Me llamo Sotero Aguirrezabal y soy un joven de 80 años, de Durango de toda la vida. Joven emprendedor, fundé lo que en aquella época fue la imprenta del duranguesado. Se me podría definir como hombre activo, sensible y de “mala leche”.
Hace seis años mi vida cambió de forma radical por la enfermedad que contrajo mi querida esposa, el famoso alzheimer. Antes de continua, he de decir que ella también era muy activa y con carácter fuerte.
Dios ha querido que la enfermedad en mi mujer haya tenido una progresión rapidísima. En los últimos años, es cada vez más difícil oírle decir una palabra. Pensar en lo que era, te deja boquiabierto al comprobar lo que puede llegar a hacer una enfermedad. No sé si entiende las cosas que le digo.
En esta situación, cuando muy de vez en cuando y muy bajito oyes un gracias, solo te viene a la cabeza una idea: “gracias Dios mío por este detalle de cariño que has tenido conmigo”, y a continuación piensas que todo lo que has hecho ha valido la pena.
Vivo para mi mujer y su atención. Desde las siete de la mañana que me levanto hasta las 22,30 que me acuesto. Lo primero que hago es prepararle un zumo, que hay que dárselo ayudado de una jeringa; más tarde lavarle, darle cremas para que no se llague,.... y todo con muchísimo cariño.
Muchas veces, cuando voy a la farmacia o a hacer la compra me preguntan:
- ¿De dónde sacas las fuerzas para hacer todo esto?
Suele dar la casualidad de que vuelvo de oír Misa y les digo:
- ¿De dónde?, ¿sabes de dónde vengo? De Misa, pues de ahí saco la fuerza.
Cada mañana, al ofrecer el día al Señor le digo: todo esto te lo ofrezco, solo te pido ayuda para, en momentos de cansancio y tristeza, seguir adelante con fuerzas. Y así es mi día, cuidando a la persona que más quiero. Sería difícil contar las veces que a lo largo del día le repito al oído cuánto le quiero, aunque no sé si me escucha.
Los momentos que dedico a diario al trato con Dios en la oración y en la santa Misa, y al trato con santa María en el rezo del santo rosario, son de donde saco la fuerza para seguir adelante en los momentos de debilidad, que también los hay.
Sólo le pido al Señor que me dé fuerzas para cuidar a mi querida esposa hasta cuando Él quiera.
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