España no se libra: “Voces de alarma sobre la posibilidad de que la práctica de las ‘petites bonnes’ sea importada por inmigrantes”, dice Save the Children
La esclavitud infantil en forma de servicio doméstico se ha colado en los hogares de algunos países de la Unión Europea. Según un estudio de Save The Children, en Francia y el Reino Unido “niñas africanas son obligadas a trabajar como esclavas domésticas”.
Aunque “no hay constancia en la actualidad de fenómenos de esclavitud doméstica infantil en nuestro país”, advierte la ONG, “sí hay voces de alarma sobre la posibilidad de que la práctica de las ‘petites bonnes’ (pequeñas criadas) sea importada” a España, desde Marruecos, por parte de familias de inmigrantes procedentes de ese país.
El informe Esclavos puertas adentro, las peores formas de trabajo infantil doméstico, afirma que “actualmente hay 218 millones de niños y niñas trabajadores en el mundo, con edades comprendidas entre los 5 y los 17 años”
“Más de la mitad de ellos, unos 126 millones, realizan trabajos peligrosos y unos 8 millones y medio están atrapados en las peores formas de trabajo ilegal, degradante y peligroso, en condiciones consideradas como esclavitud”, añade el informe de Save the Cildren, que “llama a la acción inmediata y concluyente para combatir la esclavitud infantil”.
Las formas más frecuentes de esclavitud infantil son ocho: trata infantil, explotación sexual con fines comerciales, trabajo infantil forzoso por endeudamiento, trabajo forzoso en la mina, trabajo forzoso en la agricultura, niños soldado, matrimonio infantil forzoso y esclavitud doméstica.
Niños sirvientes domésticos: 40 millones
El informe de la ONG se refiere especialmente a los “alrededor de 40 millones de niños y niñas que son sirvientes domésticos en todo el mundo”, de los cuales “cerca de 10 millones de niñas, niños y adolescentes, muchos con apenas 10 años o incluso menos, trabajan ‘ocultos’ en las viviendas de sus empleados”.
Save the Children considera que “la violencia a la que se enfrentan estos niños a menudo permanece oculta e ignorada”, debido a que socialmente se considera que el trabajo infantil en el hogar representa una ocupación en cierta manera inofensiva y que “sus empleadores ejercen toda una labor de caridad y filantropía frente a estos niños y sus familias al proporcionar techo y comida”.
Sin embargo, “el trabajo infantil es inaceptable y los gobiernos deben actuar para eliminarlo y para rescatar a los niños tan pronto como sea posible”, denuncia la ONG.
Estos niños viven en condiciones que incluyen amenazas físicas, violencia sexual o pobreza crónica dentro de la familia “a la que pertenecen” y para la que trabajan. Están obligados durante años a trabajar largas jornadas de hasta 18 horas diarias.
Explotación de niños en Francia
Con referencia a Europa, el informe de Save the Children advierte de que la explotación de niños trabajadores domésticos “no sólo está presente en el Este de Europa, sino también en países de Europa Occidental, como Francia o Reino Unido”.
En estos dos países, “niñas africanas son obligadas a trabajar como esclavas domésticas”, añade.
El Comité Contra la Esclavitud Moderna estima que “posiblemente haya miles de niños que se encuentran en una situación de esclavitud doméstica en Francia”, denuncian los responsables del estudio.
Los niños son traídos a Francia entre los 7 y 15 años y, aunque entran con un visado de turista, lo más común es que estén incluidos en los pasaportes de sus empleadores, inmigrantes adinerados de su mismo origen, bajo la identidad de sus hijos.
“Muchos de ellos viven en las grandes ciudades como París, donde es más difícil para las autoridades intervenir eficazmente”.
La mayoría de esos menores “cuidan a los niños de la ‘familia’, a veces hasta 10 niños a la vez. Son sistemáticamente objeto de discriminaciones, carecen de una habitación propia, y a veces se ven obligados a alimentarse de las sobras de la comida de sus empleadores”, revela el informe.
Reino Unido: esclavos domésticos
También al Reino Unido llegan centenares de niños a través de redes especializadas, concretamente desde países africanos como Nigeria, Ghana y Uganda, donde las familias “reciben dinero a cambio de sus hijos” o son convencidas de que sus hijos “recibirán una buena educación”.
Pero, una vez en territorio británico, “niños de a veces tan sólo 10 años se encuentran forzados a trabajar como esclavos domésticos o a prostituirse”.
“Un tercio de todos los niños víctimas de trata en el Reino Unido es africano. ‘Son los niños invisibles’ que pasan por la policía, inmigración y servicios sociales, sin ser percibidos”, concluye esta parte del informe.
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Fuente: Forum Libertas
viernes, 13 de junio de 2008
IPPF manipula drama de adolescente para impulsar aborto legal en Polonia
VARSOVIA, (ACI).- La rama polaca de la trasnacional anti-vida International Planned Parenthood Federation (IPPF) exigió al Primer Ministro, Donald Tusk, intervenir para obligar a una adolescente de 14 años –presuntamente violada– a que aborte según los deseos de su madre. La infortunada joven ha expresado su intención de conservar al bebé y, según algunas versiones, habría resultado embarazada de su novio.
