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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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lunes, 24 de septiembre de 2007

Declaración final del congreso mundial sobre pastoral a los presos

El XII congreso mundial sobre pastoral a los presos realizado por los miembros de la Comisión Internacional de la Pastoral Penitenciaria Católica (ICCPPC), obispos, presbíteros, diáconos, religiosas, religiosos, personas consagradas y laicos de 62 países de todo el mundo, enviados por nuestras respectivas Conferencias Episcopales se ha celebrado en Casa La Salle de Roma, con el lema «Descubriendo el rostro de Cristo en cada persona presa».
Hemos tratado de hacer nuestras las palabras de la Carta a los Hebreos: «Acordaos de los presos como si estuvieraís con ellos encarcdosela» (Heb 13, 3).

Hemos tenido muy presente el célebre Mensaje del Papa Juan Pablo II para el Jubileo en las cárceles: «Jesús es compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y los ritmos del corazón humano».

También hemos evocado las valiosas aportaciones del Papa Benedicto XVI en su Discurso durante nuestra audiencia privada recordándonos que somos «llamados a ser heraldos de la infinita compasión y del perdón de Dios».

Proclamamos que el ministerio penitenciario forma parte ineludible del ministerio pastoral de la Iglesia desde sus orígenes. Somos conscientes de que visitar y liberar a los presos (Mt 25, 36; Lc 4,18) es expresión del amor de Dios y clara manifestación de su propia esencia (Deus caritas est 25). Por consiguiente, declaramos:

1-. Que «el ser humano es el camino de la Iglesia» (Redemptor hominis 14; Centesimus annus 53) y su rostro evoca el rostro mismo de Cristo. Su dignidad inalienable y los derechos fundamentales que le son inherentes devienen de ser «imagen y semejanza» (Gn 1,26) de su divino Creador. Aún privado de libertad, por las razones que fueren, nada ensombrece esta imagen.

2-. Que en bastantes países no se garantizan los derechos humanos de las personas presas; tampoco se asegura su libertad religiosa y se obstaculiza a la Iglesia en la atención a las necesidades espirituales y materiales de las personas encarceladas. Muchas cárceles están superpobladas, se cometen abusos contra los encarcelados y no se satisfacen sus necesidades básicas. En numerosas legislaciones aún subsiste la pena de muerte y otras condenas desmesuradas incompatibles con la dignidad humana. Estas expresiones inhumanas de crueldad institucional deben de ser rectificadas. Exigimos la abolición de la pena de muerte, el fin de toda forma de tortura y la observancia de las Reglas y Normas de las Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la justicia penal.

3-. Que el vigente sistema de justicia criminal en muchos países fracasa en la satisfacción de las necesidades de la infancia en conflicto con la ley, así como de los grupos de población especialmente vulnerable como las personas con enfermedades mentales, drogodependientes, extranjeras o ancianas. Solicitamos que las leyes, los programas y los sistemas se pongan al servicio de la atención de las necesidades de estos colectivos.

4-. Que las leyes penales y de extranjería son abusivas. Nos identificamos con las palabras del Papa Juan Pablo II: «el mundo no necesita muros sino puentes» (16 de noviembre de 2003). Apostamos firmemente por una justicia que reconstruya, que proteja y que repare; una justicia que responsabilice a los infractores de sus hechos; una justicia que repare a las víctimas, tan frecuentemente ignoradas y olvidadas por el vigente sistema penal; una justicia que implique a la propia comunidad para facilitar el proceso de rehabilitación y, consiguientemente, reintegrar a la víctima y al infractor en su seno.

5-. Que reconocemos y agradecemos la destacable tarea del ministerio de la Pastoral Penitenciaria en muchos países del mundo que, a pesar de las limitaciones e innumerables dificultades, están haciendo de ella una auténtica Pastoral de justicia, libertad, misericordia, reconciliación y esperanza que visibiliza el amor de Dios. Ofreciendo ayuda espiritual, nutriendo la fe de las personas encarceladas con el Evangelio y los sacramentos de la Iglesia, respondiendo a necesidades materiales y prestando asistencia legal para salvaguardar sus derechos fundamentales están ayudando a convertir «el tiempo en prisión en tiempo de Dios».

6-. Que podríamos atender mejor a las necesidades de las personas privadas de libertad si fuésemos integrados formalmente en la estructura canónica de la Iglesia.

7-. Que somos conscientes de que «queda mucho por hacer» y de que todavía «nuestra conciencia no puede permanecer tranquila» (Mensaje Jubilar). Confiados en la bondad del Amor de Dios, capaz de «hacer nuevas todas las cosas» (Ap 21,5), encomendamos en sus manos a nuestros hermanos y hermanas encarcelados y todas nuestras aspiraciones. Sabemos bien que su paciencia nos acompaña y que amorosamente nos presiona para «descubrir el rostro de Cristo en cada preso». Con la ayuda de Dios, a ello seguiremos consagrando nuestros esfuerzos.

Cuando el mundo grita: No te conviertas! / Autor: Oscar Schmidt

Mucha gente, en algunos casos hasta con supuestas buenas intenciones, obra de freno a la conversión de quieres descubren de forma fulminante la necesidad de vivir para y por Dios. Y se escuchan argumentaciones que confunden y muchas veces frenan el camino del crecimiento espiritual. Hemos recogido algunas frases que deseamos compartir, a modo de advertencia y consuelo, a quienes luchan por sostenerse en el camino de la fe:

¿Porqué rezas tanto?. Con un poco es suficiente, eso no es normal.

Estás cambiado, tu vida es distinta. Ya no haces las cosas que hacías antes, nos has dejado solos, solo hablas de Dios, ¡eso no es normal!.

No hables así, casi nadie lo hace. Tendrás problemas en tu trabajo si tu jefe se da cuenta que piensas de ese modo, ¡eso no es normal!.

¿Por qué llevas medallas, tu Rosario y tu escapulario?. ¿No puedes pensar en las cosas en que piensa todo el mundo y actuar normal?.

¿Por qué estás tan preocupado por tu alma?. Dios es un papá bueno, nada malo nos puede pasar, solo debemos vivir.

¿Por qué hablas del demonio y del infierno?. ¡Dios no podría permitir la existencia de cosas tan espantosas!.

¿Cómo que ayunas?. ¡Debes cuidar más tu cuerpo!.

Tú no haces mal a nadie, ¿por qué te preocupas tanto de tu salvación?. ¡Que me quedaría a mi entonces!.

¿Por qué vas a Misa tan seguido y oras tanto?. ¿Estás acaso enfermo, te pasa algo malo?.

A ti que rezas tanto e igual te acosan los problemas, ¿no te protegen desde arriba?.

Oye, me da mucho miedo verte así, ¿Qué te pasa?. ¡Ya no eres el de antes!.

No te veo normal, tengo miedo que estés en algo raro, ¿con qué personas te estás reuniendo últimamente?.

Esta fuerza que trata de frenar la conversión, planteándola como algo anormal y ajeno a lo que la gente espera de uno, puede minar las mejores intenciones. Pero algo nos debe quedar en claro: en un mundo que se ha alejado totalmente de Dios, no hay cabida sencilla para vivir entregando la Voluntad al Creador. La existencia de dificultades es una evidencia clara que indica que el camino parece ser el correcto, y ello debe fortalecernos. Nada que se haga para la obra de Dios es fácil, siempre encuentra resistencias.

Cuanto más buenos los efectos salvíficos, más dificultades pondrá el mundo.

Cuanto el acoso amenace con tumbar tu brote de fe renovada, mírate en tu interior y observa: Oro, amo, imploro, pido perdón y me esfuerzo por hacer lo que Dios espera de mi, aunque muchas veces no esté seguro de estarlo haciendo realmente. Busco conocer a Dios, sobre Sus revelaciones, leo sobre los santos como modelo a seguir, gozo la Eucaristía como encuentro renovado en Cristo. Me beneficio del Sacramento de la Confesión.

Sin dudas puedo cometer errores, pero: ¿Acaso puede Dios no estar contento con mis esfuerzos?. No te dejes confundir, sigue adelante. Solo busca trabajar y orar. Ora y labora, las cosas del mundo no son importantes, son temporales y perecederas.

¡Solo Dios basta!

Rafael Oreste: el encuentro con Dios en la cárcel / Autor: Carlos González

La prisión puede ser un lugar frío e inhumano, pero también una prodigiosa escuela de oración, tal vez solo superable por la guerra o la pobreza extrema. Sí, realmente hay que reconocer que Dios se vuelca con ese tipo de ambientes, quizá porque allí está la gente que más necesita de su gracia: los ciegos, cojos y endemoniados del siglo XXI. Uno de los últimos casos de conversión entre rejas es el de Raúl Oreste, banquero de origen argentino condenado a nueve años de reclusión que, tras recibir periódicamente las visitas de un grupo de solidarios cristianos, ha decidido cambiar radicalmente su vida y orientarla cara a Dios. Sumido en un mar de soledad y sufrimiento después de que se dictara la condena y de que su mujer le abandonara, Raúl se replanteó toda su existencia. Ese ambiente tranquilo y silencioso, tan diferente del que nos encontramos a diario en la calle, le ayudó a preguntarse por las cosas verdaderamente importantes de la vida. Finalmente descubrió que todas las respuestas le llevaban a Dios, el único que había estado siempre a su lado durante ese camino de dolor.

«Si pudiera volver atrás y me dieran a elegir entre estar o no preso, no lo dudaría, porque aquí encontré a Cristo», afirma Raúl Oreste, ex banquero argentino condenado a 9 años de prisión por un delito contra la salud pública. Primero estuvo en Soto del Real y ahora en Aranjuez (España). Las rejas lo limitaron físicamente, pero encontró en su corazón la libertad de los Hijos de Dios. Los «culpables» han sido un grupo de carismáticos que visitan las cárceles llevando la alabanza y la alegría de Dios vivo y resucitado. Raúl oyó el canto «Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad», y decidió entrar atraído por aquella música que lo interpelaba. «Estaban cantando, te invitaban a dar el testimonio, comencé a hablar, a pedir perdón, reconocí mis errores y en ese instante sentí el Espíritu Santo», señala Raúl, conmovido aún por el recuerdo de aquél momento. «Ahora el Evangelio es mi hermano y la Palabra de Cristo resuena fuerte en mi Corazón. Doy palabras de aliento, evangelizo a mis compañeros de celda, atiendo a sus dudas sobre la fe», indica efusivamente. Un día se encontró con el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, cuando este celebró una Eucaristía en Soto del Real, y desde entonces mantienen una amistad por carta y personal cuando Raúl sale de permiso.

El argentino de cabello blanco mueve las manos intentando dar cauce a toda esa energía de quien se ha encontrado por la presencia del Resucitado: «Cristo me ilumina, pero esa luz no llega sola, me fue regalada del cielo, esa luz fue producto de los sufrimientos, llantos, desencuentros, peleas de patio, no poder comunicarme con mi interior», manifiesta con énfasis, «hasta que un día, como cabalgando en mis lágrimas, vi a Cristo, lo sentí, percibí su misericordia y vino, y no vi al Dios de la barba blanca ni ángeles con alas, ni escuché la voz de trueno. Simplemente, en un grito desesperado y en las cataratas de lágrimas, estaba el Señor, el Padre de amor, y ahí encontré un segundo nacimiento. Como un niño que va al encuentro de su madre abrí las puertas de mi alma».

Hoy Raúl es feliz, pero la plenitud que hoy llena su ser fue precedida por una etapa de tinieblas después de que un cáncer arrebatara de su lado a su esposa. Comenzó una vida de libertinaje. «No pude asumir la pérdida de mi amor profundo. Iba en busca de amor y encontraba tormento», cuenta. Una vez en España la policía lo detuvo en un hotel de Madrid cuando estaba de tránsito hacia Formentera, donde poseía un café-concert, una inmobiliaria y una galería de arte. «No importa si era culpable o inocente, ése fue el comienzo del pandemónium que llaman cárcel», explica. Lo condenaron por 9 años de los cuales ha cumplido ya 4. Pero ahora se plantea dar un salto más en su fe: seguir a Dios a través de la vida sacerdotal. «Si accedo al sacerdocio estaré logrando ayudar al prójimo. Lo que más quiero es pastorear, estoy intensificando mis estudios de Teología», asegura.

Sobre el giro que dio su vida, añade que «los caminos de Dios son inescrutables y marcan la vida del hombre; si uno logra transitarlos encuentra hasta el mismísimo amor». Raúl Oreste es también un escritor prolífico de poesías, cuentos y hasta de un libro que está por publicar con su testimonio de conversión. También participa activamente en la revista «El límite», que los propios presos elaboran gracias a que cuentan con ordenador, impresora y el material necesario. «El preso no está totalmente perdido, puede recuperarse», señala reflexivo. «Lo que le pediría a los grupos de la Iglesia que visitan las cárceles y a las Organizaciones No Gubernamentales es que podrían hacer más por los presos, especialmente paliar la soledad que se encuentran cuando salen. Dejas la última puerta y estás sólo, no tienes a nadie», se lamenta. «No hace falta decir que hay que desarrollar instrumentos para incorporar laboralmente a los presos y así no tengan que delinquir», declara.

Raúl pide a todos los cristianos oración por los presos pidiendo: Señor, ten misericordia de nosotros. También quiere que se rece por las víctimas, los funcionarios de las prisiones y por los familiares de los presos.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Los frutos permanecerán si escuchamos la Palabra de Dios convencidos de su poder sobre nuestras vidas / Autores: Conchi y Arturo

"En otros tiempos habló Dios a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas." Hebreos 1,1-2

Dios siempre habla. El problema está en nosotros. ¿Sabemos escucharle?. ¿Nos dejamos enseñar por Él? Hay que invitar a Jesús a nuestra casa interior, a nuestra intimidad, para que cuando escuchemos las Palabras del Evangelio o las Escrituras transformen nuestros corazones.

Cuando alguien nos dice que nos "ama" o nos "odia", aunque lo haga sin que nosotros prestemos mucha atención, sus frases producen en nuestro corazón reacciones muy distintas en ambos casos.

Con la Palabra de Dios, que es sagrada y se encarnó en Cristo, para mostrarnos la Voluntad de Dios Padre, sucede igual que con las humanas pero de una forma muy superior. Nosotros no sabremos como aplicar una palabra de Dios a nuestra vida. Sólo tendremos unas ideas geniales y haremos actos de buena voluntad pero el fruto no perdurará sino viene con poder del mismo Señor. Cada instante debemos invitar al Señor a nuestra emocionalidad, afectividad, intimidad, cotidianidad, para que vaya tomando posesión real de nuestro corazón. Si esto lo hacemos cuando escuchamos o leemos las Sagradas Escrituras, aunque nosotros no nos demos cuenta de manera inmediata, producirá un fruto en nuestra vida que perdurará para siempre. El Señor con nuestra invitación personal a transformarnos con su Palabra se convierte en el centro de nuestra vida, lo único que tiene valor.

“Yo dirijo tus pasos” (Proverbios 3:5-6). En nuestro matrimonio, cuando hemos vivido desconcertados por la situación laboral, familiar, social, el Señor nos ha mostrado que estábamos en sus manos. Hemos comprobado que sentirse débiles y cansados no supone ningún obstáculo para que Dios pueda dirigir nuestros pasos en su voluntad. Cuando dices: ”Es imposible...” Dios te dice: “Todo es posible” (Lucas 18:27) . Sólo debes escuchar y leer su Palabra y dejar que haga crecer su semilla en tu corazón.

Cuando dices: “Me siento muy solo...” Dios te dice: “No te dejaré, ni te desampararé” (Hebreos 13:5). La soledad es contraria al Amor de Dios. Debemos pedir la fe de mover las montañas, que es que el Espíritu Santo habite siempre en nuestro corazón actualizando segundo a segundo que Dios está con nosotros por que Él es nuestro Padre y se ocupa de toda nuestra vida. Sólo si recibimos esa gracia podremos llevar al Señor a los desolados del mundo, a los preferidos: Bienaventurados los pobres, los que lloran, los que sufren, los perseguidos. Sólo si la Palabra de Dios nos hace presentes a la Santísima Trinidad, podremos con nuestras Palabras dar Vida de Dios a quienes gimen en el mundo de dolor.

Una mujer joven de 27 años nos dijo una vez que prefería a Satanás antes que a Dios, por todos los problemas que había sufrido en la vida. Realmente su vida relacional por la falta de amor de todos los que le han rodeado ha sido muy difícil. Ella se ha interesado por todo tipo de rituales y eso le ha empeorado la cotidianidad laboral, familiar, emocional. Hoy sin embargo nos ha comentado que desea que su hija de 8 años haga la primera comunión. Cuando hemos hablado del Señor ante ella y con otras personas su actitud ha sido siempre de interrumpir el dialogo y desviarlas hacia chistes mundanos y conversaciones vanas. En dos meses las cosas han cambiado un poco.

Ella siempre estaba bien y se hacia la fuerte. Era partidaria del ojo por ojo diente por diente, porque es lo que ha vivido desde su nacimiento. Ella era la fuerte la que no necesitaba a nadie.
En las últimas dos semanas ha vivido una situación de mal trato sicológico muy dura. Ella quería solucionarlo, pero nosotros orábamos porque el problema podía acabar violentamente. Hoy se ha roto, a llorado, a dicho "Dios no puedo más". Hemos visto la gran violencia que tenía la persona que le provocaba la situación. Al final de esta tarde, cuando todo parecía que iba a degenerar en un problema gravísimo, quien tanto la ha hecho sufrir ha ido llorando a pedirle perdón. Ella estaba diciendo antes de esto que jamás podría perdonar ni quería perdonar a su verdugo.
Pero ella ha dicho "yo te perdono".

Sabemos que el problema no está del todo finiquitado porque es muy profundo. Sus palabras "Dios no puedo más" han sido la invitación para que el Padre del Cielo tomará el control de su situación. Mañana deberá levantarse y decir: “Yo no lo puedo hacer..y .” Dios le dirá: “Todo lo puedes hacer” (Filipenses 4:13) . Deberá repetir: “Yo no lo puedo perdonar...” y Dios le susurrará: “Yo le y te perdono” (1° Juan 1:9 – Romanos 8:1) .

Ella deberá romperse más veces y exclamar: “Tengo miedo...” para escuchar a Dios afirmando: “No temas, que yo estoy contigo” (Isaías 41:10). Ella está “ muy cansada” y Dios desea ardientemente que oiga su voz: “Yo te haré descansar” (Mateo 11:28-30). Muchas veces ha pensado en su interior: “Nadie me ama de verdad...” pero Dios cada día llama a su corazón clamando: “Yo te amo” (Juan 3:16 –Juan 13-34) . Ella no sabe que hacer de su vida: “No sé cómo seguir...” pero el Señor repite incansablemente: “Yo te enseñaré el camino” (Salmo 32:8). Esta ya preguntandose en alguna ocasión: “¿Qué camino me conduce a Dios...?"...La respuesta la deberá encontrarla al leer y escuchar la Palabra de Dios que actúe con poder en su vida. Pero eso está en manos de Dios que sigue sus pasos pese a su complicada vida.

Está situación es real, pero si nos fijamos no es muy distinta de la nuestra. Cuantos rompimientos, cuantas caídas, depresiones, desengaños....y al final cómo Pedro sólo podemos orar "¿A quién iríamos Señor?. Sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna. Danos esas Palabras para poder seguir caminando en nuestra vida hacia tu Amor que perdurará para siempre.

Dios no nos abandona / Enviado por Viviana Baigorria

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Soy feliz porque vivo. Siento latir mi corazón. Abro los ojos y puedo ver.

Siento el perfume de las flores y el sabor dulce de las frutas.

¿A quién le debo todo esto?¿Quién formó mi cuerpo y me dio este rostro?

¿Quién me dio la voz?

¿Quién hace que me duerma por las nochesy me despierte de mañana?"

¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría.

¡la tierra está llena de todo lo que has creado!" (Salmo 104: 24)

Todos los días tengo qué comer, vestidos que me abrigan,

un techo que me protege de la lluvia.

No tengo todo lo que desearía tener, pero tengo lo necesario para vivir.

Tengo manos con las que puedo hacer algo,

tengo una mente capaz de pensar, crear, investigar.

¿A quién le debo todo esto?¿Quién me da alimento y abrigo?

¿Quién me da la alegría que necesito para vivir? ¿Quién cuida de mí y me ama?

"Todos esperan de ti, Señor, que le des su comida a su tiempo.

Tú les das, y ellos recogen abres la mano, y se llenan de lo mejor." (Salmo 104:27-28)

El pan alimenta mi cuerpo,pero necesito algo más:

ánimo de vivir, darle un sentido a mi existencia,

tener un objetivo y reconocer un camino.

