“Ya estoy harto de escuchar a mis papás diciendo que soy un alcohólico. No quiero que me hagan sentir más mal de lo que ya me siento. Lo que quiero es que me ESCUCHEN, que simplemente me digan como mis amigos, no la ”riegues” sin regañar, sino con consejos. Yo empecé a tomar a los 14 en casa de mis amigos porque sino tomaba no era cool; pero ahora sólo soy tomador social, no como mis amigos que lo hacen por su conflicto con la sociedad y su familia; porque sus papás van y los “avientan” los viernes a la plaza, les dan $500 pesos y se van con la novia, los amigos, al golf y ni los pelan; ni quien les diga nada; para mí que les da miedo cuidar a sus hijos. Los papás creen que los hijos andan en bola en el cine, que están seguro, pero ni saben que los chavitos ya saben que si toman vodka huele menos y que si se “meten” coca ni se dan cuenta de que andaban hasta atrás. Además, con qué cara los regañan si cuando pasan por ellos “andan” igual”. (Testimonio de un joven universitario recabado en Focus Group para la Cátedra)
En días pasados se hicieron públicos los resultados de la Primera Encuesta sobre Adicciones entre los Capitalinos ; en dicho estudio se anuncia que casi 3 millones de personas entre los 12 y los 45 años consumen alcohol. 37.3% de los jóvenes entre los 12 y 17 años se declararon bebedores y 17.7% ya tienen condición de dependencia (14.6% hombres, 3.1% mujeres). Estas cifras suenan coincidentes con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 desarrollada por el Instituto Nacional de Salud Pública que publicó que existe una tendencia sostenida a incrementar la ingesta con la edad. Particularmente reportó que en el grupo que comprende a los jóvenes entre 16 y 19 años, 21% de hombre y 10% de las mujeres dijeron consumir semanalmente de cinco a más copas en una ocasión.
Sin lugar a dudas muchos de nuestros lectores en estos momentos estarán pensando mi hijo, un sobrino, un amigo o un compañero muy probablemente es parte de esa estadística; ¿qué puedo y debo hacer? El pensamiento derivado de dicha reflexión habrá de llevar a muchos a decir: “tengo que hablar seriamente con él”; “¿Cómo le digo que está mal?”; “Sólo aprenderá hasta que le ocurra un accidente”; “lo llevaré con un especialista”. Un sector más activista hablará con algún amigo o compañero de trabajo y empezarán a mandar correos con presentaciones de accidentes, recolectarán firmas, pedirán el cierre de antros, negarán permisos y discutirán por horas con sus hijos sin llegar a una solución concreta. Pero, ¿realmente estas alternativas son la mejor solución para hablar de alcohol con los hijos?
Primeros pasos
Como padres, el temor porque nuestros hijos se expongan a situaciones de riesgo o se involucren en acciones que deriven en el abuso del alcohol es natural. No obstante, pocas son las veces en que encontramos el momento oportuno, la palabra precisa o el lugar indicado para abordar el tema del alcohol en la familia.
Los expertos hoy día han encontrado que más allá del ataque, la satanización del alcohol o el emprender medidas radicales hay que emprender estrategias inteligentes de educación y prevención basadas en la comunicación efectiva y afectiva. ¿Cómo iniciar?
1.Dar testimonio. La falta de límites, reglas claras y testimonios de congruencia en el seno familiar son la principal motivación para la iniciación, el consumo y el abuso. Dado que el consumo de bebidas con alcohol está tan arraigado en nuestra cultura y nuestras costumbres, desde pequeños los hijos han visto que en casa la mayoría de las personas adultas beben alcohol en situaciones específicas asociadas con el festejo, las celebraciones y la interacción social natural. Por ello, se vuelve importante que sean los padres y los adultos cercanos los que muestren un consumo moderado y responsable que jamás derive en la embriaguez.
2. No ser permisivos ni tolerantes ante el consumo de menores. Por muy común que sea el uso de alcohol en nuestra cultura es un hecho científico que los menores no deben beber alcohol y mucho menos el que sean los padres los que permitan y toleren esta situación. Tanto niños como jóvenes son más sensibles a los efectos del alcohol y más vulnerables a involucrarse en situaciones peligrosas debido a que por lo general los adolescentes no preveen riesgos. Además, se ha comprobado que entre más temprano se inicien en el consumo más propenso serán a tener problemas con la bebida.
3. Fije normas y límites. ¡Cumpla su palabra! Cuando un niño o un adolescente no tiene normas claras es casi un hecho que opte por beber a la primera manifestación de presión social o curiosidad. Establezca normativas precisas sobre el consumo de alcohol: “los adolescentes no deben beber”, “no se debe conducir si se ha tomado”. Es muy importante que establezca sanciones y que nunca las suspenda o disminuya.
4. Fomentar la responsabilidad. Si uno como padre ha decidido beber, debemos ser los primeros en ser responsables. El alcohol en sí no es malo, lo que resulta inconsciente es el uso inapropiado. Nuestros hijos deben saber esa diferencia; deben saber que existen personas que como ellos no deberían beber: el alcohólico, los hipersensibles al alcohol, las mujeres embarazadas, los enfermos, los que manejan, los que están trabajando. Si los hijos ven que sus padres abusan del alcohol ellos repetirán la conducta. Los hijos deben ver en sus padres un modelo responsable y digno de imitar.
5. Hablar y conocer. Para cualquier acercamiento sincero es importante el diálogo y la comunicación con los jóvenes. Es fundamental establecer empatía mostrando interés por su mundo y su persona. La comunicación profunda permitirá a los padres conocer y descubrir los problemas personales, familiares o sociales que mueven en el fondo a sus hijos al consumo y abuso del alcohol.
