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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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jueves, 25 de octubre de 2007

Todo es don / Autor: P. Jesús Higueras


Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este acoge a los pecadores y come con ellos."
Entonces les dijo esta parábola.
"Un hombre tenía dos hijos;
y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
"Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
Y, levantándose, partió hacia su padre. "Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta.
"Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
El le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."
El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
"Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."

Lucas 15, 1-3, 11-32

Desde pequeños, nos hemos acostumbrado a escuchar la parábola del hijo pródigo sin cuestionarnos su título, sin embargo, muchos hoy en día, están de acuerdo en que deberíamos cambiárselo por el de “La parábola del padre bueno”. Porque si hay algo que nos llame la atención, no es el hijo pródigo en el que tantas veces nos vemos reflejados cada uno de nosotros, ni siquiera en ese hermano mayor que representa un tipo de religiosidad un poco ajada y ritualista. Sobre todo, lo que sigue llamando la atención, es la figura del padre, que a pesar de que su hijo se marcha, haciendo daño y dejando heridas abiertas, siempre está con los brazos abiertos, aún a riesgo de parecer tonto. De hecho, en la parábola, al verlo de lejos, se conmovió, echó a correr, se le tiró al cuello y le llenó de besos. Así expresa Jesús el gozo y la alegría de Dios, su ternura y absoluto amor por sus hijos.

Creo que los dos hermanos coinciden en algo: ninguno de los dos valora a su Padre ni se dan cuenta del gozo que supone vivir con Él. Por eso, el pequeño se marcha y el mayor se aburre, dos actitudes que debemos cuidar para que no se hagan realidad en nuestra vida espiritual.

En el fondo, ninguno supo vivir el amor agradecido que define a todo buen hijo, y especialmente a los hijos de Dios. Dicen que a todo nos acostumbramos cuando se hace reiterativo, pero la lucha constante del cristiano debe incidir en saberse hijo de Dios y vivir como hijo de Dios, sin acostumbrarse a ese misterio de entrega, de donación, de regalo que es Dios. Porque Dios es el gran regalador. Todo nos lo ha regalado: la fe, la vida, los hijos, los hermanos, la salud, el poder reír, pensar... También nos regala el poder convertir el dolor y el sufrimiento en escuela de amor y en motivo de crecimiento, porque, “Todo es don” decía Sta Teresita del Niño Jesús, y sólo el que va viviendo la vida dando gracias por todo, sabe descubrir la belleza que hay a su alrededor y dentro de sí mismo, y vive feliz.

Da grima estar con esas personas que sólo saben quejarse, ver lo malo, incidiendo siempre en el lado negativo de las cosas, creyéndose más listos que los demás porque critican más o suponen segundas o terceras intenciones en las cosas. Ellos mismos están cansados y cansan a los demás.

Y da gusto estar con esa gente buena, que sabe desdramatizar las dificultades de la vida, y ve lo bueno y se goza en el bien, aunque a veces parezca tonto o ingenuo, no le importa lo que parece, le importa lo que es.

Dicen que ante una botella por la mitad caben dos posturas: “ ¡qué bien!, queda media botella” o “! que horror!”, falta media botella”. Debemos preguntarnos en qué postura nos situamos, en la positiva o en la negativa.

El cimiento de la vida cristiana es la filiación divina, que es la hermana gemela de la humildad. Ninguno de los hijos de la parábola se sabía hijo, porque ninguno valoraba los dones y los regalos que el Padre les daba continuamente. Y sobre todo el mayor de los dones: estar con el Padre y saber que todo lo del Padre era de ellos. Se perdieron el gozo de estar con Dios, disfrutar de su compañía, de su dadivosidad.

Le pido a Dios la conversión al amor agradecido, que la palabra “gracias” esté constantemente en mi mente, en mis labios y en mis afectos. ¡Se goza tanto con Dios!. Depende sólo de nosotros la interpretación que demos a los acontecimientos, e incluso esto también es un don del cielo que lo recibe aquél que lo suplica y se esfuerza en recibirlo.

He oido su voz / Autor: Jaume Boada i Rafí O.P.

Dice el Profeta Oseas: "La llevaré al desierto, le hablaré al corazón... recordaremos nuestro amor primero".

Es bueno recordar la "voz" del Señor que nos movió a iniciar este camino.

Era una llamada invitándome a tener una historia especial con Él. A buscarlo, consagrando todo mi ser al Señor, al Evangelio y al Reino.

Era la invitación a seguir de cerca de Jesús, de una forma radical; era la invitación a vivir el evangelio hasta las últimas consecuencias.

Y por esto me pregunto: "¿porqué, Señor, por qué me llamaste a mí, precisamente a mí? ¿Qué viste en mí, Señor, que te movió a llamarme, a escogerme? ¿Qué plan de amor pensaste para mi vida? Y hoy, ¿te hace feliz mi respuesta?".

Son preguntas necesarias para revivir el don de Dios que es la vocación.

Nuestra oración consistirá fundamentalmente en dialogar con el Señor sobre la llamada para recordar "nuestro amor primero".

La historia de cada una de nuestras vidas, la historia de nuestra vocación es, desde la fe, una historia de amor, del amor gratuito y generoso del Padre.

Son diversos los caminos que el Señor ha empleado para hacernos oír su voz: "En cuanto descubrí que existía Dios, comprendí que sólo podía vivir buscándolo".

Entre nosotros, en nuestras comunidades, habrá quienes se han sentido atraídos por lo absoluto de Dios y por la necesidad irresistible de vivir la plena y total comunión con Él, de consagrar todas las energías de la vida a buscarlo y a anunciarlo.

Otros han encontrado de modo concreto la persona de Jesús en su vida. Literalmente Jesús se ha apoderado de su corazón después de cruzarse en su vida...

Empiezan a percibir el presentimiento de que un día deberán abandonarlo todo para seguirle sin reservas. Y así lo hicieron, o así lo he hecho.

Otros han descubierto la necesidad, la miseria, la enfermedad, la soledad, la marginación, la incultura o la pobreza en los hombres, en los niños ... y a partir de este descubrimiento Dios hace nacer en su corazón el deseo de dedicar la vida a remediar, desde una consagración, estas carencias de los hombres, mujeres, hermanos.

Hay también quienes ya caminaban con Cristo pero de forma más bien solitaria o, quizá, marginada, desconocida, de incógnito. Y han sentido la necesidad de apoyarse en unos hermanos concretos y entrar en una "escuela espiritual" que alimente, apoye, proteja y favorezca este camino.

Otros, finalmente, han descubierto al Señor y al evangelio y han visto en ellos el único sentido de su vida. Y con una gran disponibilidad de corazón se han entregado al Señor para vivir con Él, hablar con Él, gozar de Él y ser testigos y profetas vivos del Señor que vive...

Cada una de nuestras vocaciones tiene una historia concreta: Dios se ha servido de personas, de acontecimientos, de circunstancias intranscendentes, aparentemente.

Todo ello constituye el hilo conductor con el que el Señor va tejiendo nuestra pobre y pequeña historia.

Mirando hacia atrás, es hermoso ver la mano de Dios, el Amor de Dios guiando con amor los pasos de nuestra vida.

Por esto, ahora, en este tiempo de Dios, en el diálogo orante con el Señor, yo te invito a preguntarte ante Él y en diálogo con Él: "Señor , ¿qué fue lo que me movió a decirte que sí?".

Pregúntale también, pregúntate a ti mismo, "¿Qué fuerza tiene hoy en mí mi "sí" del primer día?".

Es necesario dedicar un largo rato a recordar ante el Señor nuestro "amor primero" que siempre es nuevo cuando es un amor fiel. Como el olivo, que podrá tener un tronco centenario mientras que sus hojas siempre son nuevas.

No es una vuelta narcisista al pasado. Es importante recordar el comienzo como un punto de referencia ineludible. Y más aún cuando, con frecuencia, se da en nosotros una desviación del objetivo central de nuestra vida. Por esto, encierra una gran sabiduría el apotegma de San Antonio: "Cada día me digo: hoy comienzo".



BUSCAR Y ENCONTRAR

Cada uno de nosotros podría decir: "He oído su voz y me he decidido a buscarle".
Nuestra vida es un camino de oración y servicio, de trabajo y entrega, de tensión y distensión, de lucha y descanso.

Pero detrás de todo ello, como alma que da vida a todo, está el deseo de buscar y encontrar a Dios, de vivir a Dios, de vivir para Él, de Él y con Él.

Por ello quiero proponerte una serie de pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús:

Buscar a Dios consiste en dejarse amar por Él, permitir que Él posea tu vida, que Él sea el dueño de tu historia.

Buscar a Dios consiste en penetrar plenamente y sin miedo en su misterio y dejar que
Él penetre todo nuestro ser sin ponerle, por nuestra parte, ninguna clase de condición.

Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo.

Vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos.

El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del silencio, necesita tiempos, espacios de silencio.

No se hace notar, no quiere hacerse ver en nada. Camina, trabaja, lucha. Vive sin ostentaciones. Sin embargo, siempre tiene una palabra humilde de aliento para el hermano.

El tener en tu vida espacios de silencio y de oración para buscar a Dios explícitamente se convertirá en una necesidad para ti. Pero no olvides que no podrás callar ni hacer silencio para buscar a Dios si no has aprendido en la escuela del silencio a escuchar a tus hermanos.

Buscar a Dios es estar dispuesto a dejarte encontrar por Él, a permitir que su luz invada todos los rincones de oscuridad que haya en tu vida y que su amor siembre de comprensión, misericordia, bondad tu vida de relación y de servicio a los hermanos.

Buscar a Dios consiste en recordar que la Iglesia necesita de tu servicio, de tu trabajo apostólico, pero que también necesita de tu vida consagrada y centrada en Dios.

Si tu vida es una búsqueda de Dios, cuando hables de Él en tu servicio apostólico, no lo harás "de memoria". Hablarás, en cambio, de alguien a quien conoces, con quien hablas, convives... y a quien amas de verdad.

Buscar a Dios consiste en mantener vivo el deseo de Él. Di con toda tu fuerza:

"Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma tiene ansia de ti,
mi carne tiene sed de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua".
"Como suspira la cierva por los arroyos de agua,
así mi alma te busca a Ti, Dios mío".
"Es necesario que yo disminuya para que El crezca en mí".


Si buscas a Dios en verdad, descubrirás que necesitas ser pobre y sencillo en tu oración: irás a Él con la convicción de que está, de que te espera... y te limitarás a decirle: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición". En tu tiempo de oración de hoy, díselo, repítelo con amor: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición".

