En tu corazón, sabes perfectamente qué está bien y qué está mal. Sabes qué es lo que, en última instancia, te ayudará a progresar y qué te hará quedarte estancado donde estás.
Aunque puedas ser muy bueno racionalizando en contra de una determinada verdad, ésta finalmente se hace evidente. Aunque algunos puedan ser muy hábiles intentando desorientarte, tú sabes muy bien qué es lo mejor para tu vida.
Marcha de la mano con tu corazón. Escucha tu voz interior, esa que tiene el mayor de los sentidos y que, mirando retrospectivamente, casi siempre tiene razón. En un mundo en que el engaño es, demasiado a menudo, tan sólo una estrategia más, desarrolla la costumbre de descubrir la verdad con tu corazón y no tan sólo con tus ojos.
No importa quiénes quieran sacar partido de ello, el hecho es que quien ha conseguido llegar hasta donde ahora te encuentras eres tú.
Y eres tú la persona mejor preparada para llevarte a ti mismo en la mejor dirección hacia el futuro.
El valor de tu experiencia de vida no está sólo en tu mente.
Está enclavada en tu corazón. Observa el mundo con todo lo bueno que tienes contigo, y podrás verlo con centelleante claridad.
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