dame Señor un corazón de niño,
un corazón con las puertas abiertas de par en par.

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En el dia en el que el Carmelo Teresiano celebra, junto a toda la Iglesia, la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús, he querido compartir con vosotros esta oración que escribí hace tiempo, en una de esas servilletas....Teresita nos enseñó a ver toda la vida de esta manera, de una forma tan sencilla y tan llena de agradecimiento.
También aprovecho para daros las gracias por vuestros e-mails de ánimo.No dudeis en escribirme, me gusta mucho recibir vuestras cartas.Un abrazo en Cristo,Catalina de Jesús.

jueves, 23 de agosto de 2007

Santa Rosa de Lima, Virgen / Autor: Hº. Jaime Ruiz Castro CM


SANTA ROSA DE LIMA, Virgen
"Rosa de Santa María"

Patrona de América, Perú y las Filipinas
Fiesta: 30 de agosto en Perú, 23 de Agosto


El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: "Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús".
-Catecismo de la Iglesia Católica, 2449

En Breve

Nació en Lima (Perú) el año 1586; cuando vivía en su casa, se dedicó ya a una vida de piedad y de virtud, y, cuando vistió el hábito de la tercera Orden de santo Domingo, hizo grandes progresos en el camino de la penitencia y de la contemplación mística. Murió el día 24 de agosto del año 1617.

Biografía

Rosa de Lima, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en la capital del Perú en 1586. Sus humildes padres son Gaspar de Flores y María de Oliva.

Aunque la niña fue bautizada con el nombre de Isabel, se la llamaba comúnmente Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio. Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la oposición y las burlas de sus padres y amigos. En cierta ocasión, su madre le coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante algunas visitas y Rosa se clavó una de las horquillas de la guirnalda en la cabeza, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad, de suerte que tuvo después bastante dificultad en quitársela. Como las gentes alababan frecuentemente su belleza, Rosa solía restregarse la piel con pimienta para desfigurarse y no ser ocasión de tentaciones para nadie.
Una dama le hizo un día ciertos cumplimientos acerca de la suavidad de la piel de sus manos y de la finura de sus dedos; inmediatamente la santa se talló las manos con barro, a consecuencia de lo cual no pudo vestirse por sí misma en un mes. Estas y otras austeridades aún más sorprendentes la prepararon a la lucha contra los peligros exteriores y contra sus propios sentidos. Pero Rosa sabía muy bien que todo ello sería inútil si no desterraba de su corazón todo amor propio, cuya fuente es el orgullo, pues esa pasión es capaz de esconderse aun en la oración y el ayuno. Así pues, se dedicó a atacar el amor propio mediante la humildad, la obediencia y la abnegación de la voluntad propia.

Aunque era capaz de oponerse a sus padres por una causa justa, jamás los desobedeció ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en las dificultades y contradicciones.

Rosa tuvo que sufrir enormemente por parte de quienes no la comprendían.
El padre de Rosa fracasó en la explotación de una mina, y la familia se vio en circunstancias económicas difíciles. Rosa trabajaba el día entero en el huerto, cosía una parte de la noche y en esa forma ayudaba al sostenimiento de la familia. La santa estaba contenta con su suerte y jamás hubiese intentado cambiarla, si sus padres no hubiesen querido inducirla a casarse. Rosa luchó contra ellos diez años e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor.
Al cabo de esos años, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas. Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de El, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma. Ese fenómeno se manifestaba, sobre todo, cuando la santa se hallaba en presencia del Santísimo Sacramento o cuando en la comunión unía su corazón a la Fuente del Amor.
Extraordinarias pruebas y gracias.

Dios concedió a su sierva gracias extraordinarias, pero también permitió que sufriese durante quince años la persecución de sus amigos y conocidos, en tanto que su alma se veía sumida en la más profunda desolación espiritual.
El demonio la molestaba con violentas tentaciones. El único consejo que supieron darle aquellos a quienes consultó fue que comiese y durmiese más. Más tarde, una comisión de sacerdotes y médicos examinó a la santa y dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales.

Rosa pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, un empleado del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
Dios la llamó a Sí el 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro.

El Papa Clemente X la canonizó en 1671.

Aunque no todos pueden imitar algunas de sus prácticas ascéticas, ciertamente nos reta a todos a entregarnos con mas pasión al amado, Jesucristo. Es esa pasión de amor la que nos debe mover a vivir nuestra santidad abrazando nuestra vocación con todo el corazón, ya sea en el mundo, en el desierto o en el claustro.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Los estigmas, ¿pueden sucederle a cualquiera? / Autores: Ignacio Ibañez - Tito Paolo Zecca


El estigma es un fenómeno místico extraordinario por medio del cual se presentan en el cuerpo las llagas de la pasión de Cristo. Y como afirma De Grandmaison, reconocida autoridad en el campo de la investigación sobrenatural, esta experiencia se concede únicamente a quienes merecen ser presencia amorosa de Dios en el mundo. El estigma es un hecho del todo extraordinario, como comprueba el doctor Imbert Gourbeyre, quien dedicó años a investigar sobre estos casos. El primer caso famoso fue el de San Francisco de Asís. Son numerosos los testimonios de quienes lo vieron y presenciaron.

La Iglesia nunca ha querido servirse de estos acontecimientos sobrenaturales para promover la fe católica o la misma imagen de la Iglesia. Al contrario, siempre ha adoptado una actitud de reserva, dando más importancia a las virtudes y al testimonio de vida que al carácter sobrenatural de los que han recibido la estigmatización en su cuerpo.

El último caso que ha dado la vuelta al mundo es el Padre Pío. Aunque el Padre Pío llevó durante 53 años la herida de los estigmas en sus manos, en sus pies y en su costado, la Iglesia nunca quiso hacer alarde de ello. Las llagas permanecían cerradas todos los días y sólo se abrían y sangraban los viernes. Las fotos que existen fueron tomadas de manera espontánea por gente que se saltó la prohibición de fotografiar las manos del capuchino. A pesar de la evidencia del caso, la Iglesia nunca declaró oficialmente que los estigmas del P. Pío fueran de origen divino.

Los estigmas no se han producido en gente neurótica, trastornada o hipocondríaca. La psiquiatría experimental afirma que no pueden ser simples fluxiones o supuraciones de sangre producidas por el poder de la imaginación, ya que las heridas aparecen y sangran sin ninguna intención ni esfuerzo por parte del estigmatizado.

Los estigmas se han dado siempre de manera instantánea, causando gran sorpresa e impresión en quienes los han recibido. Las llagas nunca han supurado y su sangre se ha mantenido siempre fresca y limpia. Además, han sido heridas que no se curan nunca y que permanecen un gran número de años sin que pueda darse una explicación médica o científica. Es cierto también que algunos ilusos se han dejado llevar por un fanatismo exagerado y han fingido llevar las huellas de las llagas de Cristo. No hay que dejarse llevar por quienes tratan de apantallar. Ni en la vida, ni mucho menos, en la fe.

Han sido muy pocos quienes a lo largo de la historia han recibido realmente en su cuerpo la impresión de los estigmas. Siempre ha sido gente excepcional, virtuosa, probada en el dolor y convencida de la fe. Gente que ha recibido un don del que nunca se han sentido merecedores ni dignos. Gente que nos recuerda que es maravilloso imitar a Jesús. En las sonrisas y en las heridas. En todo. Y ofreciendo el dolor de sus heridas para que haya más sonrisas en todos. Como Jesús.


Los estigmas, desconcertante signo de la pasión de Cristo. Entrevista con el catedrático de espiritualidad Tito Paolo Zecca

Los estigmas, signo distintivo de la pasión de Cristo, se han convertido en el centro de un debate teológico muy interesante.

Desde Francisco de Asís (primer santo de la historia en que se ha podido comprobar este fenómeno) hasta el beato Pío de Pietrelcina (uno de los últimos casos) se han dado unos 250 casos de personas con estigmas, en la mayoría de los casos con comprobación científica. Pero, ¿qué significan esas llagas dolorosas en las manos y en los pies de personajes que en algunos casos, con su espiritualidad, han cambiado la historia del mundo y del cristianismo?