Necesito de alguien que me acompañe,

que me consuele en mi tristeza y debilidad,

que me acepta como soy, que me conoce.

¿Quién me da el apoyo que necesito?¿Quién me muestra el camino que pueda recorrer?

¿Quién me guía con Su Palabra, que me corrige con cuidado para que no pierda el rumbo?

No podré evitar pasar por situaciones difíciles.

A veces siento gran tristeza, a veces mi vida es vulnerable y frágil:

a causa de enfermedades, a causa de personas violentas,a causa de la muerte.

¿Cómo conservar la alegría y la esperanza?

Dios no nos abandona.

Por eso podemos cantar con alegría,

podemos alabar a Dios, porque nos dio la vida,

porque la cuida en sus manos de Padre.

"Mientras yo exista y tenga vida, cantaré himnos al Señor mi Dios.

Quiera el Señor agradarsede mis pensamientos, pues sólo en Él encuentro mi alegría." (Salmo 104: 33-34)

Acción de gracias / Enviada por Vivy



















No tengo todo lo que quiero, pero le doy gracias a Dios por lo que tengo. El salario apenas me alcanza para pagar las cuentas, pero gracias a Dios que por lo menos tengo un trabajo humilde para ganar el sustento.


Los problemas se me han venido multiplicando como si fueran mágicos, pero gracias a Dios tengo paciencia y fortaleza para sobrellevarlos.


A veces creo que no podré seguir adelante con tanto conflicto, pero le doy gracias a Dios porque cada mañana siento dentro de mi corazón que sí puedo.


Los años han ido pasando rápidamente, mi piel esta un poco arrugada, y mis cabellos se están poniendo blancos, pero le doy gracias a Dios por la alegría que siento de vivir.


Cada día le doy gracias a Dios por los conflictos que pude resolver, por los

problemas que pude superar, por la enfermedad que pude soportar, por el odio que se transformó en amor, por la soledad que pude sobrellevar.
Cada día lo bendigo por haberme enseñado a decir gracias.

Oración:

Muy frecuentemente se me olvida Señor, que poseo una infinidad de gracias, dones y talentos que me hacen la criatura mas feliz de la tierra.

Se me olvida agradecerte por el bien que me has hecho y acabo enojado por lo que no poseo.
Señor concédeme un corazón más agradecido y menos quejumbroso.

Moraleja:


Revisa tu vida. Puedes darte cuenta de las bendiciones. ...

sábado, 22 de septiembre de 2007

Oración a María para devenir discípulo y apóstol guiado por Ella / Autor: Padre Alain Bandelier


María, Madre de Cristo y madre de la Iglesia,

Yo acojo en mi corazón la palabra del Señor:

«He aquí a tu Madre»;

Sí, yo quiero ser tu hijo en todo.

Para pertenecer totalmente a Cristo, mi Señor.

Tú conoces mis temores y mis sueños,

mis penas y mis alegrías, mis límites y mis alcances,

el peso del pecado y también el canto de la gracia en cada uno de mis días.

Todo ello quiero ponerlo entre tus manos, totalmente,

para que ya no sea yo quien viva

sino tu Hijo quien viva en mí.

Oh María, sierva del Señor, Reina de la luz y de la paz;

Hoy me entrego sin reservas al Espíritu de Jesús

consagrándome a tu Corazón Inmaculado.

Conduce mis pasos por el camino

donde pueda seguir a Cristo muy de cerca;

pon en mis labios las palabras que serán eco del Evangelio;

Abre mis manos a la parte de acción y pasión

que me unirá al trabajo del Señor y de su Iglesia,

y ante todo haz crecer en mí y en todos mis hermanos

este amor puro, este amor fuerte, este amor eterno

que ha hecho de ti la llena de gracias

y que quiere hacer de todos tus hijos

un solo Corazón contigo,

para mayor gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El Angelus / Autor: P. Ángel Peña Benito O.A.R.

El Ángelus es una oración en honor de María, que comienza: El ángel (angelus) del Señor anunció a María... Se rezan tres avemarías tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer. Esta devoción comenzó en la Edad Media. Al atardecer, se tocaba la campana en los conventos e iglesias para indicar a todos el fin del trabajo del día; y, en esos momentos del toque de la campana, se rezaba tres avemarías para saludar a María, recordando la Encarnación de Jesús. Ya en 1269, en el Capítulo General de los franciscanos, presidido por san Buenaventura, se ordena a los religiosos a animar a los fieles a recitar tres avemarías al triple toque de la campana por las tardes, al terminar el trabajo diario.
Hacia fines del siglo XIII, en varios lugares, se acostumbraba ya a tocar la campana por la mañana para indicar el comienzo del trabajo; y también comenzó así la costumbre de rezar tres avemarías por la mañana, como se hacía por la tarde, en honor de María, conocida como estrella de la mañana.Hacia fines del siglo XV, ya se había extendido la costumbre, en algunos lugares, de tocar la campana también al mediodía de los viernes para recordar la pasión del Señor. El Papa Calixto III ordenó tocar la campana todos los días al mediodía, al igual que en la mañana y en la tarde, y rezar un padrenuestro y tres avemarías, pidiendo a Dios ayuda para la defensa de la cristiandad, amenazada por los turcos. Y los Papas desde el siglo XVI, apoyaron esta devoción, concediendo indulgencias. El Papa Alejandro VI, en 1500, ordenó que esta costumbre del Ángelus se extendiera por todo la Iglesia.

Los santos han practicado esta devoción y siempre la han recomendado por ser una muestra de amor a María, la madre querida, que siempre nos ama y protege. Actualmente, se ha perdido esta costumbre en muchos lugares. Ya no se toca la campana en las ciudades y tampoco en muchos pueblos. Por eso, sería recomendable retomar estas buenas costumbres de nuestros mayores, porque todo lo que signifique amor a María no quedará sin recompensa y ella, como buena madre, velará por nosotros en nuestras necesidades.

Como experiencia personal, puedo decir que, cuando estaba de párroco en Arequipa, grabé con mi voz el rezo del Ángelus y todos los días lo ponía al comenzar el día, al mediodía y al atardecer para que todos lo oyeran a través de los altoparlantes (altavoces). De esto ya han pasado veinte años y todavía se sigue oyendo todos los días el Ángelus con mi grabación. ¿Cuántas bendiciones Dios habrá dado a mis feligreses a través de esa grabación? Sólo Él lo sabe, nosotros sólo debemos poner de nuestra parte todo lo que podamos para alabar a Dios por medio de María.El rezo del Angelus es como sigue:

P. El ángel del Señor anunció a María.

R/ Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

(Ave María)

P. He aquí la esclava del Señor.

R/ Hágase en mí según tu palabra.

P. El Hijo de Dios (el Verbo) se hizo carne.

R/ Y habitó entre nosotros..

P. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

R/ Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

A pesar del dolor...soy Su esclava / Autor: José Martín Descalzo

Ahora sé que elegí bien la palabra: «Esclava, esclava». Pude decir sencillamente: «Dile que sí, que estoy de acuerdo». O responder: «El sabe que estoy a sus órdenes». O preguntar: «¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?» Pero dije: «He aquí la esclava», sin comprender hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá. Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña, en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura?
Todas las madres dicen: «Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tu crees saber hasta la más mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti. Pero tú… Es como si hubiera engendrado un gigante, parido una montaña, albergado dentro todas las cordilleras del universo entero. Siempre supe que me desbordarías. Cada vez que en tu vida quise descender al fondo de tus ojos entendí que me perdía por los vericuetos de tu alma. Tú eras, desde luego, un hombre. Yo lo sabía como nadie. Pero también más, también un vértigo a cuya orilla yo no podía ni asomarme.

Crecías, crecías, como si tuvieras que vivir muchos años dentro de cada uno de los tuyos, como si te sobrase alma y la pobre piel que la ceñía fuera a estallar en cada hora. Y Yo, cuando te abrazaba ¿cómo podía abrazarte? Me dolías de tanto como te olía el alma a vida y a muerte. Que vendría el dolor, lo supe siempre. Bien me lo dijo Simeón antes de que Tú aprendieses a andar. Pero que el dolor fuese esto, no pude ni sospecharlo: oír el gotear de tu sangre, de «Nuestra» sangre, cayendo sobre el silencio de esta hora, sonando cada gota con más crueldad que los mismos martillazos.

Se clava en mí el retumbar de cada gota, como un clavo que me penetra dentro, dentro, dentro, más dentro, allí donde el alma está en carne viva. ¡Ah, tus manos! Yo las vi gordezuelas, buscando mi pecho, enredando en mi pelo, besadas, mordisqueadas por mí, rubias de trigo nuevo, tendidas para acariciar mi rostro, partiendo el pan por mí amasado. ¿Y estaba preparándolas yo para ese hermano clavo que acabaría poseyéndolas, destrozándolas, desgarrándolas como abrías Tú el pan? Hijo, hijo, perdóname, perdóname por seguir viva cuando Tú estás muriendo, Perdóname por no saber decirte nada en esta hora, por no saber ni orar, por tener el alma como el desierto de los desiertos, por no saber ni estar contigo, por no tener en esta hora otro oficio que el de estar cansada y decirte: hijo, hijo, hijo. He entrado en el túnel de Dios. Y está oscuro. A los dos nos ha abandonado. Y ni siquiera nos ha abandonado juntos.

Encerrado cada uno en su abandono como en un «bunker» de piedra, en dos vacíos gemelos pero separados. Conocía la noche de la fe, pero nunca creí que fuera tan profunda. Ni una sola ventana con luz en el alma. Sólo creer, creer, apretar los puños del alma, esperar, agarrarte a los barrotes de tu cárcel, entrar en las entrañas de la oscuridad. Sin ángeles, sin voces de lo alto. Sólo la noche y el seguir escuchando el golpear feroz de los martillazos como látigos. Y el galopar de la muerte que se acerca. Y ojalá fueran, al menos, dos muertes las que se acercan. «Dios te salve, María, dijo el ángel. ¿Salvarme? ¿No es acaso ahora cuando tendría que salvarme y salvarte? ¿Llena de gracia quería decir llena de dolor y de muertes? ¿La gracia es esta espada que nos pulveriza? Gabriel, Gabriel, ¿dónde te has metido? Y si al menos ahora viviera José… Ah, José, amor mío, ¡qué daría yo ahora por tenerte junto a mí y reclinar mi cabeza en tu hombro! En la noche no hay nada. Sólo la noche. Y la certeza de que el sol vendrá mañana. Pero, ¿cuántos siglos faltan para mañana? Dímelo, hijo, respóndeme: ¿Es que siempre hay que salvar con sangre? ¿tan hondos son los pecados de los hombres que sólo pueden borrarse con manos y frente desgarradas?

