Elige tu idioma

Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

Página web de Escuchar la Voz del Señor

Página web de Escuchar la Voz del Señor
Haz clic sobre la imagen para verla

jueves, 27 de septiembre de 2007

El Pecado / Autor: José Miguel Arráiz


Definición

El Pecado lo definía San Agustín como “Toda palabra, acto o deseo contra la ley de Dios”

La definición clásica de pecado es: “la trasgresión voluntaria de la ley divina”Trasgresión: es decir violación o desobediencia

Voluntaria: porque se trata no sólo de un acto puramente material, sino de una acción formal, advertida y consentida

De la ley divina: o sea, de cualquier ley obligatoria, ya que todas reciben su fuerza de la ley eterna

Entendamos que significa pecar

El Sacerdote Jesuita Jorge Loring nos dice que el pecado es “La gran estafa” y “La gran canallada”, y nos lo explica con dos ejemplos:

El Pecado “La gran estafa”:

Un niño de 6 años iba por la calle y se encontró un billete de 100 dólares, caminando contento por el acontecimiento se lo mostró a otro niño de 10 y tuvo con él el siguiente dialogo:

Niño de 6: “¡Mira lo que me he encontrado!”

Niño de 10: “¡Aleja ese billete de mi! ¿No ves que está sucio? ¡No vale nada! ¡En cambio yo tengo un sabroso y delicioso caramelo!”

Niño de 6: “¿no quieres cambiarme el billete por tu caramelo?”

Niño de 10: “Bueno…, solo porque me haz caído bien, te lo cambio”

El niño de 6 años se va contento pensando: ¡Hay que ver, ese niño tan grande y tan tonto, me ha cambiado un sucio pedazo de papel por un caramelo! ¡Lo que pasa es que soy muy listo!

El niño pequeño no sabe que con el billete de cien dólares hubiera podido comprar 1000 caramelos y que realmente ha sido estafado. La verdad es que así somos nosotros cuando pecamos. Nadie puede ganar pactando con el Diablo, ya que el diablo es ciertamente más inteligente que nosotros, tiene inteligencia de ángel, y cualquiera que pacte con el, ¡pues es estafado! El nos ofrece un caramelo (un disfrute pasajero) y nos quita lo realmente valioso (la gracia de Dios). Al perder la gracia de Dios estamos muertos espiritualmente, como lo dice la escritura:

“Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6,23

Morir sin gracia de Dios nos lleva a la condenación, por eso debemos estar siempre preparados, porque no sabemos cuando moriremos

“«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: "Mi señor tarda", y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Mateo 24,42-51

El Pecado “La gran canallada”:

Había una vez un hombre rico que tenía una gran fortuna, y decidió confiársela a un gran amigo para que la invirtiera en la bolsa de valores, cuando el amigo recibió el dinero, en vez de invertirlo, compró un anillo de diamantes, se lo regaló a la esposa de su amigo rico, la sedujo, la conquisto y se la quitó. Aquí vemos un hombre que se ha comportado como gran un canalla, ya que con lo mismo que ha recibido del amigo, le ha utilizado para ofenderle. Pues la verdad así somos nosotros, ofendemos a Dios con los mismos tesoros que Dios nos ha dado. A muchas mujeres Dios les da el don de la belleza y las vemos posando en revistas pornográficas, a otros hombres les hace bien parecidos y tienen tantas mujeres como puedan engañar, a otros hombres les da el don de la inteligencia y les vemos realizando las más increíbles estafas. ¿No son esos regalos que Dios nos ha dado? No nos damos cuenta que con el pecado, tomamos esos regalos y los ponemos al servicio del peor enemigo de Dios, dando la espalda a quien realmente nos los ha dado y nos ama, y poniéndonos del lado de quien nos odia terriblemente y quiere la muerte para nosotros.

Tenemos que estar muy concientes siempre de que realmente significa pecar, para que no nos dejemos engañar de la ilusión que este representa.

El Pecado nos hace esclavos

Cuando pecamos, nos hacemos esclavos del pecado, Cristo nos lo explica de la siguiente manera:

“Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.” Juan 8,34-36

El libro de imitación de Cristo dice:

“Resistiendo, pues, a las pasiones y no doblegándose a su yugo como esclavo es como se haya la verdadera paz del corazón” Imitación de Cristo LI, 6,7

“Y cuando más tardo y perezoso es uno en oponerle resistencia, tanto más débil se va tornando cada día, y el enemigo cobra mayores fuerzas contra él” Imitación de Cristo LI, 13,21

La esclavitud del pecado destruye nuestra voluntad, y sino forjamos una voluntad fuerte no podremos seguir a Cristo.

Cristo nos exhorta a temer al pecado

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.” Mateo 10,28

Por eso dice el libro del Eclesiástico:

“Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres.” Eclesiástico 21,2

Y Cristo nos pide que hagamos lo que sea necesario para apartarnos de las ocasiones de pecar:

“Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.” Mateo 5,29-30

Con esta hipérbole Cristo nos enseña que no es suficiente por tanto, proponernos no pecar, sino proponernos decididamente a apartarnos de cualquier ocasión que nos pueda llevar a pecar, si una amistad, un lugar determinado, un programa de televisión o cualquier otra cosa nos puede llevar a pecar es necesario apartarnos con voluntad de ellos.

¿Qué hacer si ya hemos pecado?

Si hemos cometido pecado grave debemos arrepentirnos de nuestro pecado, formar un verdadero propósito de enmienda y acudir a un sacerdote para confesarnos. Los sacerdotes recibieron de Cristo la autoridad de perdonar pecados:

“A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»” Juan 20,23

Y en la Biblia vemos los pecados deben confesarse:

“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.” Santiago 5,16

Ya desde tiempos de Cristo los creyentes acudían a los apóstoles a confesar los pecados

“Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.” Hechos 19,18

Por medio de este poder otorgado a los apóstoles y sus sucesores, Cristo les ha confiado el ministerio de la reconciliación, y esto no es un invento de los hombres sino que proviene de Dios:

“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.” 2 Corintios 5,18

Conclusión

El pecado es la desobediencia a Dios, cuando pecamos no solo le ofendemos a Él y perdemos la gracia sino que nos dañamos a nosotros mismos. Pecar siempre es una gran tontería de nuestra parte y una canallada contra Dios, cometer pecado nos hace esclavos y débiles de voluntad, por eso debemos temer al pecado, renunciar a él y apartarnos de toda ocasión de pecar. Si ya hemos pecados debemos arrepentirnos de corazón, hacer un firme propósit

«Christopher Hitchens y el final de la evolución» / Autor: Raniero Cantalamessa OFMcap






Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa OFMcap, predicador de la Casa Pontificia, al ensayo difundido por el periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens bajo el título «Dios no es grande – La religión envenena todo».




CHRISTOPHER HITCHENS Y EL FINAL DE LA EVOLUCIÓN

Hace tiempo un anónimo benefactor se preocupó de hacerme llegar como regalo, de parte del editor, el ensayo del conocido periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens titulado «Dios no es grande»; el subtítulo es: «La religión envenena todo» («God is not great. How religion poisons everything», Nueva York 2007). Pienso que no lo hizo con afán polémico, sino con el deseo de ayudarme a salir del engaño en el que, en su opinión, me encuentro como creyente y como comentarista del Evangelio en televisión.

Quiero decir enseguida que estoy agradecido a este desconocido amigo. Muchos reproches que Hitchens dirige a los creyentes de todas las religiones (el islam no recibe en el libro un trato mejor que el cristianismo, cosa que revela una buena dosis de valor por parte del autor) son fundados y hay que tomarlos en consideración para no repetir los mismos errores del pasado. El Concilio Vaticano II afirma que la fe cristiana puede y debe sacar provecho también de las críticas de quienes la combaten, y éste es ciertamente uno de los casos.

Pero Hitchens mete todo en el mismo saco. Dice atenerse al criterio evangélico de juzgar el árbol por sus frutos, pero del árbol de la religión él considera sólo los frutos podridos, nunca los frutos buenos. Los santos, los genios y los benefactores dados a la humanidad por la fe, o alimentados de ella, no cuentan nada. Con los mismos criterios, esto es, considerando sólo el lado oscuro de una institución, se podría escribir un libro negro de todas las grandes realidades humanas: de la familia, de la medicina (recuérdese para qué servía la medicina en Auschwitz), del psicoanálisis (¡de él se ha escrito recientemente, de hecho, un «libro negro»!), del propio periodismo que ejerce el autor (¡cuántas veces ha estado, y está, a servicio de los tiranos y de los intereses de grupos de poder!).

De su crítica no se salva nadie. ¿Francisco de Asís? ¡«Un mamífero que creía hablar a los pájaros»! ¿La Madre Teresa de Calcuta? «Una ambiciosa monja albanesa», hecha famosa por el libro «Algo bello para Dios», escrito sobre ella por Malcom Muggeridge. En otras palabras, ¡un producto como tantos otros de la era mediática!

Pascal concluye el relato de su descubrimiento del Dios vivo con las palabras: «Alegría, alegría, lágrimas de alegría», y C. S. Lewis describe su conversión como haber sido «sorprendido por la alegría»; pero para Hitchens «hay algo sombrío e incongruente» en estos dos autores, una fundamental ausencia de felicidad como en todos los creyentes («¿Por qué una creencia así no hace felices a sus seguidores?»).

Dostoiewski fue uno de los principales testigos de cargo de la religión, pero de él se toman en consideración mucho más los argumentos puestos en boca del rebelde y del ateo Iván que los del devoto Aliocha, el cual, como se sabe, refleja bastante más de cerca el pensamiento del escritor.

Tertuliano se convierte en un «padre de la Iglesia» de manera que su «credo quia absurdum», «creo porque es absurdo», pueda presentarse como el pensamiento de todo el cristianismo, mientras se sabe que, cuando escribe tales palabras (interpretadas, aparte de todo, fuera del propio contexto y de modo inexacto), Tertuliano está considerado por la Iglesia como un hereje. Extraña, además, esta crítica a Tertuliano, porque si existe un apologeta al que Hitchens se parezca espectacularmente, en la cara opuesta, es precisamente este africano: la misma capacidad dialéctica, la misma voluntad de triunfar del adversario, sepultándolo bajo una masa de argumentos aparentemente, pero sólo aparentemente, indiscutibles: la cantidad sustituyendo a la calidad de los argumentos.

