Elige tu idioma

Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

Página web de Escuchar la Voz del Señor

Página web de Escuchar la Voz del Señor
Haz clic sobre la imagen para verla

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Dios ama cada día / Autor: Evanibaldo Díaz


¡Gracias! Hace poco leí un artículo que empezaba con esas palabras. ¡Gracias! ¡Qué hermosa palabra! Un autor decía que es como una flor exótica en medio de la montaña de la vida. Es verdad, es muy difícil decir ¡gracias!, pero ¿Cómo no hacerlo con alguien que nos ha hecho tanto bien? Más de alguna vez he escuchado a personas decir que Dios no los ama, ya sea porque el sufrimiento no los ha abandonado, ya sea porque la fortuna nunca a tocado a su puerta. Es una dura afirmación y, a la vez, triste.

Sin embargo, creo que Dios no ha dejado nunca de amarnos, Dios nos sigue amando cada día, a cada paso, a cada instante. Me apena que los hombres no descubramos ese amor bendito que no se esconde y que nos acaricia siempre.

Dios me ama cada mañana cuando me levanto y me doy cuenta de que estoy vivo, cuando me dirijo a la calle y puedo salir con mis propias piernas y moverme de un lado para otro ¿Cuántos hombres desearían dar por lo menos una de mis zancadas o golpear una vez un balón de fútbol? Dios me ama cuando, día a día, me permite mover estos brazos con los que estrecho a un ser querido o saludo a un compañero. Me ama cada día cuando escucho la voz de un niño o cuando veo una sonrisa o las lágrimas en su rostro. Y qué decir cuando sé que tengo unos padres que me quieren y unos amigos que jamás me traicionarían. Y aún más, cuando me acerco a la mesa y observo que jamás me ha faltado un plato y un poco de alimento. Dios me ama, me ama a cada día, a cada paso, a cada instante. Basta dejar de ser miope y descubrir a Dios en las trastienda de la vida para contemplar el milagro inaudito de su protección.

Pero si es maravilloso sentirse amado por Dios y experimentarlo a cada momento, lo es más el saberse particularmente amado. Dios me ama personalmente. Y sé que es así porque nadie más ha recibido mi vida, porque nadie más que yo ha salido a la calle con mis piernas, porque cada vez que abrazo a alguien son mis brazos y es mi corazón el que se alegra. Mis ojos son los que no se cansan de ver una amanecer . Los regalos de Dios no se dan en promoción y en grandes cantidades. Cada tonelada de amor de Dios es para mí solo. Él no ama multitudinariamente sino a domicilio.

No obstante nos empeñamos en sacarle la vuelta. Y cuando perdemos alguno de esos regalos (porque son eso, regalos), entonces volvemos la cara e incluso nos sentimos menos amados, a pesar de que Dios también ama con el dolor. No es Dios el que nos vuelve la cara somos nosotros, que la tenemos tan pegada a la tierra, que no nos damos cuenta de todo su amor. Somos nosotros los verdaderos culpables de la miopía de la sociedad, porque no alcanzamos a ver más allá de nuestros gustos y de nuestras vanidades. No valoramos lo que tenemos, nos limitamos a poseerlo, pero no a gozarlo y a agradecerlo.

Los hombres fuera de la memoria y de la misericordia divina no existen. Dios sigue amando con toda su omnipotencia y a cada uno. No somos unos extraños para Él. Por eso, regresa a la primera línea, vuelve a leerla, repite esa primera palabra y deja que esa flor exótica de la montaña se convierta en la flor más abundante del jardín de tu vida. ¡Gracias! porque Dios no deja de amarnos cada día, a cada paso, a cada instante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario