* «Este relato del evangelista Lucas saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias: la tentación de considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a “negociar” con Dios buscando el propio interés. Se trata, en cambio, de acoger la revelación de un Dios que es Padre y que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquellas más pequeñas e insignificantes a los ojos de los hombres»
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