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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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jueves, 2 de agosto de 2007

Hermosa obligación del hombre: orar y amar / Catequesis de san Juan María Vianney, presbítero


El sábado 4 de agosto se celebra San Juan María Vianney, patrón de los párrocos, que nació cerca de Lyon el año 1786. Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual. Estaba dotado de unas cualidades extraor­dinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos. Murió el año 1859. Publicamos hoy pate de una catequesis impartida por él: "Hermosa obligación del hombre: orar y amar":

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que inclus­o parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..». Muchas veces pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

Oración

Dios de poder y misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros ­hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios ­de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Transfórmame Jesús / Enviado por Mónica


Te regalo un ejercicio cristificante:
(en oración, intenta tener el siguiente diálogo con Nuestro Señor…).

“Jesús, entra dentro de mí.
Toma posesión de todo mi ser.
Tómame con todo lo que soy…
…Lo que pienso, …lo que hago.

Toma lo más íntimo de mi corazón.
Si fuera Tu voluntad, cúrame esta herida que tanto me duele.
Sácame la espina de esta angustia.
Retira de mí estos temores, rencores, tentaciones. ..

Jesús, ¿qué quieres de mí? ¿Cómo mirarías a aquella persona?

¿Cuál sería tu actitud en aquella dificultad? ¿Cómo te comportarías en aquella situación?

Los que me ven, te vean, Jesús.

Transfórmame todo/a en Ti.

Sea yo una viva transparencia de Tu persona…”.

Aprendí a vivir a pesar de las espinas / Enviado por Zoraida



Aprendí a mirar las estrellas, alumbrando los sueños con ellas.
A mirar los colores del viento y a sentir el sabor del silencio.
Aprendí a encender ilusiones y a escuchar hablar los corazones, con palabras calladas, con matices de mil sensaciones.

Cuando un día, el dolor tomó mi mano, conocí de frente a la tristeza. la pena y el llanto se marcharon, al sentir el amor y su grandeza.
La soledad, querida compañera, la que con tanto miedo rechazaba, me mostró la paz y la armonía de los momentos que con ella estaba.
Comprendí, el sentido de la vida, viviendo el amor y la desdicha, sintiendo la alegría y la tristeza, conociendo lo breve de la vida.
Aprendí el valor de la paciencia, a calmar los vientos de mi ira, a llenar con mares de esperanza las zonas más oscuras de mi vida.

Es así, que aprendí a vivir.
Por todo ello... aprende a vivir sin espinas
¡No empieces el día de hoy con las espinas de ayer!
El día de ayer y todos los días y años anteriores han pasado ya,
están enterrados en el Tiempo.
Y no puedes cambiar ya nada en ellos.
¿Te han quedado espinas?
¡No las traigas arrastrando!
Porque seguirán pinchándote cada día hasta no dejarte vivir.
Hay espinas que puedes sacudirte echándoselas en las manos a Dios.
Hay heridas de espinas que puedes curar si sabes perdonar de veras.
Pero hay heridas que no podrás curar con todo el amor de este mundo,
sólo con el Amor de Dios.
¡Quita el cristal de aumento que pones encima de tus desdichas!
Muévete, grita, llora, respira profundo, ora y trata de ser feliz!

De cada espina que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas hemos podido tener la capacidad de tener experiencia, y luego mas adelante poder tomar mejores decisiones.. . Lo comparto con mucho amor deseando que esas espinas no se queden ahí, sino que así como se han enterrado podamos sacarlas gracias al bálsamo sanador de Cristo Resucitado.

La benedicencia es un apostolado / Autor: P. Álvaro Corcuera, LC



¡Cuánto hemos de cuidar esta virtud! Es aquello que nos debe caracterizar, estemos donde estemos. ¿En qué consiste la benedicencia? Es una palabra prácticamente desconocida en el mundo en que vivimos; ni siquiera aparece mencionada en el diccionario. Sin embargo, sí se encuentra la palabra maledicencia, que designa el pecado contrario. Si la maledicencia es el vicio de hablar mal de los demás, la benedicencia es la virtud de hablar bien del prójimo. Para nosotros, la benedicencia es un apostolado. Vencer el mal con el bien. La benedicencia es una forma de apostolado que todos podemos realizar, es un modo concreto de pasar por el mundo, como Jesucristo, «haciendo el bien» (Hch 10, 38) y de edificar y servir a la Iglesia.


La maledicencia es un vicio que ofende gravemente la caridad, porque difunde sin motivo ni necesidad objetiva los defectos, los errores o los pecados de otras personas, dañando de este modo su reputación. Nadie tiene derecho a herir la buena fama de los demás. La benedicencia, por el contrario, busca únicamente difundir lo positivo que hay en los demás.


La benedicencia también es contraria al juicio temerario, que admite como verdadero, sin tener motivos suficientes, un defecto moral del prójimo. Los juicios temerarios nos llevan a la sospecha y al alejamiento del prójimo. Es la triste realidad de quien llega a “encasillar” o a catalogar a una persona, viendo más allá de sus actos e interpretando negativamente sus intenciones. Siembra duda, guarda silencios ante la buena fama del hermano, genera inquietud y malestar, roba la paz. Muchas veces juzgamos al prójimo atribuyéndole nuestros propios defectos. Sin embargo, el corazón bondadoso busca pensar bien, justificar, perdonar, comprender. El hombre de Dios tiene presente sus propios defectos, no para juzgar al prójimo, sino para vivir con humildad y siendo apóstoles de lo bueno. No somos nadie para juzgar al prójimo. Sólo Dios es el juez. Y, bien sabemos, esto produce paz en el alma. ¡Qué don tan grande es la paz! «Busca la paz, corre tras ella» (Sal 34, 15). Pues bien, un medio muy bueno para conseguir este regalo que Dios nos da, en la paz, es fijarnos en todo lo bueno, tanto en pensamientos como en palabras.


