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jueves, 7 de febrero de 2008

Santo Padre expresa condolencias por tránsito de Gran Maestre de la Orden de Malta

La Orden de Malta
VATICANO, (ACI).- El Papa Benedicto XVI expresó sus condolencias y cercanía espiritual a por el tránsito a la Casa del Padre del Gran Maestre de la Orden de Malta, Frey Andrew Willoughby Ninian Bertie, fallecido el 7 de febrero a los 78 años de edad, en una clínica de la ciudad de Roma, tras una corta enfermedad.

En un telegrama enviado a fray Giacomo Dalla torre del tempio di Sanguinetto, Lugar Teniente interino de la Orden de Malta, el Santo Padre dijo sentirse "espiritualmente partícipe del dolor por la muerte de su alteza eminentísima fray Andrew Bertie Gran Maestro de la Soberna y Militar Orden de Malta". "Deseo enviar a toda la orden mis sentidas condolencias al recordar la obra de este hombre de cultura y su empeño generosamente desempeñado en el desarrollo de su alto encargo, especialmente a favor de los más necesitados".

"Por su amor a la Iglesia y el luminoso testimonio de los principios evangélicos invoco para su alma la paz eterna y del corazón e imparto a vuestra excelencia y a toda la orden, la implorada y confortadora bendición apostólica", finaliza el Papa.

La amistad se construye en el perdón / Autor: Marcio Mendes

La Palabra nos revela la clase de amigo que era Jesús.

Todos buscamos un modelo de vida, queremos aprender a vivir. Y cómo estamos viviendo? Cual es la mejor forma de reaccionar? Nosotros, que somos cristianos, somos privilegiados, pues, tenemos de donde aprender y donde buscar este conocimiento.

Si te quieres evitar algunos errores y dolores innecesarios, y quedarte sólo con aquellos que son necesarios, puedes hacerlo leyendo las Sagradas Escrituras, como vivieron los hombres y mujeres de Dios y, sobre todo, como vivió Jesús. Viendo la vida del Señor, aprendemos lo que es importante. Vemos que existe algo para Él cuyo valor es muy grande: la amistad.
Jesús tuvo muchos amigos. Podemos ver que Pedro, Santiago y Juan son amigos a los cuales Él amó mucho, amigos a los cuales invitó para estar junto a Él en momentos importantes, particulares de su vida y de su historia.

Por momentos, vemos a Jesús que dice que ya no los llama siervos sino amigos. El Señor dice que el siervo no sabe lo que hace su señor, pero que al amigo todo se le revela. Dice también que nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos. Y qué fue lo que Él hizo? Sencillamente entregó su vida por los suyos. Es la mayor demostración de amor que alguien puede dar.

Y mira que para mantener una amistad con ellos, Jesús tuvo que aguantar muchas cosas; pues, fue un amigo que lo traicionó – y lo hizo con un gesto de cariño, con un beso en el rostro – Y un amigo que siempre estaba junto a Él, fue quien tres veces negó que le conocía. La Palabra dice que en aquel momento, un terrible dolor se apoderó del corazón de Pedro, pues se dio cuenta de lo que había hecho y de que la mirada de Jesús no era de acusación, sino que de perdón.

Porque quien no sabe perdonar a sus amigos, nunca tendrá amigos verdaderos. Es necesario aprender a perdonar. La amistad se construye en el perdón.

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Fuente: Comunidad Canción Nueva

El zapatero en el fin del mundo / Autora: Hna. Lelia Inés Bulacio

El mes pasado viajamos a Malí. Sin duda, es imposible determinar qué lugar preciso de la tierra constituye "el fin del mundo", pero sí estoy segura de que el sitio hacia el que nos encaminábamos las cuatro hermanas, guiadas por un lugareño, era uno de esos lugares. Hacía tiempo que habíamos dejado nuestro vehículo bajo un árbol de la planicie maliana y bajábamos la quebrada hasta su base a pie, entre piedras, en busca de un pequeño poblado de cultura dogon.

A una de las hermanas se le despegó la suela de las zapatillas, hasta que le fue imposible seguir y también volver atrás. Intentamos atarlas pero no resultó y llegamos a la conclusión de que "había que tirarlas".

Pero aquí, en el "fin del mundo" todo tiene solución, la que nace del corazón y de la imaginación de quien vive con lo indispensable. El guía se desprendió con naturalidad de sus sandalias y propuso continuar descalzo mientras la Hermana se calzaba con las suyas. Y así se hizo, mezclándose el desconcierto, la gratitud, la sorpresa y el honor de permitirnos meternos en sus zapatos. Según el guía, al llegar a la aldea un zapatero arreglaría la zapatilla. Confieso que nos mostramos algo incrédulas ya que teníamos la impresión de alejarnos cada vez más de lo que para nosotras era el centro de la seguridad y el desarrollo. Llegamos a la aldea, que se nos antojó maravillosa. Era un vergel al pie de una muralla de piedra en el más total aislamiento. Había casas y graneros, una escuelita de piedra, un pozo y rodeándolo todo, una huerta con tomates, lechugas y berenjenas que ni el más caro de nuestros supermercados podría vender.

El enfermero que nos dio la bienvenida se desprendió de sus chancletas y se las pasó a nuestro guía para que pudiera montar las laderas del pueblito y mostrárnoslo. También llamó a un viejo que llegó con una bolsa de cuero, que nos fue presentado como el "zapatero del pueblo". Sin decir nada, tomó las zapatillas, las miró y desapareció no sabemos donde. Otra vez la incredulidad asomó en nosotras como una tentación que fuimos capaces de resistir, bien porque no nos quedaba otra, bien porque ya conocemos África y su increíble capacidad de hacer funcionar lo infuncionable y de recuperar lo irrecuperable hasta hacerlo durar más allá de todas las expectativas de cualquier fabricante.

