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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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jueves, 11 de octubre de 2007

"Llamados para ser signo de esperanza" / Autor: Jean Vanier

em> Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre, la tercera el 19 de septiembre, la cuarta el 27 de septiembre y la quinta el 3 de octubre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Uno de los momentos más conmovedores de la vida de Jesús que tuvo lugar en un comida muy especial lo podemos leer en el capítulo 13 de S. Juan. En medio de la comida, Jesús se levantó y empezó a quitarse los vestidos, y os podéis imaginar a todos los apóstoles diciendo: `pero este qué está haciendo ahora`. Jesús es algo que hace siempre ...; siempre hace algo que no esperamos, así que tiende a molestar siempre... Nos gusta tener nuestra vida bien ordenada, no nos gusta el desorden, Jesús siempre viene a traernos el desorden, porque no nos gusta el cambio, a los seres humanos nos gusta la rutina, nos gusta anticiparnos, saber lo que va a pasar sin probar, y queremos controlar, no nos gusta ser controlados, no nos gusta que nos molesten. Jesús entonces se quita la túnica que llevaba, no la túnica, el vestido que llevaba, debajo estaba la túnica; sabemos que el vestido que llevaba era un vestido sucio. Por qué digo esto: porque cuando leemos lo que sucedió en la cruz, cuando los soldados rasgaron sus vestiduras, se deshicieron del vestido..., y entonces se dice que cuando le quitaron la túnica, los soldados se la jugaron a ver quién se quedaba con la túnica, porque era una túnica preciosa, y estaba tejida desde arriba, de una sola pieza. Lo que los romanos normalmente hacían con las túnicas era cortarlas en cuatro con una espada y cada uno de los soldados se cogía uno de los trozos para limpiar el suelo. Jesús se quita las vestiduras y se queda con la túnica; la túnica es una especie de camisa larga que llega hasta las rodillas o hasta los tobillos, a veces con mangas, a veces sin mangas, y esto es algo anormal. Normalmente no tienen vestiduras simplemente llevaban la túnica. Así que Jesús coge una vasija, una palangana, la llena de agua, y se pone una toalla, y empieza a lavarle los pies a los discípulos. Pedro reacciona: “¿tú lavarme los pies?”, “no lo puedes entender ahora, ya lo entenderás más tarde...”, “no jamás me lavarás los pies”. Veis, Pedro tiene un sentido del orden.

Os hablé el otro día de la visión de la pirámide, arriba del todo está el hombre o la mujer con el poder, los privilegios, y según bajamos nos encontramos a los más débiles, los inmigrantes, personas con deficiencias, enfermos... Así que Pedro tiene una visión muy culturalmente humana; él debería lavar los pies al que está arriba, y alguien más bajo que Pedro le debiera lavar a él los pies, esta es la visión normal humana que existe en todos lados. El otro día os dije que Jesús vino a cambiar las pirámides por un cuerpo, en el que estamos todos juntos, en el que todos tenemos un lugar. Cada un tiene una misión, pero tenemos problemas con esa misión para creer que todos somos responsables de la Iglesia. Este es mi cuerpo, este es nuestro cuerpo, no se trata solamente del sacerdote, los obispos, el Papa, estamos juntos, cada uno con un papel diferente, cada uno con un ministerio diferente. Pablo va más allá y dice que aquellas partes del cuerpo que son las más débiles, las menos presentables, son necesarias para el cuerpo y deben ser honradas. Una misión extraordinaria la de Jesús, pero todos estamos formados por nuestra cultura y rápidamente decimos que el evangelio es una utopía... ¿cómo podemos amar a nuestros enemigos?, ¿cómo puede ser posible que me den en una mejilla y yo presente la otra...? Jesús nos está llevando hacia algo nuevo, de todo esto trata Fe y Luz, de crear un cuerpo, en el que las personas con una deficiencia son nuestros amigos, y estamos todos juntos, cada uno tenemos nuestro lugar, no hay ni una sola persona más importante, todos somos iguales, todos somos preciosos, cada uno de nosotros tiene un sitio diferente... Así que Pedro no es capaz de aceptar que Jesús se arrodille ante él; me pregunto qué haríamos nosotros si Jesús se nos apareciera y se arrodillara a nuestros pies, cómo seria nuestra reacción, que sucedería si Jesús se nos aparece allí donde vivimos y empieza a limpiarnos el suelo, cuál sería nuestra reacción... “No no, ve al salón y te llevaré algo de comida”. Es muy difícil para nosotros entrar en esa visión de Jesús; y Pedro dice: “No jamás me lavarás los pies”, y Jesús le mira y le dice: “si no te lavo los pies no formas parte de mi, no tienes nada que ver conmigo”. Quiere decir que no compartiremos más, quiere decir no serás ya mi amigo, no serás ya mi discípulo, es como decir: “ahí tienes la puerta, puedes irte...” ¡Muy fuerte! Si no puedo lavarte los pies no habrá más que decir y se acabó... Bueno, así que Pedro se asusta mucho. Es un hombre generoso, es un poco estúpido, pero es generoso, no quiere herir a Jesús, únicamente quiere afirmar que sabe que Él es más importante. Así que se asusta mucho cuando Jesús le dice que si no puede lavarle los pies, ahí tiene la puerta...; `no solo los pies sino la cabeza, las manos, dame una ducha si quieres...` Porque Pedro es un buen hombre, pero no comprende, todos somos buena gente, pero... ¿entendemos?

Hay una parábola muy hermosa que es muy importante para nosotros en Fe y Luz, que es la parábola del banquete de boda. El rey ha preparado el banquete de bodas para su hijo, todo está preparado, las hermanas han preparado toda la comida... (hay buen vino español, no es malo...) Los sirvientes salen fuera para invitar a todo el mundo; son buena gente los invitados, son gente bien inserta en la sociedad, pero dicen: “No, mi hija se está casando; no puedo ir, he comprado un par de bueyes y tengo que hacer que la yunta funcione; he comprado una tierra y tengo que construir...”; son todos buena gente, no son mala gente, son buena gente, pero no comprenden. Esto lo podéis leer en S. Lucas. El rey indica a sus sirvientes: `podéis ir por los caminos, por las autopistas, y traer a los tullidos, a los pobres, a los deficientes, a los ciegos...` Y todos empiezan a beber, ellos tienen demasiado tiempo, la gente que está bien insertada en la sociedad, no tienen tiempo suficiente. Es difícil entender la visión de Jesús, la visión del Evangelio, la visión de la paz.

Jesús lava los pies a los discípulos; me imagino que después de esa discusión entre Pedro y Jesús habría una especie de silencio eléctrico. Jesús les lava los pies y luego se sienta, y se vuelve a poner sus vestiduras sucias, viejas, y les dice: “¿Entendéis, comprendéis lo que he hecho? Me llamáis el Señor, el Maestro, y lo soy, y si yo el Señor y el Maestro os he lavado los pies, vosotros tenéis que lavaros los pies unos a otros, he hecho esto como un ejemplo para vosotros”. Es el único ejemplo en los evangelios en el que Jesús dice: “He hecho esto para daros ejemplo a vosotros; lo que yo he hecho contigo vosotros lo tenéis que hacer unos con otros”. Y entonces Jesús dice: `El sirviente no es menos importante que el maestro, y aquél que ha sido enviado no es menos importante que el que le ha enviado; si sabiendo esto lo hacéis, seréis bendecidos por Dios, encontrareis la Bendición y recibiréis la presencia de Dios`. Así que a mi me gustaría reflexionar con vosotros porqué Jesús hace esto. Creo que entendí esto un poco cuando estuve viviendo en un hogar con personas con deficiencia muy severa. Habíamos acogido a Eric; y Eric era ciego y sordo, con mucha angustia, no podía caminar, era un hombre muy pobre y muy pequeño que había vivido 16 años en un hospital psiquiátrico. Os decía esta mañana que el objeto principal de Fe y Luz era, es ayudar a la gente que tiene una imagen rota de sí misma, crear una imagen positiva de sí misma; aquellos que sienten que no son buenos, que descubran que sí son buenos...; esa es toda la pedagogía de Fe y Luz y de El Arca, ayudar a la gente a descubrir que son preciosos, ayudarles a descubrir que tienen valor, que por tanto pueden hacer cosas muy bellas.

Así que, como comunicarse con Eric, que no ve ni oye, así que el único modo de comunicarse con él es el tacto; el tacto es un sentido muy fundamental. Bañábamos a Eric todas las mañanas; yo encontraba que era muy importante para mi dar este baño y sostener a Eric en su pequeño cuerpo. Es muy importante tener paz cuando bañas a alguien, lo mencioné el otro día, porque transmites la paz a través de tus brazos o los nervios a través de tus brazos, y cuando lo estamos bañando lo que queremos es revelarle que es importante a través del tacto; el tacto es algo muy importante, cualquier madre lo sabe, el modo de abrazar, de coger al niño, cuando abrazas y sostienes a un niño le das seguridad, pero también por el modo en cómo le cogemos le revelamos que él o ella es importante. Así que hay un modo de tocar a las personas que revela algo, también hay maneras falsas de tocar, hay maneras de tocar en las que pretendemos atraer a las personas, puede haber una manera de tocar sexual que puede ser no necesariamente buena, porque intentamos poseer a alguien, pero tocar también es una revelación, porque tú también eres importante y valioso. Creo que cuando Jesús está arrodillado en el suelo, tocando el cuerpo de los discípulos, creo que está diciendo algo importante, particularmente porque al día siguiente estará muerto. Así que quizá también estará diciendo adiós, es el último momento en el que podrá tener un encuentro personal, y todo lo que hace Jesús es a través de encuentros personales. Vosotros sabéis que cuando yo hablo aquí no es una comunicación personal sencillamente, yo lanzó un mensaje para un grupo, pero lo que quiere Jesús es un encuentro personal. Podéis tocar el cuerpo de cada uno, es un gesto de comunión. En el evangelio de Juan no se habla para nada de la institución de la Eucaristía, en los otros tres evangelios sí se habla de la institución de la Eucaristía, y hay algo muy similar entre la eucaristía y el lavatorio de pies, los dos tienen que ver con el cuerpo..., lavar el cuerpo, dar el cuerpo, es un momento de comunión, es un momento de ternura...; en ambos momentos Jesús es humilde, y Jesús da su cuerpo para ser comido; es una humildad increíble, sabéis porqué Jesús da su cuerpo para que sea comido, es porque Él quiere vivir en mi, quiere vivir en cada uno de nosotros, para que nos volvamos como Él, para que tengamos compasión, perdón, así que Jesús inventa esa idea de transformar el pan en su cuerpo para revelar algo muy importante, que quiere vivir en nosotros, no solamente en el momento de la comunión, es un signo de que Él quiere vivir en mí todo el tiempo, vivir en cada uno de nosotros todo el tiempo, para que veamos el rostro verdadero de Dios; es un rostro de amor, no antes que nada el rostro del Señor, sino el rostro del amor y de la ternura, y de la compasión, esto es lo que hace Jesús cuando se arrodilla a sus pies.

Hay un suizo, que dice que la historia de la humanidad cambió cuando Jesús se arrodillo a los pies de los discípulos; así que Jesús nos habla de entrar en comunión a través de la humildad. ¿Sabéis? Cuando queréis a alguien mucho, queréis servir a esa persona, y si alguien me quiere mucho pues debe servirme, es un servicio mutuo, ayudarnos unos a otros, revelarnos unos a otros que somos importantes, de eso trata la amistad, y particularmente la amistad que es el amor. Eso es lo que hace Jesús, según se arrodilla y lava los pies, en el evangelio de Lucas y de Mateo, dice: “el Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir”, para que descubramos quién somos, qué es lo más importante en nosotros, y cómo podemos convertirnos en este mundo en un signo de paz. Es lo que leímos anoche en el evangelio, que si tú crees en mí, harás las mismas obras que yo he hecho, o incluso mayores obras. Eso es lo que quiere Jesús, que nos volvamos como Él, que traigamos amor y paz a este mundo. Pero también Jesús nos está diciendo algo sobre cómo podemos ejercer la autoridad...; podemos ejercer la autoridad desde arriba, diciéndole a la gente lo que debe hacer, o podemos ejercer la autoridad desde abajo, ayudando a la gente a ponerse de pie; así que no es controlar a la gente, sino ayudar a la gente a ser responsable. No es que no tengáis que ser obedientes, sino confiar en la gente para que puedan ponerse de pie. De esto trata Fe y Luz, ayudar a la gente a descubrir quiénes son, y ejercer la autoridad con humildad y amor.

Nunca es fácil ser padre, nunca me he casado, no tengo hijos, pero veo que no es difícil ser un padre con ........... He visto que es difícil ser un padre, madre, porque los niños exigen demasiados cuidados, y los padres no saben cómo cambiar tan rápidamente como ellos quieren, y a veces tratan a un niño de seis como si tuviera tres, y tratan a uno de diez como si tuviera seis, y tratan a uno de quince como si tuviera doce... Tienen problemas en cambiar, durante las primeras semanas los padres son perfectos, porque responden al grito del bebé, los problemas vienen después porque no saben cómo volver atrás. Yo no os voy a contar lo que hay que hacer, vosotros sabéis lo que hay que hacer, así que hacerlo, si no lo hacéis, bueno no lo hagáis, pero estaréis tristes si no lo hacéis..., pero es vuestro problema... Porque toda la cuestión de la educación trata de despertar la conciencia interna de cada persona, debéis decidir, por eso es tan difícil para los padres de una persona con discapacidad. Cualquier forma de educación es difícil y la educación de personas con un deficiencia es todavía más difícil, porque no hay un libro de reglas claro. Así que los padres tenderán a poseer más y les asustará dejarles ir, porque ellos son los únicos que saben. A veces podéis tener problema en Fe y Luz porque a veces los padres no dejan salir a sus hijos o a sus hijas; pero también sucede con nosotros, tampoco sabemos cómo ejercer la autoridad, nunca es fácil ser el líder de la comunidad, porque siempre se trata de ayudar a la gente a crecer, y confiar en la gente, y a veces la gente no llega a tiempo o la gente joven no aparece, pero bueno así son las cosas. Cómo ayudar a la gente a que se convierta en responsable, de eso se trata, ayudar a todos en la comunidad a ser responsables, pero para eso necesitamos tiempo, mucho diálogo, debemos hablar, tenemos que hablar de ello..., qué quieres al venir a Fe y Luz, cómo puedes ser llamado a ser más responsable. Quizá nos asusta la responsabilidad; Jesús nos está diciendo algo sobre la autoridad, nos guste o no todos nosotros ejercemos la autoridad en algún lugar, la autoridad de un sacerdote, de un padre, de un doctor, todos ejercemos la autoridad; la autoridad es algo muy bello, se trata de ayudar a la gente a crecer, no decirles lo que hay que hacer, sino ayudarles a crecer , a que se vuelvan más humanos, más amantes, y eso significa hablar.

El otro día estaba compartiendo con una pareja y me contaba que su hija de dieciocho años les estaba planteando muchos problemas de dinero... `Esta es la cantidad de dinero que gano, esto es lo que me lleva el alquiler, esto es lo que me cuesta el coche y solamente me queda esto, así que, qué vamos a hacer...` Por qué no podemos hablar; normalmente el dinero suele ser un tabú, nadie habla de ello, sobre los sueldos y esas cosas, pero si quieres que tu hija no esté infeliz, habla con ella sobre el dinero, vamos a dialogar sobre ello. ¿Sabéis? A veces no queremos encontrarnos y no queremos hablar, ayudamos a la gente a ser responsables cuando hablamos y compartimos... ¡por eso los grupos pequeños son importantes!

El otro día en el encuentro con los responsables, les pregunté a los responsables: “¿tenéis algún sacerdote en vuestro grupo?”, y les dije : “A menudo los sacerdotes hablan demasiado...” No sucede en España, pero en algunos grupos hablan mucho y no suelen hablar de sus problemas, hablan sobre ideas, y en el fondo son igual que tú y que yo, todos somos seres humanos, todos tenemos nuestros problemas, hablemos sobre ellos, hablemos desde nuestro corazón...; así es como podemos ayudar a la gente a ser responsables, porque todos somos lo mismo, no hay una gente mejor que otra, no hay gente que siga a Jesús mejor que otra, todos somos gente pobre, todos necesitamos a Dios, todos tenemos problemas interiores de depresión, violencia y de muchas cosas más, y hablemos de ello, ayudémonos unos a otros a crecer, ejercitar la responsabilidad es ayudar a la gente a crecer, a volverse responsable de sus vidas..., de eso trata Fe y Luz.

Así que Jesús se arrodilla a los pies de sus discípulos y nos dice cómo ejercer la autoridad; nos está diciendo algo sobre la humildad: no estar por encima de la gente, sino con la gente, estamos juntos, nos necesitamos, construimos juntos la comunidad. Jesús nos está hablando por lo tanto de algo, pero también nos habla del perdón; el agua en la tradición bíblica es la vida, pero también es la purificación; siempre tiene que ver con limpiar, todos necesitamos que nos limpien. Ayer por la tarde os hablé sobre la culpa, cómo somos todos paralizados por la culpa, porque no sabemos amar como debiéramos, no sabemos vivir el mensaje del evangelio como debiéramos, no sabemos cómo rezar, no sabemos cómo entrar en comunicación con Jesús...; así que siempre estamos llenos de la sensación de: “no hago nada bien”. Y lo que está en el corazón de nuestras personas con discapacidad está también en el corazón de todos nosotros: “No soy bueno”, “no sé como hacerlo...”. Y entonces nos escondemos de los demás, porque necesitamos ser perdonados; ser limpiados significa también ser liberados de toda la suciedad. ¿Sabéis? En algunas culturas el pie es el símbolo de la sexualidad y todos necesitamos ser curados en ese aspecto, porque la sexualidad es un gran misterio para el ser humano; no sabemos cómo vivir nuestra sexualidad, es nuestra afectividad, nuestra afectividad está rota, no sabemos cómo amar, no sabemos cómo integrar nuestra sexualidad, así que necesitamos ser purificados. Más tarde vamos a tener un momento de reconciliación, que tratará sobre la purificación y tirar abajo esas barreras que nos impiden encontrarnos con Dios. Todos necesitamos ser purificados, pero también cuando Jesús lava los pies a los discípulos nos está diciendo algo también muy importante, que Dios no está arriba en los cielos, está abajo, muy abajo, en aquellos que son pobres y débiles.

