jueves, 29 de noviembre de 2007
¿Qué guardas en tu corazón? / Autores: Conchi y Arturo
"Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta èl a causa de la gente, le anunciaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte. Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen." (Lc. 8, 19-21)
En artículos anteriores hemos hablado de buscar y vivir la voluntad de Dios como único camino hacia la salvación y medio de tener una vida plena en éste mundo. Esto comporta cada día dar un pequeño paso en el abandono a la Divina Providencia y en crecer en la humildad. O sea, crecer hacia el Padre haciéndome más y más pequeñito, pasando más y más desapercibido como YO, el SER egoísta que la vida y la sociedad nos ayuda tanto a alimentar. Nuestro EGO nos convierte en un monstruo enorme que somos incapaces de dominar y que acaba con nuestra vida como hijos de Dios, como Templos del Espíritu Santo y como madre y hermanos de Jesús que escuchan su palabra y la ponen en práctica.
Damos pie a que nuestro corazón se convierta en aquel Templo sagrado en el que Jesús enseñaba y del que los vendedores hicieron una cueva de ladrones, de engaño, de manipulación. El Hijo de Dios hecho hombre no pudo soportar tanto desprecio hacia su Padre y cogiendo un látigo los echó a todos de allí: "Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus discípulos se acordaron de que está escrito: El celo por tu Casa me devorará". (Jn. 2, 13-17)
Comportandonos como vendedores
¿Nos devora el celo por la Casa de nuestro Padre?. ¿Por mantener puro e inmaculado nuestro Templo?. ¿Por procurar que ningún otro "dios" habite en él?. ¿Hemos dejado paso a los vendedores o comerciales que todos llevamos dentro?. ¿Vendemos palomas o vendemos ya bueyes y no somos conscientes?. Verdaderamente nadie es o puede hacerse santo por sus propios méritos, sino por gracia de Dios, pero tenemos tendencia a caer en la monotonía y acostumbrarnos a ver ciertas conductas y acontecimientos como normales o como que ya no puedo hacer nada por cambiarlos, porque están instaurados en mí y yo soy así.
Al igual que cada poco tiempo limpiamos nuestras casas, quitamos el polvo de los muebles, lavamos la ropa, etc... Así debemos tomar conciencia con la oración de aquellos tics, defectos, impulsos de carácter, vocabulario, gestos, acomodamientos, omisiones..., que caracterizan mi forma de ser. Nuestras emociones y mecanismos de defensa me hacen ser manipulador, egoísta, tener mal genio, impaciente, interesado, despiadado, mentiroso, vago...Jesús jamás tendría estas actitudes con los demás. Los vendedores del espíritu del mundo ocupan nuestro corazón y nos impulsan a ser comerciantes y comerciales compulsivos que buscan su propio interés y satisfacción inmediata.
Hoy! Este mensaje, articulo o enseñanza es para mí o para ti, no para aplicárselo a los demás. Soy yo quien necesita cambiar. No me hace bien lavarme las manos como Pilatos y exigir que mejoren únicamente los otros.Yo soy quien necesita sencillez para aceptar errores, y mucha dedicación para corregir defectos. Soy yo el llamado a seguir al Señor y dar lo mejor de mí mismo. Hoy es el día para convertirme. Me engaño al prometer un cambio para un mañana que nunca llega. "Hoy quiero perdonar, hoy quiero amar, hoy quiero renacer. hoy quiero dejar de ser parte del problema y ser parte de la solución, en mi hogar y en mi trabajo. Este mensaje no es sólo para este familiar o aquel amigo, es para mi, como debieran ser todos. El cambio debe empezar por mí, ¿Cuándo? ¡Hoy mismo!.
A lo largo de la Biblia, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, encontramos testimonios de como ha ido cambiando la vida de personas que vivían en situaciones difíciles y extremas y para las cuales sólo ha existido un hilo conductor: buscar y vivir la voluntad de Dios.