Para buscar a Dios es necesario que seas pobre, pobre de alma; has de dejar el equipaje que sobra y estorba, has de huir de todo lo que sea cobijo de tu egoísmo; deja también tus miedos, tus mediocridades, tu indolencia... pero sobre todo, deja a un lado tu temor al "¿qué me puede pedir el Señor?". Esta pregunta que tantas veces nos hacemos y que muchas veces condiciona, inconscientemente, nuestra entrega.

Buscar a Dios, buscarle, es amarle. Y para amar de verdad es necesario darse, abrir todas las puertas, estar dispuesto a todo con tal de complacer a quien amas. Es necesario que dejes libre tu corazón. Es una pena que una mezquindad limite el alcance de tu amor.

Buscar a Dios consiste en mantener viva la ilusión por conocerlo cada día más y estar dispuesto a dar tu vida por Él... a dar cada día algo nuevo de ti mismo para poderlo conocer, para poderte identificar con Él.

Buscar a Dios es vivir en su presencia. Reconocer sus pasos en la vida de cada día, su rostro en el de tus hermanos. Y al mismo tiempo consistirá en dejarte llevar, de verdad, por los criterios de Cristo hasta poder decir que tus palabras son las que el Señor espera de ti; que tus pasos son los que daría Cristo, que tu manera de mirar, amar y relacionarte con los hermanos equivalen a los que tendría Cristo.

La búsqueda del rostro del Señor la iniciamos cuando tomamos conciencia de la mirada de amor de Dios sobre nosotros. Es nuestra respuesta. La conciencia de sentirte y saberte mirado con amor por Dios es la base toda vida de entrega.

Pero no olvides que Dios te hizo libre y quiere "mendigar" tu consentimiento a su amor creador. Quiere buscarte dejándose buscar por ti.

Buscar a Dios es aceptar y desear ser conocido por Él. Abrir las puertas de la vida para dejar que la luz de su amor te inunde. Es ofrecer al Señor todo lo que tienes y todo lo que eres, en un movimiento interior de alabanza y acción de gracias tan fuerte que, después, pueda quedar plasmado en la vida.

Para acabar este tiempo de meditación, quiero recordar unas palabras de San Gregorio de Nisa: "Encontrar a Dios consiste en buscarlo sin cesar". En efecto, no son dos cosas distintas el buscar y el encontrar. Sino que el premio de la búsqueda está en la misma búsqueda. Así se ve satisfecho el deseo del alma aunque permanezca insaciable ... pues "ver a Dios" es no estar nunca satisfecho de desearlo.

A causa de la trascendencia de los bienes que descubre el alma, a medida que progresa, tiene la impresión de sentirse en el inicio de la ascensión. Y es porque el Señor repite: "Levántate" a aquella persona que ya está levantada; y "ven" a quien ya sale al encuentro; y aquel que corre hacia el Señor nunca tendrá espacio suficiente para correr.

Así, aquel que busca no se detiene nunca, y va de comienzo en comienzo, a través de comienzos que nunca tienen fin.

El Plan de Dios / Enviado por Mónica Heller


Los dinamismos presentes en nuestro ser más profundo nos impulsan en una dirección que asume nuestro quehacer en el mundo y lo abre a un horizonte infinito. Los seres humanos, desde lo más íntimo de nosotros mismos, estamos llamados a responder, con nuestra propia libertad, al llamado que el Señor nos hace. Dios, sobreabundando de amor, crea al ser humano para que se relacione familiarmente con Él, para que se comunique y asocie con otros seres humanos y para que, siendo señor de la creación, dé gloria y alabanza al Creador.

Resulta bien conocida, por nuestro estudio y reflexión, así como por la propia experiencia personal, la realidad del pecado original y las consecuentes rupturas que han quebrado el interior del hombre y su proyección. Sin embargo, aunque por el mal uso de la libertad humana se frustró -al menos momentáneamente- el designio divino, sabemos que «el plan de Yahveh subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades» (1) .

Así, por el gran amor de Dios, en el Señor Jesús hemos sido reconciliados, posibilitados de responder por entero a nuestra vocación. Él «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (2) , y nos hace ingresar al horizonte de la gracia. El Señor Jesús, nuestro Reconciliador, es el núcleo del "proyecto misterioso" de Dios-Amor de llevar a su plenitud la historia humana, de modo «que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra» (3) .

Obediencia amorosa

Por lo dicho comprenderemos que toda auténtica realización humana pasa por el cumplimiento de ese Plan -personal y comunitario- , cumplimiento que encontramos plasmado en los dichos, hechos y vida del Señor Jesús. «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (4) . Para el Señor, la obediencia al Plan del Padre es lo central. Su obediencia está informada de amor, el mismo que se expresa también en amor a su Madre (piedad filial) y a nosotros, sus hermanos. Obediencia al Plan del Padre que, marcada por la dinámica de la alegría-dolor, por el signo de la Cruz, fructifica en multitud de bienes.

Recorriendo el camino de la Madre

Siguiendo la orientación de una espiritualidad mariano-cristocéntrica, no podemos dejar de acercarnos a nuestra Madre, María. Ella, ejemplo y guía, intercede por nosotros y nos pone en sintonía con el Espíritu Santo, por cuya acción y nuestra colaboración vamos siendo educados y conformados cada vez más plenamente a su Hijo. En Ella descubrimos cuatro dimensiones de la fidelidad al Plan de Dios: la escucha atenta a los signos por medio de los cuales Él nos habla, la apertura a la Palabra; la acogida, que nos lleva a asumir con alegría, prontitud y amor lo que hemos descubierto como parte de su designio; la coherencia, por la que respondemos con el compromiso de la propia vida (con nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes en sintonía con los del Señor); y la constancia, que es el mantenernos, en todo momento, en la coherencia.

El recordar el Plan concreto que Dios-Amor tiene para nosotros, el estar atentos a los signos por medio de los cuales ese Plan se manifiesta, el estar a la escucha del llamado que el Señor hace a la comunidad a la que pertenecemos, el acoger y responder a la invitación de ser reconciliadores permanentemente reconciliados en todos los ámbitos de nuestra sociedad, aquejada de tantos y tan graves y dolorosos males... constituyen algunos de los puntos de meditación y compromiso que la reflexión sobre el Plan de Dios nos presenta.

Para meditar

Dios tiene un Plan para nosotros:
Is 48,17; Ef 1,3-10; Col 1,15-20.

Espera nuestra libre cooperación: Lc 1,22-25; Lc 1,38.

Puedo confiar en el Plan de Dios: Sal 19(18),8-9; Sal 23(22),1-4; Sal 33(32),10-12; Is 40,31; Jer 17,7-8; Mt 7,24.

No puedo confiar en mis propios planes: Prov 16,1-3; Prov 19,21; Prov 20,24; Is 29,15-16; Jer 10,23.

Dios permite pruebas para que fortalezcamos nuestra entrega a Él: Rom 5,2-5; Stgo 1,2-4; Stgo 1,12; 1Pe 1,6-7; 1Pe 4,13-14.

Docilidad al Plan de Dios


El mundo y el Plan de Dios

Con mucha frecuencia, el mundo -a través de los medios de comunicación, de opiniones generalizadas o hasta de comentarios bien intencionados- suele ofrecernos una imagen de la religión en la que ésta se reduce a una serie de prácticas externas, y una caricatura de Dios en la que Él termina siendo presentado como un ser caprichoso y arbitrario.

Dentro de esta perspectiva distorsionada, el Plan de Dios no pocas veces es considerado como el proyecto subjetivo y egoísta que esta divinidad tiene para nosotros y que nos impone como una meta de vida que, de no ser cumplida, merecerá un castigo terrible. Esta visión mundana a veces prevalece en nosotros y nos presenta a Dios como un rival o un ser lejano e indiferente, y en esa medida el Plan que tiene para nosotros aparece como algo opuesto a nuestra propia felicidad o simplemente como una realidad que nos resulta indiferente por no tener mucho que ver con nosotros.

El Señor Jesús y el Plan del Padre

Sin embargo, la entrega del Señor Jesús por todos los hombres nos revela desde lo alto de la Cruz el rostro auténtico de Dios, totalmente diferente del que nos pinta el mundo: un Padre lleno de amor, dispuesto a entregar a su Primogénito para restablecer con su creatura el vínculo roto por el pecado.

Así, para cumplir el designio de reconciliació n del Padre, y de manera totalmente gratuita y generosa, decide hacerse presente en medio de los hombres, aun a riesgo de ser recibido con desprecio e ingratitud, para revelarnos de manera personal el proyecto de vida que ha diseñado para nosotros: el Señor Jesús revela al ser humano cuál es el camino que tiene que recorrer para ser plenamente hombre.

Un Plan de sabiduría y amor

Basta conocer un poco al Señor Jesús para descubrir que a Él no lo mueven intereses mezquinos, sino un profundo amor, reflejo y expresión del amor del Padre que el mismo Jesús nos comunica: «Cual la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Yahveh para quienes le temen» (5) . Y Dios que nos ama, también nos conoce a cada uno de manera especial: «Yahveh, tú me sondeas y me conoces; sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mis pensamientos penetras desde lejos... no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú, Yahveh, la conoces entera» (6) .

Dios, que conoce nuestros dinamismos fundamentales, nuestras necesidades interiores más auténticas -incluso aquellas que nosotros mismos no conocemos o que decodificamos erradamente- , nos ama con un amor y una ternura sin límites. Por eso Él quiere que seamos felices, y sabe cómo podemos lograrlo. Ése es justamente el Plan de Dios: aquel proyecto de vida que el Señor ha diseñado para cada uno de nosotros -movido por su amor y por el conocimiento perfecto que tiene de cada uno- y que es la única senda por la que podremos ser plenamente felices.

El ser humano es libre

La principal prueba de que el Plan de Dios es fruto del amor que el Creador tiene por cada hombre es la libertad. Dios no impone su Plan; se lo revela al ser humano por todos los medios posibles, pero lo deja en la libertad de poder escoger entre obedecer a sus dinamismos interiores, aceptando el proyecto de vida que Dios le propone, o rechazarlo, esclavizándose así a las presiones deshumanizantes del poder, el tener y el placer. El hombre concreto, cada uno de nosotros, puede escoger libremente. Dios respeta esa decisión; pero la opción libre no carece de consecuencias: «Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yahveh tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él» (7) . La opción que tome, por tanto, marcará la diferencia entre la muerte y la vida.