Cuando por razón de la autoridad de que alguno esté investido, se tenga responsabilidad sobre los actos de otras personas, hemos de actuar sirviendo y buscando el bien, siendo realistas ante el mal, pero no para juzgarlo, sino como el médico, para sanarlo y curarlo, aunque el remedio sea doloroso. Lo único que se busca es el bien del prójimo, como nos enseña Jesucristo en la parábola del buen samaritano que acabamos de meditar el domingo pasado: nos inclinamos hacia el hermano herido o caído, para vendarlo con suavidad, subirlo en la propia vida y asegurarnos de que esté bien atendido y cuidado, sin importar lo que nos pueda costar y sin pensar en que también nosotros estamos necesitados de ayuda.


Y en tercer lugar, la benedicencia se opone a la calumnia, que como nos dice nuestra fe, es un pecado gravísimo que atribuye al prójimo y divulga injustamente cosas falsas que lesionan su buena fama. En la calumnia se suman la difamación y la mentira, y por ello pienso que es uno de los pecados que más entristecen al corazón de Jesucristo.


Al igual que sucede con las demás virtudes, no se trata de vivir la benedicencia a la defensiva, simplemente preocupándonos por no fallar, por "no criticar"; se trata más bien, de cultivar una actitud interna, decididamente positiva, una buena disposición habitual que nos impulse a ejercitar esta virtud. No podemos, pues, conformarnos con silenciar los defectos y errores de nuestros hermanos ante los demás. En sí, esto ya es algo muy bueno pues, como decía el apóstol Santiago, «si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo» (St 3, 2). Desde este punto de vista, nunca podremos sentirnos justificados para hablar mal de nadie, de cualquier persona, pues sería lo opuesto a lo que Cristo nos predicó con sus palabras y su vida. Pero la benedicencia va más allá, busca difundir el buen nombre de los demás, valorando sus cualidades, señalando sus virtudes, destacando sus aciertos, sus logros y éxitos, alabando cuanto de bueno y virtuoso descubramos en ellos. Así, esta virtud se convierte en un apostolado, pues se transforma en caridad constructiva.


La benedicencia, como toda virtud, exige una conquista personal. No se da normalmente de modo espontáneo y natural. Tiene en su origen otro hábito aún más profundo: el pensar siempre bien de nuestro prójimo, estimarlo sinceramente en lo más íntimo de nuestro corazón. Esto implica vigilar sobre nuestros pensamientos, combatiendo muy principalmente los prejuicios, fuente de frecuentes y persistentes disensiones, cultivando con esmero la bondad, la comprensión, la afabilidad y la cortesía y, por encima de todo, siendo leales, justos y sinceros en sentimientos y palabras unos para con otros. Cristo supo esperar y comprender a los demás. Cristo, encontrando muchos pecadores, los acogió con corazón bondadoso y no justiciero. No difundió los errores de los pecadores, sino que los acogió con un corazón lleno de comprensión y bondad. ¡Qué conversiones logró con un poco de comprensión! Rechacemos tajantemente los sentimientos de celos, envidias, rivalidades y rencores. Que todo esto no tengan cabida en nuestro corazón, pues, como cristianos, estamos llamados a apoyarnos mutuamente y a ser una familia de hermanos en el amor de Cristo, que se aprecian, se estiman y se sirven con gran solicitud. «Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo», dice San Pablo (1 Cor 12, 26).

Jesucristo nos enseña que «el hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno; y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca» (Lc 6, 45). El "hombre viejo" –del que nos habla San Pablo (cf Col 3, 9)– herido por el pecado original, tiende a fijarse más en los fallos y defectos ajenos que en sus virtudes y aciertos. Pero los cristianos contamos con el auxilio de la gracia de Dios, en nosotros habita su Espíritu y tenemos, pues, las fuerzas que necesitamos para sobreponernos a esta tendencia, cultivando siempre pensamientos buenos y positivos.

Buenos días, Madre / Autor: Martín Bretón



Buenos días, Madre.
Te dedicare en este día, todas mis preocupaciones,
todos mis problemas los pondré a los pies tuyos,
11para que me ayudes a llevar la carga que cada día nos trae.

Madre bendita, soy todo tuyo. Me entrego totalmente a ti,
como Cristo se entrego por nosotros en la Cruz de la redención.
Con ella la carga será mas ligera, aunque no facil de llevar.
Amen

Vive cada día como si fuera el último / Enviado por Viviana



Vive cada día como si fuera el último.
Aprovecha al máximo cada hora, cada día y cada época de la vida.
Así podrás mirar al futuro con confianza y al pasado sin tristeza.
Sé Tú mismo.
Pero sé lo mejor de ti mismo.
Ten valor para ser diferente y seguir Tú propia estrella.
Y no tengas miedo de ser Feliz.

Goza de lo bello.
Ama con toda el alma y el corazón.
Cree que aman aquellas personas que tú amas.
Olvídate de lo que hayas hecho por tus amigos y recuerda, lo que ellos han hecho por ti.

No repares en lo que el mundo te debe y fíjate en lo que le debes al mundo.
Cuando te enfrentes a una decisión, tómala tan sabiamente como te sea posible.
Luego olvídala.

El momento de la certeza absoluta nunca llega.
Sobre todo recuerda, que Dios, ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.
Actúa como si todo dependiera de ti, y reza como si todo dependiera de Dios.
Vive cada día a plenitud.