* ABRAHAM
Abraham es el ejemplo de fe por excelencia. Un hombre sencillo, de su tierra al que Yaveh había bendecido en bienes y al que había llamado a dejar su tierra, a su padre y toda la seguridad que tenía. Un buen día escucha la voz de Dios y le dice que le dará otra tierra para establecerse con todos los suyos. Además, ya era mayor y no tenía descendencia. El Altísimo le anuncia que será padre de un hijo.
¿Qué tenia de especial Abraham?, ¿Era un modelo de hombre bueno y justo?. No tenemos muchos datos sobre él. Uno es que estuvo a punto de ofrecer a su hijo Isaac a Dios en sacrificio cuando éste se lo pidió. Era lo más grande que tenía, lo que había deseado y esperado toda su vida. Sin embargo, hasta llegar a ese punto de entrega también había sido un hombre con sus debilidades y sus miedos, con dudas y momentos de falta de fe.
Cuando sale de su país se dirige a Egipto. Allí tiene miedo de que por la hermosura de su mujer alguien pueda matarlo para quitársela. Así es como decide que ella se haga pasar por su hermana y Sara es llevada ante el faraón, quien la toma junto a él. Cuando Dios castiga al faraón y su familia, éste le pregunta a Abraham porque lo ha engañado y tienen que marcharse.
También, cuando Dios hace con él la Alianza y le promete un hijo propio, Abraham y Sara, no creen. Sara le da a su esclava para que sea ella quien conciba ese hijo y Abraham acepta. Esto no era exactamente lo que Yaveh le había anunciado. A pesar de ello Dios mantiene su promesa, bendice al hijo que tiene con la esclava y les sigue protegiendo. Abraham escucha y espera la voluntad de Dios en sus pecados y limitaciones.
Sus descendientes siguieron esperando y guiándose por la promesa de Dios hecha a Abraham, renovada en Isaac y posteriormente en Jacob, José, Moisés...
* JOSÉ
José es el hijo predilecto de Jacob, es su debilidad, es un muchacho inteligente, educado y espiritual; muy diferente de sus hermanos mayores, bastante más toscos y brutos que él, acostumbrados al trabajo duro y a las adversidades de la vida.
José es muy joven y hasta ahora ha estado muy protegido por sus padres. Sus hermanos le envidian por ser el favorito de su padre y por cómo Dios se manifiesta a través de él, dándole sabiduría y discernimiento, ellos piensan que José se cree superior y cuando tienen oportunidad lo venden como esclavo, aunque algunos de ellos estaban dispuestos a matarle.
Pongámonos primero en la piel de los hermanos que acaban de cometer una gran traición hacia Dios, hacia su hermano, hacia su padre, a quien engañan haciendo creer que su hijo ha sido devorado por una fiera salvaje, y hacia ellos mismos. ¿Qué vendedores había en el corazón de estos hombres que no se mostraron temerosos de Dios?. Les "iluminó" el odio, la envidia, el deseo de venganza, la mentira, creyeron que sin José sus problemas desaparecerían. Sucedió todo lo contrario, sólo consiguieron aumentarlos pues ahora tenían que luchar contra sus conciencias que denunciaban sus actos continuamente.
Ahora miremos a José. Él ama a su familia, venera a Dios y se encuentra, primero en un pozo encerrado y luego en manos de unos extraños entregado por sus hermanos. Es una situación que podría trastornar psicológica y emocionalmente a cualquiera. No entiende nada, está asustado, piensa que nunca volverá a ver a sus seres más queridos, está roto de dolor por lo que han hecho sus propios hermanos, ¿qué va a ser de mí ahora?