La joven, conocida solo como "Agata", soporta las presiones de su propia familia y de la activista anti-vida polaca Wanda Nowicka, de la IPPF, quienes quieren obligarla a abortar. Mientras tanto, distintos agentes pro-vida y un amigo sacerdote le han ofrecido la ayuda necesaria para que pueda tener a su bebé en su ciudad, Lublin, en donde ningún hospital accedió a practicarle el aborto.
Sin embargo, explica el sitio pro-vida LifeSiteNews.com, Agata fue llevada a Varsovia para forzarla a abortar. Una vez allí el psicólogo de la institución conversó con ella y aconsejó a los médicos que le dieran más tiempo para pensarlo.
En ese momento, la joven daba distintos opiniones contradictorias a sus amigos: les decía que la estaban obligando a abortar, pero también les decía que quería abortar. Mientras tanto distintos grupos pro-vida se movilizaban para impedir el aborto de Agata. Uno de estos grupos denunció las presiones de Wanda Nowicka, por lo que la policía comenzó la investigación y el caso llegó a los medios.
Actualmente Agata está segura y recibe apoyo de muchos polacos en todo el país. Sin embargo las presiones abortistas continúan para que cambie de opinión y estarían coordinando la realización del aborto fuera de Polonia. Las presiones se deberían a que con este caso se quiere sentar un precedente para liberalizar el aborto en el país.
El diario polaco con sesgo abortista Gazeta Wyborcza, defendió a la IPPF y a Nowicka. Presentó el caso como la violación de una adolescente y acusó a los defensores de la vida de hacerle "vivir un infierno".
Actualmente las fiscalías de Varsovia y Lublin investigan si la joven es persuadida por terceros para tomar la decisión de abortar, como denuncian las organizaciones pro-vida. La ley polaca no penaliza el aborto cuando el embarazo es resultado de un delito como la violación. En tales casos esta práctica anti-vida es legal hasta la semana 12 de gestación.
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Polacos repudian barco abortista: No matarán a nuestros niños
Haz click sobre la imagen para ver el video sobre el International Planned Parenthood Federation (IPPF)
La joven, conocida solo como "Agata", soporta las presiones de su propia familia y de la activista anti-vida polaca Wanda Nowicka, de la IPPF, quienes quieren obligarla a abortar. Mientras tanto, distintos agentes pro-vida y un amigo sacerdote le han ofrecido la ayuda necesaria para que pueda tener a su bebé en su ciudad, Lublin, en donde ningún hospital accedió a practicarle el aborto.
Sin embargo, explica el sitio pro-vida LifeSiteNews.com, Agata fue llevada a Varsovia para forzarla a abortar. Una vez allí el psicólogo de la institución conversó con ella y aconsejó a los médicos que le dieran más tiempo para pensarlo.
En ese momento, la joven daba distintos opiniones contradictorias a sus amigos: les decía que la estaban obligando a abortar, pero también les decía que quería abortar. Mientras tanto distintos grupos pro-vida se movilizaban para impedir el aborto de Agata. Uno de estos grupos denunció las presiones de Wanda Nowicka, por lo que la policía comenzó la investigación y el caso llegó a los medios.
Actualmente Agata está segura y recibe apoyo de muchos polacos en todo el país. Sin embargo las presiones abortistas continúan para que cambie de opinión y estarían coordinando la realización del aborto fuera de Polonia. Las presiones se deberían a que con este caso se quiere sentar un precedente para liberalizar el aborto en el país.
El diario polaco con sesgo abortista Gazeta Wyborcza, defendió a la IPPF y a Nowicka. Presentó el caso como la violación de una adolescente y acusó a los defensores de la vida de hacerle "vivir un infierno".
Actualmente las fiscalías de Varsovia y Lublin investigan si la joven es persuadida por terceros para tomar la decisión de abortar, como denuncian las organizaciones pro-vida. La ley polaca no penaliza el aborto cuando el embarazo es resultado de un delito como la violación. En tales casos esta práctica anti-vida es legal hasta la semana 12 de gestación.
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El espíritu del mundo / Autor: Maximiliano Calvo, fundador de la Comunidad de Jesuralén
LA ENGAÑOSA AMISTAD DEL MUNDO
¿Una epidemia espiritual?
Cuando las personas nos relacionamos unos con otros, más pronto o más tarde, cada uno deja ver, aunque no lo intente, sus debilidades, sus puntos flacos, su forma de opinar, de ser, de reaccionar ... Entre las distintas opciones que tenemos para relacionarnos unos con otros, creo que hay una muy generalizada entre los cristianos, que a su vez es una peligrosa trampa con la que el enemigo tiene atrapados a muchos: es la que adoptan aquellas personas que quieren estar a bien con todo el mundo y a toda costa. Por ser una actitud fácil de detectar, podemos decir que es una constante entre los cristianos y que afecta a la mayoría de ellos. Casi podríamos decir que tiene marcados a todos aquellos cristianos que no están radicalmente comprometidos con el Maestro de Nazaret y su palabra.
En el fondo, esta actitud se caracteriza por el esfuerzo que muchos cristianos hacen día tras día para mantener buenas relaciones con todo el mundo. A primera vista es un esfuerzo encomiable, pero no se ve precisamente así cuando se analiza el cómo y el porqué de esa relación.
