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sábado, 9 de febrero de 2008

Derecho a una maternidad saludable / Autor: Mons. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid

La Campaña contra el Hambre en este 2008 quiere, ¡cómo no!, luchar contra el subdesarrollo en el Tercer Mundo, que supone muchas cosas, muchos derechos no alcanzados, muchas agresiones contra la vida, muchas consecuencias para seres humanos en sí inaceptables. Lo más elemental es tener qué comer; pero el no comer depende de muchos factores: mal reparto de los bienes de este mundo y sus recursos suficientes para todos, mercados injustos que condenan a regiones a pobrezas endémicas, y un largo etcétera. También depende de que haya madres sanas, que puedan alimentar a sus hijos y que no mueran o contraigan algunas secuelas casi irreversibles al dar a luz. He aquí un derecho y una esperanza.

Nuestro rico primer mundo está muy sensibilizado respecto a este tema. Es rarísimo que una mujer muera hoy entre nosotros al dar a luz a su bebé; también es muy infrecuente que un niño muera por falta de alimento o una nutrición deficiente, que le lleve a contraer tantas enfermedades. Pero eso no es así en el Tercer Mundo, en los países llamados del Sur. No podemos permanecer insensibles ante este enorme problema.

La organización católica de lucha contra el hambre y el subdesarrollo, Manos Unidas, quiere trabajar en este ámbito de la educación para el desarrollo, enunciándolo así: "Madres sanas: derecho y esperanza". Es trabajar, en realidad en el objetivo 5º del milenio de la Organización Mundial de la Salud. Como afirmaba Benedicto XVI en Deus caritas est, el orden justo de la sociedad y de los Estados es una tarea principal de la política. Los estados que no se rigieran según la justicia se reducirían a una gran banda de ladrones. La Iglesia no debe sustituir al Estado o las organizaciones internacionales. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia. Manos Unidas, por ello, es también una ONG católica que moviliza todos sus recursos para las causas justas y urgentes. Y mejorar la salud materna lo es.

Leed los materiales proporcionados por Manos Unidas y veréis las dimensiones del problema y cuánto incide la salud materna en el capital humano de su hogar y cómo la educación mejora la salud de las propias madres. Es bueno, en este sentido, lo que dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 230: «La paternidad y maternidad humanas (...) tienen en sí mismas, de manera esencial y exclusiva, una semejanza con Dios, sobre lo que se funda la familia, entendida como comunidad de vida humana, como comunidad de personas unidas en el amor».

Permitidme, por último, narraros una experiencia vivida por mí mismo en África. Creo que en el año 1992 viajé a Zimbabwe, país con problemas inenarrables, pero con gente impresionantemente buena y acogedora. Un domingo fui invitado por una religiosa soriana a celebrar la Eucaristía y convivir con la Comunidad cristiana en un lugar llamado, me parece, Mnembusía, en la joven Diócesis de Gokwe. En aquel poblado, tras una impresionante misa, con la alegría que la fe da a los africanos, visité el "hospital". Era un lugar con medios precarísimos, donde se intentaba curar tantas enfermedades tropicales (el SIDA no estaba tan extendido entonces) y donde las mujeres que podían daban a luz a sus hijos. La Hermana, enfermera, me decía que en ese lugar nacían al año el doble de niños que en Soria.

Tengo grabada en mi mente y en mi corazón la experiencia de ese día. Viví como Obispo lo que seguro hoy se ha agravado: la precariedad de la salud materna, la alegría de la vida naciente, el coraje de las madres y misioneros para afrontar problemas aquí resueltos en nuestra patria. Os pido que esta Campaña de Manos Unidas la viváis con fuerza y con esfuerzo económico. Decimos que defendemos la vida: ahí está la ocasión para mostrarlo. Gracias de antemano por cuanto hagáis.

La limosna como antídoto del materialismo / Autor: Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, OFM, Presidente Conferencia Episcopal Peruana

1. La Cuaresma es una ocasión providencial para profundizar el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. Por eso se propone algunos compromisos específicos como la oración, el ayuno y la limosna.

2. Quisiéramos detenernos sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales, porque fuerte es la seducción de las riquezas materiales y tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas: "No podéis servir a Dios y al dinero" (Lc 16,13).

3. La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. De este modo, a la purificación interior a la que nos invita la Cuaresma, se añade un gesto de comunión eclesial

4. Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios; un medio de la providencia divina hacia el prójimo y es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos.

5. San Juan dice que "si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (1Jn 3,17). Socorrer a los necesitados es pues un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

6. El Evangelio indica también una característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha", dice Jesús, "así tu limosna quedará en secreto" (Mt 6,3-4). Y poco antes había afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa de los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupación del discípulo debe ser que todo sea para mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). Ojalá que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo.

7. Si al cumplir una buena acción no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino más bien aspiramos a satisfacer un interés personal o simplemente obtener la aprobación de los demás, nos situamos fuera de la óptica evangélica.

8. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, virtud que exige la conversión interior al amor de Dios y al de los hermanos, a imitación de Jesucristo. En este sentido, ¿cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu, acciones generosas de ayuda al prójimo necesitado? No nos olvidemos, "Dios ve en el secreto".

