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martes, 13 de noviembre de 2007

Gracias por haberme traído al mundo / Autor: Manuel Galiot Pérez

Manuel y Ester Galiot son un matrimonio español, cuya familia ha sido bendecida con el nacimiento de un bebé con síndrome de Down. Esta carta la escribe Manolo, imaginando lo que el pequeño Jaime querría decirles, si pudiera hablar.

Queridos papás:

He querido escribiros estas líneas para daros las gracias por haberme traído al mundo. Desde siempre he existido en la mente de Dios, pero Él necesitaba un acto de amor y de generosidad por vuestra parte para que yo pudiera nacer. En mi mente y en mi corazón, hasta donde se alcancen a desarrollar, siempre existirán sentimientos de inmerso amor y gratitud hacia vosotros, que me ayudaréis a seguir viviendo el Cielo en la tierra.

Puedo recordar el momento en el que descubristeis mi existencia, como hemos ido juntos descubriendo mi realidad, cuantos momentos de intimidad con Dios en la oración y en la Eucaristía, con que cariño me habéis cuidado, me habéis hablado y habéis ido preparando mi encuentro con toda la familia, como han pasado por vuestras mentes los momentos de felicidad que íbamos a tener,… Todo va a ser igual, porque en mí siempre tendréis a un niño, que si me aceptáis como soy os voy a ayudar a conseguir esa felicidad, con la ventaja que va a ser eterna.

He venido al mundo como un niño diferente pero con una gran misión y a vosotros os corresponde ayudarme a realizarla. Pienso que si, descubrís en mí las gracias que Dios ha querido mandaros conmigo, vais a ser muy dichosos. En caso contrario, me convertiré en una carga pesada y nunca podré cumplir la misión para la que fui elegido.

No soy igual que mis hermanos pero esta diferencia no debe alterar las cosas. Pensad por un momento que la misión que, como padres os ha sido asignada, conmigo ya la habéis cumplido, sólo por el hecho de haberme traído al mundo con mi singularidad. Yo nací para el Cielo, siempre seré el angelito que os ha enviado Dios para que, junto conmigo, alcancemos la gloria eterna.

Jesús y María me han hablado mucho de vosotros y de mis hermanos pero, sobre todo, del bien que voy a traer a la familia y a la gente que os rodea. También me han encargado que les recuerde a todos nuestros familiares y amigos que tienen una misión en la vida, que también han venido al mundo con un encargo divino que deben cumplir. Muchos se olvidan de ello y tenemos que venir otros ángeles para reavivar esa llama que un día encendió el mismo Dios. Todos debemos brillar mostrando nuestra fe viva, dando motivos de nuestra esperanza y de nuestra vocación al amor, e impregnando con ello todos los momentos de nuestra vida.

Si todo lo veis a través de la fe seré un regalo de Dios, que ha querido hacerse presente en medio de la familia. En mi fragilidad y singularidad podéis encontrar toda la grandeza y la presencia de Dios.

Os pido que me ayudéis con mucho amor, con vuestros cuidados, con vuestras oraciones, con vuestro esfuerzo y sacrificio porque lo necesitaré más que mis hermanos. Ellos lo van a entender. Pedidles que me quieran mucho, que tengan mucha paciencia conmigo, que me ayuden y jueguen cuanto puedan porque los necesitaré mucho. Ya sé que me quieren con todo su corazón y que han pedido todos los días por mí. La Virgen María me ha ido contando todas las cosas que han ofrecido por mi salud y que deseaban tener un hermano y un ángel a la vez. Yo pediré por ellos siempre y me preocuparé en recordarles, con mi ejemplo, que se deben hacer como yo, como niños, para que puedan alcanzar el cielo que yo ya tengo.

No es casualidad que me hayan enviado con vosotros. Os doy las gracias por todo lo que me habéis deseado, por haber pedido con insistencia que formara parte de la familia, por todo lo que habéis hecho por mí, por todo el amor que me demostráis día a día.

Decid a todas vuestras amistades que devolveré, una por una, todas las oraciones que han elevado al Cielo por mí y por todos nosotros. He podido ver que nuestra “familia” es grande, en la que hay verdadero amigos, gente que nos quiere mucho y que siempre estarán presentes en nuestras vidas.

Pediros de nuevo que siempre veáis en mí al niño que nació en el pesebre, que estéis siempre muy unidos a Dios y que busquéis conseguir la gloria que yo ya tengo, porque os quiero tener conmigo toda la eternidad.

Con todo mi amor.

JAIME

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Fuente: Catholic.net

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