21 de marzo de 2022.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 3ª semana de Cuaresma, presidida por el P. Carlos Martínez Oliveras, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Evangelio: San Lucas 4, 24-30:
Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Creció y se fue de Gandía a estudiar Enfermería a la Universidad de Navarra. Fue un momento muy difícil para Fiona, porque acababa de perder a una persona cercana a la que quería con locura.
A través de una experiencia que tuvo su madre, Sebastián se encontró con la misericordia del Señor, que le llevó a perdonar, no solo a los demás, sino también a sí mismo. Ahora quiere recibir una buena formación para poder evangelizar a otros. Explica su testimonio en el programa “Cambio de Agujas” de H.M. Televisión, que puede verse en el vídeo que ofrecemos.
* «Hemos de estar atentos: cuando el mal nos oprime, corremos el riesgo de perder lucidez, y para encontrar una respuesta fácil a cuanto no logramos explicarnos, terminamos por echarle la culpa a Dios. Y muchas veces la costumbre fea y mala de las blasfemias viene de ahí. ¡Cuántas veces le atribuimos nuestras desgracias y las desventuras del mundo a Él que, en cambio, nos deja siempre libres y, por tanto, no interviene nunca imponiéndose, tan solo proponiéndose; a Él, que nunca usa la violencia… En vez de culpar a Dios, dice Jesús, tenemos que mirar nuestro interior: es el pecado el que produce la muerte; son nuestros egoísmos los que laceran las relaciones; son nuestras decisiones equivocadas y violentas las que desencadenan el mal. En este punto, el Señor ofrece la verdadera solución. ¿Cuál es? La conversión: «Si no os convertís -dice- pereceréis todos del mismo modo» (Lc 13,5). Se trata de una invitación apremiante, especialmente en este tiempo de Cuaresma. Acojámosla con el corazón abierto. Convirtámonos del mal, renunciemos a aquel pecado que nos seduce, abrámonos a la lógica del Evangelio: ¡porque donde reinan el amor y la fraternidad, el mal ya no tiene poder!»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «No se detiene, lamentablemente, la violenta agresión contra Ucrania, una masacre insensata en la que todos los días se repiten estragos y atrocidades. ¡No existe justificación para esto! Suplico a todos los actores de la comunidad internacional que se esfuercen de verdad para hacer que cese esta guerra repugnante. Invito a todas las comunidades y a todos los fieles a que se unan a mí el viernes 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en un solemne Acto de consagración de la humanidad, especialmente de Rusia y Ucrania, al Corazón Inmaculado de María, para que ella, la Reina de la Paz, obtenga la paz para el mundo»
Evangelio: San Lucas 13, 1-9:
En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
«Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?».
Pero el viñador contestó:
«Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar»».
Evangelio: San Lucas 2, 41-51a:
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
El les dijo:
«Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.