Un recensor inglés ha comparado al autor del libro con un desafiante púgil que en el gimnasio lanza puñetazos furiosos contra un saco de arena inerte, ignorando que el verdadero campeón que hay que abatir está en otro sitio. Él no derriba la verdadera fe, sino su caricatura. A mi la lectura del libro me ha traído a la memoria el deporte de tiro al plato: se lanzan al aire blancos artificialmente confeccionados que el tirador, sin esfuerzo, hace añicos con disparos precisos.

Hitchens combate los distintos integrismos religiosos con otro de signo opuesto. «El de Hitchens –observaba Renzo Guolo en "La Repubblica"— se asemeja al manifiesto militante de un mundo que parece polarizado entre los inquietantes partidarios del fundamentalismo, con sus locos proyectos de nuevos, totalitarios, estados éticos, y los proclives a un neosecularismo integral que minusvalora la búsqueda de sentido de muchos en el tiempo del final de las "grandes narraciones"».

Hitchens da prueba de integrismo también en otro sentido. Aún con intenciones opuestas, él lee las Escrituras exactamente como lo hacen ciertos representantes del fundamentalismo bíblico de corte evangélico americano, esto es, a la letra, sin esfuerzo alguno de contextualización y de hermenéutica histórica. Esto le permite hablar de «la pesadilla del Antiguo Testamento».

Pero Christopher Hitchens es una persona inteligente. Ha previsto que la religión sobrevivirá también a su ataque, como ha sobrevivido a muchísimos otros que le han precedido, y se ha preocupado de dar una explicación a este embarazoso hecho: «La fe religiosa --escribe-- es inextirpable porque somos criaturas en evolución. No se extinguirá nunca, o al menos, no se extinguirá mientras no venzamos el miedo a la muerte, a lo oscuro, a lo desconocido y a los demás». La religión no es más que un estadio intermedio provisional, ligado a la situación del hombre que es un «ser en evolución».

De esta forma el autor se atribuye tácitamente el papel de quien ha roto tal barrera, anticipando solitariamente el final de la evolución e, igual que el Zaratustra nietzschiano, vuelve a la tierra para iluminar sobre las realidades de las cosas a los pobres mortales.

Repito: no se puede dejar de admirar la extraordinaria cultura del autor y la pertinencia de ciertas críticas suyas. Lástima que haya preferido vencer clamorosamente, renunciando así a convencer, incluso cuando podría haberlo hecho en provecho de la sociedad y de la propia religión.

Ser elegidos / Autor: Henri Nouwen

Cuando sé que he sido elegido, soy consciente de que se me ha visto como a una persona especial. Alguien se ha fijado en mí en mi calidad de persona única, y ha expresado el deseo de conocerme, de amarme. Cuando te escribo esto de que, como amados, somos los elegidos de Dios, quiero decir que hemos sido vistos por Dios desde toda la eternidad, y vistos como únicos, especiales, unos seres valiosísimos. Desde toda la eternidad, antes de haber nacido y de haberte convertido en parte de la historia, existías en el corazón de Dios. Mucho antes de que tus padres te admiraran, y de que tus amigos reconocieran tus dones, o tus maes­tros, o tus compañeros de trabajo y empleados te ani­maran, ya eras un elegido. Los ojos del amor te habían visto como muy valioso, de una belleza infinita, de un valor eterno. Cuando el amor elige, lo hace con un per­fecto conocimiento de la bondad única del elegido, y lo hace, consiguiendo al mismo tiempo que nadie se sienta excluido.
Nos enfrentamos aquí a un gran misterio de orden es­piritual: ser el elegido no significa que los otros sean re­chazados. Es muy difícil pensar así en un mundo tan competitivo como el nuestro. En este mundo, ser elegido significa simplemente ser colocado aparte, en contraste con otros. Sabes hasta qué punto en nuestra sociedad competitiva los elegidos son mira­dos con una atención especial.

Ser elegido como amado de Dios es algo radicalmente distinto. En vez de excluir a los demás, los incluye. En vez de rechazar a los demás como menos valiosos, los acepta en su realidad única. No se trata de una elección com­petitiva, sino compartida. ¿Cómo concienciarnos de nuestra condición de ele­gidos cuando estamos rodeados de rechazos? Este hecho conlleva una fuerte lucha espiritual. ¿Hay algo que nos pueda ayudar en esta lucha? Voy a formular unos pocos medios.

Primero, tienes que desenmascarar al mundo que te rodea; hacerle patente en su condición de manipulador, dominador, ansioso de poder, y, a la larga, destructor. El mundo te dice muchas mentiras sobre quién eres. Sé realista y no pierdas de vista nunca esto. Siempre que te sientas herido, ofendido, o rechazado, tienes que atre­verte a decirte a ti mismo: «Estos sentimientos, aunque sean fuertes, no me dicen la verdad sobre mí mismo. La verdad, aunque en estos momentos no la sienta, es que soy un hijo elegido de Dios, precioso a sus ojos, llamado el amado desde toda la eternidad y a salvo en su abrazo eterno».

En segundo lugar, debes buscar personas y lugares en los que tu verdad sea dicha, y donde se te recuerde tu identidad más profunda como elegido de Dios. Sí, de­bemos optar conscientemente por nuestra condición de elegidos, y no permitir que nuestras emociones, senti­mientos o pasiones nos seduzcan y nos lleven al auto-menosprecio. Las sinagogas, las iglesias, muchas co­munidades de fe, los diferentes grupos de apoyo que nos ayudan en nuestros momentos de debilidad, como son la familia, los amigos, los profesores, los estudiantes, to­dos ellos pueden convertirse en personas que nos re­cuerden nuestra verdad. El amor limitado, a veces roto, de los que comparten nuestra condición humana, es ca­paz, a menudo, de orientarnos hacía la verdad de lo que somos: preciosos a los ojos de Dios. Esta verdad no bro­ta simplemente del centro de nuestro ser. Ha sido reve­lada también por el Uno que nos ha elegido. Por eso debemos estar atentos y a la escucha de muchos hom­bres y mujeres a lo largo de la historia. A través de sus palabras y de sus vidas nos invitan a volver al corazón de esa verdad.

En tercer lugar, debemos celebrar nuestra condición de elegidos constantemente. Eso significa decir gracias a Dios incansablemente por habernos elegido, y gracias por recordarnos su elección. La gratitud es el camino más fructífero para profundizar en tu convicción de que no has sido un accidente, sino una elección divina. Es importante que nos demos cuenta de con cuánta fre­cuencia hemos tenido posibilidades de ser agradecidos y no las hemos aprovechado. Cuando alguien es amable con nosotros, cuando algo nos sale bien, cuando se nos resuelve un problema, cuando se restablece una amis­tad, se cura una herida, hay razones muy concretas para dar las gracias, ya sea con palabras, con flores, con una carta, con una llamada telefónica, con un gesto de ca­riño. Donde hay motivos para ser agradecido, siem­pre los hay también para la amargura. Aquí nos enfren­tamos con la libertad de tomar una decisión. Podemos decidir ser agradecidos o amargados, reconocer nuestra condición de elegidos, o enfocar nuestra mirada hacia nuestro lado sombrío.

Cuando afirmamos constantemente la verdad de ser los elegidos, pronto descubrimos dentro de noso­tros un vivo deseo de revelar a los demás su propia con­dición de elegidos. En vez de hacernos sentir que somos mejores, más preciosos o más valiosos que los otros, nuestra conciencia de ser elegidos abre nuestros ojos a la realidad de la elección compartida con los demás.

Este es el gran gozo de ser elegido: descubrir que los demás lo han sido también. En la casa de Dios hay mu­chas moradas. Hay sitio para todos, un sitio único, es­pecial. Una vez que hemos profundizado en nuestra con­dición de seres valiosísimos a los ojos de Dios, somos capaces de reconocer esa misma cualidad en los demás, y su sitio único en el corazón de Dios.

“Llamados por Jesús con otros.La comunidad. El corazón de la comunidad: Las personas con una discapacidad" (II) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre y la tercera el 19 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Quiero hablaros sobre una persona con deficiencia llamada Antonio que acogimos en nuestro hogar hace varios años. Había pasado 20 años en un hospital; no podía usar sus brazos y sus piernas, no podía hablar; físicamente tenía serias dificultades y necesitaba un suplemento extra de oxígeno; además, tenía que ser alimentado directamente a través del estómago. Así que nos llegó a nosotros después de pasar 20 años en un hospital. Una persona increíblemente bella, increíblemente franca, con un rostro increíble, una gran sonrisa, sus ojos eran brillantes. Si te acercabas a este hombre y le decías su nombre: ¡Antonio! no Anthony (era de origen italiano) entonces él se sentía reconocido. En el pequeño hogar en el que él estaba, todos solían decir que él era un maestro. ¿Sabéis que san Vicente de Paúl decía que los pobres son nuestros maestros...? En Antonio no había ninguna depresión ni ninguna ira; a veces se disgustaba un poco cuando la gente no le hacía caso, cuando el agua del baño estaba un poco caliente, un poco fría... Lo realmente extraordinario era la increíble aceptación de sí mismo, tan pobre, tan frágil, pero raramente feliz; así que decíamos: él es nuestro maestro. Porque a nosotros nos cuesta aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

Esta mañana os he hablado un poco sobre nuestras deficiencias, y nuestras deficiencias en el plano, en el mundo de la relación. Algunas personas nos gustan, otras no nos gustan, algunos nos gustaría tirarlos a un río. Y la comunidad es un lugar donde vamos a descubrir quiénes somos nosotros. Cuando estamos solamente con amigos, a los cuales hemos elegido y los cuales nos han elegido a nosotros mismos nos podemos alabar y decirnos lo maravillosos que somos, pero cuando llegamos a una comunidad, una comunidad de El Arca, una comunidad de Fe y Luz, rápidamente veis que hay gente que os gusta y otra que no, algunas personas os enfadan, os disgustan, algunos padres os vuelven felices y otros no; algunas personas con deficiencia estáis muy cercanos a ellas y otras no. Así que la comunidad es un lugar maravilloso para descubrir quiénes somos. Esta es la alegría y el dolor de la comunidad; nos amamos pero nos odiamos, porque por un lado descubrimos la alegría, la belleza de estar juntos, y también descubrimos el caos en nosotros. Yo creo que todos tenemos un gran caos; este caos puede manifestarse a través de nuestra sexualidad, en la que somos atraídos por alguna realidad o alguien del otro sexo, lo queremos y no lo queremos; el caos de la violencia, con algunas personas nos podemos enfadar mucho, algunas personas con deficiencia nos pueden enfadar mucho. Dentro de la comunidad encontramos este mundo de caos; podemos descubrirlo en el mundo de la depresión, incluso en el deseo de morir.

En muchos países del mundo hay muchos, muchos jóvenes hoy que cometen suicidios; todo esto es parte del caos que existe en nosotros. Y cuando descubrimos el caos, cuando descubrimos en nosotros fuerzas que nos lanzan hacia la sexualidad, hacia el alcohol, hacia las drogas, hacia la violencia..., entonces nos damos cuenta de que necesitamos estar seguros, necesitamos ser salvados porque hay algo muy roto en nosotros. Nos puede asustar mucho el caos.

Cuando veo a alguien al borde de la depresión o alguien que manifiesta elementos de enfermedad mental, puede haber un gran miedo. Una de las personas que viven en mi comunidad, una persona que estudia medicina, pero que tuvo una crisis a la edad de 20 años y cayó gravemente enfermo mentalmente, y pasó un largo tiempo en el hospital. Ahora ha vuelto a nuestra comunidad porque en cierto modo se ha visto reducido a una persona con una deficiencia mental, pero es un hombre increíble. A veces se me acerca y me dice: “debo ir al hospital, siento que esto me vuelve otra vez”. Es un hombre que tiene un gran sentido de quién es y se da cuenta de cuándo el caos le domina.

Así que el caos está ahí. Esto es algo por tanto que es importante descubrir en la comunidad, el caos; descubrir nuestras iras, nuestra reacción hacia ciertas realidades que pueden destruirnos. Hay una sed de vida, pero también una sed de muerte. Esta sed de muerte la encontramos claramente en personas atrapadas por las drogas, por el alcohol; ellos saben que el alcohol es malo, ellos saben que cuando están bajo los efectos del alcohol pueden pegar a su mujer o a sus hijos, saben que están gastando todo el dinero de la familia, pero hay una fuerza dentro de ellos... ¡es ese caos! Ese caos aparece algunas veces como algo muy caótico, a veces puede aparecer bajo la idea del imposible, el “haz tú lo mismo”... ¡es imposible! Y Jesús nos dice que amemos como ama el buen samaritano.

Creo que todos tenemos la experiencia de no ser capaces de amar. Hay cierto bloqueo en nosotros. A menudo escucho gente que me dice: “me gustaría aprender a amar”, y todos tenemos ese ideal de amor. En el corazón de la idea de Fe y Luz, en el corazón del mensaje de Jesús está esa idea de amor ¡pero no puedo! Porque me enfado muy rápidamente con los demás. Hay distintos tipos de bloqueos en mí, y no puedo. Y en el corazón del mensaje de Jesús se nos pide que vayamos más allá..., pero ¡yo no puedo! Hay una parálisis en mí, hay culpabilidad en mí y no sabemos cómo amar. Podemos querer a nuestro novio o nuestra novia, es maravilloso, pero fijaros en ella o en él dentro de diez años... ¡no es lo mismo!

Yo creo que todos hemos experimentado el caos, el caos como violencia o el caos como imposibilidad. Quiero amar pero no puedo amar. Cuando dejé la responsabilidad en mi comunidad me fui a vivir a una comunidad con personas con una deficiencia muy profunda, porque era muy importante para mí, poder bañar a diario a Erick o a Luic. Es algo sencillo bañar a alguien... ¡no, no es tan sencillo! Porque cuando tocas a alguien le das a esa persona algo que tú tienes dentro de ti; si tú tienes paz, das paz, si te encuentras mal, se transmite al otro cuerpo. He vivido experiencias muy profundas en este hogar; ninguna de las personas hablaba. Erick era el único de ellos que caminaba. Así que es muy importante descubrir esa comunicación completa a través del cuerpo para comprender a las personas que no hablan. Por supuesto, yo lo puedo hacer por mí mismo, puedo estar con otros que comprenden el lenguaje no verbal; así que descubrí cosas bellas también en mí, pero también descubrí mucha ira.

Había allí un hombre llamado Lucian, que no podía caminar, no podía hablar, tenía problemas psicóticos, un hombre muy, muy herido. Pasó 30 años con su madre. Su madre era una mujer muy bella; ella entendía cada gruñido, cada movimiento de su cuerpo, ella entendía su lenguaje y podía responder a ese lenguaje; y la madre se puso enferma, tuvo que ir al hospital y Lucian no podía mantenerse por sí mismo, así que se le llevó a otro hospital. Entonces sufrió una angustia inmensa, y la angustia quiere decir comunidad rota, comunión rota, porque él había vivido toda la vida con su mamá, con una relación muy profunda, simbiótica, y de repente se encontró completamente solo y vivió una angustia terrible, y después vino a nuestra comunidad, porque el hospital no era un lugar para él. Yo viví con Lucian durante un año, pero tuve muchos problemas con él, porque en ciertos momentos del día esa angustia brotaba de él y gritaba, gritaba, gritaba..., con una tonalidad muy alta, muy aguda; y ese grito entraba dentro de mí y creo que despertaba mi angustia, quizá su grito despertaba mi grito... ¡eso es una cosa muy dolorosa! Quizá todos hemos experimentado esto, que alguien débil y frágil despierta nuestras fragilidades más profundas y roturas. Y cuando ese grito penetraba en mí, despertaba mi grito, podía detectar ira, y descubría violencia que salía de mí. Afortunadamente vivía en comunidad, así que mi violencia se contenía, pero yo sé que si no viviera en comunidad, quizá Lucian estuviera en peligro.

Me imagino que todos nosotros hemos experimentado algo parecido, cuando no hay una firmeza, una fuerza, delante de una dificultad, hay algo en el orden de la violencia que surge del caos y no de un punto de luz, y entonces sabemos que podemos herir a alguien. Ahora me doy cuenta cada vez más que el mayor miedo en cada uno de nosotros es matar a alguien. Hace algunos años visité muchas cárceles. Recuerdo que pasé una semana en prisión en el oeste de Canadá; tenía mi pequeña celda y una noche estaba en el club 21; el club de los 21 es el grupo de hombres que ha sido condenado a 21 años de prisión, y me invitaron para una tarde completa de compartir, y cada uno me contó su historia. Me di cuenta de que escuchándoles, y cada uno había cometido un asesinato, que si yo hubiera tenido su educación y hubiera estado en su situación, yo hubiera hecho lo mismo. Me acuerdo de un hombre muy grande, me contaba que él estaba bebiendo en el pub, y obviamente había bebido demasiado, y alguien llegó y le insultó, sencillamente le dio un golpe en la cabeza y le mató; la ira surgió de él. Me di cuenta que yo hubiera podido hacer lo mismo en sus circunstancias.

Vosotros sabéis, este es el gran misterio del caos que hay en nuestro interior y a mí el descubrir esa ira en mí fue muy doloroso porque afectaba a mi vocación; mi vocación es vivir con gente débil y me daba cuenta que era capaz de herir a alguien. Su grito era un grito normal, era el modo de expresar su dolor, quizá yo exprese mi dolor de otra manera, pero el único modo que él tenía para expresar su dolor era el grito. Estuvimos hablando con un médico sobre la medicación y todos estábamos de acuerdo en que no debía tener medicación porque era importante que él pudiera expresar su dolor, y su dolor era la separación de su madre; y la única manera para él de expresar su dolor era gritar, y el grito -como os he dicho- despertaba mi grito. Un poco después, vino un asistente a verme y me expresó la situación de un modo similar a como yo lo había vivido, cómo él había sentido que deseaba matar a alguien. Al día siguiente, él estaba en la capilla y de repente se dio cuenta de lo que había sucedido y entonces, me contó, me puse a llorar, y vino a hablar conmigo de ello. Y entonces yo le dije: “mira, quizá la noche pasada ha sido uno de los momentos más importantes en tu vida; tú viniste a El Arca ha salvar a los pobres, ahora estás descubriendo que eres pobre y que necesitas ayuda”. Nosotros necesitamos ayuda, todos necesitamos ayuda para crecer y volvernos completamente seres humanos y ocupar nuestro lugar en el mundo.

Yo acompaño también a madres y padres. A veces me cuentan de madres que se enfadan mucho con sus hijos; cuando el niño pequeño no quiere lavarse los dientes: “lávate los dientes” , “¡no!”, “te he dicho que te laves los dientes”, “¡no!”. Y entonces ¿qué sucede?, ¿qué sale de la madre? Ira. Mirad, bien proyectemos nuestra ira hacia las personas o la proyectemos hacia nosotros; cuando la lanzamos sobre nosotros eso se llama depresión; la ira puede volverse hacia mí o puedo proyectarla hacia el exterior. Así que, probablemente todos hemos experimentado el caos. Es muy importante que leáis aquellos momentos en vuestra vida en los que habéis vivido el caos, iras profundas, formas de depresión o atracción hacia cosas que sabíamos que nos iban a dañar. Porque es cuando vivimos la experiencia del caos o la imposibilidad cuando nos damos cuenta que necesitamos una nueva fuerza... ¡necesito una nueva fuerza, no lo puedo hacer por mí mismo!

