lunes, 1 de octubre de 2007
"Ay de mi, si no evangelizara" / Autor: P. Manuel Iglesias, S.J.
I-"La mies, ciertemente, es mucha, pero los obreros, pocos; pedid, por tanto, al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Mateo 9, 37-38). Me gustaría oírtelo, Señor, una vez más el próximo día 21; antes lo
llamábamos Día de las Misiones (DOMUND) y ahora, como la palabra
"misiones" va siendo desterrada poco a poco, se llama DIA DE LA
EVANGELIZACION DE LOS PUEBLOS. Digo que sería bueno que intervinieras, porque temo
también que la palabra "evangelización" pueda ir contaminándose: a
veces ya nos hablan sólo, o casi sólo, o principalmente de inculturación,
de promoción cultural, de la carrera de los armamentos: cosas así. Como
si "evangelizar" fuese inoportuno, poco respetuoso con los demás ¡No
hay que molestar ni ser tan fanáticos! (Jesús, ¿me habré vuelto desconfiado por escaldado, o es que soy el mismísimo espíritu de la
contradicción?)
II. ¡Qué buena pieza lograste con Saulo de Tarso, que no tenía miedo a "hacer proselitismo"! "Si evangelizo, eso no es para mí motivo de
orgullo -decía-, porque es un deber que pesa sobre mí, pues ¡ay de mi, si no evangelizara!". Y comentó lo de la paga: ¿Cuál es mi recompensa por evangelizar? ¡Ofrecer gratis el Evangelio! (1ª Corintios 9, 16. 18). El
trabajo de evangelizar es inacabable; pero el sueldo es infinito.
Sí, Jesús, prefiero ese lenguaje de la primera Iglesia. Para aquellos
"misioneros" el objeto de la evangelización era, simpemente, "hablar de tí", anunciarte a ti como enviado del Padre y salvador único (cfr. por ejemplo, Hch 5, 42; 8, 35; 11, 20). La fe llega al corazón a través del oído, pero, claro, "¿cómo van a escuchar, sin uno que predique? Y
¿cómo van a predicar, si no se les envía (= si nos son enviados, si no hay
"misioneros")? ... La fe depende del mensaje que se oye, y ese mensaje llega a través de "la palabra acerca de Cristo" (Rom 10, 14-15. 17). El contenido del mensaje es un nombre, una persona: ¡Tú, Jesús!
III. Misión es "envío", y el misionero es el "enviado". Tú, el primer misionero, dijiste: "Como el Padre me ha enviado, también os envío yo" (Juan 20, 21). Misiones y misioneros, para una tarea: ¡evangelizar! "Hablar de tí". Si nos quedamos en la preevangelización, en hacer las cosas que cualquier pagano medianamente filántropo puede hacer, ¿qué conciencia tenemos de enviados por tí y para lo que tú nos envías?
Para que el mundo crea, ya sé lo que tengo que pedir el día 21 y todos
los días, hoy en concreto a santa Teresa del Niño Jesús, pues todos los
días, son Día de las Misiones (perdón, de la Evangelización de los
Pueblos): que el Padre y tú enviéis a la mies obreros obedientes a tu
mandato: "Id a todo el mundo y predicad el Evangelio... El que crea y se
haga bautizar se salvará, pero el que no crea se condenará" (Marcos 16,
15-16). No son palabras de broma.
Y te doy gracias, Señor, porque sigues enviando obreros a la mies,
dorada ya para la siega (cfr. Juan 4, 35). Te doy gracias porque, por medio
de tus enviados, "a los pobres se les predica el Evangelio" (Mateo 11, 5); porque "a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje" (Salmo 19, 5). Da a tus misioneros un corazón
universal como el tuyo, capaz de entregarse como tú te entregaste "en
rescate por todos" (1ª Timoteo 2, 6).
"¡Oh Dios, que te alaben todos los pueblos, que todos los pueblos te
alaben!" (Salmo 67, 4).
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