El otro día hablamos de la mujer samaritana. Aquí de nuevo Jesús está abajo, la mujer samaritana estaba de pie; así que no os sorprendáis si en alguna ocasión Jesús os habla desde abajo, diciendo: `te necesito, necesito tu ayuda y quiero lavarte los pies, quiero servirte...` Para descubrir una visión nueva de Dios, para descubrir que el Todopoderoso está a veces indefenso, y eso es un misterio, está indefenso en el sentido de que depende de nosotros...; el Todopoderoso a veces no tiene ningún poder delante de nuestra libertad, porque Jesús no quiere imponernos, no quiere violar nuestra libertad, quiere que nos convirtamos en líderes, y en la medida en que nos hacemos libres nos arrodillemos ante la gente. Así que ellos también se vuelven libres, y entramos en un verdadero movimiento de liberar a la gente, ayudar a la gente a conocer el bien y descubrir lo bellos que son y las cosas bonitas que pueden hacer. Así que si estamos hoy aquí es para que nos lavemos unos a otros los pies, y... ¿por qué?, porque Jesús nos lo dice, no es la razón, es un locura.

Hace unos años fui al Consejo Mundial de Iglesia. Me pidieron que hablara a todos los representantes de todas las Iglesias; había doscientos veinte representantes de diferentes Iglesias y yo hablé del lavatorio de los pies. Algunos de ellos se excitaron terriblemente, pero lo hicimos y todavía recuerdo a un obispo ortodoxo, lavándole los pies a una mujer americana baptista. Si sabéis algo sobre los obispos ortodoxos y las mujeres americanas baptistas os daréis cuenta de que era una imagen muy especial. Tenemos que hacer gestos, no sólo palabras; y Jesús nos está pidiendo que nos sirvamos los unos a los otros, tales como somos, con tus deficiencias y con tu belleza, con tus problemas... ¡estamos aquí para servirnos unos a otros! Por supuesto, lo que hacemos en el grupo es simbólico; algunos de nosotros no nos volveremos a encontrar en bastante tiempo, así que lavarnos los pies unos a otros es un símbolo, pero también está revelando un deseo, un deseo de que crezcamos en el sentido del servicio, del amor y de la compasión.

Así que, como os digo, cuando lavemos los pies a la persona que está a nuestra derecha, será un símbolo del perdón para aquellos a los que estáis llamados a perdonar, y el deseo de perdonar y de ser perdonado cuando hiero a las personas. Los símbolos son muy importantes, no podéis decir: “Bueno, lo importante es el servicio, no que nos lavemos los pies...” Estáis totalmente equivocados... ¡estar con Jesús y vivir en Jesús! eso es lo importante. El simbolismo del pan es importante pero no es lo más importante, lo más importante es que Jesús vive en mi; como el agua del bautismo, es también una limpieza, es un símbolo, es un símbolo que también es fuente de gracia.

Así que ahora cuando nos juntemos para lavarnos los pies, en primer lugar vamos a recordar algo, vamos a recordar lo que Jesús ha hecho por nosotros. En algún momento nos ha dicho: `hago esto por ti como un ejemplo`. Así que nos está recordando algo muy importante: cuando nos lavemos los pies unos a otros, pediremos la gracia para ser como Jesús. San Bernardo dice que el lavatorio de los pies es un sacramento; bueno para San Bernardo había muchas cosas que eran sacramento, pero lo que está diciendo es que es una fuente de gracia, es un lugar donde se da la presencia de Dios.

Así que, lo que vamos a hacer es algo importante, y en algún lugar estamos diciendo que queremos servirnos unos a otros; de algún modo queremos volvernos como Jesús. Todavía hay muchos bloqueos en mí, bloqueos en todos nosotros, un montón de cosas que necesito purificar, muchas cosas que todos necesitamos purificar, pero quiero crecer, necesito crecer, crecer en ese sentido del servicio, del amor y de la compasión. Así que para todos nosotros espero que signifique lo mismo, que exprese un deseo de ir más allá, más profundamente. Muchos de vosotros ya habéis vivido algún lavatorio de pies porque lo hacemos con frecuencia en nuestras comunidades de Fe y Luz, como lo hacemos también en el Arca, pero quiero recordaros lo que hacemos. Cuando yo termine de hablar podemos cerrar el círculo, porque ahora lo habéis abierto para poder mirarme cuando hablaba; entonces el responsable o alguno de cada grupo va a leer el texto de San Juan que está en el librito; yo lo he citado de memoria, pero el texto exacto lo tenéis en el librito. Os pido que os aprendáis cuando podáis el Evangelio de memoria porque son buenas noticias, meterlas en el corazón, no solo aprenderlas de memoria sino meterlas en el corazón, entonces empezaremos a vivir desde la palabra de Dios. Así que una vez que el responsable o uno de cada grupo haya leído el texto, lavaremos los pies de la persona que está al lado; tomaros tiempo, hacerlo como Jesús lo hizo...: con amor, con ternura. Una vez halláis lavado los pies, los secáis, los dos pies, no sólo uno; a veces esto lo veo en el Jueves Santo, con todos los niños pequeños que van a misa, las madres les han lavado los pies diez veces y los calcetines están limpios, sin agujeros y solamente se lavan un pie, no entiendo porqué, pero ese es otro problema... Cuando lavéis los pies a la persona que está a vuestra derecha, la persona a la que se le han lavado los pies pone sus manos sobre vuestra cabeza y tiene un momento de comunión, de mutualidad, de gratitud, con un sentido de que estamos juntos...; y entonces la persona que lavó los pies se sienta, y la persona a la que le han lavado los pies lava los pies a quien tiene a su derecha, y así completamos todo el círculo. Cuando hayamos completado todo el proceso, compartiréis juntos: qué te ha conmovido, qué es importante para mi... Estar juntos unos pocos minutos, no mucho tiempo, diez o quince minutos en total; después de eso todos saldremos en procesión a la capilla grande, y tendremos una cruz, y los sacerdotes irán detrás de la cruz e iremos a la capilla grande. Allí tendremos un periodo de reflexión y oración; estarán los sacerdotes para los que quieran tener unas palabras.....

miércoles, 3 de octubre de 2007

"La misión de Fe y Luz en la iglesia y en el mundo, en medio de una cultura que se mira a si misma" / Autor: Jean Vanier



Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre, la tercera el 19 de septiembre y la cuarta el 27 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Sabéis lo que pasó en los años 30 en vuestro País. Nacisteis a la realidad de la guerra, muchos habéis nacido en esa realidad. Yo entré en la marina de guerra en el año 32. Durante la Guerra y en el año 45 estaba en París, muy poco después de la Liberación con mi madre, que era una canadiense que trabajaba en Cruz Roja, y acogimos a mucha gente que venían de los campos de concentración. Acogimos a muchas personas todavía ataviadas con el traje de rayas blancas y azules y venían casi como esqueletos. Esto es lo que unos seres humanos pueden hacer a otros seres humanos, esto es el terror de la violencia. Así que dejé la marina y empecé a trabajar por la paz. Creo que podemos estar avanzando hacia la paz del mundo y hoy hay bastante desesperación. En muchos sentidos, toda esa visión de la unidad, de la paz ha caído; andamos desarrollando sociedades basadas en el individualismo y el dinero, la necesidad...

Hay una previsión en Francia que mira hacia el futuro, está buscando las tendencias mirando hacia atrás, hace 50 años, y piensa que la tendencia del mundo en los próximos 15 años será volver a una espiritualidad, una forma de espiritualidad muy particular, una espiritualidad que viene del miedo de una forma de desesperación. Podéis ver en la TV el dolor del mundo, podemos ver en los medios lo que está sucediendo, podemos ver fotos de Israel, Palestina..., podemos ver todos los lugares donde algo se rompe, en muchos lugares nos vemos en medio de suicidios, enfermedades mentales. Y uno de los aspectos de esa espiritualidad será escaparse de la muerte de esa realidad. Queremos escaparnos, escondernos de este mundo, y toda la misión de Jesús es enviar a todas las personas al mundo paz, traer la paz, ser personas de compasión, no escapar del sufrimiento, sino acercarnos al sufrimiento. Así que este nuevo escenario en el que estamos entrando puede ser muy doloroso, pero también muy excitante.

He tenido bastantes oportunidades de encontrarme con gente joven y he descubierto que en muchas ocasiones la gente joven está muy herida, son muy bellos, pero sus grandes aspiraciones, tienen grandes aspiraciones, pero no saben a donde ir, tienen miedo de una religión que habla del Señor y del Dogma, ellos lo que están buscando realmente son relaciones, están buscando una religión que sea realmente un lugar para la relación y quieren descubrir de que se trata el cristianismo que no es un primer lugar una ley y un dogma sino que es un encuentro, un encuentro con una persona, esa persona es Jesús que vino a revelarnos que todos somos amados, que todos somos preciosos. La personas jóvenes están buscando una experiencia, una experiencia de amor que les llevará al amor. Vamos entrando en un mundo nuevo así que es muy importante que todos nosotros descubramos como estamos llamados a trabajar por la paz. Después del 11 de septiembre mucha gente reza por la paz, quizá rezan por la paz y rezan para que sigamos estando cómodos ¿Es que la paz es simplemente la ausencia de la guerra? Sencillamente se trata de coexistir, o, ¿es algo más?, es encontrarse con la gente, encontrarse con la gente que normalmente es rechazada o dejada de lado. Como seres humanos tenemos una gran tendencia a juzgar a la gente, incluso a condenar a la gente, le ponemos etiquetas a la gente las colocamos en cajas, hay gente buena, hay gente mala y nos escondemos en grupos hoy cada vez siento mas que muchos hombres mujeres deben ser artesanos de la paz y trabajar por la paz necesita que salgamos de nuestro grupo para encontrarnos a gente de otros grupos, encontrarnos con gente, escuchar a la gente y contar nuestra historia, nuestra historia de cómo hemos sido transformados, nuestro deseo se ha convertido en una necesidad de trabajar por la paz. Yo he tenido mucha suerte, dejé la marina, llamado por Jesús, encontré a un sacerdote maravilloso que me enseñó a rezar, rezar no es decir oraciones sino que es estar en comunión con Jesús, es dejar que Dios viva en mi y vivir en Jesús y descubrir lo compasión del rostro de Dios para convertirnos en alguien, en una persona de compasión y ese es todo el sentido del mensaje de los evangelios.

Descubrir el mundo de las personas con deficiencia. En el año 64, lo descubrí en Francia, me di cuenta que ellos eran las personas mas oprimidas de este mundo –porque no los queremos, los excluimos- Así que visité residencias, instituciones, hospitales psiquiátricos y descubrí muchas, muchas mujeres encerradas con una gran cantidad de dolor, de dolor del rechazo, pero también el dolor físico de sus problemas y también descubrí el mundo de los padres, de las familias, el dolor de los padres y madres, descubrí que muchos padres y madres pensaban que tener un hijo con una deficiencia era un castigo de Dios y eso lo descubrí en todos los países. Jesús hacia esta pregunta en el capítulo 9 del Evangelio de Juan, Jesús les dice a los discípulos que salgan del templo y se cruzan con un hombre que nació ciego y que estaba pidiendo y la reacción evidente de los discípulos es plantearle la pregunta de ¿quién es culpable? Le preguntaron ¿ésto es a causa de sus padres o de sus propios pecados que nació ciego?. Esta es una pregunta muy moderna.

Recuerdo a un médico muy cristiano que era padre de una niña con discapacidad y me contó que había estado presente en el nacimiento de su niña y cuando vio la gravedad de su deficiencia de repente sentí que Jesús hacía esto por algo y esto significó una catástrofe para mi, pero la reacción de Jesús a esta pregunta es muy clara. No, no ha pecado nadie, no hay ni que hablar de eso, quizá lo que sucede es que el trabajo de Dios se ha cumplido en el y ya sabéis lo que es el trabajo de Dios es el AMOR, es crecer en el amor y todos hemos nacido para crecer en el amor que significa aceptar a la gente con aprecio, así de modo que todos pueden crecer, de modo que podamos trabajar para la paz, porque sabéis que la paz fluye del amor.

Así que descubrí todo este mundo de las personas con discapacidad. Me conmovió mucho el descubrir el dolor de los padres o de las personas con una deficiencia, así que acogí a dos personas de una residencia de una institución y empezamos a vivir juntos. Vi que el mundo entero se abrió a mi. Este es el origen de las comunidades del Arca y de las comunidades de Fe y Luz.

Esta mañana quiero hablaros de un hombre joven que acogimos en una de nuestras comunidades. Voy a intentar que comprendáis lo que el vivió. Mirar con frecuencia lo que necesitamos es descubrir cómo se ve el mundo con los ojos de una persona con discapacidad. No es solo cuestión de cómo lo veamos desde nosotros, sino lo que ellos están viendo y que es lo que ellos están pidiendo, que es lo que ellos están necesitando.

Voy a intentar entrar dentro de las personas con discapacidad para que intentemos comprender cómo ven ellos el mundo. Os voy ha hablar de un hombre joven que se llama Moisés; hablo de Moisés y no del gran Profeta del Génesis..... ¡ah! del libro del Exodo, perdón. Pero hablo de un pequeño profeta, porque de un modo misterioso las personas con discapacidad son profetas porque nos llama a cambiar, llaman a nuestras sociedades a que cambien, nos llaman a que nos abramos y a que crezcamos en comprensión y comprensión y este es siempre el papel de los profetas. Apuntar siempre hacia la paz es llamar a la gente para que cambien, esto no nos afecta a nuestra vida sino que es una misión completa del mundo.

Moisés fue encontrado en las calles de Eisenhower, estaba tirado por las calle, la policía lo encontró y lo llevó al hospital y desde el hospital; una de nuestras comunidades lo acogió, fue una de las primeras personas acogidas en la comunidad. Era un nombre que no podía caminar, echar su brazos, ni hablar. No sabemos nada de su familia. Solo puedo deciros que nunca podemos juzgar a un padre o madre por no poder hacerse cargo de su hijo, era un niño pequeño no sabíamos la edad podía ser aproximadamente de 4, 5 o 6 años ¿Qué estaba viviendo cuando estaba tirado en la calle? la noche lo primero miedo a los insectos, animales, perros, gatos, nosotros también podemos asustarnos por la noche, debe ser muy difícil para un niño que no puede hablar, andar, gritar, así que en su pequeño corazón hay miedo, hay algo mas importante que esa angustia, el miedo es muy diferente a la angustia, en el miedo nos asustamos de algo objetivo, de un objeto. La angustias es algo que penetra en nuestro cuerpo, no hay un objeto, el sentimiento de no ser querido es algo que penetra en nuestro cuerpo, no hay un objeto. El sentimiento de no ser querido es una agitación interior, una rotura interior que nos trae una gran confusión, no sabemos que hacer, no nos sentimos bien, nos sentimos malos, así que hay un agitación muy profunda que probablemente todos hemos sentido cuando nos hemos sentidos solos, no queridos no aceptados y eso saca al exterior toda la agitación, cuando sentimos que no somos amados tenemos la impresión de que no somos buenos, porque si no soy querido es que no se me puede querer. Me he encontrado mucha gente que puede sentirse culpable de existir, soy una molestia para todos los demás he decepcionado a mis padres a la sociedad.

A veces algunas personas con discapacidad q pueden ir a la iglesia, puede que no se les acepte por que gritan, van caminando, parece que molestan que rompen el orden y es verdad que las personas con deficiencia pueden romper el orden no esta permitido son una excepción fuera de un orden u por tanto crean desorden y por supuesto pueden cambiar el camino, el modo de vida de los padres, de modo que pueden sentirse culpables y pueden tener una imagen rota de si mismos y a algunos les trae una falta de deseo de vivir en algunos casos puede convertirse en un verdadero deseo de muerte, porque no son queridos, asique aquí tenemos al pequeño Moisés, tirado en la calle, el vive emociones, aunque no pueda verbalizarlos o conceptualizarlos el vive emociones.

Un niño pequeño que acaba de nacer puede sentir miedo, aunque o pueda verbalizar puede vivir el miedo.

Moisés fue encontrado por la policía, lo llevaron al hospital, pero el hospital no es un lugar para él, porque el no estaba enfermo, había magníficos enfermeros que lo limpiaban y lo alimentaban pero nadie decía tú me pertenecer y yo te pertenezco. Todo niño necesita pertenecer, todos necesitamos pertenecer, a una comunidad, a una familia, a un grupo. La pertenencia es muy importante para todos los seres humanos, es la tierra en la que crecemos, pero nadie le dijo a el, tu me perteneces. Y me contaron que mientras estaba en el hospital se escondía detrás de sus manos, no podía mirar a la gente a los ojos, estaba demasiado asustado, de ser no creía que tenía ningún valor. Fue acogido en nuestra comunidad, unos meses después fui a visitar esa comunidad para la apertura oficial, y me encontré a un Moisés transformado, empezaba a sonreír, sus ojos comenzaban a brillar, empezaba a querer vivir; sencillamente sentía que el estaba en un proceso de transformación; desde un deseo de muerte a un deseo de vida; de una imagen rota de si mismo, a una imagen positiva.

Os puedo preguntar a vosotros sobre este proceso de transformación . Si os preguntó ¿por qué? Vosotros posiblemente responderéis que ese proceso de transformación era porque él se sintió amado, y es verdad. Pero ¿que el es amor? Es muy importante que comencemos a reflexionar sobre esta increíble realidad, esta en el corazón de un mensaje de Jesús. Es una realidad que todos queremos y necesitamos, pero no tenemos que ir hacia ella . Así que ¿qué es el amor? Creo que con toda la experiencia que tengo en estos años de comunidades de El Arca y Fe y Luz, esto es lo que digo: “Amar, no es ante todo hacer algo, sino que es revelar algo ¿Qué revelamos cuando amamos a alguien? Tu tiene valor, eres precioso, eres importante en ti mismo, importante para tu iglesia, eres una persona importante y por supuesto para alguien como Moisés esto es particularmente importante.” Porque había vivido una experiencia de no ser precioso. Había vivido una experiencia de ser apartado. Así que la pregunta es: ¿cómo va él a descubrir que es importante?, ¿cómo le vamos a dar un deseo de vivir?, ¿cómo va a aprender hacer las cosas? Amar es revelar. De este modo nos habla Jesús. Nos revela a nosotros que somos importantes ¡somos importantes! Todos nosotros tenemos un potencial para hacer cosas bellas, también tenemos un potencial de encerrarnos por el miedo, pero nuestra belleza es que nos podemos abrir a la gente, así que amar es revelar. Y ¿cómo revelamos esto a las personas? Por el modo en que miramos, por el modo en que escuchamos, por el modo en que intentamos entender a las personas, por nuestra alegría.