9. Por otro lado, hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. "La caridad -escribe- cubre multitud de pecados" (1P 4,8). Y a menudo repite la liturgia cuaresmal, que Dios ofrece, a los pecadores, la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don.

10. La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos.

11. San José Benito Cottolengo solía recomendar: "Nunca contéis las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando damos limosna la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo" (Detti e pensieri, Edilibri, n. 201). Es significativo el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo "todo lo que tenía para vivir" (Mc 12,44). Esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee sino lo que es. Toda su persona.

12. Jesús, como señala San Pablo, se ha entregado a sí mismo por nosotros. Y la Cuaresma nos empuja a seguir su ejemplo. Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos. ¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor.

13. La Cuaresma pues nos invita a "entrenarnos" espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. El Apóstol Pedro dijo al hombre tullido que le pidió una limosna en la entrada del templo: "No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar" (Hch 3,6).

14. Que María, Madre y Sierva fiel del Señor, ayude a todos los creyentes a llevar adelante la "batalla espiritual" de la Cuaresma, armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu.

ASÍ SEA.

+ HÉCTOR MIGUEL CABREJOS VIDARTE, OFM
Arzobispo de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana
Presidente del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM

Católicos de verdad / Autor: Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas

VER

Estamos iniciando la Cuaresma. Su finalidad es prepararnos para celebrar el misterio central de Cristo: su muerte y resurrección. No se trata sólo de recordar un hecho pasado, sino de actualizar, tanto en la liturgia como en nuestra propia vida, la pascua, que es el paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la libertad.

El signo con que se inicia este tiempo es la ceniza, que nos recuerda que somos polvo, que la vida es transitoria, que hemos de enriquecernos con valores trascendentes. Se nos invita a arrepentirnos y creer en el Evangelio. Sin embargo, muchas personas reciben la ceniza sólo por tradición, pero no hacen un esfuerzo serio por ser discípulos auténticos de Cristo, que eso significa ser católicos de verdad.

Como decimos en Aparecida, "nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia, en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad" (12).

JUZGAR

No nos podemos confiar porque en México los católicos somos mayoría. Nos preocupa que algunos cambien de religión; pero lo más doloroso es que el catolicismo de muchos es muy débil y fragmentario. Delincuentes, narcotraficantes y asesinos se declaran católicos, pero su vida está alejada de la Palabra de Dios y de lo que como Iglesia proponemos. Y esto no pasa sólo con católicos, sino también con protestantes de las más diversas denominaciones. Ante ello, decimos en Aparecida, "la Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias... Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva" (11).

La Cuaresma es tiempo propicio para hacer una revisión de nuestra vivencia cristiana. Con creyentes mediocres e ignorantes, la Iglesia seguirá disminuyendo en número. Con cristianos corruptos, borrachos, ladrones, secuestradores, la sociedad mexicana no recibirá la influencia transformadora de la fe, sino que cada día caerá en un grave secularismo, en una creciente increencia, en una destrucción de la familia y de la convivencia social. Si no hay una evangelización profunda, un encuentro con Cristo, ni con todo el Ejército se detendrá la ola de violencia y de inseguridad.

En Aparecida, expresamos: "Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Éste es el mejor servicio -¡su servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones" (14).

ACTUAR

No basta criticar al gobierno y al sistema en que estamos inmersos. No basta gritar y pintar consignas contra lo establecido. No basta culpar a otros de todos los males. "A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que 'no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva' (12). "Hay que fortalecer la fe para afrontar serios retos, pues están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos. No hemos de dar nada por presupuesto y descontado. Todos los bautizados estamos llamados a recomenzar desde Cristo" (549). Para eso es la Cuaresma. Vivámosla con autenticidad.

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

viernes, 8 de febrero de 2008

Vive una Cuaresma Verdadera


Cuaresma Tiempo de Perdón 1

Cuaresma Tiempo de Perdón 2

Cuaresma Tiempo de Perdón 3

Cuaresma Tiempo de Perdón 4

"Dios todavía cree en tí" (Martín Valverde)

Aristos 2007 - Cuaresma

Falta hablar más del cielo y del infierno, recuerda el Papa

VATICANO, 08 Feb. 08 / (ACI).- Durante el encuentro sostenido con los sacerdotes de la Diócesis de Roma ayer por la mañana, el Papa Benedicto XVI señaló que las prédicas sobre la realidad del Cielo y del infierno deberían retomarse para bien de los fieles.

En la parte abierta a preguntas y respuestas sostenida con los párrocos romanos en el Aula de las Bendiciones, el Pontífice respondió a diez preguntas relacionadas con la juventud, la evangelización y el desafío educativo.

El Santo Padre habló de la importancia de los "Novísimos" –el campo de la teología que trata de las "cosas últimas": Muerte, juicio, cielo, infierno y purgatorio- y reconoció que "quizá hoy en la Iglesia se habla demasiado poco del pecado, del Paraíso y del Infierno".
"También por este motivo, he querido tocar el tema del Juicio Universal en la encíclica
Spe salvi". agregó.

