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jueves, 6 de septiembre de 2007

El Espíritu Santo es para evangelizar / Autor: José H. Prado Flores


Pentecostés comenzó a las 9 de la mañana con 120 personas reunidas en el Aposento Alto, pero terminó por la tarde con 3,120 convertidos, llenos del Espíritu de la Promesa.
Es decir, Pentecostés incluye tanto el derramamiento del Espíritu Santo sobre los 120 reunidos en el Cenáculo, como la evangelización y la conversión de la multitud congregada de toda lengua y nación que hay bajo el cielo. Esa mañana Pedro y los once dieron testimonio de la muerte redentora y de la gloriosa resurrección de Jesús, que ha sido constituído Señor y Mesías. La abundante cosecha en el Espíritu Santo fue una multitud de creyentes que aceptaron a Jesús como el único nombre dado a los hombres para ser salvados.

El reloj de Pentecostés no se ha detenido. Sonó la hora de bajar del Aposento alto y testificar con el poder del Espíritu Santo la victoria de Cristo Jesús sobre el pecado y la muerte, anunciar la Buena Nueva de que tanto ha amado Dios a este mundo que ha enviado a su Hijo, de manera especial a los pecadores, para que se conviertan y vivan como hermanos que implanten la civilización del amor aquí en la tierra.

La Iglesia existe para evangelizar. Esta es su gran misión, pero desde hace 20 años esta misión tiene un nombre NUEVA EVANGELIZACION. Nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión.

Para quienes trabajamos en la evangelización, La Nueva evangelización tiene tres características que se sintetizan en La Palabra, que es la conjunción de Kerygma, los Karismas para evangelizar y la Koinonia que anuncia la Buena Nueva.

Kerygma:
Anuncio gozoso de la muerte y resurrección de Jesucristo. No hay otro evangelio que Jesús muerto y resucitado.

Karisma:
Con el poder del Espíritu Santo, (parresía) es decir con convicción, fuerza y libertad para manifestar que Cristo está vivo hoy en la Iglesia y el mundo. Los signos y prodigios son parte de la evangelización de Jesús y por tanto de todos los tiempos.

Koinonía:
Instaurando en este mundo el Reino de Dios mediante comunidades evangelizadas y evangelizadoras que se distingan por la santidad de vida. Familias santas, presbíteros santos, parroquias santas... Una Iglesia santa. Si el mundo de hoy tiene necesidad de santos(as), tiene más necesidad de comunidades santas.

Pentecostés no se reduce a lo que sucedió a las nueve de las mañana, sino que incluye el anuncio de la muerte y la proclamación de Jesús como Salvador, Señor y Mesías, acompañada de signos, prodigios y milagros que construyan la comunidad cristiana que es el cuerpo de Cristo.

Pentecostés es eminentemente evangelizador. El Espíritu Santo es para evangelizar.

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