Conquístate a ti mismo. Hoy deseo sugerirte que hagas una experiencia contigo mismo, para beneficio de tu propia vida y de los que te rodean. Se trata de que te decidas a pensar y actuar durante sólo una semana:

"Hoy seré feliz. Expulsaré de mi espíritu todo pensamiento triste. Me sentiré alegre. No me quejaré de nada. Hoy agradeceré a Dios la alegría y felicidad que me regala. Trataré de ajustarme la vida. Aceptaré el mundo como es y procuraré encajar en este mundo

Si sucede algo que me desagrada, no me mortificaré ni me lamentaré, más bien agradeceré, de mis impulsos, pues para triunfar debo superarme, debo tener el dominio de mí mismo. Trabajaré alegremente, con entusiasmo, haré de mi trabajo una diversión. Comprobaré que soy capaz de trabajar con alegría. Resaltaré mis éxitos grandes o pequeños y no pensaré en mis fracasos. Seré agradable. No criticaré a nadie. Olvidaré los defectos de los demás y concentraré mi atención en sus virtudes. No envidiaré nada.

Tendré presente que muchos no tienen lo que yo tengo y que el destino feliz pertenece a los que luchan y que el futuro se resolverá en función de la actuación de mis Hoy. No pensaré en el pasado negativo. No guardaré rencor y practicaré el perdón."


Que lindos pensamientos... No son míos, pero valió la pena leerlos ¿verdad? Si los pones en práctica esta semana, te aseguro que realmente has emprendido la escalada de tu propia conquista, el mundo estará en tus manos y tu horizonte empezará a florecer increíblemente.

lunes, 30 de julio de 2007

Vuelve a empezar / Enviado por Mónica



Vuelve a empezar:

Aunque sientas cansancio.

Aunque el triunfo te abandone.

Aunque el error te lastime.

Aunque un negocio se quiebre.

Aunque una traición te hiera.

Aunque el dolor queme tus ojos.

Aunque una ilusión se apague.

Aunque ignoren tus esfuerzos.

Aunque la ingratitud sea la paga.

Aunque la incomprensión corte tus risas.

Aunque todo parezca nada...

No importa, ¡vuelve a empezar!

Pues eres más grande que tus desaciertos y eres muy valioso ante los ojos del más Grande:
Dios.

domingo, 29 de julio de 2007

Imposible conocer a Jesús prescindiendo de la fe en Dios / Autor: Raniero Cantalamessa ofmcap



Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap, predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia de hoy domingo.

* * *

XVII Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Génesis 18, 20-21.23-32; Colosenses 2, 12-14; Lucas 11, 1-13


Jesús orando

El evangelio del domingo, XVII del Tiempo Ordinario, empieza con estas palabras: «Un día Jesús estaba orando en cierto lugar; cuanto terminó, le dijo uno de sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar como enseñó Juan a sus discípulos". Él les dijo: "Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino"».

Cómo sería el rostro y toda la persona de Jesús cuando estaba inmerso en oración, lo podemos imaginar por el hecho de que sus discípulos, sólo con verle orar, se enamoran de la oración y piden al Maestro que les enseñe también a ellos a orar. Y Jesús les contenta, como hemos oído, enseñándoles la oración del Padre Nuestro.

También esta vez queremos reflexionar sobre el evangelio inspirándonos en el libro del Papa Benedicto XVI sobre Jesús: «Sin el arraigo en Dios –escribe el Papa-, la persona de Jesús es fugaz, irreal e inexplicable. Éste es el punto de apoyo sobre el que se basa este libro mío: considera a Jesús a partir de su comunión con el Padre. Éste es el verdadero centro de su personalidad» .

Los evangelios justifican ampliamente estas afirmaciones. Por lo tanto nadie puede contestar históricamente que el Jesús de los evangelios vive y actúa en continua referencia al Padre celestial, que ora y enseña a orar, que funda todo sobre la fe en Dios. Si se elimina esta dimensión del Jesús de los evangelios no queda de Él absolutamente nada.

De este dato histórico se deriva una consecuencia fundamental, esto es, que no es posible conocer al verdadero Jesús si se prescinde de la fe, si se realiza un acercamiento a Él como no creyentes o ateos declarados. No hablo en este momento de la fe en Cristo, en su divinidad (que viene después), sino de fe en Dios, en la acepción más común del término. Muchos no creyentes escriben hoy sobre Jesús, convencidos de que son ellos los que conocen al verdadero Jesús, no la Iglesia, no los creyentes. Lejos de mí (y creo que también del Papa) la idea de que los no creyentes no tengan derecho a ocuparse de Jesús. Jesús es «patrimonio de la humanidad» y nadie, ni siquiera la Iglesia, tienen el monopolio sobre Él. El hecho de que también los no creyentes escriban sobre Jesús y se apasionen con Él no puede sino agradarnos.

Lo que desearía mostrar son las consecuencias que se derivan de un punto de partida tal. Si se niega la fe en Dios o se prescinde de ella, no se elimina sólo la divinidad, o el llamado Cristo de la fe, sino también al Jesús histórico tout court; no se salva ni siquiera el hombre Jesús. Si Dios no existe, Jesús no es más que uno de los muchos ilusos que oró, adoró, habló con su sombra o con la proyección de su propia presencia, por decirlo al modo de Feuerbach. Pero ¿cómo se explica entonces que la vida de este hombre «haya cambiado el mundo»? Sería como decir que no la verdad y la razón han cambiado el mundo, sino la ilusión y la irracionalidad. ¿Cómo se explica que este hombre siga, a dos mil años de distancia, interpelando a los espíritus como ningún otro? ¿Puede todo ello ser fruto de un equívoco, de una ilusión?

No hay más que una vía de salida a este dilema, y hay que reconocer la coherencia de los que (especialmente en el ámbito del californiano «Jesus Seminar») la han tomado. Según aquellos, Jesús no era un creyente hebreo; era en el fondo un filósofo al estilo de los cínicos; no predicó un reino de Dios, ni un próximo final del mundo; sólo pronunció máximas sapienciales al estilo de un maestro Zen. Su objetivo era despertar en los hombres la conciencia de sí, convencerles de que no tenían necesidad ni de Él ni de otro Dios, porque ellos mismos llevaban en sí una chispa divina. Pero éstas son -mira por dónde- ¡las cosas que lleva décadas predicando la Nueva Era!