Libertad y docilidad

El Plan de Dios es, pues, nuestro camino seguro a la vida. Pero , por la dramática experiencia del pecado, sabemos que haciendo un mal uso de nuestra libertad podemos elegir la perdición y la muerte. Lo que está en juego no es sólo un momento, es nuestra felicidad terrena y toda la eternidad. ¿Cómo hacer para no errar, para no optar en contra de nuestra propia vida?

Aquí es donde surgen la escucha y la docilidad como medios fundamentales para optar bien. Esta última consiste en la actitud interior que nos permite adherir, tras el asentimiento de la razón, nuestro sentimiento y nuestra voluntad a aquello que la fe nos ha revelado como cierto. La docilidad, por tanto, no es lo contrario a la libertad, sino a la rebeldía sin sentido que surge de ver a Dios como un tirano que pone en riesgo nuestra libertad. Esta virtud, que supone un nivel de dominio de sí al que se ha llegado por medio de la práctica de los silencios, prepara a la persona para que pueda encaminar libremente sus potencias para cooperar con la gracia que el Señor derrama y para remontar, con ella, todas las barreras interiores y exteriores que impiden adecuar la propia vida al Plan de Dios.

La docilidad de la Madre

«He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra» (8); «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su sierva» (9) . Tan pronto como aparece en el Nuevo Testamento, la figura de María nuestra Madre ya nos habla de esa actitud de docilidad y disponibilidad. Si María obedece no es porque carezca de voluntad o de inteligencia. Por el contrario, su docilidad es la consecuencia de la fidelidad a sus propios dinamismos interiores, que apuntan hacia Dios y al Plan de salvación que tiene para Ella. De esta manera, por su docilidad, María se libera de toda atadura que podría desviarla del proyecto de vida que la plenifica y se entrega plenamente, siendo consciente de que hay muchas cosas que no comprende y de que el camino de reconciliació n que emprende no estará exento de dolores y sufrimientos (10) . En María, la docilidad no se presenta como una actitud pasiva que simplemente se resigna ante los hechos. Al contrario, es una disposición activa que domina con firmeza las pasiones interiores para disponerlas y encaminarlas hacia el encuentro del Plan de Dios. «La fascinante respuesta de María -nos dice Lu is Fernando Figari- brota del corazón de una Mujer libre; es precisamente desde su libertad poseída, y haciendo ejercicio de esa misma libertad, que María responde: "Sí", "Hágase"» (11) .

La conclusión es evidente: «La vida de María nos invita a trabajar por la misma senda de cooperar con la gracia en el ejercicio del silencio que conduce a la virtud, al señorío sobre sí mismo» (12) . En esta cooperación generosa con la gracia entronca la virtud de la docilidad.

Para meditar

Ser dóciles al Plan de Dios: Jer 18,6; Hch 21,13-14; Rom 9,19-20; Ef 5,17.

Confiar en las promesas de Dios: Jn 6,39-40; 2Cor 1,18-22; Stgo 1,12.

Frutos de la docilidad al Plan de Dios: Prov 1,33; Is 48,18; Mt 7,21; 1Jn 2,17.

Jesús y María, modelos de docilidad: Mt 6,10; Mc 3,31-35; Mc 14,36; Lc 1,38; Jn 4,34; Jn 6,38; Flp 2,8; Heb 12,2-4.


Notas

1. Sal 33(32),11.
2. Gaudium et spe
3. Ef 1,10.
4. Jn 4,34; ver Jn 6,38; Flp 2,5-11.
5. Sal 103(102),13.
6. Sal 139(138),1-27. Dt 30,19-20
8. Lc 1,38.
9. Lc 1,46-48.
10. Ver Lc 2,35.
11. Lu is Fernando Figari, María, paradigma de unidad, Vida y Espiritualidad, Lima 1992, p. 11.
12. Allí mismo, p. 15.

Te llamé a vivir / Enviado por Viviana Baigorria


Te llamé a vivir
Te hice hermosa con mis propias manos.

Te comuniqué mi vida
Deposité en ti mi propio amor con abundancia.

Te hice ver el paisaje y el color.
Te di el oído para que escucharas el canto
de los pájaros y la voz de los hombres.
Te di la palabra para decir
"padre", "madre", "amigo", "hermano".

Te di mi amor más profundo.

No sólo te di vida.
Te estoy sosteniendo en ella.
Tú eres mi hija amada
Te conozco cuando respiras
y te cuido cuando duermes.

No lo dudes.

Mis ojos están puestos en tus ojos.
Mi mano la tengo colocada sobre tu cabeza.

Te amo, aunque me olvides o me rechaces.
Te amo aunque no me ames.

Ya lo sabes.

Podrás ir donde puedas y donde quieras.
Hasta allá te seguirá mi amor
y te sostendrá mi diestra.

¿O es que crees que yo como Padre puedo
olvidar a mi hija?

¡Ni lo sueñes!
Desde que te hice ya no te puedo dejar sola.
Camino y sonrío contigo
Vivo en ti.
Te lo escribo de mil maneras y
te digo al oído y en silencio.

Eres mi hija.

Te amo,

Tu Padre DIOS

miércoles, 24 de octubre de 2007

La virtud teologal de la esperanza / Autor: Juan Pablo I

Para el Papa Juan, la segunda entre las siete “lámparas de la santificación” era la esperanza. Hoy voy a hablaros de esta virtud, que es obligatoria para todo cristiano.

Dante, en su Paraíso (cantos 24, 25 y 26) imaginó que se presentaba a un examen de cristianismo. El tribunal era de altos vuelos. «¿Tienes fe?», le pregunta, en primer lugar, San Pedro. «¿Tienes esperanza?», continúa Santiago. «¿Tienes caridad?», termina San Juan. «Sí, —responde Dante tengo fe, esperanza y caridad». Lo demuestra y pasa el examen con la máxima calificación.

He dicho que la esperanza es obligatoria; pero no por ello es fea o dura. Más aún, quien la viva, viaja en un clima de confianza y abandono, pudiendo decir con el salmista: “Señor, tú eres mi roca, mi escudo, mi fortaleza, mi refugio, mi lámpara, mi pastor, mi salvación. Aunque se enfrentara a mí todo un ejército, no temerá mi corazón; y si se levanta contra mí una batalla, aun entonces estaré confiado”.

Diréis quizá: ¿No es exageradamente entusiasta este salmista? ¿Es posible que a él le hayan salido siempre bien todas las cosas? No, no le salieron bien siempre. Sabe también, y lo dice, que los malos son muchas veces afortunados y los buenos oprimidos. Incluso se lamentó de ello alguna vez al Señor. Hasta llegó a decir: “¿Por qué duermes, Señor? ¿Por qué callas? Despiértate, escúchame, Señor”. Pero conservó la esperanza, firme e inquebrantable. A él y a todos los que esperan, se puede aplicar lo que de Abrahán dijo San Pablo: «Creyó esperando contra toda esperanza» (Rom. 4, 18.

Diréis todavía: ¿Cómo puede suceder esto? Sucede, porque nos agarramos a tres verdades: Dios es omnipotente, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es Él, el Dios de la misericordia, quien enciende en mí la confianza; gracias a Él no me siento solo, ni inútil, ni abandonado, sino comprometido en un destino de salvación, que desembocará un día en el Paraíso.

He aludido a los Salmos. La misma segura confianza vibra en los libros de los Santos. Quisiera que leyerais una homilía predicada por San Agustín un día de Pascua sobre el Aleluya. El verdadero Aleluya —dice más o menos— lo cantaremos en el Paraíso. Aquél será el Aleluya del amor pleno; éste de acá abajo, es el Aleluya del amor hambriento, esto es, de la esperanza.

Alguno quizá diga: Pero, ¿si soy un pobre pecador? Le responderé como respondí, hace muchos años, a una señora desconocida que vino a confesarse conmigo. Estaba desalentada, porque —decía— había tenido una vida moralmente borrascosa. ¿Puedo preguntarle —le dije— cuántos años tiene? —Treinta y cinco. —¡Treinta y cinco! Pero usted puede vivir todavía otros cuarenta o cincuenta años y hacer un montón de cosas buenas. Entonces, arrepentida como está, en vez de pensar en el pasado, piense en el porvenir y renueve, con la ayuda de Dios, su vida. Cité en aquella ocasión a San Francisco de Sales, que habla de “nuestras queridas imperfecciones”. Y expliqué: Dios detesta las faltas, porque son faltas. Pero, por otra parte, ama, en cierto sentido, las faltas en cuanto le dan ocasión a Él de mostrar su misericordia y a nosotros de permanecer humildes y de comprender también y compadecer las faltas del prójimo.

No todos comparten esta simpatía por la esperanza. Nietzsche, por ejemplo, la llama “virtud de los débiles”; haría del cristiano un ser inútil, un segregado, un resignado, un extraño al progreso del mundo. Otros hablan de “alienación”, que mantendría a los cristianos al margen de la lucha por la promoción humana. Pero «el mensaje cristiano —ha dicho el Concilio—, lejos de apartar a los hombres de la tarea de edificar el mundo..., les compromete más bien a ello con una obligación más exigente» (Gaudium et spes, núm. 34, cf. núm. 39 y 57, así como el Mensaje al mundo de los Padres Conciliares, del 20 octubre 1962).

Han ido también surgiendo de vez en cuando en el transcurso de los siglos afirmaciones y tendencias de cristianos demasiado pesimistas en relación con el hombre. Pero tales afirmaciones han sido desaprobadas por la Iglesia y olvidadas gracias a una pléyade de Santos alegres y activos, al humanismo cristiano, a los maestros ascéticos a quienes Saint-Beuve llamó “les doux”, y a una teología comprensiva. Santo Tomás de Aquino, por ejemplo, incluye entre las virtudes la jucunditas, o sea, la capacidad de convertir en una alegre sonrisa —en la medida y modo convenientes— las cosas oídas y vistas (cf. II-II, q. 168 a. 2). Gracioso, en este sentido —explicaba yo a mis alumnos— era aquel albañil irlandés, que se cayó del andamio y se rompió las piernas. Conducido al hospital, acudieron el doctor y la religiosa enfermera. «Pobrecito —dijo ésta última— os habéis hecho daño cayendo». A lo que respondió el herido: «No Madre; no precisamente cayendo, llegando a tierra me he hecho daño» Es una grande virtud aprovecharse de las piernas para sonreír y para hacer sonreír a los demás. Santo Tomás se colocaba en la línea de la «alegre nueva» predicada por Cristo, de la hilaritas recomendada por San Agustín; derrotaba al pesimismo, vestía de gozo la vida cristiana, nos invitaba a animarnos con las alegrías sanas y puras que encontramos en nuestro camino.

Cuando yo era muchacho, leí algo sobre Andrew Carnegie, un escocés que marchó, con sus padres, a América, donde poco a poco llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo. No era católico, pero me impresionó el hecho de que hablara insistentemente de los gozos sanos y auténticos de su vida. «Nací en la miseria —decía—, pero no cambiaría los recuerdos de mi infancia por los de los hijos de los millonarios. ¿Qué saben ellos de las alegrías familiares, de la dulce figura de la madre que reúne en sí misma las funciones de niñera, lavandera, cocinera, maestro, ángel y santa?» Se había empleado, muy joven, en una hilandería de Pittsburg, con un estipendio de 56 miserables liras mensuales. Una tarde, en vez de pagarle enseguida, el cajero le dijo que esperase. Carnegie temblaba: «Ahora me despiden», pensó. Por el contrario, después de pagar a los demás, el cajero le dijo: «Andrew, he seguido atentamente tu trabajo y he sacado en conclusión que vale más que el de los otros. Te subo la paga a 67 liras» Carnegie volvió corriendo a su casa, donde la madre lloró de contento por la promoción del hijo. «Habláis de millonarios —decía Carnegie muchos años después—; todos mis millones juntos no me han dado jamás la alegría de aquellas once liras de aumento»

Ciertamente, estos goces, aun siendo buenos y estimulantes, no deben ser supervalorados. Son algo, no todo; sirven como medio, no son el objetivo supremo, no duran siempre, sino poco tiempo. «Usen de ellos los cristianos —escribía San Pablo— como si no los usaran, porque pasa la escena de este mundo» (cf. 1Cor 7, 31). Cristo había dicho ya: « Buscad ante todo el reino de Dios» (Mt 6, 33).

Para terminar, quisiera referirme a una esperanza, que algunos proclaman como cristiana, pero que es sólo cristiana hasta cierto punto.

Me explicaré. En el Concilio, también yo voté el «Mensaje al mundo» de los Padres Conciliares. Decíamos allí: la tarea principal de divinizar no exime a la Iglesia de la tarea de humanizar. También voté la Gaudium et Spes; me conmoví luego y me entusiasmé cuando salió la Populorum Progressio. Creo que el Magisterio de la Iglesia jamás insistirá suficientemente en presentar y recomendar las soluciones de los grandes problemas de la libertad, de la justicia, de la paz, del desarrollo. Y los seglares católicos nunca lucharán suficientemente por resolver estos problemas. Es un error, en cambio, afirmar que la liberación política, económica y social coincide con la salvación en Jesucristo; que el Regnum Dei se identifica con el Regnum hominis; que Ubi Lenin, ibi Jerusalem.

En Friburgo, durante la 85 reunión del Katholikentag, se ha hablado hace pocos días sobre el tema «el futuro de la esperanza» Se hablaba del «mundo» que había de mejorarse y la palabra «futuro» encajaba bien. Pero si de la esperanza para el «mundo» se pasa a la que afecta a cada una de las almas, entonces hay que hablar también de «eternidad»

En Ostia, a la orilla del mar, en un famoso coloquio, Agustín y su madre Mónica, «olvidados del pasado y mirando hacia el porvenir, se preguntaban lo que sería la vida eterna» (Confess. IX núm. 10) Ésta es esperanza cristiana; a esa esperanza se refería el Papa Juan y a ella nos referimos nosotros cuando, con el catecismo, rezamos: «Dios mío, espero en vuestra bondad... la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Dios mío, que no quede yo confundido por toda la eternidad»


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Saludos

(A los participantes a la reunión del Congreso Europeo Mundial de las Religiones por la Paz)

Dirigimos un cordial saludo a los miembros del Congreso Europeo Mundial de las Religiones por la Paz, reunido estos días en Roma.

Os agradecemos vuestra visita porque Nosotros apreciamos vuestra acción al servicio de la paz del mundo gracias a la oración, a los esfuerzos de educación para la paz, a la reflexión sobre los principios fundamentales que deben determinar las relaciones entre los hombres. Para que la paz, en efecto, se realice, su necesidad debe ser experimentada profundamente por la conciencia, porque ella nace de una concepción fundamentalmente espiritual de la humanidad. Que este aspecto religioso lleve, no solamente al perdón y a la reconciliación, sino también al compromiso de favorecer la amistad y la colaboración entre los individuos y los pueblos.

¡ Que Dios Padre, que ama a todos los hombres y que ha querido ser el Padre de todos, os ayude en esta obra!

(A una peregrinación nacional de Kenia)

Es una alegría especial tener la peregrinación de Kenia, acompañada por los Padres de la Consolata. Mis devotos saludos vuelvan con vosotros a todos los miembros de vuestras familias, a todos vuestros seres queridos. ¡Dios bendiga a Kenia!

(Por la paz)

En estos momentos, nos llega un ejemplo desde Camp David. Anteayer, en el Congreso americano, estalló un aplauso que hemos oído también nosotros, cuando Carter citó las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. Yo desearía que aquel aplauso, aquellas palabras, entraran en el corazón de todos los cristianos, especialmente de nosotros los católicos, y nos hagan verdaderamente “fomentadores y constructores de paz”.

(A los recién casados)

En la Gaudium et Spes, los padres no incluyeron una frase, que también es justa y se encuentra en el código: “el matrimonio es un contrato”. En el n. 48, escribieron, en cambio, “pacto de amor”, un concepto que, en los documentos conciliares, está repetido varias veces. Es un concepto justo, que tiene orígenes en la Biblia. Al pedido de matrimonio, el tío de Raquel consintió pero, dijo Jacob, “primero tendrás que trabajar siete años”. Dice la Biblia que aquello años pasaron como un relámpago, tanto la amaba. Deseo que sea así vuestro amor. El Concilio dice que este amor hay que defenderlo, porque está expuesto a peligros. Defendedlo con gran premura. En las grandes y en las pequeñas cosas. *El Papa contó este episodio: “Hace treinta años que nos hemos casado. Cuando éramos novios o en los primeros años de matrimonio, cada vez que hacía un viaje me traía un regalo, cualquier cosita. Ahora ya, esto ocurre pocas veces”. Convendría que ocurriera, que ocurriera siempre.

(A los participantes del Congreso Internacional de Comunidades Terapéuticas)

No quiero hacer un gran discurso como ha anunciado algún periódico. Expondré simplemente una experiencia mía. Hace dos meses, en Venecia, se me presentó un joven sacerdote salesiano que hace allí, más o menos, lo que en Roma don Picchi, y me expuso sus dificultades. Si mal no recuerdo, deseaba aquel sacerdote que hubiera dos comunidades concéntricas. Decía : “Estoy casi solo. Me parece que no me entienden. Haría falta que, en torno a mí y a los que trabajan en esta obra, hubiera toda una cadena de corazones que me entendieran. Se trata de pacientes, no de delincuentes; son pobres jóvenes a quienes las circunstancias de la vida los han marginado. Tienen necesidad de comprensión, lo mismo ellos que quienes de ellos se ocupan. Luego está la otra comunidad más restringida: la comunidad terapéutica”. Aquel sacerdote me explicaba: “Estos jóvenes han llegado a la droga o porque su familia, quizá sin razón, no los han comprendido, o porque no encontraban un centro que les interesara, o porque no tenían amistades serias. Para recuperarlos, basta hacerles sentir que se los quiere. Después podremos restituirlos a la familia, naturalmente con ayuda también de la religión. La droga, muchas veces, depende del hecho de que algunos jóvenes no ven claro el porqué, el objetivo de la vida”. Yo le he dicho: “Querido don Gianni, trataré de ayudarlos”. Luego, no he podido mantener la promesa porque me han hecho Papa. Pero lo que no pude hacer en Venecia, lo hago ahora aquí ante los participantes de este Congreso que abarca un poco a todo el mundo. Hay que sostener, entender estar cerca de esta gente que se sacrifica, sobre todo, por los jóvenes.

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Palabras pronunciadas por Juan Pablo I en la Audiencia General del Miércoles 20 de septiembre de 1978

Anillo de compromiso / Enviado por Vivy

Un muchacho entró con paso firme en una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le enseñó uno. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo.

"¿Se va usted a casar pronto?", preguntó el dueño.

"No. Ni siquiera tengo novia", contestó.

La sorpresa del joyero divirtió al muchacho.

"Es para mi madre. Cuando yo iba a nacer estuvo sola. Alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, pues así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas, muchos. Fue padre y madre para mí, y fue amiga y hermana, y fue maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregue yo otro anillo de compromiso, pero será el segundo".

El joyero no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que le hiciera al muchacho el descuento aquel que se hacía solo a clientes especiales.

martes, 23 de octubre de 2007

La vida es un don de Dios / Autora: Madre Elvira, fundadora Comunidad Cenáculo

Nuestra vida no es una invención cualquiera: es una invención de Dios, que tuvo tanta confianza en nosotros como para hacernos el regalo de poner en nuestras manos la vida, la existencia, con todos los “accesorios”, de manera que la podamos vivir bien.

Quizás nosotros todavía no hemos reflexionado sobre esta iniciativa de Dios y algunas veces pensamos que hemos nacido así porque lo han querido nuestros padres o por casualidad, por motivos sólo humanos y naturales.

Ante todo debemos convencernos de que Dios nos ha querido dar un gran don, a todos y a cada uno: el don de la vida. Es un don para descubrir, acoger, proteger, amar. Si no descubrimos esto en nosotros, no sabremos acoger y defender la vida de los demás, de nuestros hijos, de aquellos que decimos amar. Si no pruebas un buen vino añejo, ¿ cómo puedes insistir para que otro lo guste?

Debemos creer que la vida no es una casualidad, que no es nuestra. ¡Decir que uno es dueño de la vida es una solemne mentira! La vida es un don de Dios, nace del corazón de Dios que es Amor. Y es un regalo que debemos comenzar a desenvolver, como cuando nos regalan un paquete y deseamos abrirlo para curiosear, para mirar dentro, encontrar el regalo, que es seguramente motivo de alegría. Este camino no lo puede hacer nadie por nosotros.

La vida no tiene semáforos rojos, si te detienes, retrocedes. La vida no nace solo del encuentro de un espermatozoide y un óvulo o de una “historia” de amor entre papá y mamá. Nace de aquel único manantial de amor que es Dios, que es fuente de vida, y que nos ha hecho el don de ser colaboradores de Él para dar la vida.

