* «Se den cuenta o no los que ayudan a una persona en necesidad, su gesto viene de Dios… Para tener fortaleza espiritual, trato de estar con Cristo de la mañana a la noche. Creo que la oración es la clave: cada vez que tengo unos minutos, rezo por la paz. Y trato de vivir en la presencia de Cristo con la conciencia de que es Él quien me envía. Y cuando duermo, sé que Él me está cuidando. Mi trabajo es simplemente estar lista para servir… Esta nueva situación ligada a la guerra y la acogida de refugiados, no es una carrera de velocidad, sino una carrera de fondo. Esto también se aplica a mi trabajo diario “en tiempos normales” con las personas sin hogar. Recibimos cientos de llamadas telefónicas al día y tenemos cientos de cosas que coordinar, cientos de problemas que resolver. Para hacer frente, es esencial mantener la calma interior… Probablemente tengamos que renunciar a muchas de nuestras pequeñas comodidades y quizás incluso al nivel de vida al que estamos acostumbrados los europeos. Las sanciones económicas contra Rusia también tendrán un impacto en nosotros. No podremos permitirnos esto o aquello. Así que sí, podemos ser más pobres, pero seremos mejores. Sé que Dios suplirá todas estas carencias, siempre que hagamos el esfuerzo de ‘hacernos a un lado’ y dejar espacio para el prójimo. Desde un punto de vista cristiano, necesitamos coraje»