* «No era sólo hacer algo bueno, como una obra de caridad, sino ofrecer toda mi vida en unión con Jesús… Cuando doy la respuesta a Dios y me pongo de acuerdo con su voluntad, me siento feliz Soy una pecadora, pero Dios quiere que yo haga como un centinela ante el mundo para decir “Dios está, hay Dios, hay eternidad”. No tengo que hablar mucho, pero la existencia de una monja de clausura puede hacer más que si estoy en el mundo, por su vida de oración, por su vida de caridad con sus hermanas… Y aunque mucha gente ni entiende nuestra vocación ni sabe nuestra existencia, la vocación de la monja de clausura en el monasterio es como el corazón de un hombre, no se ve como las manos, los ojos… pero es vital para que el hombre viva»