Al regreso del paseo se personó el zapatero con las zapatillas arregladas. Se las había ingeniado para coserlas y, muy discretamente, las estudiamos incrédulas abandonándonos a la evidencia de que durarían no sólo para el regreso, sino mucho más tiempo.

En nuestra cultura occidental todo se ha vuelto desechable. Sin embargo aquí, esas zapatillas que estábamos resueltas a tirar y a cambiar, y que seguramente costarían lo que una familia africana gasta en comida durante un mes, volvían a ser útiles. Ellas nos permitieron recuperar el verdadero valor de las cosas, de los oficios perdidos, de la capacidad de vivir fuera del consumo indiscriminado, nos permitieron volver a creer en la capacidad de la gente para salir adelante juntos, compartiendo y no gastando.

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Fuente: Mundo Negro

La Cuaresma, Camino hacia la Pascua / Autor: Juan Pavlo II

Invitación a la penitencia

1. Nos encontramos hoy en el primer día de Cuaresma, Miércoles de Ceniza. En esta jornada, al comenzar el de cuarenta días de preparación a la Pascua, la Iglesia nos impone la ceniza sobre la cabeza y nos invita a la penitencia. La palabra penitencia se repite en muchas páginas de la Sagrada Escritura, resuena en la boca de tantos profetas y, en fin, de modo particularmente elocuente, en la boca del mismo Jesucristo: «Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt. 3,2). Se puede decir que Cristo introdujo la tradición del ayuno de cuarenta días en el año litúrgico de la Iglesia, porque Él mismo «ayunó cuarenta días y cuarenta noches» (Mt 4,2), antes de comenzar a enseñar. Con este ayuno cuadragesimal, la Iglesia, en cierto sentido, esta llamada cada año a seguir a su Maestro y Señor si quiere predicar eficazmente su Evangelio. El primer día de Cuaresma –precisamente hoy– debe testimoniar de modo especial que la Iglesia acepta esta llamada de Cristo y que desea cumplirla.

Convertirse a Dios

2. La penitencia en sentido evangélico significa sobre todo conversión. Bajo este aspecto es muy significativo el pasaje del Evangelio del Miércoles de Ceniza. Jesús habla del cumplimiento de los actos de penitencia conocidos y practicados por sus contemporáneos, por el pueblo de la Antigua Alianza. Pero al mismo tiempo somete a crítica el modo puramente externo del cumplimiento de estos actos: limosna, ayuno, oración, porque ese modo es contrario a la finalidad propia de los mismos actos. El fin de los actos de penitencia es un más profundo acercarse a Dios mismo para poderse encontrar con Él en lo íntimo de la entidad humana, en el secreto del corazón.

«Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas... para ser alabados de los hombres... ; No sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto te premiará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas..., para ser vistos de los hombres..., sino... entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.

Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas..., (sino)... úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt. 6,2).

Por lo tanto, el significado primero y principal de la penitencia es interior, espiritual. El esfuerzo principal de la penitencia consiste en entrar en sí mismo, en lo más profundo de la propia entidad, entrar en esa dimensión de la propia humanidad en la que, en cierto sentido, Dios nos espera. El hombre exterior debe ceder –diría– en cada uno de nosotros al hombre interior y, en cierto sentido, dejarle el puesto. En la vida corriente el hombre no vive bastante interiormente. Jesucristo indica claramente que también los actos de devoción y de penitencia (como el ayuno, la limosna, la oración) que por su finalidad religiosa son principalmente interiores, pueden ceder al exteriorizan corriente, y, por lo tanto, pueden ser falsificados. En cambio, la penitencia, como conversión a Dios, exige sobre todo que el hombre rechace las apariencias, sepa liberarse de la falsedad y encontrarse en toda su verdad interior. Hasta una mirada rápida, breve, en el fulgor divino de la verdad interior del hombre, es ya un éxito. Pero es necesario consolidar hábilmente este éxito mediante un trabajo sistemático sobre sí mismo. Tal trabajo se llama ascesis (así lo llamaban ya los griegos de los tiempos de los orígenes del cristianismo). Ascesis quiere decir esfuerzo interior para no dejarse llevar y empujar por las diversas corrientes exteriores, para permanecer así siempre ellos mismos y conservar la dignidad de la propia humanidad.

Pero el Señor Jesús nos llama a hacer aún algo más. Cuando dice «entra en tu cámara y cierra la puerta», indica un esfuerzo ascético del espíritu humano que no debe terminar en el hombre mismo. Ese cerrarse es, al mismo tiempo, la apertura más profunda del corazón humano. Es indispensable para encontrarse con el Padre, y por esto debe realizarse. «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Aquí se trata de recobrar la sencillez de pensamiento, voluntad y corazón, que es indispensable para encontrarse con Dios en el propio yo interior. ¡Y Dios espera esto para acercarse al hombre interiormente recogido y, a la vez, abierto a su palabra y a su amor! Dios desea comunicarse al alma así dispuesta. Desea darle la verdad y el amor que tienen en Él la verdadera fuente.

Liberación espiritual

3. Así, pues, la corriente principal de la Cuaresma debe correr a través del hombre interior, a través de corazones y conciencias. En esto consiste el esfuerzo esencial de la penitencia. En este esfuerzo, la voluntad humana de convertirse a Dios es investida por la gracia proveniente de conversión y, al mismo tiempo, de perdón y liberación espiritual. La penitencia no es sólo un esfuerzo, una carga, sino también una alegría. A veces es una gran alegría del espíritu humano, alegría que otros manantiales no pueden dar.

Parece que el hombre contemporáneo haya perdido, en cierta medida, el sabor de esta alegría. Ha perdido además el sentido profundo de aquel esfuerzo espiritual que permite volver a encontrarse a sí mismo en toda la verdad de la intimidad propia. A esto contribuyen muchas causas y circunstancias que es difícil analizar en los limites de este discurso. Nuestra civilización –sobre todo en Occidente–, estrechamente vinculada con el desarrollo de la ciencia y de la técnica, entrevé la necesidad del esfuerzo intelectual y físico; pero ha perdido notablemente el sentido del esfuerzo del espíritu, cuyo fruto es el hombre visto en sus dimensiones interiores.

En fin, el hombre que vive en las corrientes de esta civilización pierde muy frecuentemente la propia dimensión; pierde el sentido interior de la propia humanidad. A este hombre le resulta extraño tanto el esfuerzo que conduce al fruto hace poco mencionado como la alegría que proviene de él: la alegría grande del descubrimiento y del encuentro, la alegría de la conversión (metanoia), la alegría de la penitencia.

La liturgia austera del Miércoles de Ceniza y, después, todo el período de la Cuaresma es –como preparación a la Pascua– una llamada sistemática a esta alegría: a la alegría que fructifica por el esfuerzo del descubrimiento de sí mismo con paciencia: «Con vuestra paciencia compraréis (la salvación) de vuestras almas» (Lc. 21,19).

Que nadie tenga miedo de emprender este esfuerzo.

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Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 1979
Catequesis del Papa Juan Pablo II

Teresa de Calcuta / La Pelicula

PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

PARTE 4

PARTE 5

PARTE 6

PARTE 7

PARTE 8

PARTE 9

66 Bebés ingleses sobrevivieron a aborto y los dejaron morir


LONDRES,(ACI).- Un informe oficial del gobierno británico reveló que en el último año unos 66 bebés que sobrevivieron a abortos no recibieron auxilio médico y se les dejó morir.

Según el sitio LifeSiteNews.com, el Informe Confidencial sobre Salud Materna Infantil (CEMACH, por sus siglas en inglés) sostiene que "la mitad de los bebés sobrevivientes vivieron una hora, mientras que uno sobrevivió durante 10 horas sin ningún tipo de ayuda".

En Inglaterra el aborto es legal hasta las 24 semanas de gestación. Por ello, el Colegio de Médicos y Obstetras recomienda a los médicos aplicar una inyección letal a los fetos de más de 22 semanas que sobreviven al aborto. Para el Daily Telegraph esta recomendación "puede ser un procedimiento complicado para los médicos".

Éste no es el primer informe que da cuenta de esta manera de proceder de los médicos. En 2005, el Dr. Shantala Vadeyar, un investigador en Manchester del St. Mary's Hospital, señaló que habían casos de bebés de 18 semanas que sobrevivían fuera del vientre materno; y entre 1996 y 2001, al menos 31 niños sobrevivieron a un aborto.

A la luz del informe de CEMACH, la Asociación Británica de Medicina Perinatal indicó al Daily Telegraph que las nuevas medidas con los procedimientos indicados para los médicos en caso de que un niño sobreviva a un aborto, ya se están trabajando.

Niños soldados todavía enrolados en trece países

Calma relativa en el Chad

El 27% de los hospitales contra el sida son católicos

Perdonar

El camino para aprender a amar
es "Perdonando", quien desea crecer
en el amor lo logra amando en el perdón.

Perdonar es el camino de la liberación,
el que auténticamente se libera es quien perdona,
echando fuera de su alma al rencor y la venganza
que solamente lo envilece y lo consume.

Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones
para no hacerlo, se atreve a pronunciar
en el interior del corazón "Perdón".
Perdonar cuando te han ofendido y humillado
es cuando se manifiesta la grandeza del corazón
del ser humano.

Solamente el que ama auténticamente
puede decir "te perdono y lo olvido".
Perdonar es cuando a pesar de sentirse ofendido
te atreves a dar una sonrisa de amor.

Deja hoy tus rencores, tu venganza
que anhela ver al que te ha ofendido
de rodillas pidiendo clemencia,
deja hoy ese fuego que enciende tu cólera
y abraza tu ser de rabia y de rencor,
cuando ha sido pisoteado tu orgullo
y has sido lastimado en lo más profundo,
cuando deseas con todas tus fuerzas
ver fulminado al que te ha ofendido

Te pregunto, ¿Serás hoy capaz de perdonar
a ese amigo tuyo que te traicionó, aquella ofensa
de alguien que creías no te podía fallar
y hoy le puedes demostrar que lo amas?
¿Serás hoy capaz de llenar tu alforja de olvido,
y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer,
tu perdón y continuar tu camino de paz
al encuentro de Dios?

Hoy libérate y camina como un niño extraviado
a los brazos de una madre llena de amor,
como el ciego al encuentro de la luz.
Hoy perdona y olvida, eleva tu alma
a las estrellas y encuentra la paz.

Dios, sé que tu grandeza y tu más
sublime expresión de amor es perdonar.
Dame la sabiduría, la comprensión
y la fuerza para convertirme en amor,
y sin dar espacio ni tregua al odio,
entregar la vida por los que amo.

Señor, tu lo sabes mejor que nadie,
conoces el corazón del hombre y sabes
que hoy deseo amar como nunca imaginé,
Señor gracias, hoy al fin he perdonado por amor.

Hoy perdonaré para siempre y arrojaré
de mi alma todos aquellos rencores
que me envilecen y me atan al pasado,
hoy estoy dispuesto a olvidar,
hoy me demostraré a mí mismo
mi capacidad de amar.

El cardenal Zen cuenta cómo la limosna le salvó del hambre

El obispo de Hong Kong exhorta a ser generosos con los pobres

HONG KONG, (ZENIT.org).- La carta pastoral del cardenal Joseph Zen para la Cuaresma se hace eco del llamamiento de Benedicto XVI a la limosna cuaresmal y relata cómo un donante salvó a su propia familia del hambre.