Para comprender mejor el debate, Zenit ha entrevistado al padre pasionista Tito Paolo Zecca, profesor de Teología pastoral y espiritualidad en la Universidad Pontificia de San Juan de Letrán y en el Ateneo Pontificio Antonianum de Roma. Este catedrático, que ha dedicado investigaciones y libros al argumento, es uno de los máximos expertos mundiales en la materia.

Acaba de presentar sus últimos descubrimientos en una conferencia dictada sobre «El Crucifijo de la Sábana Santa y las personas con estigmas» en el centro de Sindonología del Caravita, en Roma (http://www.sindonologia.it).


¿Cuál es el significado de los estigmas?

En el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han quedado canceladas su llagas. Los estigmas representan un signo de lo que sufrió Cristo durante la pasión, y por tanto constituyen un dato teológico en el que hay que profundizar mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora. En el Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas y saluda a los discípulos, muestra los estigmas para identificarse. A santo Tomás le dice: «Mete tu dedo en mi costado». La consternación de los apóstoles es también un hecho revelador de este misterio. Este fenómeno muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz y permanece de manera particular en el signo de los estigmas, convirtiéndose en un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe.


Ha habido 250 casos de santos y beatos que han tenido los estigmas. ¿Cuál es el significado histórico de este signo?

Es un dato particular de la espiritualidad y de la mística occidental. A partir de san Francisco, hemos tenido un número significativo de santos y beatos que han vivido la experiencia desconcertante de la reproducción en su cuerpo de los estigmas de Cristo. Hasta ahora, la investigación ha subrayado el carácter de configuración e imitación de Jesús, que surge de la intensa relación personal que han mantenido con él estas personas. Sin embargo, se ha analizado muy poco el papel que estos santos y beatos han desempeñado en la Iglesia. No se ha reflexionado suficientemente en la misión particular que está ligada a los estigmas.


¿Puede poner algún caso concreto?

Por ejemplo, san Francisco de Asís recibió los estigmas cuando todos sus proyectos de santidad --fundación de la Orden, aprobación de la regla primitiva, viaje a Palestina-- habían fracasado. Se encuentra solo y abandonado. La configuración con el Crucificado le consuela, pero al mismo tiempo el sufrimiento de los estigmas se convierte en un bien para su Orden y en un mensaje para toda la Iglesia.

El sucesor de san Francisco, Fray Elías, entendió el significado de los estigmas y así lo subrayó en la carta que dirigió a todos los fieles.

Este mismo mensaje y misión de los estigmas puede constatarse en Santa María Magdalena de Pazzi y en santa Catalina de Siena. En el siglo que acaba de concluir esta misión se constata con claridad en personajes como santa Gemma Galgani (fallecida en 1913), el beato padre Pío de Pietrelcina (1887-1968), y Marthe Robin (mística francesa fallecida en 1981 de quien se están estudiando sus escritos antes de emprender el proceso de beatificación).

Marthe Robin se ha hecho conocida después de que el famoso escritor Jean Guitton escribiera el libro «El viaje inmóvil» Durante cuarenta años esta mujer estuvo sin moverse en su lecho. Al igual que Gemma Galgani y Pio de Pietrelcina, ha dado vida a muchísimos grupos de espiritualidad y oración en todo el mundo.


¿Qué es lo que experimenta quien recibe los estigmas de la pasión de Cristo?

Se trata de una experiencia de alegría y dolor. El Señor es siempre el que toma la iniciativa. Los destinatarios de los estigmas consideran esto como una inmensa gracia, de la que no se sienten dignos. De hecho piden al Señor que se la quite, pues se avergüenzan. Esta actitud es evidente en el padre Pío. El beato de Pietrelcina muestra claramente cuál es la misión de quien lleva los estimas. El padre Pío funda grupos de oración y la Casa de Alivio del Sufrimiento (un gran hospital), realizando una obra concreta para aliviar los sufrimientos físicos. Además, a través de la oración, profundiza en la capacidad de intercesión de las personas unidas a quien padece los estigmas que renueva el mundo, lo salva y lo protege.


Pero, entonces, ¿por qué da el Señor esta «gracia» a ciertas personas?

La respuesta está precisamente en su misión. Es un servicio que la Iglesia necesita en un momento particular de su historia. Es como un signo profético, un llamamiento, una dato sorprendente capaz de recordar a los hombres las cosas esenciales, es decir, la conformación con Cristo y la salvación de Cristo que con sus llagas nos ha rescatado.