Poniendo un poco de atención, observamos que son personas que casi siempre claudican de algún modo ante la gente que vive según el mundo. Unas veces son sus criterios cristianos —los pocos que suelen tener— los que quedan aparcados; otras, ceden para que los demás no se enfaden y los rechacen; de vez en cuando son víctimas de bromas pesadas, que toleran para no sentirse excluidos; en ocasiones no se dan por enterados para evitar fricciones, etc. Los demás suelen aprovecharse de ellos porque conocen su poca resistencia y su falta de reacción ante las presiones.
Parece que sólo les preocupa no tener fallos graves ante Dios. ¿No nos recuerdan a los que viven su cristianismo bajo el lema de "yo no robo, ni mato, ni hago mal a nadie"? Con este estilo de vida y relación, a estas personas no suelen faltarles "los amigos", porque todos aquellos que se ven beneficiados de su relación, están siempre a su lado y dispuestos a beneficiarse de lo que en términos oficiales se llamaría "bondad", pero que en términos de evangelio se llama ‘cobardía’.
Es posible que no sean conscientes de lo que hacen, porque ni su formación da para más, ni la verdadera conversión se ha encontrado aún con ellos. Su relación, fundamentada en su egoísmo, suele ser una aceptación de mal menor para evitar mal mayor, entendiendo por bien y mal el beneficio o el perjuicio personal. En definitiva, no está dispuestos a decir como Pablo: "Nosotros, necios por seguir a Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas vosotros, fuertes. Vosotros llenos de gloria; mas nosotros, despreciados" (1 Co 4,10),
Creo que esta posición nos autoriza a catalogar a muchos cristianos como amigos del mundo. No me refiero a quienes se llaman cristianos y son en todo esclavos del espíritu del mundo, sino a aquellos que, presentándose como cristianos o esforzándose hasta cierto punto por vivir como cristianos, tienen una buena relación con el mundo, sus criterios, sus formas de relacionarse y sus valores. ¿Qué sucede? O no saben lo que la palabra de Dios dice acerca de la amistad con el mundo, o lo saben, pero no son capaces de hacer frente al mundo cuando ataca lo que de cristiano tienen sus criterios, su estilo de vida o sus palabras y sus obras. No están dispuestos a que los demás los tachen de carcas, beatos, meapilas, retrógrados, etc. Prefieren reír sus "gracias" que caer en desgracia ante ellos. Eso es amistad con el mundo. Y de esa amistad dice la palabra revelada: "¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios" (St 4,4).
Estas palabras ponen de manifiesto contada claridad que ser amigo del mundo —seguir la corriente del mundo— es igual a ser enemigo de Dios. Para ser conscientes de las peligrosas consecuencias que pueden derivar de semejante situación, sería suficiente recordar el significado de la palabra enemistad y después aplicarlo a la relación con Dios. Enemistad significa carencia de relación a causa de enfrentamiento y/o ruptura; y que cuando esa actitud se mantiene en relación a Dios, el nombre con que se conoce es el de "pecado". Podríamos reinterpretar la frase de Santiago y decir: La amistad con el mundo es pecado ante Dios.
Puede parecer que esta situación no es especialmente importante; yo creo que, desde cierto punto de vista, es más grave que el amor al mundo, porque éste se ve y se entiende bien, de modo que uno puede decidir seguir en él o salir de él; pero la amistad con el mundo es una situación de engaño y ceguera espiritual, en la que uno se siente cómodo y de la que no intentará salir a no ser que antes se haga la luz sobre él y esté dispuesto a pagar el precio de ser y vivir como verdadero cristiano. Una forma de ver nuestra posición ante el mundo sería preguntarnos hasta qué punto podemos decir como Pablo: "Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,8).
Consecuencias del amor al mundo
El desconocimiento se puede relacionar con la ceguera. Ignorar las consecuencias de la amistad con el mundo y el amor hacia él conduce a no ver lo que nos espera al final del camino y lo que realmente estamos viviendo en el presente. Necesitamos saber qué ocurre cuando hay amor o amistad con el mundo para evitarlos y no ser sus víctimas.
Pablo advierte a los cristianos de Éfeso acerca del destino preparado para quienes viven bajo el espíritu del mundo: "Vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el espíritu que actúa en los rebeldes... entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la Cólera" (Ef 2,2-3).
La parábola del sembrador pone énfasis en la carencia de fruto en el cristiano seducido por el mundo: "El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto" (Mt 13,22). ¿No es el retrato vivo de muchos cristianos de nuestros días?
La amistad con el mundo trae ruptura en la comunión con la Trinidad: "Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Jn 2,15). La primera consecuencia clara es la incompatibilidad de amores: donde está uno de ellos no cabe el otro. La expresión "el amor del Padre" puede interpretarse en dos sentidos: el amor de Dios al hombre y el amor del hombre a Dios. Desde luego, si el amor del Padre no está en el hombre, difícilmente podrá el hombre amar a Dios. Y por supuesto donde no está el amor del Padre tampoco estará el amor del Hijo ni el del Espíritu Santo. La ruptura con una persona de la Trinidad es ruptura con todas ellas.