La mirada del Papa ha sido adecuada: sin el arraigo en Dios, la figura de Jesús es fugaz, irreal; yo añadiría contradictoria. No creo que esto deba entenderse en el sentido de que sólo quien se adhiere interiormente al cristianismo puede entender algo de él, pero ciertamente debería alertar respecto a creer que sólo situándose fuera de éste, fuera de los dogmas de la Iglesia, se pueda decir algo objetivo sobre él.

viernes, 27 de julio de 2007

Miquel Peix C.M.F.:"El que crea y se bautice, se salvará" / Autores: Arturo y Conchi



Anunciamos en días anteriores que escribiríamos sobre el padre claretiano Miquel Peix C.M.F., fallecido la pasada semana. Explicamos que con él trabajamos evangelizando en muchos ámbitos. Para la Gloria de Dios tenemos un problema en el momento de plasmar quién era Miquel Peix. Es difícil para nosotros realizar un resumen biográfico. Pero sí sólo tuviéramos ante nosotros una relación de cosas realizadas en su vida seguiríamos desconociendo a un hombre que vivió cada segundo de su vida arropado en los brazos del Padre Celestial como un niño. Por tanto en todos los textos donde hablemos de Miquel Peix, podremos explicar como servía al Señor, pero no muchas cosas de él, puesto que su celo evangélico le convirtió incluso estando enferma, en un apóstol dedicado a proclamar la palabra de Dios a tiempo y a destiempo, siempre y en todo lugar.

"Entonces les dijo: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará". (Marcos 16, 15-16).

Escogemos este pequeño párrafo del Evangelio de Marcos para subrayar la primera característica de Miquel Peix: tenía un amor inmenso a los sacramentos y creía profundamente que cada persona que los recibía era transformada. Eso tratándose de un sacerdote puede verse como lo más normal y habitual. No obstante, antes de impartir cualquier sacramento oraba profundamente por las personas que lo iban a recibir para que la gracia de Dios fuera total y sus vidas cambiaran. Cuando Miquel presidía un bautismo se transfiguraba.

Vayamos a la praxis. Acudimos en miles de ocasiones a la cárcel con la Comunidad Pentecostés, formada por laicos para evangelizar, y de la que Miquel fue conciliario. Una vez, el sacerdote de la pastoral Penitenciaría, Josep Mª Fabró, nos pidió que atendiéramos a un Pakistaní llamado Mohamed. Era una persona joven de casta alta del Pakistan que había sido condenado por falsificaciones. Mohamed falsificaba documentos para conseguir droga. Con su dicción se contagió del Sida y contrajo tuberculosis. En la cárcel había dejado la droga pero por cultura social de su país el nunca pudo perdonarse todo lo que había hecho. Su familia no supo mientras vivió que estuvo en prisión. Esta gran culpabilidad le llevó a autolesionarse e intentar suicidarse múltiples veces.

Cuando empezamos a visitar a Mohamed él estaba violento. Sólo se le podía dejar hablar y que fluyera toda su impotencia. Era muy difícil tratar con él. El grado de dificultad se engrandecía por su cultura musulmana y por llegar incluso a sentirse merecedor de ser rechazado por su familia y por el mismo Dios. Pasados muchos meses pudimos empezar a orar con Mohamed al único Dios verdadero para que iluminará su vida. Nosotros respetando sus creencias siempre orábamos con Él a Dios Padre. Le decíamos que sólo Dios podía quitar toda culpabilidad y darle la paz y la esperanza que precisaba para vivir cada día.

Salió de permiso con la Comunidad y llegó un día que Mohamed nos pidió que le habláramos de la religión católica, de nuestra Fe. Nosotros de acuerdo con Miquel
Peix lo hicimos pero poniendo como condición que sólo sería a nivel informativo, que nosotros lo atendíamos como hijo Dios amado por el Padre Celestial. No obstante el empezó a tener hambre y sed de la Palabra de Dios y quiso la Biblia. Paralelamente, Mohamed cambió radicalmente. Dejó de autolesionarse. La dirección de la prisión y sus mismos compañeros no podían entender su transformación personal y su conversión.
llegó el día en que quiso ser bautizado y ahí estuvo siempre Miquel peix atento a evitar con nosotros que fuera una actitud interesada. Miquel nunca ponía condiciones, sólo que la persona fuera consciente del paso que iba a dar.

Miquel Peix bautizó a Mohamed, le dio su primera comunión y lo confesó con regularidad. Mohamed salió de la prisión definitivamente enfermando de gravedad por causa del Sida. Los miembros de la Comunidad Pentecostés lo cuidaron hasta su muerte atendiéndolo en la residencia donde fue ingresado hasta su muerte. Mohamed recibió la última unción y murió en paz. Su conversión en los últimos años de vida fue muy real. Tuvo una experiencia profunda del Amor de Dios y quiso convertirse al catolicismo por qué había vivido una religión de preceptos.

La paz acompaño a Mohamed en los últimos años de su vida gracias a la misericordia de Miquel Peix, que impartió con una Amor profundo los sacramentos, siempre desde un segundo plano, pero siempre siendo clave para llevar a toda persona al corazón de Dios.

