viernes, 21 de septiembre de 2007
Los ojos fijos en Jesús abrirán las rejas de nuestras cárceles / Autores: Conchi y Arturo
"El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." >(Lucas 4, 18-21)
Jamás evangelizaremos adecuadamente si no mantenemos los ojos fijos en Jesús que nos revela la Voluntad de Dios. Tampoco seremos efectivos sino recibimos la gracia de la unción del Espíritu Santo para que los ojos de los que nos escuchan se fijen en Jesús y en la voluntad del Padre del Cielo.
Las palabras "esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy" va dirigida a nosotros. Hoy podemos liberarnos de nuestros cautiverios, de la ceguera humana y espiritual y de toda opresión. Además somos invitados a proclamar siempre que esto puede cumplirse en los demás hoy mismo. El tiempo de la gracia de Dios es perpetuo.
Claro que nos pasará como a Jesús. El discípulo es como el maestro. Quizás pocos optarán por acoger la Palabra de Dios proclamada por nosotros y digan "pero no es este aquél que siempre estaba nervioso...". "No es el hijo, la esposa, la religiosa o el sacerdote que le costaba tanto ser coherente..." Seguramente, sin duda nosotros también lo pensamos de aquellos que desean vernos libres como hijos de Dios creados para Amar.
La Virgen de la Merced es la patrona de los prisioneros. Cada vez se construyen más cárceles y se realizan menos tareas de reinserción por parte de las administraciones competentes en el mundo. Ser voluntario de prisiones y además hacerlo en nombre de la Iglesia y de Jesús el Señor, no es fácil en ninguna parte del mundo, ni tan siquiera en occidente donde aparentemente parece que todo funciona. La seguridad prevalece por encima de las personas.
No obstante nosotros que hemos sido voluntarios en cárceles sólo para escuchar, acompañar y llevar la Palabra de Dios a los presos sabemos que quienes han hecho o hacen esta tarea son enseñados cada día por Dios. A la cárcel sólo se puede entrar abandonado en la Providencia del Altísimo, buscando a la oveja perdida que quiera ser llevada en los brazos de Jesús para ser curada por el Amor de Dios Padre.
El Señor enseña en las prisiones a sólo mantener los ojos fijos en Él, a proclamar Palabras de Vida a quienes sólo las han escuchado de rechazo y de acusación. Pero todos estamos cautivos y la evangelización puesta en manos de Dios en las prisiones es la que debemos aprender a hacer en nuestras parroquias y fuera de ellas. Estamos muy acomodados explicando doctrina y catequesis, pero no profundizando comunitariamente en el camino de devolvernos la libertad y la vista unos a otros.
Muy frecuentemente nos sentimos maestros y no discípulos. Jesús nos advirtió que sólo hay un Maestro, Él mismo, de quien debemos aprender cada día contemplándolo y escuchándolo en quien nos pone a nuestro lado.El Cardenal Carlo M. Martini
nos habla en este mismo blog sobre el perfil del evangelizador. Dar testimonio de Dios en el trabajo, en la familia, en los ambientes no católicos es ser evangelizador.
Hemos visto a violadores ser violados en las propias prisiones. No deseaban algunos que nos acercáramos a ellos. Con los años se han ido abriendo y contando las terribles historias de su vida. Nos acordamos de uno que violaba drogado a sus victimas cerca de su casa a pleno día. Él nos contó que su padre y su madre eran alcohólicos. Su padre murió estando en la cárcel. Entonces nos explicó como por causa del alcohol y de los pocos medios económicos de la familia su padre lo ataba con cadenas al suelo y le pegaba con correas. También lo sacaba a pasear por la calle como un perro atado con una cadena alrededor del cuello. Esto no lo había contado nunca a ningún profesional social o de la salud de instituciones penitenciarias. A día de hoy, gracias a Dios no nos consta que haya reincido en los delitos de violación. Desde los 16 años había estado en la cárcel y nosotros lo conocimos a los 32.
¿Cuántas veces violamos la intimidad de las personas calumniandolas y criticándolas?. ¿Cuántas veces se violan cada día el derecho a la comida, a la salud y a la vida de miles de millones de personas en el mundo?. Podríamos seguir pero estas son nuestras cárceles y las que sometemos a los demás. Nuestra codicia y egoísmo nos hacen pecar continuamente o hacer el mal. Lo que ocurre que nuestros delitos están socializados. Frases como "esto es lo que hay", o "yo no puedo hacer nada, no tengo ningún poder" son mecanismos de autodefensa que nos mantienes prisioneros del espíritu del mundo. Tenemos la Palabra de Dios para iluminar a nuestro alrededor, para cortar cadenas, para liberar, para instaurar el Reino de Dios. Sólo debemos señalar como Juan el Bautista hacia Jesús: "Este es el Cordero de Dios".
Hemos visto en las prisiones empleados de banca de pueblo de toda la vida llorar de dolor, de impotencia, de vergüenza por haber engañado durante años a clientes y que darse dinero. Sus esposas y sus hijos han vivido la situación destrozados. Familias rotas sólo por el deseo de tener a cualquier precio. Hoy, en Europa se esta implantando como método en las empresas, no recurrir a las masivas regulaciones de empleo para despedir a sus empleados. Se han dado cuenta que les cuesta menos dinero ir despidiendo persona a persona. Cuando echan a un trabajador los demás se han acostumbrado a no decir nada o a pensar "algo habrá hecho. Yo no puedo hacer nada". Lo que no se reflexiona es en sí realmente ese despido es justo o es una táctica de división para sembrar el miedo y hacernos complices del engaño. No nos damos cuenta que luego nos tocará a nosotros.
Es más, la gestión de recursos laborales se ha convertido en una subasta pública con sueldos a la baja. Casi subliminalmente las empresas mandan el mensaje de si "tú no trabajas por este misero sueldo lo hará otro y más ahora que hay tanta inmigración". Hemos sido atrapados por el tener para ser considerados
social, familiar y humanamente. Esa es una gran cárcel, una tela de araña de la cual sólo Dios puede rescatarnos. Jesús sólo tenía la Palabra del Padre y la pronunciaba por donde pasaba. "El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza". Jesús no se quedó nunca instalado siempre se cansó hasta la extenuación para hacer la Voluntad de su Padre.
Por no tener no fue ni tan siquiera bien acogido en su pueblo donde después de proclamar el año de gracia del Señor lo quisieron apedrear y tirarlo montaña abajo. Él pasó por el medio mirándolos con misericordia y se marcho a seguir su misión. Una de las promesas de Jesús es que seremos perseguidos por causa de su nombre como Él lo fue. Sólo superaremos esas persecuciones si mantenemos los ojos fijos en Cristo.
Señor Jesucristo, haznos libres cada día. Rompe todas nuestras cadenas. Haz que Tu Espíritu Santo venga sobre nosotros para proclamar la Palabra de Dios, la Voluntad del Padre. Devuelvenos la visión de la Verdad cada instante que nos ceguemos. Envianos a devolver la vista a los ciegos y la libertad a los cautivos.
Cristo queremos ser realmente tus hermanos que no desean tener sino ser sobre todo Hijos de Dios llenos de su Amor para los demás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario