“No lograba hablar bien y con mi madre me entendía a gestos. A causa de esta situación no tenía amigos, estaba totalmente sin esperanzas. Me avergonzaba y probaba un gran dolor. Un día fui a la iglesia y escuché una hermosa homilía de un sacerdote. Era antes de Pentecostés y los discípulos estaban solos, pero luego el Espíritu Santo descendió sobre ellos, que estaban reunidos con la Virgen María. Advertí que estaba en la misma situación: no tenía amigos, estaba solo y con tanto miedo en el corazón. Me dirigí a Cristo eucarístico y le dije: ‘Soy un instrumento en tus manos, por favor úsame’. Desde aquel día inicié a mejorar poco a poco. Esto fue un gran milagro para mi vida”
En febrero de este año, Benedicto XVI envió una carta al director del diario italiano “Il Corriere della Sera”. Dijo estar conmovido porque “tantos lectores de su periódico desean saber cómo estoy transcurriendo este último periodo de mi vida. Solo puedo decir al respecto que, en la lenta disminución de mis fuerzas físicas, interiormente estoy en peregrinación hacia Casa. No puedo hacer otra cosa que darle las gracias y asegurarles mi oración. Cordiales saludos, Benedicto XVI”