Yo acaricié tantas veces tu frente cuando, de niño, tenías fiebre. Pero las espinas, no, nunca pude imaginarlas. Salíamos al campo, corrías, jugabas con las zarzas. «No vayas a pincharte» Y reías, reías. Yo te veía crecer siempre con miedo. Ah, poder encerrarte para siempre en la infancia, retenerte, disfrutarte. ¿Por qué crecen los hombres, a dónde van, qué prisa tienen? ¿Qué les lleva a la muerte? ¿Una misión será más fuerte que la vida? Tu corazón estuvo siempre tirado, arrastrado por invisibles caballos, como por un hilo que te sujetara desde la eternidad. Tenías que salvar. Como si todas las otras vidas fuesen más importantes que la tuya. Te veo yéndote, como si fuera un pecado cada hora dedicada a ser feliz. «Si el grano no muere, es infecundo», decías. Y tenías que subirte a la cruz, como un suicida, como un amante, enterrándote, sin que entendieran tu entrega ni tus propios apóstoles. Esos pobres que han acabado fallándote. ¿Es que no lo supiste desde siempre? Veo el rostro de Judas, ese muchacho asustado que parecía temblar cada vez que oía la palabra «amor». Me habría gustado ser su madre. Tal vez, entonces… Cuánto le quise y le temí. Escuchaba tus palabras no como quien las bebe, sino como quien las cuenta, como quien las numera con el alma retorcida. Y ahora, ¿dónde está? ¿dónde estás, Judas, hermano mío, hijo mío? Tu aullido es la gran sombra de esta tarde, un viento helado, una noche de invierno, una sed imposible. Hiel y vinagre suben por mi boca. Y Tú, pequeño mío, ¿por qué agitas ahora la cabeza? ¿qué nube de murciélagos quieres espantar de tu mente?

No, no tengas miedo: el Padre tiene que estar orgulloso de ti, como ,o está tu madre. Has cumplido, has cumplido y El lo sabe, aunque esconda su rostro. Yo sé y Él sabe que has sido un valiente, digno de ser lo que eres: mi hijo y mi Dios. Ese Dios diminuto cuyo cuerpo lavé yo tantas veces, cuyas manos creadoras y pequeñitas cabían en las mías. Me quedaba mirándote y pensando: No es posible, no es posible que «esto» sea Dios; y tu boquita me hacía daño al mamar. Ea, ea, mi Dios. Aquella leche iba volviéndose sangre de Dios, la misma que ahora derramas. ¡Pero dejadle morir al menos! Muere por vosotros, ¿no lo entendéis? Un hombre puede ser redimido mientras se carcajea de su Redentor. La Humanidad es ciega. Ceguera. Un océano de ceguera nos rodea. ¡Si al menos supieran a Quien están matando! Tú jugabas a mi lado como los demás niños. Y nadie sospechaba. Como ahora. Si hubieran sabido con Quien jugaron, a Quien crucifican, morirían de espanto. Mejor que ni siquiera lo imaginen, pobres, pobres hombres.

Pero yo no puedo permitirme el lujo de estar ciega. Yo sé. Yo mido el volcán sobre el que caminamos, el vértigo de Dios, la página que gira el Universo. ¿Te duele, niño mío? ¡Ah, si al menos volvieras hacia mí esos tus ojos misericordiosos! Pero lo entiendo: ahora estás redimiendo. ¿Qué tiempo podría sobrarte para sentimentalismos? No, no tengo yo derecho a robar a los hombres ni una sola esquirla de tu muerte. Aunque también mueres por mí. También yo necesito de su sangre. Me redimes con la que te presté. ¿Y ahora? ¿No es demasiado, hijo, lo que me estás pidiendo? ¿Habiendo sido madre tuya, cómo podría serlo de tus asesinos? Pero si fui esclava una vez, seguiré siéndolo. Que entren, que entren en mi seno. Se ha desgarrado tanto en esta hora, que ya me caben todos. Y Tú, descansa hijo. Deja caer de una vez tu cabeza. Y descansa en la muerte. Ella no te hará daño. No podrá vencerte. Cruzará por tus venas, triturará tu sangre, pero Tú tienes tanta vida en ti que ella no durará mucho sobre tus dominios y se irá, derrotada, asombrada de haber podido estar alguna vez sobre su Dios. Y yo cuidaré tu cuerpo. Iré quitándole una a una las espinas, besándote las llagas, cerrando tus ojos, aunque al hacerlo el universo se oscurezca. ¡Ah, si pudiera volver a llevarte dentro, ah, si pudiera parirte otra vez y no sólo tenerte derrumbado sobre mis pobres brazos! Descansa, hijo. Y vuelve, vuelve pronto. Y si puedes, regresa con todas tus heridas, para que ni yo ni nadie lo olvidemos, tanto amor, tanto amor. Vuelve con todas tus sangrientas condecoraciones, hermano nuestro, hijo mío, mi Dios.

Los dos burritos / Autor: Mamerto Menapace












Erase una vez una madre - así comienza esta historia encontrada en un viejo libro de vida de monjes, y escrita en los primeros siglos de la Iglesia -. Erase una vez una madre - digo - que estaba muy apesadumbrada, porque sus dos hijos se habían desviado del camino en que ella los había educado. Mal aconsejados por sus maestros de retórica, habían abandonado la fe católica adhiriéndose a la herejía, y además se estaban entregando a una vida licenciosa desbarrancándose cada día más por la pendiente del vicio.

Y bien. Esta madre fue un día a desahogar su congoja con un santo eremita que vivía en el desierto de la Tebaida. Era este un santo monje, de los de antes, que se había ido al desierto a fin de estar en la presencia de Dios purificando su corazón con el ayuno y la oración. A él acudían cuantos se sentían atormentados por la vida o los demonios difíciles de expulsar.

Fue así que esta madre de nuestra historia se encontró con el santo monje en su ermita, y le abrió el corazón contándole toda su congoja. Su esposo había muerto cuando sus hijos eran aún pequeños, y ella había tenido que dedicar toda la vida a su cuidado. Había puesto todo su empeño en recordarles permanentemente la figura del padre ausente, a fin de que los pequeños tuvieran una imagen que imitar y una motivación para seguir su ejemplo. Pero , hete aquí, que ahora, ya adolescentes, se habían dejado influir por las doctrinas de maestros que no seguían el buen camino y enseñaban a no seguirlo. Y ella sentía que todo el esfuerzo de su vida se estaba inutilizando. ¿Qué hacer? Retirar a sus hijos de la escuela, era exponerlos a que suspendidos sus estudios, terminaran por sumergirse aún más en los vicios por dedicarse al ocio y vagancia del teatro al circo.

Lo peor de la situación era que ella misma ya no sabía qué actitud tomar respecto a sus convicciones religiosas y personales. Porque si éstas no habían servido para mantener a sus propios hijos en la buena senda, quizá fueran indicio de que estaba equivocada también ella. En fin, al dolor se sumaba la duda y el desconcierto, no sabiendo qué sentido podría tener ya el continuar siendo fiel al recuerdo de su esposo difunto.

Todo esto y muchas otras cosas contó la mujer al santo eremita, que la escuchó en silencio y con cariño. Cuando terminó su exposición, el monje continuó en silencio mirándola. Finalmente se levantó de su asiento y la invitó a que juntos se acercaran a la ventana. Daba esta hacia la falda de la colina donde solamente se veía un arbusto, y atada a su tronco una burra con sus dos burritos mellizos.

-¿Qué ves? - le preguntó a la mujer quien respondió:

-Veo una burra atada al tronco del arbusto y a sus dos burritos que retozan a su alrededor sueltos. A veces vienen y maman un poquito, y luego se alejan corriendo por detrás de la colina donde parecen perderse, para aparecer enseguida cerca de su burra madre. Y esto lo han venido haciendo desde que llegué aquí. Los miraba sin ver mientras te hablaba.

-Has visto bien - le respondió el ermitaño-. Aprende de la burra. Ella permanece atada y tranquila. Deja que sus burritos retocen y se vayan. Pero su presencia allí es un continuo punto de referencia para ellos, que permanentemente retornan a su lado. Si ella se desatara para querer seguirlos, probablemente se perderían los tres en el desierto. Tu fidelidad es el mejor método para que tus hijos puedan reencontrar el buen camino cuando se den cuenta de que están extraviados.

Sé fiel y conservarás tu paz, aun en la soledad y el dolor. Diciendo esto la bendijo, y la mujer retornó a su casa con la paz en su corazón adolorido.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Los ojos fijos en Jesús abrirán las rejas de nuestras cárceles / Autores: Conchi y Arturo


"El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." >(Lucas 4, 18-21)

Jamás evangelizaremos adecuadamente si no mantenemos los ojos fijos en Jesús que nos revela la Voluntad de Dios. Tampoco seremos efectivos sino recibimos la gracia de la unción del Espíritu Santo para que los ojos de los que nos escuchan se fijen en Jesús y en la voluntad del Padre del Cielo.

Las palabras "esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy" va dirigida a nosotros. Hoy podemos liberarnos de nuestros cautiverios, de la ceguera humana y espiritual y de toda opresión. Además somos invitados a proclamar siempre que esto puede cumplirse en los demás hoy mismo. El tiempo de la gracia de Dios es perpetuo.

Claro que nos pasará como a Jesús. El discípulo es como el maestro. Quizás pocos optarán por acoger la Palabra de Dios proclamada por nosotros y digan "pero no es este aquél que siempre estaba nervioso...". "No es el hijo, la esposa, la religiosa o el sacerdote que le costaba tanto ser coherente..." Seguramente, sin duda nosotros también lo pensamos de aquellos que desean vernos libres como hijos de Dios creados para Amar.

La Virgen de la Merced es la patrona de los prisioneros. Cada vez se construyen más cárceles y se realizan menos tareas de reinserción por parte de las administraciones competentes en el mundo. Ser voluntario de prisiones y además hacerlo en nombre de la Iglesia y de Jesús el Señor, no es fácil en ninguna parte del mundo, ni tan siquiera en occidente donde aparentemente parece que todo funciona. La seguridad prevalece por encima de las personas.

