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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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viernes, 4 de enero de 2008

Preparad la senda al Señor / Autor: Salvador Gómez Yánez

Dios se hizo hombre, para que el hombre encuentre el camino para llegar a Dios. El Señor quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Nosotros tenemos que llegar a su encuentro por el camino que lleva a Belén.
Juan Bautista proclamó y preparo el advenimiento del Señor. Hoy estamos en el tiempo de adviento, que quiere decir "en espera del que viene". Por eso resuena en nuestros oidos la voz de Juan, que nos dice "preparad el camino".
Uno de los versículos más cortos de la Biblia pero más lleno de significado dice: "Y todos verán la salvación de Dios" (Lc. 3, 6). ¿Cuándo será esto? La respuesta es cuando hayamos preparado el camino a nuestro Salvador.

San Lucas nos dice que "todo barranco será rellenado". Esta senda llena de barrancos representa a las personas llenas de fracasos y frustraciones.
A veces, por experiencias negativas o traumas de la niñez nos hemos hecho una vida llena de fracasos. Algunos se sienten hasta infelices de haber nacido y con tendencias suicidas.

Pero la salvación de Dios no puede llegar por este camino lleno de hoyos.
Otros no aceptan su propio ser, su sexo, su cuerpo. Se lamentan de que nacieron hombres, o mujeres, o que son gordos o bajitos, o morenos o blancos. "¡Ay! --dicen algunas personas--, siquiera yo hubiera nacido en otro país" o "siquiera fuera hijo de un famoso...".

Cada uno de nosotros tiene que empezar por rellenar ese barranco de la insatisfacción de su propia existencia, de su propia persona y de su propia historia.
También hay que superar otra clase de baches tales como las frustraciones porque quisimos estudiar una carrera y no pudimos, o por la muerte de un ser querido; personas que fueron asaltadas o violadas, o fueron testigos de un crimen. Ese negocio que se perdió, ese trabajo que nos quitaron.

Tenemos que saber que hay más oportunidades, que hay más personas que debemos amar.
¡Que barrancos se forman en el corazón cuando odiamos y no somos capaces de perdonar!
Por eso la Palabra del Señor es realista. No dice "no hay problema, el camino está preparado", sino que "hay barrancos que se deben rellenar", sobre todo el estar lejos de Dios, el pensar que somos pecadores y que ya El no nos quiere o nos ha olvidado. ¿Cuántos de nosotros nos sentimos hundidos en el pecado de tal manera que creemos que ya de nada sirve estar leyendo esta meditación!

Pero Dios nos dice, en el profeta Ezequiel, que el que peca es el que morirá. "El hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo. Al justo se le tomará en cuenta la justicia, y al malvado, su maldad.
Pero en cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido y observa mis mandamientos y practica el derecho y la justicia, vivirá, sin duda, no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se recordará más. Vivirá a causa de la justicia que ahora practica. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado? ¡Yo lo que quiero es que el malvado se convierta para que viva!".


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Fuente: espiga.org

jueves, 10 de enero de 2008

Este es mi Hijo Amado / Autor: Salvador Gómez Yánez

Sé que es difícil dar muestras de cariño, sobre todo cuando a nuestro juicio los hijos no están actuando como debieran; en momentos así es bueno recordar las primeras palabras que, según el Evangelio, el Padre Celestial dirigió en público a su hijo Jesús.

"Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: este es mi hijo amado, en quien me complazco". (Mt. 3, 16-17).

¿En qué momento el Padre pronunció esas palabras?

Cuando Jesús bajó al Jordán como uno más del grupo de aquellos a quienes Juan decía:

"Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, frutos dignos de conversión..." (Mt 3, 7-8)

Juan no quería bautizarlo, pues reconoció en Él al "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo", pero a los ojos de todos, Jesús parecía uno más de esos pecadores que arrepentidos pedían ser bautizados. Es entonces cuando resuena la voz del Padre Celestial:

"ESTE ES MI HIJO AMADO EN QUIEN ME COMPLAZCO"

¿Por qué no dijo esas palabras en las bodas de Caná, en el preciso momento en que Jesús manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él? (Jn 2, 11)

¿Por qué no esperó el día de la multiplicación de los panes, cuando toda la gente decía: "Este es el verdadero profeta que iba a venir al mundo, y además querían hacerlo Rey"? (Jn 6, 14-15)

¿Cuántos milagros había hecho Jesús antes que el Padre pronunciara esas palabras?

Con toda seguridad: NINGUNO.

Aquí está la gran enseñanza:

El Padre ama al Hijo y le muestra su amor, no por lo que el Hijo haga, sino por el simple hecho de ser su hijo; los discípulos y la gente necesitó ver milagros para crecer en El. El padre cree en El antes de ver milagros.

Los hijos no tienen que hacer nada para ganarse nuestro cariño; por ser hijos tienen derecho a ser amados.

Debemos aprovechar todos los momentos para manifestarles el amor que les tenemos, especialmente a aquellos en los que sentimos que es más difícil hacerlo.

Una palabra de cariño, un abrazo, un estímulo a tiempo, puede lograr más que mil regaños y castigos: un día los hijos crecerán, se irán de nuestro lado, que no se marchen sin llevar en su mente y en su corazón bien grabada la firme idea de que los amamos, que son personas valiosas, que están en este mundo no como un estorbo sino con una gran misión que realizar para la gloria de Dios y el bien de sus hermanos.

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Fuente: Espiga.org