Muchas veces digo que unas actitudes fundamentales en el Arca y Fe y Luz es estar feliz, estar contento y celebrar, porque celebrar es una manera de decir: “es muy bueno estar contigo y nos divertimos juntos. Porque en el corazón de nuestras comunidades con personas como Moisés tenemos que celebrar la vida y ser capaces de decir: “soy feliz de que existas”. Quizás alguien que te llama para decir que está feliz de que existas. Necesitamos gente que nos llame por teléfono y que nos diga que es importante para mi revelarnos, revelarte que eres precioso; pero amar también es comprender, comprender tu dolor, comprender tus deseos, comprender tus esperanzas. Todos necesitamos ser comprendidos.

Quiero contaros dos historias. Una es la de una chica joven que vino a la comunidad, tenía un problema psicótico , había pasado un tiempo en un hospital psiquiátrico; en alguna ocasión mientras estaba con nosotros había caído en lo que llamamos una regresión (regresión es diferente a depresión) Durante esta regresión ella quería volverse un bebé pequeño y rechazaba comer ella misma y levantarse de la cama, como si ella quisiera volver a ser un bebé, de modo que la sacamos del hogar en que estaba viviendo y la llevamos a vivir a una casa con una persona para que pudiera tener una atención muy personal. Y un día el padre Tomás, el capellán de nuestra comunidad, fue a llevarle la comunión, y después de la comunión le susurró algo al oído, por primera vez, después de mucho tiempo; ella sonrió y desde ese día comenzó a mejorar y cuando la persona que vivía con ella fue a ver al padre Tomás, le preguntó ¿Qué le has dicho para que comenzara a cambiar? El padre Tomás simplemente le dijo: “Te necesito ¿puedes rezar por mi? Necesito tu ayuda”. Como veis todo lo que necesitamos es que alguien nos necesite, que nos telefonee, diciendo: “necesito tu ayuda, necesito tu amor, te necesito”. Tenemos que tener mucho cuidado cuando vivimos con personas con deficiencia para no sólo hacer cosas por ellos sino para que ellos descubran que les necesitamos.

Antes de venir a Salamanca estaba en el hogar en el que vivo, allí está Pascal, no habla, pero se acercó a mi, lo primero que quería era un mapa para que le enseñara dónde estaba Salamanca, dónde estaba España. Le enseñé en el mapa dónde estaba Francia, dónde estaba España, puse un pequeño punto donde pensaba que estaba Salamanca en España y esto es lo que me dijo: “rezaré por ti... ¡Te necesito. Te necesitamos, necesitamos tu amor, necesitamos tu oración!.

Cada uno de nosotros tenemos que descubrir nuestro don, el don que puedo darte y el don que tú puedes darme, porque tú tienes dones en ti que yo necesito porque yo no los tengo; por eso necesito a José Luis, porque vivir juntos es necesitarnos unos a otros. Cuando comenzamos a necesitarnos comenzamos a revelarnos unos a otros lo importante que somos. De esto tratan las pequeñas comunidades, que nos necesitamos unos a otros, necesitamos comprender el dolor y las necesidades de las personas.

Hace años acogimos en nuestra comunidad a una mujer que tenía epilepsia y hemiplejía, tenía un brazo y una pierna paralizado y estaba muy enfadada.. Había gran cantidad de violencia en ella, gritaba, rompía cosas, no podía pegar a alguien porque si lo intentaba podía caer, pero no era fácil vivir con ella debido a toda esa violencia, esa ira que había en ella. Así que la pregunta es importante: ¿de dónde procede esta violencia? Y poco a poco comenzamos a descubrirlo; tenía muchos celos de su hermana, que tenía tres hijos, ella quería un niño, ese era su deseo, y esto es lo normal . En cierto modo su cuerpo estaba hecho para tener un niño, así que estaba muy enfadada, enfadada con su hermana, enfadada con sus padres, enfadada con Dios, enfadada consigo misma. Y... ¿cómo somos nosotros capaces de decirle: mira sabes que te comprendemos, no puedo solucionar tu problema pero lo comprendo y es doloroso para mi. Y cuando ella empezó a darse cuenta de que la comprendíamos comenzó a volverse menos salvaje.

Frecuentemente la violencia es un mensaje. Cuando comprendemos a la gente las cosas comienzan a cambiar, porque ella es una mujer con gran ternura, ahora está en una silla de ruedas, con mucha paz. En ocasiones voy al hogar donde ella vive y me siento a su lado, cuando ella ve que estoy cansado (que pasa de vez en cuando), pone la mano sobre mi cabeza y dice ¡pobre viejo! Y hay un gran ternura en ella, pero muchas veces ella no sabe dónde proyectar esa ternura; la gente puede hacer cosas por ella, pero ella también necesita hacer algo, por eso es muy importante comprender a la gente. La comprensión requiere mucho tiempo en el que escuchamos a la gente, les dejamos decir lo que quieren y lo que desean. No siempre podemos dar lo que desean, pero siempre podemos comenzar a comprender y eso se puede producir con más facilidad dentro en el seno de la comunidad, como en una comunidad de Fe y Luz, en la que intentamos comprender a las personas, poco a poco les ayudamos a comprender el sentido de su vida.

Quiero contaros la historia de un niño pequeño con deficiencia. Estaba celebrando su primera comunión en la iglesia parroquial con una liturgia muy bonita y después de la liturgia una celebración familiar y después de esa celebración el tío del niño, que era además su padrino, se acercó a la madre y le dijo: ¡qué liturgia más bonita! Lo único triste es que el no ha comprendido nada, y el niño oyó aquello y con lágrimas en sus ojos le dijo: “no te preocupes mamá, Jesús me ama tal y como soy”. El era sabio diciendo esto, el tío no. Esto es lo que nos quiere decir Pablo cuando dice que Dios ha escogido a lo débil, a lo necio del mundo para confundir a los ricos, a los poderosos, a los que se creen listos. Así que amar es revelar, es comprender, es cuidar, ayudar a las personas a desarrollarse, ayudarles a vivir en comunidad. ¿Qué sucede cuando alguien como Moisés descubre que es amado? Es algo muy importante, empieza a confiar en los otros y la confianza es algo muy importante, cuando empezamos a confiar en algo salimos de nuestro mundo de miedo de nuestra propia prisión. A veces tengo la ocasión de hablar con gente joven de 15 ó 16 años y les pregunto: cuando tienes problemas en tu vida, cuando descubres, por ejemplo, que tus padres se pelean, o cuando tú te sientes enfadado con tus padres o cuando te enfrentas a situaciones de problemas de sexualidad o caos, ¿qué descubres en ti, angustia e incluso deseos de suicidio?, ¿hay alguien con quien puedas hablar? ¿hay alguien en quien puedas confiar? Ellos no te pueden decir lo que debes hacer, ni te juzgarán y por supuesto no te condenarán, sino que te dirán: “te comprendo, no es fácil lo que vives, hay gran dolor en tí y si me necesitas, llámame”.

Como veis todos vivimos cosas difíciles, todo hombre, toda mujer vive problemas, sentimos que no nos quieren, no somos amados y tenemos depresión e ira. A veces deseamos beber demasiado, pero ¿hay alguien con quien podemos hablar? Alguien que no me juzgue, que me diga lo que tengo que hacer, pero que me escuche y me diga “te comprendo”. En ocasiones ese es el papel del sacerdote, pero algunas veces lo han olvidado porque en ocasiones están muy ocupados.

No siempre es fácil escuchar porque no puedes o no quieres, porque no hay nada que hacer; es como cuando una madre tiene a un hijo y acaba de fallecer, lo que necesita es que alguien la escuche, no para hacer nada, no hay nada que podamos hacer, pero alguien que le diga: “estoy contigo, me siento en comunión contigo”, “lo que estas viviendo es muy doloroso”, gente que pueda escucharte de manera que aflore la confianza. Eso es lo que necesitaba Moisés, confiar. Los adultos no están ahí ya para detener su vida ¿Qué sucede cuando hay desconfianza hacia los asistentes? Los asistentes son aquellos hombres y mujeres que vienen a los hogares a vivir con las personas con deficiencia, igual que en las comunidades de Fe y Luz están los amigos. Vivimos juntos y cuando la gente empieza a confiar unos en otros se produce una comunión de los corazones, que es una forma de amistad . La comunión de los corazones no es poseerte ni manipularte, sino que es creer en tí y liberarnos unos a otros para hacernos más humanos, completamente humanos.

Así que lo importante para Moisés era confiar en las personas con las que vivía y que pudiera haber confianza en él, que ellos pudieran confiar en él, de modo que pudieran vivir la comunión de estos corazones; no es poseer a la gente ni manipularla, sino vivir algo juntos. Pero amar también es perdonar; sabéis que cuando vivimos juntos nos herimos unos a otros, no queremos herirnos pero hay veces que estamos cansados, no podemos escuchar, estamos ocupados -eso lo veo yo en mí mismo- a veces aparto a la gente. A veces algunas personas pueden despertar en mí mismo mi propia angustia, puedo tener buenas relaciones con una persona con deficiencia, pero con otras menos, a veces me hacen subirme por las paredes, a veces del modo en que repiten y repiten las cosas. Algunas personas nos gustan y otras no, así que tenemos que aprender a perdonar y eso significa que no debo cambiar. Tengo que crecer en amor, así podremos descubrir que nos necesitamos unos a otros.

Quería volver a algo que dejé hace un rato. Que Moisés es un pequeño profeta, no es el gran profeta, porque a veces hace renacer en el corazón de las personas compasión. Estoy pensando en un asistente de nuestras comunidades, tras un año en una comunidad, en la que vivió con alguien como Moisés, me dijo: “mira, mi vida ha sido transformada, antes de vivir con personas con una deficiencia; quería escalar, escalar en la escalera de la promoción y ser el mejor y ser agresivo, pero, no era sensible, sólo era sensible a mis propias necesidades, mi deseo de ganar, mi deseo de promocionarme en el colegio, en la Universidad, en el trabajo, donde fuera. Y al estar en el Arca estoy descubriendo a las personas. Hay dolor, y empiezo a escuchar a las personas, no solamente me preocupo de mi éxito, algo estaba sucediendo en este hombre. También escucho algo parecido en los amigos de Fe y Luz. Desde que estoy en Fe y Luz he cambiado, me estoy abriendo, estoy descubriendo la comunidad, estoy empezando a descubrir que quiero a la gente y que la gente me quiere, y la gente con una deficiencia está aprendiendo a querer, no porque tengo mucho poder y consigo el éxito, sino que me quiere tal como soy por lo que soy en mi persona. Así que descubramos que los amigos que van a Fe y Luz o van al Arca empiezan a transformarse y empiezan a descubrir lo que significa aceptar a alguien tal y como es.

Ayudarle a crecer, y frecuentemente descubren quién es Jesús. Mucha gente viene a nuestras comunidades no porque tenga mucha fe en Jesús, pero al vivir en la comunidad descubren quién es Jesús, porque empiezan a descubrir sus problemas para querer a los demás. Cuando tratan de hacerlo bien en los estudios, en el trabajo, no surge la cuestión de querer a la gente, y no se dan porque están encerrados en sí mismos; pero cuando vives en una comunidad con gente, descubres que no es fácil querer a la gente y descubrimos el caos que hay en nosotros, tendencias de dominación, posesión, beber, drogas, sexualidad a algunas personas las queremos y a otras no, empezamos a ver que hay caos dentro de nosotros; entonces descubro que necesito a Jesús, necesito ser salvado y esto no es sólo una idea que aprendí en la catequesis, es algo que vivo; empiezo a descubrir que necesito a Jesús, para ser capaz de querer a la gente, para realmente apreciar a las personas con una deficiencia, para apreciar a cualquier otra persona y, entonces, descubro qué significa la oración. Significa encontrarse con Jesús, significa entrar en comunión con Dios. Así que el pequeño Moisés era alguien que empezaba a llevarnos a nosotros y hacía nacer en nosotros la compasión porque ese es el corazón de todo. Jesús nos dice “sed compasivos como mi Padre es compasivo, no juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados. Perdonar y seréis perdonados”.

. . . . . .. . . . .. . . . . . Se acaba la charla ...................................

Si queréis hacer preguntas o comentar alguna cosa, no tengáis vergüenza.

¿Cómo comenzaron las comunidades del Arca y Fe y Luz?

Descubrí a las personas con deficiencia en el año sesenta y cuatro. En aquél momento el padre del que os hablé, Thomas Phillip, era el capellán de una residencia y me animó a que fuera a conocer a mis nuevos amigos, y como os dije, entonces acogí a dos personas y empezamos a conocernos. Yo me ocupaba de la cocina, así que comíamos fatal, pero empezamos a vivir juntos. Desde entonces el Arca ha crecido. Ahora hay 120 comunidades en todo el mundo. Cada comunidad está compuesta por 1, 2, 3, 5 ó 10 casas pequeñas, en las que, personas con deficiencia van a vivir con amigos en la comunidad por un año o más, o quizás toda la vida. Hay una comunidad en España, no lejos de Barcelona. Eso es el Arca, vivimos juntos, comemos juntos, nos peleamos juntos, trabajamos juntos, nos divertimos juntos.

Creamos una nueva forma de familia Fe y Luz en 1971. En un encuentro entre Marelien Matieu y yo mismo y una pareja que tenia dos hijos con deficiencia mental muy severa, que habían ido a Lourdes, y no se les permitió alojarse en un hotel, con dos hijos. Les obligaron a dejar a sus hijos en el hospital, no los dejaron permanecer con ellos, así que estos padres tenían una herida muy profunda. Juntos Marelien y yo preparamos una peregrinación a Lourdes que tuvo lugar en 1971, vinieron algunas personas de Madrid y fuimos 12000 personas (4000 personas con deficiencia, 4000 padres y 4000 amigos) y vivimos algo muy importante y muy bonito en la Semana Santa de 1971. A partir de ahí nacieron las comunidades de unas 30 personas: los padres, sus hijos / as, amigos se encuentran una vez al mes en vacaciones, en retiros. Hay unas treinta y tres comunidades en España, siete en Salamanca. Esto es Fe y Luz, y en el mundo hay mil quinientas comunidades en setenta y cinco países.

No hace mucho estuve en Serbia (Yugoslavia), hay una comunidad empezando. Alguna de nuestras comunidades está relacionadas con la Iglesia Ortodoxa. Tenemos comunidades en Moscú; como os he dicho en setenta y cinco países del mundo. Estas comunidades traen gran paz a los padres, porque ellos comienzan a descubrir quiénes son sus hijos. Hace algún tiempo estuve en Eslovenia y tuve la oportunidad de hablar con muchos padres de Fe y Luz y se me acercó una madre y me dijo: “tengo cuatro hijos, tres de ellos tiene una deficiencia severa y he llorado mucho”; y continuó diciendo: “desde que estoy en Fe y Luz estoy descubriendo lo que tienen mis hijos y siento cada vez menos lo que ellos no tienen”. Así que son comunidades que nos unen a todos y creamos lazos, celebramos la vida juntos, rezamos y nos divertimos juntos.... Así El Arca y Fe y Luz tienen la misma espiritualidad, pero diferentes formas de compromiso.

¿Cómo se subvencionan?

En cada país es diferente. En Barcelona nos ha costado mucho tiempo que el gobierno local nos diera dinero, tenemos que crear fundaciones locales. En países como Haití, en que tenemos dos comunidades, o en Africa, encontramos muy poco dinero en el país, tenemos que crear fundaciones a nivel internacional, nunca acumulamos más dinero de lo necesario para un año. Dependemos mucho de la providencia en la certeza de que Dios escuchará el grito del pobre, es un problema real en algunos países. En Francia, Inglaterra y Canadá tenemos ayuda del Estado, es suficiente para los costes operativos, pero no para los costes de capitalización, siempre hay un tema de recibir ayuda; alguna de nuestras comunidades hacen trabajos que nos provee de dinero. En Calcuta tenemos un taller donde se hacen trabajos muy buenos que luego se venden en los países ricos; en Calcuta somos autosuficientes al cuarenta por ciento, siempre tenemos esa necesidad, siempre necesitamos ayuda. Se tata de crear una red de amigos que crean en la comunidad y se comprometan con ella. Esta es una pregunta, que se hace cualquier padre o madre, revelar que eres precioso, pero hay cosas que puedes hacer y cosas que no.

Si le lanzas un cacharro a alguien a la cabeza, eso no lo puedes hacer, porque toda la educación trata de eso. La educación significa dar ideas claras, la educación se vuelve más sencilla cuando hay confianza. Lo más importante es crear relaciones de confianza; cuando he hablado con educadores que se ocupan de niños de la calle, me dicen que no se puede hacer nada hasta que no hay confianza... Necesitamos ganarnos esa confianza, para revelar que realmente te quiero, y quererte no es poseerte, manipularte, sino ayudarte a crecer. Siempre es algo complicado, pero tenemos que crecer para querer a los demás de un modo inteligente y ayudarles a crecer.

En nuestra comunidad de Santo Domingo acogimos a un niño llamado Luisito; siempre había vivido en la calle, no podía caminar y su madre había cuidado de él, pero su madre murió; él vino a nuestra comunidad pero no quería comer en la mesa, no quería trabajar, estaba muy enfadado, hacía mucho ruido. Ahora come en la mesa y trabaja y está bien. Tenemos que respetar a la gente que quiere seguir siendo una víctima y no crecer, a veces eso significa confrontación. Tienes que trabajar las cosas antes. No estamos en un mundo de emociones, sino que tenemos que ser buenos pedagogos, muchas veces necesitamos la ayuda de psiquiatras y de psicólogos.


¿Hay que ser un buen cristiano para comprometerse con las comunidades?

Vino un asistente, muy bueno, que había comenzado a vivir en otra comunidad de El Arca. Vino a decirme que el era ateo, eso le preocupaba.. Yo le pregunté: ¿tú crees en las personas?, ¿realmente crees que son importantes? Me dijo que sí. Le dije yo, casi prefiero a las personas que creen en las personas con deficiencia, pero no creen en Dios, que las personas que creen en Dios y no creen en las personas con una deficiencia. Quizás hay demasiados cristianos que no creen en las personas con una deficiencia. Las personas pueden no ser cristianas por muchas razones y lo puedo comprender. Para nosotros lo importante es que las gentes se comprometan con personas con una deficiencia. He conocido a gente maravillosa que eran musulmanes o hindúes y se han comprometido con las personas con una discapacidad. A veces me dicen los cristianos: “¿por qué pierdes el tiempo con gente así?” He conocido a musulmanes maravillosos, muy comprometidos.