La carta del obispo de Hong Kong, de 1 de febrero, cuenta los detalles de una experiencia que el joven Joseph Zen vivió de niño.

«Fue cuando Shanghai había sido invadido --recuerda el cardenal--. Mi padre había tenido un derrame cerebral y estaba enfermo. Éramos siete de familia y cinco de nosotros en edad escolar, todos con necesidad de ser alimentados. Un frío día de invierno estaba nevando, así que nos quedamos todos en la cama para estar calientes. Estábamos hambrientos y sólo podíamos pensar: "¿Tendremos arroz para comer hoy?"».

«Mi padre miró al reloj y me dijo que me levantara. [...] Mi madre dijo: "Está nevando. Las suelas de tus zapatos de plástico están rotas. Si te mojas, cogerás un resfriado. Quédate en casa a rezar"».

«Pero mi padre dijo: "Tú vas a Misa cada día. No la pierdas hoy. Quiera Dios darnos nuestro pan de cada día". Por supuesto, mi padre tuvo las de ganar -recuerda el cardenal de 76 años, nacido en Shanghai--. Apreté los dientes y corrí a la iglesia y ayudé en la Misa como acostumbraba. Cuando me disponía a volver corriendo a casa, un hombre anciano vino corriendo detrás de mí. Era Zhou Chi Yao a quien todos conocíamos».

El cardenal Zen explica que su padre y Zhou iban a Misa todos los días: «Aunque se saludaban mutuamente con un breve gesto de cabeza, llegaron a ser buenos hermanos en el Señor».

El hombre anciano dijo al joven Joseph Zen: «Amiguito, ¿no eres el hijo de Zen En Giou?».

«Sí», respondió el muchacho.

«Gracias a Dios que corrí detrás de ti --dijo Zhou--.¿Cómo está tu padre? Hace mucho tiempo que no viene a la iglesia».

El cardenal recuerda en la carta de Cuaresma: «Le hablé de la situación de mi familia. [...] Me llevó a su casa y cogió un fajo de dinero, lo contó, lo envolvió y me lo dio. Dijo: ‘Ten mucho cuidado y lleva esto a tu padre'».

Con ese dinero, explica el cardenal Zen, su familia tuvo dinero suficiente para comprar alimentos durante varios meses.

«La mano izquierda de Zhou no sabía lo que su derecha estaba haciendo», escribe el cardenal aludiendo a la exhortación de Cristo en el Evangelio. El obispo de Hong Kong urge a los católicos a seguir el ejemplo dado por el anciano Zhou.

«No deberíamos preocuparnos por la falta de medios financieros --exhortó el cardenal--. Podemos quedarnos tranquilos si hacemos lo que podemos. Jesús alabó abiertamente a la viuda por dar dos monedas de poco valor».

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Traducido del inglés por Nieves San Martín

Monjas que construyen un monasterio: “La Providencia se ocupa de todo, pero pasa por personas concretas”

Valencia,(VERITAS) Numerosos laicos están colaborando con las Hermanitas del Cordero en la construcción de un nuevo monasterio en un terreno de la pequeña localidad valenciana de Navalón. Tras varios Campos de trabajo y oración, las seis religiosas destinadas a la zona, junto a decenas de familias con niños, jóvenes y sacerdotes, han limpiado el terreno, han encontrado agua y han puesto los fundamentos y empezado a construir mobiliario. Les falta llevar la luz y empezar a levantar el "pobre, sencillo y hermoso pequeño monasterio".

En la entrevista concedida a Veritas, las religiosas explican: "Quisiéramos que sea un lugar para el encuentro con Dios, en el cual las hermanitas puedan arraigarse en la vida de oración y en la vida fraterna. Desde allí, seremos enviadas en misión hacia los más pobres. Este lugar será una "tierra para Dios", un espacio de oración y de silencio, abierto, para que los que se acerquen puedan encontrar paz".

En poco más de veinte años de presencia en España, la comunidad, que forma parte de la Orden de Dominicos, "hemos podido vivir nuestra vida contemplativa y misionera" y "la acogida de creyentes y de no creyentes nos ha enseñado a conocer estas tierras y a ser parte integrante de ellas", explican las religiosas. "Ahora -añaden-, también en nuestro país, es necesaria una nueva fraternidad en un lugar retirado".

Sobre la colaboración de los laicos en la construcción del Monasterio, las hermanitas explicaron que "muchos de los que vienen, aprenden, a través de la manducación (repetición) del Evangelio del día, lo importante y actual de la Palabra de Dios". "Para llevar adelante este proyecto, necesitamos la ayuda de cada uno, según sus posibilidades: ayuda económica y/o materiales de construcción. La Providencia se ocupa de todo, pero pasa por personas concretas".

A evangelizar se aprende evangelizando

Presidenta de Manos Unidas: “La maternidad es el mayor don de Dios para hombres y mujeres”

(VERITAS) La presidenta de Manos Unidas, Begoña de Burgos, presentó esta mañana la campaña “Madres sanas, derecho y esperanza”, con la que Manos Unidas quiere apoyar el cumplimiento del quinto objetivo de Desarrollo del Milenio. De Burgos afirmó que “la maternidad es el mayor don de Dios para hombres y mujeres” y destacó que “el desarrollo de los pueblos no será posible sin unas madres sanas que sean su esperanza”.

Manos Unidas centrará su Campaña de este año en conseguir que la maternidad no sea causa de muerte o discapacidad, y reclamará para todas las mujeres, sobre todo para las más desfavorecidas, las atenciones y cuidados que el embarazo y el parto requieren.

