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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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jueves, 27 de septiembre de 2007

Pequeñez, perdón y acción de gracias para consolidar la comunidad / Autores: Conchi y Arturo


El próximo sábado 29 de septiembre se celebra la festividad de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Miguel: (Ap 12:7-9) significa "quien como Dios". Venció y expulsó a Satanás del cielo.

Gabriel: (Lc 1:11-20; 26-38) "el que gobierna o mensajero de Dios".

Rafael: (Tobit 12:6, 15) "el que cura o sana". El arcángel cercano a los hombres para aliviarlos en su dolor y sufrimiento.

Vamos a profundizar hoy en las actitudes comunitarias a través del significado de los nombres de los Arcángeles.

Se llama Rafael pero le gusta que le llamen Rafa. Es sacerdote, párroco y arcipreste.
A él queremos dedicar estas lineas no tanto por devoción y admiración personal como por agradecimiento. Desde hace un año es el responsable de nuestra comunidad parroquial. Hombre sencillo, callado, próximo, atento y sobre todo ungido por el Espíritu de Dios. Trabaja muchas horas aunque él no lo pregona. A veces está muy cansado, pero cuando predica con debilidad física, emocional y espiritual, cuando él cree que ya no puede, es en el momento que ha cumplido en nosotros y en muchas otras personas la misión del significado de su nombre: "el que cura o sana".

Todos tenemos la llamada a servir lavando los pies a nuestros hermanos y dejando que ellos hagan con nosotros lo mismo. Cuando dejamos más libertad a Dios es cuando le servimos cansados, pero creyendo en su presencia en nosotros y en los demás. Las palabras de San Pablo en 2º de Corintios 12, 9 son muy clarificadoras: "Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza". Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.

Rafael Maroto Cifuentes es el nombre completo de nuestro párroco, amigo y sabio consejero desde su callado caminar. Él tiene claras sus limitaciones y con su testimonio el Señor ha hecho crecer en un año una comunión silenciosa pero real, ausente pero presente. No vive en nuestra casa pero está en ella. Y parece que sean alabanzas a alguien que desea ocupar los primeros lugares. Cuando puede delegar algo lo hace. Él confía en el Señor que habita en las personas y a quien intenta llevar en cada detalle cotidiano de su vida. Creemos que su presencia espiritual a impregnado muchas de las casas de las parroquias, comunidades y lugares de trabajo.

Explicábamos que es la primera vez que sentimos las presencia y a la vez la ausencia de alguien con quien desearíamos compartir más horas y a veces sólo son unos minutos muy breves, los suficientes para gozar dando gracias a Dios el resto del día. Sabes que él está ahí dispuesto a curar cualquier herida en nombre de Cristo.

Creemos que si Dios puede ser fuente de Agua Viva para los demás sin que él ni tenga la más mínima pretensión, es porque es humilde y muy consciente de sus limitaciones. El sentirse débil, ni necesario, ni imprescindible y muchas veces impotente, le hace entregar su corazón a Dios pidiendo perdón y dando gracias a la vez por todo.

No estamos escribiendo estas lineas para quedar bien sino para compartir lo que hemos aprendido de un sacerdote de 48 años, que hace un año conocimos y que ha sido luz para nuestro camino. Decimos esto porque si no fuera así no estaríamos intentando dar tres llaves del camino comunitario que el Señor ha profundizado en nuestro corazón a través de Rafa: la capacidad de perdón, el reconocimiento de la debilidad propia y el dar gracias siempre y en todo lugar por la vida que Dios nos ha regalado aunque esté repleta de dificultades.

Hablamos no de los esfuerzos de Rafa humanos, de sus cualidades y sus defectos, sino del rostro de Dios manifestado en su vida por el don del Espíritu Santo. Como diría San Pablo Dios nos libre de gloriarnos sino es en nuestro Señor Jesucristo. Eso es lo que Rafa pretende cada mañana cuando se levanta. Y nos lo ha enseñado en la práctica. Todos tenemos la llamada a dejar que Jesús crezca en nosotros y el ego personal disminuya hasta morir a nosotros mismos.Para que quede claroa nuestra intención hacemos servir el testimonio de Rafa para edificación de todos y de nosotros mismos en el sentido que explica San Pablo en la 1ª de Corintios, 2:

Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado. Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo, abocados a la ruina; sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo - pues de haberla conocido no hubieran crucificado al Señor de la Gloria -.
Más bien, como dice la Escritura, anunciamos: = lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios = preparó = para los que le aman. =
Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios.
En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales. El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas. En cambio, el hombre de espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. Porque = ¿quién conoció la mente del Señor para instruirle? = Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.


Rafa con su presencia ha hecho que el Espíritu Santo nos revelara profundamente que no es importante tener éxito sino Amar desde lo profundo del corazón a todos, incluso a los enemigos. Nuestra Parroquia es la de la Inmaculada Concepción. Como la Virgen María, Rafa va guardando en el silencio de su corazón todo y va entregando Amor sin que nadie lo sepa.

Nuestro párroco no es ningún superhombre. Hay una gracia de Dios grande en él que se regocija en su sencillez. Pero lo más importante para no agotarse en sus cansancios es que él da en silencio, pero sabe que cuando predica para los demás lo hace para si mismo. A la vez, es una esponja, que siguiendo el consejo de San Pablo sabe escuchar, ver la obra de Dios en los demás y quedarse con lo bueno, las bendiciones que el Espíritu Santo derrama en él por medio de todas las personas que se cruzan en su vida.

La Palabra Eucaristía significa literalmente "acción de gracias". Rafa nos ha mostrado que el vivir la Eucaristía diaria no es hacerlo en el tiempo limitado de la celebración, sino acoger todos los dones de Dios dejando en sus manos todos nuestros rompimientos, resentimientos, tribulaciones, debilidades e impotencias. Al salir de la Eucaristía es cuando empezamos a poner en práctica el memorial del Señor siendo Cuerpo de Cristo para los demás, en sus contrariedades, depresiones y muchas veces desesperaciones.

Para eso es necesario pedir perdón a Dios de corazón sentir como el Padre del Cielo nos da cada día el abrazo como Hijos pródigos y nos unge para ir al mundo. Sólo reconciliados con Dios, conscientes de nuestras imperfecciones y dando gracias y creyendo que Dios quiere darse a los demás en nosotros pero también que le recibamos en aquellos pobres, desesperados y deprimidos, porque el Espíritu Santo viene a bendecirnos cumpliendo las Palabras de Jesús: "lo que hagáis a uno de estos pequeños a mi me lo hacéis". Pequeños somos todos. Sólo Dios es quien puede mostrar su grandeza en nuestra pequeñez, su poder en nuestra obediencia a su única ley: "Amaros los unos a los otros como yo os he amado" . Si somos capaces de hacernos pequeños ante Dios cada mañana nuestra comunidad crecerá: la familiar, la grupal, la parroquial, la diocesana...

Dios siempre cumple. Nosotros por las mañanas tenemos tanto trabajo y tanta prisa que nos olvidamos de recordarnos a nosotros mismos quienes somos: hijos de Dios débiles llamados a crecer en su amor y hacernos fuertes en comunidad, siendo parte de su cuerpo. Sólo de esta forma podremos cumplir las misiones de los otros dos Árcangeles señaladas en el significado de sus nombres:

Gabriel: Mensajeros de Dios para que su Palabra permaneza en los demás.

Miguel: Ser semejantes a Dios, capaces de expulsar de nosotros y de los demás el espíritu del mundo y curar las heridas que nos ha causado la estructura social de pecado en la que vivimos.

Padre Santo, en el nombre de Jesucristo danos la gracia de creer, depender y confiar sólo en Ti. Empequeñécemos cada mañana por el don de tu Espíritu Santo para que veamos los regalos que nos haces a cada segundo a través de los demás. Padre del Cielo deseamos amar como Tú amas, desde la suavidad, la paciencia y el perdón.

La paella de don Fermín / Autor: José H. Prado Flores

El grave problema de muchos evangelizadores, es tratar de incorporar toda la doctrina y enseñanza de la fe en la evangelización kerygmática. Hay quienes creen que el mensaje es incompleto y tratan de mejorar la pedagogía del Nuevo Testamento. Para todos ellos es la siguiente historia.

Con motivo de la guerra civil española, muchos emigrantes llegaron a México. Entre ellos vino un cocinero de Valencia, llamado Fermín, que inmediatamente se dedicó a vender paella, que bien pronto se hizo famosa en toda la ciudad de México. Su negocio progresó y le llamó: "La Valenciana". No había mejor paella en toda la ciudad que la de "El Andaluz", como se le conocía a Don Fermín. Iba tanta gente de todas partes a causa de su sabrosa paella, que Don Fermín quiso aprovechar el imán de su paella, que comenzó a vender también quesos y vinos de ultramar. Tenía tantos clientes que incluyó ropa y mercería. Luego anexó un expendio de pan y más tarde amplió el local para vender frutas y legumbres. El éxito fue tanto, que aquella pequeña tienda se convirtió en un centro comercial.

Hoy día, "La Valenciana" es un supermercado como otros muchos, donde se puede encontrar todo lo que se quiera o necesite; menos una cosa, paella. Por pretender vender todo, Don Fermín olvidó aquello que lo había caracterizado y que lo hacía único en la ciudad. Hoy ofrece lo que otros ya hacen. Su supermercado en nada se distingue de otro. Sin embargo, ya no hay quien cocine aquella exquisita paella de "El Andaluz". Por ser como los demás, perdió lo que lo caracterizaba y hacía único. Don Fermín es muy rico, sí, pero ya no existe aquella paella sin igual.

La proclamación del Evangelio comienza con el Kerygma o Primer Anuncio, que tiene un contenido bien específico: La persona de Jesús Salvador. Sin embargo, muchas veces caemos en la tentación de don Fermín: Le anexamos tantos elementos de tipo filosófico, doctrinal, pastoral, sacramental, y añadimos tantos temas, aún importantes, que después resulta casi imposible encontrar la persona viva de Jesús en medio de tantos elementos. De esta forma, se diluye el mensaje. Ya no es una proclamación que sacude sino un sistema doctrinal o un catecismo completo de la fe.

Hay quienes piensan que durante el Primer Anuncio se debe incluir un tema sobre el sacramento de la Reconciliación y lo añaden. Otros piensan que se necesita una seria fundamentación sobre la Iglesia y se inserta. Otra persona cree que no es posible olvidar a la Virgen María y el Santo Rosario, y aumenta una enseñanza más. Uno más quiere recalcar la importancia del Papa y entonces también lo anexa. Los de la Parroquia de San Martín de Porres opinan que el Santo de la Parroquia debe ser tomado en cuenta y ponen un parche más. El dirigente que nació en San Francisco, también quiere que se reconozca al pobre de Asís e incorpora un tema más. Se añade tanto y tanto, que cuesta trabajo encontrar el mensaje fundamental.

Se adoctrina a quienes apenas están siendo evangelizados. Se da alimento sólido a los que están en el proceso de nacer de nuevo. Se esfuma el mensaje del anuncio de la muerte y la proclamación de la resurrección de la salvación. Con tantas añadiduras, el Kerygma se va diluyendo y perdiendo en consecuencia su fuerza.

No podemos renunciar a "nuestra paella" por ningún motivo. Desgraciadamente por ciertos espejismos, se pierde lo esencial: Hay hospitales de religiosas, donde nadie revela el sentido de la cruz gloriosa a los que sufren. Alumnos y estudiantes pasan años en una universidad católica conociendo las ciencias, pero no el Camino, la Verdad y la Vida. Hay campos deportivos dirigidos por sacerdotes, cuyos equipos llegan a ser campeones, pero los jugadores no saben que ya han ganado el partido más importante: La vida eterna. Tal vez todas estas iniciativas comenzaron con buena intención, pero con el desgaste del tiempo, venden muchas cosas buenas, pero ya no más paella.

No podemos engañarnos con el espejismo de ofrecer todo el supermercado, si el precio que pagamos incluye perder la fuerza intrínseca del anuncio de Jesús Salvador, Señor y Mesías.

Debemos preguntarnos si el hombre de hoy encuentra en la Iglesia lo que nadie más puede darle: Jesús vivo, que da vida en abundancia a los que creen en su nombre. O, por tratar de ofrecer todo, ¿hemos caído en la tentación de perder lo esencial? ¡No podemos avergonzarnos del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree!

El justo vive por la fe / Autor: Padre Jose Augusto, Comunidad Canción Nueva


Nuestro Dios no es el Dios del sufrimiento

Una cosa que el tentador hace mucho con nosotros es llevarnos a un sentimiento de que Dios no cuida de nosotros, de que Dios está lejos, que se alejó completamente. Y la tendencia de cuando nos sentimos de esta forma, es de abandonar a Dios.

Pero, hoy, nosotros necesitamos salir de aquí con nuestra fe perfeccionada. Yo necesito mejorar mi fe y tomar posesión de aquello que Dios hace en mi vida. Aunque yo no sienta, aunque yo no vea, yo no puedo abandonar a mi Señor.

Este libro de la Biblia, Habacuc, es un poco desconocido, pero yo quiero en este momento meditarlo junto contigo para que tú no abandones a Dios en los momentos difíciles de la vida. Porque siempre vamos a pasar por situaciones difíciles. No es porque acepté a Dios que ya no voy pasar por situaciones difíciles.

Este profeta pasó por la misma situación que tú debes estar pasando. El pueblo de Israel siempre pasó por grandes dificultades, y el profeta Habacuc comienza así: ¿"Hasta cuando, Señor, imploraré sin que escuchéis?" Aquí él está experimentando “el silencio de Dios”. Y cuando alguien está pasando por situaciones de muerte, de pérdida, de calumnia, ¿dónde está Dios?

Si hoy Dios está haciendo silencio en tu vida, debes saber que el Padre también silenció con Jesús cuando Él estaba en la cruz y decía "Dios mío, Dios mío, por qué me abandonaste?".


Vea lo que responde el profeta Habacuc: "Voy a quedarme de centinela, y me pondré sobre la trinchera; voy a acechar lo que va decirme el Señor, y lo que él va a responder a mi pedido" (Habacuc 2,1).

Nos quedamos ansiosos y no conseguimos oír la voz de Dios. También nosotros tenemos que hacer como el profeta Habacuc. No quiere decir que Dios atendió rápidamente al profeta. Yo necesito colocarme en la actitud de centinela. Yo voy a rezar y decir para mi alma: "Ten calma, alma mía, espera que el Señor va a hablar". En la hora en que estés pasando por una tribulación, vaya al libro del profeta Habacuc.


Él está diciendo así: "Ten calma, Habacuc. Yo estoy viendo lo que te está sucediendo, ¡quédate tranquilo!" Pues nuestro Dios no es el Dios del sufrimiento. Nuestro Dios es bueno, este mundo que es sólo maldad, y muchas veces nosotros acabamos revelándonos contra Dios y no contra el causante de todo el mal. "Si se tarda, espérala, pues vendrá ciertamente, sin retraso." (capítulo 2,3)

Si tú dices para Dios: "Mi Señor, ¿hasta cuando voy a vivir esto?" Esto no es murmuración, es oración de quien está sufriendo. Y el Señor responde: "Espérala, porque ella se realizará". "He ahí que sucumbe el que no tiene el alma íntegra, pero el justo vive por su fidelidad". (capítulo 2,4)

Debes saber que tu confianza está en Dios y que no va a fallar, porque el justo vive por la fe. Vivir de la fe no es decir "Señor yo quiero un vaso de agua", y el agua cae en tu boca. Eso no es tener fe. Tener fe es esperar en la tribulación y no desistir, pues el justo cree. El mundo necesita de testimonios así.

En el versículo 20 vemos: "Mas Yahvé está en su santo Templo: silencio ante él, tierra entera"

Delante de la tribulación debemos decir: "Él está vivo. Él es el Rey de reyes". La tentación viene, pero tú dices: "Dios no va dejarme en esta situación, porque Él es el Rey de reyes, Él es el Señor de todo".

Delante de la tribulación, mira hacia el cielo, el aire, para los árboles, porque mientras los pájaros estén cantando, significa que Dios está reinando.(Capitulo 3,3) El salmo 33 dice que los ojos de Dios están siempre hacía mí, hacía tí. ¡La gloria de Dios llena toda la tierra! No podemos dejarnos influenciar por el enemigo.

Dios vino a habitar en medio de nosotros, hace 2007 años. Estas entendiendo que no estamos solos, que Él nació en Belén, y ¡Él nunca nos va a abandonar!. El es un niñito, sí, pero es un Rey revestido de un niño.

Si el justo vive por la fe, aunque falte comida en mi casa, aunque la enfermedad me alcance, aunque todo eso suceda en mi vida, ¡yo no abandonaré al Señor!

Así como Pablo dice: ¿"Quién me separará del amor de Cristo? ¡Nada, nada me separará, yo seré de Dios hasta el fin!

Aún así estaré firme en el Señor, no Lo abandonaré, hasta la muerte yo seré fiel, pues sé en quien yo puse mi confianza. Mi confianza está en mi Señor. Y aunque tardase, yo esperaré, porque aquel que es justo vive por la fe. Y cuando te digan, que tu vida esta un infierno, di así: "El justo vive por la fe, porque mi socorro vendrá del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Él derrumba las montañas que están en mi frente".

El hijo pródigo vuelve a casa / Autor: Padre Rufus Pereira

Repetimos esta historia toda vez que nos confesamos

Todas las veces en que nos vamos a confesar repetimos la historia del hijo pródigo, porque tenemos el coraje de levantarnos y volver a la casa del Padre.

Una vez me llamaron para rezar por un joven, y es lo que gusto de hacer, rezar por aquellos que son tenidos como ovejas perdidas. Entonces fui a la casa de esta familia que era muy rica. Era una mansión, entré para rezar, sin embargo, cuando paré frente al cuarto, que estaba todo oscuro, desde de la puerta vi que allá estaba el muchacho y que él tenía lepra. Desde la puerta comencé a rezar por él, pues todo el miedo de la lepra vino a mi corazón. Y una más vez el Señor hablaba conmigo: ‘¿Rufus, que yo haría en tu lugar?’, entonces, me acordé de que Jesús tuvo compasión de aquellos que venían en su búsqueda y la primera cosa que el Señor hacía era recibirlos y después los curaba.

Entonces, entré en el cuarto y di una sonrisa a aquel joven, y él me sonrió también; después fui diciéndole palabras de cariño, y él también me respondía con palabras de cariño, enseguida el tomó mi mano y la colocó sobre su cabeza y comencé a rezar por él. Percibí que aquel joven necesitaba más de cura emocional que física, pues se sentía rechazado por la familia.

Después de algunos meses lo volví a encontrar – en el Centro de Evangelización Carismática de Bombaim – completamente curado. No lo reconocí en el principio, pues cuando lo vi la primera vez su rostro estaba desfigurado, sus dedos torcidos a causa de la lepra. Pero, en aquel momento, yo lo veía en mi frente con una nueva faz, y con las manos blandas y los dedos perfectos.

Encontré a este muchacho otras veces en una de las cuales me dijo que deseaba casarse, pero sentía miedo de ser rechazado a causa de la enfermedad que tuvo, le pregunté si quería que rezara por esa intención y el me respondió que sí. Después lo volví a encontrar ya casado y me dijo que esta vez él deseaba que rezará para que su esposa pudiese quedar embarazada; más tarde, su mujer quedó embarazada, entonces, ellos me pidieron para rezar nuevamente para que el hijo fuera saludable, y nació saludable.

Años después, yo estaba en el mayor centro de evangelización del mundo, y después de mi charla fui para mi cuarto a descansar, desde ahí oí al que estaba predicando y reconocí la voz, entonces volví y cuando llegué allá las lágrimas rodaron de mis ojos, porque allá estaba el joven de la lepra, y ahora aquel joven era el predicador de la mayor casa de retiros católicos del mundo. El hijo pródigo había vuelto a la casa del Padre.

La confesión viene del cielo / Autora: Madre Elvira, fundadora Comunidad Cenáculo

¡¡Qué hermoso cantar, danzar, sonreír, amar, abrazar la vida!! Cada uno de nosotros posee este gran don de la vida que nos reúne. Es el don de Dios. Por eso estamos bien juntos, porque queremos reconocer que hemos sido pensados, amados, queridos por el único Dios. No vengan a decirme: "A mí me hicieron mi madre y mi padre". ¿Y a tu padre y tu madre quién los ha hecho?

Tengamos el coraje de creer lo que vemos, lo que somos, de otro modo estamos siempre afuera de la vida. Es importante tomar en cuenta nuestra vida, porque es lo primero que vemos, que tocamos, que experimentamos, que amamos y odiamos.

Nosotros vivimos contemplando con alegría y estupor cómo renace frente a nuestros ojos la vida de sus hijos desesperados, adictos. Al ver que se volvían más buenos que nosotros, hemos dicho:“Esta vida no viene de la carne, viene del amor, viene de Dios; y algunas veces la maltratamos". Entonces debemos reconciliarnos con nuestra vida, queremos pedirlo hoy que es una celebración especial para el pueblo cristiano, es el día de María, la madre de Jesús, nuestra Madre. (Día sábado)

Cuando vinimos a esta colina por primera vez, lo primero que vimos fue a la Virgen, la hemos invitado y la hemos llevado a casa: ha sido el primer huésped, ha sido querida, abrazada junto a nosotros. Gracias a eso ustedes están aquí hoy, porque hemos invitado a María a nuestra casa.

Cuando hay divergencias en la familia es porque aún no han recibido a la Virgen, como lo hizo Juan debajo de la Cruz.
Reflexionemos un poco en el poder infinito, sin fin, que tiene la Madre de Dios, que es Madre nuestra.

Esta pequeña y simple criatura que se llama María es nuestra Madre y si no está ella no hay nada, no hay dónde hacer pie, sólo caemos.

La propuesta que hicimos desde el comienzo, que continúa y continuará para siempre en nuestra Comunidad, es que el primer momento del día sea para Ella, en Ella, con Ella: el Santo Rosario. Invitemos a María a nuestras casas. Miren que Dios es humilde: pasa a través de Ella. ¡También Él pasa por ella! ¡Y si intercede María, el milagro está hecho! Y hemos visto estos milagros, los estamos contemplando… Por lo tanto, no les decimos palabras, les mostramos los hechos. No queremos enseñarles algo sino mostrarles la vida.

