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viernes, 14 de septiembre de 2007

"Jesús te ama de forma especial y quiere sanar tus heridas" (II) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre.

Me encanta el lema del Retiro: “Haz tú lo mismo”. Y vosotros sabéis cuando dijo esto Jesús; lo dijo después de lavar los pies a sus discípulos. Y también nos dijo: “si tú haces lo mismo serás bendecido por Dios”. Y la bendición de Dios es la paz, el gozo, es la felicidad. Esa felicidad también nos viene cuando nos damos cuenta de lo importante que somos para Dios. Conozco muchas personas que no saben lo importantes que son, quizá nadie se lo ha dicho, lo precioso que eres. Esta mañana os hablaba de lo preciosas que son algunas personas, y os hablaba de personas con una deficiencia, y también es cierto para los padres, es cierto para cada uno de nosotros, el potencial increíble de cada persona humana cuando se toca nuestro corazón, cuando estamos junto a otro...¡ podemos dar una increíble canción!

Después del 11 de septiembre, en un montón de sitios la gente rezó por la paz. Siento mucho decir esto, pero a veces no me fio mucho cuando veo a grupos rezando por la paz, lo siento de verdad. Porque a veces lo que esto significa es que yo quiero permanecer en mi comodidad, no quiero que me molesten, y a veces paz significa que nadie me moleste, la ausencia de problemas. Nos quedamos en nuestro grupo pequeño donde todo va bien, no queremos que vengan terroristas a nuestro país, a nuestra tierra, lo que siento es pena; y es que lo importante es que cada persona intente conseguir ser ellos mismos, que trabajemos por la PAZ; y trabajar por la paz es un verdadero trabajo, porque significa acercarse a gente con la que normalmente no tenemos ningún contacto, significa acercarse a aquellos que normalmente rechazamos y olvidarse de no aceptar a aquellos que son diferentes. La amistad puede ser una realidad única, pero también puede ser un cerramiento donde nos alabamos unos a otros: eres maravilloso, tú eres maravilloso, nosotros somos maravillosos y los otros... no son buenos. Ser ARTESANOS DE LA PAZ significa romper las barreras de nuestra cultura para abrirse a otras, por ejemplo acercarse a personas con una deficiencia. A veces el acercarse a personas con una deficiencia, porque significa romper barreras para encontrarse con otros; todo el mundo está esperando un ENCUENTRO.

Quizá alguno de vosotros ha oído hablar de Buba, un filósofo germano-judío. Habla sobre personas y cosas, las relaciones que tenemos con las personas, las relaciones que tenemos con las cosas. En la medida en que las sociedades se orientan más hacia las cosas, las cosas que conservamos, las cosas que vemos..., olvidamos el tesoro de las relaciones y nos olvidamos de las relaciones. Nos olvidamos que ese es el corazón de la humanidad. Por ahí empieza todo, la relación con nuestro padre y nuestra madre, entonces nos abrimos a otras relaciones.

El tesoro del ser humano es relacionarse, pero relacionarse también significa volverse vulnerable, porque relacionarse no es controlar, no es manipular, es estar abierto a ti, es escuchar, ¿qué tienes que decirme?, ¿qué quieres?, ¿dónde está tu dolor y tu alegría? Así que la relación es un diálogo y por supuesto, no hay nada más gozoso que la relación. Sin relación nos cerramos en nosotros mismos, tenemos miedo y empezamos a poseer cosas porque pensamos que somos importantes por tener muchas cosas. Relacionarse es abrirse, en entrar en el mundo de la amistad, entrar en la comunidad, abrirse a personas que son diferentes, es trabajar por la paz.

El evangelio de san Juan es un evangelio de relaciones. Para aquellos que conocéis el evangelio de san Juan o aquellos que vais a aprender sobre el evangelio de Juan, todo tienen que ver con las relaciones. Jesús vino a relacionarse con las personas, a encontrarse con personas, a escuchar a personas. Si miráis en todo su Evangelio, está lleno de experiencias de diálogos con personas individuales, personas muy diferentes.