Begoña de Burgos informó que la Jornada Nacional de Manos Unidas se celebrará el próximo domingo, 10 de febrero (en Madrid, el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco presidirá la Eucaristía en el Colegio de las Madres Concepcionistas de Madrid) y recordó la celebración el próximo viernes, 8 de febrero, del Día del Ayuno Voluntario, “símbolo de solidaridad con tantas personas que, en el mundo, ayunan por necesidad durante todo el año”.

Durante la rueda de prensa, también estuvieron presentes Amparo Cuesta, hermana misionera de Nuestra Señora de África, que ha vivido treinta años en Malawi y el padre José Chuquillanqui, sacerdote diocesano que desarrolla su labor en la Parroquia de Mancha.

Cuesta destacó que la mujer es la esperanza de África y explicó su labor como especialista en medicina tropical y como directora de diversos hospitales, destacando los pocos medios con los que se encuentra y la gran mortalidad de las madres a la hora del parto.

Por su parte, Chuquillanqui mostró las labores en su diócesis, uno de los asentamientos de extrema pobreza del cinturón de Lima, y afirmó que se debe “vencer el machismo de la zona”, así como la “violencia familiar y sexual” y añadió que no se trata de dar un mero “asistencialismo”, sino conseguir que cada beneficiario tenga un compromiso con los más necesitados.

María y la crisis de maternidad

Benigno Blanco firma con George Weigel, Carlo Casini o sor Nirmala, pedir a la ONU una petición de moratoria sobre el aborto

(VERITAS) El presidente del Foro Español de la Familia (FEF), Benigno Blanco, anunció hoy, miércoles 6 de febrero, que rubrica la petición de moratoria sobre el aborto, planteada a la Organización de Naciones Unidas (ONU) por iniciativa del periódico italiano con tendencia izquierdista, “Il Foglio”.

El Santo Padre expresó el pasado 7 de enero, poco después de que la ONU aprobara la moratoria sobre la pena de muerte, su deseo de que este acontecimiento estimulara el debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana. Al día siguiente, 8 de enero, Giuliano Ferrara, director del Il Foglio, recogía esta petición y lanzaba una propuesta de moratoria del aborto que ha sido firmada ya por destacadas personalidades del ámbito internacional.

Entre las personas que se han adherido, se encuentran el antropólogo, miembro de la Academia Francesa, René Girard; el miembro de la Cámara de los Lores, Lord David Alton; el teólogo y biógrafo de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, George Weigel; el profesor emérito de Filosofia en la Universidad de Munich, Robert Spaemann; la superiora de las Misioneras de Madre Teresa de Calcuta, sor Nirmala Joshi; el presidente del Movimiento por la Vida italiano, Carlo Casini; o el hermano de Terri Schiavo, Bobby Schindler.

Al sumarse a la petición de la Moratoria sobre el aborto, Blanco, ha manifestado: “ojalá la izquierda española tomase ejemplo de la mejor izquierda italiana y se deshiciese de los prejuicios que le impiden comprometerse en la defensa del más indefenso de todos, el no nacido, y apoyar una política progresista de solidaridad con la mujer embarazada para evitar el drama del aborto”.

En la petición de la Moratoria, los firmantes consideran que “el aborto selectivo y la manipulación selectiva in vitro son la forma principal de discriminación entre los seres humanos por razones eugenésicas, raciales o sexuales. Es la misma persona humana que las Naciones Unidas amparan en el artículo 6 de su carta de los derechos”.

Finalmente, creen que “a los sesenta años de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es necesario renovar nuestra fuente principal de inspiración humanitaria enmendando el artículo 3” y hacen “un llamamiento a los gobiernos para que respeten escrupulosamente los derechos humanos y, el primero de estos derechos es el derecho inviolable a la vida”.

La Santa Sede sigue de cerca la situación en Kósovo

Acogida una niña que sobrevivió al aborto en Italia / Autor: Antonio Gaspari

En la Comunidad Juan XXIII

(ZENIT.org).- El pasado 2 de febrero, durante una rueda de prensa, la Comunidad Juan XXIII, tras un momento de oración por la vida naciente ante la entrada del Hospital Mayor de Bolonia, Italia, anunció haber acogido a una niña que sobrevivió al aborto.

A la niña le fue diagnosticada la falta de los glóbulos oculares (era por tanto ciega). Los padres optaron por el aborto pero la pequeña, ya de 22 semanas, nació viva y los médicos se prodigaron para asistirla y salvarle la vida, como prevé el artículo 7 de la Ley 194, contra el parecer expresado hace unos días por el Consejo Superior de Sanidad -interpelado por la ex ministra Livia Turco para limitar la asistencia a los prematuros--, el cual habría aprobado la muerte.

Los padres decidieron de todos modos no acoger a la niña superviviente, pidiendo que fuera dada en adopción. Por ello, a los siete meses, la pequeña fue acogida por una casa-familia de la Comunidad Juan XXIII.

Según el testimonio de la «mamá» de la casa-familia que la ha acogido, la niña es espléndida, llena de vida y cambia el corazón de cualquiera que la conozca.

La historia de esta niña es increíble: superviviente tras al aborto, nació pesando sólo 562 gramos; sufrió una operación de corazón con diez días de vida, una hemorragia cerebral, varias infecciones, problemas respiratorios y de alimentación.

Ahora tiene 15 meses y pesa seis kilos. Se pensaba que hubiera vivido en estado vegetativo, en cambio ha empezado a chuparse el dedo, ríe y se relaciona con todos. Su deseo de vivir es contagioso, todas las personas que van a verla piden volver otra vez.

En la rueda de prensa participó también un matrimonio de Bolonia que dio el testimonio de la acogida de su hijo, al que había sido diagnosticada una grave malformación cardiaca

Otra madre presente contó que, hace nueve años, los médicos le urgieron repetidamente a abortar por razones de salud que luego se revelaron inconsistentes.

