jueves, 4 de octubre de 2007
Testimonio de Josefina Arqués y Jaume Milà, matrimonio: Luchar con toda la esperanza
Nacidos en el pueblo de Moja (Barcelona) de familias cristianas, nos encaminaron a Jesús desde pequeños: asistíamos a los cultos religiosos y actos lúdicos que se hacían en nuestra parroquia, como por ejemplo la misa dominical (donde Jaume hizo de monaguillo durante cuatro años), el catecismo de los domingos por la tarde, el cine parroquial; participamos en el cuadro escénico de funciones teatrales con otros jóvenes (especialmente en representaciones de Navidad).
Como en todo pueblo pequeño y rural de aquella época, nos fuimos conociendo en los juegos y las actividades que ya hemos citado, hastá que nos declaramos. Yo, Jaume, tenía dieciocho años y Josefina, catorce. Esto coincidió con la emigración de mi familia a Barcelona, en julio de 1955, a causa de la falta de trabajo y que las pocas tierras que teníamos ya no daban ni para vivir, porque durante siete años el frío y el granizo nos habían arruinado la cosecha de uva, fuente de subsistencia de la comarca. Aún así, seguimos con el noviazgo, ya que nos íbamos viendo en todas las fiestas del pueblo, o cuando participaba de la misa, del catecismo, o en el cine parroquial.
Después de siete años de noviazgo, nos casamos el 14 de septiembre de 1962, y Josefina se vino a vivir a Barcelona. Compartíamos piso con mis padres y nos desligamos del pueblo. Pero continuamos asistiendo a los cultos religiosos en el barrio donde vivíamos.
El 28 de mayo de 1965 nació nuestro primer hijo, Jaume. El 16 de agosto de 1970 nació nuestro segundo hijo, Jordi; en aquellos momentos me puse a trabajar los domingos por la mañana. Aquí empezó un cierto distanciamiento en las obligaciones cristianas de asistir a la misa dominical (sólo participábamos en determinadas solemnidades). No se entienda que perdimos la fe; pero no cumplíamos con la obligación de santificar las fiestas. Ya dejado este trabajo, nuestro hijo pequeño empezó a jugar a fútbol (una gran pasión), y cada domingo tenía que acompañarle con el coche porque jugaba en diferentes poblaciones; es decir, que lo material seguía pasando por delante de las obligaciones espirituales.
¿Por qué explicamos todo esto? El 17 de enero de 1987. cuando nuestro hijo pequeño Jordi tenía dieciséis años, tuvo un accidente de moto. Le produjo un traumatismo cráneoencefálico que lo dejó parapléjico, en una silla de ruedas. Y reencontramos a Dios. Afortunadamente, con más fuerza que nunca; porque de los dieciocho meses que pasó ingresado en el hospital de Bellvitge, los seis primeros estuvo en coma. Los informes médicos que nos daban eran muy pesimistas, los médicos no entendían cómo continuaba vivo. Nosotros, los padres, orábamos y dábamos gracias a Dios por cada día de vida que le daba; y pedíamos que no le abandonase. Es lo que nos daba fuerza para superar el abatimiento moral que nos causaban los informes médicos pesimistas; trasladado ya a la unidad de rehabilitación de Valle de Hebrón, durante los doce meses siguientes, nosotros seguíamos orando. Nos encomendamos especialmente al Cristo de Lepanto, de la Catedral de Barcelona, y a nuestra patrona, la Virgen de Montserrat. De ellos recibimos el apoyo que, durante aquellos años tan duros, nos permitió seguir adelante.
Antes de terminar queremos dar un pequeño testimonio de nuestra experiencia, especialmente para las familias que, por alguna causa similar a la nuestra, se les trunca la felicidad. Que no dejen de recurrir a Dios. Él nunca abandona a quien confía en él. Os dará la fuerza para superar las adversidades que la vida comporta. Entre la gente que conocemos y que pasa por circunstancias similares, algunas familias, que, por falta de fe, no han podido superar las adversidades, se han roto en detrimento de la persona afectada, que ha perdido el apoyo y el amor de familiares muy amados (del padre, o la madre, el marido o la esposa).
Gracias a Dios, no es nuestro caso, ya que el desgraciado accidente de nuestro hijo nos ha unido como nunca para seguir luchando, no sólo por nuestro hijo, sino (en la medida de nuestras posibilidades) también por los demás.
En 1991 nos volvimos al pueblo, a Moja. Aquí nos unimos a otras familias de la zona que, por distintos motivos, tenían hijos con discapacidades psíquicas y físicas. Luchamos para construir un gran centro para pluridiscapacitados en Vilafranca del Penedés. Funciona desde 1993 y alberga a unos 65 afectados, entre chicos y chicas de todas las edades. Acto seguido empezamos a luchar para construir una residencia de catorce plazas para grandes discapacitados; la inauguramos el primero de noviembre de 1998. En estos momentos tenemos el proyecto de construir otra residencia para pluridiscapacitados. Para nosotros, sólo pedimos a que Dios no nos deje de guiar por caminos de paz y de amor.
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Josefina Arqués (1940) y Jaume Milà (1936). Casados en 1962
Fuente: Testimonios cristianos de matrimonio. Centre de pastoral litúrgica
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