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viernes, 21 de septiembre de 2007

La comunidad cristiana en las Cartas de San Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz castro CM

COMUNIDAD CRISTIANA: Nos encontramos con Comunidades formadas por gente sencilla, pobre, algunas de estas comunidades son carismáticas (Corintio, Galacia), la mayoría de ellas participan de la Eucaristía. Pablo la define como el cuerpo místico: Algunos actúan como las manos de Jesús (Catequistas, servicio a los pobres), otros como pies (Misioneros), la cabeza es Cristo y el corazón es el amor de Dios que hace moverlo todo.

En esta Comunidad no tiene que haber discriminaciones, ya que todos somos iguales delante de Cristo Jesús. Tú como cristiano eres una parte de ese cuerpo y estás llamado a hacer activar el don de ser profeta que el Espíritu te dio en el bautismo para ser luz para los demás y anunciar a Cristo en los ambientes que desarrollas tu vida dando un testimonio de vida.

LA MISIÓN DE GALACIA Y EL SECTARISMO

1. INTRODUCCIÓN: Me ha parecido oportuno de los múltiples viajes misionales de Pablo en centralizarme en la Misión a los Gálatas, motivado por un paludismo y los Gálatas en lugar en lugar de despreciarlo lo acogen como si fuera un ángel o mensajero de Dios. También aborda un tipo de Comunidad Cristiana que observamos en los países de Misión que los seglares llamados “Catequistas” en África, “Delegados de la Palabra” en Latinoamérica, o “Laicos en Misión Pastoral” tal como se ha comenzado a denominar en Catalunya son los responsables de animar a la Comunidad Cristiana.

Estamos hablando de “macroparroquias” y el presbítero va de gira por las diferentes Comunidades para celebrar la Eucaristía y administrar otros Sacramentos, reavivando la fe de estos cristianos

2. LA MISIÓN DE GALACIA: Los gálatas evangelizados por Pablo durante su segundo viaje misionero, hacia el año 50, eran descendientes de los celtas o galos, un pueblo extremadamente belicoso que en el siglo III a. C. se había instalado en la meseta central de Asia Menor. La estadía de Pablo en Galacia se prolongó por algunos meses, debido a una enfermedad que lo obligó a permanecer allí hasta su curación (4,13-15). Fuera de esto, no conocemos otros detalles sobre la actividad del Apóstol en esa región y sobre las Iglesias allí fundadas.

Las circunstancias que motivaron la intervención de Pablo están suficientemente expresadas en la Carta. Las comunidades de Galacia habían sido perturbadas por algunos predicadores cristianos venidos de Jerusalén. Estos, erróneamente, se consideraban respaldados por Santiago, «el hermano del Señor» (1,19), que era una de las «columnas de la Iglesia» junto con Pedro y Juan (2,9)

Según ellos, los fieles convertidos del paganismo debían someterse a la Ley de Moisés y a la práctica de la circuncisión, para llegar a ser verdaderos hijos de Abraham y herederos de las promesas divinas. Al mismo tiempo, trataban de desacreditar la persona y la autoridad apostólica de Pablo, mostrándolo en desacuerdo con los demás Apóstoles. La crisis provocada por estos «judaizantes» en Galacia es una de las expresiones típicas de la dificultad que tuvo la Iglesia para desvincularse cada vez más del Judaísmo y adquirir su fisonomía propia.

3. LAS COMUNIDADES CRISTIANAS DE GALACIA:

Una comunidad viva

Ese impacto personal tan profundo en la vida de Pablo hará todavía más dramática la crisis de Galacia, que nos documenta la carta correspondiente

Varias «Iglesias»

Sobre todo si se trataba de una comunidad viva y fuerte, como nos demuestran algunos indicios. Entre otros, que se formaron varias comunidades: «las Iglesias de Galacia» (Ga 1,2 y 1Cor 16,1). Los gálatas no son «cuatro gatos», que Pablo ha convertido -como quien dice- desde la cama, sino que han llegado a formar distintas Comunidades Cristianas. Pablo debió de estar allí más tiempo del que nos imaginamos y debió de dejar algún continuador de su obra, responsable de la extensión del cristianismo en las ciudades del entorno.