Hoy quería compartir con vosotros uno de los diálogos del evangelio de san Juan, podéis encontrarlo en el cuarto capítulo de san Juan. Jesús va con sus discípulos de Judea a Galilea. Normalmente es un camino que lleva 2 o 3 días. Hay dos caminos para ir a Galilea, uno va por la costa, otro va por Samaría. Así que nos encontramos con Jesús al mediodía en Samaría, y está sentado al pie de un pozo, se dice que está cansado. Jesús es muy humano, de emociones profundas, momentos de profunda fatiga. A veces, en el Evangelio de Juan lo encontramos muy angustiado, a veces, le vemos llorando; es una persona muy humana. Así que está cansado, sentado al pie de un pozo, y se dice que los discípulos se acercan al pueblo más cercano para conseguir algo de comida, no sé porqué se tuvieron que marchar los doce a buscar comida. Quizás querían abandonar a Jesús, quizás son como nosotros. Está muy bien tener a Jesús escondido en el tabernáculo y ser capaces de dejarle, abandonarle cuando tenemos que hacer cosas. No sabemos muy bien cómo vivir con Jesús, porque pensamos que Jesús es muy piadoso, demasiado piadoso, ¡pero no es tan piadoso!

A Él le gusta celebrar, por eso fue a las bodas de Canaán. No fue allí para decir: “bueno tengo que hacer un milagro”. Fue allí porque era un banquete de bodas, porque todo el mundo solía ir y solían beber mucho, por eso en arameo la expresión “banquete de bodas” está muy relacionado con beber. Era una celebración. Jesús es profundamente humano, le encanta querer a la gente, le encanta reír, estar con personas, porque es una persona que ama, y tan pronto como amas estás contento de estar con gente. Se dice que los discípulos querían de repente, no estar con Jesús. Quizás Jesús estaba un poco cansado de ellos, quizás está un poco cansado a veces de nosotros. Quiere darnos la vida y que seamos felices, quiere que seamos libres, libres del miedo, libres de ser lo que los demás quieren que seamos. Lo más importante del ser humano es ser libre, libre para amar, no para ser dominado por la gente, no para hacer cosas que los demás quieren que hagamos, libres para desarrollar nuestra propia conciencia personal. Este es el secreto del ser humano, tengo una conciencia personal, aunque por supuesto, tengo que orientar adecuadamente esa conciencia.

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de que tenemos acceso directo a Dios; todos tenemos nuestro móvil, pero podemos hablar con Dios, podemos escucharle, basta con coger el móvil, que está dentro de nosotros. Alguno quizá está un poco asustado de Dios. Cuando estoy con gente, una de las preguntas que hago es “¿tú rezas?” Y cuando pregunta si rezamos nos está preguntando si estamos en comunicación con Jesús; de eso trata el Bautismo.

Renacemos para tener relación con Dios. Muchas veces la gente dice “no tengo tiempo”, eso lo puedo entender. Llevo ya 38 años en El Arca, así que sé bastante ya de tener y no tener tiempo. Y a veces dicen “bueno, tuvisteis tres días de vacaciones, imagino que utilizasteis mucho tiempo en rezar”; y se miran a los pies, no porque sus pies sean bellos como los pies de los profetas; no es un problema de tiempo, es algo más... ¿por qué no queremos rezar? Muchas veces sucede esto, tenemos un poco de miedo, porque si me acerco demasiado a Jesús, me puede pedir hacer algo que no quiero hacer. Fijaros qué maravilloso amigo es Jesús... ¿no sabéis que Jesús se comunica con nosotros? Nos da el deseo, así que nunca nos puede pedir que hagamos algo que no queremos; lo que podemos hacer es mirar, rechazar nuestro deseo, el deseo más profundo de nuestro corazón. Así que, rendiros un momento para volver a vosotros mismos para ver qué es lo que quiero realmente.

Bueno, volvamos. Jesús está sentado al pie del pozo. Y se acerca una mujer samaritana. Sólo quiero deciros algunas palabras acerca de la gente de Samaria. Los samaritanos eran un grupo minoritario en Israel y por una serie de razones se habían apartado de la religión judía. Solamente creían en los 5 primeros libros de la Biblia, lo que llamamos el Pentateuco. No creían en el templo de Jerusalén como un templo de adoración, así que estaban muy cerrados en sí mismos. Y los judíos los rechazaban, los miraban por encima del hombro, los sentían como una rama que se había cortado de la viña verdadera, ellos no guardaban la verdad.

