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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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domingo, 20 de enero de 2008

Héroes / Autor: Vicente D. Yanes, L.C.

Parece que los héroes son esa gente que miramos en el cine –¡menuda realidad!– que poseen poderes especiales, o bien, que si reciben disparos no se mueren. Sea que se trate de un hombre normal, un tal Bruce Willis en la típica película de «Me quitaron a mi familia y sólo tengo una navaja», o un humano-mutante que lanza telarañas, lo que admiramos es esto: que su agenda está llena con mil calamidades y sin embargo se preocupan por los demás antes que por sí mismos.

No soy un enemigo del cine, de lo que soy contrario es que no reconozcamos a tantos héroes que viven a nuestro lado. Alabamos una “conducta ejemplar” en un personaje que no existe, en una situación que no sólo no es real, sino que se presenta bastante inverosímil y no nos damos cuenta de que los héroes tienen nombres tan normales y corrientes como los nuestros…

Los héroes son hombres de carne y hueso, tienen sentimientos y a veces sienten frío, como el P. Juan Sarmiento: un sacerdote argentino que vive en la mismísima Siberia, no para jugar a las cartas con los osos, ni para vencer un insano récord de vivir por un mes a la intemperie. Está allí llevado por el amor que tiene a Dios y a todos los hombres.

El P. Juan –que en breve cumplirá sus 50 años– es un héroe porque tuvo que pelearle al gobierno ruso un pedazo de tierra, no en Hawai, sino a 1,400 kilómetros al norte de San Petersburgo, en Murmansk, donde sí conocen lo que es el frío.

Es héroe porque tuvo que soportar una larga y dura prueba como lo es aprender el ruso durante 9 meses y lo consiguió. No sólo eso, gracias a sus esfuerzos pudo abrir la primera iglesia católica del lugar (Parroquia de San Miguel Arcángel, por si alguno quiere visitarla).

¿Enemigos? Más que antagonistas personificados, el P. Juan y los otros dos sacerdotes que le acompañan –uno español y el otro alemán– han tenido que hacer frente a una cierta indiferencia entre sus fieles. La razón: el estalinismo feroz sembró la desconfianza y la inseguridad entre esas personas.

Junto a esto, el alcohol –con su famosa cara nacional: el vodka– es un gran problema que afecta a la población. Sin embargo, nunca ha dejado lugar al desaliento en su vida y, poco a poco, a lo largo de siete años ha podido ir construyendo una pequeña comunidad de católicos, en medio de la gran mayoría de ateos y de ortodoxos…

¿Cómo ha aguantado? Su secreto ha sido no dejar de amar a esas personas. En el corazón de un sacerdote, de un héroe, hay espacio para todos: jóvenes, ancianos, mujeres, hombres, niños, enemigos, indiferentes, católicos… hasta los no creyentes.

Llama la atención que la organista de su parroquia es una mujer atea. Quizá ésta sea una característica principal del héroe: si da la vida al servicio de todos por igual es un héroe; si lo hace sólo por algunos, no podríamos darle ese título.

Necesitamos más hombres y mujeres como éstos: héroes de verdad. Héroes no porque se enfrasquen en un apretado y vistoso traje, sino porque creen en el amor. En efecto, sólo el amor nos convertirá en auténticos héroes.

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Con datos del diario Clarín, 16 de diciembre de 2007.
Fuente: www.buenas-noticias.org

martes, 28 de octubre de 2008

Pablo Pérez Pantaleón, seglar, encarcelado injustamente al atender a un niño, habló un año y medio del Amor de Dios a los presos
28 de octubre de 2008 (Vicente D. Yanes, L.C. / Buenas-Noticias) Por regla general, en situaciones normales y serenas es más fácil hacer el bien que en momento de pruebas y adversidades. Pero la bondad por simple reacción, por ambiente, por “facilidad” no es verdadera virtud. Más aún, una muestra de un corazón bueno es su permanencia en tal actitud aun en medio de las circunstancias más desfavorables. Pablo Pérez Pantaleón, seglar, encarcelado injustamente al atender a un niño, habló un año y medio del Amor de Dios a los presos. La decisión de hacer de buen samaritano le suspuso afrontar una injusticia que el Señor hizo concurrir como bendición para todos los presos con los que tuvo que convivir. Leer más...

viernes, 11 de abril de 2008

Testimonios: De genes, educación y amor / Autor: Vicente D. Yanes, L.C.

Uno de los libros más conocidos del ateo británico Richard Dawkins es The selfish gene (“El gen egoísta”) publicado por vez primera en 1976. La tesis del mismo se puede colegir fácilmente, pues está condensada en su título: todos los hombres poseemos un “gen egoísta” que por naturaleza nos lleva a buscar lo mejor para nosotros mismos a todo coste y es el que nos permite salir adelante; y este comportamiento no es más que un corolario de la teoría darwinista de la evolución.

No es éste el lugar para discutir la validez de estas afirmaciones (ni tampoco hace falta señalar el carácter ambiguo de tal proposición “científica”). Más bien, prefiero mostrar con tres hechos –siempre más elocuentes que las mejores teorías prefabricadas– la verdad que resalta en la afirmación opuesta: por naturaleza y por educación el hombre tiende al amor, busca lo mejor para sí y para los demás.

En Ciudad Victoria (noreste de México) sucedió este episodio, tan sencillo como aleccionador. Raúl Mora, cuando se acercaba su octavo cumpleaños pidió dos regalos muy específicos para su aniversario: un coche de juguete a control remoto y la colección de Los cuatro fantásticos. Una y otra vez hizo hincapié en que quería también baterías recargables junto con un nuevo cargador.

Sus padres le consiguieron con mucho agrado lo que con tanta insistencia había solicitado, cumpliendo hasta el último detalle. Con una gran sonrisa los recibió por la mañana, los abrazó y los dejó a un lado. Dijo que más tarde los usaría, que él sabía cuándo era mejor.

Después de la escuela, de camino a la casa su mamá se sorprendió cuando Raúl la hizo detenerse en una esquina para poder regalar su coche de juguete al menor de los dos niños que se ganaban la vida tratando de vender caramelos que nadie compraba. Raúl había visto que el coche que usaba el niño estaba roto y muy feo; éste lo haría más feliz. Por la tarde a Paco, el hijo de la señora que hacía el aseo de su casa le regaló dos de sus cuatro fantásticos, para que pudieran jugar juntos… ¿Esto es egoísmo?

Otro testimonio, aunque en este caso fue colectivo, se dio el pasado 14 de febrero, día del amor y la amistad, en el parque de atracciones “Six Flags” de la Ciudad de México.

¿Los protagonistas? Alumnos de los colegios CEYCA, Cumbres Bosques y Oxford (los tres de la Ciudad de México), Alpes y Cumbres de Querétaro, Everest de Pachuca, Highlands de Cuernavaca y nueve institutos más se dieron cita en el lugar para divertirse… y para reunir recursos para Dianita, una niña de cuatro años de escasos recursos que nació con un pie volteado con un giro de más de 150º.

Todo el dinero recaudado lo han destinado íntegramente a la operación de esta niña. ¿No es el amor lo que movió a estos chicos a ayudar a una persona con tales necesidades? (Referencia tomada de Ayuda a Dianita).

Cambiando de continente, en la ciudad de Barcelona encontramos a unos jóvenes que recorren las calles los sábados por la noche de las 21:00 a las 2:00. Si estos jóvenes andan en la calle buscando antros para divertirse no hay nada de especial, pero lo que hacen es algo totalmente inimaginable: buscan a las personas sin techo para darles de cenar, convivir con ellos y darles una palabra de esperanza y de fe.

Mas no se conforman con alimentar su cuerpo y su espíritu, no. Estos chavales se preocupan por conseguirles desde un saco de dormir hasta un empleo digno para que esas personas puedan mejorar su nivel de vida. Y mientras pasan de una calle a otra, ofrecen escapularios de la Virgen María a cuantos encuentran en su camino. Su nombre: Jóvenes de San José.

Podríamos seguir citando muchos y muchos casos más porque gracias a Dios estos testimonios de amor, servicio y solidaridad existen en todos los rincones del planeta. Porque allí donde hay dos hombres, puede existir el amor si uno de ellos se abre al prójimo y lo reconoce como un “otro yo” digno del amor que uno mismo quisiera.

Ante ejemplos como estos, los versos finales del poema “La Pedrada” de José María Gabriel y Galán, nos interpelan:

“Hoy, que con los hombres voy,
viendo a Jesús padecer (en mis hermanos los hombres, en todos los hombres),
interrogándome estoy:
¿Somos los hombres de hoy,
aquellos niños de ayer?”


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Fuente: Buenas Noticias

domingo, 14 de octubre de 2007

Amor del bueno / Autor: Vicente D. Yanes, L.C.

