Elige tu idioma

Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

Página web de Escuchar la Voz del Señor

Página web de Escuchar la Voz del Señor
Haz clic sobre la imagen para verla

jueves, 13 de septiembre de 2007

La palabra del Señor da frutos... y en abundancia / Autor: Michel Quoist


Mientras no aceptes verdaderamente tus límites, no podrás construir nada sólido, pues te pasas el tiempo deseando los instrumentos que están en manos de los demás, sin darte cuenta que tú también posees otros, diferentes pero igualmente útiles. No niegues tus límites, sería desastroso. Negarlos no los suprime. Si existen, ignorarlos sería darles una fuerza misteriosa de destrucción contra tu vida. Por el contrario, míralos de frente, sin exagerarlos, pero sin minimizarlos tampoco. Si puedes cambiarlos en algo ¿qué esperas para hacerlo con calma y perseverancia? Si no puedes hacer nada, acéptalos. No se trata de resignarte, inclinando la cabeza, sino de decir SI levantándola. No se trata de dejarse aplastar, sino de soportar y ofrecer.

Tranquilízate. Dios te observa y a sus ojos, no eres ni menos grande ni menos amado que cualquier otro hombre. Ofrécele tus preocupaciones, tus penas, tus pesares... y cree más en Su poder que en tu eficacia.

En la medida en que compruebes, aceptes y ofrezcas tus limitaciones a Dios, descubrirás que tu pobreza se convierte en una inmensa riqueza.

No es humildad creerse el más desprovisto de todo. El humilde auténtico nada teme, ni siquiera a sí mismo, ni sus cualidades, ni sus límites, ni a los demás, ni las cosas. Teme a Dios. Cuando recibes un regalo de un amigo, abres el paquete, lo miras, lo admiras y se lo agradeces. El Padre del Cielo te ha hecho muchos regalos. A menudo no osas mirarlos ni alegrarte de ellos. Los regalos del Padre no son para tu uso personal. Son para los demás y para El. Cuanto más hayas recibido para ser y tener, tanto más responsable eres. De modo que, si algo hay que temer, no es el reconocimiento de tus cualidades, sino el no emplearlas.

Acéptate a ti mismo, pero acéptate también frente al otro. Sé tu mismo. Los demás te necesitan, tal como el Señor ha querido que fueras. Dite a ti mismo: voy a llevarle algo, pues nunca se encontró con alguien como yo y nunca se encontrará, pues soy una persona única salida de las manos de Dios.

En cierto sentido somos incompletos. Todos los hombres reunidos forman la humanidad y en Cristo, el cuerpo místico. Tus límites son una invitación a la unión con todos los demás, en el amor. Sólo desea lo siguiente: ser plenamente, sin tachaduras, aquel que Dios quiere que seas... y serás perfecto.

Una franca lucidez, un acto leal de ofrenda en la Fe te liberará definitivamente de tus ataduras y por fin serás tú mismo. Sólo con esta condición triunfarás y podrás ayudar a los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario