María, Madre de Cristo y madre de la Iglesia,
Yo acojo en mi corazón la palabra del Señor:
«He aquí a tu Madre»;
Sí, yo quiero ser tu hijo en todo.
Para pertenecer totalmente a Cristo, mi Señor.
Tú conoces mis temores y mis sueños,
mis penas y mis alegrías, mis límites y mis alcances,
el peso del pecado y también el canto de la gracia en cada uno de mis días.
Todo ello quiero ponerlo entre tus manos, totalmente,
para que ya no sea yo quien viva
sino tu Hijo quien viva en mí.
Oh María, sierva del Señor, Reina de la luz y de la paz;
Hoy me entrego sin reservas al Espíritu de Jesús
consagrándome a tu Corazón Inmaculado.
Conduce mis pasos por el camino
donde pueda seguir a Cristo muy de cerca;
pon en mis labios las palabras que serán eco del Evangelio;
Abre mis manos a la parte de acción y pasión
que me unirá al trabajo del Señor y de su Iglesia,
y ante todo haz crecer en mí y en todos mis hermanos
este amor puro, este amor fuerte, este amor eterno
que ha hecho de ti la llena de gracias
y que quiere hacer de todos tus hijos
un solo Corazón contigo,
para mayor gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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