Muchas veces vemos el sexo como cosa del demonio
También ésos por el vino desatinan y por el licor divagan: sacerdotes y profetas desatinan por el licor, se ahogan en vino, divagan por causa del licor, desatinan en sus visiones, titubean en sus decisiones.
Porque todas las mesas están cubiertas de vómito asqueroso, sin respetar sitio. [escena típica de una embriaguez colectiva] (Is 28, 7ss.) Aquello que Dios pide de nosotros se hace una lengua extranjera si estamos embriagados.
¿Por qué tomé este versículo? Por qué es justamente este el problema de la soltería en la Iglesia.
Muchos hablan de crisis de vocaciones y dicen: la falta de vocaciones es un problema, por qué la Iglesia de Roma, el obispo de Roma, que es un usurpador de los derechos de las diócesis, de las Iglesias Particulares, él quiere imponer a todos la soltería. Existen algunos padres en Brasil, y no estoy diciendo una teoría, estoy denunciando una realidad de la Iglesia de Brasil – que dicen así: Si el Papa quiere la soltería, ¡que él viva! ¡Nosotros no queremos! Queremos la libertad de la soltería, y ya que el Papa no libera la soltería, nosotros vamos a liberar en la práctica. El Papa es un viejo de 80 años, pero nosotros somos jóvenes, queremos vivir el amor libre. Esto ya es un movimiento dentro de la Iglesia de Brasil.
No piensen bondadosamente que esta mentalidad es una lucha por el padre casado.
La boda supone castidad cristiana, supone fidelidad, y esto también es complicado. Creemos que castidad es difícil sólo para quien es celibatario. No, castidad es desafío para todos, también para quien es casado. Muchos jóvenes me dicen: No sé como usted aguanta la soltería, y yo respondo: No sé como usted aguanta la castidad en la boda, pues ella es dura y difícil.
Existe un movimiento ideológico, sin nombre, sin partido, sin registro en la notaría, pero está ahí este movimiento que quiere acabar con la soltería en la práctica. Y digo esto sin miedo de errar, y para abrir los ojos de muchos de vosotros. Esta realidad es el humo del demonio dentro de la Iglesia Católica de Brasil. Y entonces se dice: Faltan padres a causa de la soltería, a causa de esta cruz pesada que el Obispo de Roma impone a los padres del occidente.
Lo que falta no son vocaciones, lo que falta es fe. La crisis en la Iglesia Católica, de modo especialísimo, la crisis de la Iglesia Católica en Brasil, es una crisis de fe. Las personas ya no creen. ¿Por qué crisis de fe? Necesito decir bien claro: por qué la soltería es un carisma y es muy difícil entender un carisma si no tengo fe. Por ejemplo, es difícil creer que el don de lenguas es un don de Dios si tú no tienes fe. Se hace un negocio ridículo pura y simplemente. Si Dios no actúa, si no es acción de Dios, como es que algo va a ser carisma, como es que vamos a creer en el don de cura, en los milagros, en el don de profecía, en el don de palabra de Sabiduría. ¿Cómo vamos a creer en un carisma si no tenemos fe? La misma cosa sucede con la soltería. Lo que falta ¡es fe! Es en la falta de fe que está la raíz del problema. ¿Qué falta de fe es esta? ¿Fe en que? Fe en creer que la propuesta del Evangelio es camino de felicidad.
Bismarck, famoso dictador de Alemania, decía que una mentira dicha un millón de veces, se hace verdad. Es así en la cabeza del pueblo. La mentira dicha un millón de veces es la siguiente: ¡Nadie es feliz sin sexo! Por lo tanto, el sexo se hizo un valor absoluto, él trae la felicidad, en sí mismo. En palabras más claras: el sexo se hizo dios. Pues, una cosa que en sí misma trae la felicidad es Dios, ¿no es así? En realidad, muchos tienen un otro dios, un dios que no es Dios – el dios del sexo. Es necesario que volvamos a la fe del evangelio, que creamos realmente en aquello que el Señor nos propone – la castidad cristiana, la soltería. ¿Cómo vamos a llegar a esto? Apuntamos hasta ahora al problema, necesitamos entonces ver la solución. Este problema necesita ser resuelto primero dentro de nosotros, para que podamos también predicar esto.
En un primer momento, necesitamos ver la belleza de la sexualidad humana. Nuestro tiempo perdió la noción de la belleza de la sexualidad. Ya no tenemos noción de la belleza, pues lo bello es algo gratuito. Nosotros, por otro lado, estamos en una sociedad donde sólo lo que tiene valor es es útil, entonces, claro, lo que es bello no tiene utilidad. Nadie se preocupa con lo bello. Si hay alguna preocupación, es por la propia belleza, en una visión narcisista – Yo necesito ser bonito. Existe una belleza en ser como Jesús, soñar como Jesús es. Existe una belleza en la sexualidad que Dios nos dio. Si queremos la belleza de ser como Jesús, necesitamos entender primero la belleza de la sexualidad humana. La sexualidad humana es una obra de arte, una maravilla.
Yo necesito arrancar el sexo de las manos del demonio y colocarlo en las manos de Dios – Pues, de tanto ver el sexo negativamente, muchas veces, vemos el sexo como cosa del demonio. Es como si Dios hubiera creado al hombre asexuado y el demonio fue quien creó el sexo. Pero el sexo es creación de Dios, por lo tanto, es una belleza.
El sexo es bonito, es maravilloso, es un presente de Dios. Que, infelizmente, como todo lo que hace el demonio envidioso, él toma lo que es de Dios y pervierte. El sexo fue hecho para ser vivido en el amor de total donación de un hombre por una mujer y de una mujer por un hombre, para que los dos den origen a la vida. Mi propio cuerpo habla eso. El cuerpo humano es un sacramento que me indica. El sexo habla de mí, de mi persona. El sexo habla de donde yo vengo y para donde yo voy. ¿De dónde yo vengo? De una donación mutua de un hombre y de una mujer. Yo soy un presente. Un presente que me fue dado por Dios. Yo me recibo como presente de Dios. La sexualidad humana me habla de este don gratuito, aleatorio, parece loco, caótico, pero no es un mero acaso, es la voluntad divina. La unión de un hombre y de una mujer me hizo puro don y presente de Dios.
Padre Paulo Ricardo de Azevedo Júnior
Arquidiocesis de Cuibá(Brasil)
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Fuente: Comunidad Canción Nueva
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