¿ Cual es la diferencia entre Fe y Luz y el Arca?

Empecé en el año sesenta y cuatro, hace treinta años a vivir con personas con discapacidad y la peregrinación a Lourdes que inició las comunidades de Fe y Luz, así que hace 31 años. En el Arca vivimos todo el tiempo juntos, porque algunos hijos no pueden vivir con sus padres, en Fe y Luz viven con sus padres en sus familias y se encuentran una o dos veces al mes ¡vale!

Quiero deciros dos cosas
(Se oye una voz de los asistentes, es María, le dice: te quiero Jean.)

Voy a contaros una historia a propósito de lo que me pregunta el padre Fernando. Estoy pensando en una madre en Kiew (Ucrania). Tiene un niño en silla de ruedas que no habla; ella se sentía muy dolida, enfada con su marido que la abandonó, enfadada con Dios, con su propio hijo..., y un día dos personas jóvenes llamaron a su puerta y le dijeron: “¿quieres venir a la reunión de Fe y Luz?” Ella dijo: “no, iros, podéis llevaros a mi hijo pero yo no voy”. Al mes siguiente sucedió lo mismo, incluso la tercera vez hizo lo mismo: “llevaros a mi hijo, pero a mi dejadme en paz”. Al final, al tercer encuentro toman una taza de té juntos, en ese momento esas dos personas jóvenes le dijeron a la madre: “Dinos ¿cómo estás?” Y dice: “lloro mucho, me rompo en lágrimas”, (ella comenzó a llorar) dijo: “antes nadie me ha preguntado cómo me siento”, y entonces fue a Fe y Luz y hoy es la responsable del grupo.

Tenemos que darnos cuenta que algunos padres han sufrido tanto, es difícil para ellos vivir con su hijo. Tenemos que aprender a visitarles y explicarles. Alguna gente todavía puede tener mucho miedo de algunas personas con deficiencia porque no comprenden lo importante que son para la Iglesia.

San Pablo dice algo extraordinario en el capítulo 12 de su Carta a los Corintios, cuando compara su Iglesia con el cuerpo humano; en un momento dice que aquellas partes del cuerpo que son las más débiles y las menos presentables son necesarias para el cuerpo y deben ser honradas. Pero mucha gente no se da cuenta; hace falta tomarse un tiempo para que nos demos cuenta de esto. Los padres se sienten muy heridos y no entienden lo que ha sucedido, algunos religiosos tampoco se dan cuenta porque todo lleva su tiempo. Tenemos que tener paciencia

Ya hay treinta y tres comunidades en España, quizá de aquí a diez años seamos 100. Podemos seguir creciendo.


¿De dónde sacas tu fuerza, Jean?

Comer bien, intentar ir pronto a la cama, incluso en España. Jesús y su propia comunidad –mi propia comunidad es una comunidad muy bella-. Vivo en una pequeña casa con personas con deficiencia, nos conocemos unos a otros, algunos desde hace 30 años, ellos conocen mis faltas y yo la suyas, yo conozco sus deseos y ellos los míos. Tenemos que cuidar de nuestros cuerpos, tenemos que saber descansar, tenemos que saber descubrir el poder de Jesús y de la comunidad.

¿Cuánto ha crecido Fe y Luz?

Una de nuestras preocupaciones en El Arca es cómo seguir siendo una comunidad y no una institución, una residencia; crear una institución que sea en sí misma una comunidad, ya hay una tensión. En las comunidades del Arca la gente se cansa, hay una pregunta sobre cómo nuestras comunidades evolucionan desde un momento inicial de entusiasmo, hacia una fase madura de sabiduría; no puedo dar respuesta fácil a esto, aunque es una pregunta real y viva. Cuando viven mucho tiempo con personas con una discapacidad puede que cierto entusiasmo desaparezca. Por tanto necesitas medios, necesitas formación, ayuda, una comunidad nunca está hecha, es un crecimiento continuo, cambio, evolución.

Atravesáis momentos malos, muerte, resurrección. Así es la vida. Tenemos que aprender a vivir las diferentes etapas de la vida comunitaria. Es la misma pregunta para la Iglesia; empezó con gran entusiasmo y pudo hacerse un poco vieja. Así que ¿cómo mantenemos el espíritu?, ¿un espíritu de misión, de amor?, ¿lo que hay y existe en la historia de la Iglesia? Es la historia de la comunidad y también de cada uno de nosotros.

La cuestión es cómo vivir continuamente la crucifixión y la resurrección, porque todos estamos en ese proceso, en que perdemos ese entusiasmo y caemos en la rutina. Es una cuestión importante para todos nosotros y para las comunidades, y cómo atravesar todo esto con fe, de manera que permanezcamos verdaderamente creyendo en Jesús y sabedores de que su mensaje es una buena noticia.

¿Con las nuevas técnicas dejarán de existir estos pequeños profetas?

Con la miocentesis sucede que el 60 por ciento de las mujeres en Francia aborta; esto sucede porque no somos capaces de acogerlos, los padres se sienten muy solos; incluso el modo en que son matados, en su muerte son profetas, siempre quisieron matar a los profetas... ¡Jesús fue matado! Esto sucede porque no somos capaces de acogerlos y tenemos que permanecer todos juntos y hacer algo.

jueves, 27 de septiembre de 2007

“Llamados por Jesús con otros.La comunidad. El corazón de la comunidad: Las personas con una discapacidad" (II) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre y la tercera el 19 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Quiero hablaros sobre una persona con deficiencia llamada Antonio que acogimos en nuestro hogar hace varios años. Había pasado 20 años en un hospital; no podía usar sus brazos y sus piernas, no podía hablar; físicamente tenía serias dificultades y necesitaba un suplemento extra de oxígeno; además, tenía que ser alimentado directamente a través del estómago. Así que nos llegó a nosotros después de pasar 20 años en un hospital. Una persona increíblemente bella, increíblemente franca, con un rostro increíble, una gran sonrisa, sus ojos eran brillantes. Si te acercabas a este hombre y le decías su nombre: ¡Antonio! no Anthony (era de origen italiano) entonces él se sentía reconocido. En el pequeño hogar en el que él estaba, todos solían decir que él era un maestro. ¿Sabéis que san Vicente de Paúl decía que los pobres son nuestros maestros...? En Antonio no había ninguna depresión ni ninguna ira; a veces se disgustaba un poco cuando la gente no le hacía caso, cuando el agua del baño estaba un poco caliente, un poco fría... Lo realmente extraordinario era la increíble aceptación de sí mismo, tan pobre, tan frágil, pero raramente feliz; así que decíamos: él es nuestro maestro. Porque a nosotros nos cuesta aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

Esta mañana os he hablado un poco sobre nuestras deficiencias, y nuestras deficiencias en el plano, en el mundo de la relación. Algunas personas nos gustan, otras no nos gustan, algunos nos gustaría tirarlos a un río. Y la comunidad es un lugar donde vamos a descubrir quiénes somos nosotros. Cuando estamos solamente con amigos, a los cuales hemos elegido y los cuales nos han elegido a nosotros mismos nos podemos alabar y decirnos lo maravillosos que somos, pero cuando llegamos a una comunidad, una comunidad de El Arca, una comunidad de Fe y Luz, rápidamente veis que hay gente que os gusta y otra que no, algunas personas os enfadan, os disgustan, algunos padres os vuelven felices y otros no; algunas personas con deficiencia estáis muy cercanos a ellas y otras no. Así que la comunidad es un lugar maravilloso para descubrir quiénes somos. Esta es la alegría y el dolor de la comunidad; nos amamos pero nos odiamos, porque por un lado descubrimos la alegría, la belleza de estar juntos, y también descubrimos el caos en nosotros. Yo creo que todos tenemos un gran caos; este caos puede manifestarse a través de nuestra sexualidad, en la que somos atraídos por alguna realidad o alguien del otro sexo, lo queremos y no lo queremos; el caos de la violencia, con algunas personas nos podemos enfadar mucho, algunas personas con deficiencia nos pueden enfadar mucho. Dentro de la comunidad encontramos este mundo de caos; podemos descubrirlo en el mundo de la depresión, incluso en el deseo de morir.

En muchos países del mundo hay muchos, muchos jóvenes hoy que cometen suicidios; todo esto es parte del caos que existe en nosotros. Y cuando descubrimos el caos, cuando descubrimos en nosotros fuerzas que nos lanzan hacia la sexualidad, hacia el alcohol, hacia las drogas, hacia la violencia..., entonces nos damos cuenta de que necesitamos estar seguros, necesitamos ser salvados porque hay algo muy roto en nosotros. Nos puede asustar mucho el caos.

Cuando veo a alguien al borde de la depresión o alguien que manifiesta elementos de enfermedad mental, puede haber un gran miedo. Una de las personas que viven en mi comunidad, una persona que estudia medicina, pero que tuvo una crisis a la edad de 20 años y cayó gravemente enfermo mentalmente, y pasó un largo tiempo en el hospital. Ahora ha vuelto a nuestra comunidad porque en cierto modo se ha visto reducido a una persona con una deficiencia mental, pero es un hombre increíble. A veces se me acerca y me dice: “debo ir al hospital, siento que esto me vuelve otra vez”. Es un hombre que tiene un gran sentido de quién es y se da cuenta de cuándo el caos le domina.

Así que el caos está ahí. Esto es algo por tanto que es importante descubrir en la comunidad, el caos; descubrir nuestras iras, nuestra reacción hacia ciertas realidades que pueden destruirnos. Hay una sed de vida, pero también una sed de muerte. Esta sed de muerte la encontramos claramente en personas atrapadas por las drogas, por el alcohol; ellos saben que el alcohol es malo, ellos saben que cuando están bajo los efectos del alcohol pueden pegar a su mujer o a sus hijos, saben que están gastando todo el dinero de la familia, pero hay una fuerza dentro de ellos... ¡es ese caos! Ese caos aparece algunas veces como algo muy caótico, a veces puede aparecer bajo la idea del imposible, el “haz tú lo mismo”... ¡es imposible! Y Jesús nos dice que amemos como ama el buen samaritano.

Creo que todos tenemos la experiencia de no ser capaces de amar. Hay cierto bloqueo en nosotros. A menudo escucho gente que me dice: “me gustaría aprender a amar”, y todos tenemos ese ideal de amor. En el corazón de la idea de Fe y Luz, en el corazón del mensaje de Jesús está esa idea de amor ¡pero no puedo! Porque me enfado muy rápidamente con los demás. Hay distintos tipos de bloqueos en mí, y no puedo. Y en el corazón del mensaje de Jesús se nos pide que vayamos más allá..., pero ¡yo no puedo! Hay una parálisis en mí, hay culpabilidad en mí y no sabemos cómo amar. Podemos querer a nuestro novio o nuestra novia, es maravilloso, pero fijaros en ella o en él dentro de diez años... ¡no es lo mismo!

Yo creo que todos hemos experimentado el caos, el caos como violencia o el caos como imposibilidad. Quiero amar pero no puedo amar. Cuando dejé la responsabilidad en mi comunidad me fui a vivir a una comunidad con personas con una deficiencia muy profunda, porque era muy importante para mí, poder bañar a diario a Erick o a Luic. Es algo sencillo bañar a alguien... ¡no, no es tan sencillo! Porque cuando tocas a alguien le das a esa persona algo que tú tienes dentro de ti; si tú tienes paz, das paz, si te encuentras mal, se transmite al otro cuerpo. He vivido experiencias muy profundas en este hogar; ninguna de las personas hablaba. Erick era el único de ellos que caminaba. Así que es muy importante descubrir esa comunicación completa a través del cuerpo para comprender a las personas que no hablan. Por supuesto, yo lo puedo hacer por mí mismo, puedo estar con otros que comprenden el lenguaje no verbal; así que descubrí cosas bellas también en mí, pero también descubrí mucha ira.

Había allí un hombre llamado Lucian, que no podía caminar, no podía hablar, tenía problemas psicóticos, un hombre muy, muy herido. Pasó 30 años con su madre. Su madre era una mujer muy bella; ella entendía cada gruñido, cada movimiento de su cuerpo, ella entendía su lenguaje y podía responder a ese lenguaje; y la madre se puso enferma, tuvo que ir al hospital y Lucian no podía mantenerse por sí mismo, así que se le llevó a otro hospital. Entonces sufrió una angustia inmensa, y la angustia quiere decir comunidad rota, comunión rota, porque él había vivido toda la vida con su mamá, con una relación muy profunda, simbiótica, y de repente se encontró completamente solo y vivió una angustia terrible, y después vino a nuestra comunidad, porque el hospital no era un lugar para él. Yo viví con Lucian durante un año, pero tuve muchos problemas con él, porque en ciertos momentos del día esa angustia brotaba de él y gritaba, gritaba, gritaba..., con una tonalidad muy alta, muy aguda; y ese grito entraba dentro de mí y creo que despertaba mi angustia, quizá su grito despertaba mi grito... ¡eso es una cosa muy dolorosa! Quizá todos hemos experimentado esto, que alguien débil y frágil despierta nuestras fragilidades más profundas y roturas. Y cuando ese grito penetraba en mí, despertaba mi grito, podía detectar ira, y descubría violencia que salía de mí. Afortunadamente vivía en comunidad, así que mi violencia se contenía, pero yo sé que si no viviera en comunidad, quizá Lucian estuviera en peligro.

Me imagino que todos nosotros hemos experimentado algo parecido, cuando no hay una firmeza, una fuerza, delante de una dificultad, hay algo en el orden de la violencia que surge del caos y no de un punto de luz, y entonces sabemos que podemos herir a alguien. Ahora me doy cuenta cada vez más que el mayor miedo en cada uno de nosotros es matar a alguien. Hace algunos años visité muchas cárceles. Recuerdo que pasé una semana en prisión en el oeste de Canadá; tenía mi pequeña celda y una noche estaba en el club 21; el club de los 21 es el grupo de hombres que ha sido condenado a 21 años de prisión, y me invitaron para una tarde completa de compartir, y cada uno me contó su historia. Me di cuenta de que escuchándoles, y cada uno había cometido un asesinato, que si yo hubiera tenido su educación y hubiera estado en su situación, yo hubiera hecho lo mismo. Me acuerdo de un hombre muy grande, me contaba que él estaba bebiendo en el pub, y obviamente había bebido demasiado, y alguien llegó y le insultó, sencillamente le dio un golpe en la cabeza y le mató; la ira surgió de él. Me di cuenta que yo hubiera podido hacer lo mismo en sus circunstancias.

Vosotros sabéis, este es el gran misterio del caos que hay en nuestro interior y a mí el descubrir esa ira en mí fue muy doloroso porque afectaba a mi vocación; mi vocación es vivir con gente débil y me daba cuenta que era capaz de herir a alguien. Su grito era un grito normal, era el modo de expresar su dolor, quizá yo exprese mi dolor de otra manera, pero el único modo que él tenía para expresar su dolor era el grito. Estuvimos hablando con un médico sobre la medicación y todos estábamos de acuerdo en que no debía tener medicación porque era importante que él pudiera expresar su dolor, y su dolor era la separación de su madre; y la única manera para él de expresar su dolor era gritar, y el grito -como os he dicho- despertaba mi grito. Un poco después, vino un asistente a verme y me expresó la situación de un modo similar a como yo lo había vivido, cómo él había sentido que deseaba matar a alguien. Al día siguiente, él estaba en la capilla y de repente se dio cuenta de lo que había sucedido y entonces, me contó, me puse a llorar, y vino a hablar conmigo de ello. Y entonces yo le dije: “mira, quizá la noche pasada ha sido uno de los momentos más importantes en tu vida; tú viniste a El Arca ha salvar a los pobres, ahora estás descubriendo que eres pobre y que necesitas ayuda”. Nosotros necesitamos ayuda, todos necesitamos ayuda para crecer y volvernos completamente seres humanos y ocupar nuestro lugar en el mundo.

Yo acompaño también a madres y padres. A veces me cuentan de madres que se enfadan mucho con sus hijos; cuando el niño pequeño no quiere lavarse los dientes: “lávate los dientes” , “¡no!”, “te he dicho que te laves los dientes”, “¡no!”. Y entonces ¿qué sucede?, ¿qué sale de la madre? Ira. Mirad, bien proyectemos nuestra ira hacia las personas o la proyectemos hacia nosotros; cuando la lanzamos sobre nosotros eso se llama depresión; la ira puede volverse hacia mí o puedo proyectarla hacia el exterior. Así que, probablemente todos hemos experimentado el caos. Es muy importante que leáis aquellos momentos en vuestra vida en los que habéis vivido el caos, iras profundas, formas de depresión o atracción hacia cosas que sabíamos que nos iban a dañar. Porque es cuando vivimos la experiencia del caos o la imposibilidad cuando nos damos cuenta que necesitamos una nueva fuerza... ¡necesito una nueva fuerza, no lo puedo hacer por mí mismo!

Cuando miráis la historia de la humanidad, la historia de la humanidad es una historia muy dolorosa, es una historia de guerra. Vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido en vuestro país en los años 30... ¡cómo puede de repente aparecer el odio! Posiblemente estos días veis algo en la televisión sobre Israel y Palestina, y del odio que hay ahí. Nosotros comenzamos una comunidad en Betania, entre musulmanes, hace algunos años y simplemente escuchar a los israelitas y a los palestinos, y escuchar su ira y su odio, nos preguntamos ¿cómo puede terminar esto? Una de las cosas más dolorosas es la separación entre la gente, entre los ricos y los pobres. Raúl me contaba cuando llegábamos a Salamanca, que Salamanca es la ciudad de las grandes universidades, pero también es una ciudad en la que hay un gran número de analfabetos; así que, tenéis a todos los inteligentes, y todos aquellos que no saben leer ni escribir, y hay un muro entre ambos, y no hay modo de crear un contacto porque todo el mundo tiene miedo del otro. Así que, tenemos la conciencia de que nuestro mundo es un mundo roto. ¿Sabéis? Todos queremos probar que tenemos la razón. Me gusta mucho ver a las personas que están viendo un partido de fútbol en la tele, me doy cuenta de que en España hay mucha gente que le gusta el fútbol, excepto las mujeres de los hombres, no les gusta el fútbol. Lo que es muy interesante cuando la gente ve la tele, cuando el Madrid juega contra el Salamanca, u otro..., lo único que veis es a 22 personas corriendo detrás de un trozo de cuero con aire dentro y... ¡la gente se excita tanto! Y cuando el Real Madrid mete un gol, o cuando lo meten en la otra portería... ¡¡buff!!