Esta mañana, en lo que estabais en grupo fui a dar un paseo, necesito andar un poco; y pasé por una carretera donde vi que había una iglesia evangélica y me preguntaba cuál sería la relación entre la iglesia evangélica y la católica, y no lo sé. Lo único que vi es que había una iglesia... ¿cómo miramos nosotros a los grupos minoritarios? Los grupos minoritarios sufren mucho porque se sienten aplastados, no tienen valor. ¿Quiénes son los grupos minoritarios en nuestro país?, ¿la gente de Marruecos, gente evangélica, gitanos?... Pero en cualquier país hay minorías y mayorías, y las minorías siempre se sienten aplastadas. Esto lo vi muy específicamente en Guatemala, donde encontráis pequeños grupos de lo que llamamos poblaciones originales. Gente muy bella pero frecuentemente repartida, que son apartados. Conocéis Chiapas, en México; es una compleja realidad del mundo, grupos de minoritarios y grupos mayoritarios. Los samaritanos son un pequeño grupo, una minoría rechazado por los judíos. En una ocasión, para insultar a Jesús, le dicen: “tú no eres judío, eres samaritano”.

Vamos a descubrir que esta mujer está también muy rota, tiene una historia de relaciones rotas. En un momento Jesús le dice “has vivido con cinco hombres y el hombre con el que vives ahora ni siquiera es tu marido” . Es una mujer de relaciones rotas, es una mujer muy débil en el plano afectivo, sexual. Lo único que sabemos es que su afectividad estaba muy rota, así que, está muy aplastada no sólo por los judíos, sino también por su propia gente. Es una mujer de mala reputación, así que, aquí encontramos una mujer muy rota. Frágil frente a los judíos, frágil frente a su propio entorno de relaciones...; así que, llega para coger agua del pozo; Jesús la mira y entra en diálogo y le dice: “¿me darás de beber?” se vuelve una persona que pide, un mendigo, y le dice: “te necesito, ¿me ayudas?”.

Jesús nos está enseñando algo de cómo acercarnos a personas rotas, podemos acercarnos a personas rotas desde arriba: “haré algo por ti, si me necesitas, ahí estoy, haré algo por ti”, podemos mostrar nuestra bondad y nuestra superioridad, pero Jesús nos está enseñando un camino diferente: “te necesito, necesito tu ayuda”.

Hace tiempo estaba en un retiro en Francia, con un gran número de personas, y había una mujer joven de unos 25 años, una mujer joven y muy bella, en una silla de ruedas, que tenía parálisis cerebral. Lo difícil de las personas con parálisis cerebral es que muchas veces son muy inteligentes, tienen una inteligencia muy, muy brillante, pero su capacidad para comunicarse se ve muy reducida, y emiten sonidos que no siempre podemos entender; así que, en muchas ocasiones los paralíticos cerebrales tienen pequeñas tabletas con palabras o letras y con su dedo pueden señalar palabras o letras; pero esta chica no tenía control alguno sobre sus músculos, que no podía comunicarse con sus dedos; vino con un intérprete que entendía los sonidos que ella emitía y esto es lo que me dijo: “sufro mucho porque nadie me necesita”. Ella necesitaba a todo el mundo, necesitaba gente que la alimentara, que la vistiera, que la lavara, que tirara de su silla de ruedas, pero ¿quién la necesitaba a ella? Tenemos que tener mucho cuidado cuando nos acercamos a personas con discapacidad y darnos cuenta que esto es una necesidad humana ¿quién la necesita a ella?

Antes de venir a Salamanca, Pascal vino a verme. Y Pascal no habla, pero esto es lo que me dijo (con gestos): “rezaré por ti cuando estés en Salamanca”; yo le dije: “sí, te necesito, te necesitamos”. Hay que ayudar a la gente a que descubra su misión en la vida, nos necesitamos unos a otros, de eso trata la comunidad, por eso necesito a Peluso. Yo no sé si él me necesita, ha estado en tantas conferencias mías que ya se lo sabe, pero nos necesitamos unos a otros para darnos cuenta de que necesitamos a las personas con deficiencia y su sentido, eso es lo que tenemos que descubrir, que no es una realidad emocional ¿qué me están enseñando ellos...?

Así que está Jesús, delante de esta mujer samaritana. Es apasionante cómo entra en diálogo con esta mujer; siempre pensamos que Jesús está ahí arriba, no siempre nos damos cuenta que está aquí abajo diciendo: “te necesito” ¿Cómo nos necesita Dios? Muchas veces en la oración, durante la bendición de la comida, decimos: “da comida a aquellos que no la tienen” y a veces, quizá Dios está pensando “¿y tú que haces?, ¿por qué no das algo de comida a los hambrientos...?” ¿Por qué tiene que ser Dios quien de comida a los hambrientos? Dios no puede hacer nada sin nosotros, si alguien tiene hambre, dale la comida, no reces, ¡hazlo! Y cuando hay injusticia, no reces para que no haya injusticia, trabaja por ello, no reces por la paz. Y el problema con Jesús es que él nos va a preguntar “¿quieres dar comida al hambriento?” Puedes decir que sí, podemos decir que no, podemos decirle a Jesús: “olvídalo”; porque las manos de Jesús están atadas a nuestra libertad, y siempre al final todo acaba en la pregunta: “¿qué quieres hacer?, ¿quieres trabajar por la paz y por la verdad?, ¿vemos Fe y Luz como una verdadera misión para trabajar por los derechos de cada ser humano y volvernos hombres y mujeres de compasión y comprender el sufrimiento de los padres y de las personas con deficiencia?” Así que Jesús va de abajo a arriba: “te necesito”.

