domingo, 18 de noviembre de 2007
¡Señor Jesús!
Contamos, para repetirlo,
con tu grandísimo y dulcísimo nombre.
Queremos decirte una palabra
franca y leal.
Te llamamos por tu nombre
si te llamamos Maestro, Pastor.
Te invocamos como luz del alma
y repetimos:
Tú eres el Salvador,
Tú nos eres necesario,
no podemos prescindir de Ti.
Tú eres nuestra ventura,
nuestro gozo y nuestra dicha,
promesa y esperanza,
nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
Nuestra alma estalla
en la misma exclamación que Pedro:
¡Señor, qué hermoso es estar contigo y conocerte!
Pablo VI
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