Cuando miráis la historia de la humanidad, la historia de la humanidad es una historia muy dolorosa, es una historia de guerra. Vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido en vuestro país en los años 30... ¡cómo puede de repente aparecer el odio! Posiblemente estos días veis algo en la televisión sobre Israel y Palestina, y del odio que hay ahí. Nosotros comenzamos una comunidad en Betania, entre musulmanes, hace algunos años y simplemente escuchar a los israelitas y a los palestinos, y escuchar su ira y su odio, nos preguntamos ¿cómo puede terminar esto? Una de las cosas más dolorosas es la separación entre la gente, entre los ricos y los pobres. Raúl me contaba cuando llegábamos a Salamanca, que Salamanca es la ciudad de las grandes universidades, pero también es una ciudad en la que hay un gran número de analfabetos; así que, tenéis a todos los inteligentes, y todos aquellos que no saben leer ni escribir, y hay un muro entre ambos, y no hay modo de crear un contacto porque todo el mundo tiene miedo del otro. Así que, tenemos la conciencia de que nuestro mundo es un mundo roto. ¿Sabéis? Todos queremos probar que tenemos la razón. Me gusta mucho ver a las personas que están viendo un partido de fútbol en la tele, me doy cuenta de que en España hay mucha gente que le gusta el fútbol, excepto las mujeres de los hombres, no les gusta el fútbol. Lo que es muy interesante cuando la gente ve la tele, cuando el Madrid juega contra el Salamanca, u otro..., lo único que veis es a 22 personas corriendo detrás de un trozo de cuero con aire dentro y... ¡la gente se excita tanto! Y cuando el Real Madrid mete un gol, o cuando lo meten en la otra portería... ¡¡buff!!

Un día paseando, comenzamos a escuchar grandes voces y gritos... ¿qué pasa? Y nos dimos cuenta de que mucha gente llevaban unos cascos, entonces nos dimos cuenta de que Guatemala estaba jugando contra Honduras. Así que, qué es lo que se vive..., la necesidad de ganar, la necesidad de estar en el equipo ganador, la necesidad de ser el mejor. Sería maravilloso si sólo sucediera en el fútbol, pero muchas veces va más allá; hay una fuerza grande de agresión dentro de nosotros, una gran necesidad de ser el poderoso, de ser el mejor. Necesitamos ser salvados si queremos tener paz, porque la paz no es la coexistencia, todos podemos coexistir.

Estuve hace poco en el norte de Serbia; estaba hablando a un grupo de católicos, y en el mismo pueblo, les pregunté ¿cuál es vuestra relación con los ortodoxos? Vivían puerta con puerta y me dijeron: “nunca nos hablamos”. Así que la paz no es sólo la coexistencia, vivimos al lado pero nunca nos juntamos. La paz sólo puede llegar si nos encontramos y nos escuchamos y tú me cuentas tu historia y yo te cuento mi historia. Entonces empezamos a encontrarnos. Esto es lo que afortunadamente sucede en vuestros pequeños grupos, en los que podemos hablar, decir nuestras cosas desde la parte más profunda de nosotros mismos, y yo te puedo revelar quién soy, y tú me revelas a mí quién eres tú. La paz sólo puede llegar si nos encontramos con personas y escuchamos a personas; pero estamos asustados y construimos los muros. La fuente, el origen de esos muros es el caos, porque tenemos miedo de pelearnos, porque tus certezas, en cierto modo, ponen en peligro mis certezas. Todos tenemos nuestras certezas, todos tenemos nuestra religión, nuestra cultura, nuestra clase, nuestra ideología..., y si escuchamos a los demás, va a afectar mi ideología, mis certezas, mi necesidad de sentir que soy el mejor.

Tener paz entre nosotros, y querernos..., para eso necesitamos ayuda, y en el corazón del mensaje de Jesús, yo te digo: ´ ama a tus enemigos, haz el bien a aquellos que te odian, habla bien de aquellos que hablan mal de ti y reza por aquellos que te aplastan...` ¡no es posible, no puedo amarlos! El enemigo es aquél que me pone en peligro, tengo miedo del enemigo, me protejo del enemigo... ¿cómo puedo amar al enemigo? Automáticamente si ves una piedra que te llega a la cabeza te defiendes y en el corazón del mensaje de Jesús dice: “ama a tu enemigo”. Así que, el descubrimiento de que tenemos que ser salvados, cuando nosotros comenzamos a tocar nuestro caos, cuando nos vamos dando cuenta de que hay tantas cosas que son imposibles, que no puedo amar a esta persona, entonces nos desanimamos y caemos en la culpabilidad, nos sentimos desanimados, y mucha gente joven está desanimada. Porque ¡mirad nuestro mundo!, ¿cuál es la esperanza de nuestro mundo?, ¿hay alguna esperanza?, ¿o sencillamente nos peleamos unos con otros y aceptamos la sociedad tal y como es?, ¿intentamos subir en la escala del poder frecuentemente pisoteando a los que son más pobres? Sencillamente... ¿el Evangelio no es más que una utopía, una esperanza para nuestro mundo? Mucha gente está desanimada, quizá puedan ir a misa los domingos, pero... ¿realmente hay alguna esperanza en ellos?, ¿podemos hacer algo por la justicia, por la paz, por el amor?

Hay un texto muy bello del profeta Ezequiel. No sé si conocéis al profeta Ezequiel; es un hombre fantástico, siempre muy excitado; veis a un hombre realmente inspirado, con sueños maravillosos. En inglés es la misma palabra para decir sueños, pero en francés hay dos palabras para decir sueños; una de las palabras significa: sueño que viene de Dios y tiene un significado real; mientras que la otra palabra no tiene ningún sentido, o durante la Biblia encontráis a muchas palabras viviendo sueños irreales. Y de hecho Platón, no sé si conocéis a Platón, es otro hombre muy interesante, en uno de sus libros pregunta porqué los demiurgos, los dioses, crearon el hígado, y ¿sabéis por qué dice que los dioses crearon el hígado? Es muy importante saberlo; dice: crearon el hígado para que las personas pudieran convertirse en profetas... ¿cuál es la relación entre el hígado y los profetas? Yo no sé si en España conocéis el queso Camembert, es un queso que huele mal, pero es muy cremoso, si coméis mucho, demasiado Camembert, tendréis sueños por la noche, porque el hígado crea nuevas imágenes y las envía al cerebro. Y Jesús dice que Jesús crea esas imágenes para enviar mensajes a las personas. Yo no sé si san José comió mucho Camembert, pero San José tuvo un número de sueños en los que Dios le enviaba mensajes. Es muy importante saber distinguir; quizá vosotros hayáis tenido mensajes en algún sueño, es importante estar atento a ciertos sueños.

De cualquier modo, voy a volver al profeta Ezequiel, porque Ezequiel tenía grandes sueños. En una ocasión tuvo un sueño en el que estaba en un valle lleno de huesos secos. Es casi una pesadilla ¿os podéis imaginar? Y Yahvé le dijo a Ezequiel: “hijo del hombre, ¿pueden vivir estos huesos?”. Ezequiel es muy prudente, la manera en la que él responde es: “Dios, sólo tú lo sabes”. Así que, si Dios os hace alguna pregunta, de la mejor manera que podéis responder es: “sólo tú lo sabes”. De cualquier modo, podéis encontrar esto en el capítulo 37 de Ezequiel; y Dios le dice a Ezequiel: “profetiza, profetiza sobre estos huesos muertos, secos” y los huesos empiezan a juntarse y empieza a aparecer carne sobre ellos; están allí pero no están viviendo, entonces Dios le vuelve a decir a decir a Ezequiel: “profetiza otra vez, profetiza más”. Y entonces de repente la mira, penetra en esta multitud de personas y de repente, todo este cúmulo de huesos se ha convertido en una gran multitud de personas que hablan... ¡eso es un sueño! Pero después de eso viene la interpretación del sueño, y a veces necesitamos ayuda para interpretar los sueños. Y aquí Dios interpreta un sueño, y esto es lo que dice: “Hijo del hombre, estos huesos son la casa completa de Israel, representan a todo el mundo en Israel, ¿qué pueden decir nuestros huesos, están secos? Nuestra esperanza está perdida y estamos separados de la tierra de los vivos”. Estas palabras fueron dichas seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, ¿qué palabras oímos hoy?, ¿me siento seco dentro de mí?, ¿no tengo más esperanza? Sepárame de la tierra de los vivos... ¡es muy fuerte! Y hay mucha gente hoy en ese estado de desesperación... ¡no creen que pueden vivir, y que pueden dar vida! Están encerrados en una prisión interior, y entonces en Señor Dios dice: “yo abriré vuestras tumbas y os sacaré de vuestras tumbas ¡oh, mi gente! Os levantaré, os sacaré de vuestras tumbas y yo llevaré vuestro hogar a la tierra de Israel. Vosotros sabréis que yo soy el Señor cuando abra vuestras tumbas y os levante de vuestras tumbas ¡oh, mi pueblo! Y pondré el Espíritu sobre vosotros, y vosotros viviréis y os colocaré en vuestra propia tierra, entonces sabréis que yo soy el Señor...”. Os levantaré de vuestras tumbas, la tumba de la desesperación, la tumba del caos, la tumba del yo no puedo hacerlo, es imposible... ¡yo pondré el Espíritu en ti y tú vivirás!

Jesús vino seiscientos años después de Ezequiel y todas las promesas de Jesús son: “si tú me amas y mantienes mi palabra, yo le rezaré al Padre y Él os enviará al Paráclito, para estar contigo siempre, el Espíritu de la verdad...”. Esta es la promesa de Jesús; lo más importante del mensaje del Evangelio, se vuelve una promesa, una promesa de darnos el Espíritu, para ser renacidos, para ser capaces de hacer lo imposible, para hacer no lo que es posible para mí, sino lo que es posible para Dios. Vivir en comunidad es imposible, perdonar a las personas es imposible, convertirse realmente en amigo de una persona con deficiencia es imposible, amar a nuestros enemigos, descubrir el perdón, descubrir la violencia que hay en mí y no sentirse deprimido por ello, sino trabajar por ello para descubrir la ayuda adecuada. Todos tenemos violencia en nosotros, todos tenemos depresión en nosotros. ¿Estamos condenados a vivir esta violencia o a esconderla? La promesa de Jesús.