Por eso quiero hablar del silencio, no sobre dejar de decir palabras, sino sobre la calidad de la escucha, pero... ¿queremos escuchar a Jesús? Este es el problema... ¿queremos escuchar?, ¿queremos escuchar la Palabra de Dios? Porque siempre vuelve a la misma pregunta: ¿qué quieres tú?, ¿qué quiere Dios?, ¿qué queremos en Fe y Luz?, ¿cuál es nuestra misión en Fe y Luz? No solamente es pasarlo bien, no solo es relevar a los padres llevándose a sus hijos durante un tiempo, es mucho más profundo que eso. Hay una visión completa del ser humano y de la persona débil.

La mujer samaritana se sorprende mucho de que Jesús le hable. Jesús es claramente un judío de Galilea, tiene un acento de Galilea..., ¿es el acento de Salamanca un acento diferente al de Madrid? Cada ciudad tiene su acento diferente y el acento de los galileos, la gente de Galilea, muy diferente a la gente de Jerusalén. Todas las revoluciones que surgieron contra Roma, tuvieron su origen en Galilea, porque la gente de Jerusalén siempre trabajaba para encontrar compromisos; y en nuestro mundo hay gente que quiere revolución, que quiere cambios y otros prefieren alcanzar compromisos. Los galileos eran diferentes y Jesús está vestido como un galileo y le habla como un galileo y reacciona como reaccionan los galileos. Me gusta mucho esta mujer, porque es temperamental, no es... ¡parada! Le dice: “¿pero cómo tú, un judío, hablas con una mujer samaritana?, ¿qué quieres de mí?” Lo veis, nunca un judío hablaría con una mujer samaritana; nunca un hombre judío, hablaría a una mujer judía sola; así que, ella reacciona: “¿tú, un hombre judío, hablas conmigo, una mujer samaritana?” Me gusta mucho esa mujer, yo creo que a Jesús también; le gusta la gente que reacciona, a Jesús le gusta la gente que se enfada con Él, porque la ira es una reacción. Jonás siempre estaba enfadado con Jesús, y si estamos enfadados con Jesús, por lo menos mantenemos la comunicación. Si sencillamente nos escapamos, en lugar de enfadarnos, cortamos la comunicación
y lo que es importante es crear la comunicación, y si hay que estar enfadados, estamos, pero permanecer para escuchar lo que Jesús tiene que decir.

No sé si alguna vez habéis tenido conflictos en vuestra comunidad, espero que sí. porque solamente hay crecimiento cuando hay conflictos, porque cambiamos, porque crecemos, las personas con deficiencia cambian, la comunidad crece... Nos gustaría ser siempre estáticos, pero eso no es la vida; la vida es el cambio, siempre hay conflicto, así que hablemos de ello. Veamos lo que tenemos que decirnos, no hay que estar asustado de los conflictos, es bueno que los haya en la comunidad, pero permanezcamos para escucharla, trabajemos con ella. Posiblemente necesitemos la ayuda de un coordinador o de alguien para trabajarlo.

Así que, esta mujer está, no diría que enfadada con Jesús, pero quiere una respuesta. Y Jesús únicamente la mira y dice: “si conocieras el don de Dios”; si nosotros conociéramos el don inefable, si supiéramos lo preciosos que somos cada uno de nosotros, lo únicos que somos cada uno de nosotros, la capacidad fenomenal en cada uno de nosotros, para amar a la gente y darle vida, no sólo nosotros, sino con otros. Tan pronto como estamos juntos podemos hacer cosas maravillosas, podemos trabajar por la paz, podemos trabajar por el cambio, para que haya más justicia y más verdad.

