* «Esta es la respuesta correcta: ayudemos a nuestros semejantes, a los más pobres; los pobres necesitan a los ricos, pero los ricos también necesitan la ayuda y el trabajo de los pobres… Dice el buen Dios: ‘ayuda, corrige y reprende a los que están en el error y así será posible su conversión a través de ti, pero si no le dices al pecador que está pecando, te cargarás con el pecado de los demás’… Querida y amada humanidad: ánimo, no perdamos la preciosa esperanza de un mundo mejor y más justo. Lo siento en mi corazón, gracias al buen Dios, para animar a esta sociedad que sufre y a cada ser vivo, a cada hombre y mujer de esta tierra, ayudémonos mutuamente a reconstruir juntos la paz y la verdadera esperanza… ¡Buen trabajo! Recemos y esperemos: que cada profesión contribuya al Bien Común y madure así una verdadera y justa ‘conversión al Buen Dios, es decir, al Bien’ para contrarrestar el mal con el bien»