En cierto sentido, todos nosotros llevamos los estigmas, pues con el bautismo estamos sumergidos en la vida de Cristo, que nos permite participar en el misterio pascual de su muerte y resurrección. En su pequeñez, cada uno de nosotros lleva los estigmas. Si los lleva con espíritu de fe, esperanza, valentía y fortaleza, estas llagas, que pueden ser purulentas y que no cicatrizan nunca, pueden servir para curar a los demás.

En definitiva, los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz vivida espiritualmente.

lunes, 6 de abril de 2009

Amar en el dolor, testimonio evangelizador y agradable a Dios / Autores: Conchi Vaquero y Arturo López
Ha pasado el umbral de las treinta operaciones. Sólo tiene 42 años. Desde que nació sus padres han vivido entregados a cuidarla. Tiene una rara enfermedad que le afecta desde el nacimiento a algunos órganos de su cuerpo. Nunca se ha rendido. Pese a haber pasado una parte importante de su existencia en los hospitales ha trabajado y ha querido ayudar a los demás de múltiples formas. No puede comer mucho ni tampoco sólido. Ha escuchado muchas veces de los médicos que no sabían lo que sucedería cuando la operaban y les ha oído apremiarse mutuamente temiendo que estaba muriendo.

Esta joven soltera existe. Se llama Julia. Ahora está en un hospital de Barcelona en la Unidad de Cuidados Intensivos. La acaban de operar por enésima vez y nuevamente no saben lo que pasará con ella. Cuando debemos preguntar por su estado de salud o cuando nos llama por teléfono nos faltan palabras para poder expresar cuanto la amamos y hacerle llegar nuestro amor y el de Dios. A veces es ella quien llama desde el hospital donde está ingresada para interesarse por nuestra vida porque nosotros
conscientemente procuramos espaciar el contacto por la impotencia que nos produce este sin sentido.

La tenemos presente siempre en nuestras oraciones a ella y a su familia. De alguna forma no es un caso único. Millones de personas sufren en el mundo situaciones terribles que las matan prácticamente en vida. Si difícil es para Julia que sufre la enfermedad y todas sus limitaciones también es muy cansado de llevar para su familia. La verdad es que ella sí que nos ha manifestado sus desánimos pero sus padres aún en el sufrimiento callan y aman. Jamás hemos escuchado una queja. Su hija es su vida.

Ayer otra mujer joven, Mercedes, nos comentaba el sin sentido del sufrimiento de su familia. Su padre sufre una grave enfermedad física que le mantiene imposibilitado desde hace ocho años. Su madre cuida de él pero está deprimida porqué ha sufrido muchas contrariedades en la vida. Eso la tiene llena de miedos y con la esperanza rota. Mercedes y su familia están también viviendo en la impotencia toda la situación y conversando nos decía: "uno debe creer que existe algo más porque hay momentos en la vida que no entiendes lo que está ocurriendo. No sé si a veces nos hacemos la ilusión de que existe Dios y una vida eterna por necesidad más que por realidad."

No lo entiendo Señor pero gracias de estar a mi lado


Las situaciones de Júlia y la del padre de Mercedes siempre hacen aflorar los interrogantes típicos: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué Dios calla? ¿Por qué Dios permite esto?. Es probable que ante las dificultades propias cualquiera haya tenido esas preguntas en lo más profundo del corazón. Como en el caso del ciego de nacimiento quizás tengamos la tentación de hacer la misma apelación que los discípulos: "Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?"
(Juan 9, 2).

La respuesta de Jesús es clara, contundente e imperativa para quienes le escuchan: "Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo."

Jesucristo es Dios y Él vino a enseñarnos como llevar a cabo las obras de su Padre. Es ante las contrariedades de la vida de cualquier índole que estamos llamados a ser luz del mundo para que se manifieste la gloria de Dios. Eso no quiere decir que siempre vayamos a tener un éxito mundano en el cual Dios nos hará ser protagonistas y quedar muy bien ante los demás porque hablamos de Él. Nada de eso.

