“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:” (Mt. 5, 1-2)
Felices ustedes, los limpios y honestos en la competencia, porque el deporte los ayudará a ser mejores personas.
Felices ustedes, los que hacen del deporte un camino hacia el interior del corazón porque encontrarán en él la humildad para respetar las diferencias.
Felices ustedes, los que se mantengan fieles a sus principios, amistades y compañeros porque serán fuente de confianza.
Felices los que respeten al árbitro y colaboren con él, porque la paz de Jesús inundará sus corazones y ayudarán a construir la civilización del amor.
Felices ustedes, los que saben ganar y perder porque disfrutarán con alegría el juego.
Felices ustedes, los que hacen del deporte un lugar de encuentro, amistad y solidaridad porque en él verán a Jesús.
Felices los que hagan del deporte un medio de conversión porque vivirán en él valores cristianos.
Felices los que sepan perdonar cuando sean ofendidos porque amarán como Jesús.
Felices los que integran a los excluidos en su equipo porque Dios los buscará para ser parte del suyo.
Felices los que aprendan a jugar como niños porque gozarán de alegría.
“Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo...” (Mt. 5, 12)
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Fuente: fragmentos.net
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