La Comunidad Juan XXII, fundada por el sacerdote Oreste Benzi, subrayó su adhesión a la moratoria del aborto, comprometiéndose a nivel nacional e internacional con propuestas de tutela de la maternidad y de la vida naciente para que «a cada mujer se le garantice el derecho a no abortar».

Durante la rueda de prensa, la Comunidad anunció que, tras haber propuesto orientaciones sobre la Ley 194, «se está preparando una propuesta de ley de tutela de la vida y la maternidad, contra la inducción al aborto, para dar a la mujer embarazada la posibilidad de encontrar protección y denunciar a quienes le propongan suprimir a su hijo o que la induzcan a abortar con el chantaje o peor con el engaño».

martes, 5 de febrero de 2008

La Comunidad de San Egidio cumple 40 años

Oración: ¡Que no te pierda, Señor! / Autor: Javier Leoz

¡Que no te pierda, Señor!

Sales a mi encuentro, tiempo de gracia y de cuaresma,
para hacerme comprender que, mi vida sin Dios,
es paja que lleva el viento.
Venís a mi encuentro, días de gracia y de perdón,
para hacerme sentir que, no estoy sólo,
que Dios me acompaña en mi caminar
que, cuando vuelvo los ojos hacia Él,
no hay reproche alguno sino indulgencia plena.

¡Que no te pierda, Señor!

Que no desperdicie tantos dones que me traes.
Que, si hay para mí, también los pretenda para los demás.
Que, donde estén presentes mis gestos y mis detalles,
mi servicio y me delicadeza,
que, entonces Señor, sienta que no te estoy perdiendo.

¡Que no te pierda, Señor!

Porque son muchos los lodos que intentan engullirte.
Porque, a veces, la ceniza deja más rastro en nosotros
que la misma luminosidad de la Santa Pascua.
Porque, a veces Señor, decimos tenerte y no te conocemos.
Decimos quererte, y nos resistimos acompañarte con tu cruz.
Decimos ser de los tuyos, y volvemos la cara.

¡Que no te pierda, Señor!

Para que, cuando llegue junto contigo
al final del Gólgota,
sepa valorar el esfuerzo de mi CONVERSIÓN.
El alimento de mi ORACIÓN.
El rédito del silencio de la CARIDAD.
La hermandad del PERDÓN dado y recibido.

¡Que no pierda, de vista tu Pascua, Señor!

Al clero de Roma / El Papa propone "ayuno" de palabras e imágenes en esta Cuaresma

VATICANO, (ACI).- "Me parece que el tiempo de la Cuaresma podría también ser un tiempo de ayuno de palabras e imágenes, porque necesitamos un poco de silencio", dijo el Papa Benedicto XVI a los sacerdotes y el clero de la diócesis de Roma.

En su tradicional encuentro al inicio de la Cuaresma, el Pontífice precisó que "necesitamos un espacio sin el bombardeo permanente de imágenes, de crear espacios de silencio sin imágenes para reabrir nuestro corazón a la imagen verdadera y la Palabra verdadera".

También respondió a algunas preguntas de los sacerdotes. Entre los temas principales, explica Radio Vaticano, figuraron "los jóvenes, la evangelización y el desafío educativo".

Es fundamental, explicó Benedicto XVI, "que los sacerdotes sepan testimoniar que podemos verdaderamente conocer a Dios, que podemos ser amigos y caminar juntos con Él".

Con respecto al tema de la evangelización, el Papa expresó que el "diálogo quiere decir respeto por el otro. Pero esta dimensión del diálogo, necesaria, no excluye el anuncio del Evangelio, donde la verdad que no podemos tener por nosotros mismos, debemos ofrecérsela a los otros. La misión no es imposición, sino ofrecer el don de Dios dejando su bondad que nos ilumine, lo que se convierte en un deber".

Cenizas: sin oración no hay esperanza
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El reto educativo entre los temas del encuentro del Papa con los párrocos romanos

La Cuaresma, tiempo para llegar a ser auténticos cristianos / Autor: Benedicto XVI:


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Intervención durante la audiencia general

Publicamos la meditación que ofreció Benedicto XVI en la audiencia general dedicada al Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma.

* * *

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, Miércoles de Ceniza, volvemos a emprender, como todos los años, el camino cuaresmal animados por un espíritu más intenso de oración y de reflexión, de penitencia y de ayuno. Entramos en un tiempo litúrgico «intenso» que, mientras nos prepara para las celebraciones de la Pascua, corazón del año litúrgico y de toda nuestra existencia, nos invita, es más, nos provoca a imprimir un impulso más decidido a nuestra existencia cristiana.

Dado que los compromisos, los afanes y las preocupaciones nos hacen volver a caer en la rutina, exponiéndonos al riesgo de olvidar hasta qué punto es extraordinaria la aventura en la que nos ha involucrado Jesús, tenemos necesidad, cada día, de comenzar de nuevo nuestro itinerario exigente de vida evangélica, retirándonos en nosotros mismos a través de momentos de pausa que regeneran el espíritu. Con el antiguo rito de la imposición de las cenizas, la Iglesia nos introduce en la Cuaresma como en un gran retiro espiritual que dura cuarenta días.

Entramos, por tanto, en el clima cuaresmal, que nos ayuda a redescubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y nos lleva a acercarnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestro compromiso de conversión bajo el signo de la misericordia divina. En los orígenes, en la Iglesia primitiva, la Cuaresma era el tiempo privilegiado para la preparación de los catecúmenos a los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, que se celebraban en la Vigilia pascual. Se consideraba la Cuaresma como el tiempo para hacerse cristianos, que no se vivía en un solo momento, sino que exigía un largo camino de conversión y renovación.