Desde su capacidad para discernirlo todo con exactitud, Jesús vio la carencia del amor del Padre en los judíos que le rechazaban: "Jesús les decía a los judíos, que le buscaban para matarle: ‘Yo os conozco; no tenéis en vosotros el amor de Dios’" (Jn 5,41).
El cristiano nunca debe claudicar ante los medios y satisfacciones que el mundo ofrece, sino usarlos en la medida en que los necesita y para fines superiores: "Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa" (1 Co 7,31).
San Pablo sufre la misma tentación que los demás discípulos, pero no claudica ante ella y se mantiene con los ojos fijos en el Señor: "¿Busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo" (Ga 1,10). ¿No es cierto que son muchos los cristianos que tratan hoy de agradar a los hombres y, por lo mismo, dejan de ser siervos de Cristo?
La amistad con el mundo y la claudicación ante sus atractivos es demasiado fuerte y nadie hay que pueda sentirse libre de ella. Pablo ve cómo alguno de sus más directos colaboradores es víctima de esa amistad y le abandona. En una de sus cartas le abría el corazón a Timoteo de esta manera: "Apresúrate a venir a mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica" (2 Tm 4,10).
Lo mejor que podemos hacer para no dejarnos seducir por el espíritu del mundo ni ser sus amigos es esforzarnos por vivir como verdaderos discípulos. Lo mismo que una botella que está llena de líquido debe quedar vacía cuando queremos llenarla de otro, y éste no puede alojarse en ella mientras no llevamos a cabo esa operación, así es el cristiano lleno de Dios porque, al vivir de acuerdo con su palabra y ser morada de la Trinidad, está automáticamente cerrado a la amistad con el mundo.
Hay que ponerse del lado del Maestro y permanecer en él, aceptando el riesgo de ser odiados por el mundo a causa de nuestra falta de amistad con él, porque el Maestro nos ha sacado del mundo y nos ha hecho suyos y partícipes de su misión: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo" (Jn 15,19).
La cruz —precisamente la cruz, que es objeto del más absoluto rechazo por parte del mundo— debe interponerse entre el mundo y el cristiano, de modo que éste se vea a sí mismo unido a Cristo crucificado y viviendo en él, y contemple al mundo vencido por la obra de Cristo en la cruz: "Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! (Ga 6,14).
El cristiano debe tener presente siempre su verdadera ciudadanía. Ya no pertenece a la tierra ni las cosas de abajo son su prioridad, Su permanencia en Cristo debe caracterizar su vida, sus obras y sus relaciones: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios" (Col 3,1-3).
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Texto extraido apartado 13 del libro
EL ESPÍRITU DEL MUNDO
La visión cristiana del espíritu del mundo como enemigo de Reino de Dios, exige al cristiano una toma de postura arriesgada, definida y permanente, porque se enfrenta a un enemigo refinado, omnipresente, siempre activo y que goza de buena salud.
Ed Grafité ediciones
Autor: Maximiliano Calvo.
Primera Edición 2006.
Fuente: Comunidad de Jerusalén
¿Una epidemia espiritual?
Cuando las personas nos relacionamos unos con otros, más pronto o más tarde, cada uno deja ver, aunque no lo intente, sus debilidades, sus puntos flacos, su forma de opinar, de ser, de reaccionar ... Entre las distintas opciones que tenemos para relacionarnos unos con otros, creo que hay una muy generalizada entre los cristianos, que a su vez es una peligrosa trampa con la que el enemigo tiene atrapados a muchos: es la que adoptan aquellas personas que quieren estar a bien con todo el mundo y a toda costa. Por ser una actitud fácil de detectar, podemos decir que es una constante entre los cristianos y que afecta a la mayoría de ellos. Casi podríamos decir que tiene marcados a todos aquellos cristianos que no están radicalmente comprometidos con el Maestro de Nazaret y su palabra.
En el fondo, esta actitud se caracteriza por el esfuerzo que muchos cristianos hacen día tras día para mantener buenas relaciones con todo el mundo. A primera vista es un esfuerzo encomiable, pero no se ve precisamente así cuando se analiza el cómo y el porqué de esa relación.
Poniendo un poco de atención, observamos que son personas que casi siempre claudican de algún modo ante la gente que vive según el mundo. Unas veces son sus criterios cristianos —los pocos que suelen tener— los que quedan aparcados; otras, ceden para que los demás no se enfaden y los rechacen; de vez en cuando son víctimas de bromas pesadas, que toleran para no sentirse excluidos; en ocasiones no se dan por enterados para evitar fricciones, etc. Los demás suelen aprovecharse de ellos porque conocen su poca resistencia y su falta de reacción ante las presiones.
Parece que sólo les preocupa no tener fallos graves ante Dios. ¿No nos recuerdan a los que viven su cristianismo bajo el lema de "yo no robo, ni mato, ni hago mal a nadie"? Con este estilo de vida y relación, a estas personas no suelen faltarles "los amigos", porque todos aquellos que se ven beneficiados de su relación, están siempre a su lado y dispuestos a beneficiarse de lo que en términos oficiales se llamaría "bondad", pero que en términos de evangelio se llama ‘cobardía’.