Todos amamos la vida por lo que vemos, sentimos y tocamos, pero la vida no nos pertenece, es de Otro, nosotros somos de Alguien que se ocupa de nosotros y quiere que descubramos el gusto de la vida, porque sabe que sólo así seremos verdaderamente felices. Toda vida sin Dios es una vida falsa, en la oscuridad, sin sabor, sin calor, sin amor. Por esto ha nacido la Comunidad: para que tantos jóvenes descarriados y solos pudiesen reencontrar el corazón de la vida. Cada día que estos jóvenes pasan en la Comunidad, es un milagro del amor de Dios.

El don de discernimiento en los dirigentes / Autor: P. Rufus Pereira

Una vez me preguntó mi Obispo porqué un grupo de oración en particular en la diócesis atraía a tanta gente. Le contesté que porque tenía tanto un programa planeado y organizado para todo el año como un dirigente principal sobresaliente, apoyado por un equipo de dirección unido y dotado. Esto era una imitación de Jesús que dejó tras él como legado tanto un plan de acción efectivo como un equipo unido de los Doce encabezados por Pedro, para poder establecer su reino en la tierra con el poder del Espíritu Santo.

Necesidad del discernimiento

Al preguntarme además cuáles eran las cualidades o carismas de un dirigente principal que le hacían ser el factor singular más importante para un grupo de oración con éxito, afirmé que eran los de gobierno, trabajo en equipo y discernimiento. Un dirigente obviamente debería tener el poder de dirigir, de atraer a otros detrás de él tanto por lo que dice y hace como también por lo que es, como los fundadores de nuestras congregaciones religiosas. Pero eso en sí mismo no es suficiente, pues el poder puede corromper y un dirigente puede volverse como nuestros dictadores modernos y jefes de sectas, llevando a sus seguidores a la destrucción en masa e incluso a suicidios en masa.

Pero un dirigente también tiene que tener la humildad de un seguidor, ser lo bastante amable para unir a la gente con él haciéndoles sentir importantes, y motivándoles para trabajar juntos delegando en ellos, a diferencia de muchos grupos cristianos que siguen multiplicándose y creciendo rápidamente por una lucha interna por el poder y la falta de cohesión interna. Sobre todo un dirigente tiene que ser una persona de visión y discernimiento, que no sólo tiene sus "seguidores" detrás de él y con él, sino que también los conduce con confianza y alegría a lo que está por delante de él, el Reino de Dios y su Gloria, pues "cuando no hay visiones, el pueblo se relaja" (Pr 29 18).

Un dirigente cristiano entonces debe ser sobre todo un hombre o una mujer de visión, como toda congregación religiosa comenzó con una persona que tenía una visión de lo que Dios quería que él o ella hicieran, lo que a continuación atrajo a la gente a trabajar juntos para llevar a cabo esa misma visión, que entonces fue poco a poco realizada en y a través de una diversidad de obras e instituciones. Desgraciadamente a menudo ha sucedido que hoy sólo las obras e instituciones han quedado, mientras que el espíritu de comunidad se ha ido debilitando poco a poco y la visión original hace mucho que se convirtió en una reliquia del pasado.

Lo que por lo tanto autentifica la visión del dirigente para el funcionamiento de su grupo de oración o ministerio, para la dirección central y para él mismo en su posición de dirigente principal, es el carisma de discernimiento. Este es un don del Espíritu Santo por el que uno es capaz de discernir si los mensajes y visiones, las decisiones y actos que afectan al funcionamiento del grupo o ministerio y a las vidas personales de los miembros se rigen según la voluntad de Dios, por muy religiosos y santos que parezcan. ¿Están siendo verdaderamente inspirados por el Espíritu Santo mismo, o más bien son el resultado de prejuicios personales, gustos o aversiones, que emergen del mero espíritu humano, o incluso de los dictados maliciosos del espíritu maligno bajo el disfraz de ángel de luz? Pablo mismo no se sorprende de que el mismo Satanás se disfrace de ángel de luz (2Co 11 14).



Crecimiento en discernimiento

Para abrirse al carisma de discernimiento y para crecer en él, el dirigente por lo tanto debe ser un hombre o una mujer de la Palabra. Como su Maestro, la Palabra hecha carne, el dirigente debe, de alguna manera, encarnar la Palabra de Dios al hombre en sus enseñanzas y decisiones, pues quizá la única Biblia que muchos leerán o escucharán en la Biblia Abierta que ven en nosotros. Como dirigentes debemos comprometernos a leer la Biblia a diario y como María atesorarla, reflexionar sobre ella y dejar que dé frutos en nuestras vidas, haciéndonos la sal de la tierra y la luz en el pedestal. La profecías y los mensajes solos no pueden ser un sustituto para hacer de la Palabra de Dios nuestra casa (Jn 8 31). Uno no puede dar a otros lo que no tiene. Si el ciego conduce al ciego ambos caerán en la zanja. Que no tenga que decir también de mí el Maestro, "¡Quítate de mi vista, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Mc 8 33).

El dirigente que discierne también tiene que ser un hombre de oración o un hombre del Espíritu. No sólo debe escapar del engaño del demonio que le ha cautivado para hacer su voluntad, sino que Jesús ahora debe cautivar su corazón y hacer allí su trono (2Tm 2 26). Fue mientras Jesús oraba que recibió el Espíritu Santo para su misión (Lc 3 21). Fue después de que los 120 estuvieran nueve días de espera en oración constante que fueron todos llenos de Espíritu Santo capacitándoles ahora a incluso orar en el Espíritu. Cuanto más tiempo pase el dirigente en oración, más latirá su corazón al unísono y al ritmo del Sagrado Corazón de Jesús y conseguirá sus deseos y sentimientos (Mt 11 29).

El dirigente que discierne también debe pensar y sentir con la Iglesia, que es la familia de Dios, el Cuerpo de Cristo y el Templo del Espíritu Santo. Yo soy muy ecuménico de mente (escribí una disertación sobre el ecumenismo para B. Th. en Roma), de corazón ( el Rev. David du Plessis fue y el Rev. Vinson Synan es un gran amigo mío) y de ministerio (cuantas veces he compartido el mismo escenario en Asambleas carismáticas con mis hermanos dirigentes protestantes y pentecostales), pero todavía estoy convencido de que la Iglesia Católica tiene la plenitud de la verdad y es la Renovación Carismática Católica la que me ha hecho apreciar y valorar tantas enseñanzas específicamente católicas. El dirigente será capaz de discernir mejor, cuanto mejor conozca las enseñanzas de la Iglesia expuestas en los documentos del Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica y demás, más que dependiendo con arrogancia en su propia interpretación privada de la Escritura o sólo en cualquier revelación o mensaje o visión particulares.



Principios de discernimiento

Si un paciente llega a un médico quejándose de fiebre, el médico directamente no le dará una medicina, sino que primero hará un diagnóstico para averiguar la enfermedad de la que la fiebre es un síntoma. Un diagnóstico equivocado puede resultar en parálisis e incluso la muerte. Cuanto más importante es el diagnóstico espiritual o discernimiento. ¿Cuáles son entonces los principios del discernimiento fidedigno?

En primer lugar lo que se piensa, dice o hace debe estar de acuerdo con la Escritura y no ser contrario a su interpretación aceptada contenida en el magisterio ordinario de la Iglesia. En segundo lugar, debe de haber un profundo sentimiento de paz dentro de él de que está actuando según la inspiración del Espíritu Santo que habla por medio de la palabra de sabiduría o de la palabra de conocimiento. Al mismo tiempo existirá una confirmación interior tanto desde su experiencia previa como desde el conocimiento obtenido de libros acreditados y conferencias. En tercer lugar, el Señor mismo confirmará a menudo la acción cerrando ciertas puertas y abriendo otras, mientras que la comunidad por su parte confirmará la acción aprobándolo después quizá de la oportuna consulta con aquellos que están más experimentados en ese campo. En cuarto lugar, la confirmación final vendrá entonces de los frutos y resultados de la acción tomada, tanto a corto como a largo plazo (Mt 7 20).

Algunas áreas de discernimiento

Personal: En primer lugar, el dirigente a menudo tiene que discernir tanto si el Señor le está llamando a una posición de gobierno en el grupo de oración o comunidad o a un ministerio específico como si le está llamando a dejar el puesto que actualmente ocupa. En un grupo de oración un miembro se ofreció como candidato posible a dirigente principal, aunque a juicio de todos era el menos adecuado. A menudo una persona puede sentir que el Señor le está llamando a abandonar su trabajo para dedicarse al ministerio a tiempo completo cuando en realidad está siendo arrastrado por motivos equivocados de poder o escapismo. Otra decisión importante que un dirigente puede tener que tomar es la elección de los miembros adecuados del equipo principal o de los responsables de los ministerios. Jesús mismo pasó toda la noche en oración antes de elegir a sus apóstoles (Lc 6 12, 13).

Ministerios:Existe la necesidad de un discernimiento vigilante constante por parte del dirigente principal, en el tema de los signos, los dones de palabra y los dones de poder. Con respecto a lo signos, mientras que algunos de los dirigentes clave creen que "descansar en el espíritu", por ejemplo, es un actividad normal del Espíritu Santo y debe ser alentada, otros mantienen que no debería alentarse ya que el verdadero "descanso en el espíritu" es bastante poco común. Quizá la verdad esté en algún lugar intermedio. Tal signo externo no es un fin en sí mismo y uno lo podría aceptar como auténtico, si existiera alguna razón para ello, desprovisto de una expectación o manipulación, física o emocional, innecesarias, y si hay un cambio significativo en la vida de esa persona después de una experiencia así.

Con respecto a los dones de palabra, como profecías y palabras de conocimiento, si el propósito es algo más que solo aliento, sino incluso dirección o advertencia, uno necesitaría un discernimiento más prudente con alguna confirmación no muy distante. Hace tiempo, en 1976, en Bombay, yo estaba orando por una chica que había estado oprimida por el maligno pero que ahora estaba muy cerca de Jesús. De pronto habló en trance, "Rufus, hijo mío, quiero que traigas a todos mis sacerdotes a la Renovación Carismática". Todavía yo no había dado ni un solo retiro de sacerdotes. De hecho tenía mucho miedo y me sentía totalmente inadecuado para predicar a sacerdotes, y deseché este "mensaje" o "profecía" por loco, hasta la siguiente semana que fui invitado a dar mi primer retiro de sacerdotes solo y en cinco años había dado retiros carismáticos de sacerdotes a cerca de la mitad de las 130 diócesis de la India.