Si ese hombre fue Tito nos explicaremos mejor algunas cosas:

- Que sea nombrado en la Carta a Gálatas (2,1.3) Y en la Segunda a los Corintios (2,13; 7,6.13s; 8,6.16.23; 12,18), pero no en las cartas anteriores (las dos a los Tesalonicenses y la Primera a los Corintios): podría haber quedado en Galacia hasta la crisis, para después no volver;

- Si Tito es quien ha traído la noticia de la crisis y después no vuelve a Galacia, ni a llevarles la carta, comprenderemos que en la salutación de Gálatas no se citen otros nombres (como se hace en las cartas a los Tesalonicenses y a los Corintios) sino que se diga simplemente: «y todos los hermanos que están conmigo» (Ga 1,2);

- El nombre de Tito aparece sólo en las dos cartas más estridentes de Pablo (Gálatas y Segunda Corintios), que responden a dos grandes crisis.

- Según Ga 2,1-5, Tito acompañó a Pablo en el viaje que hizo a Jerusalén para someter el evangelio que anunciaba entre los paganos a la consideración de Pedro, Juan y Santiago, los cuales no exigieron que Tito fuese circuncidado, ya que sabemos que es un pagano convertido al Cristianismo y tal vez por el mismo Pablo. Por lo que nos dice 2Co 7,6-16; 8,6; 12,17-18, Tito debía ser un hombre emprendedor y con capacidad reconciliadora.

Lucas, en los Hechos, hace lo posible por hacer olvidar las estridencias de Pablo: no habla ni de la evangelización de Galacia ni de los momentos conflictivos que se mencionan en Segunda Corintios. Quizás por eso mismo ni siquiera menciona la figura de Tito.

Comunidades carismáticas

Volviendo a las Iglesias de Galacia, tenemos otro indicio de vitalidad: los tiempos presentes en Ga 3,5. Después de haber dicho (v. 2) que «recibieron» el Espíritu por haber "escuchado» la fe, les dice: “El que os está otorgando el Espíritu y está realizando milagros entre vosotros, ¿lo hace por causa de las obras de la Ley o por causa de la fe que habéis escuchado?”

Otro tiempo presente, en 4,6: “Porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual grita: «Abbá, Padre»”

Parece claro que los cristianos tenían sus propias reuniones, en las cuales experimentaban aquellos dones del Espíritu.

Llevadas por laicos en misión pastoral

Todo eso, si no queremos atribuirlo a un milagro continuado, nos hará pensar en la presencia de unos líderes, que instruían a aquellas comunidades (¡se les presuponen buenos conocimientos de historia sagrada!) y las acompañaban en su crecimiento.

En cuanto a la forma de aquella enseñanza, Gálatas usa dos términos que han pasado a la posteridad: «catequista» y «catecúmeno», dos derivados de la palabra griega êkhô) «eco»: el maestro pronuncia unas palabras y el discípulo las va repitiendo hasta que las aprende. Con todo, la relación entre uno y otro debió de ser más profunda: “Que el catequizado comparta toda clase de bienes con aquel que lo catequiza en la palabra” (Ga 6,6).

Es decir: que el catequizado no sólo tiene que preocuparse de la manutención de aquel que lo catequiza (recordemos que Pablo, personalmente, renunciaba a ello), sino que le tiene que contar sus alegrías y sus penas.

4. LOS LAICOS EN MISIÓN PASTORAL: Monseñor Luís Martínez Sistach en su carta dirigida a toda la diócesis de Tarragona el 18 de Abril del 2001 titulada: “Reorganització de la Diòcesi davant de la disminució de preveres” escribió: “En referencia al don profético que se recibe en el bautismo, los laicos pueden realizar el servicio de la catequesis, puede recibir el nombramiento de enseñar ciencias sagradas, pueden ser llamados para cooperar con el obispo y los presbíteros en el ministerio de la Palabra, ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, pueden ser enviados a una tarea misional […] Con relación al Don sacerdotal, los laicos pueden recibir los ministerios de lector y acolitado; puede administrar el bautismo un laico catequista [delegado de la Palabra] u otro designado por el obispo, si está ausente o impedido el ministro ordinario, pueden ser ministros extraordinarios de la Eucaristía, ser delegados para matrimonios, allá donde no haya ni presbíteros ni diáconos, previo el voto favorable de la Conferencia Episcopal y la licencia de la Santa Sede” . Estos ministerios que se desprende del don sacerdotal, son tareas de suplencia que realizan los laicos.

Mons. Luís prosigue: “En referencia a aquella primera categoría de las tareas intraeclesiales propias de los laicos, es necesario que el campo sea muy amplio para todos los ámbitos, pero especialmente en el parroquial y en el arciprestal. Será innumerable la lista de participación que está haciendo el laico en el Seno de la Iglesia colaborando con los sacerdotes y diáconos. Como afirma Pere Tena: ‘la capacidad de colaborar con el ministerio jerárquico viene de la misma condición sacramental del cristiano, será tan amplia como lo pidan las necesidades de la vida cristiana, en el marco de la comunión eclesial’ ‘El ejercicio de estas tareas no hace del laico un pastor: en realidad no es la tarea que constituye un ministerio, sino al orden sacerdotal’ . Así mismo es preciso evitar el peligro de clericalizar a los laicos asumiendo indebidamente tareas eclesiales que corresponden a los clérigos”

5. LA PREDICACIÓN DE PABLO: Su predicación es ante todo el «kerigma» apostólico, Hch 2,22ss, proclamación de Cristo crucificado y resucitado conforme a las Escrituras, 1Co 2,2; 15,3-4; Ga 3,1. «Su» evangelio, Rm 2,16; 16,25, no es cosa suya; es el evangelio de la fe común, Ga 1,6-9; Ga 2,2; Col 1,5-7, sólo que con una aplicación especial a la conversión de los gentiles, Ga 1 16; 2 7-9, en la línea universalista inaugurada en Antioquía. Pablo se siente solidario de las tradiciones apostólicas; las cita cuando se le presenta la ocasión, 1Co 11,23-25; 15,3-7, las supone siempre, y ciertamente les debe mucho. Parece no haber visto en vida a Cristo, ver 2Co 5,16ss, pero conoce sus enseñanzas, 1Co 7 10s; 9 14. Además, es también un testigo directo, y su irresistible convicción se apoya en una experiencia personal: porque también él ha «visto» a Cristo, 1Co 9,1; 15,8. Ha sido favorecido con revelaciones y éxtasis, 2Co 12,1-4. Lo que ha recibido de la tradición, puede también atribuirlo y con entera verdad a las comunicaciones directas del Señor, Ga 1,12; 1Co 11,23.

Se ha querido atribuir estos fenómenos místicos a un temperamento exaltado y enfermizo. Pero sin fundamento alguno. La enfermedad que le detuvo en Galacia, Ga 4,13-15, sólo parece haber sido un ataque de paludismo; y «el aguijón de la carne», 2Co 12,7, pudo ser muy bien la oposición en el seno de sus comunidades. No era hombre imaginativo, a juzgar por las imágenes que emplea, pocas y corrientes: el estadio, 1Co 9,24-27; Flp 3 ,2-14; 2Tm 4,7s, el mar, Ef 4 14, la agricultura, 1Co 3 6-8, y la construcción, 1Co 3 10-17; Rm 15 20; Ef 2,20-22, dos temas que fácilmente asocia y combina, 1Co 3,9; Col 2,7; Ef 3,17; ver Col 2 ,9; Ef 4,16. Es más bien un cerebral. A un corazón ardiente se une en él una inteligencia lúcida, lógica, exigente, solícita por exponer la fe según las necesidades de sus oyentes. A esto se deben las admirables exposiciones teológicas de que rodea al Kerigma según las circunstancias. Cierto que esa lógica no es la nuestra. Pablo argumenta en ocasiones como rabino, según los métodos exegéticos recibidos de su ambiente y de su educación (por ejemplo, Ga 3,16; 4,21-31).Pero su genio hace saltar los límites de aquella herencia tradicional, y hace pasar una doctrina profunda a través de canales un tanto anticuados para nosotros.