Espero que en este pequeño tiempo, corto que queda, porque nos vamos dentro de dos días, escuchéis esta promesa, pero no aquí en la cabeza, sino aquí abajo, en vuestro corazón. Esta promesa comienza cuando Jesús nos dice: eres importante para mí y te quiero. Es un poco como Jesús cuando entra en diálogo con la Samaritana; Jesús entra en diálogo con nosotros y nos promete: “si tú bebes el agua que yo te daré, esa agua se convertirá dentro de ti en un manantial del que brotará la vida eterna”. Esa es la promesa que Jesús le hace a la mujer de Samaria. Así que es importante que escuchéis a Jesús, y para escuchar, realmente necesitamos tiempo; escucho lo que dice Peluso, también escucho muchas de las cosas que decís..., ¡pero es importante escuchar a Jesús que nos habla! Estamos en un momento increíble de la historia de la humanidad, yo diría incluso, uno de los momentos más bellos de la historia de la humanidad, en el que puede haber un renacimiento en la paz, en el amor; un renacimiento de la Iglesia o si no, habrá catástrofes. Y a esta misión estamos llamados todos, a ocupar nuestro lugar, sea cual pueda ser ese sitio, y convertirnos en instrumentos de paz y convertirnos como Jesús en un rostro de compasión; o lo que quiere decir lo mismo, conviértete en un hombre y en una mujer de compasión, busca amar a las personas y ayuda a las personas a crecer, y ayúdales a descubrir quiénes son, la increíble belleza que existe en cada uno, también la capacidad increíble que cada uno tenemos para crecer. La gran esperanza de nuestro mundo es que nos volvamos hombres y mujeres de compasión, y que la Iglesia se convierta en el lugar para la compasión, no sólo el lugar del Señor, no solamente el lugar del dogma, sino el lugar de la compasión, de la amabilidad, de la bondad, de la transmisión de una fuerza. Así que, Dios nos puede llamar a que salgamos de nuestras tumbas, puede poner el Espíritu en todos nosotros para que nos volvamos realmente seres humanos que viven.

¿Rezar cambia las cosas? / Enviado Rafael Añoveros

Dicen que rezar cambia las cosas, pero ¿es REALMENTE cierto que cambia algo?
¿Rezar cambia tu situación presente o tus circunstancias? No, no siempre, pero cambia el modo en el que ves esos acontecimientos.

¿Rezar cambia tu futuro económico ? No, no siempre, pero cambia el modo en que buscas atender tus necesidades diarias.

¿Rezar cambia corazones o el cuerpo dolorido? No, no siempre, pero cambia tu energía interior.

¿Rezar cambia tu querer y tus deseos? No, no siempre, pero cambiará tu querer por el querer de Dios.

¿Rezar cambia cómo el mundo? No, no siempre, pero cambiará los ojos con los que ves el mundo.

¿Rezar cambia tus culpas del pasado? No, no siempre, pero cambiará tu esperanza en el futuro.

¿Rezar cambia a la gente a tu alrededor? No, no siempre, pero te cambiará a ti, pues el problema no está siempre en otros.

¿Rezar cambia tu vida de un modo que no puedes explicar? Ah, sí, siempre. Y ésto te cambiará totalmente.

Entonces, ¿rezar REALMENTE cambia ALGO? Sí, REALMENTE cambia TODO.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Juicios / P. Jesús Higueras
















A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá."
Les añadió una parábola: "¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
"Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.
Lc 6, 30-45

Hace unos días paseaba por una calle a la que no iba desde pequeño. Las casas que veía aparentemente eran las mismas y me daba gusto comprobar que mis recuerdos eran fieles a las cosas tal y como eran. Todo era igual menos una cosa: en una de las casas, en el jardín donde yo tantas veces había estado de pequeño, entonces lleno de flores y con una huerta llena de frutos, estaba abandonada. Ahora en lugar de esos frutos y esas flores, había maleza; muchas ortigas, muchos cardos. Y eso me sirvió para acordarme que, así como el jardín que es cultivado da frutos cuando se le atiende con cariño, así es el alma de la persona que quiere cultivarse y que quiere cuidar también de dar a tiempo esos frutos.

De algún modo esto es lo que nos quiere decir el Evangelio. ¿Qué árbol malo da frutos buenos o que árbol bueno da frutos malos? Cuando el Señor dice: ¿cómo te atreves a quitar la pajita que tiene tu hermano en el ojo cuando tú tienes una viga?, nos advierte que antes de mirar cómo están los jardines de alrededor, que miremos también como está nuestro propio jardín. Porque, también lo dice en el Evangelio, de lo que sobreabunda en el corazón, habla la boca. Muchas veces, descubrimos que somos muy prontos a la crítica, nos encanta enjuiciar, condenar a los demás, viendo con facilidad sus defectos y sus fragilidades, y sin embargo nos olvidamos que primero deberíamos mirar dentro de nosotros mismos. Es más, incluso esas condenas y esos juicios que hacemos, en algunas ocasiones son un reflejo de esa condena y de ese juicio que yo me estoy haciendo a mí mismo o que está sucediendo en mí. El que es bueno, decía el Señor, de lo bueno que hay en su corazón, saca cosas buenas. El que tiene el corazón lleno de hieles, de retorceduras, de rencores, manifiesta al exterior esas hieles, esos rencores y esas retorceduras.

Tendremos tal vez que ocuparnos un poco de ese cultivo y de mirar primero dentro de nuestro corazón antes de mirar en el corazón de los demás para ser auténticos. Y esto no significa que el cristiano siempre tenga que callarse ante las cosas que estén mal hechas. Pero nunca enjuicia a la persona. Se dice siempre que se juzga al pecado pero no al pecador. Así el Señor decía que el que esté sin pecado que tire la primera piedra, dándonos a entender que nosotros no tenemos autoridad moral para juzgar a nadie, porque ¿quién sabe su historia? ¿Quién conoce sus limitaciones, quién conoce sus miedos, sus mismas enfermedades, etc...? Alguna vez se ha dicho que un hombre queda definido por tres parámetros: su historia, su biología y su libertad. Y sólo hay alguien capaz de conocer toda la historia, hasta la más olvidada de un ser humano. Sólo hay alguien que es capaz de conocer de un modo exhaustivo, hasta lo más íntimo, la biología de un ser humano. Y solo hay alguien que es capaz de conocer de un modo completo, hasta en lo más dudoso, la libertad de un ser humano. Y ese es Dios. Por eso el juicio es de Dios. Nosotros no podemos juzgar más que nuestro propio jardín. Cuidar que esté fresco, y que dé frutos. Y si en nuestro jardín y en nuestra alma hay cosas positivas, veremos de un modo positivo el de los demás. Sólo el bueno sabe ver lo bueno y sólo el malo sabe ver lo malo.

Deberíamos preguntarnos todos cuál es mi actitud hacia los demás: de juicio, de condenación, de exigencia, o es una actitud positiva, comprensiva. Porque de lo que sobreabunda el corazón, sin duda ninguna, habla la boca.

26 de Septiembre: San Cosme y San Damián. Mártires Siglo III

Quiera Dios enviarnos muchos médicos generosos que, a imitación de Cosme y Damián, se dediquen a recetar gratuitamente a los pobres, y a aprovechar su ascendiente para propagar la santa religión de Jesucristo. Qué hermoso fuera que hubiera muchos médicos así.

"Lo que habéis recibido gratis, dadlo también gratuitamente" (Jesucristo Mt. 10, 8).

Cosme significa: "adornado, bien presentado". Damián: domador.

Estos dos santos han sido (junto con San Lucas) los patronos de los médicos católicos. En oriente los llaman "los no cobradores", porque ejercían la medicina sin cobrar nada a los pacientes pobres.

Eran hermanos gemelos y nacieron en Arabia, en el siglo tercero. Se dedicaron a la medicina y llegaron a ser muy afamados médicos. Pero tenían la especialidad de que a los pobres no les cobraban la consulta ni los remedios. Lo único que les pedía era que les permitieran hablarles por unos minutos acerca de Jesucristo y de su evangelio.

Las gentes los querían muchísimo y en muchos pueblos eran considerados como unos verdaderos benefactores de los pobres. Y ellos aprovechaban su gran popularidad para ir extendiendo la religión de Jesucristo por todos los sitios donde llegaban.

Lisias, el gobernador de Cilicia, se disgustó muchísimo porque estos dos hermanos propagaban la religión de Jesús. Trató inútilmente de que dejaran de predicar, y como no lo consiguió, mandó echarlos al mar. Pero una ola gigantesca los sacó sanos y salvos a la orilla. Entonces los mandó quemar vivos, pero las llamas no los tocaron, y en cambio quemaron a los verdugos paganos que los querían atormentar. Entonces el mandatario pagano mandó que les cortaran la cabeza, y así derramaron su sangre por proclamar su amor al Divino Salvador.

Y sucedió entonces que junto a la tumba de los dos hermanos gemelos, Cosme y Damián, empezaron a obrarse maravillosos curaciones. El emperador Justiniano de Constantinopla, en una gravísima enfermedad, se encomendó a estos dos santos mártires y fue curado inexplicablemente. Con sus ministros se fue personalmente a la tumba de los dos santos a darles las gracias.

En Constantinopla levantaron dos grandes templos en honor de estos dos famosos mártires y en Roma les construyeron una basílica con bellos mosaicos.

martes, 25 de septiembre de 2007

Testimonio: "Vivir para Él" / Autora: Catalina de Jesús

Soy una madre de familia joven, con tres hijos que vive con su familia,en los alrededores de Madrid. Hasta la última semana de Noviembre de 2005, mi vida transcurría con total normalidad: yo era una católica practicante, siempre en grupos de mi Parroquia, cómo catequista y luego en grupos de novios y de matrimonios.Durante los últimos años participamos, mi marido y yo, en un grupo del Sínodo Diocesano.Además era una acérrima defensora del Magisterio de la Iglesia en todas las cuestiones polémicas:Aborto, anticoncepción, relaciones prematrimoniales, eutanasia...mi marido compartía mi fe y mis ideas, y juntos tratábamos de vivir con coherencia y de hacer apostolado.
Os cuento todo esto para que no penseis que yo estaba alejada de la Iglesia, sino más bien era todo lo contrario. Nunca he dejado de ir a Misa un Domingo y en vacaciones íbamos en familia muy a menudo también a diario.Además me confesaba con frecuencia. De verdad, con el corazón os digo, que yo creía que "eso" era lo que el Señor quería de mi, lo que esperaba de mi. Creía que ser cristiana, en mi vocación al matrimonio, consistía en hacer todas esas cosas.