Así que Jesús la mira a ella y dice: “si tú conocieras quién es quien te dice “dame de beber...”, “si tú me conocieras, tú me pedirías a mí y yo te daría a ti agua viva” ... ¿qué significa eso? Claro que ella no está en el mismo nivel de comunicación que Él; Jesús está hablando del agua de la vida, del agua del Espíritu Santo, porque vosotros sabéis que el agua es la vida; donde no hay agua hay muerte, por eso todo el mundo está buscando a ver si hay agua en los planetas, si hay agua, habrá vida, si no hay agua, no habrá vida. Todos sabéis que si tenéis plantas y nos las regáis...

Jesús está hablando de la comunicación de la vida, que es el don del Espíritu Santo, la renovación de nuestros corazones, la transformación de nuestros corazones, de personas que están asustados de sí mismos a personas que confían en sí mismos. Jesús está hablando de la transmisión de la vida. Está hablando ahí mientras coge agua del pozo. Ella mira a Jesús: “¿y cómo vas a conseguir esa agua? Nuestro padre Jacob hizo este pozo para conseguir agua para toda la familia y tú no tienes nada para sacar agua de ahí... ¿tú podrás ser más grande que nuestro Padre Jacob?” Y Jesús trata de decirle algo a ella, le dice: “si bebes agua de este pozo, volverás a tener sed”; todos lo sabemos, bebemos agua a la hora de comer y necesitamos agua por la noche, volvemos a tener sed, igual que necesitamos el agua para darnos energía, para lavarnos el cuerpo... Pero Jesús le dice: “si bebes el agua que yo te doy, nunca más volverás a tener sed”. Jesús dice esto, y es que habrá una presencia, habrá algo en ti y no seguirás buscando algo, sino que tendrás ALGO, y poseerás una vida interior dentro de ti. Y Jesús le dice a ella: “el agua que te daré, se hará de ti una fuente de agua de vida eterna”, “ si tú bebes el agua que yo te doy, tú te convertirás en un manantial de agua y le darás vida a todo tipo de personas...”.

Si recibes amor, darás amor; si recibes el poder del Espíritu, darás vida del Espíritu; siempre damos lo que hemos recibido. Si recibimos esta esperanza, esta vida de Jesús, esta transformación del corazón, eso es lo que daremos, porque siempre damos lo que recibimos. Vosotros sabéis que si alguien os tiene miedo, le daréis miedo a los otros. El miedo se transmite, la violencia se transmite; es toda la historia de la humanidad. Si recibes violencia, das violencia; si recibes amor, das amor. Porque cuando te sientes amado, encuentras un tipo de unidad dentro de ti.

Conozco a un niño de 11 años con una deficiencia; estaba haciendo su primera comunión en la iglesia, y una liturgia muy bonita. Después de la liturgia hubo una celebración, una merienda, y el tío del niño se acercó a la madre y le dice: “qué liturgia más bonita, lo único triste es que el niño no entienda nada”; el niño lo oyó y le dijo con lágrimas en sus ojos: “no te preocupes mamá, Jesús me quiere tal y como soy”. Él era libre, no tenía porqué ser lo que su tío quisiera que él fuera, era libre para ser él mismo.

El otro día leía un libro impresionante sobre una mujer que murió en Auschwitz, era judía, una mujer judía de 29 años, llamada, me impresionó mucho. Ella tuvo una experiencia muy profunda de Dios; ella era holandesa y estuvo en un campo donde se llevaron a todos los judíos que luego se llevaron a Auschwitz y vio a muchos judíos ser almacenados en vagones de ganado, cantando canciones. Y miró a las caras de los nazis y la pregunta era: “¿quién es libre?, ¿los judíos cantando sus canciones o los soldados nazis?, ¿dónde encontramos la libertad?, ¿dónde está esa libertad que nos trae la vida? Porque está en la que yo elijo vivir libremente y no me someto a la vida. Jesús vino a darnos vida, así que tenemos que ser hombres y mujeres de pie, ocupando nuestra locura y lugar en la sociedad, en la Iglesia y buscando siempre ser libres, libres para ser felices, libres para tener paz, libres para ocupar nuestro lugar, sea cual sea al que estemos llamados.

Este encuentro con la mujer samaritana es muy bonito, es una especie de unidad de Jesús, está ahí para dar vida si queremos la vida.

Ahora entonces tendremos un momento de silencio. Os animo a que estéis en silencio y escuchando, vuestros deseos más profundos... ¿quiénes sois? y... ¿qué queréis?, ¿cómo sois llamados a convertiros en un hombre o una mujer de paz...?
Si tenéis vuestra Biblia, que espero que la tengáis, leed el capítulo cuarto de san Juan...

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