jueves, 27 de septiembre de 2007
Catholic Idol / Autor: Martín Valverde
En el monte Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro fundido, y lo adoraron.
Sal 106,19
Me aburre escribir de esto, pero dadas las circunstancias que nos rodean, lo hago. Hay gente esperando nuestro pobre punto de vista.
…Era el mes de octubre del 2001; estábamos extenuados pero contentos pues nos encontrábamos a media gira enREDados México; estábamos viviendo historia y haciéndola de paso, por la Gracia de Dios ciertamente, y además sin competir entre nosotros.
Durante ese año, primero a principios, y luego dos veces más en su transcurso, nos habían hablado de una “premiación” que se iba a hacer de la música católica en México, D.F. Le cambiaron la fecha varias veces hasta que, por pura “coincidencia”, dio con las fechas de nuestra gira por México.
Era un jaque mate, pero la verdad es que fue tranquilizante el no poder asistir a recibir los “premios”, así que nos los hicieron llegar. Varios de nosotros, aún “non gratos” para la entidad organizadora, salimos premiados, así que de repente estábamos llenos de ¡trofeos a la música católica!. WAW!!!
Estábamos listos para empezar el concierto de Aguascalientes cuando yo pregunté: ¿qué hacemos con tanto trofeo? (la forma del mismo se las comento en otra ocasión). Y uno de nuestros mejores exponentes para ocurrencias dijo: “Pues hagamos un becerro de oro y ¡adorémoslo!”. Nos reímos mucho por la ocurrencia, y de paso nos preocupamos más por la simpleza de un hecho que encierra todo lo contrario a lo que nos hemos propuesto desde el inicio: servir, evangelizar, llevar el mensaje que nos salvó a nosotros y a otros. Este tipo de “archivos adjuntos de la fe con virus” no son ni parte de las añadiduras que dijera el Señor.
La verdad creo que ya me tardé en escribir esto que les quiero compartir a continuación, pero tengo la certeza de que aún no es tarde, y que, por el contrario, va a llegar muy a tiempo.
¡Empezaron de vuelta, por quinta temporada, las audiciones de American Idol en el canal Fox! (por eso digo que ya me tardé,.. desde la segunda quería escribir esto).
En todo el programa hay muchas cosas sorprendentemente bien producidas y una de ellas, sin duda, es la primera etapa de eliminación, en donde llega textualmente “de todo” a ser audicionado y, de paso, juzgado a quemarropa.
Los productores lo saben y se encargan de que nada se les escape; algunos personajes ayudan sólo con su presencia (que por vestuario y exposición ya son todo un espectáculo). Hagan de cuenta a Fido Dido o a Homero Simpson haciendo audición. No es regla, pero es bastante común que a más decoración en la persona, menos capacidad musical va a tener, por lo menos en lo que a audiciones se refiere.
Los que han visto la serie saben que los jueces son bastante interesantes, y para subir el rating se prestan a todo. Hay uno de ellos en especial, el más finito, Simon, que es lacerante al momento de juzgar a los que cantan o creen que cantan (a mí me iría de la patada, con certeza).
Al ser audicionado quedas a juicio de otro, nombras a otro como juez de tu don, o mínimo, reduces tu capacidad de acción a la opinión de una persona. Pero no es culpa del juez (quien después se puede aprovechar de eso) pues fuiste tú el que respondió a la convocatoria y no llegaste forzado por nadie.
¿Ustedes creen que en la música católica cristiana exista este tipo de audiciones?, ¿qué alguien se preste a esto y/o que alguien se ponga a hacerlas?. Pues, ¡sorpresa, sorpresa!. De que los hay, los hay, y aún estamos a tiempo de prevenir más daños, no de evitarlos, pero sí de prevenirlos, o por lo menos disminuirlos.
Vamos quedando claros: tarde o temprano tendrás que pasar por algún tipo de audición en la vida, pero esto es muy diferente a buscar LA AUDICION de tu vida, aquella que te va abrir las puertas y que te va a lanzar al estrellato del eslabón perdido entre la tierra secular y la cristiana.(sigue durmiendo de ese lado).
Es más que entendible que una obra de teatro tenga que hacer audiciones, o que una producción de cine deba practicar esto. Se trata de un marco específico dentro del cual no puede entrar cualquiera, sino aquel o aquella que cumpla con el perfil pretendido, pero no es despectiva la elección, es lógica y en función de un papel.
De las cinco temporadas de American Idol, vi más la tercera; y de la segunda, lo correspondiente a la primera eliminación.
De todos los casos que se presentaron en un programa me tocó ver, para mi sorpresa, uno que tenía que ver con mis terrenos y asuntos.
Para las audiciones de la temporada habían tomado la decisión de invitar a un músico famoso y reconocido; el de esta ocasión era el Sr. Gene Simmons, quien fuera el bajista de la banda KISS, muy famosa en los años 80 entre los jóvenes y con un “acústico muy interesante a finales de los noventas” para los ya no tan jóvenes. Sobra decir que KISS supo maravillosamente hacer negocio con su imagen de rockeros enmascarados, y con el tema de ser “satánicos” y bastante bien dados al reviente sexual (de esto último no les quede duda). Lo que por cierto los hizo blanco del ataque constante de grupos cristianos, mismos que sólo ayudaron a aumentar sus ventas.
Pues bien, le tocó a Simmons y al jurado de costumbre (Paula, Randy y Simon) estar haciendo las audiciones. Como era de esperarse, había de todo, y se subrayaba en especial los casos de especímenes que agotaban su especie al hacer su aparición.
Pero para el final del programa, las cámaras apuntan hacia un joven rubio, de buena apariencia, recatado, vestido a la moda GAP, quien había llegado apoyado por sus “hermanos de Iglesia” para hacer la audición (como lo leyeron).
El objetivo para el programa estaba alcanzado. De este lado del mundo, el mercado cristiano existe y es comprador, o mínimo hace bulto. Y los productores lo sabían bien. Enfocan al muchacho, quien era pastor de los jóvenes de una Iglesia Cristiana, ponen a su grupo orando afuera y “dejando todo esto en manos de Dios”.
Yo doblé mi atención pues veía venir el choque: Simmons en un jurado, evaluando a un pastor de jóvenes de un Iglesia Cristiana. Eso era para verse.
El muchacho pasa, se presenta, está evidentemente nervioso, canta decentemente, pero eso es todo. Espera el veredicto de los jueces. Los tres de siempre manejan la cosa muy “light”, muy suave: “es un muchacho muy bonito”, “su cara nos va ayudar mercadotécnicamente”, “ni hablar de su trasfondo, nos va a traer otro público” , “no canta tan mal”, etc.
Mientras esto sucedía con los otros jueces, Simmons había permanecido completamente callado, y su mirada se había puesto realmente seria y profunda. Dejó que los otros jueces hablaran sus boberías, y al final, cuando se le pidió su opinión, habló directamente al joven diciéndole:
“Este no es lugar para ti, tú podrías -si lo quieres-, hacer toda una carrera por el lado de la música cristiana, tocando country o cosas similares. Hay todo un mercado en donde podrías desarrollar ¡¡¡¡¡TU MINISTERIO!!!!! (¡eso le dijo!), pero aquí no hay nada para ti, no tienes porque hacer esto, por aquí no es tu camino”.
Yo estaba petrificado, pegado a mi asiento. Ahí estaba este joven quien iba como buey al matadero (no son palabras mías, son de la Biblia):
Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus labios. Se va tras ella en seguida, como buey al matadero, como el ciervo atrapado en el cepo, hasta que una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que se precipita en la red, sin saber que le va en ello la vida. Proverbios 7,21-23
Y aunque no voy a negar que la intención del chico en cuestión era buena, Simmons había dado en el clavo: es el monte Sinaí en donde se dan los mandamientos, no en Egipto. No puede haber un American Idol que compagine con el ser creyente, no se puede servir a dos señores. No se puede poner fuego en los regazos sin quemarse.
¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos? ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
Proverbios 6,27-28
El final fue aún más inesperado para mí. Cuando Simmons terminó de hablar, tocaba decidir si éste mozuelo seguía o hasta ahí llegaba. Cuando le dijeron que sí los tres jueces de American Idol, Simmons guardó y otorgó silencio profundo, pero el joven pastor empezó a saltar como ciervo o como canguro por todo el set.
¡No había oído a Simmons!, y lo peor es que puedo asegurarles que, aún contra todo lo que se pueda decir, en ese momento, Gene, el viejo bajista de los KISS, había sido la voz de Dios en medio de todo lo superfluo de la circunstancia.
El joven pastor salió del lugar, salió a celebrar con su hermanos de Iglesia su pase a Hollywood.
Insisto, puedo ver la sana intención de este muchacho, pero es un hecho que no pasaría a más, había llenado los 10 minutos de programación, que era lo que urgía. Total… “de buenas intenciones está lleno el camino al infierno”.
El querido pastor de jóvenes no paso a la tercera ronda, era de esperarse. Pero su ejemplo en este escrito es para prevenirte a ti.
En México tienen un refrán que dice: “siempre hay un roto para un descocido”. No te estoy hablando de compañías seculares que dan un espacio a la música cristiana; te estoy hablando de personas de la Iglesia que tienen su empresa, y que con la misma (a veces disfrazándola de comunidad o similares), son verdaderos dráculas del arte católico, pues no hacen mas que chupar la energía vital de los que representan.
La experiencia nos cuenta que para esta clase de pederastas de la música católica hay tres básicos clientes o víctimas, alguno de estos podrías ser tú. A ver, revisemos:
1. Los que vienen completamente ignorantes de todo lo que los rodea, y por su estado no traen malicia y van creyendo en todo, sin cuestionar, y firman confiando, sin imaginarse en que se están metiendo.
Pero hay por lo menos tres clases de Ignorancia según Francois de Rochefoucauld: No saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. Usted anótese en la correspondiente.
2. Los ambiciosos, que al escuchar que les prometen las perlas de la Virgen, discos de oro, escenarios, y giras por todo el mundo, contacto con los grandes, etc., caen redonditos frente a su propia ambición. Son finalmente víctimas de su propia trampa. Decía Cervantes: Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero (aunque el tercero termines siendo tú, quien sabe como).