Un día paseando, comenzamos a escuchar grandes voces y gritos... ¿qué pasa? Y nos dimos cuenta de que mucha gente llevaban unos cascos, entonces nos dimos cuenta de que Guatemala estaba jugando contra Honduras. Así que, qué es lo que se vive..., la necesidad de ganar, la necesidad de estar en el equipo ganador, la necesidad de ser el mejor. Sería maravilloso si sólo sucediera en el fútbol, pero muchas veces va más allá; hay una fuerza grande de agresión dentro de nosotros, una gran necesidad de ser el poderoso, de ser el mejor. Necesitamos ser salvados si queremos tener paz, porque la paz no es la coexistencia, todos podemos coexistir.

Estuve hace poco en el norte de Serbia; estaba hablando a un grupo de católicos, y en el mismo pueblo, les pregunté ¿cuál es vuestra relación con los ortodoxos? Vivían puerta con puerta y me dijeron: “nunca nos hablamos”. Así que la paz no es sólo la coexistencia, vivimos al lado pero nunca nos juntamos. La paz sólo puede llegar si nos encontramos y nos escuchamos y tú me cuentas tu historia y yo te cuento mi historia. Entonces empezamos a encontrarnos. Esto es lo que afortunadamente sucede en vuestros pequeños grupos, en los que podemos hablar, decir nuestras cosas desde la parte más profunda de nosotros mismos, y yo te puedo revelar quién soy, y tú me revelas a mí quién eres tú. La paz sólo puede llegar si nos encontramos con personas y escuchamos a personas; pero estamos asustados y construimos los muros. La fuente, el origen de esos muros es el caos, porque tenemos miedo de pelearnos, porque tus certezas, en cierto modo, ponen en peligro mis certezas. Todos tenemos nuestras certezas, todos tenemos nuestra religión, nuestra cultura, nuestra clase, nuestra ideología..., y si escuchamos a los demás, va a afectar mi ideología, mis certezas, mi necesidad de sentir que soy el mejor.

Tener paz entre nosotros, y querernos..., para eso necesitamos ayuda, y en el corazón del mensaje de Jesús, yo te digo: ´ ama a tus enemigos, haz el bien a aquellos que te odian, habla bien de aquellos que hablan mal de ti y reza por aquellos que te aplastan...` ¡no es posible, no puedo amarlos! El enemigo es aquél que me pone en peligro, tengo miedo del enemigo, me protejo del enemigo... ¿cómo puedo amar al enemigo? Automáticamente si ves una piedra que te llega a la cabeza te defiendes y en el corazón del mensaje de Jesús dice: “ama a tu enemigo”. Así que, el descubrimiento de que tenemos que ser salvados, cuando nosotros comenzamos a tocar nuestro caos, cuando nos vamos dando cuenta de que hay tantas cosas que son imposibles, que no puedo amar a esta persona, entonces nos desanimamos y caemos en la culpabilidad, nos sentimos desanimados, y mucha gente joven está desanimada. Porque ¡mirad nuestro mundo!, ¿cuál es la esperanza de nuestro mundo?, ¿hay alguna esperanza?, ¿o sencillamente nos peleamos unos con otros y aceptamos la sociedad tal y como es?, ¿intentamos subir en la escala del poder frecuentemente pisoteando a los que son más pobres? Sencillamente... ¿el Evangelio no es más que una utopía, una esperanza para nuestro mundo? Mucha gente está desanimada, quizá puedan ir a misa los domingos, pero... ¿realmente hay alguna esperanza en ellos?, ¿podemos hacer algo por la justicia, por la paz, por el amor?

Hay un texto muy bello del profeta Ezequiel. No sé si conocéis al profeta Ezequiel; es un hombre fantástico, siempre muy excitado; veis a un hombre realmente inspirado, con sueños maravillosos. En inglés es la misma palabra para decir sueños, pero en francés hay dos palabras para decir sueños; una de las palabras significa: sueño que viene de Dios y tiene un significado real; mientras que la otra palabra no tiene ningún sentido, o durante la Biblia encontráis a muchas palabras viviendo sueños irreales. Y de hecho Platón, no sé si conocéis a Platón, es otro hombre muy interesante, en uno de sus libros pregunta porqué los demiurgos, los dioses, crearon el hígado, y ¿sabéis por qué dice que los dioses crearon el hígado? Es muy importante saberlo; dice: crearon el hígado para que las personas pudieran convertirse en profetas... ¿cuál es la relación entre el hígado y los profetas? Yo no sé si en España conocéis el queso Camembert, es un queso que huele mal, pero es muy cremoso, si coméis mucho, demasiado Camembert, tendréis sueños por la noche, porque el hígado crea nuevas imágenes y las envía al cerebro. Y Jesús dice que Jesús crea esas imágenes para enviar mensajes a las personas. Yo no sé si san José comió mucho Camembert, pero San José tuvo un número de sueños en los que Dios le enviaba mensajes. Es muy importante saber distinguir; quizá vosotros hayáis tenido mensajes en algún sueño, es importante estar atento a ciertos sueños.

De cualquier modo, voy a volver al profeta Ezequiel, porque Ezequiel tenía grandes sueños. En una ocasión tuvo un sueño en el que estaba en un valle lleno de huesos secos. Es casi una pesadilla ¿os podéis imaginar? Y Yahvé le dijo a Ezequiel: “hijo del hombre, ¿pueden vivir estos huesos?”. Ezequiel es muy prudente, la manera en la que él responde es: “Dios, sólo tú lo sabes”. Así que, si Dios os hace alguna pregunta, de la mejor manera que podéis responder es: “sólo tú lo sabes”. De cualquier modo, podéis encontrar esto en el capítulo 37 de Ezequiel; y Dios le dice a Ezequiel: “profetiza, profetiza sobre estos huesos muertos, secos” y los huesos empiezan a juntarse y empieza a aparecer carne sobre ellos; están allí pero no están viviendo, entonces Dios le vuelve a decir a decir a Ezequiel: “profetiza otra vez, profetiza más”. Y entonces de repente la mira, penetra en esta multitud de personas y de repente, todo este cúmulo de huesos se ha convertido en una gran multitud de personas que hablan... ¡eso es un sueño! Pero después de eso viene la interpretación del sueño, y a veces necesitamos ayuda para interpretar los sueños. Y aquí Dios interpreta un sueño, y esto es lo que dice: “Hijo del hombre, estos huesos son la casa completa de Israel, representan a todo el mundo en Israel, ¿qué pueden decir nuestros huesos, están secos? Nuestra esperanza está perdida y estamos separados de la tierra de los vivos”. Estas palabras fueron dichas seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, ¿qué palabras oímos hoy?, ¿me siento seco dentro de mí?, ¿no tengo más esperanza? Sepárame de la tierra de los vivos... ¡es muy fuerte! Y hay mucha gente hoy en ese estado de desesperación... ¡no creen que pueden vivir, y que pueden dar vida! Están encerrados en una prisión interior, y entonces en Señor Dios dice: “yo abriré vuestras tumbas y os sacaré de vuestras tumbas ¡oh, mi gente! Os levantaré, os sacaré de vuestras tumbas y yo llevaré vuestro hogar a la tierra de Israel. Vosotros sabréis que yo soy el Señor cuando abra vuestras tumbas y os levante de vuestras tumbas ¡oh, mi pueblo! Y pondré el Espíritu sobre vosotros, y vosotros viviréis y os colocaré en vuestra propia tierra, entonces sabréis que yo soy el Señor...”. Os levantaré de vuestras tumbas, la tumba de la desesperación, la tumba del caos, la tumba del yo no puedo hacerlo, es imposible... ¡yo pondré el Espíritu en ti y tú vivirás!

Jesús vino seiscientos años después de Ezequiel y todas las promesas de Jesús son: “si tú me amas y mantienes mi palabra, yo le rezaré al Padre y Él os enviará al Paráclito, para estar contigo siempre, el Espíritu de la verdad...”. Esta es la promesa de Jesús; lo más importante del mensaje del Evangelio, se vuelve una promesa, una promesa de darnos el Espíritu, para ser renacidos, para ser capaces de hacer lo imposible, para hacer no lo que es posible para mí, sino lo que es posible para Dios. Vivir en comunidad es imposible, perdonar a las personas es imposible, convertirse realmente en amigo de una persona con deficiencia es imposible, amar a nuestros enemigos, descubrir el perdón, descubrir la violencia que hay en mí y no sentirse deprimido por ello, sino trabajar por ello para descubrir la ayuda adecuada. Todos tenemos violencia en nosotros, todos tenemos depresión en nosotros. ¿Estamos condenados a vivir esta violencia o a esconderla? La promesa de Jesús.

Espero que en este pequeño tiempo, corto que queda, porque nos vamos dentro de dos días, escuchéis esta promesa, pero no aquí en la cabeza, sino aquí abajo, en vuestro corazón. Esta promesa comienza cuando Jesús nos dice: eres importante para mí y te quiero. Es un poco como Jesús cuando entra en diálogo con la Samaritana; Jesús entra en diálogo con nosotros y nos promete: “si tú bebes el agua que yo te daré, esa agua se convertirá dentro de ti en un manantial del que brotará la vida eterna”. Esa es la promesa que Jesús le hace a la mujer de Samaria. Así que es importante que escuchéis a Jesús, y para escuchar, realmente necesitamos tiempo; escucho lo que dice Peluso, también escucho muchas de las cosas que decís..., ¡pero es importante escuchar a Jesús que nos habla! Estamos en un momento increíble de la historia de la humanidad, yo diría incluso, uno de los momentos más bellos de la historia de la humanidad, en el que puede haber un renacimiento en la paz, en el amor; un renacimiento de la Iglesia o si no, habrá catástrofes. Y a esta misión estamos llamados todos, a ocupar nuestro lugar, sea cual pueda ser ese sitio, y convertirnos en instrumentos de paz y convertirnos como Jesús en un rostro de compasión; o lo que quiere decir lo mismo, conviértete en un hombre y en una mujer de compasión, busca amar a las personas y ayuda a las personas a crecer, y ayúdales a descubrir quiénes son, la increíble belleza que existe en cada uno, también la capacidad increíble que cada uno tenemos para crecer. La gran esperanza de nuestro mundo es que nos volvamos hombres y mujeres de compasión, y que la Iglesia se convierta en el lugar para la compasión, no sólo el lugar del Señor, no solamente el lugar del dogma, sino el lugar de la compasión, de la amabilidad, de la bondad, de la transmisión de una fuerza. Así que, Dios nos puede llamar a que salgamos de nuestras tumbas, puede poner el Espíritu en todos nosotros para que nos volvamos realmente seres humanos que viven.

jueves, 20 de septiembre de 2007

El perfil del lider cristiano en el siglo XXI / Autor: Henri Nouwen


Cuando mi amigo Murray McDonell vino a visitarme a la Comunidad Daybreak (Amanecer) cerca de Toronto (Canadá), me preguntó si yo estaría dispuesto a hablar sobre Liderazgo Cristiano en el siglo XXI con motivo del 15º aniversario del Centro de Desarrollo Humano en Washington D.C. Yo había comenzado hacia poco mi trabajo como sacerdote en la Comunidad Daybreak, una de las comunidades L'Arche para deficientes mentales, y no quise desilusionar a Murray que, como presidente del Centro, había dedicado mucho de su tiempo y energía para su crecimiento. Además yo también conocía al padre Vicent Dwyer, el fundador del Centro, y tenía una gran admiración por su dedicación a ayudar sacerdotes y ministros en su búsqueda de salud emocional y espiritual. Por eso respondí "Sí".

Pero, después de haber dicho "Sí" a la invitación, me di cuenta de que no iba a ser nada fácil presentarme allá con una perspectiva sensata sobre el liderazgo cristiano en el siglo venidero.

La audiencia estaría compuesta, en su mayoría, por sacerdotes que ya estaban, a su vez, profundamente involucrados en ministrar a sus colegas en el ministerio. ¿Qué podría decir yo, a personas que piensan, día a día, sobre el futuro del sacerdocio y del ministerio en la iglesia? También me pregunté ¿cómo seria posible prever el futuro que tenía por delante, más allá del final de este siglo, si nadie en los años 50 pudo prever la situación de la mayoría de los sacerdotes de hoy7 Sin embargo, cuanto más me decía a mi mismo: "yo no puedo hacer esto", descubría en mi un deseo mayor de poner mis pensamientos acerca del ministerio, en palabras, pues mis conceptos se habían desarrollado bastante desde mi ingreso a la Comunidad Amanecer. Durante muchos años di cursos sobre cómo ministrar. Ahora, habiéndome apartado de la vida académica para este llamado a ser sacerdote para deficientes mentales y sus asistentes, yo me pregunté: "¿Cómo debo vivir día a día, ahora, después de haber hablado por 20 años a jóvenes que se preparaban para e! ministerio? ¿Qué pienso ahora con respecto a mi ministerio y cómo estos pensamientos afectan mis palabras y acciones cotidianas?

También llegué a comprender que no debería preocuparme por mañana, por la próxima semana, por el próximo año, o por el próximo siglo. Cuanta más disposición tuviese para examinar honestamente lo que estaba pensando, diciendo y haciendo en este momento, estaría más fácilmente en contacto con el mover del Espíritu de Dios en mí, guiándome hacia el futuro. Dios es un Dios del presente y Él revela a aquellos que realmente quieren discernir en el tiempo actual los pasos que deben tomar en dirección al futuro. "No os afanéis por el día de mañana", dijo Jesús, "porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (Mt 6:34).

Con estos pensamientos comencé a escribir lo que sentía profundamente sobre mi vida presente como sacerdote en la Comunidad Amanecer, intentando cuidadosamente, discernir cuáles de mis propias experiencias y percepciones debería transmitir a sacerdotes y ministros que viven en circunstancias muy diferentes.

No obstante, debo decir a los que leen estas lineas, que no fui a Washington D.C. solo. Mientras preparaba mi presentación, fui profundamente conciente del hecho de que Jesús no envió a sus discípulos solos a predicar la palabra. El los envió de dos en dos. Comencé a preguntarme por qué nadie pretendía ir conmigo. Si mi vida es, verdaderamente, una vida entre deficientes mentales, por qué no pedirle a uno de ellos que se uniera a mi jornada, y compartiera el ministerio conmigo.

Después de algunas consultas, la Comunidad Amanecer decidió enviar a Bill Van Buren conmigo. Desde mi llegada a la Comunidad, Bill y yo nos habíamos transformado en buenos amigos. De todos los deficientes mentales de la casa, él era el más capaz para expresarse con palabras y gestos. Desde el comienzo de nuestra amistad, mostró un verdadero interés en mi trabajo como sacerdote y se ofreció para ayudarme durante las reuniones. Un día él me dijo que no era bautizado, y expresó un fuerte deseo de pertenecer a la iglesia. Le sugerí que participara de un programa parroquial para aquellos que desean bautizarse. Fielmente, él iba a la parroquia local todos los jueves a la noche. No obstante, las largas y frecuentemente complejas prédicas y las discusiones estuvieran mucho más allá de sus capacidades mentales, él tenía un sentimiento real de pertenecer al grupo. Se sintió aceptado y amado. Recibió mucho, y con su corazón generoso, dio mucho a cambio. Su bautismo, confirmación y primera comunión durante la Vigilia de Pascua se convirtió en un punto clave en su vida. Aún limitado en su habilidad de expresarse con muchas palabras, él se sentía profundamente tocado por Jesús, y sabía lo que significaba ser renacido del agua y del Espíritu Santo.

Frecuentemente yo le decía a Bill que aquellos que son bautizados y confirmados tienen una nueva vocación, la vocación de proclamar a otros las Buenas Nuevas de Jesús. Bill me oía atentamente, y cuando yo lo invité para ir conmigo a Washington D.C. para hablar a sacerdotes y ministros, él aceptó esto como una invitación para unirse a mi ministerio.

"Nosotros estarnos haciendo esto juntos", él decía repetidas veces durante los días anteriores al viaje. "Sí", yo siempre le respondía, "nosotros estamos haciendo esto juntos. Tú y yo vamos a Washington a proclamar el Evangelio".

Bill ni por un instante, dudó de la veracidad de esto. Cuando yo estaba inseguro sobre qué decir o cómo decirlo, Bill demostraba gran confianza en su tarea. Mientras yo todavía pensaba que llevar a Bill conmigo en este viaje seria básicamente una cosa buena solamente para él, Bill, desde el principio, estaba convencido de que me iba a ayudar. Más tarde comprendí que él estaba más acertado que yo. Cuando nos embarcarnos en el avión, en Toronto, Bill me recordó en más de una vez: "estamos haciendo esto juntos, ¿no es cierto?" ”Sí, Bill", yo le decía, "realmente lo estamos haciendo juntos".

Después de relatar de lo que hablé en Washington, contaré con más detalles lo que ocurrió allá, y explicaré por qué la presencia de Bill, muy probablemente, tuvo una influencia más duradera que mis palabras.


INTRODUCCIÓN

El pedido de reflexionar sobre el liderazgo cristiano en el próximo siglo generó mucha ansiedad en mí. ¿Qué puedo decir sobre el próximo siglo si yo hasta me siento perdido cuando me preguntan sobre el próximo mes? Después de mucho tumulto interior, decidí permanecer en la mayor sintonía posible con mi propio corazón. Me pregunté a mi mismo: "¿Qué decisiones has tomado últimamente, y qué es lo que ellas revelan sobre tu manera de entender el futuro?" De alguna forma, tengo que creer que Dios está trabajando en mí, y que la manera en que estoy siendo conducido a nuevas actitudes interiores y exteriores, forma parte de un mover mucho mayor, del cual soy apenas una parte muy pequeña.

Después de 20 años en el mundo académico como profesor de psicología pastoral, teología pastoral y espiritualidad cristiana, comencé a sentir una profunda amenaza interior. Cuando entré en la década de los 50 años y reconocí la improbabilidad de doblar mi edad, me encontré cara a cara con un simple interrogante: "¿El hecho de que me esté poniendo más viejo me ha aproximado más a Jesús?"