A esta preparación se unían también los ya bautizados, reactivando el recuerdo del sacramento recibido, y preparándose a una renovada comunión con Cristo en la celebración gozosa de la Pascua. De este modo, la Cuaresma tenía, y todavía hoy lo conserva, el carácter de un itinerario bautismal, en el sentido de que ayuda a mantener despierta la conciencia de que ser cristianos se realiza siempre como un nuevo hacerse cristianos: no es nunca una historia concluida que queda a nuestras espaldas, sino un camino que exige siempre un nuevo ejercicio.

Al imponer sobre la cabeza las cenizas, el celebrante dice: «Polvo eres y en polvo te convertirás» (Cf. Génesis 3, 19), o «Convertíos y creed en el Evangelio» (Cf. Marcos 1, 15). Ambas fórmulas recuerdan la verdad de la existencia humana: somos criaturas limitadas, pecadores que siempre necesitamos penitencia y conversión. ¡Qué importante es escuchar y acoger este llamamiento en nuestro tiempo! Cuando proclama su total autonomía de Dios, el hombre contemporáneo se convierte en esclavo de sí mismo, y con frecuencia se encuentra en una soledad desconsolada. La invitación a la conversión es, por tanto, un impulso a volver a los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a fiarse de Él, a encomendarse a Él como hijos adoptivos, regenerados por su amor. Con sabia pedagogía la Iglesia repite que la conversión es ante todo una gracia, un don que abre el corazón a la infinita bondad de Dios. Él mismo anticipa con su gracia nuestro deseo de conversión y acompaña nuestros esfuerzos hacia la plena adhesión a su voluntad salvífica. Convertirse quiere decir, entonces, dejarse conquistar por Jesús (Cf. Filipenses 3, 12) y «volver» con Él al Padre.

La conversión implica por tanto seguir humildemente las enseñanzas de Jesús y caminar siguiendo dócilmente sus huellas. Son iluminantes las palabras con las que Él mismo indica las condiciones para ser sus auténticos discípulos. Después de haber afirmado que «quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará», añade: «¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?» (Marcos 8, 35-36).

La conquista del éxito, la obsesión por el prestigio y la búsqueda de las comodidades, cuando absorben totalmente la vida hasta llegar a excluir a Dios del propio horizonte, ¿llevan verdaderamente a la felicidad? ¿Puede haber felicidad auténtica prescindiendo de Dios? La experiencia demuestra que no se es feliz por el hecho de satisfacer las expectativas y las exigencias materiales. En realidad, la única alegría que llena el corazón humano es la que procede de Dios: tenemos necesidad, de hecho, de la alegría infinita. Ni las preocupaciones cotidianas, ni las dificultades de la vida, logran apagar la alegría que nace de la amistad con Dios. La invitación de Jesús a cargar con la propia cruz y a seguirle en un primer momento puede parecer algo duro y en contra de lo que queremos, mortificador para nuestro deseo de realización personal. Pero si lo analizamos con más atención, nos damos cuenta de que no es así: el testimonio de los santos demuestra que en la Cruz de Cristo, en el amor que se entrega, renunciando a la posesión de sí mismo, se encuentra esa profunda serenidad que es manantial de entrega generosa a los hermanos, en especial, a los pobres y necesitados.

Y esto también nos da alegría a nosotros mismos. El camino cuaresmal de conversión, que hoy emprendemos con toda la Iglesia, se convierte, por tanto, en la ocasión propicia, «el momento favorable» (Cf. 2 Corintios 6, 2) para renovar nuestro abandono filial en las manos de Dios y para aplicar lo que Jesús sigue repitiéndonos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Marcos 8, 34), y de este modo emprenda el camino del amor y de la auténtica felicidad.

En el tiempo de Cuaresma, la Iglesia, dando eco al Evangelio, propone algunos compromisos específicos que acompañan a los fieles en este itinerario de renovación interior: la oración, el ayuno y la limosna. En el Mensaje para la Cuaresma de este año, publicado hace pocos días, he querido reflexionar sobre «la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales» (n. 1).

Por desgracia sabemos hasta qué punto la sugestión de las riquezas materiales penetra en la sociedad moderna. Como discípulos de Jesucristo, no estamos llamados a idolatrar los bienes terrenales, sino a utilizarlos como medios para vivir y para ayudar a los que tienen necesidades. Al presentarnos la práctica de la limosna, la Iglesia nos educa a salir al paso de las necesidades del prójimo, a imitación de Jesús, que, como observa san Pablo, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (Cf. 2 Corintios 8, 9).

«Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total --he escrito en el mencionado Mensaje--; imitándole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos». Y añadía: «¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor» (n. 5).

Queridos hermanos y hermanas: pidamos a la Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia, que nos acompañe en el camino cuaresmal, para que sea un camino de auténtica conversión. Dejémonos guiar por ella y llegaremos interiormente renovados a la celebración del gran misterio de la Pascua de Cristo, revelación suprema del amor misericordioso de Dios.

¡Buena Cuaresma a todos!


[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:


Hoy, con el rito de la imposición de la ceniza, la Iglesia nos introduce en la Cuaresma, que es como un gran retiro espiritual de cuarenta días, en el cual se nos invita a redescubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y a acercarnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestro esfuerzo de conversión interior bajo el signo de la misericordia divina. Convertirse es acudir a la escuela de Jesús y seguir dócilmente sus huellas. A la luz del Evangelio, la Iglesia propone a los fieles algunos compromisos específicos para este itinerario: la oración, el ayuno y la limosna. Sobre esta última he querido detenerme en el Mensaje para la Cuaresma de este año. El cristiano está llamado a no idolatrar los bienes terrenos, sino a utilizarlos como medios para vivir y ayudar a los necesitados, imitando así al Señor, quien, según San Pablo, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9).