Con respecto a los dones de poder, digamos el de liberación, debemos evitar juicios a priori de los dos extremos. Es ridículo decir que una persona necesita sólo liberación si lo que realmente necesita principalmente es un tratamiento terapéutico psiquiátrico o psicológico, como es cruel etiquetar a una persona como histérica o esquizofrénica si está real y fundamentalmente bajo el poder de acciones demoníacas. Pero incluso si es en este último caso, uno no puede sólo aceptar a la persona interesada o a su familia rogando que necesita liberación, sino que tenemos que discernir los signos observables de la supuesta actividad demoníaca. Esto tampoco es suficiente, pues los signos de la opresión demoníaca y la enfermedad emocional e incluso la enfermedad física son tan similares, y la línea divisoria entre ellos tan fina, que uno puede confundirse fácilmente... Es en este punto que uno necesita ese discernimiento espiritual interior que a menudo se ve confirmado por la reacción del paciente a los objetos santos. La desaparición final de tales signos de influencia demoníaca y la mejora significativa en la calidad espiritual de la vida de la persona, probarán entonces que el discernimiento inicial era correcto.

En el mes de mayo de 2000, estaba dando un seminario con retiro sobre sanación interior y liberación en un país balcánico. Una joven, aparentemente poseída u oprimida, sobre la que habían rezado casi a diario para exorcismo durante muchos meses, rezaban ahora sobre ella los 70 sacerdotes que asistían a la asamblea durante dos horas, sin ningún efecto aparente o inmediato. Todos nos sentíamos impotentes hasta que rezando para discernimiento el Espíritu me mostró porqué todavía no estaba liberada, cuál era la naturaleza del hechizo que le habían hecho, lo que necesitaba hacer para liberarse y cómo teníamos que orar. Actuando con este discernimiento del Espíritu, en cinco minutos estaba completamente liberada, para gran alegría del Arzobispo, los sacerdotes y la gente de esa archidiócesis. Como nos recuerda la palabra de Dios: examinad los espíritus (1Jn 4 1) - pero no extingáis el Espíritu (1Ts 5 19).

24 de octubre: San Antonio María Claret, patrón de tejedores

San Antonio María Claret
Fiesta: 24 de octubre
Obispo de Santiago de Cuba, fundador
Patrón de tejedores


"Haz, Señor, que ardamos en caridad
y encendamos un fuego de amor por donde pasemos;
qué deseemos eficazmente
y procuremos por todos los medios
contagiar a todos de tu amor.
Qué nada ni nadie nos arredre, Señor.
Qué nos gocemos en las privaciones.
Qué abordemos los trabajos,
qué abracemos los sacrificios.
Qué nos complazcamos en las calumnias
y alegremos en los tormentos.
Señor, qué no pensemos sino como seguir e imitar a Jesucristo
en trabajar, sufrir y procurar siempre y únicamente la mayor gloria tuya y la salvación de las almas. Amén."


En Breve

-Nació en la villa de Sallent, provincia de Barcelona, el día 23 de diciembre de 1807.
-Fue obrero textil en su juventud.
-Ordenado sacerdote, fundó en Vic la Orden de los Claretianos.
-Recorió Cataluña durante varios años predicando.
-Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
-Fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo en el que se entregó de lleno al bien de las almas.
-Como arzobispo de Santiago de Cuba se destacó por su celo evangelizador por lo que recorrió toda su diócesis y sufrió un atentado contra su vida.
-Habiendo regresado a España, sus trabajos por el bien de la Iglesia le proporcionaron aún muchos sufrimientos.
-Confesor de la Reina Isabel II de España
-Unico santo canonizado entre los padres conciliares del Concilio Vaticano I.
-Escritor evangélico, especialmente de folletos de fácil alcance para todos (jóvenes, trabajadores, casados)
-Demostró un amor excepcional por la Eucaristía la cual conservaba en su corazón como tabernáculo
-Gran devoto de la Santísima Virgen.
-Patrón de las cajas de ahorro, ya que fundó una en Cuba en beneficio de los pobres.
-Sus experiencias místicas lo llevaron a levitar (alzarse del suelo)
- Murió en Fontfroide (Francia) el año 1870.


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Cuando le preguntaron como era capaz de hacer tanto respondió:
"Enamoraos de Jesucristo y del prójimo y lo comprenderéis todo y haréis mas cosas que yo"

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INFANCIA:

Antonio Claret y Clará nació en Sallent (Barcelona, España) el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad. La escasa salud de su madre hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Olot. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna se hundió la casa de la nodriza muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia.

La cuna de Claret fue sacudida constantemente por el traqueteo de los telares de madera que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años Antonio dio muestras de una inteligencia y de buen corazón. A los cinco años, pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre". El mismo recordaría estas palabras, más tarde, siendo Arzobispo:

"Esta idea de la eternidad quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores" (Aut. nº 9)

Mientras, Antonio jugaba, estudiaba, crecía... Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; dejaba momentáneamente el juego para visitar a Jesús en la iglesia siempre que no ocasionara molestias a sus compañeros; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.




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Unos cuantos hechos le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios:

a) Un amigo a quien estimaba mucho tenía el grave vicio del juego. Llegó a robarle sus ahorros para jugarlos y cuando los perdió, desesperado robó una joyas valiosas, las cuales también perdió en el juego. La policía siguiendo el rastro de las joyas dio con él y lo encarceló; todos comenzaron a calumniar a Antonio, diciendo que era cómplice de su amigo. Esta experiencia empezó a crear en su corazón un disgusto por el mundo, las amistades y las riquezas.

b)El segundo hecho que le ocurrió fue estando un día con unos amigos en la playa, metió los pies para refrescarse en el agua, y de pronto una ola gigantesca lo arrastró hacia mar adentro, y Antonio que no sabía nadar se estaba ahogando. De sus labios solo salió un grito "Virgen Santa, salvadme" , y sin saber cómo, Antonio estaba en la orilla, sano y salvo y para colmo sus vestidos secos totalmente.

c)El tercer hecho fue el que le ocurrió al ir a visitar a un amigo a su casa. Cuando llegó, el amigo no se encontraba y quien estaba en casa era la esposa. Ella, dándose cuenta de la gallardía de Antonio, quedó cegada con un amor indigno y le dijo: "Antonio, ¡qué diferente eres de mi esposo, siempre agrio y despectivo! Quisiera que fuéramos buenos amigos".

Claret huye de la tentación. "Señora, vuestro esposo tarda y tengo mucho que hacer..." Ella intentó detenerle, pero en vano. Antonio se deshace de ella para no volver más.

Por fin, las palabras del Evangelio: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?", le impresionaron profundamente.


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Misionero Apostólico en Cataluña:

Como Claret no había nacido para permanecer en una sola parroquia, su espíritu le empujó hacia horizontes más vastos. En julio de 1841, cuando contaba con 33 años recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. Por fin era alguien destinado al servicio de la Palabra, al estilo de los apóstoles. Esta clase de misioneros había desaparecido desde San Juan de Avila. A partir de entonces su trabajo fue misionar. Vic iba a ser su residencia. Claret, siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario, caminaba por la nieve o en medio de las tormentas, hundido entre barrancos y lodazales. Se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos. Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba el P. Claret.

Caminando hacia Golmes le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: "Yo soy como los perros, que sacan la lengua pero nunca se cansan".

"Padre, confiese a mi borrico" -le dijo un arriero con tono burlón. "Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo y te hace buena falta". Y aquel hombre se confesó.

En otra ocasión sacó de apuros a un pobre hombre, contrabandista, convirtiendo en alubias un fardo de tabaco ante unos carabineros que les echaron el alto. La mayor sorpresa se la llevó el buen hombre cuando, al llegar a su casa, observó que el fardo de alubias se había convertido de nuevo en tabaco. Son algunas de las "florecillas claretianas" de aquella época.

Otros hechos prodigiosos se cuentan, pero sobre todo se destacaba su virtud de penetrar las conciencias. Tenía enemigos que le calumniaban y que procuraban impedir su labor misionera teniendo que salir en su defensa el arzobispo de Tarragona. Pero su temple era de acero. Todo lo resistía y salía airoso de todas las emboscadas que le tendían.

Además de la predicación, el P. Claret se dedicaba a dar Ejercicios Espirituales al clero y a las religiosas, especialmente en verano. En 1844 , por ejemplo, los daba a las Carmelitas de la Caridad de Vic, asistiendo a ellos Santa Joaquina Vedruna.

Durante este tiempo también publicó numerosos folletos y libros. De entre ellos cabe destacar el "Camino Recto", publicado en 1843 por primera vez y que sería el libro de piedad más leído del siglo XIX. Tenía 35 años. En 1847 fundaba junto con su amigo José Caixal, futuro obispo de Seu D'Urgel y Antonio Palau la "Librería Religiosa". Ese mismo año fundaba la Archicofradía del Corazón de María y escribía los estatutos de La Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y Amantes de la Humanidad, compuesta por sacerdotes y seglares, hombres y mujeres.


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Fundador y director espiritual

Poco después, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del seminario de Vic fundaba San Antonio María Claret la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Tenía 41 años. Eran los Cofundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.

"Hoy comienza una gran obra" -dijo el P. Claret.

¿Cómo serán los Hijos del Inmaculado Corazón de María?

"Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas"


El Padre Claret sabía que era impulsado por Dios; y Dios le reveló tres cosas:

1) Que la Congregación se extendería por todo el mundo.
2) Que duraría hasta el fin de los tiempos.
3) Que todos los que murieran en la Congregación se salvarían.

En la espléndida floración de nuevos institutos religiosos que se operó en el siglo XIX, fue el confesor real el más decidido colaborador que se encontraron casi todos los fundadores y fundadoras de su tiempo. Con la Madre París ya había fundado en Cuba el año 1855 el Instituto de Religiosas de María Inmaculada, llamadas misioneras claretianas, para la educación de las niñas.

Bajo su dirección espiritual se incluyen Santa Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Adoratrices, y Santa Joaquina de Vedruna, fundadora de las Carmelitas de la Caridad.

Intervino directa o indirectamente en otras fundaciones. Se relacionó con Joaquím Masmitjà, fundador de las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, con D. Marcos y Dña. Gertrudis Castanyer fundadores de las Religiosas Filipenses, con María del Sagrado Corazón fundadora de las Siervas de Jesús, con Ana Mogas fundadora de las Franciscanas de la Divina Pastora. Le encontramos con Fracesc Coll fundador de las Dominicas de la Anunciata. También tuvo parte en la fundación de las Esclavas del Corazón de María, de la M. Esperanza González. Y habría que añadir su influjo en la Compañía de Santa Teresa, Religiosas de Cristo Rey, etc.

Todas estas instituciones nacieron o germinaron gracias al P.Claret.


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Un hombre Santo:

La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable.