“Por fe andamos, NO por vista” (2º Corintios 5:7) / Enviado por "Academia de Investigaciones Bíblicas Béit-Miláh"



1º Tesalonicenses 5:23 El hombre tal cual nace es llamado por la Biblia: “Hombre Natural” y este es conducido por su carnalidad, es decir, que quien le guía en toda su vida es su cuerpo y/o su alma. Cuando recibe a Cristo como su Salvador y Señor; el Espíritu Santo hace morada en él y le da vida nueva espiritual. A partir de este momento el Espíritu Santo de Dios debe conducir la vida del creyente a través de la guía en nuestro espíritu. Tanto nuestro cuerpo como nuestra alma deben dejar el primer lugar a Jesús para que El sea Señor de nuestra vida, de todos nuestros actos. A partir de este momento el cristiano debe andar por fe y no por vista, es decir, guiado completamente por el Espíritu Santo y no por su carnalidad.

Mateo 16:21-23 Nuestra mejor buena voluntad, no alcanza en la vida espiritual. Nuestra alma debe renunciar a conducir nuestra vida y debe ceder al Espíritu, poniendo la mira en las cosas de Dios y no en las cosas de los hombres. Adecuar nuestros pensamientos según Cristo y no según nosotros.

2º Corintios 4:18 Nuestra mirada debe estar puesta en las cosas que no se ven con nuestros ojos sino con nuestro espíritu. Las cosas que se ven con nuestros ojos naturales pueden hacernos desviar nuestros pasos de las cosas que debemos seguir.

Colosenses 3:2 No poner la mira en las cosas de la tierra sino en las de arriba.

Oseas 3:1 No mirar a dioses ajenos y rendirles culto.

Marcos 12:14 Jesús no miraba la apariencia de los hombres.

Lucas 9:59-62 Tampoco debemos de poner nuestra mira en los problemas, enfermedades o nuestras debilidades. Si miramos hacia lo que dejamos atrás cuando nos convertimos a Cristo, seguramente nos paralizaremos como una estatua (Gn 19:26). Nuestra mira debe ser hacia delante, hacia nuestro Señor. Leer Miqueas 7:7.

Hebreos 12:2 Poniendo los ojos en Jesús y menospreciando al mundo y a sus ofertas, al pecado y a Satanás, inclusive menospreciándonos a nosotros mismos para poder seguir fiel al Señor. Como un niño sigue a su padre; totalmente dependiente de él. Esto es andar por fe, depender totalmente de El.

Juan, el que bautizaba, dijo:
“Es necesario que El crezca y que yo mengüe.” Juan 3:30

¿Cuánto estamos menguando para que él crezca en nosotros? ¿Estamos andando por fe o por lo que vemos?

Dichoso el que esté leyendo y los que estén oyendo y guardando lo que en la Biblia ha sido escrito; porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1:3)

Buenas noches, Señor / Enviado por Vivy




Se acaba el día, Señor.
Ha habido de todo:
momentos felices y momentos de dolor,
aciertos y equivocaciones.

A esta hora quiero acudir de nuevo a Ti,
para dejar en tus manos todo mi día.

Gracias por mis buenas obras.
Disculpa mis errores.

Todo lo pongo ante tu mirada de Padre.
Sé que me amas tal y como soy.

Sé, también, que mañana me ayudarás
a que las cosas me "salgan" mejor.

A tus manos entrego mi sueño y mi descanso,
porque sé que nunca me dejas solo.

Buenas noches, Señor.
Dame, Señor,
un buen descanso en la noche
y un nuevo amanecer ilusionado
y comprometido con tu Causa.
Buenas noches, Señor.
Amen.

Explicación de la parábola del sembrador / Autor: Xavier Caballero



Mateo 13, 18-23.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.


Reflexión


Lo verdaderamente asombroso es que la inmensa mayoría de las personas no luchan por «ser» alguien, sino por «tener» algo; no se apasionan por llenar sus almas, sino por ocupar un sillón; no se preguntan qué tienen por dentro, sino qué van a ponerse por fuera. Tal vez sea ésta la razón por la que en el mundo hay tantos tantas marionetas y tan pocas, tan poquitas personas. Sí, hay que amar la lucha. Creer en algo muy serio. Luchar por ello. Seguir luchando cuando nos cansemos. Seguir adelante cuando nos cansemos de caminar.

Jesús nos explica en el pasaje evangélico de hoy que la vida del cristiano y la de todo hombre es lucha. Hay que vencer el viento, la dureza de las piedras, las espinas... Quien ha tenido la fortuna de trabajar en el campo, comprende perfectamente la parábola del sembrador. Y es que no basta con tirar la semilla para cosechar frutos abundantes. Hay que elegir el terreno. Hay que preparar la tierra. Hay que cuidar la semilla y tirarla a tiempo. Hay que regar, quitar las malas hierbas y, sobre todo, hay que segar en el momento oportuno. Implica lucha. Trabajo. Esfuerzo. Se dice que: «De los esforzados es el Reino de los Cielos». Es ley de vida. A veces cuesta. Lo importante, no es tanto lo que hacemos, sino el amor con el que obramos. Cuando hay amor, Dios bendice y nos premia, aun si en muchas ocasiones no lo parece a primera vista. Para lograr estar siempre en la «lucha» contamos con un medio excelente: la oración. Jesús la usó y siempre le funcionó.

Cuando le preguntaron al jugador argentino del Udinese y de la selección de Argentina, Abel Eduardo Balbo, cuál era su experiencia de la oración respondió: “La oración es fundamental en mi vida. Oro a Dios cada día, lo hago desde que era niño. Me lo ha enseñado mi madre. Leo cotidianamente la Biblia y me doy cuenta de cuánto son ridículos los problemas del fútbol frente a la realidad verdadera de los hombres. Para mí es muy importante rezar cotidianamente: si uno quiere, siempre encuentra el tiempo para dedicarlo exclusivamente a Dios porque nada ni nadie es más importante que Él”.

Ojalá que sepamos valernos de la oración para permanecer en la «lucha» venciendo esos «problemas» cotidianos por amor a Dios y a nuestros hermanos.