No obstante nosotros que hemos sido voluntarios en cárceles sólo para escuchar, acompañar y llevar la Palabra de Dios a los presos sabemos que quienes han hecho o hacen esta tarea son enseñados cada día por Dios. A la cárcel sólo se puede entrar abandonado en la Providencia del Altísimo, buscando a la oveja perdida que quiera ser llevada en los brazos de Jesús para ser curada por el Amor de Dios Padre.

El Señor enseña en las prisiones a sólo mantener los ojos fijos en Él, a proclamar Palabras de Vida a quienes sólo las han escuchado de rechazo y de acusación. Pero todos estamos cautivos y la evangelización puesta en manos de Dios en las prisiones es la que debemos aprender a hacer en nuestras parroquias y fuera de ellas. Estamos muy acomodados explicando doctrina y catequesis, pero no profundizando comunitariamente en el camino de devolvernos la libertad y la vista unos a otros.

Muy frecuentemente nos sentimos maestros y no discípulos. Jesús nos advirtió que sólo hay un Maestro, Él mismo, de quien debemos aprender cada día contemplándolo y escuchándolo en quien nos pone a nuestro lado.El Cardenal Carlo M. Martini
nos habla en este mismo blog sobre el perfil del evangelizador. Dar testimonio de Dios en el trabajo, en la familia, en los ambientes no católicos es ser evangelizador.

Hemos visto a violadores ser violados en las propias prisiones. No deseaban algunos que nos acercáramos a ellos. Con los años se han ido abriendo y contando las terribles historias de su vida. Nos acordamos de uno que violaba drogado a sus victimas cerca de su casa a pleno día. Él nos contó que su padre y su madre eran alcohólicos. Su padre murió estando en la cárcel. Entonces nos explicó como por causa del alcohol y de los pocos medios económicos de la familia su padre lo ataba con cadenas al suelo y le pegaba con correas. También lo sacaba a pasear por la calle como un perro atado con una cadena alrededor del cuello. Esto no lo había contado nunca a ningún profesional social o de la salud de instituciones penitenciarias. A día de hoy, gracias a Dios no nos consta que haya reincido en los delitos de violación. Desde los 16 años había estado en la cárcel y nosotros lo conocimos a los 32.

¿Cuántas veces violamos la intimidad de las personas calumniandolas y criticándolas?. ¿Cuántas veces se violan cada día el derecho a la comida, a la salud y a la vida de miles de millones de personas en el mundo?. Podríamos seguir pero estas son nuestras cárceles y las que sometemos a los demás. Nuestra codicia y egoísmo nos hacen pecar continuamente o hacer el mal. Lo que ocurre que nuestros delitos están socializados. Frases como "esto es lo que hay", o "yo no puedo hacer nada, no tengo ningún poder" son mecanismos de autodefensa que nos mantienes prisioneros del espíritu del mundo. Tenemos la Palabra de Dios para iluminar a nuestro alrededor, para cortar cadenas, para liberar, para instaurar el Reino de Dios. Sólo debemos señalar como Juan el Bautista hacia Jesús: "Este es el Cordero de Dios".

Hemos visto en las prisiones empleados de banca de pueblo de toda la vida llorar de dolor, de impotencia, de vergüenza por haber engañado durante años a clientes y que darse dinero. Sus esposas y sus hijos han vivido la situación destrozados. Familias rotas sólo por el deseo de tener a cualquier precio. Hoy, en Europa se esta implantando como método en las empresas, no recurrir a las masivas regulaciones de empleo para despedir a sus empleados. Se han dado cuenta que les cuesta menos dinero ir despidiendo persona a persona. Cuando echan a un trabajador los demás se han acostumbrado a no decir nada o a pensar "algo habrá hecho. Yo no puedo hacer nada". Lo que no se reflexiona es en sí realmente ese despido es justo o es una táctica de división para sembrar el miedo y hacernos complices del engaño. No nos damos cuenta que luego nos tocará a nosotros.

Es más, la gestión de recursos laborales se ha convertido en una subasta pública con sueldos a la baja. Casi subliminalmente las empresas mandan el mensaje de si "tú no trabajas por este misero sueldo lo hará otro y más ahora que hay tanta inmigración". Hemos sido atrapados por el tener para ser considerados
social, familiar y humanamente. Esa es una gran cárcel, una tela de araña de la cual sólo Dios puede rescatarnos. Jesús sólo tenía la Palabra del Padre y la pronunciaba por donde pasaba. "El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza". Jesús no se quedó nunca instalado siempre se cansó hasta la extenuación para hacer la Voluntad de su Padre.

Por no tener no fue ni tan siquiera bien acogido en su pueblo donde después de proclamar el año de gracia del Señor lo quisieron apedrear y tirarlo montaña abajo. Él pasó por el medio mirándolos con misericordia y se marcho a seguir su misión. Una de las promesas de Jesús es que seremos perseguidos por causa de su nombre como Él lo fue. Sólo superaremos esas persecuciones si mantenemos los ojos fijos en Cristo.

Señor Jesucristo, haznos libres cada día. Rompe todas nuestras cadenas. Haz que Tu Espíritu Santo venga sobre nosotros para proclamar la Palabra de Dios, la Voluntad del Padre. Devuelvenos la visión de la Verdad cada instante que nos ceguemos. Envianos a devolver la vista a los ciegos y la libertad a los cautivos.
Cristo queremos ser realmente tus hermanos que no desean tener sino ser sobre todo Hijos de Dios llenos de su Amor para los demás.

La comunidad cristiana en las Cartas de San Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz castro CM

COMUNIDAD CRISTIANA: Nos encontramos con Comunidades formadas por gente sencilla, pobre, algunas de estas comunidades son carismáticas (Corintio, Galacia), la mayoría de ellas participan de la Eucaristía. Pablo la define como el cuerpo místico: Algunos actúan como las manos de Jesús (Catequistas, servicio a los pobres), otros como pies (Misioneros), la cabeza es Cristo y el corazón es el amor de Dios que hace moverlo todo.

En esta Comunidad no tiene que haber discriminaciones, ya que todos somos iguales delante de Cristo Jesús. Tú como cristiano eres una parte de ese cuerpo y estás llamado a hacer activar el don de ser profeta que el Espíritu te dio en el bautismo para ser luz para los demás y anunciar a Cristo en los ambientes que desarrollas tu vida dando un testimonio de vida.

LA MISIÓN DE GALACIA Y EL SECTARISMO

1. INTRODUCCIÓN: Me ha parecido oportuno de los múltiples viajes misionales de Pablo en centralizarme en la Misión a los Gálatas, motivado por un paludismo y los Gálatas en lugar en lugar de despreciarlo lo acogen como si fuera un ángel o mensajero de Dios. También aborda un tipo de Comunidad Cristiana que observamos en los países de Misión que los seglares llamados “Catequistas” en África, “Delegados de la Palabra” en Latinoamérica, o “Laicos en Misión Pastoral” tal como se ha comenzado a denominar en Catalunya son los responsables de animar a la Comunidad Cristiana.

Estamos hablando de “macroparroquias” y el presbítero va de gira por las diferentes Comunidades para celebrar la Eucaristía y administrar otros Sacramentos, reavivando la fe de estos cristianos

2. LA MISIÓN DE GALACIA: Los gálatas evangelizados por Pablo durante su segundo viaje misionero, hacia el año 50, eran descendientes de los celtas o galos, un pueblo extremadamente belicoso que en el siglo III a. C. se había instalado en la meseta central de Asia Menor. La estadía de Pablo en Galacia se prolongó por algunos meses, debido a una enfermedad que lo obligó a permanecer allí hasta su curación (4,13-15). Fuera de esto, no conocemos otros detalles sobre la actividad del Apóstol en esa región y sobre las Iglesias allí fundadas.

Las circunstancias que motivaron la intervención de Pablo están suficientemente expresadas en la Carta. Las comunidades de Galacia habían sido perturbadas por algunos predicadores cristianos venidos de Jerusalén. Estos, erróneamente, se consideraban respaldados por Santiago, «el hermano del Señor» (1,19), que era una de las «columnas de la Iglesia» junto con Pedro y Juan (2,9)

Según ellos, los fieles convertidos del paganismo debían someterse a la Ley de Moisés y a la práctica de la circuncisión, para llegar a ser verdaderos hijos de Abraham y herederos de las promesas divinas. Al mismo tiempo, trataban de desacreditar la persona y la autoridad apostólica de Pablo, mostrándolo en desacuerdo con los demás Apóstoles. La crisis provocada por estos «judaizantes» en Galacia es una de las expresiones típicas de la dificultad que tuvo la Iglesia para desvincularse cada vez más del Judaísmo y adquirir su fisonomía propia.

3. LAS COMUNIDADES CRISTIANAS DE GALACIA:

Una comunidad viva

Ese impacto personal tan profundo en la vida de Pablo hará todavía más dramática la crisis de Galacia, que nos documenta la carta correspondiente

Varias «Iglesias»

Sobre todo si se trataba de una comunidad viva y fuerte, como nos demuestran algunos indicios. Entre otros, que se formaron varias comunidades: «las Iglesias de Galacia» (Ga 1,2 y 1Cor 16,1). Los gálatas no son «cuatro gatos», que Pablo ha convertido -como quien dice- desde la cama, sino que han llegado a formar distintas Comunidades Cristianas. Pablo debió de estar allí más tiempo del que nos imaginamos y debió de dejar algún continuador de su obra, responsable de la extensión del cristianismo en las ciudades del entorno.

Si ese hombre fue Tito nos explicaremos mejor algunas cosas:

- Que sea nombrado en la Carta a Gálatas (2,1.3) Y en la Segunda a los Corintios (2,13; 7,6.13s; 8,6.16.23; 12,18), pero no en las cartas anteriores (las dos a los Tesalonicenses y la Primera a los Corintios): podría haber quedado en Galacia hasta la crisis, para después no volver;

- Si Tito es quien ha traído la noticia de la crisis y después no vuelve a Galacia, ni a llevarles la carta, comprenderemos que en la salutación de Gálatas no se citen otros nombres (como se hace en las cartas a los Tesalonicenses y a los Corintios) sino que se diga simplemente: «y todos los hermanos que están conmigo» (Ga 1,2);

- El nombre de Tito aparece sólo en las dos cartas más estridentes de Pablo (Gálatas y Segunda Corintios), que responden a dos grandes crisis.

