domingo, 9 de septiembre de 2007
¡Enséñame, Señor! / Enviado por Juan Luís Martinez
Enséñame, Señor, a ser dulce y delicado en todos los acontecimientos de la vida, en los desagrados, en la inconsideració n de otros, en la insinceridad de aquellos en quien confiaba, en la falta de fidelidad de aquellos en quienes yo descansaba.
Ayudame que ponga a mi 'yo' a un lado, para pesar en la felicidad de los otros; te entrego mis penas y mis angustias, para que así nadie tenga que sufrir sus efectos.
Enséñame a aprovecharme del sufrimiento que se me presenta en mi camino. Enséñame que lo use de tal manera que sirva para suavizarme, no para endurecerme ni amargarme; de modo que me haga paciente, no irritable; generoso en mi perdón, no mezquino, altivo e insufrible.
Que nunca alguien sea menos bueno por haber percibido mi influencia. Que no veamos a nadie menos puro, menos veraz, menos bondadoso, menos digno en nuestro camino: la VIDA ETERNA.
Que yo viva mi vida para el bien, y vigorosa en su empeño de santidad.
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