"Quien no conoce el Juicio definitivo no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra".A este respecto, el Papa subrayó que "el nazismo y el comunismo afirmaron que solo querían cambiar el mundo y sin embargo lo destruyeron".

Católicos en el cine

jueves, 7 de febrero de 2008

¡Este es MI sacrificio!






¡Es MI sacrificio!
It’s MY sacrifice!
Das ist MEIN Opfer!
Foto: StckXchnge © 2008

Una colega le pidió a los niños de un jardín de infantes que ordenaran todo antes de salir. Timothy, de cuatro años, dejó como herencia un simpático y respetable desorden y como si no le importara nada, ni viera a nada ni a nadie, se encaminó alegremente hacia la puerta. Emily, también de cuatro años, buscó una pequeña escobilla de mano y una palita, y comenzó a barrer; pero mi colega le dijo que eso era de Timothy, y que él debía arreglar ese desorden por sí mismo.
Con su ligera inclinación por el drama, Emily levantó su mano en el aire y exclamó categóricamente: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"

Cuando ahora trabajamos en el jardín de infantes o en casa, las dos decimos una y otra vez: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"
Tiene algo que ver con Jesús, ¿no?


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Fuente: Movimiento de Schoenstatt
Traducción: aat, Argentina

Oración de cura y liberación

Asumiendo con fe nuestra cura, liberación y salvación

Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder.

Arranca las raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterradas en mí.

Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional, infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí, toda opresión del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda insidia que él coloca en mi mente.

Oh bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla instalada dentro de mí, que me consume e impide de ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi descendencia de la herencia de pecado y rebelión a las cosas de Dios que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!

Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo, maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí. Y, en el poder de Jesucristo resucitado, ¡libérame Señor! ¡Cúrame Señor! ¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena de tu amor, alegría, paz y plenitud.

Creo que estás haciendo esto en mí ahora y asumo por la fe mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! ¡Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de Jesús y por Maria nuestra Madre.

Amén.

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Extraído del blog de Ana Neri
miembro de la comunidad Canção Nova

Obispo pide perdonar a ladrón del corazón de Fray Esquiú

Juan Pablo II: No tengáis miedo / Pelicula en dibujos animados

PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

Juan Pablo II a los jóvenes

Papa: la familia, compromiso prioritario de la Iglesia en Costa Rica

Moscú recuerda a Chesterton

El Papa envía ayuda a Bolivia flagelada por las inundaciones

Ser mujer es una misión / Auora: Miriam Díez i Bosch


Tres participantes del Movimiento de Schoenstatt en el congreso organizado por la Santa Sede
ROMA, (ZENIT.org).- Tres participantes en el congreso «Mujer y varón, la totalidad del humanum» organizado por la Santa Sede, miembros del Movimiento de Schoenstatt, están convencidas de que ser mujer es una auténtica misión. Lo explican a Zenit Perla Piovera, de Argentina; Alicia Kostka, de Polonia; y Marianne Mertke, de Alemania; presentando sus contribuciones a este encuentro mundial desde la espiritualidad de Schoenstatt, movimiento apostólico de matriz mariana.El congreso, convocado por el Consejo Pontificio para los Laicos, analiza el impacto de la carta apostólica «Mulieris dignitatem», primer documento pontificio dedicado a la mujer, publicado hace veinte años.

Alicia Kostka, de Polonia, hace dos años hizo su tesis de doctorado sobre la dignidad y vocación de la mujer desde la perspectiva del padre Josef Kentenich (1885-1968), fundador de esta nueva realidad eclesial. «Desde que se publicó, pienso que ha crecido el caos de términos en la sociedad; se define según gusto lo que es mujer y hombre. Queremos profundizar en lo que dicen la Biblia y la antropología cristiana», explica haciendo un sintético balance. Kostka insiste en el planteamiento del congreso, explicitado en una de las conferencias que llevaban por tema «Hombre y mujer, creados uno para el otro».
«Debemos ser conscientes de esto también en la vida diaria», reconoce: «el hombre y la mujer representan a Dios, cada uno en su manera».
La mujer, imagen de Dios

«A mí me fascina cómo el padre Kentenich lo presenta en su descripción de la mujer como imagen de Dios, y como todavía hoy está mucho más adelante de lo que dice la Iglesia --confiesa--. Cómo muestra concretamente a la mujer como imagen de Dios». «La Iglesia en su doctrina se queda todavía en mostrar que la mujer como persona --como persona que ama, que piensa, que actúa-- refleja a Dios. El padre Kentenich es mucho más concreto mostrando como ella es reflejo, imagen de Dios como mujer, es decir, imagen de un Dios que también es Madre en su entrega desinteresada».