Nuestra historia es hermosa porque es concreta, es real, es con los pies en la tierra, es de un loco amor, de sudor, de fidelidad, de sacrificio, un amor de alegría, de canto y baile.

Acérquense a María. Ella, que se acerca a nosotros con delicadeza, como un soplo, hoy te dice que es el día de la infinita Misericordia de Dios. Ella nos dice en el corazón lo que tenemos que decir durante la confesión. Nos dice que no tengamos miedo de decir lo que nunca hemos dicho, para que no quede adentro como una sombra que no nos permite vivir la alegría, que no nos permite ver el sol ni el esplendor de la vida. Hay tantos sacerdotes disponibles para acoger nuestra pobreza, nuestros pecados, nuestras heridas, que si no las confesamos, las alteramos y nuestra vida se vuelve falsedad. ¿Por qué nos hace falsos? ¿Por qué debemos ponernos la máscara? Porque no aceptamos ese pecado, esa situación, aquel encuentro, la violencia… Ese pecado que quieres esconder, te hace comportar de un modo falso y ya no eres más tú mismo. Ahora es el momento, vayamos al confesionario con simplicidad.

Les doy un consejo y se lo doy también a los sacerdotes: dejen que los penitentes puedan hablar con Jesús más que con ustedes. Porque nosotros vamos a la confesión para hablar con Jesús. Generalmente les digo a los chicos y a las chicas que se confiesen con los ojos cerrados: estamos hablando a Jesús, el Redentor y la Madre están a nuestro lado y no necesitamos hacer un diálogo, un coloquio. Si también el sacerdote cierra sus ojos, el penitente es más libre para hacer salir el pecado desde adentro, no de la boca. Mírate dentro, Jesús quiere sanar todo y sacar la raíz. La confesión es extraordinaria, algo grandioso, es una liberación, como si nuestro corazón estuviera encadenado hasta que dices lo que has hecho.

Jesús le dijo a Pedro que había que perdonar siempre. El arrepentimiento nace de adentro. Cuando uno se enfrenta con su pecado, lo mira de frente, ya no asusta más, pero disgusta: qué mala que fui en tal situación, hice las cosas por interés, he engañado a mucha gente, he preferido el dinero… Para arrepentirnos debemos saber primero quiénes somos por dentro.

La confesión es algo que no viene de la tierra, sino que viene del cielo, de Dios. Él se ha hecho Misericordia por nosotros, es la Misericordia total para nosotros. Al encuentro con la Misericordia de Dios debemos ir arrepentidos. Debemos decirnos: "… al menos te has arrepentido por un momento de haber engañado, de haber traicionado a tu esposa y regresar a casa con mala cara para hacerte compadecer ¡y tienes dentro una confusión!" Debemos retomar interiormente todos los momentos oscuros que hemos realizado, por el egoísmo, por la pasión, por el placer, por la ambición, por el poder. Alguna vez hemos pisoteado a nuestros hermanos. Esto es el mal, son cadenas, y ahora ha llegado el momento de la liberación, finalmente podemos abrir los brazos, reír y bromear en la verdad, sin máscaras. Intentamos llevar adelante el "personaje" porque creemos que sino los otros no nos respetan. ¡Pero en realidad es porque no te respetas tú! Porque no te amas, no te aprecias.

Miren que la cosa más bonita del mundo es hacer una confesión comenzando por las cosas más pequeñas.

¡La vida es bella, cuando la conocemos! La vida es bella: miles de colores, el sol cotidiano, ternura sin fin y algunas veces lágrimas, pero son lágrimas que se pueden derramar con gozo en el corazón, con la sonrisa en los labios. Lo que nos toque vivir podemos recibirlo con una sonrisa, siempre, y la vida es una continua novedad, los días nunca son iguales.

A medida que voy envejeciendo veo que las arrugas son ventanas luminosas que permiten que entre el sol en casa.

Tenemos que volvernos como niños, ya que ellos entrarán en el Reino, el Reino que comienza hoy. Hoy es el Reino, hoy podemos entrar en el espacio infinito del abrazo sin fin de Dios.

Dios ha querido mostrarse y entonces ha hecho que María a través del Espíritu Santo, haya concebido. Jesús ha comenzado como cualquier niño, en el útero de la Virgen. Luego nació en Belén y ha crecido con sus padres. Jesús ha vivido la familia, ha vivido el trabajo, la obediencia. Cuando se volvió grande le dijo a su madre que era hora de irse de casa.
Piensen cuántos jóvenes, cuando enfrentan esa situación con la mamá, ellas no los dejan irse. Jesús salió de casa, no ha tenido miedo de dejar a la Virgen sola. Era su momento, ya era un hombre.

Los chicos y las chicas, sus hijos, si los han educado bien y formado en la honestidad, en la verdad, la comprensión, el perdón, en la fe, ¿por qué tienen que tener miedo? Serán luces que van y llevan la paz.

Regresemos al momento potente y extraordinario que es la absolución de nuestros pecados.Nosotros no les decimos sólo palabras. Sepan que no queremos amaestrar a nadie ni predicar. Las cosas primero nos las decimos y las hacemos nosotros mismos. Se las queremos hacer ver a los jóvenes. Los jóvenes hoy no escuchan más: puedes hacerle un lindo sermón, pero ellos piensan en otra cosa. Te siente, pero no te escucha, porque las cosas que le dices no las haces. Cuando hay incoherencia es una humillación para quien escucha. ¡Esto vale también para los niños! Cuando tienen cinco o seis años pueden dejar de hacer los "sermones", porque se los educa con la potente voz de tus gestos, de tus elecciones.¡Vivamos bien este momento! Sepan que estas cosas las tenemos dentro. No queremos enseñar nada a nadie, sino mostrarles la vida y han venido por esto, porque lo que les decimos lo vivimos.

Catholic Idol / Autor: Martín Valverde


En el monte Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro fundido, y lo adoraron.
Sal 106,19

Me aburre escribir de esto, pero dadas las circunstancias que nos rodean, lo hago. Hay gente esperando nuestro pobre punto de vista.

…Era el mes de octubre del 2001; estábamos extenuados pero contentos pues nos encontrábamos a media gira enREDados México; estábamos viviendo historia y haciéndola de paso, por la Gracia de Dios ciertamente, y además sin competir entre nosotros.

Durante ese año, primero a principios, y luego dos veces más en su transcurso, nos habían hablado de una “premiación” que se iba a hacer de la música católica en México, D.F. Le cambiaron la fecha varias veces hasta que, por pura “coincidencia”, dio con las fechas de nuestra gira por México.

Era un jaque mate, pero la verdad es que fue tranquilizante el no poder asistir a recibir los “premios”, así que nos los hicieron llegar. Varios de nosotros, aún “non gratos” para la entidad organizadora, salimos premiados, así que de repente estábamos llenos de ¡trofeos a la música católica!. WAW!!!

Estábamos listos para empezar el concierto de Aguascalientes cuando yo pregunté: ¿qué hacemos con tanto trofeo? (la forma del mismo se las comento en otra ocasión). Y uno de nuestros mejores exponentes para ocurrencias dijo: “Pues hagamos un becerro de oro y ¡adorémoslo!”. Nos reímos mucho por la ocurrencia, y de paso nos preocupamos más por la simpleza de un hecho que encierra todo lo contrario a lo que nos hemos propuesto desde el inicio: servir, evangelizar, llevar el mensaje que nos salvó a nosotros y a otros. Este tipo de “archivos adjuntos de la fe con virus” no son ni parte de las añadiduras que dijera el Señor.

La verdad creo que ya me tardé en escribir esto que les quiero compartir a continuación, pero tengo la certeza de que aún no es tarde, y que, por el contrario, va a llegar muy a tiempo.

¡Empezaron de vuelta, por quinta temporada, las audiciones de American Idol en el canal Fox! (por eso digo que ya me tardé,.. desde la segunda quería escribir esto).

En todo el programa hay muchas cosas sorprendentemente bien producidas y una de ellas, sin duda, es la primera etapa de eliminación, en donde llega textualmente “de todo” a ser audicionado y, de paso, juzgado a quemarropa.

Los productores lo saben y se encargan de que nada se les escape; algunos personajes ayudan sólo con su presencia (que por vestuario y exposición ya son todo un espectáculo). Hagan de cuenta a Fido Dido o a Homero Simpson haciendo audición. No es regla, pero es bastante común que a más decoración en la persona, menos capacidad musical va a tener, por lo menos en lo que a audiciones se refiere.

Los que han visto la serie saben que los jueces son bastante interesantes, y para subir el rating se prestan a todo. Hay uno de ellos en especial, el más finito, Simon, que es lacerante al momento de juzgar a los que cantan o creen que cantan (a mí me iría de la patada, con certeza).

Al ser audicionado quedas a juicio de otro, nombras a otro como juez de tu don, o mínimo, reduces tu capacidad de acción a la opinión de una persona. Pero no es culpa del juez (quien después se puede aprovechar de eso) pues fuiste tú el que respondió a la convocatoria y no llegaste forzado por nadie.

¿Ustedes creen que en la música católica cristiana exista este tipo de audiciones?, ¿qué alguien se preste a esto y/o que alguien se ponga a hacerlas?. Pues, ¡sorpresa, sorpresa!. De que los hay, los hay, y aún estamos a tiempo de prevenir más daños, no de evitarlos, pero sí de prevenirlos, o por lo menos disminuirlos.

Vamos quedando claros: tarde o temprano tendrás que pasar por algún tipo de audición en la vida, pero esto es muy diferente a buscar LA AUDICION de tu vida, aquella que te va abrir las puertas y que te va a lanzar al estrellato del eslabón perdido entre la tierra secular y la cristiana.(sigue durmiendo de ese lado).

Es más que entendible que una obra de teatro tenga que hacer audiciones, o que una producción de cine deba practicar esto. Se trata de un marco específico dentro del cual no puede entrar cualquiera, sino aquel o aquella que cumpla con el perfil pretendido, pero no es despectiva la elección, es lógica y en función de un papel.

De las cinco temporadas de American Idol, vi más la tercera; y de la segunda, lo correspondiente a la primera eliminación.

De todos los casos que se presentaron en un programa me tocó ver, para mi sorpresa, uno que tenía que ver con mis terrenos y asuntos.

Para las audiciones de la temporada habían tomado la decisión de invitar a un músico famoso y reconocido; el de esta ocasión era el Sr. Gene Simmons, quien fuera el bajista de la banda KISS, muy famosa en los años 80 entre los jóvenes y con un “acústico muy interesante a finales de los noventas” para los ya no tan jóvenes. Sobra decir que KISS supo maravillosamente hacer negocio con su imagen de rockeros enmascarados, y con el tema de ser “satánicos” y bastante bien dados al reviente sexual (de esto último no les quede duda). Lo que por cierto los hizo blanco del ataque constante de grupos cristianos, mismos que sólo ayudaron a aumentar sus ventas.

Pues bien, le tocó a Simmons y al jurado de costumbre (Paula, Randy y Simon) estar haciendo las audiciones. Como era de esperarse, había de todo, y se subrayaba en especial los casos de especímenes que agotaban su especie al hacer su aparición.

Pero para el final del programa, las cámaras apuntan hacia un joven rubio, de buena apariencia, recatado, vestido a la moda GAP, quien había llegado apoyado por sus “hermanos de Iglesia” para hacer la audición (como lo leyeron).