6. Diga no a los sermones. La edad ideal para hablar sobre el alcohol, no es después del primer consumo o abuso. Los especialistas recomiendan hacerlo entre los 8 y los 11 años; edad en la que aún no manifiestan la rebeldía del adolescente que busca ser independiente, pero ya cuentan con la suficiente madurez para comprender. Se recomienda hablar en periodos cortos y oportunos; al otro día en que el chico bebió, nunca cuando esté bebido. Hable claro y exponga siempre los riesgos y las posibles consecuencias. Para una buena comunicación, aprenda a escuchar y dar un ejemplo o testimonio que refuerce lo dicho.
7. Cariño e interés. En cierto momento de su desarrollo, tanto niños como jóvenes se sienten solos y buscan en sus pares el afecto, la estima y la atención que no encuentran en casa.
8. Ofrecerles información objetiva. Los jóvenes particularmente rehuyen a las actitudes autoritarias y moralistas, tienden a desconfiar de los adultos que les brindan información distorsionada, que sataniza conductas o exagera los peligros. ¡Cuide muy bien lo que les diga!
Su contacto con los medios de comunicación, otros jóvenes y adultos hace que no se crean todo contenido o información que reciban. En la medida que sean motivados a ser autogestivos, a usar su creatividad e imaginación buscarán definir su problemática e identificar soluciones.
Si aún está a tiempo, hable con sus pequeños y adolescentes sobre el alcohol. Si ya han decidido beber, recuerde: nunca es tarde para hacerlo responsablemente. No arriesgue a su familia, mejor arriésguese por una buena comunicación.
Dónde acudir
Para mayor información te invitamos a consultar los servicios informativos que ha desarrollado la Fundación de Investigaciones Sociales A. C (FISAC) en colaboración con la Cátedra FISAC-Anáhuac en comunicación para la responsabilidad en el consumo y la sana convivencia:
Portal:www.alcohlinformate.org.mx
Blog para padres: www.padres.alchlinformate.org.mx
Blog para jóvenes: www.jovenes.alcholinformate.org.mx
O solicitando en su escuela los Talleres Tipps para la promoción de la salud, la responsabilidad y moderación ante el consumo de bebidas con alcohol impartidos por FISAC: 5545-6388, 5545-7027, 5545-7216 y 5545-9981 en la ciudad de México
Puntos importantes a considerar
1: ¡Foco Rojo! ¿Cómo saber que se está rebasando el consumo responsable? · Deseo persistente por beber
· Tolerancia
· Incapacidad de control
· Emplean mucho tiempo para conseguir alcohol o recuperarse de sus efectos
· Reducción de actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo
· Uso continuado a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos causados por el consumo
2: Principales lugares de consumo en los menores
· Casa (34.88%)
· Casa de otras personas (26.92%)
· Restaurantes (10.97%)
· Bares o antros con licencia para expender alcohol (11.58%)
· Lugares sin licencia para expender alcohol (2.83%)
· En la calle (6.05%)
· En el trabajo (2.39%)
3: Situaciones que favorecen el inicio en el consumo de bebidas con alcohol
· Acontecimientos sociales
· Quince años
· El paso de la adolescencia a la adultez
· Bodas
· Partidos de futbol
· Conciertos
· Salida a antros
4: Tipps para una fiesta responsable
Con el fin de iniciar una cultura de responsabilidad ante el consumo en casa ofrecemos los siguientes consejos:
• Inicie las reuniones familiares ofreciendo bebidas sin alcohol: jugos de frutas, refrescos o agua. Piense también en los invitados que han elegido no ingerir bebidas con alcohol.
• Sus amigos y usted son el alma de la fiesta, las bebidas son un complemento.
• Organice juegos, baile, conversaciones sobre temas de interés.
• Para que su fiesta o reunión tenga un final feliz, recuerde que lo ideal es divertirse, no excederse.
• Ofrezca botanas al comenzar la fiesta, ya que el alimento hace que el alcohol llegue más lentamente a la corriente sanguínea.
• Beba despacio e intercale bebidas sin alcohol.
• Si está bebiendo para cambiar su estado de ánimo, ¡cuidado!
• Si alguien se emborracha en su casa, invítelo a que se quede a dormir, llévalo a su casa o pídela un taxi de sitio.
• Si alguien sufre una congestión alcohólica, llévelo a la institución hospitalaria más cercana, al área de urgencias, y procure que repose de costado, ya que podría vomitar y ahogarse.
5: ¿Por qué algunos jóvenes han decidido no beber alcohol?
En la Encuesta Nacional de Adicciones 2002, 64% de los menores -que confesaron que nunca habían bebido- mencionaron como causas: el que en su casa no se acostumbraba; por su religión; por miedo a tener problemas y porque no les llamaba la atención. Mientras que en el 36% restante se vio que -más allá de los modelos difundidos por los medios de comunicación y la presión social- es en la propia casa o en la de familiares y amigos donde se indujo a la prueba, ya sea porque era una conducta normal entre los miembros de la familia; los padres quisieron romper mitos, tabúes y “enseñar” que no tenía nada de mala; para superar la curiosidad o simplemente como una forma de iniciación o mostrar maduración a la sociedad.
6 ¿Por qué si lo tienen todo, los jóvenes quieren beber?
Durante las entrevistas realizadas, los jóvenes comentaron que consumen bebidas con alcohol: porque si no toman, no están en el mismo canal que sus amigos; por la presión social; por costumbre; porque si no serán vistos como los aburridos; por quedar bien con el novio/a; porque han sufrido violencia intrafamiliar; por presión escolar y la extrema exigencia de los padres; por sus problemas familiares y sociales.
“En México más de 3.5 millones de jóvenes entre los 12 y los 17 años se consideran actualmente bebedores” (Encuesta Nacional de Adicciones 2002)
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Fuente: Catholic.net
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