jueves, 13 de septiembre de 2007
El fusil por el Rosario / Autor: Jorge Enrique Mújica, L.C.
Matilde de Luis entró en el ejército español en 1999. Especializada en la construcción y reparación de puentes, fue destinada a trabajar por la paz en la zona conflictiva de Kosovo en septiembre de 2002.
Como buena “pontonera” se encargó de reconstruir los puentes que habían sido destruidos por las bombas. Presenció en primera persona el horror dejado por la guerra: miedo, escasez de alimentos, carencia de servicios de agua, luz o drenaje, enfermedad… Así, en medio de aquel triste espectáculo comprendió que el mundo debía cambiar y que para conseguirlo la primera en cambiar debía ser ella.
Después de seis meses en los Balcanes y tras una reflexión firme y meditada manifestó una decisión que hacía girar su vida 180 grados ante la sorpresa y pasmo de todos. “No sabía qué hacer -revela Carlos de Luis, papá de Matilde-; se lo dije a mi mujer y me puse a caminar por la calle pensando en la decisión de mi hija. Hoy no dudo en sentirme feliz, pues no he perdido una hija sino que he ganado quince”.
Matilde de Luis decidió ingresar en el ejército de Dios y consagrarse como monja de clausura en el monasterio de la Purísima Concepción de las Clarisas de Salamanca, España. El 1 de octubre de 2006 entregaba su uniforme militar y tomaba el hábito negro de las religiosas clarisas. En su mente tenía grabadas aquellas sentidas palabras que le había dicho su capitán cuando le comunicó su decisión: “No dudo que serás tan buena soldado de Cristo como lo has sido del ejército”.
“Cambie el fusil por el Rosario” -dijo sor Matilde de Jesucristo- . “Me siento bien porque sé lo que quiero. Estoy ante la verdad más importante de mi vida. Nunca he estado tan segura de querer hacer algo, aunque también sé de antemano que me va a costar muchísimo. Pero si de algo estoy segura, es que se trata de lo que Dios quiere para mí”.
Mientras vivamos tendremos necesidad de decidir. La diferencia en cada decisión radicará en el modo en el que abarca y compromete toda nuestra existencia… para bien o para mal.
Por estos días muchos jóvenes en todo el planeta han hecho “la elección” de sus vidas. En un mundo que necesita quien haga algo para cambiarlo no está de menos valorar a quienes consagran su ser enteramente por amor a todos los hombres y a Dios poniendo su granito de arena en la búsqueda de ese cambio.
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