El objetivo para el programa estaba alcanzado. De este lado del mundo, el mercado cristiano existe y es comprador, o mínimo hace bulto. Y los productores lo sabían bien. Enfocan al muchacho, quien era pastor de los jóvenes de una Iglesia Cristiana, ponen a su grupo orando afuera y “dejando todo esto en manos de Dios”.

Yo doblé mi atención pues veía venir el choque: Simmons en un jurado, evaluando a un pastor de jóvenes de un Iglesia Cristiana. Eso era para verse.

El muchacho pasa, se presenta, está evidentemente nervioso, canta decentemente, pero eso es todo. Espera el veredicto de los jueces. Los tres de siempre manejan la cosa muy “light”, muy suave: “es un muchacho muy bonito”, “su cara nos va ayudar mercadotécnicamente”, “ni hablar de su trasfondo, nos va a traer otro público” , “no canta tan mal”, etc.

Mientras esto sucedía con los otros jueces, Simmons había permanecido completamente callado, y su mirada se había puesto realmente seria y profunda. Dejó que los otros jueces hablaran sus boberías, y al final, cuando se le pidió su opinión, habló directamente al joven diciéndole:

“Este no es lugar para ti, tú podrías -si lo quieres-, hacer toda una carrera por el lado de la música cristiana, tocando country o cosas similares. Hay todo un mercado en donde podrías desarrollar ¡¡¡¡¡TU MINISTERIO!!!!! (¡eso le dijo!), pero aquí no hay nada para ti, no tienes porque hacer esto, por aquí no es tu camino”.

Yo estaba petrificado, pegado a mi asiento. Ahí estaba este joven quien iba como buey al matadero (no son palabras mías, son de la Biblia):

Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus labios. Se va tras ella en seguida, como buey al matadero, como el ciervo atrapado en el cepo, hasta que una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que se precipita en la red, sin saber que le va en ello la vida. Proverbios 7,21-23
Y aunque no voy a negar que la intención del chico en cuestión era buena, Simmons había dado en el clavo: es el monte Sinaí en donde se dan los mandamientos, no en Egipto. No puede haber un American Idol que compagine con el ser creyente, no se puede servir a dos señores. No se puede poner fuego en los regazos sin quemarse.

¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos? ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
Proverbios 6,27-28

El final fue aún más inesperado para mí. Cuando Simmons terminó de hablar, tocaba decidir si éste mozuelo seguía o hasta ahí llegaba. Cuando le dijeron que sí los tres jueces de American Idol, Simmons guardó y otorgó silencio profundo, pero el joven pastor empezó a saltar como ciervo o como canguro por todo el set.

¡No había oído a Simmons!, y lo peor es que puedo asegurarles que, aún contra todo lo que se pueda decir, en ese momento, Gene, el viejo bajista de los KISS, había sido la voz de Dios en medio de todo lo superfluo de la circunstancia.

El joven pastor salió del lugar, salió a celebrar con su hermanos de Iglesia su pase a Hollywood.

Insisto, puedo ver la sana intención de este muchacho, pero es un hecho que no pasaría a más, había llenado los 10 minutos de programación, que era lo que urgía. Total… “de buenas intenciones está lleno el camino al infierno”.

El querido pastor de jóvenes no paso a la tercera ronda, era de esperarse. Pero su ejemplo en este escrito es para prevenirte a ti.

En México tienen un refrán que dice: “siempre hay un roto para un descocido”. No te estoy hablando de compañías seculares que dan un espacio a la música cristiana; te estoy hablando de personas de la Iglesia que tienen su empresa, y que con la misma (a veces disfrazándola de comunidad o similares), son verdaderos dráculas del arte católico, pues no hacen mas que chupar la energía vital de los que representan.

La experiencia nos cuenta que para esta clase de pederastas de la música católica hay tres básicos clientes o víctimas, alguno de estos podrías ser tú. A ver, revisemos:

1. Los que vienen completamente ignorantes de todo lo que los rodea, y por su estado no traen malicia y van creyendo en todo, sin cuestionar, y firman confiando, sin imaginarse en que se están metiendo.

Pero hay por lo menos tres clases de Ignorancia según Francois de Rochefoucauld: No saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. Usted anótese en la correspondiente.

2. Los ambiciosos, que al escuchar que les prometen las perlas de la Virgen, discos de oro, escenarios, y giras por todo el mundo, contacto con los grandes, etc., caen redonditos frente a su propia ambición. Son finalmente víctimas de su propia trampa. Decía Cervantes: Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero (aunque el tercero termines siendo tú, quien sabe como).

3. Y los perfectamente estúpidos (cada zona del mundo tiene su forma de llamarlos…en España, por ejemplo, les dicen Gilipollas. Usted aplique la propia y correspondiente a su región). Decía Einstein: Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.

No niego la presencia de lobos vestidos de ovejas, pero no quiero esconder tampoco la obvia predisposición y estupidez de algunas ovejitas (roto para descocido, explotado para explotador, víctima para verdugo).

Dan ganas de reír de la pena, la verdad. Ahora todos son “expertos”, productores, “Santos Padres de la música católica”, ya sea porque tienen muchos años en el negocio, o porque tienen mucho colmillo, o porque están al frente de un trabajo visible o audible, de una radio o de un programa, o por su página en Internet. Hace poco leía, sin poder creerlo, la descripción sobre un conductor de programas católicos. Decía los siguientes auto-piropos (porque él mismo lo escribió) antes de dar premios según su parecer: “conducido por su director y reconocido "discjockey católico". Con su reconocido gusto y oído musical, explicó cuáles eran a su juicio los más destacados discos del 2005”. Lo interesante es que el premiado lo tomó y lo predica como el disco del año, aunque haya vendido dos copias (lo que es estar de acuerdo).

Sale un grito del corazón, ¿a quién quieren engañar?, pero el problema es que sí hay a quien, y espero no estés tú en esa lista de pequeños cerebros.

El año pasado hicieron una premiación en Europa. La entidad que premiaba había perdido de repente a algunas de sus propias y máximas estrellas del canto católico porque se habían emancipado finalmente. No les quedó más remedio que darnos “la canción del año”. Lo irónico es que esa misma entidad de música católica llevaba más de un año acusándonos de piratería de su material más preciado (los emancipados), y por supuesto somos innombrables en su medio (aún con todo y premio).

En estos tiempos escucharás mil veces y hasta hartar cosas como esta, premio al: mejor cantante, mejor canción, mejor disco juvenil, artista revelación, mejor disco de música religiosa contemporánea católica del año… según el mejor programador, etc.

Yo me quedo con la frase del maestro: La gloria no la recibo de los hombres. Juan 5, 41.

Nada de esto sería importante mencionarlo si no se hiciera tanto daño a los nuevos profetas que van surgiendo. Cierto es que cada uno elige en donde se mete, pero si está en nosotros advertirte antes de que las heridas son gigantescas entonces intervenimos, mínimo con estas palabras.

Dice Luis Enrique Ascoy que lo verdaderamente competitivo entre nosotros debe ser ver “quien pesca más en RED, y no solo con su caña”. Ciertamente esta clase de frutos no se van a presumir, ni a premiar, pero es el Espíritu de Dios el que lo suscita.

Para terminar preguntaría, ¿quien está capacitado para calificar y/o premiar a esos grandes siervos de Dios?; me refiero a aquellos que simplemente cantan en su parroquia contra todos los inconvenientes para hacerlo; a los que se suben a los buses a evangelizar cantando (existen, no se asusten). O a aquellos que se la pasan de misión con la guitarra al hombro, o no tienen la posibilidad de grabar un disco o de hacer un concierto. ¿Quién nombró a estos pseudo jueces entre nosotros?, ¿será que un disco de oro vale más que toda una vida de servicio en el humildad?.

Tú decides. O nos conoces por nuestras presunciones, o por nuestros discos de oro, o nuestro tiempo en el gremio, o nuestra estúpida foto en una portada, o -como está escrito-, nos conoces por nuestros frutos, y además frutos que permanezcan (o por la falta de ellos).

Despierta antes de que Jesús se vuelva para con nosotros y nos pregunte como en el Evangelio de hoy (Mc 9,30-37): “¿De que están hablando entre ustedes?. El Señor, primero, no quiere que nadie sepa que está en Galilea; luego habla de su pasión, muerte y resurrección; luego descubre que sus discípulos, además de no entenderlo, ¡no lo oyeron!. Llevaban todo el camino hablando de quién era el más importante entre ellos. Habían desperdiciado la voz de Dios mientras hacían sus encuestas y se entregaban sus premios. ¡Que Dios nos cuide de esto!.

Mi querido amigo y colega músico: los que estamos en esto de servir al Señor a través del arte, no planeamos que se fueran dando las cosas así como algunos lo quieren, con su Top 10 o Top 20, o como negocio. Todo lo que hemos logrado ha sido un plan del Espíritu Santo para su Iglesia y para los jóvenes de esta generación (y esperamos sea también de las siguientes).

El llamado original se mantiene. Despierta antes de que se coman el fruto que Dios puso en tus manos para toda su Iglesia.

Terminemos con frases de sabiduría. Que el Espíritu te las explique para que puedas hacerlas tuyas:

LA COPLA
Antonio Machado


Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo , ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillen , de los que escriben cantares:
oír decir a la gente que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón en el alma popular,
lo que se pierde de nombre se gana de eternidad.

El Pecado / Autor: José Miguel Arráiz


Definición

El Pecado lo definía San Agustín como “Toda palabra, acto o deseo contra la ley de Dios”

La definición clásica de pecado es: “la trasgresión voluntaria de la ley divina”Trasgresión: es decir violación o desobediencia

Voluntaria: porque se trata no sólo de un acto puramente material, sino de una acción formal, advertida y consentida

De la ley divina: o sea, de cualquier ley obligatoria, ya que todas reciben su fuerza de la ley eterna

Entendamos que significa pecar

El Sacerdote Jesuita Jorge Loring nos dice que el pecado es “La gran estafa” y “La gran canallada”, y nos lo explica con dos ejemplos:

El Pecado “La gran estafa”:

Un niño de 6 años iba por la calle y se encontró un billete de 100 dólares, caminando contento por el acontecimiento se lo mostró a otro niño de 10 y tuvo con él el siguiente dialogo:

Niño de 6: “¡Mira lo que me he encontrado!”

Niño de 10: “¡Aleja ese billete de mi! ¿No ves que está sucio? ¡No vale nada! ¡En cambio yo tengo un sabroso y delicioso caramelo!”

Niño de 6: “¿no quieres cambiarme el billete por tu caramelo?”

Niño de 10: “Bueno…, solo porque me haz caído bien, te lo cambio”

El niño de 6 años se va contento pensando: ¡Hay que ver, ese niño tan grande y tan tonto, me ha cambiado un sucio pedazo de papel por un caramelo! ¡Lo que pasa es que soy muy listo!