¡Vaya sorpresa me dió el Señor!!!!Y es que no se trata de eso.Es decir:Se trata de mucho, mucho más que eso...Él lo quiere TODO. Habeis leído bien:TODO es TODO. Todo tu tiempo, toda tu vida, toda tu alma, todo lo que eres, todo tu ser. Da igual cuál sea tu vocación: casado, monje, sacerdote.Da igual. No se trataba de "voy a dedicarle a Dios todos los días un cuarto de hora...ni media hora, ni tres horas, ni 23 horas 59 minutos..":Se trata de que TODO tu tiempo es SUYO, TÚ ERES SUYO.

Es dificil describir con palabras un conversión radical.Muchos de los que lo hemos vivido usamos instintivamente la metáfora de ser tomado en brazos y "arrastrado hacia el fondo"...tocar fondo. Comprendes entonces que has quedado profunda y radicalmente adherido a Cristo.Todo es pura Gracia.Ya no hay preguntas, ya no hay dudas, ni tinieblas, ni te preguntas ya por el sentido de las cosas...Él da sentido ya a todo, en realidad Él es ya el ÚNICO SENTIDO DE TODO. Comprendes ahora lo que significa: YO SOY EL CAMINO,LA VERDAD,LA VIDA.

Os podeis imaginar la alegría profunda, la dicha inmensa, que se experimenta cuando se descubre que todo lo que te ha sucedido en la vida, todo, absolutamente todo conducía a ese momento...en el que caes rendido a los pies del Señor.Bueno...que os puedo decir...que ASI ME HE QUEDADO. En Alabanza continua de su Gloria. Nada más podemos hacer, os lo aseguro. Alabarle sin cesar, adorarle, y darle Gloria con cada pensamiento, con cada palabra que salga de nuestra boca, con cada acto, cada hora, cada minuto, cada segundo de nuestra vida.

Él es EL QUE ES. Cristo está VIVO. Y nos habla. Y nos llama. Y nos ama con un amor tan grande que no somos capaces ni de imaginarlo. Su Amor nos envuelve y nos arrastra como una gran corriente, que tratase una y otra vez de atraernos hacía Él, sin cansarse nunca. Él quiere que nos entreguemos TOTALMENTE a Él: ¡Nos quiere hacer felices! Y sabe que sólo Él puede hacerlo, pues nos hizo para Él...esa es la medida de la felicidad que vamos a alcanzar en esta Tierra: lo que seamos capaces de entregarnos completamente a Él.

El 3 de Junio de este año 2007 entré en el Carmelo. Por si fueran pocos los regalos que me ido dando durante este tiempo, me ha llamado a vivir en este "Cielo en la Tierra" que es la Orden del Carmelo de Santa Teresa. ¿Cómo os explicaría la felicidad que siento? Él me ha "clavado" en el corazón de su Esposa Amada. A velar dia y noche orando por su Iglesia. No podeis imaginar cómo la ama. Cómo ama a sus sacerdotes. LO NUEVO HA COMENZADO.

Conocer, amar e imitar a Jesucristo / Autor: Pedro García, Misionero Claretiano

Pocas horas antes de morir, y en un arrebato sublime, dijo Jesús a Dios su Padre:

- ¡Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo! En Jesucristo tenemos, pues, la vida eterna si le conocemos a fondo, si nos damos a Él con toda el alma, si nos apasionamos por su Persona adorable, si Jesucristo llena nuestra mente y nuestro corazón las veinticuatro horas del día.

Porque no se trata de conocer simplemente, como conocemos la naturaleza del agua, cuando decimos que es un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno; o cuando decimos que conocemos a una persona porque la hemos visto alguna vez y sabemos que se llama Quimet o Marialina... No se trata de eso, sino del conocimiento en el sentido de la Biblia: un conocimiento profundo, que lleva a darse con todo el amor a la persona querida.

Nos damos cuenta de que Jesucristo nos ama, y entonces nosotros le amamos también hasta la locura si es preciso. El amor nuestro a Jesús empieza siempre por el amor de Jesucristo a nosotros. Al sabernos amados, empezamos a amar. Nos pasa a todos como a esa muchacha encantadora de corazón virginal. No ha amado hasta ahora más que a compañeras tan inocentes como ella. Pero apenas ha descubierto en la mirada y en una palabra de aquel chico que él la quiere, de repente se convierte en una amante y una enamorada llena de pasión.

Una de esas santas jóvenes modernas, como Isabel de la Trinidad, nos dio una lección inolvidable. La muchachita se pasa ante el Sagrario ratos y más ratos, quieta, sin hablar nada, con la mirada fija en un punto, como queriendo atravesar el metal. Una señora que la ve siempre así, le suelta: - Pero, váyase. ¿Qué hace aquí tantos ratos sin hacer nada? Y la jovencita, que hoy está ya en los altares, responde con acento conmovedor: - ¡Ay, señora! ¡Es que nos queremos tanto!... Una contestación como ésta de la Beata Isabel deja asombrado al sicólogo más agudo y le llena de envidia al teólogo más sabio...

El conocimiento de Jesús nos lleva al amor a Jesús; pero el amor, a su vez, nos lleva al conocimiento cada vez más hondo de Jesucristo. Nos debe pasar como a las mamás. Una mamá, por ignorante y sencillita que sea, conoce a su hijo con una profundidad que nos deja pasmados. El amor es quien le ha llevado a ese conocimiento tan único que solamente las madres tienen y entienden. En este caso, no podemos ni imaginar a alguien que haya conocido a Jesús como María. El conocimiento y el amor de María a Jesús llegó a unas profundidades indecibles.

Así nosotros con Jesús: si le conocemos, le amaremos; pero si le amamos, le conoceremos cada vez más profundamente y más íntimamente. No tendrá nadie que decirnos cuáles son los pensamientos de Jesús, pues nos los sabremos de memoria. Nadie tendrá que explicarnos cómo siente y ama Jesús, pues tendremos los mismos sentimientos que Él, como nos pide San Pablo. Ninguno habrá de darnos lecciones sobre la vida, gestos, gustos y querer de Jesús, porque estaremos compenetrados completamente con todo lo suyo.

Se podrá preguntar: ¿Y cómo llegar a este conocimiento y a este amor de Jesucristo? Digamos ante todo que es gracia de Dios. Pero una gracia que Dios no niega a nadie que la busca y la quiere. Una gracia que Dios Padre la concede con una complacencia única. Querer conocer y amar a Jesús es atraerse el amor del Padre de una manera irresistible, como nos dice Jesús: - Quien me ama será amado de mi Padre.
Ante todo, pues, pedir a Dios este conocimiento de Jesús. Después, estudiarlo, sobre todo en el Evangelio. Quien lee el Evangelio hasta aprendérselo de memoria, llega a compenetrarse del pensamiento y de los sentimientos más íntimos de Jesucristo. Pero, más que todo, lo que interesa es la contemplación. Ratos y ratos en oración, sobre todo ante el mismo Jesús presente con nosotros en la Eucaristía, es el medio máximo para conocerlo de manera vivencial --existencial, como decimos hoy-- que se traduce en amor y en ansias incontenibles de hacer algo por Él, en la oración, en la caridad o en el apostolado.

Cuando así pensamos y así hablamos de Jesucristo, por fuerza tenemos presente su Resurrección. Sin ella, Jesucristo sería un personaje de la Historia que no nos diría nada. Pero ahora, ¡Jesús vive!, y está con nosotros, y nos acompaña, y podemos hablar con Él familiarmente como los mejores amigos. La fe en la Resurrección nos resulta fundamental. Por ella Jesús, no sólo está allá arriba en las alturas a la diestra de Dios. Está con nosotros, haciéndose presente en todo nuestro caminar... ¡Jesucristo, Señor! Nosotros, por gracia tuya, te conocemos y te amamos. Te amamos y nos damos a Ti. Nos damos a Ti y queremos hacer algo por Ti y por el Reino. ¡Y qué dicha al saber que así tenemos ya la vida eterna!...

Casa Feliz / Enviado por Mónica Rodriguez

Se dice que la felicidad y la suerte suelen entrar en una casa llena de alegría, pero ¿ Que significa una casa llena de alegría?...
La alegría no depende, ni es cuestión de " Cosas ", sino de personas, porque la auténtica alegría es ánimo y es sentimiento y por lo tanto nace de las personas..
Así que una casa llena de alegría es una casa llena de personas que son, y por lo tanto, están, alegres..
Pero ¿ Que significa una persona alegre ?

Significa que, ha recibido el optimismo que solo viene de Dios y que ha dejado el pesimismo que es producto del intelecto humano..

Da gracias a Dios por todo, por lo grande y por lo pequeño, por lo que tiene y por lo que le falta..

Sabe y practica más el dar que el recibir, buscando siempre el bien del otro, antes que el suyo propio..

No teme los cambios porque sabe que temerlos seria una necedad y un germen de pereza..

Sabe usar y gozar de aquellos que Dios ha dispuesto precisamente para ella(el) , es caritativa(o) tratando de encontrar siempre el lado bueno de todos aquellos que le rodean

Tiene la serenidad que de Dios viene para no agobiarse por las circunstancias adversas de la vida..

Usa su lengua con sabiduría, y conoce y practica el arte de callar a tiempo.

27 de Septiembre. San Vicente de Paul / Enviado por Jaime Ruiz Castro CM


San Vicente de Paul-Fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad1581-1660-Fiesta: 27 de septiembre.

Existen dos imagenes de San Vicente: La tradicional que está vestido de cura y con su cruz expresando a San Vicente como Evangelizador y en el siglo XIX que es la época que abundan en la Iglesia las instituciones benéficas, aparece con dos niños expósitos expresando a San Vicente como maestro de la Caridad. Estas dos imágenes engloban lo que fue San Vicente y la herencia Apostólica que dejó en la Iglesia por eso es llamado como patrono de las caridades.


Resumen: Nació en Ranquines (Las Landas) en el año 1581. Cursados los correspondientes estudios, fue ordenado sacerdote y ejerció de párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero y al servicio de los pobres, y también, con la ayuda de santa Luisa de Marillac, la Congregación de Hijas de la Caridad. Murió en París el año 1660.

Reflexiones de San Vicente de Paul:


"Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo" C. IX, 252"Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de Jesucristo" C. XI 342"No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo" C. XII, 262"¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura." CXII, 271"Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo..." C.XIV, 126"No puede haber caridad si no va acompañada de justicia" C. II, 54"Nada mas grande que un sacerdote a quien Dios de todo poder sobre su Cuerpo natural y su Cuerpo místico"



El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo

De los escritos de san Vicente de Paúl, presbítero Carta 2.546

Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que, con frecuencia, son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.

Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto, nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo a todos. Por lo cual, todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.

Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.

Oración


Señor, Dios nuestro, que dotaste de virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl, para que entregara su vida al servicio de los pobres y a la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, impulsados por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Carta de Satanas / Enviado por Selva del Carmen Rios

Publicamos las siguiente carta no movidos por el miedo ni la superstición. Tiempo tendremos de hablar seriamente en este blog de la acción de satanás. Si de algo nos advierte este texto es que nuestra tibieza nos lleva a dejarnos arrastrar por el espíritu del mundo que no es el de Dios. Lo que dice esta carta puede estar provocado por el diablo a venir de nuestra actitud humana, cosa que a él ya le va bien. A menos implantemos el Reino de Dios a nuestro alrededor mejor. Por eso tomemos el texto como una reflexión sobre nuestra vida espiritual, puesto que debemos estar alerta por que el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar. El poder de Cristo es superior a todo y a su muerte y resurrección debemos acogernos para nuestra salvación. Este es el texto:

Te vi ayer cuando comenzabas tus tareas diarias. Te levantaste sin siquiera orar a tu Dios, en todo el día no hiciste nada de oración. De hecho ni recordaste bendecir tus alimentos. Eres muy desagradecido con tu Dios, y eso me gusta de ti. También me agradaba la enorme flojera que demuestras siempre en lo que se refiere a tu crecimiento cristiano.Rara vez lees la Biblia y cuando lo haces estas muy cansado. Oras muy poco y muchas veces recitas palabras que no meditas.

Por cualquier pretexto llegas tarde o faltas a tus reuniones de formación. Que decir de tus quejas al cooperar en la evangelización. Todo eso es útil para mí. No puedo describirte como me alegra que en todo este tiempo en que estas siguiendo a tu Dios, no hayas cambiado tu manera de comportarte. Tantos años y sigues como al principio, crees que no tienes nada que cambiar.

Me encantas. Recuerdo mucho los chistes colorados que dices y tu te ríes por lo gracioso de ellos, yo me río de ver a un hijo de Dios participando en eso. El hecho es que ambos la pasamos bien. La música vulgar y de doble sentido que escuchas me encanta. Cómo sabes cuales son los grupos que me gusta escuchar? También disfruto mucho cuando difamas y te revelas contra tu Dios, me siento feliz cuando te veo bailando y haciendo ese tipo de movimientos que tanto fascinan, como lo disfruto!

Ciertamente cuando vas y te diviertes sanamente, me desilusionas, pero no hay problema siempre habrá otra oportunidad. Hay veces que me haces servicios increíbles cuando das malos ejemplos a los niños o cuando les permites que se desvíen de su inocencia, por medio de la televisión o cosas por el estilo. Son tan perceptivos que finalmente imitan lo que ven. Te lo agradezco mucho. Me agrada que rara vez tengo que tentarte, casi siempre caes por tu cuenta. Tu buscas los momentos propicios, te expones a situaciones peligrosas.

P. D. Si realmente me amas, no muestres esta carta a nadie.

Mira hacia el cielo.../ Enviado por Vivy


Mira hacia el cielo......

cuando te sientas triste y aprisionado..

.cuando veas que ya no hay salida...

cuando sientas que todo se te viene encima...

cuando te fallen...

cuando sientas que quieres dejarlo todo...

cuando las cosas no vayan como tu desearías...

Mira hacia el cielo y aprecia su grandeza, observa su profundidad y magnitud.

Quita tus ojos de la tierra y mira al infinito, siente que perteneces ahí,

porque ahí está tu creador y para allí vas algún día.

No dejes que los edificios de concreto, las oficinas y sus techos

te priven de la libertad de observar la grandeza del infinito,

pues así como inalcanzable para nuestra mente es su grandeza,

así es el amor de nuestro creador para nosotros.

Levanta tu mirada el cielo, y estarás viendo el amor del que fue clavado por tí...

Haz la prueba y cuando sientas que no puedes más...mira hacia el cielo...

Constanza y su Ángel Guardiám / Enviado por Luisa Alonso

Constanza vivía en un pequeño pueblo de un país muy lejano, donde el sol es el gran amigo de los hombres, con sus padres que eran personas muy pobres, en una casita de barro en la ladera de un cerro llamado El Tornillo por su forma puntiaguda y su camino que lo rodea varias veces y que lleva a los acantilados de la costa.
Ella recorría todos los días una gran distancia para ir a buscar sus animales por este camino pedregoso y muy angosto que la lleva a una planicie donde hay abundante pasto y agua, parece un gran oasis entre la costa y los cerros del sector.
Un día de Julio cuando caminaba por el acostumbrado sendero en busca de una cabrita que se había extraviado, sintió por primera vez una brisa cálida, extraña para los fríos días de la época del año, le llamo la atención en un primer momento, pero no le dio mayor importancia y siguió su viaje llamando con gritos y silbidos a la pequeña cabrita extraviada.
Pasó un rato y el viento silbó de una manera especial, como si fuera un eco de sus propios silbidos. Constanza, esta vez, se sintió un poco incómoda y asustada, repitió varias veces su acostumbrado silbido para llamar a las cabritas y esperó atentamente para ver que pasaba.
El silencio fue rotundo y solo se sentía a lo lejos el chocar de las olas contra los acantilados. Siguió su camino al ver que no tenía respuesta.
En ese preciso instante sintió como se repetía su llamado. Asustada miró en todas direcciones pensando que podía ser una broma de algún niño hijo de los lugareños de los alrededores. No encontró a nadie a la vista, entonces apuró el paso y casi corriendo se dirigió al extremo del camino. La suave brisa tibia y los silbidos se repitieron y Constanza se asustó mucho pues se encontraba muy lejos de su casa y no la podían ayudar sus padres. Se sentía confundida pues no entendía lo que estaba pasando, su angustia fue mayor al oír nuevamente los silbidos y esa cálida brisa.
Constanza, asustada, se arrodilló y se cubrió la cara con sus manos. Fue entonces que una voz, la que parecía venir de todas direcciones, la llamó por su nombre.
La niña, cada vez más asustada, no respondió y ni siquiera quiso mirar. La voz una vez más la llamo y dijo:
"Constanza, no llores más, por qué temes si Yo estoy a tu lado siempre"
Constanza al oír la voz se tranquilizó pues le pareció conocida y abrió sus ojos para ver de dónde provenía . No veía a nadie a su alrededor y pensó que la podía haber imaginado. Entonces la voz nuevamente le habló y le dijo:
"Constanza, por qué no me respondes. Soy Yo, tu Amigo de Siempre".
La niña aún asustada pregunto:
"¿Quién eres tú"
La voz respondió:
" Yo, tu Amigo".
"¿Cuál amigo? Te escucho pero no te puedo ver" dijo la niña.
" No me ves por que tu corazón está cerrado e incrédulo"
En ese instante la brisa se hizo sentir, pero ahora más cálida que antes, Constanza se regocijó y preguntó:
"¿Esa brisa de donde viene?
La voz respondió:
"Es el agitar de mis alas"
Constanza más confiada replicó:
"¿Eres acaso un pájaro?.
"No exactamente" , dijo la voz, "pero de esta forma llego más rápido cuando me necesitas"
La niña un poco confundida dijo:
"Cuando te necesito.. Pero si ni siquiera te conozco"
"Me conoces desde que naciste, pues estoy desde ese momento a tu lado", Explicó la voz.
"Pero, ¿Quién eres? Y ¿Dónde estás? , ¿Por qué no te puedo ver?.
"Ya te dije, tu corazón esta aún temeroso y no te deja ver"
La brisa nuevamente se hizo sentir, y Constanza preguntó:
"Estas moviendo tus alas otra vez?
"Si, pues quiero que ya no sientas miedo de mi", contestó la voz.

La niña más tranquila y confiada consultó:
" Ya me siento mucho mejor, no sé por qué creo que de verdad te conozco, ¿Por qué no te nuestras para poder reconocerte?
La voz no respondió pero una luz se posó en un pequeño arbusto. Constanza asombrada preguntó:
¿Eso eres tú, una luz?
" Soy la luz de tu vida, El Padre me ha enviado para cuidarte"
"¿El Padre, te refieres a mi Diosito.?, preguntó la niña.
"Exactamente, El me envió y yo estoy feliz.", replicó la voz.
"¿Y donde vives?" , preguntó Constanza.
"En tu corazón" respondió la voz.
"Pero como, no te entiendo? dijo la niña.
" Es muy fácil, cada vez que me has necesitado yo te he ayudado y salgo de tu corazón para auxiliarte", respondió la voz.
"¿Pero cómo, si yo no te he llamado nunca, además tengo muy buena suerte, pues me he salvado de muchas... y sola sin la ayuda de nadie", replicó orgullosa la niña.
Se sintió una suave risa y la voz dijo:
" ¿Te refieres a la vez, que subiste al acantilado y al resbalarte lograste afirmarte de una rama. O la vez que los coyotes aullaban en la colina de tus cabras y un gran viento los asusto. O quizás aquella vez que te dormiste pensando que tu papá había muerto y soñaste que estaba bien y solo el temporal lo había hecho quedarse en un refugio de la montaña?"
"¿Pero cómo sabes todo eso, yo no se lo he contado a nadie?, asombrada preguntó Constanza.
"Muy fácil, yo estaba ahí, en el acantilado fue mi brazo el que te sujeto, el viento que asustó a los coyotes fueron mis alas y el sueño en la noche de tormenta te lo conté yo" . Respondió.
"Me acuerdo ahora que lo dices, ¿Cómo te llamas? , Preguntó Constanza.
"Mi nombre no importa, soy tu ángel de guarda" dijo la voz.

" Un ángel , entonces es verdad que existen", replicó la niña.
" Si, y es nuestra gran pena que hoy día los niños no crean en nosotros, pues somos un regalo del Padre, y como todo regalo nos gustaría ser bien recibidos" dijo el ángel.
" Te pido perdón por eso, pero yo tampoco te conocía hasta hoy y ahora que sé que eres tu el que me acompaña siempre. Ya no tendré miedo de caminar por estos senderos", ¿Pero hasta cuando me acompañarás Angelito?, cuando sea grande también estarás conmigo? Preguntó Constanza.
" Para siempre", respondió el ángel.
Había pasado el tiempo y ya oscurecía, la cabra no había aparecido. Constanza preguntó a su ángel si aún estaba, pero no hubo respuesta, volvió a preguntar y la respuesta fue la misma, solo las olas reventando a lo lejos en el acantilado. De pronto la cabra apareció por una curva del camino y Constanza sonrío y dijo:
"Gracias, Angelito"
Volvió a su casa y después de cenar , se acostó pensando en lo que había sucedido esa tarde , trató de dormir pero no podía, entonces su corazón se agitó y rápidamente sus manos se juntaron y comenzó a decir una oración:
>" Angel de mi guarda, dulce compañía no me desampares ni de noche, ni de día. Amén:" , luego durmió plácidamente.

Declaración final del congreso mundial sobre pastoral a los presos

El XII congreso mundial sobre pastoral a los presos realizado por los miembros de la Comisión Internacional de la Pastoral Penitenciaria Católica (ICCPPC), obispos, presbíteros, diáconos, religiosas, religiosos, personas consagradas y laicos de 62 países de todo el mundo, enviados por nuestras respectivas Conferencias Episcopales se ha celebrado en Casa La Salle de Roma, con el lema «Descubriendo el rostro de Cristo en cada persona presa».
Hemos tratado de hacer nuestras las palabras de la Carta a los Hebreos: «Acordaos de los presos como si estuvieraís con ellos encarcdosela» (Heb 13, 3).

Hemos tenido muy presente el célebre Mensaje del Papa Juan Pablo II para el Jubileo en las cárceles: «Jesús es compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y los ritmos del corazón humano».

También hemos evocado las valiosas aportaciones del Papa Benedicto XVI en su Discurso durante nuestra audiencia privada recordándonos que somos «llamados a ser heraldos de la infinita compasión y del perdón de Dios».

Proclamamos que el ministerio penitenciario forma parte ineludible del ministerio pastoral de la Iglesia desde sus orígenes. Somos conscientes de que visitar y liberar a los presos (Mt 25, 36; Lc 4,18) es expresión del amor de Dios y clara manifestación de su propia esencia (Deus caritas est 25). Por consiguiente, declaramos:

1-. Que «el ser humano es el camino de la Iglesia» (Redemptor hominis 14; Centesimus annus 53) y su rostro evoca el rostro mismo de Cristo. Su dignidad inalienable y los derechos fundamentales que le son inherentes devienen de ser «imagen y semejanza» (Gn 1,26) de su divino Creador. Aún privado de libertad, por las razones que fueren, nada ensombrece esta imagen.

2-. Que en bastantes países no se garantizan los derechos humanos de las personas presas; tampoco se asegura su libertad religiosa y se obstaculiza a la Iglesia en la atención a las necesidades espirituales y materiales de las personas encarceladas. Muchas cárceles están superpobladas, se cometen abusos contra los encarcelados y no se satisfacen sus necesidades básicas. En numerosas legislaciones aún subsiste la pena de muerte y otras condenas desmesuradas incompatibles con la dignidad humana. Estas expresiones inhumanas de crueldad institucional deben de ser rectificadas. Exigimos la abolición de la pena de muerte, el fin de toda forma de tortura y la observancia de las Reglas y Normas de las Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la justicia penal.

3-. Que el vigente sistema de justicia criminal en muchos países fracasa en la satisfacción de las necesidades de la infancia en conflicto con la ley, así como de los grupos de población especialmente vulnerable como las personas con enfermedades mentales, drogodependientes, extranjeras o ancianas. Solicitamos que las leyes, los programas y los sistemas se pongan al servicio de la atención de las necesidades de estos colectivos.

4-. Que las leyes penales y de extranjería son abusivas. Nos identificamos con las palabras del Papa Juan Pablo II: «el mundo no necesita muros sino puentes» (16 de noviembre de 2003). Apostamos firmemente por una justicia que reconstruya, que proteja y que repare; una justicia que responsabilice a los infractores de sus hechos; una justicia que repare a las víctimas, tan frecuentemente ignoradas y olvidadas por el vigente sistema penal; una justicia que implique a la propia comunidad para facilitar el proceso de rehabilitación y, consiguientemente, reintegrar a la víctima y al infractor en su seno.

5-. Que reconocemos y agradecemos la destacable tarea del ministerio de la Pastoral Penitenciaria en muchos países del mundo que, a pesar de las limitaciones e innumerables dificultades, están haciendo de ella una auténtica Pastoral de justicia, libertad, misericordia, reconciliación y esperanza que visibiliza el amor de Dios. Ofreciendo ayuda espiritual, nutriendo la fe de las personas encarceladas con el Evangelio y los sacramentos de la Iglesia, respondiendo a necesidades materiales y prestando asistencia legal para salvaguardar sus derechos fundamentales están ayudando a convertir «el tiempo en prisión en tiempo de Dios».

6-. Que podríamos atender mejor a las necesidades de las personas privadas de libertad si fuésemos integrados formalmente en la estructura canónica de la Iglesia.

7-. Que somos conscientes de que «queda mucho por hacer» y de que todavía «nuestra conciencia no puede permanecer tranquila» (Mensaje Jubilar). Confiados en la bondad del Amor de Dios, capaz de «hacer nuevas todas las cosas» (Ap 21,5), encomendamos en sus manos a nuestros hermanos y hermanas encarcelados y todas nuestras aspiraciones. Sabemos bien que su paciencia nos acompaña y que amorosamente nos presiona para «descubrir el rostro de Cristo en cada preso». Con la ayuda de Dios, a ello seguiremos consagrando nuestros esfuerzos.

Cuando el mundo grita: No te conviertas! / Autor: Oscar Schmidt

Mucha gente, en algunos casos hasta con supuestas buenas intenciones, obra de freno a la conversión de quieres descubren de forma fulminante la necesidad de vivir para y por Dios. Y se escuchan argumentaciones que confunden y muchas veces frenan el camino del crecimiento espiritual. Hemos recogido algunas frases que deseamos compartir, a modo de advertencia y consuelo, a quienes luchan por sostenerse en el camino de la fe:

¿Porqué rezas tanto?. Con un poco es suficiente, eso no es normal.

Estás cambiado, tu vida es distinta. Ya no haces las cosas que hacías antes, nos has dejado solos, solo hablas de Dios, ¡eso no es normal!.

No hables así, casi nadie lo hace. Tendrás problemas en tu trabajo si tu jefe se da cuenta que piensas de ese modo, ¡eso no es normal!.

¿Por qué llevas medallas, tu Rosario y tu escapulario?. ¿No puedes pensar en las cosas en que piensa todo el mundo y actuar normal?.

¿Por qué estás tan preocupado por tu alma?. Dios es un papá bueno, nada malo nos puede pasar, solo debemos vivir.

¿Por qué hablas del demonio y del infierno?. ¡Dios no podría permitir la existencia de cosas tan espantosas!.

¿Cómo que ayunas?. ¡Debes cuidar más tu cuerpo!.

Tú no haces mal a nadie, ¿por qué te preocupas tanto de tu salvación?. ¡Que me quedaría a mi entonces!.

¿Por qué vas a Misa tan seguido y oras tanto?. ¿Estás acaso enfermo, te pasa algo malo?.

A ti que rezas tanto e igual te acosan los problemas, ¿no te protegen desde arriba?.

Oye, me da mucho miedo verte así, ¿Qué te pasa?. ¡Ya no eres el de antes!.

No te veo normal, tengo miedo que estés en algo raro, ¿con qué personas te estás reuniendo últimamente?.

Esta fuerza que trata de frenar la conversión, planteándola como algo anormal y ajeno a lo que la gente espera de uno, puede minar las mejores intenciones. Pero algo nos debe quedar en claro: en un mundo que se ha alejado totalmente de Dios, no hay cabida sencilla para vivir entregando la Voluntad al Creador. La existencia de dificultades es una evidencia clara que indica que el camino parece ser el correcto, y ello debe fortalecernos. Nada que se haga para la obra de Dios es fácil, siempre encuentra resistencias.

Cuanto más buenos los efectos salvíficos, más dificultades pondrá el mundo.

Cuanto el acoso amenace con tumbar tu brote de fe renovada, mírate en tu interior y observa: Oro, amo, imploro, pido perdón y me esfuerzo por hacer lo que Dios espera de mi, aunque muchas veces no esté seguro de estarlo haciendo realmente. Busco conocer a Dios, sobre Sus revelaciones, leo sobre los santos como modelo a seguir, gozo la Eucaristía como encuentro renovado en Cristo. Me beneficio del Sacramento de la Confesión.

Sin dudas puedo cometer errores, pero: ¿Acaso puede Dios no estar contento con mis esfuerzos?. No te dejes confundir, sigue adelante. Solo busca trabajar y orar. Ora y labora, las cosas del mundo no son importantes, son temporales y perecederas.

¡Solo Dios basta!