Justamente porque tiene que manifestarse siempre la gloria de Dios y no la nuestra es cuando tenemos que ser humildes y se capaces de testimoniar el amor de Dios por cada persona como lo hacia San Juan María Vianney, el cura de Ars. El sacerdote francés afirmaba que si vieramos el amor que Dios tiene por cada persona moriríamos de gozo. Ahí está la llave de la sabiduría, hacer partícipes a los que sufren y no comprenden, que pidan a Dios que se les haga presente en cada situación de sufrimiento. O mejor dicho: Dios está presente en todo mal físico, moral, emocional y síquico que padecemos, pero cuando la oscuridad nos desespera somos incapaces de darnos cuenta que Dios está a nuestro lado.

En el caso de Julia y de la familia de Mercedes, Dios está en medio de ellos acompañándoles. Es estando a su lado y señalando hacia el Señor y explicándoles que la oración es la forma de comunicarse con Dios como ellos podrán acoger despacio la presencia del Amor del Padre en sus vidas. No obstante, aún en ese sufrimiento a oscuras que viven, quienes pasamos por su lado ya nos damos cuenta que la gloria de Dios habita en ellos. El amor que viven Julia y sus padres no es más que la gloria de Dios. La enfermedad pasará, esta vida pasará. Lo único que quedará es el amor inmenso que se han tenido en medio de tanto dolor y el gran amor que Dios les tiene. Ese amor será vivido intensamente y disfrutado en la presencia de Dios por toda la eternidad cuando desaparezcan los condicionantes humanos.

Sucede lo mismo en el caso de Mercedes y su familia. Ellos se aman profundamente en el dolor de sus impotencias. Lo díficil para quienes pasamos a su lado es hacerles conscientes de que ellos son luz para el mundo amándose como Dios les ama. En eso consiste evangelizar y el Señor nos llama a todos a hacerlo cuando nos encontramos con personas que están al borde del camino. ¿Qué decirles? "No tengo ni oro ni plata pero he descubierto a Dios que está a tu lado y a mi lado. Ahora que tú no tienes esa experiencia personal del Amor de Dios, pídele que se manifieste, porque está a tu lado, y te muestre que está caminando contigo."

Haz las cosas pequeñas con gran amor


La beata Madre Teresa de Calcuta llena de amor por los moribundos, sufrientes y desamparados nos ha legado algunas de sus sabias actitudes:

- "La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino mas bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad."

-"La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz."

-"Haz las cosas pequeñas con gran amor."

-"Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros."

-"Dios no pretende de mi que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel."

-"Cuanto menos poseemos, más podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor."

-"En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño."

-"No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo. San Juan dice que somos mentirosos si afirmamos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo. Es muy importante para nosotros darse cuenta de que el amor para que sea auténtico tiene que doler."

La sonrisa es salud, física y espiritual


La Madre teresa de Calcuta habló también de utilizar la sonrisa como gesto profundo de amor:

"Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro
e inspira buenas obras.

Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos, conocidos,
familiares y amigos.

Sonriámosle a Dios con la aceptación
de todo lo que El nos envié y
tendremos el merito de poseer
la mirada radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.

Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una
realidad viviente, tal como El las propuso.
Cuando El habla de hambre,
no habla solamente del hambre de pan,
sino hambre de amor, hambre de ser
comprendido, de ser querido.

El experimentó lo que es ser rechazado porque
vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
Y El conoció lo que es estar solo,
abandonado, y no tener a nadie suyo.

Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo
hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con
techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que
alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado."


Teresa de Calcuta también escribió una oración para aprender a amar:

"Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo."

El amor da precio a todas las obras


Y es que la Madre Teresa de Calcuta escribió:

«Para mí, Jesús es
El Verbo hecho carne.
El Pan de la vida.
La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos propios.
La Palabra, para ser dicha.
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido.
La luz, para ser encendida.
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
El sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado.
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El Indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por él.
El Tullido, para caminar con él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi Todo. »


San Agustín lo resume muy bien en pocas palabras: "Todo esta contenido en estas palabras, "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas: y ama a tu prójimo como a ti mismo". "Yo no viviré un instante en cual no viva en el amor".