Después de 25 años de sacerdocio, descubrí que todavía tenía una vida pobre de oración, que vivía un tanto aisladamente de otras personas y que me preocupaba mucho por las cuestiones polémicas actuales. Todos decían que yo realmente estaba actuando muy bien, pero algo dentro mío me decía que mi éxito ponía mi alma en peligro. Comencé a preguntarme si mi falta de oración contemplativa, mi soledad y mi constante cambio de compromiso hacia aquello más urgente, eran señales de que el Espíritu Santo estaba siendo, poco a poco, sofocado. Era muy difícil para mi ver esto claramente, y aunque yo nunca hablaba sobre el infierno, o sólo me refería a él jugando, un día me desperté con la sensación de que estaba viviendo en un lugar muy oscuro, y que los términos "en crisis" y "fatiga" eran una traducción psicológica conveniente para muerte espiritual.

En medio de esto yo oraba: "Señor, muéstrame dónde quieres que vaya y yo te seguiré, pero, por favor, ¡sé claro y objetivo sobre esto! Y Dios lo fue. En la persona de Jean Vanier, el fundador de las comunidades L Arche para deficientes mentales, Dios me dijo; "Ve y vive entre los pobres de espíritu y ellos te curarán".

El llamado fue tan claro y nítido que yo no tuve otra opción, excepto seguirlo. Por eso me mudé de Harvard a L’Arche, de los mejores y más brillantes hombres y mujeres que pretendían gobernar el mundo, a hombres y mujeres que tenían poca o ninguna capacidad para hablar y que eran considerados, a lo sumo, como incoherentes hacia las necesidades de nuestra sociedad. Fue muy difícil y doloroso hacer este cambio, y todavía estoy en medio del proceso. Después de vivir 20 años con la libertad de ir a donde yo quisiera para discutir lo que yo escogiese, pasar a una vida insignificante y escondida en medio de personas cuyas mentes y cuerpos averiados exigen una rutina diaria rigurosa en la que las palabras son lo que menos cuenta, no me parecía que fuese la solución para quien estaba en crisis espiritual. Sin embargo mi nueva vida en L'Arche me está ofreciendo nuevas palabras para usar al hablar sobre liderazgo cristiano en el futuro, porque allá encontré todos los desafíos que enfrentamos como ministros de la Palabra de Dios.

Por tanto, ofreceré aquí algunas imágenes de mi vida con personas deficientes mentales, Espero que ellas le proporcionen algunas nociones sobre qué dirección tomar que cuando esté buscando el rumbo del liderazgo cristiano en el futuro.

Al compartir mis reflexiones, me basaré en dos historia de los Evangelios: la historia de la tentación de Jesús en el desierto (Mt 4:1-11), y la historia del llamado de Pedro para ser pastor (Jn 21:15-19).



I. DE LA RELEVANCIA A LA ORACIÓN

LA TENTACIÓN: CAUSAR IMPACTO


La primera cosa que me chocó cuando vine a vivir a una casa con deficientes mentales fue que su afección o antipatía por mi no tenía, absolutamente, nada que ver con cua1quiera de las muchas cosas útiles que yo había hecho hasta entonces. Como ninguno de ellos podía leer mis libros, éstos no podían impresionarlos, y como la mayoría de ellos nunca había ido a la escuela, mis veinte años en Notre Dame, Yale y Harvard no me proporcionaron una presentación especial. Mi considerable experiencia ecuménica demostró tener menos validez todavía. Cuando le ofrecí carne a uno de los asistentes durante la cena, uno de los hombres deficientes me dijo: “No le de carne, él no come carne, pues es presbiteriano”.

La incapacidad de usar cualquiera de las habilidades que me habían sido tan útiles en el pasado fue una verdadera fuente de ansiedad. De repente, yo estaba de nuevo con mi propia desnudez, abierto a afirmaciones y rechazos, a abrazos y puñetazos, a sonrisas y lágrimas, todo dependía de cómo era comprendido en el momento. En cierto modo era como si estuviera comenzando toda mi vida nuevamente. Mis amistades, contactos y reputaciones anteriores sólo podían estar en mi contra.

Esta experiencia fue, y de muchas maneras todavía es, la más importante experiencia de mi nueva vida, porque me obligó a redescubrir mi verdadera identidad. Estas personas destruidas, heridas y completamente despretenciosas, me forzaron a abandonar mi ego relevante, el ego que puede realizar cosas, mostrar cosas, probar cosas y construir cosas, y me forzaron a retomar aquel ego sin adorno, que me deja completamente vulnerable, abierto a recibir y a dar amor, mucho más allá de cualquier realización.

Digo todo esto porque estoy profundamente convencido de que el líder cristiano del futuro está llamado a ser completamente irrelevante y a estar en este mundo sin nada que ofrecer, a no ser su propia persona vulnerable. Fue así que Jesús vino a revelar el amor de Dios. El gran mensaje que nosotros tenemos para transmitir como ministros de la Palabra de Dios y seguidores de Jesús es que Dios nos ama no por lo que nosotros hacemos o realizamos, sino porque él nos creó, nos redimió en amor, y nos escogió para proclamar este amor como la verdadera fuente de toda la vida humana.

La primera tentación de Jesús fue obtener relevancia: transformar las piedras en pan. ¡Cuántas veces deseé tener este poder! Al caminar por tas "ciudades nuevas" en los alrededores de Lima en Perú, donde niños mueren de desnutrición y donde el agua está contaminada, yo no habría sido capaz de rechazar el don mágico de transformar las calles de piedra empolvadas en lugares donde las personas pudiesen tomar una de las innumerables piedras y descubrir que era una medialuna, una torta de café, o una rosca fresquita, y donde al llenarse las manos del agua estancada de los pozos, pudieran constatar alegremente que, en realidad, estaban bebiendo leche pura y deliciosa.

¿No estamos llamados nosotros, sacerdotes y ministros, a ayudar a las personas, alimentar a los hambrientos y aliviar el sufrimiento de los pobres? Jesús enfrentó estas mismas cuestiones, pero cuando le pidieron que probara su poder como Hijo de Dios a través del comportamiento relevante de transformar las piedras en pan, él se apegó a su misión de proclamar la palabra, y dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

Uno de los principales sufrimientos experimentados por aquellos que están en el ministerio se llama baja autoestima. Muchos sacerdotes y ministros sienten hoy cada vez más, que logran causar muy poco impacto. Están muy ocupados, pero no ven mucho efecto. Parece que sus esfuerzos son infructuosos. Enfrentan un número decreciente de personas en las reuniones de la iglesia, y descubren que psicólogos, psicoterapeutas, consejeros matrimoniales y médicos son, frecuentemente, dignos de mayor crédito que ellos. Uno de los hechos más dolorosos para muchos líderes cristianos es ver que los jóvenes se sienten cada vez menos atraídos a seguir sus pasos. Parece que en los días actuales dedicar la vida al sacerdocio o a ser ministro no vale más la pena. Además de esto, hay poca alabanza y mucha crítica dirigida a la iglesia, ¿y quien puede vivir mucho tiempo en un clima así sin caer en algún tipo de depresión? El mundo secular, al lado nuestro dice en alta voz: "Nosotros podemos cuidar de nosotros mismos. No necesitamos de Dios, ni de la iglesia o de un sacerdote, Nosotros estamos en el control. Y si todavía no lo logramos, debemos trabajar aún más para retomar el control. El problema no es la falta de fe, sino la falta de competencia. Si estás enfermo, necesitas un médico competente; si eres pobre, necesitas políticos competentes; si hay problemas técnicos, necesitas ingenieros competentes; si hay guerras, necesitas negociadores competentes. Dios, la Iglesia, y los ministros han sido usados por sig1os para llenar los baches de la incompetencia, pero hoy esas baches están siendo llenados de otras maneras y nosotros ya no necesitamos respuestas espirituales para cuestiones prácticas".

En este clima de secularización, los líderes cristianos se sienten cada vez menos relevantes y cada vez más marginados. Muchos comienzan a preguntarse por qué deberían permanecer en el rninisterio. Y frecuentemente lo dejan para desarrollar una nueva aptitud; se unen a sus contemporáneos en sus intentos de contribuir relevantemente para un mundo mejor.

Pero hay una historia completamente diferente que tiene que ser contada. Detrás de todas las grandes realizaciones de nuestro tiempo, hay una profunda corriente de desesperación. Mientras la eficiencia y el control son las grandes aspiraciones de nuestra sociedad, la soledad, el aislamiento, las relaciones arruinadas, el tedio, la sensación de vacío, la depresión, y una profunda sensación de inutilidad llenan los corazones de millones de personas en éste, nuestro mundo, que tiene como norte el éxito.

El romance de Bret Easton Elli "Menos del cero" ("Menos do que Zero") ofrece una descripción muy buena de la pobreza moral y espiritual que hay detrás de la fachada contemporánea de la riqueza, del éxito, de la popularidad y del poder. De manera bastante dramática y conmovedora, él describe la vida de sexo, drogas y violencia de los hijos adolescentes de los conductores ultra-ricos de Los Ángeles. Y el clamor que se yergue detrás de toda esa decadencia es claro y fuerte: "¿Hay alguien que me ame?" "¿Hay alguien que realmente se preocupe por mi?" "¿Hay alguien que quiera quedarse en casa para cuidarme?” "¿Hay alguien que quiera estar conmigo cuando yo me descontrolo o cuanto tengo ganas de llorar?" "¿Hay alguien que me pueda sustentar, que me dé la sensación de que formo parte de alguna cosa?"

Sentirse irrelevante es una experiencia mucho más común de lo que imaginamos cuando miramos a nuestra sociedad aparentemente segura de sí misma. La tecnología médica y el trágico aumento de abortos, pueden, hasta disminuir radicalmente el número de deficientes mentales en nuestra sociedad, pero ya es visible que más y más personas están sufriendo de profundas deficiencias morales y espirituales sin tener idea de dónde pueden buscar cura.

Es aquí donde la necesidad de encontrar un nuevo liderazgo cristiano se torna clara. El líder del futuro será aquel que ose afirmar su irrelevancia en et mundo contemporáneo como una vocación divina que permite que él o ella esté en profunda solidaridad con la angustia que está detrás de todo aquel esplendor del éxito y que lleve la luz de Jesús para brillar allí.


LA PREGUNTA: "¿ME AMAS?"

Antes que Jesús comisionara a Pedro para ser un pastor, le preguntó: "¿Simón, hijo de Jonás, me amas más que éstos7” Después le preguntó nuevamente: "¿Me arnas?" Y aún le preguntó una tercera vez: “¿Me amas?" Esta pregunta tiene que ser el centro de todo nuestro ministerio cristiano porque es la pregunta que permite que seamos, al mismo tiempo, irrelevantes y que tengamos verdaderamente auto-confianza.

Mira a Jesús. El mundo no le prestó ninguna atención. Fue crucificado y retirado de la escena. Su mensaje de amor fue rechazado por un mundo que busca poder, eficiencia y dominio. Pero allá estaba él, apareciendo con heridas en su cuerpo glorificado a los pocos amigos que tenían ojos para ver, oídos para oír y corazones para entender. Este Jesús rechazado, desconocido y herido, simplemente preguntó: "¿Me amas?"

La pregunta no es: ¿Cuántas personas lo toman en serio? ¿Cuánto puedes hacer? ¿Puedes mostrar algún resultado o fruto de tu vida? Antes bien, es: ¿Estás apasionado por Jesús? Tal vez otra manera de exponer esta pregunta seria: ¿Conoces al Dios encarnado? En nuestro mundo de soledad y desesperación hay una enorme necesidad de hombres y mujeres que conozcan el corazón de Dios, un corazón que perdona, que cuida, que extiende la mano y que quiere curar. En este corazón no hay desconfianza, ni venganza, ni resentimiento, ni siquiera un poco de odio. Es un corazón que sólo quiere dar amor y recibir amor a cambio. Es un corazón que sufre inmensamente porque ve la magnitud del dolor humano y la gran resistencia de confiar en el corazón de Dios que quiere ofrecer consuelo y esperanza.

El líder cristiano del futuro es aquel que ’verdaderamente conoce el corazón de Dios que es el corazón que se transformó en carne, "un corazón de carne" en Jesús. Conocer el corazón de Dios significa anunciar y revelar conciente, radical y concretamente que Dios es amor y sólo amor, y que cada vez que el miedo, el aislamiento, o la desesperación comienzan a invadir el alma humana, esto no proviene de Dios. Esto parece muy simple, y hasta banal, pero poquísimas personas saben que son amadas en cualquier condición o límite. Este amor incondicional e ilimitado es el que Juan, el evangelista, llama: el primer amor de Dios. "Nosotros le amamos", el dice, "porque él nos amó primero" (1a Juan 4.19). El amor que frecuentemente nos deja inseguros, frustrados, sangrantes y resentidos, es el segundo amor, o sea, la afirmación, la afección, la simpatía, el incentivo y apoyo que recibimos de nuestros padres, profesores, cónyuges y amigos. Todos nosotros sabemos cuan limitado, insuficiente, frágil es este amor. Detrás de las muchas expresiones de este segundo amor está siempre la posibilidad de que haya rechazo, retracción, castigo, chantaje, violencia y hasta odio.

Muchas películas y obras de teatro contemporáneas retratan las ambigüedades y ambivalencias de las relaciones humanas, y no hay amistades, casamientos o comunidades en las cuales las tensiones y presiones del segundo amor no sean fuertemente sentidas. Frecuentemente parece que detrás de todas las cortesías de la vida diaria hay muchas heridas abiertas que tienen nombres como: abandono, traición, rechazo, rompimiento y pérdida. 'Todos estos son aspectos del lado sombrío del segundo amor y revelan las tinieblas que nunca dejan completamente al corazón humano.

Las buenas nuevas radicales son que el segundo amor es sólo un reflejo distorsionado del primer amor, y que el primer amor nos es ofrecido por un Dios en el que no hay sombras. El corazón de Jesús es la encarnación del primer amor de Dios que no tiene sombra alguna. De este corazón fluyen ríos de agua viva.

Él clama en alta voz: "Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros" (Juan 8:37), y "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas". (Mt. 11:20-29).

De este corazón vienen las palabras: "¿Me amas?" Conocer el corazón de Jesús y amarlo es la misma cosa. Conocer el corazón de Jesús es conocer el corazón del hombre. Y cuando vivimos en un mundo con este conocimiento nosotros no podemos hacer otra cosa sino traer cura, reconciliación, vida nueva y esperanza, adonde quiera que estemos.

El deseo de ser relevante y exitoso desaparecerá gradualmente, y nuestro único deseo será decir, con todo nuestro ser, a nuestros hermanos y hermanas de la raza humana: "Ustedes son amados. No hay razón para que tengan miedo. En amor Dios creó tus entrañas y te formó en el vientre de tu madre." (ver Sal. 139:13).


LA DISCIPLINA: ORACIÓN CONTEMPLATIVA

Para vivir una vida que no sea dominada por el deseo de ser relevante, sino que, por el contrario, esté firmemente anclada en el conocimiento del primer amor de Dios, tenemos que ser místicos. Un místico es una persona cuya identidad está profundamente fundada en el primer amor de Dios.

Si existe un área donde el líder cristiano del futuro necesitará poner atención, es la disciplina de habitar en presencia de aquel que está siempre preguntando: "¿Me amas?" Es la disciplina de la oración contemplativa, A través de la oración contemplativa evitamos ser dominados por una cuestión urgente detrás de otra y dejamos de ser extraños para nuestro propio corazón y para el corazón de Dios.

La oración contemplativa nos mantiene, en casa, fundamentados y seguros, aun cuando estamos en la calle, moviéndonos de un lado a otro, y frecuentemente cercados por sonidos de violencia y guerra. La oración contemplativa profundiza en nosotros el conocimiento de que ya somos libres, que encontramos un 1ugar para habitar, y que pertenecemos a Dios, aún cuando todo y todos a nuestro alrededor nos digan lo contrario.

No es suficiente para los sacerdotes y ministros del futuro ser personas morales, bien entrenadas, ansiosas de ayudar a sus compañeros humanos, y capaces de responder creativamente las cuestiones polémicas de su tiempo. Todo esto es muy valioso e importante, pero no es el corazón del liderazgo cristiano. La cuestión central es: ¿son los líderes del futuro verdaderamente, hombres y mujeres de Dios, personas con un deseo ardiente de habitar en la presencia de Dios, de oír la voz de Dios, de mirar la belleza de Dios y de probar plenamente la bondad infinita de Dios?

El significado original de la palabra "teología" era "unión con Dios en oración". Hoy la teología es sólo una disciplina académica entre muchas otras, y frecuentemente los teólogos tienen dificultades para orar. Pero para el futuro del liderazgo cristiano es de vital importancia retomar el aspecto místico de la teología para que toda palabra pronunciada, todo consejo dado y toda estrategia llevada adelante, pueda salir de un corazón que conoce a Dios íntimamente.

Tengo la impresión de que muchos de los debates en la iglesia que involucran cuestiones como el papado, la ordenación de mujeres, el casamiento de sacerdotes, la homosexualidad, el control de la natalidad, el aborto y la eutanasia, ocurren en el nivel moral, principalmente. En este nivel, diferentes fracciones pelean sobre lo correcto y lo equivocado. Pero esta disputa es, frecuentemente, apartada de la experiencia del primer amor de Dios, que está en el fundamento de todas las relaciones humanas. Palabras como "de derecha", "reaccionario", "conservador", "liberal", y "de izquierda" son usadas para describir las opiniones de las personas, y muchas discusiones, entonces, parecen más batallas políticas por el poder que una búsqueda espiritual de la verdad.

Los líderes cristianos no pueden, simplemente, ser personas que tienen opiniones bien formadas sobre las cuestiones polémicas de nuestro tiempo. Su liderazgo debe estar fundamentado en la relación permanente e intima con el Verbo encarnado, Jesús, y es allí donde deben encontrar la fuente de sus palabras, consejos y direcciones. A través de la disciplina de la oración contemplativa, los líderes cristianos deben aprender a oír vez tras vez la voz del amor, y a encontrar allí la sabiduría y el coraje para tratar cualquier cuestión que les surja.

Tratar cuestiones polémicas, sin estar fundamentado en una profunda relación personal con Dios, fácilmente lleva a la división, porque cuando menos lo esperamos, nuestro ego se mezcla con nuestra opinión sobre un determinado tema. Pero cuando estamos firmemente fundamentados en una intimidad personal con la fuente de la vida, es posible permanecer flexible sin ser relativista, convencido sin ser rígido, confrontar sin ofender, ser gentil y perdonador sin ser un flojo, ser un testimonio fiel sin ser manipulador.

Si el liderazgo cristiano quiere ser verdaderamente fructífero en el futuro, tendrá que dejar el campo estrictamente moral y pasarse al místico.