- Según Ga 2,1-5, Tito acompañó a Pablo en el viaje que hizo a Jerusalén para someter el evangelio que anunciaba entre los paganos a la consideración de Pedro, Juan y Santiago, los cuales no exigieron que Tito fuese circuncidado, ya que sabemos que es un pagano convertido al Cristianismo y tal vez por el mismo Pablo. Por lo que nos dice 2Co 7,6-16; 8,6; 12,17-18, Tito debía ser un hombre emprendedor y con capacidad reconciliadora.

Lucas, en los Hechos, hace lo posible por hacer olvidar las estridencias de Pablo: no habla ni de la evangelización de Galacia ni de los momentos conflictivos que se mencionan en Segunda Corintios. Quizás por eso mismo ni siquiera menciona la figura de Tito.

Comunidades carismáticas

Volviendo a las Iglesias de Galacia, tenemos otro indicio de vitalidad: los tiempos presentes en Ga 3,5. Después de haber dicho (v. 2) que «recibieron» el Espíritu por haber "escuchado» la fe, les dice: “El que os está otorgando el Espíritu y está realizando milagros entre vosotros, ¿lo hace por causa de las obras de la Ley o por causa de la fe que habéis escuchado?”

Otro tiempo presente, en 4,6: “Porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual grita: «Abbá, Padre»”

Parece claro que los cristianos tenían sus propias reuniones, en las cuales experimentaban aquellos dones del Espíritu.

Llevadas por laicos en misión pastoral

Todo eso, si no queremos atribuirlo a un milagro continuado, nos hará pensar en la presencia de unos líderes, que instruían a aquellas comunidades (¡se les presuponen buenos conocimientos de historia sagrada!) y las acompañaban en su crecimiento.

En cuanto a la forma de aquella enseñanza, Gálatas usa dos términos que han pasado a la posteridad: «catequista» y «catecúmeno», dos derivados de la palabra griega êkhô) «eco»: el maestro pronuncia unas palabras y el discípulo las va repitiendo hasta que las aprende. Con todo, la relación entre uno y otro debió de ser más profunda: “Que el catequizado comparta toda clase de bienes con aquel que lo catequiza en la palabra” (Ga 6,6).

Es decir: que el catequizado no sólo tiene que preocuparse de la manutención de aquel que lo catequiza (recordemos que Pablo, personalmente, renunciaba a ello), sino que le tiene que contar sus alegrías y sus penas.

4. LOS LAICOS EN MISIÓN PASTORAL: Monseñor Luís Martínez Sistach en su carta dirigida a toda la diócesis de Tarragona el 18 de Abril del 2001 titulada: “Reorganització de la Diòcesi davant de la disminució de preveres” escribió: “En referencia al don profético que se recibe en el bautismo, los laicos pueden realizar el servicio de la catequesis, puede recibir el nombramiento de enseñar ciencias sagradas, pueden ser llamados para cooperar con el obispo y los presbíteros en el ministerio de la Palabra, ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, pueden ser enviados a una tarea misional […] Con relación al Don sacerdotal, los laicos pueden recibir los ministerios de lector y acolitado; puede administrar el bautismo un laico catequista [delegado de la Palabra] u otro designado por el obispo, si está ausente o impedido el ministro ordinario, pueden ser ministros extraordinarios de la Eucaristía, ser delegados para matrimonios, allá donde no haya ni presbíteros ni diáconos, previo el voto favorable de la Conferencia Episcopal y la licencia de la Santa Sede” . Estos ministerios que se desprende del don sacerdotal, son tareas de suplencia que realizan los laicos.

Mons. Luís prosigue: “En referencia a aquella primera categoría de las tareas intraeclesiales propias de los laicos, es necesario que el campo sea muy amplio para todos los ámbitos, pero especialmente en el parroquial y en el arciprestal. Será innumerable la lista de participación que está haciendo el laico en el Seno de la Iglesia colaborando con los sacerdotes y diáconos. Como afirma Pere Tena: ‘la capacidad de colaborar con el ministerio jerárquico viene de la misma condición sacramental del cristiano, será tan amplia como lo pidan las necesidades de la vida cristiana, en el marco de la comunión eclesial’ ‘El ejercicio de estas tareas no hace del laico un pastor: en realidad no es la tarea que constituye un ministerio, sino al orden sacerdotal’ . Así mismo es preciso evitar el peligro de clericalizar a los laicos asumiendo indebidamente tareas eclesiales que corresponden a los clérigos”

5. LA PREDICACIÓN DE PABLO: Su predicación es ante todo el «kerigma» apostólico, Hch 2,22ss, proclamación de Cristo crucificado y resucitado conforme a las Escrituras, 1Co 2,2; 15,3-4; Ga 3,1. «Su» evangelio, Rm 2,16; 16,25, no es cosa suya; es el evangelio de la fe común, Ga 1,6-9; Ga 2,2; Col 1,5-7, sólo que con una aplicación especial a la conversión de los gentiles, Ga 1 16; 2 7-9, en la línea universalista inaugurada en Antioquía. Pablo se siente solidario de las tradiciones apostólicas; las cita cuando se le presenta la ocasión, 1Co 11,23-25; 15,3-7, las supone siempre, y ciertamente les debe mucho. Parece no haber visto en vida a Cristo, ver 2Co 5,16ss, pero conoce sus enseñanzas, 1Co 7 10s; 9 14. Además, es también un testigo directo, y su irresistible convicción se apoya en una experiencia personal: porque también él ha «visto» a Cristo, 1Co 9,1; 15,8. Ha sido favorecido con revelaciones y éxtasis, 2Co 12,1-4. Lo que ha recibido de la tradición, puede también atribuirlo y con entera verdad a las comunicaciones directas del Señor, Ga 1,12; 1Co 11,23.

Se ha querido atribuir estos fenómenos místicos a un temperamento exaltado y enfermizo. Pero sin fundamento alguno. La enfermedad que le detuvo en Galacia, Ga 4,13-15, sólo parece haber sido un ataque de paludismo; y «el aguijón de la carne», 2Co 12,7, pudo ser muy bien la oposición en el seno de sus comunidades. No era hombre imaginativo, a juzgar por las imágenes que emplea, pocas y corrientes: el estadio, 1Co 9,24-27; Flp 3 ,2-14; 2Tm 4,7s, el mar, Ef 4 14, la agricultura, 1Co 3 6-8, y la construcción, 1Co 3 10-17; Rm 15 20; Ef 2,20-22, dos temas que fácilmente asocia y combina, 1Co 3,9; Col 2,7; Ef 3,17; ver Col 2 ,9; Ef 4,16. Es más bien un cerebral. A un corazón ardiente se une en él una inteligencia lúcida, lógica, exigente, solícita por exponer la fe según las necesidades de sus oyentes. A esto se deben las admirables exposiciones teológicas de que rodea al Kerigma según las circunstancias. Cierto que esa lógica no es la nuestra. Pablo argumenta en ocasiones como rabino, según los métodos exegéticos recibidos de su ambiente y de su educación (por ejemplo, Ga 3,16; 4,21-31).Pero su genio hace saltar los límites de aquella herencia tradicional, y hace pasar una doctrina profunda a través de canales un tanto anticuados para nosotros.

Por otra parte, este semita también posee una cultura griega aceptable, recibida quizá desde su infancia en Tarso, enriquecida por reiterados contactos con el mundo grecorromano. Esta influencia se refleja en su modo de pensar lo mismo que en su lenguaje y en su estilo. Cita autores clásicos si la ocasión se presenta, 1Co 15 3, y conoce ciertamente la filosofía popular basada en el estoicismo. Debe a la «diatriba» cínico-estoica su estilo de razonamiento riguroso por medio de breves preguntas y respuestas, Rm 3,1-9.27-31, o sus amplificaciones por acumulación retórica, 2Co 6 4-10; y cuando por el contrario emplea frases largas y recargadas, donde las proposiciones se empujan en oleadas sucesivas, Ef 1,3-14; Col 1,9-20, puede también tener sus modelos en la literatura religiosa helenista. Maneja corrientemente el griego con pocos semitismos. Es el griego de su tiempo, la «koiné» elegante, pero sin pretensiones aticistas. Pues desprecia la afectación de la elocuencia humana y sólo quiere atribuir su fuerza de persuasión al poder de la Palabra de fe confirmada por los signos del Espíritu, 1Ts 1,5; 1Co 2,4s; 2Co 11,6; Rm 15,18.Incluso, a veces, su expresión es incorrecta e incompleta, 1Co 9,15, pues el molde del lenguaje resulta incapaz de contener la presión de un pensamiento demasiado rico o de emociones demasiado vivas.

Salvo raras excepciones, Flm 19, dicta, Rm 16,22, en la forma acostumbrada por los antiguos, contentándose con escribir el saludo final, 2Ts 3,17; Ga 6,11; 1Co 16, 21; Col 4 18; y si bien algunos fragmentos parecen fruto de una redacción largamente meditada, muchos otros producen la impresión de un primer impulso espontáneo y sin retoques. A pesar de estos defectos, o quizá precisamente por ellos, este estilo fogoso es de una densidad extraordinaria. Un pensamiento tan elevado, expresado de manera tan ardorosa, ofrece al lector más de una dificultad (2 P 3,16); pero también le ofrece textos cuyo vigor religioso y aun literario no tienen quizá igual en la historia de los epistolarios humanos

6. LAS SECTAS HOY: La crisis de los Gálatas fue desencadenada por unos pseudosmensajeros de los apóstoles que bajo la autoridad y la tradición bíblica del judaísmo obligaban a los Cristianos provenientes del paganismo a circuncidarse, también manipulaban el contenido de la Predicación realizada por Pablo, manipulando la interpretación de la Biblia Judía, ya que en ninguna escuela rabínica se oía tales disparates, por eso Pablo les mete la bronca (Ga 1,6-9), y con la carta tiende a situar los puntos sobre las “íes” sobre los temas que habían manipulado. Esta carta a diferencia de 2Co no tiene un carácter reconciliador.

Hoy en día, las sectas paracristianas que se adhieren a una supuesta autoridad bíblica hacen que algunos católicos cambien de Evangelio y tenemos que recodar aquello que dijo Pedro: “Acerca de lo cual también os ha escrito nuestro querido hermano Pablo, según la sabiduría que Dios le ha dado. En cada una de sus cartas os ha hablado de esto, aunque hay en ellas puntos difíciles de entender que los ignorantes y los débiles en la fe tuercen, como tuercen las demás Escrituras, para su propia perdición.” (2Pe 3,15b-16)

¿Qué pan queremos? / Autor: P. Antonio Rivero LC


Nos quedamos maravillados por la multiplicación de los panes de cebada que hizo Jesús, alimentando a cinco mil hombres. ¡Gracias a que compartimos nuestros cinco panes y dos pescados! ¡Si no, no hubiera habido milagro, ni alegría ni sobreabundancia!