Santa Catalina de Siena afirma: "El mérito consiste sólo en la virtud de la caridad, sazonado con la luz de la verdadera discreción".

San Francisco de Sales asevera: "Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos". "Todo el bien que hagamos, hay que hacerlo por amor a Dios, y el mal que evitemos hay que evitarlo por amor de Dios".
Irradiar a Cristo


Oremos con las palabras que las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta repiten después de cada Eucaristia para irradiar a Cristo:

Oh, amado Jesús.
Ayúdame a esparcir Tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mi, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mia.
¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús!

Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás. La luz oh, Jesus, vendrá toda de Tí, nada de ella sera mia;
serás Tú quien resplandezca
sobre los demás a través de mi.
Brillando sobre quienes me rodean,
permíteme alabarte como mas te gusta.

Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras sino a través de mi ejemplo,
a través de la fuerza atractiva,
de la influencia armoniosa de todo lo que haga,
de la inefable plenitud del amor
que existe en mi corazón por Tí.

Amen.


En nuestra pobreza acabemos diciendo interiorizando en nuestro corazón esta simple súplica:

Aquí estoy, Señor,
como el ciego al borde del camino
-cansado, sudoroso, polvoriento- ;
mendigo por necesidad y oficio.

Pasas a mi lado y no te veo.
Tengo los ojos cerrados a la luz.
Costumbre, dolor, desaliento.. .
Sobre ellos han crecido duras escamas
que me impiden verte.

Pero al sentir tus pasos,
al oír tu voz inconfundible,
todo mi ser se estremece
como si un manantial brotara dentro de mí.

Yo te busco,
yo te deseo,
yo te necesito
para atravesar las calles de la vida
y andar por los caminos del mundo sin perderme.

¡Que vea, Señor!
Que vea, Señor, tus sendas.
Que vea, Señor, los caminos de la vida.
Que vea, Señor, ante todo, tu rostro, tus ojos, tu corazón.

Amén.

domingo, 12 de mayo de 2013

Papa Francisco en homilía de canonización de 813 mártires, Madre Laura y Madre Lupita: “Los pobres, los abandonados, los enfermos, son la carne de Cristo”

12 de mayo de 2013.- (La Voz del Papa / Camino Católico) Con el canto de las Letanías de los Santos se ha iniciado la Santa Misa presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro para la canonización de los 813 mártires de Otranto, de Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, virgen, fundadora de la Congregación de las religiosas misioneras de la Bienaventurada Virgen María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, y de María Guadalupe García Zavala, cofundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.
En su homilía el Papa Francisco tomando como ejemplo a los mártires ha dicho a los presentes: “conservemos la fe que hemos recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Señor, incluso en medio de los obstáculos y las incomprensiones. Dios no dejará que nos falten las fuerzas ni la serenidad”.
De la primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana, Laura Montoya, el Pontífice ha afirmado que “Nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo, acogiendo a todos sin prejuicios ni reticencias, con auténtico amor, dándoles lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos: Cristo y su Evangelio”.
De la religiosa mexicana Santa Guadalupe García Zavala el Papa ha dicho que “renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos. La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión”. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Papa, que ha sido subtitulada al castellano, cuando el Pontífice habla en italiano, por Fabiola de Velasco Garza. El texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco es el siguiente: Leer más...

sábado, 9 de febrero de 2008

Dominicas en Cuba: La oración libera / Autor: Eduardo Quiñones García






Entrevista a sor Ofelia y sor Yolanda, religiosas de clausura en la isla
LA HABANA, febrero 2008 (ZENIT.org).- Cuando se cumplen 800 años de la fundación por Santo Domingo de las contemplativas dominicas en Francia, Zenit ha visitado el monasterio de «Santa Catalina de Siena», en Nuevo Vedado, Cuba. ¿Cómo es la vida de las monjas de clausura? ¿Qué es la contemplación y cómo alcanzarla? En la clausura ¿son felices? A estas y otras preguntas responden la priora del monasterio sor Ofelia de San José, mexicana, que lleva 15 años en Cuba, y sor Yolanda del Niño Jesús, cubana, con 44 años en la Orden.