Es posible que no sean conscientes de lo que hacen, porque ni su formación da para más, ni la verdadera conversión se ha encontrado aún con ellos. Su relación, fundamentada en su egoísmo, suele ser una aceptación de mal menor para evitar mal mayor, entendiendo por bien y mal el beneficio o el perjuicio personal. En definitiva, no está dispuestos a decir como Pablo: "Nosotros, necios por seguir a Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas vosotros, fuertes. Vosotros llenos de gloria; mas nosotros, despreciados" (1 Co 4,10),
Creo que esta posición nos autoriza a catalogar a muchos cristianos como amigos del mundo. No me refiero a quienes se llaman cristianos y son en todo esclavos del espíritu del mundo, sino a aquellos que, presentándose como cristianos o esforzándose hasta cierto punto por vivir como cristianos, tienen una buena relación con el mundo, sus criterios, sus formas de relacionarse y sus valores. ¿Qué sucede? O no saben lo que la palabra de Dios dice acerca de la amistad con el mundo, o lo saben, pero no son capaces de hacer frente al mundo cuando ataca lo que de cristiano tienen sus criterios, su estilo de vida o sus palabras y sus obras. No están dispuestos a que los demás los tachen de carcas, beatos, meapilas, retrógrados, etc. Prefieren reír sus "gracias" que caer en desgracia ante ellos. Eso es amistad con el mundo. Y de esa amistad dice la palabra revelada: "¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios" (St 4,4).
Estas palabras ponen de manifiesto contada claridad que ser amigo del mundo —seguir la corriente del mundo— es igual a ser enemigo de Dios. Para ser conscientes de las peligrosas consecuencias que pueden derivar de semejante situación, sería suficiente recordar el significado de la palabra enemistad y después aplicarlo a la relación con Dios. Enemistad significa carencia de relación a causa de enfrentamiento y/o ruptura; y que cuando esa actitud se mantiene en relación a Dios, el nombre con que se conoce es el de "pecado". Podríamos reinterpretar la frase de Santiago y decir: La amistad con el mundo es pecado ante Dios.
Puede parecer que esta situación no es especialmente importante; yo creo que, desde cierto punto de vista, es más grave que el amor al mundo, porque éste se ve y se entiende bien, de modo que uno puede decidir seguir en él o salir de él; pero la amistad con el mundo es una situación de engaño y ceguera espiritual, en la que uno se siente cómodo y de la que no intentará salir a no ser que antes se haga la luz sobre él y esté dispuesto a pagar el precio de ser y vivir como verdadero cristiano. Una forma de ver nuestra posición ante el mundo sería preguntarnos hasta qué punto podemos decir como Pablo: "Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,8).
Consecuencias del amor al mundo
El desconocimiento se puede relacionar con la ceguera. Ignorar las consecuencias de la amistad con el mundo y el amor hacia él conduce a no ver lo que nos espera al final del camino y lo que realmente estamos viviendo en el presente. Necesitamos saber qué ocurre cuando hay amor o amistad con el mundo para evitarlos y no ser sus víctimas.
Pablo advierte a los cristianos de Éfeso acerca del destino preparado para quienes viven bajo el espíritu del mundo: "Vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el espíritu que actúa en los rebeldes... entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la Cólera" (Ef 2,2-3).
La parábola del sembrador pone énfasis en la carencia de fruto en el cristiano seducido por el mundo: "El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto" (Mt 13,22). ¿No es el retrato vivo de muchos cristianos de nuestros días?
La amistad con el mundo trae ruptura en la comunión con la Trinidad: "Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Jn 2,15). La primera consecuencia clara es la incompatibilidad de amores: donde está uno de ellos no cabe el otro. La expresión "el amor del Padre" puede interpretarse en dos sentidos: el amor de Dios al hombre y el amor del hombre a Dios. Desde luego, si el amor del Padre no está en el hombre, difícilmente podrá el hombre amar a Dios. Y por supuesto donde no está el amor del Padre tampoco estará el amor del Hijo ni el del Espíritu Santo. La ruptura con una persona de la Trinidad es ruptura con todas ellas.
Desde su capacidad para discernirlo todo con exactitud, Jesús vio la carencia del amor del Padre en los judíos que le rechazaban: "Jesús les decía a los judíos, que le buscaban para matarle: ‘Yo os conozco; no tenéis en vosotros el amor de Dios’" (Jn 5,41).
El cristiano nunca debe claudicar ante los medios y satisfacciones que el mundo ofrece, sino usarlos en la medida en que los necesita y para fines superiores: "Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa" (1 Co 7,31).
San Pablo sufre la misma tentación que los demás discípulos, pero no claudica ante ella y se mantiene con los ojos fijos en el Señor: "¿Busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo" (Ga 1,10). ¿No es cierto que son muchos los cristianos que tratan hoy de agradar a los hombres y, por lo mismo, dejan de ser siervos de Cristo?
La amistad con el mundo y la claudicación ante sus atractivos es demasiado fuerte y nadie hay que pueda sentirse libre de ella. Pablo ve cómo alguno de sus más directos colaboradores es víctima de esa amistad y le abandona. En una de sus cartas le abría el corazón a Timoteo de esta manera: "Apresúrate a venir a mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica" (2 Tm 4,10).