En el famosísimo ’68, un estudiante de una universidad europea tuvo la ocurrencia de dejar una pintada en la barda. Ésta aseguraba, con no poca ironía, que “El amor eterno dura tres meses”. Supongo que no lo hizo por mero cinismo, quizá él mismo había experimentado una decepción recientemente y el graffiti no era más que un desahogo emocional. Lo que no dudo, es que ese muchacho no estaba hablando del verdadero amor.

Ese “sentimiento de amor” que dura tres meses no es amor. “Se parece” tanto al amor como la caricatura del tigre del cereal se parece al temible felino del sureste de Asia: al primero lo tiras a la basura, al segundo lo respetas. El auténtico amor no es un sentimiento, porque los sentimientos van y vienen más rápido de lo que tardas en cambiar un canal en la tele.

Conozco un caso desde hace tiempo que siempre me hace reflexionar sobre la fuerza del auténtico amor. Por más que parezca inverosímil el hecho es completamente real. Por respeto a los protagonistas omitiré los detalles que puedan identificarlos.

Alfonso salió de su casa por la mañana, como todos los días para ir a trabajar. Rebeca, su mujer, lo despide en la puerta sin notar nada extraño. Lo ve como siempre, contento, con el deseo de que salgan bien las cosas en la tienda y pueda regresar a tiempo para comer.

Llega el mediodía sin Alfonso. Rebeca espera. Es de noche y Alfonso no vuelve. En la tienda le dicen que no llegó a trabajar. La misma historia al día siguiente, y al otro. Pasa toda la semana sin noticias de Alfonso. Nadie sabe dar razón de él. Parece que se lo ha tragado la tierra. Pasa un mes, y otro y otro. Alfonso se fue. ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Cómo? No hay respuesta. Hace un año de todo esto y Rebeca sigue esperando. Y se suceden los años…. sin saber nada de Alfonso.

¿Qué pasó con Alfonso? De camino a su trabajo se sintió mal. Se detuvo bajo una agradable sombra, a un lado de una construcción que quedó a medias. Se desmayó y cayó en una fosa, golpeándose aparatosamente la cabeza. Más tarde volvió en sí, pero no sabía quién era, dónde estaba y mucho menos qué tenía que hacer. Comenzó a caminar y a caminar y sin tener dónde vivir, durmió en las calles.

Era tal su confusión que, a lo largo de los meses y los años, cruzó el país vagando de un lado para otro. Una institución que se dedica a recoger a los indigentes y ayudarlos en su readaptación lo encontró. Habían pasado poco más de 9 años desde que Alfonso saliera de su casa hacia su trabajo en la tienda. En las terapias los enfermeros comienzan a darse cuenta de que Alfonso es una persona que demuestra haber tenido una educación, una carrera profesional…

Si te parece que es una historia difícil de creer, todavía te falta conocer lo más asombroso del hecho. Diez años después de su salida de casa, Alfonso regresa al hogar. No quiso llamar pues no esperaba encontrar ya a su mujer. Había pasado tanto tiempo…

Rebeca le recibe con lágrimas en los ojos…. “¡Volviste!” Alfonso la mira más extrañado aún. Ella continúa sola. No quiso casarse con otro hombre. En la sala descubre que todo sigue como antes: las fotos de su boda, las vacaciones… Y en la mesa, donde estaba su lugar, seguía el tarro en el que bebía su cerveza.

-“Rebeca, ¡me esperaste!... Cómo…” –Alfonso tartamudeaba emocionado.
-“Yo nunca te he dejado de amar” –fue la respuesta de la esposa, que le recibía con un cariñoso abrazo.

Parece difícil de creerlo, pero es un hecho real. Existe este amor, que sabe esperar aun cuando no reciba respuesta.

El amor dura tres meses cuando es un amor egoísta –que es la piratería más vendida y más barata del amor-. Por el contrario, una de las características principales del verdadero amor –casi me atrevo a decir que es su principal “sello de autenticidad”- es el desinterés. El amor no es un “te doy para que luego me des”, sino un “te doy porque te amo, incluso aunque te tardes en corresponderme”. Y entiendo yo que nadie se cansaría de hacer el bien a la persona amada.

El amor, para decirlo de una manera gráfica, no es cosa de centímetros. El amor no se mide ni con termómetro ni con regla. Ya lo decía Santa Teresa: “El amor sólo tiene sentido cuando es para siempre”.