En 1937 varios exploradores rusos lograron pasar unos meses en las
proximidades del Polo Norte, en el reino del hielo eterno, o, como solía
decirse, de la “muerte eterna”. Hasta entonces, se creía
realmente que allí no podía crecer ninguna planta. Por eso, la sorpresa de
los exploradores fue enorme al encontrar en el mismo Polo Norte una
flor... Era una especie de alga diminuta, del tamaño de la cabeza de un
alfiler, de color azul. Quisieron descubrir su raíz y empezaron a cavar.
Cavaron nueve metros de profundidad y todavía no dieron con el final de
la raíz... Ciertamente, esa flor es un ejemplo para nosotros. Por
todas partes, le rodeaban el hielo y la muerte y no se asustaba ni
retrocedía. Iba taladrando el suelo y se lanzó, en el reino de la oscuridad y
de las tinieblas, hacia arriba en busca de la luz.., hasta que la
encontró. No le importó, si tuvo que subir veinte metros. Valió la pena
llegar a la luz y poder alegrar la vida de unos exploradores y alabar a Dios
en las solitarias y heladas regiones del Polo Norte. Por eso, tú no te
desanimes, no importa cuántos metros estés bajo el peso de tus
pecados. Jesús te espera en la confesión y en la luz del sagrario; sigue
subiendo, El es la luz del mundo y te está esperando para darte una nueva
vida.
Allí, en el sagrario, vela Jesús todas las noches en silencio,
esperando la llegada del alba y de algunas personas que lo amen para
repartirles sus tesoros de gracia escondidos en su Corazón. Porque el sagrario
contiene todos los tesoros de Dios, ahí están los almacenes llenos y son
inagotables. ¿Por qué no vas a misa? ¿Por qué no comulgas? ¿Por qué no
te arrodillas ahora mismo, en el lugar donde te encuentras, y te
diriges al Jesús del sagrario? Mira hacia la iglesia y dile así:
Jesús mío, ¿qué haces ahí todo el día en la Santa Eucaristía? ¿Qué
haces en las noches silenciosas, solitario en la blanca hostia?
¿Esperándome? ¿Por qué? ¿Tanto me amas? ¿ Y por qué yo me siento tan angustiado
por los problemas y creo que Tú te has olvidado de mí? ¿En qué pienso?
¿En qué me ocupo? ¿Por qué me siento tan solo, si tú eres mi compañero de
camino? Ahora, he comprendido que tú me amas y me esperas y seguirás
esperándome sin cansarte jamás, porque tienes todo tu tiempo
exclusivamente para mí. Señor aumenta mi fe en tu presencia eucarística. Lléname
de tu amor ven a mi corazón. Yo te adoro y yo te amo. Yo sé que tú estás
siempre conmigo y que contigo ningún vendaval y ninguna tempestad
podrá destruirme. Dame fuerza, Jesús, YO TE AMO, perdóname mis pecados. Yo
sé que, si estoy contigo, tengo conmigo la fuerza del Universo, porque
tú eres mi Dios.
¡Oh misterio bendito, prodigio de amol; sacramento admirable, fuente de
vida... Jesús Eucaristía! ¡Qué vacía estaba mi vida sin Tí! Ahora he
comprendido que tú eres mi amigo y quieres abrazarme todos los días en
la comunión. Por eso, yo te prometo ir a visitarte todos los días y
asistir al gran misterio de amor de la Eucaristía. Quiero ser tu amigo.
¡AMIGO DE JESUS EUCARISTÍA!
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