Por otra parte, este semita también posee una cultura griega aceptable, recibida quizá desde su infancia en Tarso, enriquecida por reiterados contactos con el mundo grecorromano. Esta influencia se refleja en su modo de pensar lo mismo que en su lenguaje y en su estilo. Cita autores clásicos si la ocasión se presenta, 1Co 15 3, y conoce ciertamente la filosofía popular basada en el estoicismo. Debe a la «diatriba» cínico-estoica su estilo de razonamiento riguroso por medio de breves preguntas y respuestas, Rm 3,1-9.27-31, o sus amplificaciones por acumulación retórica, 2Co 6 4-10; y cuando por el contrario emplea frases largas y recargadas, donde las proposiciones se empujan en oleadas sucesivas, Ef 1,3-14; Col 1,9-20, puede también tener sus modelos en la literatura religiosa helenista. Maneja corrientemente el griego con pocos semitismos. Es el griego de su tiempo, la «koiné» elegante, pero sin pretensiones aticistas. Pues desprecia la afectación de la elocuencia humana y sólo quiere atribuir su fuerza de persuasión al poder de la Palabra de fe confirmada por los signos del Espíritu, 1Ts 1,5; 1Co 2,4s; 2Co 11,6; Rm 15,18.Incluso, a veces, su expresión es incorrecta e incompleta, 1Co 9,15, pues el molde del lenguaje resulta incapaz de contener la presión de un pensamiento demasiado rico o de emociones demasiado vivas.

Salvo raras excepciones, Flm 19, dicta, Rm 16,22, en la forma acostumbrada por los antiguos, contentándose con escribir el saludo final, 2Ts 3,17; Ga 6,11; 1Co 16, 21; Col 4 18; y si bien algunos fragmentos parecen fruto de una redacción largamente meditada, muchos otros producen la impresión de un primer impulso espontáneo y sin retoques. A pesar de estos defectos, o quizá precisamente por ellos, este estilo fogoso es de una densidad extraordinaria. Un pensamiento tan elevado, expresado de manera tan ardorosa, ofrece al lector más de una dificultad (2 P 3,16); pero también le ofrece textos cuyo vigor religioso y aun literario no tienen quizá igual en la historia de los epistolarios humanos

6. LAS SECTAS HOY: La crisis de los Gálatas fue desencadenada por unos pseudosmensajeros de los apóstoles que bajo la autoridad y la tradición bíblica del judaísmo obligaban a los Cristianos provenientes del paganismo a circuncidarse, también manipulaban el contenido de la Predicación realizada por Pablo, manipulando la interpretación de la Biblia Judía, ya que en ninguna escuela rabínica se oía tales disparates, por eso Pablo les mete la bronca (Ga 1,6-9), y con la carta tiende a situar los puntos sobre las “íes” sobre los temas que habían manipulado. Esta carta a diferencia de 2Co no tiene un carácter reconciliador.

Hoy en día, las sectas paracristianas que se adhieren a una supuesta autoridad bíblica hacen que algunos católicos cambien de Evangelio y tenemos que recodar aquello que dijo Pedro: “Acerca de lo cual también os ha escrito nuestro querido hermano Pablo, según la sabiduría que Dios le ha dado. En cada una de sus cartas os ha hablado de esto, aunque hay en ellas puntos difíciles de entender que los ignorantes y los débiles en la fe tuercen, como tuercen las demás Escrituras, para su propia perdición.” (2Pe 3,15b-16)

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