El niño pequeño no sabe que con el billete de cien dólares hubiera podido comprar 1000 caramelos y que realmente ha sido estafado. La verdad es que así somos nosotros cuando pecamos. Nadie puede ganar pactando con el Diablo, ya que el diablo es ciertamente más inteligente que nosotros, tiene inteligencia de ángel, y cualquiera que pacte con el, ¡pues es estafado! El nos ofrece un caramelo (un disfrute pasajero) y nos quita lo realmente valioso (la gracia de Dios). Al perder la gracia de Dios estamos muertos espiritualmente, como lo dice la escritura:

“Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6,23

Morir sin gracia de Dios nos lleva a la condenación, por eso debemos estar siempre preparados, porque no sabemos cuando moriremos

“«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: "Mi señor tarda", y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Mateo 24,42-51

El Pecado “La gran canallada”:

Había una vez un hombre rico que tenía una gran fortuna, y decidió confiársela a un gran amigo para que la invirtiera en la bolsa de valores, cuando el amigo recibió el dinero, en vez de invertirlo, compró un anillo de diamantes, se lo regaló a la esposa de su amigo rico, la sedujo, la conquisto y se la quitó. Aquí vemos un hombre que se ha comportado como gran un canalla, ya que con lo mismo que ha recibido del amigo, le ha utilizado para ofenderle. Pues la verdad así somos nosotros, ofendemos a Dios con los mismos tesoros que Dios nos ha dado. A muchas mujeres Dios les da el don de la belleza y las vemos posando en revistas pornográficas, a otros hombres les hace bien parecidos y tienen tantas mujeres como puedan engañar, a otros hombres les da el don de la inteligencia y les vemos realizando las más increíbles estafas. ¿No son esos regalos que Dios nos ha dado? No nos damos cuenta que con el pecado, tomamos esos regalos y los ponemos al servicio del peor enemigo de Dios, dando la espalda a quien realmente nos los ha dado y nos ama, y poniéndonos del lado de quien nos odia terriblemente y quiere la muerte para nosotros.

Tenemos que estar muy concientes siempre de que realmente significa pecar, para que no nos dejemos engañar de la ilusión que este representa.

El Pecado nos hace esclavos

Cuando pecamos, nos hacemos esclavos del pecado, Cristo nos lo explica de la siguiente manera:

“Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.” Juan 8,34-36

El libro de imitación de Cristo dice:

“Resistiendo, pues, a las pasiones y no doblegándose a su yugo como esclavo es como se haya la verdadera paz del corazón” Imitación de Cristo LI, 6,7

“Y cuando más tardo y perezoso es uno en oponerle resistencia, tanto más débil se va tornando cada día, y el enemigo cobra mayores fuerzas contra él” Imitación de Cristo LI, 13,21

La esclavitud del pecado destruye nuestra voluntad, y sino forjamos una voluntad fuerte no podremos seguir a Cristo.

Cristo nos exhorta a temer al pecado

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.” Mateo 10,28

Por eso dice el libro del Eclesiástico:

“Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres.” Eclesiástico 21,2

Y Cristo nos pide que hagamos lo que sea necesario para apartarnos de las ocasiones de pecar:

“Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.” Mateo 5,29-30

Con esta hipérbole Cristo nos enseña que no es suficiente por tanto, proponernos no pecar, sino proponernos decididamente a apartarnos de cualquier ocasión que nos pueda llevar a pecar, si una amistad, un lugar determinado, un programa de televisión o cualquier otra cosa nos puede llevar a pecar es necesario apartarnos con voluntad de ellos.

¿Qué hacer si ya hemos pecado?

Si hemos cometido pecado grave debemos arrepentirnos de nuestro pecado, formar un verdadero propósito de enmienda y acudir a un sacerdote para confesarnos. Los sacerdotes recibieron de Cristo la autoridad de perdonar pecados:

“A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»” Juan 20,23

Y en la Biblia vemos los pecados deben confesarse:

“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.” Santiago 5,16

Ya desde tiempos de Cristo los creyentes acudían a los apóstoles a confesar los pecados

“Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.” Hechos 19,18

Por medio de este poder otorgado a los apóstoles y sus sucesores, Cristo les ha confiado el ministerio de la reconciliación, y esto no es un invento de los hombres sino que proviene de Dios:

“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.” 2 Corintios 5,18

Conclusión

El pecado es la desobediencia a Dios, cuando pecamos no solo le ofendemos a Él y perdemos la gracia sino que nos dañamos a nosotros mismos. Pecar siempre es una gran tontería de nuestra parte y una canallada contra Dios, cometer pecado nos hace esclavos y débiles de voluntad, por eso debemos temer al pecado, renunciar a él y apartarnos de toda ocasión de pecar. Si ya hemos pecados debemos arrepentirnos de corazón, hacer un firme propósit

«Christopher Hitchens y el final de la evolución» / Autor: Raniero Cantalamessa OFMcap






Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa OFMcap, predicador de la Casa Pontificia, al ensayo difundido por el periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens bajo el título «Dios no es grande – La religión envenena todo».




CHRISTOPHER HITCHENS Y EL FINAL DE LA EVOLUCIÓN

Hace tiempo un anónimo benefactor se preocupó de hacerme llegar como regalo, de parte del editor, el ensayo del conocido periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens titulado «Dios no es grande»; el subtítulo es: «La religión envenena todo» («God is not great. How religion poisons everything», Nueva York 2007). Pienso que no lo hizo con afán polémico, sino con el deseo de ayudarme a salir del engaño en el que, en su opinión, me encuentro como creyente y como comentarista del Evangelio en televisión.

Quiero decir enseguida que estoy agradecido a este desconocido amigo. Muchos reproches que Hitchens dirige a los creyentes de todas las religiones (el islam no recibe en el libro un trato mejor que el cristianismo, cosa que revela una buena dosis de valor por parte del autor) son fundados y hay que tomarlos en consideración para no repetir los mismos errores del pasado. El Concilio Vaticano II afirma que la fe cristiana puede y debe sacar provecho también de las críticas de quienes la combaten, y éste es ciertamente uno de los casos.

Pero Hitchens mete todo en el mismo saco. Dice atenerse al criterio evangélico de juzgar el árbol por sus frutos, pero del árbol de la religión él considera sólo los frutos podridos, nunca los frutos buenos. Los santos, los genios y los benefactores dados a la humanidad por la fe, o alimentados de ella, no cuentan nada. Con los mismos criterios, esto es, considerando sólo el lado oscuro de una institución, se podría escribir un libro negro de todas las grandes realidades humanas: de la familia, de la medicina (recuérdese para qué servía la medicina en Auschwitz), del psicoanálisis (¡de él se ha escrito recientemente, de hecho, un «libro negro»!), del propio periodismo que ejerce el autor (¡cuántas veces ha estado, y está, a servicio de los tiranos y de los intereses de grupos de poder!).

De su crítica no se salva nadie. ¿Francisco de Asís? ¡«Un mamífero que creía hablar a los pájaros»! ¿La Madre Teresa de Calcuta? «Una ambiciosa monja albanesa», hecha famosa por el libro «Algo bello para Dios», escrito sobre ella por Malcom Muggeridge. En otras palabras, ¡un producto como tantos otros de la era mediática!

Pascal concluye el relato de su descubrimiento del Dios vivo con las palabras: «Alegría, alegría, lágrimas de alegría», y C. S. Lewis describe su conversión como haber sido «sorprendido por la alegría»; pero para Hitchens «hay algo sombrío e incongruente» en estos dos autores, una fundamental ausencia de felicidad como en todos los creyentes («¿Por qué una creencia así no hace felices a sus seguidores?»).

Dostoiewski fue uno de los principales testigos de cargo de la religión, pero de él se toman en consideración mucho más los argumentos puestos en boca del rebelde y del ateo Iván que los del devoto Aliocha, el cual, como se sabe, refleja bastante más de cerca el pensamiento del escritor.

Tertuliano se convierte en un «padre de la Iglesia» de manera que su «credo quia absurdum», «creo porque es absurdo», pueda presentarse como el pensamiento de todo el cristianismo, mientras se sabe que, cuando escribe tales palabras (interpretadas, aparte de todo, fuera del propio contexto y de modo inexacto), Tertuliano está considerado por la Iglesia como un hereje. Extraña, además, esta crítica a Tertuliano, porque si existe un apologeta al que Hitchens se parezca espectacularmente, en la cara opuesta, es precisamente este africano: la misma capacidad dialéctica, la misma voluntad de triunfar del adversario, sepultándolo bajo una masa de argumentos aparentemente, pero sólo aparentemente, indiscutibles: la cantidad sustituyendo a la calidad de los argumentos.

Un recensor inglés ha comparado al autor del libro con un desafiante púgil que en el gimnasio lanza puñetazos furiosos contra un saco de arena inerte, ignorando que el verdadero campeón que hay que abatir está en otro sitio. Él no derriba la verdadera fe, sino su caricatura. A mi la lectura del libro me ha traído a la memoria el deporte de tiro al plato: se lanzan al aire blancos artificialmente confeccionados que el tirador, sin esfuerzo, hace añicos con disparos precisos.

Hitchens combate los distintos integrismos religiosos con otro de signo opuesto. «El de Hitchens –observaba Renzo Guolo en "La Repubblica"— se asemeja al manifiesto militante de un mundo que parece polarizado entre los inquietantes partidarios del fundamentalismo, con sus locos proyectos de nuevos, totalitarios, estados éticos, y los proclives a un neosecularismo integral que minusvalora la búsqueda de sentido de muchos en el tiempo del final de las "grandes narraciones"».

Hitchens da prueba de integrismo también en otro sentido. Aún con intenciones opuestas, él lee las Escrituras exactamente como lo hacen ciertos representantes del fundamentalismo bíblico de corte evangélico americano, esto es, a la letra, sin esfuerzo alguno de contextualización y de hermenéutica histórica. Esto le permite hablar de «la pesadilla del Antiguo Testamento».

Pero Christopher Hitchens es una persona inteligente. Ha previsto que la religión sobrevivirá también a su ataque, como ha sobrevivido a muchísimos otros que le han precedido, y se ha preocupado de dar una explicación a este embarazoso hecho: «La fe religiosa --escribe-- es inextirpable porque somos criaturas en evolución. No se extinguirá nunca, o al menos, no se extinguirá mientras no venzamos el miedo a la muerte, a lo oscuro, a lo desconocido y a los demás». La religión no es más que un estadio intermedio provisional, ligado a la situación del hombre que es un «ser en evolución».

De esta forma el autor se atribuye tácitamente el papel de quien ha roto tal barrera, anticipando solitariamente el final de la evolución e, igual que el Zaratustra nietzschiano, vuelve a la tierra para iluminar sobre las realidades de las cosas a los pobres mortales.

Repito: no se puede dejar de admirar la extraordinaria cultura del autor y la pertinencia de ciertas críticas suyas. Lástima que haya preferido vencer clamorosamente, renunciando así a convencer, incluso cuando podría haberlo hecho en provecho de la sociedad y de la propia religión.

Ser elegidos / Autor: Henri Nouwen

Cuando sé que he sido elegido, soy consciente de que se me ha visto como a una persona especial. Alguien se ha fijado en mí en mi calidad de persona única, y ha expresado el deseo de conocerme, de amarme. Cuando te escribo esto de que, como amados, somos los elegidos de Dios, quiero decir que hemos sido vistos por Dios desde toda la eternidad, y vistos como únicos, especiales, unos seres valiosísimos. Desde toda la eternidad, antes de haber nacido y de haberte convertido en parte de la historia, existías en el corazón de Dios. Mucho antes de que tus padres te admiraran, y de que tus amigos reconocieran tus dones, o tus maes­tros, o tus compañeros de trabajo y empleados te ani­maran, ya eras un elegido. Los ojos del amor te habían visto como muy valioso, de una belleza infinita, de un valor eterno. Cuando el amor elige, lo hace con un per­fecto conocimiento de la bondad única del elegido, y lo hace, consiguiendo al mismo tiempo que nadie se sienta excluido.
Nos enfrentamos aquí a un gran misterio de orden es­piritual: ser el elegido no significa que los otros sean re­chazados. Es muy difícil pensar así en un mundo tan competitivo como el nuestro. En este mundo, ser elegido significa simplemente ser colocado aparte, en contraste con otros. Sabes hasta qué punto en nuestra sociedad competitiva los elegidos son mira­dos con una atención especial.

Ser elegido como amado de Dios es algo radicalmente distinto. En vez de excluir a los demás, los incluye. En vez de rechazar a los demás como menos valiosos, los acepta en su realidad única. No se trata de una elección com­petitiva, sino compartida. ¿Cómo concienciarnos de nuestra condición de ele­gidos cuando estamos rodeados de rechazos? Este hecho conlleva una fuerte lucha espiritual. ¿Hay algo que nos pueda ayudar en esta lucha? Voy a formular unos pocos medios.

Primero, tienes que desenmascarar al mundo que te rodea; hacerle patente en su condición de manipulador, dominador, ansioso de poder, y, a la larga, destructor. El mundo te dice muchas mentiras sobre quién eres. Sé realista y no pierdas de vista nunca esto. Siempre que te sientas herido, ofendido, o rechazado, tienes que atre­verte a decirte a ti mismo: «Estos sentimientos, aunque sean fuertes, no me dicen la verdad sobre mí mismo. La verdad, aunque en estos momentos no la sienta, es que soy un hijo elegido de Dios, precioso a sus ojos, llamado el amado desde toda la eternidad y a salvo en su abrazo eterno».

En segundo lugar, debes buscar personas y lugares en los que tu verdad sea dicha, y donde se te recuerde tu identidad más profunda como elegido de Dios. Sí, de­bemos optar conscientemente por nuestra condición de elegidos, y no permitir que nuestras emociones, senti­mientos o pasiones nos seduzcan y nos lleven al auto-menosprecio. Las sinagogas, las iglesias, muchas co­munidades de fe, los diferentes grupos de apoyo que nos ayudan en nuestros momentos de debilidad, como son la familia, los amigos, los profesores, los estudiantes, to­dos ellos pueden convertirse en personas que nos re­cuerden nuestra verdad. El amor limitado, a veces roto, de los que comparten nuestra condición humana, es ca­paz, a menudo, de orientarnos hacía la verdad de lo que somos: preciosos a los ojos de Dios. Esta verdad no bro­ta simplemente del centro de nuestro ser. Ha sido reve­lada también por el Uno que nos ha elegido. Por eso debemos estar atentos y a la escucha de muchos hom­bres y mujeres a lo largo de la historia. A través de sus palabras y de sus vidas nos invitan a volver al corazón de esa verdad.

En tercer lugar, debemos celebrar nuestra condición de elegidos constantemente. Eso significa decir gracias a Dios incansablemente por habernos elegido, y gracias por recordarnos su elección. La gratitud es el camino más fructífero para profundizar en tu convicción de que no has sido un accidente, sino una elección divina. Es importante que nos demos cuenta de con cuánta fre­cuencia hemos tenido posibilidades de ser agradecidos y no las hemos aprovechado. Cuando alguien es amable con nosotros, cuando algo nos sale bien, cuando se nos resuelve un problema, cuando se restablece una amis­tad, se cura una herida, hay razones muy concretas para dar las gracias, ya sea con palabras, con flores, con una carta, con una llamada telefónica, con un gesto de ca­riño. Donde hay motivos para ser agradecido, siem­pre los hay también para la amargura. Aquí nos enfren­tamos con la libertad de tomar una decisión. Podemos decidir ser agradecidos o amargados, reconocer nuestra condición de elegidos, o enfocar nuestra mirada hacia nuestro lado sombrío.

Cuando afirmamos constantemente la verdad de ser los elegidos, pronto descubrimos dentro de noso­tros un vivo deseo de revelar a los demás su propia con­dición de elegidos. En vez de hacernos sentir que somos mejores, más preciosos o más valiosos que los otros, nuestra conciencia de ser elegidos abre nuestros ojos a la realidad de la elección compartida con los demás.

Este es el gran gozo de ser elegido: descubrir que los demás lo han sido también. En la casa de Dios hay mu­chas moradas. Hay sitio para todos, un sitio único, es­pecial. Una vez que hemos profundizado en nuestra con­dición de seres valiosísimos a los ojos de Dios, somos capaces de reconocer esa misma cualidad en los demás, y su sitio único en el corazón de Dios.

“Llamados por Jesús con otros.La comunidad. El corazón de la comunidad: Las personas con una discapacidad" (II) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre y la tercera el 19 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Quiero hablaros sobre una persona con deficiencia llamada Antonio que acogimos en nuestro hogar hace varios años. Había pasado 20 años en un hospital; no podía usar sus brazos y sus piernas, no podía hablar; físicamente tenía serias dificultades y necesitaba un suplemento extra de oxígeno; además, tenía que ser alimentado directamente a través del estómago. Así que nos llegó a nosotros después de pasar 20 años en un hospital. Una persona increíblemente bella, increíblemente franca, con un rostro increíble, una gran sonrisa, sus ojos eran brillantes. Si te acercabas a este hombre y le decías su nombre: ¡Antonio! no Anthony (era de origen italiano) entonces él se sentía reconocido. En el pequeño hogar en el que él estaba, todos solían decir que él era un maestro. ¿Sabéis que san Vicente de Paúl decía que los pobres son nuestros maestros...? En Antonio no había ninguna depresión ni ninguna ira; a veces se disgustaba un poco cuando la gente no le hacía caso, cuando el agua del baño estaba un poco caliente, un poco fría... Lo realmente extraordinario era la increíble aceptación de sí mismo, tan pobre, tan frágil, pero raramente feliz; así que decíamos: él es nuestro maestro. Porque a nosotros nos cuesta aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

Esta mañana os he hablado un poco sobre nuestras deficiencias, y nuestras deficiencias en el plano, en el mundo de la relación. Algunas personas nos gustan, otras no nos gustan, algunos nos gustaría tirarlos a un río. Y la comunidad es un lugar donde vamos a descubrir quiénes somos nosotros. Cuando estamos solamente con amigos, a los cuales hemos elegido y los cuales nos han elegido a nosotros mismos nos podemos alabar y decirnos lo maravillosos que somos, pero cuando llegamos a una comunidad, una comunidad de El Arca, una comunidad de Fe y Luz, rápidamente veis que hay gente que os gusta y otra que no, algunas personas os enfadan, os disgustan, algunos padres os vuelven felices y otros no; algunas personas con deficiencia estáis muy cercanos a ellas y otras no. Así que la comunidad es un lugar maravilloso para descubrir quiénes somos. Esta es la alegría y el dolor de la comunidad; nos amamos pero nos odiamos, porque por un lado descubrimos la alegría, la belleza de estar juntos, y también descubrimos el caos en nosotros. Yo creo que todos tenemos un gran caos; este caos puede manifestarse a través de nuestra sexualidad, en la que somos atraídos por alguna realidad o alguien del otro sexo, lo queremos y no lo queremos; el caos de la violencia, con algunas personas nos podemos enfadar mucho, algunas personas con deficiencia nos pueden enfadar mucho. Dentro de la comunidad encontramos este mundo de caos; podemos descubrirlo en el mundo de la depresión, incluso en el deseo de morir.

En muchos países del mundo hay muchos, muchos jóvenes hoy que cometen suicidios; todo esto es parte del caos que existe en nosotros. Y cuando descubrimos el caos, cuando descubrimos en nosotros fuerzas que nos lanzan hacia la sexualidad, hacia el alcohol, hacia las drogas, hacia la violencia..., entonces nos damos cuenta de que necesitamos estar seguros, necesitamos ser salvados porque hay algo muy roto en nosotros. Nos puede asustar mucho el caos.

Cuando veo a alguien al borde de la depresión o alguien que manifiesta elementos de enfermedad mental, puede haber un gran miedo. Una de las personas que viven en mi comunidad, una persona que estudia medicina, pero que tuvo una crisis a la edad de 20 años y cayó gravemente enfermo mentalmente, y pasó un largo tiempo en el hospital. Ahora ha vuelto a nuestra comunidad porque en cierto modo se ha visto reducido a una persona con una deficiencia mental, pero es un hombre increíble. A veces se me acerca y me dice: “debo ir al hospital, siento que esto me vuelve otra vez”. Es un hombre que tiene un gran sentido de quién es y se da cuenta de cuándo el caos le domina.

Así que el caos está ahí. Esto es algo por tanto que es importante descubrir en la comunidad, el caos; descubrir nuestras iras, nuestra reacción hacia ciertas realidades que pueden destruirnos. Hay una sed de vida, pero también una sed de muerte. Esta sed de muerte la encontramos claramente en personas atrapadas por las drogas, por el alcohol; ellos saben que el alcohol es malo, ellos saben que cuando están bajo los efectos del alcohol pueden pegar a su mujer o a sus hijos, saben que están gastando todo el dinero de la familia, pero hay una fuerza dentro de ellos... ¡es ese caos! Ese caos aparece algunas veces como algo muy caótico, a veces puede aparecer bajo la idea del imposible, el “haz tú lo mismo”... ¡es imposible! Y Jesús nos dice que amemos como ama el buen samaritano.

Creo que todos tenemos la experiencia de no ser capaces de amar. Hay cierto bloqueo en nosotros. A menudo escucho gente que me dice: “me gustaría aprender a amar”, y todos tenemos ese ideal de amor. En el corazón de la idea de Fe y Luz, en el corazón del mensaje de Jesús está esa idea de amor ¡pero no puedo! Porque me enfado muy rápidamente con los demás. Hay distintos tipos de bloqueos en mí, y no puedo. Y en el corazón del mensaje de Jesús se nos pide que vayamos más allá..., pero ¡yo no puedo! Hay una parálisis en mí, hay culpabilidad en mí y no sabemos cómo amar. Podemos querer a nuestro novio o nuestra novia, es maravilloso, pero fijaros en ella o en él dentro de diez años... ¡no es lo mismo!

Yo creo que todos hemos experimentado el caos, el caos como violencia o el caos como imposibilidad. Quiero amar pero no puedo amar. Cuando dejé la responsabilidad en mi comunidad me fui a vivir a una comunidad con personas con una deficiencia muy profunda, porque era muy importante para mí, poder bañar a diario a Erick o a Luic. Es algo sencillo bañar a alguien... ¡no, no es tan sencillo! Porque cuando tocas a alguien le das a esa persona algo que tú tienes dentro de ti; si tú tienes paz, das paz, si te encuentras mal, se transmite al otro cuerpo. He vivido experiencias muy profundas en este hogar; ninguna de las personas hablaba. Erick era el único de ellos que caminaba. Así que es muy importante descubrir esa comunicación completa a través del cuerpo para comprender a las personas que no hablan. Por supuesto, yo lo puedo hacer por mí mismo, puedo estar con otros que comprenden el lenguaje no verbal; así que descubrí cosas bellas también en mí, pero también descubrí mucha ira.

Había allí un hombre llamado Lucian, que no podía caminar, no podía hablar, tenía problemas psicóticos, un hombre muy, muy herido. Pasó 30 años con su madre. Su madre era una mujer muy bella; ella entendía cada gruñido, cada movimiento de su cuerpo, ella entendía su lenguaje y podía responder a ese lenguaje; y la madre se puso enferma, tuvo que ir al hospital y Lucian no podía mantenerse por sí mismo, así que se le llevó a otro hospital. Entonces sufrió una angustia inmensa, y la angustia quiere decir comunidad rota, comunión rota, porque él había vivido toda la vida con su mamá, con una relación muy profunda, simbiótica, y de repente se encontró completamente solo y vivió una angustia terrible, y después vino a nuestra comunidad, porque el hospital no era un lugar para él. Yo viví con Lucian durante un año, pero tuve muchos problemas con él, porque en ciertos momentos del día esa angustia brotaba de él y gritaba, gritaba, gritaba..., con una tonalidad muy alta, muy aguda; y ese grito entraba dentro de mí y creo que despertaba mi angustia, quizá su grito despertaba mi grito... ¡eso es una cosa muy dolorosa! Quizá todos hemos experimentado esto, que alguien débil y frágil despierta nuestras fragilidades más profundas y roturas. Y cuando ese grito penetraba en mí, despertaba mi grito, podía detectar ira, y descubría violencia que salía de mí. Afortunadamente vivía en comunidad, así que mi violencia se contenía, pero yo sé que si no viviera en comunidad, quizá Lucian estuviera en peligro.

Me imagino que todos nosotros hemos experimentado algo parecido, cuando no hay una firmeza, una fuerza, delante de una dificultad, hay algo en el orden de la violencia que surge del caos y no de un punto de luz, y entonces sabemos que podemos herir a alguien. Ahora me doy cuenta cada vez más que el mayor miedo en cada uno de nosotros es matar a alguien. Hace algunos años visité muchas cárceles. Recuerdo que pasé una semana en prisión en el oeste de Canadá; tenía mi pequeña celda y una noche estaba en el club 21; el club de los 21 es el grupo de hombres que ha sido condenado a 21 años de prisión, y me invitaron para una tarde completa de compartir, y cada uno me contó su historia. Me di cuenta de que escuchándoles, y cada uno había cometido un asesinato, que si yo hubiera tenido su educación y hubiera estado en su situación, yo hubiera hecho lo mismo. Me acuerdo de un hombre muy grande, me contaba que él estaba bebiendo en el pub, y obviamente había bebido demasiado, y alguien llegó y le insultó, sencillamente le dio un golpe en la cabeza y le mató; la ira surgió de él. Me di cuenta que yo hubiera podido hacer lo mismo en sus circunstancias.

Vosotros sabéis, este es el gran misterio del caos que hay en nuestro interior y a mí el descubrir esa ira en mí fue muy doloroso porque afectaba a mi vocación; mi vocación es vivir con gente débil y me daba cuenta que era capaz de herir a alguien. Su grito era un grito normal, era el modo de expresar su dolor, quizá yo exprese mi dolor de otra manera, pero el único modo que él tenía para expresar su dolor era el grito. Estuvimos hablando con un médico sobre la medicación y todos estábamos de acuerdo en que no debía tener medicación porque era importante que él pudiera expresar su dolor, y su dolor era la separación de su madre; y la única manera para él de expresar su dolor era gritar, y el grito -como os he dicho- despertaba mi grito. Un poco después, vino un asistente a verme y me expresó la situación de un modo similar a como yo lo había vivido, cómo él había sentido que deseaba matar a alguien. Al día siguiente, él estaba en la capilla y de repente se dio cuenta de lo que había sucedido y entonces, me contó, me puse a llorar, y vino a hablar conmigo de ello. Y entonces yo le dije: “mira, quizá la noche pasada ha sido uno de los momentos más importantes en tu vida; tú viniste a El Arca ha salvar a los pobres, ahora estás descubriendo que eres pobre y que necesitas ayuda”. Nosotros necesitamos ayuda, todos necesitamos ayuda para crecer y volvernos completamente seres humanos y ocupar nuestro lugar en el mundo.

Yo acompaño también a madres y padres. A veces me cuentan de madres que se enfadan mucho con sus hijos; cuando el niño pequeño no quiere lavarse los dientes: “lávate los dientes” , “¡no!”, “te he dicho que te laves los dientes”, “¡no!”. Y entonces ¿qué sucede?, ¿qué sale de la madre? Ira. Mirad, bien proyectemos nuestra ira hacia las personas o la proyectemos hacia nosotros; cuando la lanzamos sobre nosotros eso se llama depresión; la ira puede volverse hacia mí o puedo proyectarla hacia el exterior. Así que, probablemente todos hemos experimentado el caos. Es muy importante que leáis aquellos momentos en vuestra vida en los que habéis vivido el caos, iras profundas, formas de depresión o atracción hacia cosas que sabíamos que nos iban a dañar. Porque es cuando vivimos la experiencia del caos o la imposibilidad cuando nos damos cuenta que necesitamos una nueva fuerza... ¡necesito una nueva fuerza, no lo puedo hacer por mí mismo!

Cuando miráis la historia de la humanidad, la historia de la humanidad es una historia muy dolorosa, es una historia de guerra. Vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido en vuestro país en los años 30... ¡cómo puede de repente aparecer el odio! Posiblemente estos días veis algo en la televisión sobre Israel y Palestina, y del odio que hay ahí. Nosotros comenzamos una comunidad en Betania, entre musulmanes, hace algunos años y simplemente escuchar a los israelitas y a los palestinos, y escuchar su ira y su odio, nos preguntamos ¿cómo puede terminar esto? Una de las cosas más dolorosas es la separación entre la gente, entre los ricos y los pobres. Raúl me contaba cuando llegábamos a Salamanca, que Salamanca es la ciudad de las grandes universidades, pero también es una ciudad en la que hay un gran número de analfabetos; así que, tenéis a todos los inteligentes, y todos aquellos que no saben leer ni escribir, y hay un muro entre ambos, y no hay modo de crear un contacto porque todo el mundo tiene miedo del otro. Así que, tenemos la conciencia de que nuestro mundo es un mundo roto. ¿Sabéis? Todos queremos probar que tenemos la razón. Me gusta mucho ver a las personas que están viendo un partido de fútbol en la tele, me doy cuenta de que en España hay mucha gente que le gusta el fútbol, excepto las mujeres de los hombres, no les gusta el fútbol. Lo que es muy interesante cuando la gente ve la tele, cuando el Madrid juega contra el Salamanca, u otro..., lo único que veis es a 22 personas corriendo detrás de un trozo de cuero con aire dentro y... ¡la gente se excita tanto! Y cuando el Real Madrid mete un gol, o cuando lo meten en la otra portería... ¡¡buff!!

Un día paseando, comenzamos a escuchar grandes voces y gritos... ¿qué pasa? Y nos dimos cuenta de que mucha gente llevaban unos cascos, entonces nos dimos cuenta de que Guatemala estaba jugando contra Honduras. Así que, qué es lo que se vive..., la necesidad de ganar, la necesidad de estar en el equipo ganador, la necesidad de ser el mejor. Sería maravilloso si sólo sucediera en el fútbol, pero muchas veces va más allá; hay una fuerza grande de agresión dentro de nosotros, una gran necesidad de ser el poderoso, de ser el mejor. Necesitamos ser salvados si queremos tener paz, porque la paz no es la coexistencia, todos podemos coexistir.

Estuve hace poco en el norte de Serbia; estaba hablando a un grupo de católicos, y en el mismo pueblo, les pregunté ¿cuál es vuestra relación con los ortodoxos? Vivían puerta con puerta y me dijeron: “nunca nos hablamos”. Así que la paz no es sólo la coexistencia, vivimos al lado pero nunca nos juntamos. La paz sólo puede llegar si nos encontramos y nos escuchamos y tú me cuentas tu historia y yo te cuento mi historia. Entonces empezamos a encontrarnos. Esto es lo que afortunadamente sucede en vuestros pequeños grupos, en los que podemos hablar, decir nuestras cosas desde la parte más profunda de nosotros mismos, y yo te puedo revelar quién soy, y tú me revelas a mí quién eres tú. La paz sólo puede llegar si nos encontramos con personas y escuchamos a personas; pero estamos asustados y construimos los muros. La fuente, el origen de esos muros es el caos, porque tenemos miedo de pelearnos, porque tus certezas, en cierto modo, ponen en peligro mis certezas. Todos tenemos nuestras certezas, todos tenemos nuestra religión, nuestra cultura, nuestra clase, nuestra ideología..., y si escuchamos a los demás, va a afectar mi ideología, mis certezas, mi necesidad de sentir que soy el mejor.

Tener paz entre nosotros, y querernos..., para eso necesitamos ayuda, y en el corazón del mensaje de Jesús, yo te digo: ´ ama a tus enemigos, haz el bien a aquellos que te odian, habla bien de aquellos que hablan mal de ti y reza por aquellos que te aplastan...` ¡no es posible, no puedo amarlos! El enemigo es aquél que me pone en peligro, tengo miedo del enemigo, me protejo del enemigo... ¿cómo puedo amar al enemigo? Automáticamente si ves una piedra que te llega a la cabeza te defiendes y en el corazón del mensaje de Jesús dice: “ama a tu enemigo”. Así que, el descubrimiento de que tenemos que ser salvados, cuando nosotros comenzamos a tocar nuestro caos, cuando nos vamos dando cuenta de que hay tantas cosas que son imposibles, que no puedo amar a esta persona, entonces nos desanimamos y caemos en la culpabilidad, nos sentimos desanimados, y mucha gente joven está desanimada. Porque ¡mirad nuestro mundo!, ¿cuál es la esperanza de nuestro mundo?, ¿hay alguna esperanza?, ¿o sencillamente nos peleamos unos con otros y aceptamos la sociedad tal y como es?, ¿intentamos subir en la escala del poder frecuentemente pisoteando a los que son más pobres? Sencillamente... ¿el Evangelio no es más que una utopía, una esperanza para nuestro mundo? Mucha gente está desanimada, quizá puedan ir a misa los domingos, pero... ¿realmente hay alguna esperanza en ellos?, ¿podemos hacer algo por la justicia, por la paz, por el amor?

Hay un texto muy bello del profeta Ezequiel. No sé si conocéis al profeta Ezequiel; es un hombre fantástico, siempre muy excitado; veis a un hombre realmente inspirado, con sueños maravillosos. En inglés es la misma palabra para decir sueños, pero en francés hay dos palabras para decir sueños; una de las palabras significa: sueño que viene de Dios y tiene un significado real; mientras que la otra palabra no tiene ningún sentido, o durante la Biblia encontráis a muchas palabras viviendo sueños irreales. Y de hecho Platón, no sé si conocéis a Platón, es otro hombre muy interesante, en uno de sus libros pregunta porqué los demiurgos, los dioses, crearon el hígado, y ¿sabéis por qué dice que los dioses crearon el hígado? Es muy importante saberlo; dice: crearon el hígado para que las personas pudieran convertirse en profetas... ¿cuál es la relación entre el hígado y los profetas? Yo no sé si en España conocéis el queso Camembert, es un queso que huele mal, pero es muy cremoso, si coméis mucho, demasiado Camembert, tendréis sueños por la noche, porque el hígado crea nuevas imágenes y las envía al cerebro. Y Jesús dice que Jesús crea esas imágenes para enviar mensajes a las personas. Yo no sé si san José comió mucho Camembert, pero San José tuvo un número de sueños en los que Dios le enviaba mensajes. Es muy importante saber distinguir; quizá vosotros hayáis tenido mensajes en algún sueño, es importante estar atento a ciertos sueños.