II. DE LA POPULARIDAD AL MINISTERIO

LA TENTACIÓN DE SER ESPECTACULAR



Quiero contarles otra experiencia que me sucedió a raíz de mi mudanza de Harvard a L’Arche. Fue la experiencia de compartir mi ministerio con otros. Yo fui educado en un seminario que me hizo creer que el ministerio era esencialmente un asunto individual. Yo tenía que ser bien entrenado y bien formado, y después de seis años de entrenamiento y formación, yo era considerado como alguien bien equipado para predicar, administrar los sacramentos, aconsejar y dirigir una parroquia.

Me hicieron sentir como un hombre en un caminata muy larga, con una enorme mochila que contenía todo lo necesario para ayudar a las personas que encontrase por el camino. Las preguntas tendrían respuestas, los problemas tendrían soluciones y los dolores tendrían remedios. Sólo era cuestión de estar seguro con cuál de los tres estaba lidiando.

Con el pasar de los años, comprendí que las cosas no eran asi de simples, pero a pesar de eso, mi método básico de individualismo en el ministerio no cambió.

Cuando me convertí en profesor, tomé aún más coraje para hacer las cosas que yo quería del modo en que yo quería hacerlas. Yo tenía derecho de escoger mi propia materia, mi propio método, y algunas veces, hasta a mis propios alumnos. Nadie cuestionaba mi manera de hacer las cosas. Y cuando yo salía de la clase, estaba completamente libre para hacer aquello que creyera mejor. ¡A final de cuentas, todo el mundo tiene derecho de vivir su vida particular sin interferencia!

Cuando fui a L'Arche, sin embargo, este individualismo fue desafiado radicalmente. Allá yo era una más de entre las tantas personas que intentaban vivir con fidelidad entre los deficientes mentales, y el hecho de ser sacerdote no me daba libertad para hacer las cosas a mi propia manera.

De repente, todos querían saber mi paradero a cada hora, y yo podía ser llamado para rendir cuentas de cada movimiento o acción que hiciera. Un miembro de la comunidad fue designado para acompañarme; se formó un pequeño grupo para ayudarme a decidir cuáles invitaciones tenía que aceptar y cuáles rechazar; y la pregunta más común que me hacían los deficientes mentales era: "¿Vas a estar en casa esta noche?" Una vez viajé sin despedirme de Trevor, uno de los deficientes mentales con quien yo vivo. Al llegar a mi destino, la primer llamada telefónica que recibí fue la de él. Con la voz quebrada me dijo: "Henri, ¿por qué nos dejaste? Te extrañamos tanto, por favor regresa."

Viviendo en una comunidad con personas tan heridas, descubrí que yo había pasado la mayor parte de mi vida como trapecista, intentando caminar en tas alturas, en una cuerda floja, para alcanzar el otro lado, esperando siempre los aplausos cuando no me caía y me quebraba las piernas.

La segunda tentación a la cual Jesús fue expuesto fue precisamente la tentación de hacer algo espectacular, algo que pudiese rendirle grandes aplausos: "Échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden. En sus manos te sostendrán". Pero Jesús rehusó ser un superhombre. El no vino para mostrarse. El no vino para caminar sobre brasas incandescentes, para tragar fuego o para poner su mano en la boca del león para demostrar el gran valor que tenia al decir “No tentarás al Señor tu Dios”.

Cuando uno mira a la iglesia de hoy, es fácil ver el predominio del individualismo entre ministros y sacerdotes. No hay muchos entre nosotros que posean vastos repertorios de talentos para enorgullecerse, pero aún así la mayoría siente que si tiene algo positivo para mostrar en su vida, lo consiguió solo. Puede decirse que la mayoría de nosotros se siente como el trapecista fracasado, que descubrió que no tenía poder para atraer multitudes, que no lograba hacer muchas conversiones, que no tenia talento para crear bellas liturgias, que no era tan popular entre los jóvenes, los adultos, o los ancianos como esperaba, y que no era tan capaz de atender las necesidades del pueblo como quería. Al mismo tiempo la mayoría siente que debería haber sido capaz de hacer todo esto, y de hacerlo con éxito. La ambición de ser una estrella o un héroe individual, que es tan común en nuestra sociedad competitiva, tampoco es un sentimiento extraño en la iglesia. Allí también la imagen dominante es la del hombre o la mujer que consiguió éxito sin ayuda de nadie, o de aquel que puede hacer todo solo.


LA TAREA: "APACIENTA MIS OVEJAS"

Después de haberle preguntado a Pedro tres veces: "¿me amas?", Jesús dijo: "Apacienta mis corderos ... pastorea mis ovejas ... apacienta mis ovejas". Estando seguro del amor de Pedro, Jesús le da la tarea de ministrar. En el contexto de nuestra propia cultura, podemos entender esto de una manera individualista como si Pedro, estuviese, ahora, siendo enviado a una misión heroica. Pero cuando Jesús habla de pastorear, él no quiere que pensemos en un pastor valiente e individualista que cuida un gran rebaño de ovejas obedientes. De muchas maneras diferentes, Jesús muestra que ministrar es una experiencia colectiva y mutua.

En primer lugar, Jesús envía a los doce para que salgan de a pares (Mc. 6:7). Nosotros siempre nos olvidamos que somos enviados de dos en dos. No podemos llevar las buenas nuevas solos. Fuimos llamados para proclamar el Evangelio juntos, en comunidad. Existe una sabiduría divina aquí. "Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mt 18:19,20).

Tal vez usted ya haya descubierto por sí mismo la radical diferencia que existe entre viajar solo y viajar acompañado. Descubro cada vez más qué difícil es ser enteramente fiel a Jesús cuando estoy solo. Necesito a mis hermanos y hermanas para que oren conmigo, para que hablen conmigo sobre la próxima tarea espiritual y para que me desafíen a permanecer puro en mi mente, en mi corazón y en mi cuerpo. Pero lo más importante es que es Jesús quien cura, no yo; es Jesús quien dice palabras de verdad, no yo; es Jesús quien es el Señor, y no yo. Esto queda claramente visible cuando proclamamos juntos el poder redentor de Dios. En verdad, donde quiera que ministremos juntos, es más fácil que las personas reconozcan que no vivimos en nuestro propio nombre, sino en el nombre del Señor Jesús que nos envió.

En el pasado yo viajaba mucho, predicando y hablando en retiros, dando discursos de apertura del año lectivo, o en ocasiones especiales. Pero iba siempre solo. Ahora, sin embargo, cada vez que soy enviado por la comunidad para hablar en algún lugar, la comunidad trata de enviarme acompañado. Estar aquí con Bill es una expresión concreta de la visión de que no solamente debemos vivir en comunidad, sino también ministrar en comunidad. Bill y yo fuimos enviados a ustedes por nuestra comunidad con la convicción de que el mismo Señor que nos unió en amor también se revelará a nosotros y a los otros mientras caminemos juntos.

Pero hay más, ministrar no es solamente una experiencia colectiva, es también una experiencia mutua. Jesús, hablando sobre su propio ministerio pastoral dice: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, asi como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas." (Jn. 10:14). Así como Jesús ministra, él quiere que nosotros rninistremos igualmente. El quería que Pedro apacentase y cuidase su rebaño, no como un "profesional" quo conoce los problemas de sus clientes y los resuelve, sino como un hermano o una hermana vulnerable que conoce y es conocido, que cuida y recibe cuidado, que perdona y es perdonado, que ama y es amado. Por alguna razón nosotros hemos creído que un buen liderazgo requiere una distancia entre nosotros y aquellos a los que fuimos llamados a liderar,

La medicina, la psiquiatría y el servicio social, nos ofrecen modelos en los que el "ministerio" ocurre sólo en un sentido. Alguien sirve y otro es servido, y mucho cuidado con invertir los papeles. Entonces, ¿cómo alguien puede dar su vida por otras personas si él mismo no se abre a una relación personal con ellas? Dar la vida significa ofrecer su propia fe y duda, su esperanza y desesperación, su alegría y tristeza, su coraje y miedo, para que otros encuentren asi formas de entrar en contacto con el Señor de la vida.

Nosotros no somos los sanadores, no somos los reconciliadores, no somos los dadores de vida. Antes bien somos pecadores, personas quebradas, vulnerables que necesitan tanto cuidado como cualquiera de nuestras ovejas. El misterio de ministrar es que fuimos escogidos para hacer de nuestro propio amor, muchas veces limitado y condicional, una puerta al amor ilimitado e incondicional de Dios. Por eso, el verdadero ministerio debe ser mutuo. Cuando los miembros de una comunidad de fe no pueden conocer y amar verdaderamente a su pastor, el pastorado rápidamente se transforma en una manera sutil de ejercer el poder, y comienza a mostrar señales de autoritarismo y dictadura. El mundo en que vivimos, un mundo de eficiencia y control, no tiene modelos para ofrecer a aquellos que quieren ser pastores semejantes a Jesús. Aún las llamadas "profesiones asistenciales" han sido tan completamente secularizadas que sólo ven en una mutualidad, una debilidad y una forma peligrosa de invertir los papeles. El liderazgo del que Jesús habla es un tipo radicalmente diferente del ofrecido por el mundo. Es un liderazgo de siervo, para usar el término de Robert Greenlaf, en el cual el líder es un siervo vulnerable que necesita a las personas tanto como ellas necesitan de él.

De todo lo dicho, está claro que es necesario un tipo totalmente nuevo de liderazgo para la Iglesia del mañana, un liderazgo que no es modelado según las juegos de poder de este mundo, sino según el siervo-líder, Jesús, que vino para dar su vida para la salvación de muchos.



LA DISCIPLINA: CONFESIÓN Y PERDÓN

Habiendo dicho esto, nos encontramos frente a una cuestión: ¿Qué disciplina es necesaria para que el futuro líder venza la tentación del heroísmo individual? A mi me gustaría proponer la disciplina de la confesión y perdón. Así como los futuros líderes deben ser místicos, profundamente embebidos en la oración contemplativa, también deben estar siempre dispuestos a confesar su fragilidad y a pedir perdón a aquellos a quienes ministran.

La confesión y et perdón son las formas concretas por las cuales nosotros, los pecadores, nos amamos los unos a los otros. Frecuentemente, tengo la impresión de que en la comunidad cristiana, los sacerdotes y ministros son las personas que menos confiesan sus errores. El sacramento de la confesión, con frecuencia se ha transformado en una manera de ocultar nuestra propia vulnerabilidad a la comunidad. La persona enumera sus pecados y oye el rito del perdón, pero raramente encuentra la presencia reconciliadora y curadora de Jesús de forma real y personal. Hay tanto miedo, las personas están tan distantes, generalizan tanto, oyen, hablan y perdonan con tan poca profundidad, que no se puede esperar mucha realidad en este tipo de confesión.

¿Cómo pueden los sacerdotes y ministros sentirse realmente amados y seguros cuando han de esconder sus propios pecados y faltas de las personas a las que ministran, y se refugian en un extraño distante a fin de recibir un poco de confortación y consolación? ¿Cómo pueden las personas cuidar verdaderamente de sus pastores y mantenerlos fieles a su tarea sagrada, cuando ni siquiera los conocen y por lo tanto no pueden amarlos profundamente? Yo no me sorprendo ni siquiera un poco de que tantos ministros y sacerdotes sufran de profunda soledad emocional, ni de que frecuentemente sientan una gran necesidad de afecto e intimidad, ni de que algunas veces pasen por sentimientos profundos de culpa y vergüenza delante de su propio pueblo. Frecuentemente parecen estar diciendo: "¿Qué pasaría si mi pueblo supiera cómo me siento realmente, si supiese cómo pienso y sueño, o por dónde anda mi mente cuando estoy sentado solo en mi escritorio?" Precisamente los hombres y las mujeres más dedicados al liderazgo espiritual son los más vulnerables a la carnalidad más intensa. La razón de esto es que no saben cómo vivir la verdad de la encarnación. Se separan de su propia comunidad física, intentan dominar sus necesidades ignorándolas o satisfaciéndolas en lugares distantes y anónimos, y entonces experimentan una división creciente entre su propio mundo interior particular y las buenas nuevas que están anunciando.

Cuando la espiritualidad se convierte en espiritualización, la vida en el cuerpo se hace carnal. Cuando los ministros y sacerdotes viven sus ministerios principalmente en la esfera mental, y consideran al Evangelio como un conjunto de ideas valiosas para ser anunciadas, el cuerpo rápidamente se venga, clamando fuertemente por afecto e intimidad. Los líderes cristianos son llamados a vivir la encarnación, esto es vivir en el cuerpo, no solamente en sus propios cuerpos, sino también en el cuerpo colectivo de la comunidad, para descubrir allí la presencia del Espíritu Santo.

Y es precisamente por las disciplinas de la confesión y del perdón que se puede evitar la espiritualización y la carnalidad, y se puede vivir la verdadera encarnación. A través de la confesión, los poderes de las tinieblas son arrancados de su aislamiento carnal y traídos a la luz y a las manifestaciones de la comunidad, A través del perdón, los poderes de las tinieblas son desarmados y disipados, y una nueva integración entre el cuerpo y el espíritu se vuelve posible.

Todo esto puede parecer muy irreal, pero cualquier persona que haya tenido experiencias con comunidades de recuperación como Alcohólicos Anónimos o Hijos Adultos de Alcohólicos ya presenció, sin duda, el poder de cura de estas disciplinas.

Innumerables cristianos, inclusive sacerdotes y ministros, han descubierto el significado más profundo de la encarnación, no en sus iglesias, sino en los doce pasos de los Alcohólicos Anónimos e Hijos de los Alcohólicos, y experimentaron la presencia sanadora de Dios en una comunidad formada por personas que tienen el coraje de buscar la cura a través de la confesión mutua.

Esto no significa que ministros y sacerdotes deban explícitamente confesar sus propios pecados o fallas desde el púlpito o en sus ministraciones diarias. Esto seria enfermizo e imprudente, y no sería de ninguna manera el camino para transformarse en un siervo-líder. Lo que estarnos diciendo es que ministros y sacerdotes también son llamados a ser miembros completos de sus comunidades, deben rendir cuentas a ellas, y necesitan de su cariño y apoyo. Son llamados a ministrar con todo su ser, inclusive con sus propias heridas.

Estoy convencido de que sacerdotes y ministros, especialmente aquellos que se relacionan con muchas personas angustiadas, necesitan un lugar realmente seguro para si mismos. Necesitan un lugar donde puedan compartir sus dolores y sus luchas profundas con las personas que no necesitan de ellos, sino que puedan guiarlos cada vez más adelante en el profundo misterio del amor de Dios.

Yo, personalmente, fui muy afortunado en haber encontrado ese tipo de lugar en L'Arche, con un grupo de amigos que atienden mis propios dolores, frecuentemente escondidos, y me mantienen fiel a mi vocación con sus críticas gentiles y su apoyo amoroso. ¡Quién pudiera darles a todos los sacerdotes y ministros un lugar seguro para si mismos como ése!

III. DE LÍDER A LIDERADO

LA TENTACIÓN: SER PODEROSO


Quiero contar ahora una tercera experiencia relacionada con mi cambio de Harvard a L'Arche. Fue claramente un cambio de líder a liderado. De algún modo, yo tenía la idea de que ser más anciano y más maduro significaba ser cada vez más capaz de liderar. De hecho, me convertí en alguien que confiaba cada vez más en si mismo a través de los años. Sentí que sabía bastante, y que tenía la capacidad de expresar lo que sabía y de ser oído. En este sentido yo me sentía cada vez más capaz para dirigir mi propia vida.

Pero cuando ingresé en esta comunidad de personas deficientes mentales y sus asistentes, perdí todo mi sentido de dirección, y descubrí una vida donde cada momento estaba lleno de sorpresas, frecuentemente sorpresas para las cuales yo no estaba preparado. ¡Cuando Bill estaba de acuerdo o en desacuerdo con mi sermón, él no esperaba que la misa terminara para decírmelo! Las ideas lógicas no recibían respuestas lógicas. Frecuentemente las personas respondían de lo profundo de su interior, mostrándome que aquello que yo estaba diciendo o haciendo tenia poco o nada que ver con lo que ellos estaban viviendo. Los sentimientos y emociones del momento no podían ser puestos en jaque por bellas palabras y argumentos convincentes.

Cuando las personas tienen poca capacidad intelectual, permiten que sus corazones (sus corazones amorosos, sus corazones irritados, sus corazones ansiosos) hablen sin rodeos o adornos. Y asi lo perciben las personas con las que me fui a vivir, me mostraron que el liderazgo todavía era para mi un deseo de controlar situaciones complejas, emociones confusas y mentes ansiosas. Me llevó mucho tiempo sentirme seguro en este clima imprevisible, y todavía tengo momentos en que me pongo duro y le digo a todos que se callen la boca, que entren en línea, y me oigan y crean en lo que digo. Pero también estoy comenzando a comprender el misterio de que ser líder significa en gran parte ser liderado. Comienzo a darme cuenta de que estoy aprendiendo muchas cosas nuevas, no sólo sobre los dolores y luchas de las personas heridas, sino también sobre los dones y gracias especiales. Ellos me enseñan sobre la alegría, la paz, el amor, el celo y la oración, cosas que yo jamás podría haber aprendido en cualquier instituto. También me enseñan lo que nadie jamás me podría haber enseñado sobre la amargura y la violencia, el miedo y la indiferencia. Sobre todo me hacen vislumbrar el primer amor de Dios, en los momentos en que comienzo a sentirme deprimido y desilusionado.

Todos saben cuál fue la tercera tentación de Jesús. Fue la tentación del poder, "le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares". Cuando me pregunto cuál es la principal razón por la que tantas personas han dejado la iglesia durante las últimas décadas en Francia, Alemania, Holanda, en Canadá y también en América, la palabra "poder" enseguida viene a mi mente.

Una de las mayores ironías de la historia del cristianismo es que sus lideres constantemente cayeron ante la tentación del poder -poder político, poder militar, poder económico, o poder moral y espiritual- aunque continuaran hablando en nombre de Jesús, que no se apegó a su poder divino, sino que se humilló a si mismo y se hizo como uno de nosotros. La mayor tentación de todas es considerar el poder como un instrumento apto para la proclamación del Evangelio.