Lo mejor que podemos hacer para no dejarnos seducir por el espíritu del mundo ni ser sus amigos es esforzarnos por vivir como verdaderos discípulos. Lo mismo que una botella que está llena de líquido debe quedar vacía cuando queremos llenarla de otro, y éste no puede alojarse en ella mientras no llevamos a cabo esa operación, así es el cristiano lleno de Dios porque, al vivir de acuerdo con su palabra y ser morada de la Trinidad, está automáticamente cerrado a la amistad con el mundo.
Hay que ponerse del lado del Maestro y permanecer en él, aceptando el riesgo de ser odiados por el mundo a causa de nuestra falta de amistad con él, porque el Maestro nos ha sacado del mundo y nos ha hecho suyos y partícipes de su misión: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo" (Jn 15,19).
La cruz —precisamente la cruz, que es objeto del más absoluto rechazo por parte del mundo— debe interponerse entre el mundo y el cristiano, de modo que éste se vea a sí mismo unido a Cristo crucificado y viviendo en él, y contemple al mundo vencido por la obra de Cristo en la cruz: "Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! (Ga 6,14).
El cristiano debe tener presente siempre su verdadera ciudadanía. Ya no pertenece a la tierra ni las cosas de abajo son su prioridad, Su permanencia en Cristo debe caracterizar su vida, sus obras y sus relaciones: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios" (Col 3,1-3).
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Texto extraido apartado 13 del libro
EL ESPÍRITU DEL MUNDO
La visión cristiana del espíritu del mundo como enemigo de Reino de Dios, exige al cristiano una toma de postura arriesgada, definida y permanente, porque se enfrenta a un enemigo refinado, omnipresente, siempre activo y que goza de buena salud.
Ed Grafité ediciones
Autor: Maximiliano Calvo.
Primera Edición 2006.
Fuente: Comunidad de Jerusalén
¿Puede existir una bioética válida para toda la humanidad? / Autora: Inmaculada Álvarez
Los derechos humanos necesitan un fundamento superior, según el presidente de los médicos católicos
ROMA, (ZENIT.org) ¿Es posible establecer unos principios universales, aceptados por gran parte de la humanidad, que rijan la actividad científica y médica? Es el reto que plantea el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), el doctor José María Simón Castellví.
En un artículo enviado a Zenit, el presidente de la FIAMC afirma que "la inspiración que empuja a la ciencia, las metas que se prefija, los medios que escoge, etc. están fuera de la propia ciencia", y que por tanto es necesario establecer unos principios bioéticos universales para evitar que la ciencia se convierta en un instrumento de destrucción.
"A veces nos encontramos a casos límite en los que una argumentación seductora puede conducir a decisiones inmorales por parte de los científicos, a quienes a pesar de su buena voluntad, les falta reflexión ética", afirma Simón Castellví, quien compara la situación actual con la de los experimentos científicos aberrantes realizados bajo el régimen nacional-socialista. "Los fines para los alemanes era plausible: una mayor felicidad para el pueblo alemán, donde se insinúa una ideología que corrompe muchas decisiones, tanto políticas como científicas, porque se reduce al fin que justifica los medios. Dame un buen fin y justificaré cualquier medio, aunque en una primera lectura este medio sea reconocido como claramente criminal".
La negación de las creencias tradicionales ha venido acompañada, no de ausencia de religiosidad, explica el presidente de la FIAMC, sino por una serie de creencias "míticas", como la de la sociedad del bienestar, o la máxima felicidad, o la eliminación del dolor.
"Todos estos fines son aparentemente buenos, pero muchas veces vienen minados por la perversa ideología del fin que justifica los medios. Hoy, esta ideología abominable pervive gracias a formas más sofisticadas: bendiciendo la eutanasia, promoviendo la esterilización obligatoria en ciertos países, imponiendo el aborto selectivo en los fetos femeninos, etc."
"Nunca se puede hacer un mal para llegar al bien. Y tampoco se puede hacer un mal menor para llegar al bien. Llegado el caso, se puede tolerar un mal menor, pero nunca cometerlo", afirma.
Dios es necesario
Según el doctor Simón Castellví, muchos "han hecho un esfuerzo para dar un código de bioética válido para toda la humanidad", y la expresión más importante de la búsqueda de unos principios universales es la codificación de los Derechos Humanos en 1948.
Sin embargo, aunque se trata de "un texto bien redactado y útil como referencia para que las diversas culturas colaboren entre ellas", sin embargo si no se admite un principio anterior que los sustente, se reducen a un texto legal interpretable desde cualquier punto de vista.
"Los Derechos Humanos no se crearon ex novo, sino que responden a una tradición secular que se adentra en la profundidad de los tiempos", en la ley natural. "La ley natural moral existe: es la capacidad de la razón humana de conocer y adherirse a la verdad. Para mí, ningún profesional toca con la mano como un médico la existencia de esta ley".
La cuestión, explica el presidente de la FIAMC, es si esta ley natural "existe por casualidad, por caos o por la voluntad de ciertos dioses caprichosos como los de los antiguos griegos, o quizás por la voluntad de Dios".
Sin embargo, la libertad del hombre y el problema del mal hacen que "no baste dejar la conducta humana sólo en manos de las bellas palabras, las declaraciones o la conciencia. Hace falta una justicia humana. Es muy ingenuo pensar que la sola protección bioética sea suficiente para que los seres humanos actúen correctamente".