¿Qué queremos: el pan de cebada que alimenta nuestro cuerpo solamente, o también el pan del cielo, la eucaristía, que alimenta nuestra alma?

En el desierto falta todo... En el desierto, el pueblo de Israel -y nosotros con él- aprende a experimentar la condición de “pobre”, de “necesitado de todo”, especialmente del auxilio de Dios. Dios quiso probar a su pueblo, para ver qué clase de pan le pedía: el de cebada o el del cielo.

¿Qué queremos: el pan de cebada que alimenta nuestro cuerpo solamente, o también el pan del cielo, la eucaristía, que alimenta nuestra alma?

Los judíos de ese entonces, por lo visto, sólo querían el pan de cebada. Y se escandalizaron del otro pan, el pan que alimentaría su espíritu, y que Jesús les estaba prometiendo.

Nosotros hoy, cristianos del siglo XXI, ¿vivimos más interesados del pan de cebada o del pan del cielo?

Está claro que en este desierto de la vida necesitamos comer, como aquellos israelitas, a quienes Moisés sacó de Egipto y caminaron por el desierto. Durante esa travesía también comieron y alimentaron su cuerpo, por la bondad de Dios.

Pero Dios quiso probar a su pueblo, para ver qué clase de pan le pedía: el de cebada o también el del cielo. Y les dio el maná del cielo, y les supo a nada, a poco, sin sustancia, sin sabor. Quería sólo el pan de cebada.

¡No hay otra! Y se quejó el pueblo de Dios. Quiere comer carne y cebollas, como en Egipto. No quiere ese pan suave que le fortalecería, aunque no le dé gusto a su sensualidad. ¡Quiere pringarse y chuparse bien los dedos después de haberlos metido en esas ollas repletas, hondas y humeantes del Egipto seductor!

¡Nada! Ese pueblo quiere pan de cebada y acompañamiento de dinero, amor, placer, felicidad, confort, éxito y poder... no quiere ese pueblo de Israel, no, ese pan insulso del cielo ni su guarnición de fe, oración, virtudes, mandamientos, principios, valores, promesas y destinos.

Igual les pasó a aquellos judíos que siguieron a Jesús: le buscaron sólo por el pan de cebada que engordaba el estómago y el cuerpo. Y se escandalizaron cuando les quiso dar el Pan del cielo, que es Su Cuerpo que alimenta y fortalece el alma.

¡Y pensar que este Pan del cielo que nos trae Jesús, nos quita de verdad el hambre del espíritu: el hambre de amor, de seguridad, de tranquilidad, de felicidad, de reconocimiento, de prestigio, de éxito personal, matrimonial, social, profesional, etc..!

Sin el Pan del cielo, sin el Pan de la eucaristía todo es insatisfacción y tristeza y decaimiento y desgana.

¿Qué queremos: el pan de cebada que sólo alimenta el cuerpo y da gusto al estómago, o también el Pan del cielo, que alimenta el alma y da gusto al espíritu, que acalla todas nuestras hambres profundas?

¿Cuánto hacemos por el cuerpo, cuánto hacemos por nuestra alma? ¿Qué nos pide de ordinario el cuerpo?

Lo sabemos, y contesta San Pablo en la carta a los efesios (cf. Ef 4, 17ss): nos pide frivolidades. Que es lo mismo que decir sensualidades, gustos, caprichos, antojitos, satisfacción de la concupiscencia, ya sea la de la carne como la del espíritu.

¡Y así estamos, gordos, bien gordos por las cosas mundanas que comemos tan a gusto! Y, ¿el espíritu y el alma? ¿Qué nos pide el espíritu? Nos contesta de nuevo san Pablo en esta misma carta a los efesios: no proceder como los paganos, despojarnos del hombre viejo sensual, egoísta, soberbio, vanidoso, perezoso, lujurioso. El espíritu pide alimentarnos de justicia y santidad verdadera.

¿Cómo está nuestro espíritu: flaco, famélico, o fuerte y robusto? ¡Cómo nos preocupa si nuestro cuerpo enflaquece, o tiene mal color o aspecto...! ¿Y el alma?

Se cuenta que al fakir de cierto poblado, con las costillas a la intemperie y tumbado en su catre de clavos, punta al cielo, le preguntaba la gente.

¿Tú no tienes que comer?
Sí, pero no me lo pide el cuerpo.

¿Es que eres distinto de todos los demás?
Es que al cuerpo no se lo pide el espíritu.

Y sigue la leyenda: “Cuando dieron las 12, todos se fueron a casa y se sentaron a comer. El fakir se fue a su chamizo y si arrodilló en oración”. Cuando se enteró la gente, bisbiseaba lo ocurrido. Y todo porque ante el fakir, con su culto al espíritu, ellos se avergonzaban de su propio culto al cuerpo. No sé si llegaron a sospechar que si estaba delgado el fakir, se debía a que el espíritu no le pedía al cuerpo que comiera.

¿Quién manda y ordena en mí: el cuerpo o el espíritu? Ojalá que sea el espíritu quien mande en nosotros y podamos decir siempre a Cristo: “Señor, danos siempre de ese pan” del cielo que alimenta nuestra alma. Acerquémonos a la eucaristía que la Iglesia nos ofrece, para saciar nuestra hambre de Dios y de eternidad.

Si las sociedades decaen, si los pueblos se debilitan, si los estados se vuelcan al laicismo, si vemos a tanta gente demacrada, somnolienta, decaída y triste, si algunas familias enflaquecen en valores, si hay tantos jóvenes sin fuerza para resistir las tentaciones mundanas y luchar por la santidad de vida... ¿no será porque nos está faltando este Pan del cielo?

Señor, danos siempre de ese pan.

Cuándo y donde NO está permitido AMAR? / Autores: Conchi y Arturo


Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: "¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?" Y Jesús les respondió: "¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?" Y les dijo: "El Hijo del hombre es señor del sábado." Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: "Levántate y ponte ahí en medio." El, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: "Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla."Y mirando a todos ellos, le dijo: "Extiende tu mano." El lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús. (Lucas 6, 1-11)

"El Hijo del Hombre es Señor y tiene autoridad sobre el sábado"... domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, mañanas, tardes, noches, horas, minutos, segundos, primavera, verano, otoño e invierno. Desde el momento en que somos concebidos y hasta la hora del encuentro cara a cara con El y por toda la eternidad.

¿Cuándo debemos hacer el bien, sembrar vida, amar al conocido y al desconocido? ¿Cuándo? SIEMPRE. No hemos sido creados para nada más, ésta es la vida de todo ser pensado y deseado por Dios, por nuestro Padre, esa fue la vida de Jesús, hecho hombre, el ejemplo a imitar.

El era el mismo en los momentos íntimos con su Padre, en los momentos de desierto y tentación, en las fiestas y celebraciones (bodas de Caná), en su trabajo y ministerio, en los momentos en que sufrió el rechazo, el dolor ante la cerrazón y la incredulidad, la pérdida de un ser querido, la calumnia y la difamación, la traición, la alabanza del pueblo, la negación, la angustia, la tristeza, la agonía, la soledad, el dolor físico hasta el límite.

Si Jesús, el Hijo del Hombre, que es Señor y tiene autoridad sobre todo lo creado se vació de sí mismo, nos dio cada segundo y cada gota de su vida por Amor a nosotros y a la Voluntad del Padre ¿por qué malgastamos el tiempo que hemos recibido como regalo?

Seamos imagen de Jesús en el hogar, en el trabajo, en la calle, con los amigos, con los desconocidos, con los enemigos, seamos un vaso lleno del Espíritu Santo de Jesús, un vaso limpio y transparente para que no se nos vea a nosotros, pero que demos a beber el agua viva del Amor único y verdadero, el que transforma las vidas en las personas que pasan sedientas, hambrientas de Amor y Plenitud, con vidas mediocres que van arrastrando su vacío, su dolor, su soledad, desorientadas y sin rumbo.

Estemos a punto para sonreír, bendecir, ayudar, escuchar, pedir perdón, dar las gracias, atender... estar, para vivir para los demás y no acomodarnos en el egoísmo que me centra en mi y siempre me da una excusa para no amar en la entrega y el servicio.

Tener las actitudes de Jesús es estar en comunión. La comunión se destruye y carcome nuestro comunidad cristiana cuando no sabemos pedir la gracia que Cristo nos señala como llave de instauración de el Reino de Dios en Marcos 10, 43-45: "el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

Otra de las características que el versículo 42 de los Hechos de los Apóstoles nos propone como pilar básico de la comunidad cristiana es: "Acudían asiduamente...a la comunión". Queremos hoy referirnos al aspecto de la comunión como la participación que los fieles tienen y gozan de los bienes espirituales, mutuamente entre sí, como partes y miembros de un mismo cuerpo, el de Cristo. En este sentido el ejemplo de la sinagoga con Jesús con la mano seca nos ha mostrado como debemos actuar. También en la 1ª carta de Pedro, 4, 11 se nos enseña: "Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén."

Una mujer murió y realizaba un servicio de limpieza en una parroquia. Sin previo aviso a nadie, ni siquiera al sacerdote, algunas personas se tomaron la libertad de ir a una mujer que también colaboraba en otras tareas: "no te vayas a pensar que tú vas a realizar el trabajo de mantenimiento de algunos elementos ornamentales porque no eres digna. Ya sabemos quien va a ser la sucesora". Esa persona no había ni tan siquiera manifestado a nadie interés por hacer ese servicio. Ella en lugar de sentirse curada por Jesús en su comunidad fue paralizada por el acecho de los escribas y fariseos de nuestro tiempo.

En otra parroquia hay personas que comparecen una vez al año para guardar una tradición piadosa. Luego desaparecen. Se sirven de la comunidad en lugar de servirla. Una de ellas, en los tres meses anuales que esta presente durante la organización de los actos se permite opinar incluso sobre el estado de las instalaciones parroquiales realizando todo tipo de criticas. Está claro que se permite tomar cualquier decisión sin compartirla con nadie, ni con los sacerdotes. Esta manera de actuar es contraria al Amor y a la comunión.