Estamos oyendo siempre a otros, y diciéndonos a nosotros mismos que tener poder (si lo usamos en el servicio a Dios y en favor de los seres humanos) es una cosa buena. Pero fue con ese mismo razonamiento que se realizaron las cruzadas, se instituyeron las inquisiciones, los indios fueron esclavizados, fueron codiciadas posiciones de gran influencia; fueron construidos los palacios episcopales, las catedrales espléndidas, y los opulentos seminarios; y fue usada mucha manipulación de conciencia. Cada vez que vemos una gran crisis en la historia de la iglesia, como el Gran Cisma del siglo XI, la Reforma del siglo XVI, o la inmensa secularización del siglo XX, notamos que la mayor causa de división es siempre el poder ejercido por aquellos que dicen ser seguidores del pobre y despojado Jesús.

¿Qué es lo que convierte a la tentación por el poder en algo aparentemente irresistible? Tal vez sea que el poder ofrece un fácil sustituto para la difícil tarea de amar. Parece más fácil ser Dios que amar a Dios, controlar a las personas que amarlas, ser dueño de la vida que amar la vida. Jesús pregunta: "¿Me amas?" Nosotros preguntamos: "¿podemos sentarnos a tu derecha y a tu izquierda en tu reino?" (Mt. 20:21). Desde que la serpiente dijo: "el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gn 3:5), somos tentados a sustituir el amor por el poder. Jesús vivió esta tentación de la manera más agonizantemente posible, del desierto hasta la cruz. La larga y dolorosa historia de la iglesia es la historia de las personas que vez tras vez fueron tentadas a escoger el poder en lugar del amor, para controlar en vez de aceptar la cruz, para ser un líder en vez de ser liderado. Aquellos que resistieron esta tentación hasta el fin, dándonos así la esperanza de hacer lo mismo, son los verdaderos santos.

Una cosa está bien clara para mí: la tentación del poder es mayor cuando la intimidad representa una amenaza. La mayor parte del liderazgo cristiano es ejercido por personas que no saben desarrollar relaciones sanas e íntimas, por eso optan por el poder y et dominio. Muchos cristianos que construyeron imperios para si fueron personas incapaces de dar y recibir amor.


EL DESAFÍO: “OTRO TE CONDUCIRÁ”

Volvamos ahora a Jesús. Después de preguntarle a Pedro tres veces si lo amaba más que los otros, y después de comisionarlo tres veces para ser un pastor de sus ovejas, de manera muy enfática le dice:

"De cierta, de cierto te digo: cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras".

Estas fueron las palabras que abrieron el camino para mudarme de Harvard a L’Arche. Tocan la esencia del liderazgo cristiano, y fueron dichas a fin de ofrecer maneras siempre nuevas de abandonar el poder y seguir el humilde camino de Jesús.

El mundo dice: "Cuando ustedes eran jóvenes, eran dependientes y no podían ir a donde querían, pero cuando se hagan más viejos, serán capaces de tomar sus propias decisiones, tomar sus propios caminos y controlar sus propios destinos". Pero Jesús nos da una visión completamente diferente de madurez: es la habilidad y la disposición para ser guiado hacia donde preferiríamos no ir. Inmediatamente después de que Pedro fue comisionado para ser un líder de su rebaño, Jesús lo confronta con la dura realidad de que el líder-siervo es el líder que es guiado hacia lugares desconocidos, indeseables y dolorosos. El camino del líder cristiano no es el camino de ascenso en el que et mundo actual insiste tanto. Es el camino descendente que termina en la cruz. Esto puede sonar medio mórbido o masoquista, pero para aquellos que oyeron la voz del primer amor y respondieron "si", el camino descendente de Jesús es el camino hacia la alegría y la paz de Dios, una alegría y una paz que no son de este mundo.

Aquí llegamos a la cualidad más importante del liderazgo cristiano del futuro. No es un liderazgo de poder y dominio, sino un liderazgo de franqueza y humildad, a través del cual el siervo sufridor de Dios, Jesucristo, se manifiesta. Obviamente, no estoy hablando sobre un liderazgo psicológicamente débil, en el cual el líder cristiano es simplemente la victima pasiva de las manipulaciones de su medio. No, estoy hablando de un liderazgo en el cual el poder es constantemente abandonado en favor del amor. Es un verdadero liderazgo espiritual. La franqueza y la humildad en la vida espiritual no significa ser una persona sin fibra, que deja que los otros tomen las decisiones en su lugar. Sino que son las características de personas que están tan apasionadas por Jesús que se disponen a seguirlo por donde quiera que él los guíe, siempre creyendo que, con Jesús encontrarán vida y vida en abundancia. El líder cristiano del futuro necesita ser radicalmente pobre, viajando sin nada, a no ser un cayado ("ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias y no vistiesen dos túnicas", Mr. 6:8). ¿Qué tiene de bueno ser pobre? Nada, excepto que esto nos ofrece la posibilidad de ejercer el liderazgo, dejando que otros nos lideren. Pasamos a depender de las repuestas positivas o negativas de aquellos a quienes somos enviados, y de esa forma seremos realmente conducidos hacia donde el Espíritu de Jesús nos quiere guiar. La abundancia y la riqueza nos impiden discernir realmente el camino de Jesús.

Pablo le escribe a Timoteo: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición", (1a Tim. 6:9). Si hay alguna esperanza para la iglesia en el futuro, será la esperanza de una iglesia pobre, que tiene líderes dispuestos a ser liderados.


LA DISCIPLINA: REFLEXIÓN TEOLÓGICA

¿Cuál es la disciplina necesaria para un líder que desea ser guiado, "con las manos extendidas"? Quiero proponer aquí la disciplina de la intensa reflexión teológica.

Asi como la oración nos mantiene ligados al primer amor, y la confesión y el perdón hacen nuestro ministerio más comunitario y recíproco, la intensa reflexión teológica, igualmente, nos hará discernir con sentido crítico, hacia dónde estamos siendo guiados.

Pocos ministros y sacerdotes piensan teológicamente. La mayoría fue educada en un clima en que las ciencias del comportamiento, tales como la psicología y la sociología, dominan tanto el currículum educacional, que ha sido enseñada muy poca teología. La mayoría de los lideres cristianos de hoy abordan cuestiones psicológicas o sociológicas, sin embargo las expresan en terminología bíblica. La verdadera reflexión teológica, que significa pensar con la mente de Cristo, es muy difícil de encontrar en la práctica del ministerio. Sin una sólida reflexión teológica, los futuros líderes serán poco más que los pseudopsicólogos, pseudosociólogos y pseudoasistentes sociales.

Se consideran a si mismos como asistentes, capaces de resolver los problemas de los otros o de ofrecer un modelo a seguir, como figuras de padre o madre, o como hermanos o hermanas más crecidos, y asi se sumarán a la innumerable cantidad de hombres y mujeres que se ganan la vida intentando ayudar al prójimo a enfrentar con éxito las presiones y tensiones de la vida cotidiana.

Pero todo esto tiene poco que ver con el liderazgo cristiano, pues el líder cristiano debe pensar, hablar y actuar en nombre de Jesús, que vino a libertar a la humanidad del poder de la muerte y a abrir el camino hacia la vida eterna.

Para ser un líder así, es esencial saber discernir, momento a momento, cómo Dios está actuando en la historia humana, y cómo los eventos personales, comunitarios, nacionales e internacionales que ocurren durante nuestra vida pueden sensibilizarnos cada vez más hacia el camino que nos conduce a la cruz, y a través de la cruz, a la resurrección.

La tarea de los futuros líderes cristianos no es hacer una pequeña contribución a la solución de los dolores y tribulaciones de su época, sino identificar y anunciar las formas en que Jesús está guiando al pueblo de Dios fuera de la esclavitud y a través del desierto, hacia una nueva tierra de libertad. Los líderes cristianos tienen la ardua tarea de responder a las luchas personales, a los conflictos familiares, a las calamidades nacionales y a las tensiones internacionales con una fe clara y declarada en la presencia real de Dios. Es preciso que digan "no” a toda forma de fatalismo, derrota, casualidad o eventualidad que haga que las personas crean que las estadísticas reflejan la verdadera realidad. Es preciso decir "no" a toda forma de desesperación que ve la vida humana como una mera cuestión de buena o mala suerte. Es necesario decir "no" a los intentos sentimentales de crear en las personas un espíritu de resignación o indiferencia estoica delante de la inevitabilidad del dolor, del sufrimiento o de la muerte. En síntesis, es necesario decir "no" al mundo secular y proclamar en términos bien claros que la encarnación de la Palabra de Dios, por la cual todas las cosas existen, y que hace que hasta el menor acontecimiento de la historia humana sea un "Kairós", o sea, una oportunidad de ser conducido hacia una mayor profundidad en el corazón de Jesús. Los líderes cristianos del futuro tienen que ser teólogos, personas que conocen el corazón de Dios y son entrenadas -a través de la oración, del estudio, y del análisis detallado- para manifestar la suprema acción de la obra redentora de Dios en medio de los innumerables eventos aparentemente casuales de su época.

Reflexión teológica es reflexionar sobre las dolorosas realidades de todos los días y sobre las positivas, también, con la mente de Jesús para despertar, así, la conciencia humana para la percepción de la suave orientación de Dios en nuestro interior. Esta disciplina no es muy fácil, pues la presencia de Dios frecuentemente es una presencia oculta, una presencia que tiene que ser descubierta. Los altos y turbulentos ruidos del mundo nos dejan sordos ante la voz suave, mansa y amorosa de Dios. Un líder cristiano está llamado a ayudar a las personas a oír esta voz y ser asi, confortadas y consoladas.

Al pensar sobre el futuro del liderazgo cristiano, estoy convencido de que tiene que ser un liderazgo teológico. Para que esto ocurra, muchas cosas tienen que suceder en los seminarios e institutos de teología. Tienen que transformarse en centros donde las personas son entrenadas en el verdadero discernimiento de las señales de su época. Este entrenamiento no puede ser simplemente intelectual. Requiere una profunda formación espiritual, involucrando a la persona en su todo, o sea, su cuerpo, mente y corazón. Creo que no logramos percibir hasta qué punto las escuelas teológicas se convirtieron en instituciones seculares. La mayoría de los seminarios tienen poco que ver con la formación de la mente de Cristo, que no se apegó al poder sino que se humilló a sí mismo tomando forma de siervo. En nuestro mundo competitivo y ambicioso todo milita contra esta actitud. Pero sólo en la medida en que se busque y se encuentre esta formación, puede haber esperanza para la iglesia del próximo siglo.


CONCLUSIÓN

Resumiendo. Mi cambio de Harvard a L'Arche me concientizó de una forma nueva de cómo mi propia manera de pensar sobre el liderazgo cristiano fue afectada por el deseo de ser relevante, por el deseo de ser popular y por el deseo de tener poder.

¡Cuántas veces consideré la relevancia, la popularidad y el poder como ingredientes de un ministerio eficaz! La verdad, sin embargo, es que estas cosas no son vocaciones sino tentaciones. Jesús nos pregunta: "¿Me amas?" Jesús nos veía como pastores y nos promete una vida en la que, cada vez más, tendremos que extender nuestras manos para ser guiados a lugares donde preferiríamos no ir.

Él nos pide que cambiemos nuestra preocupación por la relevancia por una vida de oración; nuestro apego a la popularidad por un ministerio comunitario y reciproco, un liderazgo edificado sobre le poder por un liderazgo en que discernamos críticamente hacia dónde Dios nos está guiando, tanto a nosotros como a nuestro pueblo.

Las personas de L’Arche me están mostrando nuevos caminos. Confieso que soy un alumno muy lento. Los viejos patrones que demostraron ser muy eficaces en el pasado no son fáciles de abandonar. Pero cuando pienso sobre el líder cristiano del próximo siglo, yo realmente creo que las personas de quienes yo menos esperaba aprender me están enseñando el camino. Mi esperanza y oración es que estas lecciones que estoy recibiendo en mi nueva vida no sean provechosas sólo para mí, sino que los ayuden también a ustedes a ganar una nueva visión del líder cristiano del futuro.

Esto que escribí aquí obviamente no es nada nuevo, pero espero y oro para que ustedes perciban que la visión más antigua y tradicional del liderazgo cristiano continua siendo una visión que aguarda para el futuro su verdadera realización.

Quiero dejar con ustedes la imagen de un líder con las manos extendidas, que optó por una vida de movimiento descendente. Es la imagen del líder de oración, del líder vulnerable y del líder confiado (en Dios). Que esta imagen llene sus corazones de esperanza, coraje y confianza mientras esperan con expectativa el próximo siglo.


EPÍLOGO

Escribir estas reflexiones fue una cosa, pero presentarlas en Washington D.C. fue otra completamente diferente. Cuando Bill y yo llegamos al aeropuerto de Washington, fuimos llevados al Hotel Clarendon en la Crystal City (Ciudad de Cristal), un conjunto de predios altos y modernos, que parecen totalmente de vidrio, del mismo lado del río Potomac que el aeropuerto. Bill y yo nos quedamos bastante impresionados por la atmósfera esplendorosa del hotel. Recibimos cuartos espaciosos, con camas de dos plazas, baños privados con muchas toallas, y televisión por cable. En la mesa del cuarto de Bill, había una cesta con frutas y una botella de vino. A Bill le encantó. Siendo un telespectador experimentado, él se acomodó confortablemente en su enorme cama y sintonizó en secuencia todos los canales con su control remoto.

Luego llegó la hora de presentar nuestras buenas noticias juntos. Después de una deliciosa cena en uno de los salones de baile lleno de estatuas doradas y pequeñas fuentes de agua, Vicent Dwyer me presentó a la audiencia. En aquel momento yo todavía no entendía lo que significaría hacer mi ministerio "junto con Bill". Inicié mi charla diciendo que no había venido solo y que estaba feliz de que Bill hubiera venido conmigo. Tomé mi texto, todo escrito a mano, y comencé mi discurso. Pero en ese momento exacto, noté que Bill había salido de su lugar y estaba viniendo a la plataforma. El subió y se instaló bien detrás mío. Él tenia una idea mucho más clara y concreta sobre el significado de "hacer todo juntos" que yo. Cada vez que yo terminaba de leer una página, él la tomaba y la colocaba sobre una pequeña mesa que estaba al lado. Me sentí muy a gusto con eso y comencé a sentir la presencia de él conmigo como un apoyo.

Pero Bill tenía en mente algo más que esto. Cuando comencé a hablar sobre la tentación de transformar las piedras en pan como la tentación de ser relevante, él me interrumpió y dijo bien fuerte para que todos lo oyeran: "Yo ya oí esto antes". En verdad ya lo había oído, pero él sólo quería que los sacerdotes y ministros que estaban allí supiesen que él me conocía muy bien y que estaba familiarizado con las mismas ideas. Para mí, sin embargo, vino a ser como un suave y amoroso recordatorio de que mis pensamientos no eran tan nuevos como yo quería que mi audiencia lo creyera. La intervención de Bill creó una nueva atmósfera en el salón de conferencias: más leve, más fácil y más alegre. De alguna manera, Bill había desechado la seriedad de la ocasión y traído una normalidad más informal o casera, A medida que continuaba mi exposición, yo sentía que estábamos "ministrando juntos" cada vez más, y eso me gustaba.

Cuando llegué a la segunda parte, y leía las palabras: "la pregunta más común que los deficientes mentales me hacen es si estaré en casa o no a la noche", Bill me interrumpió otra vez y dijo: "Es verdad, esto es lo que John Smeltzer siempre pregunta". Nuevamente, con esto descontracturó el ambiente con su observación. Bill conocía a John Smeltzer muy bien después de vivir en la misma casa por varios años. El quería que las personas supieran algo sobre su amigo. Era como si él estuviera atrayendo la audiencia hacia nosotros, invitándola a entrar en la intimidad de nuestra vida en común.

Después de terminar mi discurso, y de que las personas me hubieron demostrado su gratitud, Btll me dijo: “Henri, ¿podré decir algo ahora?” Mi primera reacción fue: “¿Cómo voy a afrontar esta situación? Puede ser que el comience a divagar y cree asi una situación embarazosa”. Pero luego discerní mi propia presunción pensando que él no tendría nada importante para decir, y entonces le dije a la audiencia: “Tomen asiento por favor. Bill quisiera decirles unas palabras”.

Bill tomó el micrófono y dijo, con todas las dificultades que él tiene para hablar: “La última vez, cuando Henri fue a Boston, el llevó a John Smeltzer. Esta vez, el me llamó para venir con él a Washington, y estoy muy contento de estar aquí con ustedes. Muchas gracias." Fue solamente eso, y todos se levantaron y le dieron un caluroso aplauso.

Cuando descendíamos de la plataforma, Bill me dijo: "Henri, ¿te gustó lo que dije?", "Mucho", yo respondí, "todos quedaron realmente felices con lo que dijiste". Bill quedó muy satisfecho. Cuando las personas se reunieron después para el lunch, él estaba más suelto que nunca. Fue persona por persona, presentándose y preguntando si les había gustado la palabra. Contó una cantidad de historias sobre su vida en la Comunidad Daybreak. Yo no lo vi por más de una hora. El estaba por demás ocupado conociendo a todo el mundo.

A la mañana siguiente, en el desayuno, antes de salir, Bill pasó mesa por mesa con la cuchara de café en la mano despidiéndose de todos aquellos que había conocido la noche anterior. Estaba claro que él había hecho muchas amistades y que se sentía muy a gusto en ese ambiente tan fuera de lo común para él.

En el viaje de vuelta a Toronto, Bill sacó los ojos de su libro de palabras cruzadas que lleva a todo lugar que va, y me dijo: "Henri, ¿te gustó nuestro viaje?" "Oh, sí", respondí, "fue un viaje maravilloso y estoy muy contento porque estás conmigo". Bill me miró atentamente y dijo: "Y nosotros lo hicimos juntos, ¿no es cierto?"

Entonces, ahí, comprendí de forma más completa las palabras de Jesús: "Donde están dos o tres congregados en mi nombres, allí estoy yo en medio de ellos." (Mt 18:20). En el pasado, di conferencias, sermones, palabras, y discursos solo. Y siempre me pregunté a mi mismo cuánto de lo dicho sería recordado, pero el hecho de que Bill y yo hayamos hecho todo juntos no seria fácilmente olvidado. Mi oración y esperanza era que el mismo Jesús que nos había enviado juntos y que estuvo con nosotros durante todo el viaje, hubiera hecho de su presencia una realidad para todos aquellos que se reunieran en el Hotel Clarendon en Crystal City.

Cuando nuestro avión aterrizó, yo miré Bill y le dije: "Bill, muchas gracias por haber venido conmigo. Fue un viaje maravilloso, y todo lo que hicimos, lo hicimos juntos en el nombre de Jesús". Y esto lo dije de corazón.