3. Y los perfectamente estúpidos (cada zona del mundo tiene su forma de llamarlos…en España, por ejemplo, les dicen Gilipollas. Usted aplique la propia y correspondiente a su región). Decía Einstein: Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.
No niego la presencia de lobos vestidos de ovejas, pero no quiero esconder tampoco la obvia predisposición y estupidez de algunas ovejitas (roto para descocido, explotado para explotador, víctima para verdugo).
Dan ganas de reír de la pena, la verdad. Ahora todos son “expertos”, productores, “Santos Padres de la música católica”, ya sea porque tienen muchos años en el negocio, o porque tienen mucho colmillo, o porque están al frente de un trabajo visible o audible, de una radio o de un programa, o por su página en Internet. Hace poco leía, sin poder creerlo, la descripción sobre un conductor de programas católicos. Decía los siguientes auto-piropos (porque él mismo lo escribió) antes de dar premios según su parecer: “conducido por su director y reconocido "discjockey católico". Con su reconocido gusto y oído musical, explicó cuáles eran a su juicio los más destacados discos del 2005”. Lo interesante es que el premiado lo tomó y lo predica como el disco del año, aunque haya vendido dos copias (lo que es estar de acuerdo).
Sale un grito del corazón, ¿a quién quieren engañar?, pero el problema es que sí hay a quien, y espero no estés tú en esa lista de pequeños cerebros.
El año pasado hicieron una premiación en Europa. La entidad que premiaba había perdido de repente a algunas de sus propias y máximas estrellas del canto católico porque se habían emancipado finalmente. No les quedó más remedio que darnos “la canción del año”. Lo irónico es que esa misma entidad de música católica llevaba más de un año acusándonos de piratería de su material más preciado (los emancipados), y por supuesto somos innombrables en su medio (aún con todo y premio).
En estos tiempos escucharás mil veces y hasta hartar cosas como esta, premio al: mejor cantante, mejor canción, mejor disco juvenil, artista revelación, mejor disco de música religiosa contemporánea católica del año… según el mejor programador, etc.
Yo me quedo con la frase del maestro: La gloria no la recibo de los hombres. Juan 5, 41.
Nada de esto sería importante mencionarlo si no se hiciera tanto daño a los nuevos profetas que van surgiendo. Cierto es que cada uno elige en donde se mete, pero si está en nosotros advertirte antes de que las heridas son gigantescas entonces intervenimos, mínimo con estas palabras.
Dice Luis Enrique Ascoy que lo verdaderamente competitivo entre nosotros debe ser ver “quien pesca más en RED, y no solo con su caña”. Ciertamente esta clase de frutos no se van a presumir, ni a premiar, pero es el Espíritu de Dios el que lo suscita.
Para terminar preguntaría, ¿quien está capacitado para calificar y/o premiar a esos grandes siervos de Dios?; me refiero a aquellos que simplemente cantan en su parroquia contra todos los inconvenientes para hacerlo; a los que se suben a los buses a evangelizar cantando (existen, no se asusten). O a aquellos que se la pasan de misión con la guitarra al hombro, o no tienen la posibilidad de grabar un disco o de hacer un concierto. ¿Quién nombró a estos pseudo jueces entre nosotros?, ¿será que un disco de oro vale más que toda una vida de servicio en el humildad?.
Tú decides. O nos conoces por nuestras presunciones, o por nuestros discos de oro, o nuestro tiempo en el gremio, o nuestra estúpida foto en una portada, o -como está escrito-, nos conoces por nuestros frutos, y además frutos que permanezcan (o por la falta de ellos).
Despierta antes de que Jesús se vuelva para con nosotros y nos pregunte como en el Evangelio de hoy (Mc 9,30-37): “¿De que están hablando entre ustedes?. El Señor, primero, no quiere que nadie sepa que está en Galilea; luego habla de su pasión, muerte y resurrección; luego descubre que sus discípulos, además de no entenderlo, ¡no lo oyeron!. Llevaban todo el camino hablando de quién era el más importante entre ellos. Habían desperdiciado la voz de Dios mientras hacían sus encuestas y se entregaban sus premios. ¡Que Dios nos cuide de esto!.
Mi querido amigo y colega músico: los que estamos en esto de servir al Señor a través del arte, no planeamos que se fueran dando las cosas así como algunos lo quieren, con su Top 10 o Top 20, o como negocio. Todo lo que hemos logrado ha sido un plan del Espíritu Santo para su Iglesia y para los jóvenes de esta generación (y esperamos sea también de las siguientes).
El llamado original se mantiene. Despierta antes de que se coman el fruto que Dios puso en tus manos para toda su Iglesia.
Terminemos con frases de sabiduría. Que el Espíritu te las explique para que puedas hacerlas tuyas:
LA COPLA
Antonio Machado
Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo , ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillen , de los que escriben cantares:
oír decir a la gente que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón en el alma popular,
lo que se pierde de nombre se gana de eternidad.
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