De cualquier modo, voy a volver al profeta Ezequiel, porque Ezequiel tenía grandes sueños. En una ocasión tuvo un sueño en el que estaba en un valle lleno de huesos secos. Es casi una pesadilla ¿os podéis imaginar? Y Yahvé le dijo a Ezequiel: “hijo del hombre, ¿pueden vivir estos huesos?”. Ezequiel es muy prudente, la manera en la que él responde es: “Dios, sólo tú lo sabes”. Así que, si Dios os hace alguna pregunta, de la mejor manera que podéis responder es: “sólo tú lo sabes”. De cualquier modo, podéis encontrar esto en el capítulo 37 de Ezequiel; y Dios le dice a Ezequiel: “profetiza, profetiza sobre estos huesos muertos, secos” y los huesos empiezan a juntarse y empieza a aparecer carne sobre ellos; están allí pero no están viviendo, entonces Dios le vuelve a decir a decir a Ezequiel: “profetiza otra vez, profetiza más”. Y entonces de repente la mira, penetra en esta multitud de personas y de repente, todo este cúmulo de huesos se ha convertido en una gran multitud de personas que hablan... ¡eso es un sueño! Pero después de eso viene la interpretación del sueño, y a veces necesitamos ayuda para interpretar los sueños. Y aquí Dios interpreta un sueño, y esto es lo que dice: “Hijo del hombre, estos huesos son la casa completa de Israel, representan a todo el mundo en Israel, ¿qué pueden decir nuestros huesos, están secos? Nuestra esperanza está perdida y estamos separados de la tierra de los vivos”. Estas palabras fueron dichas seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, ¿qué palabras oímos hoy?, ¿me siento seco dentro de mí?, ¿no tengo más esperanza? Sepárame de la tierra de los vivos... ¡es muy fuerte! Y hay mucha gente hoy en ese estado de desesperación... ¡no creen que pueden vivir, y que pueden dar vida! Están encerrados en una prisión interior, y entonces en Señor Dios dice: “yo abriré vuestras tumbas y os sacaré de vuestras tumbas ¡oh, mi gente! Os levantaré, os sacaré de vuestras tumbas y yo llevaré vuestro hogar a la tierra de Israel. Vosotros sabréis que yo soy el Señor cuando abra vuestras tumbas y os levante de vuestras tumbas ¡oh, mi pueblo! Y pondré el Espíritu sobre vosotros, y vosotros viviréis y os colocaré en vuestra propia tierra, entonces sabréis que yo soy el Señor...”. Os levantaré de vuestras tumbas, la tumba de la desesperación, la tumba del caos, la tumba del yo no puedo hacerlo, es imposible... ¡yo pondré el Espíritu en ti y tú vivirás!

Jesús vino seiscientos años después de Ezequiel y todas las promesas de Jesús son: “si tú me amas y mantienes mi palabra, yo le rezaré al Padre y Él os enviará al Paráclito, para estar contigo siempre, el Espíritu de la verdad...”. Esta es la promesa de Jesús; lo más importante del mensaje del Evangelio, se vuelve una promesa, una promesa de darnos el Espíritu, para ser renacidos, para ser capaces de hacer lo imposible, para hacer no lo que es posible para mí, sino lo que es posible para Dios. Vivir en comunidad es imposible, perdonar a las personas es imposible, convertirse realmente en amigo de una persona con deficiencia es imposible, amar a nuestros enemigos, descubrir el perdón, descubrir la violencia que hay en mí y no sentirse deprimido por ello, sino trabajar por ello para descubrir la ayuda adecuada. Todos tenemos violencia en nosotros, todos tenemos depresión en nosotros. ¿Estamos condenados a vivir esta violencia o a esconderla? La promesa de Jesús.

Espero que en este pequeño tiempo, corto que queda, porque nos vamos dentro de dos días, escuchéis esta promesa, pero no aquí en la cabeza, sino aquí abajo, en vuestro corazón. Esta promesa comienza cuando Jesús nos dice: eres importante para mí y te quiero. Es un poco como Jesús cuando entra en diálogo con la Samaritana; Jesús entra en diálogo con nosotros y nos promete: “si tú bebes el agua que yo te daré, esa agua se convertirá dentro de ti en un manantial del que brotará la vida eterna”. Esa es la promesa que Jesús le hace a la mujer de Samaria. Así que es importante que escuchéis a Jesús, y para escuchar, realmente necesitamos tiempo; escucho lo que dice Peluso, también escucho muchas de las cosas que decís..., ¡pero es importante escuchar a Jesús que nos habla! Estamos en un momento increíble de la historia de la humanidad, yo diría incluso, uno de los momentos más bellos de la historia de la humanidad, en el que puede haber un renacimiento en la paz, en el amor; un renacimiento de la Iglesia o si no, habrá catástrofes. Y a esta misión estamos llamados todos, a ocupar nuestro lugar, sea cual pueda ser ese sitio, y convertirnos en instrumentos de paz y convertirnos como Jesús en un rostro de compasión; o lo que quiere decir lo mismo, conviértete en un hombre y en una mujer de compasión, busca amar a las personas y ayuda a las personas a crecer, y ayúdales a descubrir quiénes son, la increíble belleza que existe en cada uno, también la capacidad increíble que cada uno tenemos para crecer. La gran esperanza de nuestro mundo es que nos volvamos hombres y mujeres de compasión, y que la Iglesia se convierta en el lugar para la compasión, no sólo el lugar del Señor, no solamente el lugar del dogma, sino el lugar de la compasión, de la amabilidad, de la bondad, de la transmisión de una fuerza. Así que, Dios nos puede llamar a que salgamos de nuestras tumbas, puede poner el Espíritu en todos nosotros para que nos volvamos realmente seres humanos que viven.

¿Rezar cambia las cosas? / Enviado Rafael Añoveros

Dicen que rezar cambia las cosas, pero ¿es REALMENTE cierto que cambia algo?
¿Rezar cambia tu situación presente o tus circunstancias? No, no siempre, pero cambia el modo en el que ves esos acontecimientos.

¿Rezar cambia tu futuro económico ? No, no siempre, pero cambia el modo en que buscas atender tus necesidades diarias.

¿Rezar cambia corazones o el cuerpo dolorido? No, no siempre, pero cambia tu energía interior.

¿Rezar cambia tu querer y tus deseos? No, no siempre, pero cambiará tu querer por el querer de Dios.

¿Rezar cambia cómo el mundo? No, no siempre, pero cambiará los ojos con los que ves el mundo.

¿Rezar cambia tus culpas del pasado? No, no siempre, pero cambiará tu esperanza en el futuro.

¿Rezar cambia a la gente a tu alrededor? No, no siempre, pero te cambiará a ti, pues el problema no está siempre en otros.

¿Rezar cambia tu vida de un modo que no puedes explicar? Ah, sí, siempre. Y ésto te cambiará totalmente.

Entonces, ¿rezar REALMENTE cambia ALGO? Sí, REALMENTE cambia TODO.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Juicios / P. Jesús Higueras
















A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá."
Les añadió una parábola: "¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
"Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.
Lc 6, 30-45

Hace unos días paseaba por una calle a la que no iba desde pequeño. Las casas que veía aparentemente eran las mismas y me daba gusto comprobar que mis recuerdos eran fieles a las cosas tal y como eran. Todo era igual menos una cosa: en una de las casas, en el jardín donde yo tantas veces había estado de pequeño, entonces lleno de flores y con una huerta llena de frutos, estaba abandonada. Ahora en lugar de esos frutos y esas flores, había maleza; muchas ortigas, muchos cardos. Y eso me sirvió para acordarme que, así como el jardín que es cultivado da frutos cuando se le atiende con cariño, así es el alma de la persona que quiere cultivarse y que quiere cuidar también de dar a tiempo esos frutos.

De algún modo esto es lo que nos quiere decir el Evangelio. ¿Qué árbol malo da frutos buenos o que árbol bueno da frutos malos? Cuando el Señor dice: ¿cómo te atreves a quitar la pajita que tiene tu hermano en el ojo cuando tú tienes una viga?, nos advierte que antes de mirar cómo están los jardines de alrededor, que miremos también como está nuestro propio jardín. Porque, también lo dice en el Evangelio, de lo que sobreabunda en el corazón, habla la boca. Muchas veces, descubrimos que somos muy prontos a la crítica, nos encanta enjuiciar, condenar a los demás, viendo con facilidad sus defectos y sus fragilidades, y sin embargo nos olvidamos que primero deberíamos mirar dentro de nosotros mismos. Es más, incluso esas condenas y esos juicios que hacemos, en algunas ocasiones son un reflejo de esa condena y de ese juicio que yo me estoy haciendo a mí mismo o que está sucediendo en mí. El que es bueno, decía el Señor, de lo bueno que hay en su corazón, saca cosas buenas. El que tiene el corazón lleno de hieles, de retorceduras, de rencores, manifiesta al exterior esas hieles, esos rencores y esas retorceduras.

Tendremos tal vez que ocuparnos un poco de ese cultivo y de mirar primero dentro de nuestro corazón antes de mirar en el corazón de los demás para ser auténticos. Y esto no significa que el cristiano siempre tenga que callarse ante las cosas que estén mal hechas. Pero nunca enjuicia a la persona. Se dice siempre que se juzga al pecado pero no al pecador. Así el Señor decía que el que esté sin pecado que tire la primera piedra, dándonos a entender que nosotros no tenemos autoridad moral para juzgar a nadie, porque ¿quién sabe su historia? ¿Quién conoce sus limitaciones, quién conoce sus miedos, sus mismas enfermedades, etc...? Alguna vez se ha dicho que un hombre queda definido por tres parámetros: su historia, su biología y su libertad. Y sólo hay alguien capaz de conocer toda la historia, hasta la más olvidada de un ser humano. Sólo hay alguien que es capaz de conocer de un modo exhaustivo, hasta lo más íntimo, la biología de un ser humano. Y solo hay alguien que es capaz de conocer de un modo completo, hasta en lo más dudoso, la libertad de un ser humano. Y ese es Dios. Por eso el juicio es de Dios. Nosotros no podemos juzgar más que nuestro propio jardín. Cuidar que esté fresco, y que dé frutos. Y si en nuestro jardín y en nuestra alma hay cosas positivas, veremos de un modo positivo el de los demás. Sólo el bueno sabe ver lo bueno y sólo el malo sabe ver lo malo.

Deberíamos preguntarnos todos cuál es mi actitud hacia los demás: de juicio, de condenación, de exigencia, o es una actitud positiva, comprensiva. Porque de lo que sobreabunda el corazón, sin duda ninguna, habla la boca.