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jueves, 6 de septiembre de 2007

Pierre Lemieux, reza en el Parlamento canadiense por la protección del sacramento del matrimonio











En Estados Unidos es más o menos común que se mencione a Dios en las cámaras gubernamentales, ya que se trata de uno de los países democráticos más religiosos del mundo (en competencia con Brasil, la India y otros...)

Pero no es común hablar de Dios en Canadá: el vecino del norte es una nación tremendamente secularizada, relativista e indiferente ante la religión.

Por eso ha impactado el discurso del diputado conservador por Ontario, Pierre Lemieux, que en la Cámara de los Comunes no sólo defendió el matrimonio de hombre y mujer como voluntad de Dios sino que recordó a sus señorías que “el cargo de diputado dura poco pero la Eternidad ante Dios no”.

En concreto Lemieux se dirigió a los diputados que se autodefinen como católicos para que considerasen el asunto como católicos con una mirada a sus almas inmortales. “Cuando dejemos de ser diputados, tristemente, nos olvidarán nuestros compañeros los hombres; pero no Dios, que nos conoce a cada uno íntimamente. Si Dios Mismo es realmente el autor del matrimonio, que seamos capaces de dar un buen informe sobre nosotros cuando nos presentemos ante Él, porque todos estaremos ante Él”.

Lemieux concluyó su intervención con una oración en pleno Parlamento: “Dios Todopoderoso, protector de todas las familias, guíanos en nuestros esfuerzos para defender el Santo Sacramento del Matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Te lo pido en el nombre de Nuestro Señor, Jesucristo.”

En Canadá un gobierno progresista instaló el matrimonio homosexual poco después que el gobierno Zapatero lo implantase en España. Posteriormente, los Conservadores y Liberales ganaron las elecciones. El Primer Ministro, Stephan Harper, se había comprometido a revocar la ley sobre el matrimonio homosexual, pero no acudió a este debate en el cual se planteaba reabrir el debate, aceptando, eso sí, aquellas uniones que ya se hubiesen producido.

Sin embargo, sólo 20 de los 308 parlamentarios estaban presentes y los diputados liberales de los que se esperaba un voto pro-familia no votaron a favor. Como resultado, no se aprobó la reapertura del debate sobre la naturaleza del matrimonio.

Pese al desinterés de los diputados, el tema sí interesa a los ciudadanos. Lemieux, que dijo que había trabajado duro para estar en la lista de oradores del día, explicó en el parlamento que nunca había recibido tanta correspondencia como acerca del tema del matrimonio y que los ciudadanos de su distrito “en abrumadora mayoría me piden votar en defensa de la definición tradicional del matrimonio”.

El diputado de Ontario explicó que el matrimonio es una institución que existe desde el origen de la humanidad, presente entre todas las culturas y luego pasó a citar el Catecismo de la Iglesia, algo insólito en un país muy descristianizado:

“La comunidad de vida y amor que constituye el estado matrimonial ha sido establecido por el Creador y dotado por Él de sus propias leyes; es una alianza en la que esposo y esposa expresan si amor mutuo y s eunen a Dios en la creación de una nueva persona humana, destinada a la vida eterna".

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