¿Qué le queda a José para seguir adelante?. Dios, su Dios en medio de extranjeros, con costumbres y dioses diferentes. José entrega su confusión y su miedo a Yaveh en todos los acontecimientos que le tocan vivir, en los buenos y en los malos. Cuando es bendecido y digno de confianza de los jefes egipcios y cuando es difamado y encarcelado. Cuando es nombrado primer ministro del faraón y se convierte en el hombre más poderoso de todo el país; y a la hora de acoger, ayudar y perdonar a sus hermanos, incluso en esos momentos, José siempre es el mismo. Su corazón mira a Dios y lo bendice y alaba porque entiende que todo ha entrado dentro de sus planes de salvación. Incluso el arrepentimiento de sus hermanos, estos hijos de Jacob, los doce, son las cabezas de las doce tribus de Israel. ¡Cuánto debieron meditar estos hechos en sus corazones durante los años que vivieron!
* MOISÉS
Escogido y protegido por Dios desde el momento de su nacimiento en el que se vive un preludio de lo que será después la matanza de los inocentes por parte de Herodes queriendo acabar con Jesús. También el faraón decide que deben morir todos los niños judíos. Moisés, dejado en el río en una canastilla por su hermana, es encontrado y educado por la hermana del faraón como un príncipe de Egipto. Criado en un ambiente de seguridad y superioridad, va tomando conciencia de su origen, de la situación de su pueblo. En su corazón nace rechazo por el comportamiento de los egipcios hacia los judíos, hasta el punto de que se llena las manos de sangre matando a un egipcio que maltrataba a un judío. Sabiendo lo que había hecho y cual era el castigo, huye y empieza una nueva vida.
Al cabo de los años, Yaveh le llama y deja a su mujer e hijos para emprender una misión humanamente imposible, de locos. ¿Qué sabía Moisés del Dios de los judíos?. ¿Qué podía pensar, y más importante aún, sentir su corazón ante este acontecimiento?. "¿Por qué me voy a complicar la Vida?. Me matarán si vuelvo, el faraón se va a reír de mí, incluso los judíos ¿qué dirán?. ¿Quién soy yo para decir que me ha enviado Dios?," etc. No sabemos, pero pongámonos cada uno en su lugar.
Fue fiel en la desconfianza inicial de los judíos en Egipto, en la cerrazón del faraón, en la huida y paso del Mar Rojo, en 40 años de desierto, en tierra de nadie, llena de incomodidades, inhóspita y acompañado de gente rebelde, infiel, caprichosos. Nunca están contentos, no acaban de volverse y abrir su corazón a Dios, le niegan una y otra vez. Pero él siguió adelante, porque escuchó su voz y la puso en práctica y con él, su hermano Aarón y su hermana Miriam y otras personas realmente temerosas de Dios.
Aarón y su descendencia fueron nombrados por Dios pueblo sacerdotal, ejemplos de entrega, tanto él como su hijo Eleazar fueron muy respetados en Israel.
* PINJÁS
Era nieto de Aarón e hijo de Eleazar, también fué un sacerdote reconocido por su celo hacia Dios y su Ley. En uno de los momentos en que el pueblo era infiel a Dios, dejándose seducir y uniéndose a pueblos extranjeros, adorando a sus dioses y ofreciendo sacrificios, sufrieron una epidemia que costó la vida a muchos judíos. Moisés y los sacerdotes trataban el tema y un judío desafiando a todos tomó a una extranjera y la llevó a su tienda. Pinjás, cogió una lanza y los atravesó a los dos, no pudiendo soportar esa afrenta hacia su Dios. En ese momento paró la epidemia, porque hubo un hombre que escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica.
* MATATIAS
Fue un sacerdote respetado en su época, padre de los llamados Macabeos. Le tocó ver cómo Israel era invadido por reyes extranjeros que destruyeron y saquearon todo el país. Profanaron el Templo de Jerusalén y se llevaron todas las cosas de valor. Hubo judíos que se aliaron con los invasores, que renegaron de Dios y de su Ley Sagrada, se convirtieron a sus costumbres y adoraron a sus dioses, les ofrecieron sacrificios abominables.
También hubo una gran multitud que permanecieron fieles a su fe y que se jugaron la vida, e incluso la perdieron, por desafiar los edictos reales: quemar lo Libros de la Ley, no circuncidar a los hijos, comer cosas impuras, ofrecer en holocausto animales considerados impuros como el cerdo.