«Muy raras veces se encuentra esto en la teología de la mujer: el servir desinteresado como don natural de la mujer, como potencia de la mujer, es un reflejo de un Dios que nos sirve a nosotros, porque es fuerte y porque es amor».
Otra contribución del padre Kentenich, expresada por la teóloga polaca, «es el papel de la mujer en la salvación del hombre», algo que el fundado expresa a través de «la actitud de fiat, del sí». «Si la mujer lo desarrolla en sí misma, puede también ayudar al hombre a llegar a esta actitud frente Dios. En una palabra, el padre Kentenich ha aportado mucho para que la mujer pueda estar orgullosa de ser mujer».

El padre Kentenich, «un feminista» positivo

Por este motivo Kostka, sonriendo, llega a definir al padre Kentenich de «feminista»: «Pero en el sentido más positivo. La mujer hasta el día de hoy se orienta en la escala de valores masculina, nos orientamos en el concepto masculino de la mujer, y lo hemos interiorizado sin darnos cuenta».
«Por ello no somos nosotros mismos, no somos lo que podemos ser según la idea de Dios, y como el hombre nos necesitaría. Esto lo dijo el padre Kentenich hace ya 70 años. Es un programa para la liberación de la mujer, la liberación de su orientación en la escala de valores masculina».Marianne Mertke, miembro de la dirección internacional de la Federación de Mujeres, concuerda en que el padre Kentenich fue un feminista, y aclara que «no sólo ofreció una teoría, sino la aplicación a la vida: «habla del ser, que es lo que puede orientar en un tiempo de un caos de definiciones escogidas al azar».

Mertke considera que la gran contribución que ofrece a través de su espiritualidad es la visión de «Maria como mujer, como orientación viva para todas las mujeres que buscan orientación».Por su parte, Perla Piovera, de Mendoza, confiesa: «me parece que este congreso apunta a un desafío central de la vida del mundo de hoy, a cual la Iglesia debe responder. Como dice Juan Pablo II en la carta apostólica "Mulieris dignitatem", lo que se juega con este tema no solo es el problema de la mujer, sino el destino de la humanidad».
«Me parece que en eso Schoenstatt hace un aporte muy importante. No solamente en lo teórico, en el hablar de temas importantes, de profundizarlos; el padre Kentenich puso en el centro a la figura de Maria, y más todavía, la alianza con Maria».

No sólo teoría

De este modo, constata, «le da a la mujer de hoy no sólo una teoría, sino la vida! Posibilita que surja la imagen que Dios tuvo de lo femenino cuando creo al hombre y a la mujer».
La propuesta del fundador, indica, «no ha nacido de una teoría, sino de su encuentro con muchas mujeres de todas las edades y en todas las circunstancias de la vida, y con el encuentro con la mujer, que es Maria, que es el alma de su alma».
De este modo, reconoce, se entiende «lo que dijo proféticamente el padre Kentenich ya en los años veinte. Animó a la mujer a salir a trabajar, a la política, vio en el feminismo de esa época un signo de Dios. No se puede volver atrás».
«No podemos soñar con un cambio volviendo al pasado, sino que tenemos que trabajar para una formación de la mujer siendo mujer, para la época actual, y dar a la mujer el derecho de ser mujer», añade Piovera.

«En nuestra época donde se habla tanto de los derechos humanos, nos olvidamos de los derechos básicos. ¡Devolver a la mujer el derecho de ser mujer! No quiere decir que no trabaje, que no sea madre, sino que sea mujer. Ser mujer es una misión, dice el padre Kentenich. Parece locura. Uno es mujer, ¿qué hacer? Pero es verdad: hoy en día ser mujer es una misión».
Schoenstatt no es hacer malabarares...
Foto: StckXCnge © 2008

Ardamos como un fuego vigoroso
La espritualidad y el apostolado - Hildegard Fischer


Hace un par de años aprendí a hacer malabares. Bueno, al menos lo intenté. Era fácil con una pelota, pero cuando venía la segunda y la tercera, sentía que era un desafío imposible. Cuando la segunda pelota aterrizó en mi taza de café y la tercera detrás de la biblioteca, me dije que ya era suficiente. A veces creo que nos pasa lo mismo en Schoenstatt: Cuando pienso en mi autoeducación, la oración diaria, el apostolado que exige… me siento como cuando hago malabares con tres pelotas y muy pronto todo se sale del control.

Gracias a Dios, Schoenstatt no se parece en nada a hacer malabares. Y tampoco hay que cumplir con un cúmulo de "ejercicios" y en serie y si se puede al mismo tiempo.

Yo puedo simplificar mi vida espiritual con Dios y con la Virgen María en Schoenstatt con la siguiente petición: "Sólo una cosas te pido: ¡que te ame, Señor!" La esencia de nuestra Alianza de Amor está en que me puedo abandonar en Dios, puedo experimentar un total abandono en Dios, sin condiciones, y también me puedo regalar totalmente a Dios sin dudas ni escrúpulos.
Hijo predilecto de Dios


Dios me ama en forma personal. Todos los rasgos de mi personalidad me los ha dado él como un don y una misión. La Alianza de Amor nos impulsa a creer esto muy seriamente: que Dios me quiere y me acepta como soy simplemente porque me ama. Su amor no lo mide por rendimiento o en horas, su amor lo mide en amor.


Mi respuesta en la Alianza de Amor debería medirla también en el amor. El Padre Kentenich escribió en Dachau: "Para mi mayor felicidad, cuanto tú me has dado, sin ninguna reserva te lo devuelvo."


Yo le puedo volver a regalar a Dios todo lo que me ha regalado: mi amor (porque solo puedo amar porque El me ama ) mis capacidades, mi habilidades, mis errores, mis debilidades.

Sembrar


Solo porque Dios me ama, puedo arriesgarme a pensar en transmitir y sembrar. El apostolado no se puede "hacer". El apostolado es siempre el uso de nuestras propias fuerzas y a la vez regalar esa fuerza y ese esfuerzo. Yo no hago publicidad de Dios, yo no reflejo a Dios sino que él se refleja en mí, se hace presente a través mío en mi medio ambiente. "Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que sin ti no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa."

Nuestro apostolado consiste siempre y "solamente" en la participación de la infinita fecundidad de Dios.


Por ese motivo el apostolado es siempre irradiar lo que Dios me ha regalado, no se trata de acción ni planes personales. Mi apostolado debe venir desde lo profundo de mi corazón.

En la vida diaria


Esa idea me transmite una gran paz interior en la vida diaria. Lo que Dios en este momento me envía, es lo que aquí y ahora desea que yo le devuelva, ni más ni menos. Para mí significa que Dios me envía más trabajo profesional y más responsabilidades de las que puedo tener en un día. Servir el día entero es la regla y no una excepción.


¿Lo que Dios quiera? Le devuelvo si se puede con alegría, todo mi trabajo y mi cansancio que estén ligados a mis preocupaciones y mis esfuerzos. También cuando tengo que cancelar una cita por la cual me había alegrado o cuando no puedo asistir a una reunión en Schoenstatt porque simplemente no me puedo alejar de mi trabajo.


Claro que no por eso, voy a dejar de estar agotado al fin del día, claro que se me hace difícil hacer el turno de la noche, claro que al hablar con mi jefa debo mantener en cierta reserva el peso de la tarea. Claro que les exijo a mis colaboradores y a mis colegas de trabajo y claro que también estoy decepcionado cuando tengo una cita privada y no se realiza, pero con la misma evidencia debo entregarle todo esto a Dios.

Y en esa entrega estoy hacienda apostolado todo el día. No solo contribuyo al Capital de Gracias, sino que en mi ambiente doy seguridad e irradio autenticidad. Se puede sentir que la fe existe en la vida diaria, también cuando no hablo de ello.

A principios de octubre viajé con mi grupo de la juventud de la Bretagne. Naturalmente me dediqué a los jóvenes sin descanso, y luego de un día libre, regresé a la rutina diaria del trabajo. Los jóvenes habían tenido mi cámara y tomaron fotos.

Cuando me puse a mirarlas, tuve de repente una sorpresa: una cruz en medio de las fotos de grupo y de las de la playa. ¿Dónde sacaron esta foto? " Ya no tenemos idea, pero pensamos que te alegrarías al verla. ¡Qué les parece, cómo me he alegrado!

No dejo de sorprenderme y de agradecer al comprobar el apostolado que significa el entregar a Dios los dones y regalos recibidos. Cada persona recibe de Dios una tarea diversa; algunos las reciben directo al frente de su puerta como regalo y como misión.

Recibe Señor

Siempre me apasiona el comprobar adónde me transportan los artículos. En este caso medito en los textos que me inspiró la oración "Recibe Señor".


Seguramente no es una coincidencia. Esa oración expresa para el Padre Kentenich la Inscriptio, es la entrega total en la Alianza de Amor a Dios y a la Mater.

Con esto estoy otra vez haciendo malabares: pero es algo totalmente distinto, dado que en ese caso tengo que tirar una pelota al aire para atajarla luego, pero en la Alianza de Amor no es necesario agregar siempre algo más.

De mi entrega a Dios y de mi profundo amor a él nace lo otro: mi autoeducación, mi oración, mi apostolado.

En la Alianza de Amor Dios se ofrece por amor como compañero de la Alianza y desea que el vínculo principal en la Alianza sea el amor. Todo lo demás debe nacer de ese amor y es solamente en relación con ese amor que es fructífero.

La autoeducación es para mí no como una meta en sí, sino que es mi anhelo, la imagen como Dios me pensó, ser siempre más y más parecida a él.

Dame todo lo que acreciente el amor por ti

Esa petición me acompaña durante todo el día. Porque solo puedo ser fecundo en mi mundo, en mi vida diaria, cuando hay coherencia entre mi actuar y mi amor a Dios. Así puedo llevar a Dios a mi ambiente.


Para mí no se trata simplemente de pedirle a Dios, sino también de un exigencia a mí misma. Debo hacer todo lo que está a mi alcance para cuidar y mantener ese amor. Debo asegurarme tiempo para la oración, para experimentarme como niño predilecto, para el silencio, de tal forma que pueda estar abierta al amor de Dios.

También vale lo contrario: toda mi autoeducación o mi apostolado estarán vacíos, desarraigados, (según el Padre Kentenich, se trata de pensar, amar y vivir en forma mecanicista), cuando me separo de mi Alianza de Amor, de mi entrega total y por lo tanto de Dios.

Sólo entonces me deben llamar dichoso, pleno

La promesa no solamente está en las oraciones del Hacia el Padre sino también en toda la espiritualidad de Schoenstatt.

Seguramente no se ve a simple vista como seguro para evitar situaciones inseguras y difíciles en la vida. La felicidad y la bendición nace de mi total entrega a Dios, porque Dios me ama, nos ama, y porque todo lo que Dios nos envía viene de su amor.

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Trducción: Lourdes Heinzl, Alemania/Enrique Soros, USA








Santo Padre expresa condolencias por tránsito de Gran Maestre de la Orden de Malta

La Orden de Malta
VATICANO, (ACI).- El Papa Benedicto XVI expresó sus condolencias y cercanía espiritual a por el tránsito a la Casa del Padre del Gran Maestre de la Orden de Malta, Frey Andrew Willoughby Ninian Bertie, fallecido el 7 de febrero a los 78 años de edad, en una clínica de la ciudad de Roma, tras una corta enfermedad.

En un telegrama enviado a fray Giacomo Dalla torre del tempio di Sanguinetto, Lugar Teniente interino de la Orden de Malta, el Santo Padre dijo sentirse "espiritualmente partícipe del dolor por la muerte de su alteza eminentísima fray Andrew Bertie Gran Maestro de la Soberna y Militar Orden de Malta". "Deseo enviar a toda la orden mis sentidas condolencias al recordar la obra de este hombre de cultura y su empeño generosamente desempeñado en el desarrollo de su alto encargo, especialmente a favor de los más necesitados".

"Por su amor a la Iglesia y el luminoso testimonio de los principios evangélicos invoco para su alma la paz eterna y del corazón e imparto a vuestra excelencia y a toda la orden, la implorada y confortadora bendición apostólica", finaliza el Papa.

La amistad se construye en el perdón / Autor: Marcio Mendes

La Palabra nos revela la clase de amigo que era Jesús.

Todos buscamos un modelo de vida, queremos aprender a vivir. Y cómo estamos viviendo? Cual es la mejor forma de reaccionar? Nosotros, que somos cristianos, somos privilegiados, pues, tenemos de donde aprender y donde buscar este conocimiento.

Si te quieres evitar algunos errores y dolores innecesarios, y quedarte sólo con aquellos que son necesarios, puedes hacerlo leyendo las Sagradas Escrituras, como vivieron los hombres y mujeres de Dios y, sobre todo, como vivió Jesús. Viendo la vida del Señor, aprendemos lo que es importante. Vemos que existe algo para Él cuyo valor es muy grande: la amistad.
Jesús tuvo muchos amigos. Podemos ver que Pedro, Santiago y Juan son amigos a los cuales Él amó mucho, amigos a los cuales invitó para estar junto a Él en momentos importantes, particulares de su vida y de su historia.

Por momentos, vemos a Jesús que dice que ya no los llama siervos sino amigos. El Señor dice que el siervo no sabe lo que hace su señor, pero que al amigo todo se le revela. Dice también que nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos. Y qué fue lo que Él hizo? Sencillamente entregó su vida por los suyos. Es la mayor demostración de amor que alguien puede dar.

Y mira que para mantener una amistad con ellos, Jesús tuvo que aguantar muchas cosas; pues, fue un amigo que lo traicionó – y lo hizo con un gesto de cariño, con un beso en el rostro – Y un amigo que siempre estaba junto a Él, fue quien tres veces negó que le conocía. La Palabra dice que en aquel momento, un terrible dolor se apoderó del corazón de Pedro, pues se dio cuenta de lo que había hecho y de que la mirada de Jesús no era de acusación, sino que de perdón.

Porque quien no sabe perdonar a sus amigos, nunca tendrá amigos verdaderos. Es necesario aprender a perdonar. La amistad se construye en el perdón.

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Fuente: Comunidad Canción Nueva

El zapatero en el fin del mundo / Autora: Hna. Lelia Inés Bulacio

El mes pasado viajamos a Malí. Sin duda, es imposible determinar qué lugar preciso de la tierra constituye "el fin del mundo", pero sí estoy segura de que el sitio hacia el que nos encaminábamos las cuatro hermanas, guiadas por un lugareño, era uno de esos lugares. Hacía tiempo que habíamos dejado nuestro vehículo bajo un árbol de la planicie maliana y bajábamos la quebrada hasta su base a pie, entre piedras, en busca de un pequeño poblado de cultura dogon.

A una de las hermanas se le despegó la suela de las zapatillas, hasta que le fue imposible seguir y también volver atrás. Intentamos atarlas pero no resultó y llegamos a la conclusión de que "había que tirarlas".

Pero aquí, en el "fin del mundo" todo tiene solución, la que nace del corazón y de la imaginación de quien vive con lo indispensable. El guía se desprendió con naturalidad de sus sandalias y propuso continuar descalzo mientras la Hermana se calzaba con las suyas. Y así se hizo, mezclándose el desconcierto, la gratitud, la sorpresa y el honor de permitirnos meternos en sus zapatos. Según el guía, al llegar a la aldea un zapatero arreglaría la zapatilla. Confieso que nos mostramos algo incrédulas ya que teníamos la impresión de alejarnos cada vez más de lo que para nosotras era el centro de la seguridad y el desarrollo. Llegamos a la aldea, que se nos antojó maravillosa. Era un vergel al pie de una muralla de piedra en el más total aislamiento. Había casas y graneros, una escuelita de piedra, un pozo y rodeándolo todo, una huerta con tomates, lechugas y berenjenas que ni el más caro de nuestros supermercados podría vender.

El enfermero que nos dio la bienvenida se desprendió de sus chancletas y se las pasó a nuestro guía para que pudiera montar las laderas del pueblito y mostrárnoslo. También llamó a un viejo que llegó con una bolsa de cuero, que nos fue presentado como el "zapatero del pueblo". Sin decir nada, tomó las zapatillas, las miró y desapareció no sabemos donde. Otra vez la incredulidad asomó en nosotras como una tentación que fuimos capaces de resistir, bien porque no nos quedaba otra, bien porque ya conocemos África y su increíble capacidad de hacer funcionar lo infuncionable y de recuperar lo irrecuperable hasta hacerlo durar más allá de todas las expectativas de cualquier fabricante.

Al regreso del paseo se personó el zapatero con las zapatillas arregladas. Se las había ingeniado para coserlas y, muy discretamente, las estudiamos incrédulas abandonándonos a la evidencia de que durarían no sólo para el regreso, sino mucho más tiempo.

En nuestra cultura occidental todo se ha vuelto desechable. Sin embargo aquí, esas zapatillas que estábamos resueltas a tirar y a cambiar, y que seguramente costarían lo que una familia africana gasta en comida durante un mes, volvían a ser útiles. Ellas nos permitieron recuperar el verdadero valor de las cosas, de los oficios perdidos, de la capacidad de vivir fuera del consumo indiscriminado, nos permitieron volver a creer en la capacidad de la gente para salir adelante juntos, compartiendo y no gastando.

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Fuente: Mundo Negro

La Cuaresma, Camino hacia la Pascua / Autor: Juan Pavlo II

Invitación a la penitencia

1. Nos encontramos hoy en el primer día de Cuaresma, Miércoles de Ceniza. En esta jornada, al comenzar el de cuarenta días de preparación a la Pascua, la Iglesia nos impone la ceniza sobre la cabeza y nos invita a la penitencia. La palabra penitencia se repite en muchas páginas de la Sagrada Escritura, resuena en la boca de tantos profetas y, en fin, de modo particularmente elocuente, en la boca del mismo Jesucristo: «Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt. 3,2). Se puede decir que Cristo introdujo la tradición del ayuno de cuarenta días en el año litúrgico de la Iglesia, porque Él mismo «ayunó cuarenta días y cuarenta noches» (Mt 4,2), antes de comenzar a enseñar. Con este ayuno cuadragesimal, la Iglesia, en cierto sentido, esta llamada cada año a seguir a su Maestro y Señor si quiere predicar eficazmente su Evangelio. El primer día de Cuaresma –precisamente hoy– debe testimoniar de modo especial que la Iglesia acepta esta llamada de Cristo y que desea cumplirla.

Convertirse a Dios

2. La penitencia en sentido evangélico significa sobre todo conversión. Bajo este aspecto es muy significativo el pasaje del Evangelio del Miércoles de Ceniza. Jesús habla del cumplimiento de los actos de penitencia conocidos y practicados por sus contemporáneos, por el pueblo de la Antigua Alianza. Pero al mismo tiempo somete a crítica el modo puramente externo del cumplimiento de estos actos: limosna, ayuno, oración, porque ese modo es contrario a la finalidad propia de los mismos actos. El fin de los actos de penitencia es un más profundo acercarse a Dios mismo para poderse encontrar con Él en lo íntimo de la entidad humana, en el secreto del corazón.

«Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas... para ser alabados de los hombres... ; No sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto te premiará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas..., para ser vistos de los hombres..., sino... entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.

Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas..., (sino)... úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt. 6,2).

Por lo tanto, el significado primero y principal de la penitencia es interior, espiritual. El esfuerzo principal de la penitencia consiste en entrar en sí mismo, en lo más profundo de la propia entidad, entrar en esa dimensión de la propia humanidad en la que, en cierto sentido, Dios nos espera. El hombre exterior debe ceder –diría– en cada uno de nosotros al hombre interior y, en cierto sentido, dejarle el puesto. En la vida corriente el hombre no vive bastante interiormente. Jesucristo indica claramente que también los actos de devoción y de penitencia (como el ayuno, la limosna, la oración) que por su finalidad religiosa son principalmente interiores, pueden ceder al exteriorizan corriente, y, por lo tanto, pueden ser falsificados. En cambio, la penitencia, como conversión a Dios, exige sobre todo que el hombre rechace las apariencias, sepa liberarse de la falsedad y encontrarse en toda su verdad interior. Hasta una mirada rápida, breve, en el fulgor divino de la verdad interior del hombre, es ya un éxito. Pero es necesario consolidar hábilmente este éxito mediante un trabajo sistemático sobre sí mismo. Tal trabajo se llama ascesis (así lo llamaban ya los griegos de los tiempos de los orígenes del cristianismo). Ascesis quiere decir esfuerzo interior para no dejarse llevar y empujar por las diversas corrientes exteriores, para permanecer así siempre ellos mismos y conservar la dignidad de la propia humanidad.