Este era su horario. Dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana. Antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias, desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.

Su pobreza era ejemplar. Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.

San Antonio era un verdadero místico. Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.


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En Intimidad con el Señor:

La clave de toda la espiritualidad de San Antonio es el amor al Santísimo Sacramento, que devoró su corazón durante toda su vida. Este amor es el que le hace transformarse en Cristo, en Cristo paciente y sacrificado.

Desde niño acudía con frecuencia a la Santa Misa, reconociendo a Cristo realmente presente en la Eucaristía, fuente de toda su vida.

Dice San Antonio: "Sentía cómo el Señor me llamaba y me concedía el poder identificarme con El. Le pedía que hiciese siempre su voluntad.

La vivencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía, en la celebración de la Misa o en la adoración de Jesús Sacramentado era tan profunda que no la sabía explicar. Sentía y siento su presencia tan viva y cercana que me resulta violento separarme del Señor para continuar mis tareas ordinarias".

Un privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía:

"El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones."

Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar: "En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres".


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Y el 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día:

"San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aún en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".

Testimonio de una familia: "Dios llamó a nuestra puerta"

Nicolás y Joaquina, matrimonio de Don Benito (Badajoz), son padres de seis hijos, cinco de ellos consagrados; junto a ellos, Ana, enferma durante muchos años, de quien sus hermanos dicen que ha tenido mucho que ver en su vocación.

Nicolás Sánchez hace recapitulación de la historia de la familia que fundó, hace 41 años, junto a Joaquina: «Hemos tenido seis hijos; la tercera, Ana, vino al mundo con un síndrome que le provocó una especie de autismo. Se nos murió con 23 años; y ha sido el eje sobre el que ha girado toda esta familia. Era una niña que respondía al cariño y al amor de una manera maravillosa. Esos niños son los niños del amor, y en sus ojos se refleja Dios. Sus hermanos dicen que ella ha sido la protagonista de todo lo que tiene que ver con su vocación». Sus cinco hermanos, Nicolás, Pilar, Kiko, Manoli y Carolina, son consagrados en diferentes Órdenes religiosas e Institutos seculares de la Iglesia: el movimiento laical Seminario del Pueblo de Dios, las Hermanitas de Belén, los misioneros claretianos, el movimiento de los Focolares y la Filiación Cordimariana, respectivamente.

Desde pequeños

Nicolás dice que, «desde muy pequeños, mi esposa los ha acostumbrado a ir a la parroquia, y no es tan raro que hayan respondido rápidamente a la llamada de Dios, porque estaban perfectamente integrados en la Iglesia». Y Joaquina asiente: «Yo siempre he pensado que a los niños hay que educarlos desde bien pequeños, y por eso he procurado siempre crear un ambiente de presencia de Dios: rezaba con ellos, leíamos el catecismo, les explicaba por qué íbamos a misa... A mí siempre me habían preocupado las vocaciones en la Iglesia, rezaba mucho por ellas, pero no pensaba que este tema me iba a tocar a mí. Yo daba catequesis en la parroquia, buscaba a Dios, leía mucho, en casa la Biblia se manejaba mucho; y peleaba mucho para que mis hijos fueran muy coherentes en su vida».

Una gracia inmensa

La llegada de las inquietudes vocacionales a la familia Sánchez no le hacía mucha gracia a Nicolás al principio: «Con un par de ellos -dice- me habría bastado, pero todos... Sin embargo, he de confesar que cada vez estoy más contento. No tener nietos duele, pero compensa el ver que todos mis hijos son una maravilla, en todos los aspectos, como hijos, en su entrega total, en su honradez. Son unos hijos modélicos, que enorgullecerían a cualquier padre». Joaquina lo vivió de otra manera; afirma: «Para mí no ha sido una sorpresa. Ha sido una alegría muy grande. Pienso que una vocación es una gracia inmensa, y, por eso, pienso que, con este abanico de gracia, el Señor se ha desbordado con nosotros». ¿Y no echan de menos a los nietos? Joaquina exclama: «¡Mira que me gustan los niños! Pero, cuando tú vives desde la profundidad de Dios, tu tiempo, tu amor y tu dedicación puedes orientarlos de otra forma; disfrutamos mucho con nuestros sobrinos-nietos. Yo pienso siempre que Dios hace muy bien las cosas; Él sabe bien lo que tiene que hacer».

¿La Madre Teresa sin Dios? / Autor: Xesco Domenech & Jorge Ranninger, L.C.

Cientos, miles de niños pobres y abandonados pululan sin una meta concreta por las calles de la ciudad. Familias enteras viviendo en las mismas aceras, durmiendo sobre cartones que simulan su hogar. El agua de los charcos de las calles sirve a muchos de ellos para lavarse y mantener la “higiene” de sus ropas. Personas mayores, abandonados, esperan pasivamente el momento de su fin. ¡Ésta es una de las verdaderas caras de Calcuta!

Mi nombre es Xesco, tengo 24 años, y soy de la moderna ciudad de Barcelona. En estos momentos estoy terminando mis estudios universitarios de derecho, y al mismo tiempo trabajo ya en una empresa en el sector financiero.

Hace unas pocas semanas yendo al trabajo, la radio encendida y mis pensamientos dispersándose en mil asuntos, escuché entre la gran marejada de noticias que comentaba el locutor, el nombre de la Madre Teresa de Calcuta.

En esos momentos enfoqué todos mis pensamientos y atención a cada una de sus palabras, y que finalmente acabé resumiendo de la siguiente manera: “salen a la luz unas cartas secretas de la Madre Teresa donde ella misma manifiesta profundas dudas sobre la existencia de Dios, poniendo así en entredicho la autenticidad y coherencia de vida de esta mujer”.

Golpeado por estas palabras, mi mente se sumió en los más profundos recuerdos grabados en lo íntimo de mi corazón.

Verano de 2005, ciudad de Calcuta: mi primer día como voluntario apoyando a las Hermanas de la Caridad en su labor de entrega a los más necesitados. Todo contento y creyéndome capaz de cualquier cosa, por todo lo que he hecho en mi vida, me lanzo al trabajo.

En la mañana del segundo día, después de la experiencia del día anterior en Prendam, uno de los centros de Madre Teresa en Calcuta, no me vi con suficiente fuerza interior para volver a realizar el mismo trabajo: entre otras cosas, lavar a los más pobres que no podían moverse ni para alcanzar a usar el baño…

Esa misma mañana, sumido en incómodas dudas, me encontré con Sister Nyrmala, actual Superiora General de las Hermanas de la Caridad. Sin temor le planteé mi caso.

Ella, con una sonrisa en la cara, como siempre he visto a todas las Misioneras y Misioneros de la Caridad durante los dos veranos que he pasado en Calcuta, me dijo para mi sorpresa, que no había ni secreto ni truco, y que la única manera de realizar este trabajo era agarrado fuertemente la mano de Jesús, Hijo de Dios Vivo, viendo en los pobres al mismo Señor. Esto era lo que siempre les había enseñado la Madre Teresa y como ella siempre lo había hecho.

Y más aún… Sister Nyrmala, con su sonrisa en la cara, concluyó: “Y la única manera de ver a Cristo en los demás, y más aún en los más pobres, es conociéndole, conociéndole a ÉL. Y se le conoce, como nos enseñó con el propio ejemplo de vida nuestra querida Madre Teresa, en la oración, delante del Sagrario, en la Eucaristía.”

Regresando a la realidad, mi alma se tranquilizó. Yo lo había experimentado en mi vida. Yo lo he vivido en carne propia, yo he estado en Calcuta, yo he convivido con los enfermos y pobres, yo los he lavado y amado, yo he visto como las Hermanas de Caridad dedican muchas horas al día a la oración ante Cristo Eucaristía, yo he rezado y amado a Cristo con ellas...

Madre Teresa construyó toda su vida, interior y exterior, sobre la Roca Firme: Cristo. Pudo tener momentos difíciles, como todos los tenemos, pero es imposible, os lo puedo asegurar, hacer lo que ella hizo sin un profundo amor a Cristo y fe en el Señor. ¡Y esta es la otra cara verdadera de Calcuta!

lunes, 22 de octubre de 2007

Enamorado de tí / Autora: Catalina de Jesús

Me gustaría ser capaz de transmitiros esta noche, dos cosas muy importantes , dos cosas que me han cambiado completamente la vida.Que han cambiado mi forma de ver a Dios y de relacionarme con Él.

La primera es lo que siempre digo, y creo que no me cansaré nunca de repetir:Que Dios es supersencillo, que nuestra relación con Él es muy sencilla y cercana.Los hombres lo complicamos todo cuando aplicamos palabras, conceptos, categorías humanas...Pero nuestra experiencia personal de la vida nos dice que cuando hay un amor sencillo, verdadero, cómo entre una madre y su pequeño, no son necesarias las palabras, pues hay un conocimiento más profundo, de corazón a corazón...pues así es y será nuestra relación con Dios.

Algo que nos llena de paz, de gozo y de confianza, pues todo es sencillo y claro.Cuanto más le dejemos acercarse más limpia y transparente será nuestra fe, menos necesitará otras cosas, más se despojará de todo lo accesorio,para descubrir su sencillez, para descubrir lo cerca que está...

La segunda cosa muy importante es que Dios no es algo "abstracto" un ente infinito, una fuerza, ó algo asi...nada de eso, Él es ALGUIEN, es alguien cómo un amigo, alguien "que siente", alguien que "llama",alguien que te "necesita".Es Jesucristo.Y esto algo que te deja sin palabras...porque Él, que es Todopoderoso, Señor de Cielo y Tierra, creador del Universo, Infinito, Omnipotente...es al mismo tiempo Alguien que quiere tu amistad, que quiere tener contigo una historia de amor, que quiere conquistarte, que "se muere por tí"...

Y cómo os decía una vez, su historia de Amor contigo no está escrita en ningún libro, es algo lleno del misterio, de la sorpresa y del gozo íntimo que tiene cualquier relación de Amor verdadero.Cualquiera que haya estado enamorado locamente lo sabe.Algo entre Tú y Él.Irrepetible.Algo que cambia y llena de un sentido nuevo tu vida, cuando descubres a Dios mismo pidiéndote Amor,¿Cómo no caer rendido a sus pies?¿Cómo no DARSELO TODO?¿Cómo no vivir ya sólo para Él?...

El fondo del pozo / Enviado por Vivy

Hay momentos, en nuestras vidas, en los cuales perdemos todo. Puede que sea la quiebra de nuestra empresa, el empleo de muchos años, puede ser un divorcio, puede ser un cambio en la economía, puede ser una guerra, puede ser un crimen, puede ser una muerte.