Muchos se unieron y lucharon contra los opresores, liderados primero por Matatías y posteriormente por sus hijos, defendieron la Alianza con Dios. Matatías antes de morir les bendijo y les dejó como testamento lo que había guardado como Tesoro Sagrado en su corazón:
"Cuando se acercó su muerte, Matatías dijo a sus hijos: «Ahora mandan los insolentes y los violentos; es un tiempo de crisis en que Dios descarga su enojo. Por eso, hijos míos, tengan celo por la Ley y arriesguen su vida para defender la Alianza de nuestros padres. Acuérdense de las hazañas que nuestros padres cumplieron en su tiempo, y alcancen también ustedes la gloria y la fama que no perecen.
Acuérdense de Abraham, que se mostró fiel en la hora de la prueba y, por eso, Dios lo consideró justo. José, en el tiempo de su desgracia, observó el mandamiento de Dios y pasó a ser el señor de Egipto. Finjas, nuestro padre, por su gran celo, recibió el sacerdocio para él y sus hijos para siempre. Josué llegó a ser jefe de Israel porque había sido cumplidor. Caleb obtuvo su herencia en esta tierra porque había proclamado la verdad frente al pueblo reunido. A David, por su piedad, le fue concedido el trono de un reino que no tendrá fin. Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado hasta el cielo. Ananías, Azarías y Misael fueron salvados de las llamas por haber tenido fe. Daniel, por su rectitud, fue liberado de la boca de los leones. Recorran, pues, todos los siglos y verán que quienes confían en Dios jamás serán defraudados.
No se acobarden ante las amenazas de un hombre impío, porque su gloria terminará en estiércol y en gusanos. Hoy es ensalzado y mañana desaparecerá; habrá vuelto al polvo de donde vino y no quedará nada de sus proyectos. Ustedes, hijos míos, cobren ánimo, y manténganse firmes en la Ley, que de ella recibirán la gloria."
(1 Mac. 2,49-64)
* DANIEL
Vivió durante la deportación de Israel en país extranjero. Desde bien joven sobresalió por su entrega a Dios y éste le bendijo con una sabiduría y discernimiento sin igual, superando a los ancianos más venerados. Sólo él supo interpretar los sueños, según los designios de Dios, de los diferentes reyes que gobernaron aquel país. No temió por su vida cuando tuvo que decir cosas desagradables para ellos, ni cuando en dos ocasiones le pusieron en el foso de los leones por dar testimonio del Dios verdadero y negarse a adorar a dioses falsos y transgredir las Leyes Santas. Yaveh siempre le protegió cómo prueba de su divinidad y de que su poder está al lado de aquellos que le adoran en espíritu y en verdad.
Siendo Daniel un muchacho, se produjo un gran escándalo. Cuando dos jueces ancianos, escogidos por el pueblo, acusaron falsamente de adulterio a Susana, una mujer muy bella y de gran fe de la que se habían enamorado y que se negó a sus deseos por temer a Dios más que a los hombres. Ante el Tribunal, los dos ancianos declararon contra ella. Susana puso la defensa de su inocencia en manos de Dios, y sin juicio ni prueba, sólo el testimonio de los jueces, todos decidieron que debía morir.
Cuando la llevaban a matar, entre la muchedumbre, gritó Daniel: "¡Soy inocente de la sangre de esta mujer!". La gente se volvió y le preguntaron que quería decir, él les hizo volver al Tribunal y allí, con la sabiduría del Espíritu Santo, demostró que los dos ancianos mentían y que Susana no había hecho nada de lo que era acusada; así que los mentirosos recibieron el castigo que preparaban para ella.
Hay muchos más testimonios en el Antiguo Testamento de cómo los hijos de Israel fueron reconociendo la voz de Dios, hasta convencerse de que era el único Dios verdadero en un mundo lleno de ídolos muertos.