"A mi juicio, y al de millones de personas, no sólo debemos buscar el bien de los hombres, sino que debemos dejar espacio a Dios. No diré nada de Dios. Sólo lo cito, como hace el astrofísico Stephen Hawking en su libro 'Brevísima historia del tiempo'".
"Si el hombre abdica de creer en un solo Dios justo y bueno, adorará ídolos, que en nuestra época racional no serán de piedra, sino un ideal mistificado, el ego, la propia inteligencia, etc.", añade.
"Si solamente nos preocupamos de que las consecuencias sean suficientemente buenas para justificar un acto, si no se admite que existen valores anclados en la naturaleza humana y en la existencia de Dios (sin renunciar a la razón y con una fe purificada del fanatismo) demasiado fácilmente caeremos en algo que termina siempre con sangre", advierte.
ROMA, (ZENIT.org) ¿Es posible establecer unos principios universales, aceptados por gran parte de la humanidad, que rijan la actividad científica y médica? Es el reto que plantea el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), el doctor José María Simón Castellví.
En un artículo enviado a Zenit, el presidente de la FIAMC afirma que "la inspiración que empuja a la ciencia, las metas que se prefija, los medios que escoge, etc. están fuera de la propia ciencia", y que por tanto es necesario establecer unos principios bioéticos universales para evitar que la ciencia se convierta en un instrumento de destrucción.
"A veces nos encontramos a casos límite en los que una argumentación seductora puede conducir a decisiones inmorales por parte de los científicos, a quienes a pesar de su buena voluntad, les falta reflexión ética", afirma Simón Castellví, quien compara la situación actual con la de los experimentos científicos aberrantes realizados bajo el régimen nacional-socialista. "Los fines para los alemanes era plausible: una mayor felicidad para el pueblo alemán, donde se insinúa una ideología que corrompe muchas decisiones, tanto políticas como científicas, porque se reduce al fin que justifica los medios. Dame un buen fin y justificaré cualquier medio, aunque en una primera lectura este medio sea reconocido como claramente criminal".
La negación de las creencias tradicionales ha venido acompañada, no de ausencia de religiosidad, explica el presidente de la FIAMC, sino por una serie de creencias "míticas", como la de la sociedad del bienestar, o la máxima felicidad, o la eliminación del dolor.
"Todos estos fines son aparentemente buenos, pero muchas veces vienen minados por la perversa ideología del fin que justifica los medios. Hoy, esta ideología abominable pervive gracias a formas más sofisticadas: bendiciendo la eutanasia, promoviendo la esterilización obligatoria en ciertos países, imponiendo el aborto selectivo en los fetos femeninos, etc."
"Nunca se puede hacer un mal para llegar al bien. Y tampoco se puede hacer un mal menor para llegar al bien. Llegado el caso, se puede tolerar un mal menor, pero nunca cometerlo", afirma.
Dios es necesario
Según el doctor Simón Castellví, muchos "han hecho un esfuerzo para dar un código de bioética válido para toda la humanidad", y la expresión más importante de la búsqueda de unos principios universales es la codificación de los Derechos Humanos en 1948.
Sin embargo, aunque se trata de "un texto bien redactado y útil como referencia para que las diversas culturas colaboren entre ellas", sin embargo si no se admite un principio anterior que los sustente, se reducen a un texto legal interpretable desde cualquier punto de vista.
"Los Derechos Humanos no se crearon ex novo, sino que responden a una tradición secular que se adentra en la profundidad de los tiempos", en la ley natural. "La ley natural moral existe: es la capacidad de la razón humana de conocer y adherirse a la verdad. Para mí, ningún profesional toca con la mano como un médico la existencia de esta ley".
La cuestión, explica el presidente de la FIAMC, es si esta ley natural "existe por casualidad, por caos o por la voluntad de ciertos dioses caprichosos como los de los antiguos griegos, o quizás por la voluntad de Dios".
Sin embargo, la libertad del hombre y el problema del mal hacen que "no baste dejar la conducta humana sólo en manos de las bellas palabras, las declaraciones o la conciencia. Hace falta una justicia humana. Es muy ingenuo pensar que la sola protección bioética sea suficiente para que los seres humanos actúen correctamente".
"A mi juicio, y al de millones de personas, no sólo debemos buscar el bien de los hombres, sino que debemos dejar espacio a Dios. No diré nada de Dios. Sólo lo cito, como hace el astrofísico Stephen Hawking en su libro 'Brevísima historia del tiempo'".
"Si el hombre abdica de creer en un solo Dios justo y bueno, adorará ídolos, que en nuestra época racional no serán de piedra, sino un ideal mistificado, el ego, la propia inteligencia, etc.", añade.
"Si solamente nos preocupamos de que las consecuencias sean suficientemente buenas para justificar un acto, si no se admite que existen valores anclados en la naturaleza humana y en la existencia de Dios (sin renunciar a la razón y con una fe purificada del fanatismo) demasiado fácilmente caeremos en algo que termina siempre con sangre", advierte.