Por más brillante y rica que sea una persona, se encontrará en el fondo del pozo en algún momento de su vida, pero el ideal, es que tales momentos sean puntuales y raros. Y lo serán, si nos preparamos para salir de ellos, antes de que sucedan. No tengas miedo de esos momentos, pues van a ocurrir de cualquier forma. Son esa parte de la existencia sobre la cual no tenemos control. Por eso es mejor desde ya, tener en mente un pensamiento que nos va a ayudar mucho: "La ventaja, de estar en el fondo del pozo, es que cualquier movimiento nos lleva hacia arriba."

Esos momentos pueden causarnos pánico y recelo sobre el futuro. Desafortunadamente, la mayoría de las personas hemos sido enseñadas a sufrir por el dolor del fracaso, pero no sobre cómo usar lo aprendido de esos fracasos para construir los nuevos caminos con dirección a la victoria; aprendemos sobre las lágrimas de la amargura, pero no sobre cómo usar esas lágrimas para volvernos mejores personas, día tras día; nos dijeron sobre la soledad de la pérdida, sin jamás acordarse de la importancia de que, cuando estemos solos, nos detengamos para reflexionar sobre lo que debemos cambiar, para que las pérdidas no se repitan.

Verdaderamente, escuelas, facultades y gran parte de nuestra sociedad nos enseñan que el fracaso, la pérdida y la falla son cosas horribles, lo que muchas veces es cierto, pero casi nunca nos enseñan lo que tenemos que hacer para salir del fondo del pozo.

Por más dolor que sientas, todo eso por lo cual estás pasando es una dolorosa percepción. Una evaluación de la realidad con base en el desastre. Tu dolor es muy real, pero es necesario comprender que el dolor necesita ser contenido, para que podamos pensar y actuar, para colocar nuestra vida en el carril nuevamente. Por eso, cuando estés caído en el fondo del pozo, descansa un poco y mira a tu alrededor. Duerme, si es preciso. Llora, si es preciso. Pero, después de algún tiempo, sal de allí. No verás nada; por algunos momentos, estará oscuro y te sentirás perdido. Eso es natural. Pero, vamos a buscar lo que también es natural: es natural que tú, habiendo tropezado con uno de los puntos bajos de tu vida, solamente necesites hacer un movimiento y ya estarás más próximo de la salida.

No te preocupes en olvidar el dolor, pues él es parte de ti. Son las cicatrices las que te vuelven una persona más completa, más rica internamente, más viva. Puede ser que tardes y que tengas que "resbalar" mucho, pero echarle la culpa a una persona o situación (aunque sean culpables) no va a sacarte a ti, o a tus sueños, del fondo del pozo. Solamente la acción puede generar resultados.

Acuérdate de que la ventaja de estar en el fondo del pozo, es que cualquier movimiento nos lleva hacia arriba. Busca la salida, levántate y recomienza el camino. Mientras más pronto, mejor.

Oración

Cada mañana, al despertar, te ofrezco el nuevo día, Padre amado, y me entrego en tus manos con alegría y confianza, sabiendo y orando desde adentro que lo importante es buscar el Reino de Dios y su justicia; lo demás, lo darás por añadidura. Ayúdame a vivir este día abierto a las necesidades de los demás. Haciéndome prójimo de aquellos que necesitan y que crucen mi camino. Dame un corazón abierto, sensible a los dolores y a los sufrimientos. Que cada nuevo día sea un paso adelante en el camino al Reino.

No dejes que me atrape el individualismo descarnado. Que no se endurezca mi corazón con falsas justificaciones y prejuicios. Que el consumismo y la indiferencia no ahoguen mis ganas de servir a los demás en todo tiempo y en todo sitio. Dame constancia y empuje para llevar adelante los proyectos y propuestas que me vayas presentando. Dame Señor tu mirada para que pueda ver claro.

Te doy gracias, Señor, por este nuevo día. Acompáñame en cada momento, ayúdame a crecer en el amor y la entrega a los demás. Ilumina mis decisiones y abre mi corazón y mis manos para que pueda transmitir tu gran amor a través de gestos y actitudes de servicio generoso a mis hermanos.

Amén

Presos descubren la libertad recorriendo el Camino de Santiago

Iniciativa del Centro Penitenciario de Nanclares y de la diócesis de Vitoria

(ZENIT.org-Veritas).- La Delegación de Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Vitoria en colaboración con la dirección del Centro Penitenciario de Nanclares han organizado la sexta edición del Camino de Santiago con internos de esta prisión, que se está desarrollando entre el 15 y el 20 de octubre entre las localidades de Lorca y Santo Domingo de la Calzada, y en la que participan, entre internos y personal de apoyo 21 personas.

Mientras realizan el Camino, Veritas ha conversado con Txarly Martínez, el capellán del centro, Rafa, enfermero de la prisión, y Luis, uno de los internos.

Martínez, sacerdote diocesano, capellán del Centro Penitenciario de Nanclares –promotor de esta iniciativa que se lleva a cabo desde hace seis años y que han tomado como modelo otros centros penitenciarios– afirmó que aunque «el Camino siempre es distinto», la experiencia de este año «está resultando muy bien».

El capellán comentó que «el objetivo principal es dar pasos hacia la reinserción», es decir, «a los internos se les va concediendo una serie de permisos, se les otorga una serie de beneficios para valorar su comportamiento, de cara a obtener un tercer grado y poder salir a la calle».

La acogida de esta salida de los presos por parte de las Instituciones Penitenciarias ha cambiado «desde la primera edición en la que hubo sus lógicas reticencias hasta esta sexta edición». Como explicó Martínez, «la cárcel ahora nos da todas las facilidades del mundo, colaboran con el personal, económicamente, creo que incluso desde Madrid ya se ve este proyecto con mucha confianza y todo está resultando muy bien».

El capellán comentó también cómo vive el grupo el componente religioso del Camino de Santiago, teniendo en cuenta «que la gente que aquí nos juntamos somos de varias religiones, y de sensibilidades muy diversas, pero ello no quita para que hagamos algunos gestos, signos encaminados a la reflexión que cada cual orienta después desde su particular forma de vivir la fe».

«A nadie se le excluye de hacer el Camino por pertenecer a una religión distinta. Lo que solemos hacer es por la mañana nos juntamos antes de salir, tratamos un poco de ver qué es eso de ser peregrino ayudándonos de unos textos, también solemos leer una especie de cuento en el que se plantean una serie de valores, y a partir de ahí a caminar. Luego cada cual le dará más o menos vueltas a lo que ha escuchado», añadió.

Además, «el tema cultural también está muy presente porque a lo largo del Camino se visitan muchos monumentos e iglesias y s e les proporciona una explicación artística e histórica sobre todo lo que vamos viendo».

Respecto a la relación con otros peregrinos, el capellán dijo que durante el Camino «te encuentras con todo tipo de peregrinos desde el que no se despega de ti y te acompaña en el camino porque se siente interesado, atraído, impresionado por las características del grupo hasta uno, y digo uno porque solo hemos tenido un solo caso de un peregrino que desapareció en cuanto supo que éramos de la Cárcel de Nanclares».

Por su parte, a Luis, natural de Guinea Bisau, encarcelado por varios delitos contra la salud pública, le queda por cumplir menos de la mitad de la pena, aunque podría verse reducida a través del sistema penitenciario. Cuando recupere la libertad piensa hacer completo el Camino de Santiago y peregrinar al Santuario de Fátima.

Luis describió cómo se siente después de varios días de Camino diciendo que «super bien se queda corto». Para él, lo más importante está siendo «conocer los pueblos, las iglesias, su historia…». El recluso confesó que «yo también soy católico aunque ahora no practicante debido a los errores que cometí para entrar en la cárcel, no obstante tengo el deseo de regresar a ser practicante cuando salga de la cárcel».

«Como decía el conocer las iglesias y su historia y la convivencia con la gente, son además una lección de Historia que no tiene nada que ver con lo que yo conocía de Guinea Bisau. Había oído hablar del Camino de Santiago pero estar aquí es otra cosa», puntualizó.

Luis marca las diferencias entre la convivencia en prisión –que «está muchas veces salpicada de ciertos episodios de violencia verbal, nunca física, entre los nativos de acá y los extranjeros, o los blancos y los negros» no tanto por cuestiones racistas cuanto culturales– y lo que ha notado estos días: «yo no he notado rechazo alguno por parte de la gente, el primer día un grupo de personas que nos reconocieron por haber salido en la televisión y nos saludaron muy amablemente».

Finalmente, Rafa, enfermero de la prisión, participa en esta actividad desde la primera edición, igual que el capellán. Según él, «año tras año la experiencia nos ha servido para ir mejorando en todos los sentidos, tanto en infraestructura, como a la hora de ir perfilando las etapas, en la selección de la gente, etc.»

Para el enfermero, el Camino de Santiago es una terapia para los internos, tanto «a nivel físico» como «a nivel mental».

«Es cierto que para el tercer día alguna secuela de ampollas o molestias por el caminar se producen, pero nada que no sea normal. Los mayores beneficios se notan a nivel mental porque además el Camino de Santiago es diferente a otro tipo de salidas que se puedan programar con los internos, el Camino en sí tiene una magia especial y eso se nota cuando lo estás haciendo», comentó.

Para Rafa, la labor de Pastoral Penitenciaria –y la de las ONGs– «con el simple hecho de entrar en la prisión y estar con los internos, hacer actividades con ellos, y sobre todo sacarlos es una labor muy positiva».

Respecto al trabajo concreto de Martínez destacó que «cada dos o tres semanas está haciendo campo de trabajo, sacando a seis u ocho personas cada vez y todas estas actividades están reflejando avances en la gente cuando luego sale en libertad».

«Estas actividades lo que buscan al final es ir trabajando para que los presos se vayan adaptando paulatinamente a la vida en la calle. Hay gente que lleva muchos años en prisión y no saben realmente como es la calle, en cuestiones como el tráfico u otros detalles que a los demás nos pueden parecer muy evidentes para muchos de ellos no lo son», subraya.

Finalmente, este enfermero de prisión dijo que la gente de la calle no «tiene ni idea» de cómo es el mundo de la prisión «y prueba de ello la hemos tenido a veces en estas salidas del Camino de Santiago».

«Hay personas que creen que los presos van esposados o que quienes les acompañamos vamos con pistolas. En esta experiencia del Camino, por ejemplo, la única vigilancia que existe es la plena confianza en ellos y en los seis años que llevamos no hemos tenido ningún problema»,
concluyó.