En una ocasión, una persona nos contó que había pedido al sacerdote, después de la Eucaristía diaria que la confesara. Ese día no era festivo pero muchos feligreses llevaban el nombre del Santo del día. El sacerdote respondió a la persona: "no creo que tus pecados sean muy graves y deben poder esperar puesto que ahora quiero charlar y felicitar a los que celebran el Santo. Vuelva otro día". Eran las 9,30 de la mañana y se supone claro está que el presbítero debía tener mucho trabajo después de estrechar manos y hablar un ratito. La persona que pidió confesarse nunca más se ha dirigido al padrecito para que la confiese.

Otra vez, en una iglesia donde había pocos jóvenes se les propuso que llevaran el palio en la procesión del Corpus. Ellos aceptaron para dar testimonio de comunión no porque sintieran la llamada a hacer ese servicio. Amigos nuestros vieron esa procesión y nos contaron como los jóvenes andaban recogidos junto a Jesús-Eucaristía. En el pueblo donde se celebraba la procesión hacia calor y los jóvenes se vistieron de verano, pero muy correctamente según los testigos. Una de las señoras que más años llevaba trabajando en esa comunidad con responsabilidades acusó a los jóvenes de escandalizar en la forma de ir vestidos, puesto que siempre se había llevado el palio con trajes de etiqueta. Los jóvenes ya no están en la parroquia, disminuyeron proporcionalmente a la velocidad de las habladurías y
calumnias.

Podríamos seguir contando historias que conocemos de personas heridas en múltiples comunidades cristianas. Ya sabemos que en nuestra comunidad estas cosas no ocurren y en cambio si conocemos anécdotas de las que están en nuestra ciudad, comarca o país. Pero Jesús hoy nos habla a todos y cada uno de nosotros. Él desea que curemos a cuantos están paralizados espiritualmente en nuestras comunidades, que le dejemos ser el Buen Pastor, que quitemos la viga de nuestro ojo. Cristo mismo nos recuerda que muchas veces nosotros hemos hecho de escribas y fariseos:

¿Por qué haces lo que no está permitido hacer en día sábado? le preguntaban a Jesús. ¿Cuándo y donde NO está permitido AMAR?

Señor Jesús, manifiéstate con poder en la vida de tus hijos y haz de nosotros antorchas encendidas, que sepamos prender fuego en los corazones de nuestros hermanos que no te conocen en profundidad o te conocen sólo de oídas. Ven, Hijo de Dios, vive Tú en nosotros, te damos permiso y la llave del alma que el Padre nos ha regalado por gracia, tómala, porque Tú eres su Hijo amado, el Señor de la perfección hecha hombre y cumplirás su voluntad en nosotros y en los demás. Gracias, Jesús, salvador de los débiles y oprimidos.

Como Escuchar a Dios / Autor: S.S. Benedicto XVI en respuesta a un seminarista



El 17 de febrero de 2007 un seminarista pregunta al Papa:

"...El lenguaje de Dios es especial y sólo quien está atento puede captarlo entre las mil voces que resuenan dentro de nosotros. Por eso, le pedimos que nos ayude a comprender cómo habla Dios en concreto y cuáles son las huellas que deja al hablarnos en nuestro interior".

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Respuesta del Papa

¿Cómo podemos discernir la voz de Dios entre las mil voces que escuchamos cada día en nuestro mundo? Yo diría que Dios habla con nosotros de muchísimas maneras. Habla por medio de otras personas, por medio de los amigos, de los padres, del párroco, de los sacerdotes —aquí, os habla a través de los sacerdotes que se encargan de vuestra formación, que os orientan—. Habla por medio de los acontecimientos de nuestra vida, en los que podemos descubrir un gesto de Dios. Habla también a través de la naturaleza, de la creación; y, naturalmente, habla sobre todo en su Palabra, en la sagrada Escritura, leída en la comunión de la Iglesia y leída personalmente en conversación con Dios.

Es importante leer la sagrada Escritura, por una parte, de modo muy personal, y realmente, como dice san Pablo, no como palabra de un hombre o como un documento del pasado, como leemos a Homero o Virgilio, sino como una palabra de Dios siempre actual, que habla conmigo. Aprender a escuchar en un texto, que históricamente pertenece al pasado, la palabra viva de Dios, es decir, entrar en oración, convirtiendo así la lectura de la sagrada Escritura en una conversación con Dios.

San Agustín dice a menudo en sus homilías: llamé muchas veces a la puerta de esta Palabra, hasta que pude percibir lo que Dios mismo me decía. Por una parte, esta lectura muy personal, esta conversación personal con Dios, en la que trato de descubrir lo que el Señor me dice; y juntamente con esta lectura personal, es muy importante la lectura comunitaria, porque el sujeto vivo de la sagrada Escritura es el pueblo de Dios, es la Iglesia.

Esta Escritura no era algo meramente privado, de grandes escritores —aunque el Señor siempre necesita a la persona, necesita su respuesta personal—, sino que ha crecido con personas que estaban implicadas en el camino del pueblo de Dios y así sus palabras son expresión de este camino, de esta reciprocidad de la llamada de Dios y de la respuesta humana.

Por consiguiente, el sujeto vive hoy como vivió en aquel tiempo; la Escritura no pertenece al pasado, dado que su sujeto, el pueblo de Dios inspirado por Dios mismo, es siempre el mismo. Así pues, se trata siempre de una Palabra viva en el sujeto vivo. Por eso, es importante leer la sagrada Escritura y escuchar la sagrada Escritura en la comunión de la Iglesia, es decir, con todos los grandes testigos de esta Palabra, desde los primeros Padres hasta los santos de hoy, hasta el Magisterio de hoy.

Sobre todo en la liturgia se convierte en una Palabra vital y viva. Por consiguiente, yo diría que la liturgia es el lugar privilegiado donde cada uno entra en el "nosotros" de los hijos de Dios en conversación con Dios. Es importante: el padrenuestro comienza con las palabras "Padre nuestro". Sólo podré encontrar al Padre si estoy insertado en el "nosotros" de este "nuestro"; sólo escuchamos bien la palabra de Dios dentro de este "nosotros", que es el sujeto de la oración del padrenuestro.

Así pues, esto me parece muy importante: la liturgia es el lugar privilegiado donde la Palabra está viva, está presente; más aún, donde la Palabra, el Logos, el Señor, habla con nosotros y se pone en nuestras manos. Si nos disponemos a la escucha del Señor en esta gran comunión de la Iglesia de todos los tiempos, lo encontraremos.

Él nos abre la puerta poco a poco. Por tanto, yo diría que en este punto se concentran todos los demás: el Señor nos guía personalmente en nuestro camino y, al mismo tiempo, vivimos en el gran "nosotros" de la Iglesia, donde la palabra de Dios está viva.

Luego vienen los demás puntos: escuchar a los amigos, escuchar a los sacerdotes que nos guían, escuchar la voz viva de la Iglesia de hoy, escuchando así también las voces de los acontecimientos de este tiempo y de la creación, que resultan descifrables en este contexto profundo.

Por tanto, para resumir, diría que Dios nos habla de muchas maneras. Es importante, por una parte, estar en el "nosotros" de la Iglesia, en el "nosotros" vivido en la liturgia. Es importante personalizar este "nosotros" en mí mismo; es importante estar atentos a las demás voces del Señor, dejarnos guiar también por personas que tienen experiencia con Dios, por decirlo así, y nos ayudan en este camino, para que este "nosotros" se transforme en mi "nosotros", y yo, en uno que realmente pertenece a este "nosotros". Así crece el discernimiento y crece la amistad personal con Dios, la capacidad de percibir, en medio de las mil voces de hoy, la voz de Dios, que siempre está presente y siempre habla con nosotros.

jueves, 20 de septiembre de 2007

24 de septiembre: Nuestra Señora de la Merced, Patrona de Barcelona

Nuestra Señora de la Merced
María Madre de Dios de la Merced
Patrona de Barcelona


En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación.

El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.

El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. En esa época muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo mas preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos.

Desde el siglo XIII es patrona de Barcelona y el 25 de septiembre de 1687 se proclamo oficialmente patrona de la ciudad. Es además patrona de los cautivos (presos) y de muchos países de Latinoamerica.

La talla de la imagen de la Merced que se venera en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. En catalán "Mare de Deu de la Mercé", Madre de Dios de la Merced.

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. Pero a raíz de la reforma litúrgica del concilio Vaticano II, en el año 1969 la fiesta se suprimió del calendario universal.


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San Pedro Nolasco, inspirado por la Ssma. Virgen, funda una orden dedicada a la merced (obras de misericordia).

Su misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón.

San Pedro Nolasco y sus frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en la Ssma. Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

En el capítulo general de 1272, tras la muerte del fundador, los frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son mas conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".

El Padre Gaver, en el 1400, relata como La Virgen llama a S. Pedro Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.

Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.

Nolasco: ¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?

María: Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón. cuando ofrecí mi Hijo en el templo: <>.

Nolasco: ¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer (que tú me mandas)?

María: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos."

Actualidad del carisma

El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre.

María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magnificat (Lucas 1, 46-55), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II enseña que "María es la imagen mas perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando desde el cielo por sus hijos cautivos de Satanás (Cf. LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.

Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor.

"Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, esto es, la piadosísimas entrañas de la madre de Dios" -De las constituciones de los mercedarios.

Un ejemplo del carisma mercedario en acción:

La Fundación de Mare de Déu de la Merce (Madre de Dios de la Merced) continúa las obras de misericordia que la Virgen pidió. Estas incluyen: Visita, acompañamiento y ayuda para los que salen de la cárcel.

América

Los frailes mercedarios llevaron al continente americano su amor a la Virgen de la Merced, que se propagó ampliamente. En República Dominicana, Perú, Ecuador, Argentina y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y amada.

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ORACION

Virgen y Señora nuestra de la Merced,
a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén

ORACION

María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres. La Trinidad Santa te envió a Barcelona, mensajera de libertad y misericordia, para, por medio de Pedro Nolasco, mostrarte corredentora, mediadora, Madre de todos, ternura de Dios para los pobres.

Madre de la Merced, enséñanos a valorar nuestra fe cristiana, haznos capaces de amar con caridad mercedaria, conviértenos en portadores de paz.

Que tus besos derritan la violencia que nos envuelve, hasta que recuperemos, en tu regazo materno, la ilusión de familia, transformado el mundo en un hogar.

Bendice esta ciudad tuya, que te proclama patrona y princesa y gusta, enamorada, de llamarte madre.