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En particular, a los fieles venidos de San Sebastián, de las parroquias de El Salvador de La Roda y de San Juan Bautista de Carballo, a la Asociación "Palabra culta y buenas costumbres", así como a los demás grupos procedentes de España, México y de otros países latinoamericanos. Dejémonos guiar por la Virgen María en el camino cuaresmal y llegaremos, renovados interiormente, a la celebración de la Pascua de Cristo, revelación suprema del amor misericordioso de Dios. Os deseo a todos una Santa Cuaresma. Muchas gracias.

[Al final de la audiencia, volviendo a hablar en italiano, el Papa lanzó este llamamiento:]

En estos días estoy particularmente cerca de las queridas poblaciones de Chad, sacudidas por dolorosas luchas internas, que han causado numerosas víctimas y la fuga de miles de civiles de la capital. Confío también a vuestra oración y a vuestra solidaridad a estos hermanos y hermanas que sufren, pidiendo que se les ahorren ulteriores violencias y se les asegure la necesaria asistencia humanitaria, mientras dirijo un urgente llamamiento a abandonar las armas y a recorrer el camino del diálogo y de la reconciliación.

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[Traducción del original italiano realizada por Zenit

© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

Gemelas inglesas salvaron la vida de su madre... a patadas

LONDRES, (ACI).- Alice y Harriet Stepney tienen poco más de un año de vida. Estas gemelas inglesas aún no saben que durante su gestación salvaron la vida de su madre al expulsar con sus patadas parte de un tumor maligno alojado en su útero.

Según el sitio pro-vida LifeSiteNews.com, los médicos que atendieron a Michelle Stepney aseguran que esta madre de familia inglesa de 35 años ganó una guerra contra el cáncer gracias a sus hijas.

A las 17 semanas de embarazo, Michelle tuvo un sangrado y acudió al médico porque pensó que había sufrido un aborto espontáneo. Gran fue sorpresa al saber que no había perdido a sus niñas, ellas seguían creciendo en su vientre y con sus patadas habían removido parte de un tumor cancerígeno en su útero.

Los médicos advirtieron a la madre que debía someterse a un aborto para iniciar un tratamiento de inmediato y evitar que el cáncer avanzara. Sin embargo, Michelle –que tiene un hijo mayor de 5 años- no podía sacrificar a quienes habían permitido que detectaran su enfermedad. Decidió seguir adelante con su embarazo y someterse a un tratamiento especial de quimioterapia que no afectaría a las niñas.

"Le debo mi vida a mis niñas, y por eso nunca hubiera podido estar de acuerdo con el aborto. Sabía que una operación me hubiera podido curar el cáncer, pero eso hubiera significado deshacerme de mis bebés y nunca habría podido hacerlo",
asegura.

Michelle y su esposo Scott aseguran que "fue una decisión difícil. Queríamos estar seguros de hacer lo correcto para Jack (su hijo mayor), pero no queríamos hacerles nada malo a las niñas".

"No podía creer lo que me decían los médicos: las bebés sacaron el tumor. Las sentía patear, pero no me daba cuenta de lo importante que eso sería. Nacieron sin cabello, dada la quimioterapia, pero pese a eso, estaban saludables. Escucharlas llorar fue el mejor sonido del mundo", sostiene.

Alice y Harriet nacieron por cesárea y con buena salud en diciembre de 2006. Cuatro semanas después, esta joven madre fue sometida a una histerectomía para eliminar por completo el tumor, que no se había extendido. Hace unas semanas unas pruebas revelaron que no quedan rezagos del cáncer; y sus gemelas celebraron su primer cumpleaños.

"Las gemelas fueron también una gran ayuda. Me mantuvieron fuerte durante todo el proceso. Me siento afortunada. Y un día les diré a mis hijas como ambas salvaron la vida de su mamita", sostiene.

Posible milagro a mujer bautista llevaría a emperador austro-húngaro a canonización

ORLANDO,(ACI).- El beato Carlos de Habsburgo, último emperador del Imperio Austro-Húngaro, podría ser canonizado por un supuesto milagro obrado por su intercesión. Una mujer bautista de Florida afirma haber sido curada del cáncer de mama que padecía.

La mujer, de la localidad de Kissimmee en Florida, recibió de una amiga una estampa del beato, cuya vida conoció durante un viaje a Europa.

Según informó el periódico Orlando Sentinel, los médicos y el tribunal de la Diócesis de Orlando están de acuerdo en que aparentemente no hay explicación médica para la recuperación de la mujer, cuya identidad se mantienen en reserva.

Para el Obispo de Orlando, Mons. Thomas Wenski, "es un honor para nuestra diócesis ser parte de algo que es más grande que nosotros".

El Beato


Carlos de Habsburgo nació el 17 de agosto de 1887. Recibió una educación católica y desde su niñez creció en él un gran amor por la Eucaristía y el Corazón de Jesús. Se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma. Su matrimonio feliz y ejemplar fue bendecido con ocho hijos.

En 1914 Carlos se convirtió en emperador de Austria y fue coronado Rey apostólico de Hungría. Enfrentó la primera Guerra Mundial con el único deseo de alcanzar la paz. Fue el único responsable políticos, que apoyó los esfuerzos del Papa Benedicto XV.

Tras la guerra se exilió en la Isla de Madeira (Portugal), donde vivió años de extrema pobreza con su familia. Las precarias condiciones le causaron una enfermedad mortal que aceptó como un sacrificio por la paz y la unidad de sus pueblos.

Murió el 1 de abril de 1922 con la mirada puesta en el Santísimo Sacramento. Dirigió sus últimas palabras a su esposa Zita: "¡Te quiero sin fin!".

Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004.