lunes, 17 de septiembre de 2007
¡Cúrame Señor! Sólo puedo contar contigo / P. Jonas Abib, Fundador de la Comunidad Canción Nueva
En el evangelio de Marcos capítulo 3 versiculos 1 y siguiente, el Señor nos pregunta a cada uno personalmente ¿Qué ha secado tu alma, que endureció tu corazón? Esto puede suceder frecuentemente, por eso Dios cuida de nosotros, porque más que nuestra mano es nuestro corazón y nuestra alma que pueden secarse. Por eso el Señor nos pregunta ¿hijo mío, hija mía ¿que ha secado tu alma, que endureció tu corazón? Y Él te llama para que te pongas en medio, ¿y que significa venir al medio? Es ante todo abrirse delante del Señor, pues muchas veces en situaciones como estas escondemos todo dentro de nosotros y negamos lo que sucede hasta para nosotros mismos, y también para el Señor. Hoy Él nos pide lo contrario: Que saquemos todo a luz, es necesario venir al medio.
Necesitamos aclarar todo, en primer lugar que nosotros veamos lo que sucede con nosotros y segundo, que con valentía lo presentemos al Señor, pues Él sabe todo, Él ya ve todo lo que sucede, pero guardamos todo dentro de nosotros debido a nuestra ingenuidad, como queriendo que Dios no vea, como nuestros primeros padres que pecaron y rápidamente se escondieron. Dios los buscó, como hoy te busca a ti y te dice: ¿Hijo mío qué secó tu alma? ¿Qué endureció tu corazón? ¡Coraje, ponte al medio, quiero curarte!
Muchas cosas pueden secar nuestra alma, por ejemplo: nuestros resentimientos, nuestras angustias, algo que te molestó, que te hirió, alguien que fue injusto contigo, alguien que te maltrató, tú sientes, pero al contrario de perdonar tu guardas esto, cuántos son los que guardan cosas del pasado. Mis hermanos el sufrimiento, el dolor, acaba secando nuestra alma e infelizmente, viviendo esto, nosotros permanecemos con el corazón endurecido en relación a Dios. De la misma forma en que pienso que fue Dios quien envió este sufrimiento, tengo la impresión de que Dios está lejos de mí. ¡No! Al contrario, en el dolor que ya pasó, en el dolor que tienes ahora, en el sufrimiento que vives actualmente Dios está mucho más presente que el dolor, más cerca que el dolor.
Además del dolor del alma y del corazón, también está el dolor físico que toca nuestro cuerpo, Dios está más cerca que el dolor que está en tu cuerpo. El dolor y el sufrimiento pueden acercarte más a Dios, porque en la cruz tenemos oportunidad de acercarnos más a Él. Él viene y se pone cerca de ti para socorrer, atender y consolarte.
Pensamos que si Dios realmente estuviese cerca debería de quitar el dolor, pero el sufrimiento también es parte de nuestra fragilidad humana, tenemos que excluir de nuestra mente esta idea equivocada de que es Dios quien envía sufrimientos, no, no es así.
Di conmigo: “Cúrame Señor, necesito ser curado también de mi mentalidad, te miraba casi como a un enemigo, pero eres un verdadero amigo, mi Padre, aquel que me ama, que no me envía sufrimientos, sino que al llegar el sufrimiento Tú haz llegado antes para estar conmigo, para ser mi fortaleza, cúrame Señor, no puedo continuar así”
Cuantos pasan por problemas familiares, en el matrimonio, eso acaba por secar sus almas y en esta hora es que necesitan mucho más de la fuerza de Dios. ¿Para que ponerte contra tu cónyuge en esta situación? Muchas veces por que él o ella abandonó el hogar, la familia, todo se derrumba, yo sé que todo provoca sufrimiento y que es un gran dolor, un dolor del alma, pero Dios no te quiere postrado, no, de ninguna manera, tú no puedes hacer como un niño que se tira por tierra y se irrita, porque pensamos que si Dios estuviese conmigo Él rehacería mi matrimonio, traería de nuevo a la persona que me abandonó, mas Dios nunca quiso esto y tú dices: pero yo recé tanto. Sí, tu rezaste, pero la otra persona no, y tampoco quiso encontrar la solución al problema, y como Dios nos hizo libres, si la persona no se decide a volver y rehacer el matrimonio, Dios, que es todopoderoso acaba siendo impotente delante de la libertad de una persona, es así que tenemos que pensar, no dejes tu alma secar por este motivo.
Cuantos están tristes, tirados al suelo, postrados, entrando en depresión o ya en depresión, mi hermano, mi hermana déjate curar hoy por el Señor. ¿Qué está secando tu alma? Así como el Señor mandó al hombre extender la mano, extiende ahora también la tuya, presenta al Señor lo que está secando tu alma, lo que está endureciendo tu corazón.
Aquel hombre no pidió porque el no imaginaba que Jesús iría curarlo, pero tú lo sabes bien, entonces pide: ¡Cúrame Señor! preséntale donde te duele, donde está endurecido y di, cura aquí Señor, en este lugar, en esta situación, yo te necesito, ahora sólo puedo contar contigo, ¡Cúrame Señor!
Estamos pidiéndote Señor, por tantas situaciones que ocurrieron, que suceden hoy, que endurecieron los corazones de tus hijos, de tus hijas, y hoy cada uno de nosotros nos rendimos, delante de Ti.
Sabiendo que mi gloria y salvación están en Ti, rindiéndome te pido: ¡Cúrame!
Durante todo este día Señor volveré a preguntarme: ¿Qué secó mi corazón? e inmediatamente que lo recuerde te lo presentaré con esta súplica: ¡Cúrame Señor!
Él Señor quiere verte feliz, hoy es el día de la salvación, déjate curar por el Señor.
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