miércoles, 12 de septiembre de 2007
Yo soy testigo del poder de Dios / Autor: Javier Rodríguez
Me llamo Javier y soy hijo adoptivo del Rey. Lo supe en Marzo de 1.976, cuando conocí la Renovación en Santiago de Compostela.
Mi Padre me quiere y me entiende. Se ha ocupado de mí y de todas mis cosas. Desde 1.985, Él me ha dado una Comunidad : hermanas y hermanos que cuando me miran, hablan y oran conmigo, me riñen o me animan ... me están mostrando el rostro de mi Padre; su presencia y su acción en mi vida.
En 1.989, los médicos me diagnosticaron una hernia discal en una de las vértebras lumbares; a la vista de las radiografías, la cirugía parecía la única solución efectiva. La Comunidad decidió entonces enviarme a la Asamblea de la R.C.C. de Catalunya. Bastante a regañadientes, me puse en camino -catorce horas de autobús- sin comprender nada. Allí, en el polideportivo de Badalona, después de la Comunión, el P. Emiliano Tardiff dio -entre otras- esta palabra de conocimiento : El Señor está sanando a un hombre que sufre fuertes dolores en la espalda y en las piernas. Esta enfermedad le limitaba mucho en el ejercicio de su ministerio. El Señor lo sana en este momento; así podrá servirle con mayor libertad y entrega. ¡¡ Yo era aquel hombre !!. Hijo del Rey.
Unos años más tarde empecé a padecer rinitis, lagrimeo, picores, bronquitis, asma ... todo, al parecer, de origen alérgico. En 1.997 estos problemas fueron en aumento y en varias ocasiones llegaron a tener que ponerme oxígeno. El pasado día 6 de julio, víspera de la Asamblea Nacional’2.000, estábamos la Comunidad ante el Santísimo; en aquel momento de Adoración, mis hermanas y hermanos de Caná oraron por mí. Dos días después, durante la Eucaristía de sanación, supe que mi Padre había decidido ponerme -una vez más- “en plena forma” : no he vuelto a tener, desde entonces, ningún problema respiratorio ni alérgico.
Soy Suyo. En salud y enfermedad, éxito y fracaso, reconocimiento y persecución ... ¡soy suyo! ¡quiero ser suyo!. En ocasiones no lo he sido; quizá, en el futuro, en ocasiones vuelva a fallarle. Pero de algo estoy bien seguro: ¡¡¡Él es mío!!! . Para siempre.
¡Él está por mí!. Soy su hijo. Hijo del Rey.
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