Lectura espiritual del poema "Nada te Turbe de Santa Teresa de Jesús / Autor: Padre Tomás Álvarez. O.C.D.



Parece casi superfluo hacer la presentación del poema de la Santa. ¿Quién no lo conoce? Lo hemos leído de letra suya, más o menos imitada. Lo hemos cantado musitando su música sedante. Tantas veces hemos repetido sus versos en grupos de oración, haciendo espacio al silencio de todos. En momentos difíciles se lo hemos insinuado al amigo: mira que todo se pasa! Nada te turbe, decía Santa Teresa. Que Dios está por encima de todo...

Es tan breve el poema, que apenas ocupa espacio. Lo reproducimos una vez más, para leerlo pausadamente y desgranar uno a uno la espiga de sus versos:

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
¡ Sólo Dios basta !


¿Cómo leer el poema? ¿Es -como se ha dicho- un salmo teresiano?

En tal caso ¿cómo entenderlo y apropiárnoslo? ¿Es un salmo sapiencial, de corte "gnómico", como pretenden los entendidos? ¿O es un salmo íntimo, como ciertos poemas del salterio bíblico, que invitan a la propia alma a prorrumpir en determinados sentimientos? Por ejemplo, "Alaba, alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre".

Si es un breve salmo sapiencial, hay que leerlo dejándole flecharnos el alma con el dardo de cada verso, cargado de resonancias, que desde cada sentencia nos devuelven a las sendas de la propia vida, sendas a veces tortuosas, a veces encrespadas o espinadas.

Si, en cambio, es un salmo íntimo, nos introduce en el alma de la autora, que se va diciendo a sí misma: "Teresa, que nada te turbe"...

Sí, son dos lecturas posibles, o dos ensayos de escucha ante la melodía de cada verso. Personalmente, prefiero la segunda. El "nada te turbe" es un requiebro en soledad. Teresa escribe su poema a solas. Como hacen siempre o casi siempre los poetas líricos y los místicos. Cierto que ella no compone esos versos como un billete de envío para convertirlos en misiva espiritual para alguno de sus amigos. Los compone como una vivencia más, o como simple latido del alma.

En primer lugar, Teresa no suele tutear a sus amigos. Ni siquiera a su hermana Juana o a su sobrina Teresita. Basta leer las cartas que les dirige. A Teresita, por ejemplo: "...hija mía, mucho me holgué con su carta y de que le den contento las mías..." A Teresa la tutea la voz interior: "Teresa, no hayas miedo"; "no te metas en eso!"; "diles que si podrán por ventura atarme las manos"; "¿en fríos te detienes?" "¡Ahora, Teresa ten fuerte!" Pero en ese diálogo, ella es la destinataria del tuteo. La tutea su Señor, como en la Biblia.

Ella, en cambio, sólo se tutea hablando consigo misma. Mejor dicho, ella tutea a la Teresa profunda, la de su interior: "¡tú, alma mía, por qué estás triste!" "O vida, vida, ¿cómo puedes sustentarte estando ausente de tu Vida? En tanta soledad, en qué te empleas, qué haces..." "Oh ánima mía, deja hacerse la voluntad de tu Dios. Eso te conviene" etc. Así en las Exclamaciones. y en Vida: "Paréceme fuera bien, oh ánima mía, que miraras el peligro de que el Señor te había librado..." (5,11).

Notémoslo bien. Teresa es capaz de ese extraño desdoblamiento de personalidad que le permite hablar con el tú de sí misma. Exactamente con su tú interior. Ella tiene densa interioridad. Hablando del "castillo de su alma", ¿no dijo ella que se parecía a un castillo entablado de moradas? Está convencida de que, en esa densidad del alma, le es posible enviar mensajes (o clamores) desde las moradas superficiales hasta la morada central del castillo. Porque el tú más identificado con ella reside ahí en lo hondo. Pues... ahí en lo hondo, se despliega su poema: "Teresa, que nada te turbe..."

Aparte esa clave literaria o estilística, hay todavía otra razón puramente espiritual, para proponer la lectura del poema como un murmullo de intimidad. A Teresa le han pasado ya tantas cosas en la vida. En su drama interior le ha ocurrido una tremenda, que la ha llenado de sobresalto. Fue el encuentro repentino con una Presencia interior que la traspasa y la desborda. Esa Presencia novedosa la desconcierta de tal suerte, que de pronto en su interior surge una voz capaz de sedar todo el oleaje. La voz interior le dice: "no hayas miedo, Teresa". Refrendado por el tremendo "Yo soy" de la Biblia. Exactamente estas tres palabras: "No hayas miedo, hija /que Yo soy / y no te desampararé" (Vida. 25,18)

Ese "no hayas miedo, hija", ¿no sería el punto de arranque de su inspiración poética y mística? En el libro de la Vida, Teresa lo comenta así "Paréceme que, según estaba (yo), eran menester muchas horas para persuadirme a que me sosegase, y que no bastare nadie. Heme aquí con solas estas palabras sosegada, con fortaleza, con ánimo, con seguridad, con una quietud y luz, que en un punto vi mi alma hecha otra... ¡Oh, qué buen Dios!" (ib).

Pues bien. Sabemos que los auténticos poemas líricos, una vez creados, se hacen autónomos, tienen vida propia, alejados de la voluntad del autor que los compuso. Y que por eso, son polivalentes o polisémicos. Cada lector puede escucharlos libremente: o como una voz en que Teresa excepcionalmente lo tutea: "a ti, lector, ¡que nada te turbe!"... O mientras lee, puede sentirse convocado a ese misterioso ámbito en que a la autora le suceden cosas y cosas..., y él la escucha diciéndose a sí misma: "Teresa, ¡que nada te turbe! que "Yo soy" está contigo!" Como ese "yo soy" estaba con Moisés.