Pero el Señor Jesús nos llama a hacer aún algo más. Cuando dice «entra en tu cámara y cierra la puerta», indica un esfuerzo ascético del espíritu humano que no debe terminar en el hombre mismo. Ese cerrarse es, al mismo tiempo, la apertura más profunda del corazón humano. Es indispensable para encontrarse con el Padre, y por esto debe realizarse. «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Aquí se trata de recobrar la sencillez de pensamiento, voluntad y corazón, que es indispensable para encontrarse con Dios en el propio yo interior. ¡Y Dios espera esto para acercarse al hombre interiormente recogido y, a la vez, abierto a su palabra y a su amor! Dios desea comunicarse al alma así dispuesta. Desea darle la verdad y el amor que tienen en Él la verdadera fuente.

Liberación espiritual

3. Así, pues, la corriente principal de la Cuaresma debe correr a través del hombre interior, a través de corazones y conciencias. En esto consiste el esfuerzo esencial de la penitencia. En este esfuerzo, la voluntad humana de convertirse a Dios es investida por la gracia proveniente de conversión y, al mismo tiempo, de perdón y liberación espiritual. La penitencia no es sólo un esfuerzo, una carga, sino también una alegría. A veces es una gran alegría del espíritu humano, alegría que otros manantiales no pueden dar.

Parece que el hombre contemporáneo haya perdido, en cierta medida, el sabor de esta alegría. Ha perdido además el sentido profundo de aquel esfuerzo espiritual que permite volver a encontrarse a sí mismo en toda la verdad de la intimidad propia. A esto contribuyen muchas causas y circunstancias que es difícil analizar en los limites de este discurso. Nuestra civilización –sobre todo en Occidente–, estrechamente vinculada con el desarrollo de la ciencia y de la técnica, entrevé la necesidad del esfuerzo intelectual y físico; pero ha perdido notablemente el sentido del esfuerzo del espíritu, cuyo fruto es el hombre visto en sus dimensiones interiores.

En fin, el hombre que vive en las corrientes de esta civilización pierde muy frecuentemente la propia dimensión; pierde el sentido interior de la propia humanidad. A este hombre le resulta extraño tanto el esfuerzo que conduce al fruto hace poco mencionado como la alegría que proviene de él: la alegría grande del descubrimiento y del encuentro, la alegría de la conversión (metanoia), la alegría de la penitencia.

La liturgia austera del Miércoles de Ceniza y, después, todo el período de la Cuaresma es –como preparación a la Pascua– una llamada sistemática a esta alegría: a la alegría que fructifica por el esfuerzo del descubrimiento de sí mismo con paciencia: «Con vuestra paciencia compraréis (la salvación) de vuestras almas» (Lc. 21,19).

Que nadie tenga miedo de emprender este esfuerzo.

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Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 1979
Catequesis del Papa Juan Pablo II

Teresa de Calcuta / La Pelicula

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66 Bebés ingleses sobrevivieron a aborto y los dejaron morir


LONDRES,(ACI).- Un informe oficial del gobierno británico reveló que en el último año unos 66 bebés que sobrevivieron a abortos no recibieron auxilio médico y se les dejó morir.

Según el sitio LifeSiteNews.com, el Informe Confidencial sobre Salud Materna Infantil (CEMACH, por sus siglas en inglés) sostiene que "la mitad de los bebés sobrevivientes vivieron una hora, mientras que uno sobrevivió durante 10 horas sin ningún tipo de ayuda".

En Inglaterra el aborto es legal hasta las 24 semanas de gestación. Por ello, el Colegio de Médicos y Obstetras recomienda a los médicos aplicar una inyección letal a los fetos de más de 22 semanas que sobreviven al aborto. Para el Daily Telegraph esta recomendación "puede ser un procedimiento complicado para los médicos".

Éste no es el primer informe que da cuenta de esta manera de proceder de los médicos. En 2005, el Dr. Shantala Vadeyar, un investigador en Manchester del St. Mary's Hospital, señaló que habían casos de bebés de 18 semanas que sobrevivían fuera del vientre materno; y entre 1996 y 2001, al menos 31 niños sobrevivieron a un aborto.

A la luz del informe de CEMACH, la Asociación Británica de Medicina Perinatal indicó al Daily Telegraph que las nuevas medidas con los procedimientos indicados para los médicos en caso de que un niño sobreviva a un aborto, ya se están trabajando.

Niños soldados todavía enrolados en trece países

Calma relativa en el Chad