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jueves, 13 de septiembre de 2007

Benedicto XVI dice que hay que evitar medios que degraden la dignidad de los prisioneros


El Papa recibió en Castelgandolfo a los participantes en el XII Congreso mundial de la Comisión Católica Internacional de los Capellanes de Prisión, que se celebra estos días en Roma y cuyo tema es: "Descubre el rostro de Cristo en cada prisionero".

El Santo Padre puso de relieve que el ministerio de los capellanes de las cárceles "requiere mucha paciencia y perseverancia. A menudo hay decepciones y frustraciones. (...) Este ministerio, animará a otros en el ámbito de las comunidades cristianas locales a unirse a vosotros para realizar estas obras de misericordia corporales, de modo que se enriquezca la vida eclesial de la diócesis. Asimismo, atraerá a quienes servís al corazón de la Iglesia universal, especialmente por medio de su participación regular en la celebración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía".

"Los capellanes y sus colaboradores están llamados a ser heraldos de la compasión y del perdón infinitos de Dios. Cooperando con las autoridades civiles, tienen la ardua tarea de ayudar a los prisioneros a volver a descubrir un sentido a su vida, de modo que con la gracia de Dios, puedan reformar sus vidas, reconciliarse con sus familiares y amigos y, en la medida de lo posible, asumir las responsabilidades y deberes que les capaciten para llevar una vida recta y honesta en la sociedad".

Benedicto XVI subrayó que las instituciones judiciales y penales "deben contribuir a la rehabilitación de los transgresores, facilitándoles su paso de la desesperación a la esperanza y de la inestabilidad a la fiabilidad. Cuando las condiciones en la cárceles obstaculizan el proceso de recuperación de la autoestima y la aceptación de los deberes relacionados con ella, esas instituciones dejan de cumplir uno de sus objetivos esenciales".

"Las autoridades públicas -terminó- deben estar atentas en este ámbito, evitando todos los medios de castigo o corrección que socaven o degraden la dignidad humana de los prisioneros. En este sentido, reitero que la prohibición de la tortura "no puede ser infringida en ninguna circunstancia".

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