Ellos que no conocían al Padre, tal y como Jesús nos lo reveló muchísimos años después, escucharon su Voz y vivieron su Palabra, todos ellos forman la família de madres y hermanos de Jesús, porque creyeron, aunque aun no entendieran su profundidad, la promesa de Salvación de Dios, hecha vida en Jesucristo y a pesar de sus pecados, errores y debilidades se pusieron en sus manos y se dejaron moldear.
"No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo. No busque nadie sus propios intereses, sino más bien preocúpese cada uno por los demás. Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre."
[(Flp.2,3-11)
Bendigamos a Dios alabándole con el canto de Ananías, Azarías y Misael, cantando en el horno encendido en medio de las llamas totalmente ilesos, protegidos por el ángel del Señor. Dándole gracias por haber puesto sus ojos en nuestras pobres personas, por pronunciar nuestros nombres y darnos la gracia de escuchar su voz, que ha dado sentido a nuestras vidas. Pese a las dificultades que pasemos y caidas que tengamos, pidamos la gracia de volver siempre nuestra mirada a Él que siempre es fiel a su promesa de Salvación:
"Entonces los tres, a coro, se pusieron a cantar, glorificando y bendiciendo a Dios dentro del horno, y diciendo:
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, alabado y exaltado eternamente.
Bendito sea tu santo y glorioso Nombre, cantado y exaltado eternamente.
Bendito seas en el templo de tu santa gloria, cantado y alabado eternamente.
Bendito seas en el trono de tu reino, cantado y glorificado eternamente.
Bendito seas tú, que sondeas los abismos, que te sientas sobre querubines, alabado y ensalzado enternamente.
Bendito seas en el firmamento del cielo, alabado y glorificado eternamente.
Obras todas del Señor, bendíganlo, alábenlo, ensálcenlo eternamente.
Angeles del Señor, bendíganlo, alábenlo y glorifíquenlo eternamente.
Cielos, bendigan al Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Aguas todas del cielo, bendigan al Señor, alábenlo y exáltenlo eternamente.
Potencias todas del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Sol y luna,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Astros del cielo,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Lluvia y rocío,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Vientos todos,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Fuego y calor,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Frío y ardor,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Rocíos y escarchas,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Hielos y frío,
alábenlo y ensálcenlo enternamente.
Heladas y nieves,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Noches y días,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Luz y tinieblas,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Rayos y nubes,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Tierra,
alábalo y ensálzalo eternamente.
Montes y cerros,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Todo lo que brota en la tierra,
alábelo y ensálcelo eternamente.
Vertientes,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Mares y ríos,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Ballenas y peces,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Aves todas del cielo,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Fieras y animales,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Hijos de los hombres,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Israel, alábalo y ensálzalo eternamente.
Sacerdotes del Señor,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Servidores del Señor,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Espíritus y almas de los justos,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Santos y humildes de corazón,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Ananías, Azarías, Misael,
bendigan al Señor,
alábenlo y ensálcenlo eternamente.
Porque él nos ha arrancado del infierno, nos ha salvado de manos de la muerte, nos ha librado del horno de ardientes llamas y nos ha sacado de en medio de ellas.
Den gracias al Señor, porque es bueno, porque su misericordia es eterna.
Todos los que adoran al Señor, bendigan al Dios de los dioses, alábenlo y reconózcanlo porque su misericordia es eterna."
(Dn. 3, 51-90)
Ahora reza desde el corazón:
Señor,
en el silencio de este día,
vengo a pedirte la paz,
la prudencia, la fuerza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor,
ser paciente, comprensivo,
dulce y prudente.
Ver por encima de las apariencias,
a tus hijos como Tú mismo los ves,
y así no ver más que el bien
en cada uno de ellos.
Cierra mis oídos a toda calumnia,
guarda mi lengua de toda maldad,
que sólo los pensamientos caritativos
permanezcan en mi espíritu,
que sea benévolo y alegre,
que todos los que se acerquen a mí
sientan tu presencia.
Revísteme de Ti, Señor,
y que a lo largo de este día yo te irradie.
Amén.
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