La psicología redescubre el poder del perdón
Entrevista con Robert Enright
El perdón es de Dios y no podemos pensar en el perdón como una técnica psicológica más
MADISON (Wisconsin), (ZENIT.org).- El mensaje evangélico del perdón ha llevado a la fundación de un instituto psicológico, que demuestra su eficacia para la curación personal y la paz en el mundo.
Robert Enright, psicólogo, creó el Instituto Internacional del Perdón en 1994 con el fin de aplicar años de investigación en la práctica del perdón. Es coautor de «Helping Clients Forgive: An Empirical Guide for Resolving Anger and Restoring Hope» (Ayudar a los clientes a perdonar: Guía empírica para Resolver el Odio y Restaurar la Esperanza”), publicado por American Psychological Association Books, 2000.
En esta entrevista, el doctor Enright comparte con Zenit sus conclusiones.
--¿Qué efectividad ha tenido el perdón como terapia?
--Enright: ha sido muy variada. Algunos grupos de investigación obtuvieron excelentes resultados científicos con la terapia del perdón, mientras que otros no.
Como afirma Richard Fitzgibbons en nuestro libro, una causa de los diferentes resultados es el tiempo y el cuidado que el terapeuta dedica al paciente.
Perdonar a otro por una profunda injusticia lleva su tiempo. Los instrumentos de cura a menudo insisten en la terapia «breve», la cual no da suficiente tiempo al cliente para recorrer el itinerario doloroso y terapéutico del perdón.
Uno de nuestros proyectos de investigación, con Suzanne Freedman, de la Universidad de Northern Iowa, era con sobrevivientes de incestos. Estas valientes mujeres necesitaron mucho tiempo, en torno a un año, para perdonar a quienes habían abusado de ellas. Valió la pena el esfuerzo.
Cuando comparamos el grupo experimental, que ha recibido terapia del perdón, con un grupo de control que no la ha recibido, en el primero se reduce de manera significativa la ansiedad y la depresión. Después de que el grupo de control iniciara y completara la terapia del perdón, ambos mostraron una mejora significativa en sus síntomas de ansiedad y depresión.
Aunque un año parece mucho tiempo, deberíamos darnos cuenta de que algunas de las mujeres sufrían desórdenes emocionales desde hacía 20 ó 30 años antes de perdonar.
Vemos resultados similares con otros grupos: hombres y mujeres en comunidades de rehabilitación de drogas; pacientes terminales de cáncer; matrimonios a punto de divorciarse; adolescentes presos; pacientes cardíacos y otros.
--¿Qué pasos debe dar una persona que desea curarse mediante el perdón?
--Enright: Seguir el propio itinerario de perdón es otra razón del éxito observado en la terapia del perdón. El doctor Fitzgibbons y yo ofrecemos un itinerario de perdón, científicamente avalado en nuestra obra. Este itinerario es ampliamente descrito en mi libro «Forgiveness Is a Choice» («El perdón es una opción») para el público en general.
En este itinerario, en primer lugar, las personas deben reconocer que han sido tratadas injustamente, reconocer humildemente que esto les ha supuesto un choque emocional y que están verdaderamente enfadadas.
A continuación, si desean empezar la terapia del perdón, deben explorar lo que es perdón y lo que no es perdón. Por ejemplo, cuando las personas perdonan, no están condonando, excusando u olvidando lo que han hecho contra ellas. Pueden reconciliarse o no reconciliarse.
Perdonar es reducir el resentimiento y aumentar la benevolencia y el amor hacia alguien que ha sido injusto. Esta es una opción personal, un acto de la voluntad. Reconciliarse es para dos personas recuperar la mutua confianza. Esto requiere la cooperación de ambas partes. Uno puede perdonar al ofensor y al mismo tiempo mirar a sus espaldas.
Luego recomendamos que la gente se implique en lo que el doctor Fitzgibbons llama «perdón cognitivo». Son pensamientos de perdón y declaraciones dirigidas a la persona que ha sido injusta. En ese estado, la persona no necesita abordar al ofensor sino realizar este perdón cognitivo en su interior.
Parte del perdón cognitivo es pensar en la persona como un todo, sin definirla sólo por sus pecados. Todos somos más que nuestras acciones. Somos vulnerables. Somos hijos de Dios.
Al perdón cognitivo sigue el perdón emocional, la apertura de uno mismo a la compasión y al amor hacia este hijo de Dios que te ha golpeado. Esto es difícil y puede llevar su tiempo. Algunas personas en la terapia no están preparadas para este paso y merecen comprensión.
Para nosotros sigue siendo un misterio saber cómo crece en el corazón humano esta compasión por quienes realizaron y realizan grandes injusticias. Seguramente la gracia de Dios actúa en este caso, pero nosotros como científicos no tenemos el lenguaje para describirlo plenamente. La ciencia es limitada, al igual que los intentos humanos de comprender el misterio.
Más allá del perdón emocional, está la difícil tarea de «soportar el dolor» de lo que ha sucedido. Quien perdona no puede hacer que el reloj vuelva atrás y deshacer el daño, pero puede tomar la valiente decisión de aceptar el dolor y ser un instrumento de bien para el ofensor.
Para un cristiano, esto nos lleva a identificarnos con Cristo que sufre en la cruz por nuestros pecados. