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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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lunes, 12 de mayo de 2008

Esperanza / Autor: Cardenal Ricard Mª. CARLES

Todos deseamos estar informados de lo que sucede en el mundo. Pero no podemos dejar de enterarnos de lo que ocurre en nosotros mismos, y corremos todos el riesgo de dejar marginado ese conocimiento de nosotros. Pero éste, si alcanza el hondón del alma donde late Dios, engendra allí serenidad y esperanza. Hemos de atender a nuestro nivel de esperanza, pues la desesperanza puede arraigar fácilmente en un mundo que alguien ha definido como patético y apático. Patético por aquello que no tiene de bueno y apático por la posible falta de reacción. Si crecen estas cualidades negativas en nuestro tiempo, no le harán precisamente capaz de proyectarse hacia un futuro alegre y esperanzador que valga la pena vivir.

Opino que no queremos ser apáticos, no reaccionando en positivo. Un aspecto a no olvidar es reaccionar ante el pecado. Y ello quiere decir: ante el propio pecado, arrepentimiento; ante el pecado ajeno, perdón. Reaccionando así, el Reino de Dios puede estar más cercano.

Jesús dice: «Si no os hacéis como niños, no entrareis en el Reino del cielo». Y la falta de esperanza es la negación del espíritu de infancia. Porque este espíritu de infancia es esencialmente resurgimiento, llama viva, disponibilidad, acogimiento del futuro. La esperanza comporta espíritu de infancia, que es espíritu de amor. Dios nos ofrece siempre su amistad, y el tiempo comienza a moverse nuevamente y, a la vez, aunque sea de una forma imprecisa, la esperanza se despierta, como una luz, en el fondo del alma. Una luz que puede ser crecimiento en la gracia que tenemos. Para otros puede ser encender una luz desde el arrepentimiento, en el caso de que hayan caído.

Insisto en la esperanza, en cualquier situación, porque nada es posible sin ella. No hay capacidad de reacción, ni ilusión de cambio. No hay perspectivas de futuro. Y lo peor que nos puede suceder es quedarnos anclados en el presente, cuando estamos lanzados a una historia de salvación que, desde siempre, Dios ha pensado para nosotros.

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Fuente: La Razón

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