El convento se fundó el 29 de abril de 1688, en La Habana. Las primeras monjas no fueron extranjeras, sino nacidas en Cuba. Quisieron ser religiosas, pero no había cupo en el único monasterio existente. Fundaron un monasterio bajo la advocación de Santa Catalina de Siena, en la Orden de Monjas Dominicas. Cuando la Habana se hizo muy bulliciosa se trasladó a El Vedado. Desde 1984, están en el edificio actual, en una de las zonas de expansión de La Habana.
En él residen siete monjas: dos cubanas, dos mexicanas y tres colombianas. Además de la vida de oración, se dedican a confeccionar y bordar objetos y ornamentos litúrgicos.

--Una joven que llega al convento, ¿tiene entre sus propósitos alcanzar la contemplación?

--Sor Yolanda: Sí. Pero esto no es como alcanzar un grado académico. Es sólo deshacerse de todo para ponerse a disposición de Dios, que da, ilumina y transforma. El da la fuerza y entonces es como un vaciarse de todo para que el Señor lo llene.

Santo Domingo no nos amarró a ningún método. Propuso un camino muy sencillo de oración. El decía: primero leer sobre las Sagradas Escrituras, el Oficio Divino, o lo que tuviera. De la lectura a la oración; de la oración a la meditación; y de la meditación a la contemplación. Ese fue el único método que nos dejó. Entonces, ahí se inicia la muchacha para que lea, profundice y haga sus peticiones, sus oraciones; que reflexione y así el Señor se le manifieste. La contemplación uno no la adquiere, sino que el Señor da la luz.

--Cuando alguna de ustedes siente el llamado espontáneo a hacer oración, a la contemplación ¿no interrumpe su labor?

--Sor Ofelia: No se interrumpe. Cuando uno vive en esa unión con Dios puede seguir con el trabajo, pero unido firmemente a Él. Yo puedo coser, limpiar, hacer todo lo que sea, pero no me voy de esa unión con Dios, que se vive en cada instante...

--Sor Yolanda: No es un momento para guardar en una gaveta; se debe vivir en ambiente de contemplación. ¡Y a veces el Señor habla más cuando estamos trabajando que cuando estamos orando...!

--Podemos decir entonces que no neutralizan ese llamado al recogimiento, sino que tratan de llevar una oración continua...

--Sor Ofelia: Así es. Una oración continua que se vive en cada momento, y en todo lo que se hace está Dios presente. Eso lo puedo decir por experiencia, que yo puedo estar limpiando o cocinando y siento al Señor ahí. ¡Todo lo que se hace es por amor a Dios!

--Sabemos que las palabras son insuficientes para explicar qué es la contemplación. ¿Cómo la describirían de acuerdo con su propia experiencia?

--Sor Ofelia: ¡Esa experiencia con Dios es algo tan personal! ¡Ese encuentro que es entre Dios y uno mismo, que se pierde uno en aquel silencio, en aquel tiempo, digamos, que Dios entra en nuestra alma, en nuestro corazón, para que Él haga lo que Él desea, y nosotros dejarnos en ese amor divino! Sin embargo, esa experiencia, esa contemplación, siempre he visto que... ¡no sólo se queda en mí, sino que hago partícipe a los demás, a mi propia comunidad, a todos los fieles, a todas las personas que conozco, que quiero y que no conozco; porque soy consciente de que esa experiencia llega a todo oído; porque lo he visto, lo he comprobado en el momento en que uno se deja amar por Dios! ¡Y ese amor divino no se puede expresar con palabras!

--Sor Yolanda: Cuando uno se inicia en el camino de la vida de oración, de lo primero que debemos darnos cuenta es de quién es uno: ¡un pecador! Que por sí mismo no puede nada y debe convencerse de eso. Porque siempre hay personas muy autosuficientes que se creen capaces de muchas cosas. Y el Señor les hace ver que uno no es nada; que todo lo tiene por Él. Entonces, ya una vez que uno está en esa entrega y búsqueda del Señor, ¡Él es quien se hace encontrar! Y se nos manifiesta de distintas maneras. Es decir, Dios es amor. Y cuando uno dice Dios es bueno, esto nos lleva a disfrutar del Señor sin abusar con presunción de la gracia de Dios. Yo creo que es un carácter de la espiritualidad dominicana el no quedarse disfrutando sólo de Dios. O sea, al entrar en contacto con Dios, entramos en contacto también con la humanidad, y sentimos ese deseo de que todos amen al Señor y se lo pedimos: ¡que todos lo adoren y alaben!

--Ustedes en la clausura se encuentran alejadas del mundo, pero ¡cuán cerca de él y del ser humano están, de sus dolores y esperanzas! ¿Qué testimonio pueden darnos de ello?

--Sor Yolanda: El Santo Padre Pablo VI, hablando de esa unión que tenemos las monjas espiritualmente con el mundo, decía que en los monasterios vibran en su más alta tensión todos los sentimientos, pasiones, deseos y necesidades de la humanidad. Yo creo que eso va en nuestra oración: vibramos lo más intensamente posible. Por eso es que somos generadores de la vida y de la gracia con la ayuda del Señor...

--¿Qué recomendarían a las jóvenes cristianas sin vocación para la vida conventual pero que sienten un vivo deseo de crecer en el espíritu y de amar a Dios en profundidad?

--Sor Yolanda: Pues que dediquen cada día un rato a su oración personal. Eso las va introduciendo en la vida de la virtud y las hace personas libres y dignas, que en realidad es la vocación cristiana: la dignidad suprema en Cristo.

--¿Cómo definirían sus vidas de clausura y la motivación para permanecer en ella? ¿Se sienten felices?

--Sor Ofelia: Yo me siento feliz en mi vocación; es como si fuera por primera vez. Para mí la vida en la clausura no es una rutina: es un amanecer diferente pues cada día tiene sus alegrías, tristezas y preocupaciones. Pero hay más felicidad. Cuando uno se entrega más a Dios y pasan los años -lo digo por experiencia- la clausura, la vida contemplativa ¡es un regalo de Dios!

--Sor Yolanda: Pienso igualmente que es un gran regalo de Dios la vida contemplativa, y que cada día es algo nuevo. No hay lugar para la rutina como creen las personas, porque diariamente hay cosas nuevas desde el encuentro con el Señor hasta lo que pueda suceder más adelante. También su presencia es novedad, es obra de su misericordia y amor infinitos en el mundo y entre nosotras... ¡Sí, puedo decirlo: soy también muy feliz...!

domingo, 14 de octubre de 2018

El Papa en homilía en la Misa de canonización de Pablo VI y otros 6 santos: «Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo»

* «Jesús sigue diciendo: «Vende lo que tienes y dáselo a los pobres». El Señor no hace teorías sobre la pobreza y la riqueza, sino que va directo a la vida. Él te pide que dejes lo que paraliza el corazón, que te vacíes de bienes para dejarle espacio a él, único bien. Verdaderamente, no se puede seguir a Jesús cuando se está lastrado por las cosas. Porque, si el corazón está lleno de bienes, no habrá espacio para el Señor, que se convertirá en una cosa más. Por eso la riqueza es peligrosa y –dice Jesús–, dificulta incluso la salvación. No porque Dios sea severo, ¡no! El problema está en nosotros: el tener demasiado, el querer demasiado, ahoga, ahoga nuestro corazón y nos hace incapaces de amar. De ahí que san Pablo nos recuerde que «el amor al dinero es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Lo vemos: donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre»
Video completo de la transmisión en directo de  13 TV con la homilía del Papa traducida al español
* «Pablo VI lo hizo, siguiendo el ejemplo del Apóstol del que tomó su nombre. Al igual que él, gastó su vida por el Evangelio de Cristo, atravesando nuevas fronteras y convirtiéndose en su testigo con el anuncio y el diálogo, profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres.  También hoy nos exhorta, junto con el Concilio del que fue sabio timonel, a vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad. Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos. Lo mismo puede decirse de Francisco Spinelli, de Vicente Romano, de María Catalina Kasper, de Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y también del gran muchacho abrucense-napolitano, Nuncio Sulprizio: el joven santo, valiente, humilde, que supo encontrar a Jesús en el sufrimiento, el silencio y en la entrega de sí mismo. Todos estos santos, en diferentes contextos, han traducido con la vida la palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgarse y de dejar. Hermanos y hermanas, que el Señor nos ayude a imitar sus ejemplos»
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