No lo olvidemos. Teresa es una contemplativa. Se nutre de palabra bíblica. A través de sus meditaciones, tantas palabras bíblicas se le han quedado prendidas de las cuerdas del arpa interior.

En nuestro poema, lo cierto es que cada verso resulta ser un anillo de empalme con palabras bíblicas que ella ha pasado tantas veces desde el libro a los ojos, y desde los ojos al alma.

Nosotros, lectores de su poema, podemos rastrear el eco de esas vibraciones. Sin pretensiones de erudita búsqueda literaria. Sino como prolongaciones de onda en la vivencia espiritual de Teresa orante o de Teresa poeta.

El verso primero, nada te turbe, es claro eco de la palabra de Jesús a los amedrentados discípulos, momentos antes de la Pasión: "que no se turbe vuestro corazón" (Juan 14,1)

El verso segundo, nada te espante: no habla de susto sino de asombro. (Basta recordar cualquier otro pasaje teresiano: se le conmovía de gozo el alma, "espantada (=asombrada) de la gran bondad y magnificencia y misericordia de Dios": (Vida, 4,10). También es resonancia del asombro de los discípulos ante los gestos taumatúrgicos de Jesús: "¿eso o s asombra? ¡cómo os admiraréis cuando veáis al Hijo del Hombre subir adonde residía antes!" (Juan 6,63)

El verso todo se pasa, que materialmente remite a la consigna del filósofo griego "panta rei=todo pasa", también es eco de la palabra de Pablo: "pasa este mundo" (1Cor. 7,31), o las palabras de Jesús: "cielo y tierra pasarán" (Mt. 34,25), seguidas de la eterna vigencia de la palabra de Jesús ("mis palabras no pasarán"), que da paso a la sentencia del verso siguiente.

Dios no se muda. Sí, el Señor y su verdad permanecen para siempre (Salmo 116, 2). Para Teresa, la fidelidad de Dios en la amistad ("él es amigo verdadero") contrasta con la versatilidad de las amistades humanas: "Vos sois el amigo verdadero... Todas las cosas faltan. Vos, Señor de todas ellas, nunca faltáis..., que ya tengo experiencia de la ganancia con que sacáis a quien sólo en Vos confía" (Vida, 25,17). Es un anticipo del verso último del poema.

La paciencia / todo lo alcanza. Se lo decía Jesús a los discípulos anunciándoles las persecuciones: "con vuestra paciencia poseeréis vuestra aloma, vuestra vida" (Lc. 21,19).

El verso final: ¡sólo Dios Basta!. Es la palabra lema de los contemplativos. Es el "sólo Dios" de San Bernardo o del hermano Rafael. "Solas con Él solo", será el lema teresiano para las jóvenes pioneras del Carmelo de San José.

Los tres absolutos del poema.

Los tres absolutos del poema son éstos:

- nada, nada , nada
- todo, todo
- sólo Dios!

Tres nadas, dos todos, un único sólo Dios.

Es posible que la dosis balsámica y sedante que desde el poema impregna al lector se deba a la cadencia de los dos versos finales, con su asonancia en a-a: "nada le falta / sólo Dios basta." Asonancia suavemente introducida en versos anteriores: todo se pasa / todo lo alcanza.

Pero, sin duda, más fuerte que esa cadencia musical es lo medular y absoluto del mensaje que nos llega a través del poema, con su alternancia de todos / nadas / sólo Dios. Tres veces nada, nada, nada. Dos veces el todo, todo: "todo se pasa / todo lo alcanza" Y una vez sola, pero cerrando el poema en el verso final: "¡sólo Dios!" y punto. O "sólo Dios" y basta. Si el poema era un sedante psicológico, por encima de la psicología prevalece la teología de la contemplativa y mística que es Teresa.

lunes, 23 de julio de 2007

Otros atributos de Dios / Enviado por Mª Eugenía de las Heras


Invoquemos al Espíritu Santo:

“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María Santísima, tu amadísima Esposa"

Nosotros somos pequeños, Dios es grande, es inmenso: “Los cielos y los cielos de los cielos son incapaces de contenerte”. (1 Reyes 8, 27). Por eso Dios se encuentra presente en el cielo, en la tierra y en todo lugar, menos en el Infierno ya que de otra forma dejaría de ser Infierno. En los Hechos de los Apóstoles se dice que “en Él vivimos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17, 28). Exclamaba el Salmista: “¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adonde huir de tu faz? Si subiere a los cielos, allí estás Tú; si bajase a los abismos, allí estás presente. Si tomara las alas de la aurora y quisiera habitar al extremo del mar, también allí me tomaría tu mano y me tendría tu diestra… tampoco las tinieblas son oscuras para ti…” (Salmo 139, 7-12).

Dios es el Señor de todo, por eso es muy libre de hacer lo que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere.

No está obligado por nada ni por nadie, ni puede subordinarse a nadie ni a nada: “hace cuanto quiere en los cielos y en la tierra, en el mar y en todos los abismos” (Salmo 135, 6).

Dios todo lo gobierna, dirige la historia y las acciones de los hombres. Si lo que sucede es algo bueno es porque Dios lo quiere. El mal no brota de Dios sino del mal uso que los hombres hacemos de nuestra libertad. ¿Y por qué Dios tolera el mal? Por dos razones: 1º) Para respetar nuestra libertad: “Dios hizo al hombre y lo dejó en manos de su albedrío” (Eclesiástico 15, 14); nos quiere como hijos no como autómatas; y 2º) porque es tan sabio y poderoso que sabe sacar bien del mal: “Vosotros creíais hacerme un mal pero Dios ha hecho de él un bien” (Génesis 50, 20).

En su providencia tiene todo dispuesto, “Según número, peso y medida” (Sabiduría 11, 21), así da de comer a las aves del cielo y viste a los lirios del campo (cf. San Mateo 6, 25 y ss.) y con razón cuida de nosotros. Por eso siempre tenemos que confiar en Él poniéndonos en sus manos.

Dios es infinitamente justo. “Dará a cada uno según sus obras”, premiando a los buenos y castigando a los malos, dando a los que “con perseverancia en el buen obrar buscan la gloria, el honor y la incorrupción; la vida eterna; pero a los contumaces, rebeldes a la verdad, que obedecen a la injusticia: ira e indignación” (Romanos 2, 6-8). “De Dios nadie se burla” (Gálatas 6, 7).

Hoy se habla mucho de la misericordia infinita de Dios, y está muy bien que así sea. Pero no debemos olvidar que también en Dios está la justicia infinita. Si pasamos la medida de su misericordia, entrará en acción su justicia, por eso debemos tomar en serio nuestra vida y tratar de obrar de la mejor manera posible y, si tenemos la desgracia de cometer un pecado, confiar ciegamente en la misericordia de Dios que nos perdonará todas las veces que caigamos por debilidad. Pero, si yo pienso que Dios es misericordioso y me baso en esto para pecar impunemente, llegará el momento que Dios pasará a hacer justicia.e ahí veré muy claro que Dios también es justicia.

Por eso aprovechemos la infinita bondad y misericordia de Dios para ser cada día más buenos y obrar de acuerdo a los mandamientos y a las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, y perdonemos todo y a todos sabiendo que Dios se encargará de dar a cada uno lo que le corresponde.

Dios juzgará hasta nuestras más mínimas acciones y pensamientos, por eso debemos llevar una vida santa y encomendarnos a María para que sea nuestra Abogada en el momento de la muerte.

domingo, 22 de julio de 2007

Via Crucis de un Niño que no Nació / Autor: Dr. Richard Thalmaann



"Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis." (Mc. 10,14)
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34)

Su muerte está decidida. La madre ignora todo el proceso y sus consecuencias. El médico no puede ignorarlo.

1º Estación: Jesús es Condenado a muerte.¡
He sido condenado a muerte ya antes de nacer! El amor no me ha llamado a la vida y por eso nadie me ama.

2º Estación: Jesús carga la cruz.
Me han cargado con el estigma de "no deseado", se me considera una desgracia, una carga no querida una complicacion y me rechazan. Debo desaparecer.

3º Estación: Jesús cae por primera vez.
Me han convertido en un problema, un caso, nadie me considera una persona... solo soy un "caso de embarazo no deseado" un inoportuno del cual fácilmente se pueden deshacer.

4º Estación: Jesús se encuentra con su santa madre.
Tu encuentro con María, tu madre, Señor, ha sido muy doloroso y triste, pero yo no tengo una madre como tu, que me consuele y llore por mi, estoy encerrado en el vientre de una mujer que me entregará para que me maten.

5º Estación: Simón el cirineo, ayuda a Jesús a cargar la cruz.
A ti, Señor, te han ayudado a llevar tu cruz, a mi nadie me ayuda ni se compadece de mi... A mi madre le darán anestésicos para que no sufra cuando yo me este muriendo.

6º Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.
¡Oh, Jesús, si a mi pudiera consolarme y ayudarme una Verónica en mi impotencia e indefensión! ¿Nadie está enterado ni entiende mi desgracia, mi tragedia personal? ¿Nadie me defiende? ¿POr que callan las leyes? ¿Por que callan los cristianos?

7º Estación: Jesús cae por segunda vez.
Mientras yo sea así de pequeño e indefenso, fácilmente me pueden destruir.
Mi padre hace cálculos a nivel económico, cuánto le puede llegar a costar, en lo referente a crianza, educación, etc. Económicamente soy una carga, evidentemente mi muerte es mas barata, menos gasto, es el argumento de mas peso... el que decidió mi suerte.

8º Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
Jesús, mucho no te han ayudado el llanto de las mujeres de Jerusalén, ellos no han podido evitar tu muerte! ¡ Como a mi... de que me sirven los tan proclamados derechos y las leyes, si en vez de protegerme abren y allanan el camino a mi muerte!

9º Estación: Jesús cae por tercera vez.
¡La situación es clara, debo morir! Las planificaciones del mas alto nivel mundial, las llamadas "políticas de población" así lo han decidido... justo para mi no hay espacio ni lugar en este ancho y largo mundo...

10º Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
Antes de crucificarte, Señor , te han despojado de tus vestiduras. Yo en cambio, todavía no tengo nada que me cubra, solo esta delicada piel de la cual me tomaran firmemente y desgarrarán.

11º Estación: Jesús es clavado en la cruz.
A ti te han clavado en la cruz, mi cuerpo será despedazado y desgarrado, concienzudamente mis restos serán contados y controlados. .. no sea que incluso pueda llegar a provocar una infección

12º Estación: Jesús Muere en la cruz.
Tú te estas muriendo y yo también. Tu eres inocente, al igual que yo. ¡ Acuérdate señor de mi, cuando llegues a tu reino de la vida eterna!

13º Estación: Jesús es bajado de la cruz.
Muerto tu has sido recogido por los brazos amorosos de tu afligida madre, y así nuevamente te acunó sobre el seno que te dio la vida... Pero yo... nadie me recoge, solo soy un mal recuerdo, una carga que pesa sobre la conciencia.. .

14º Estación: Jesús es colocado en el sepulcro.
A ti te depositaron en el sepulcro, a mi en un recipiente de desperdicios, de basura.

Mientras espero el día del juicio final, cuando con profundo dolor deberé testificar contra "mis padres", ruego con todo mi amor de hijo, como tu me enseñaste...
Padre, perdónalos, como yo los he perdonado, porque no saben lo que hacen.


No hay palabras que pueda justificar la matanza de inocentes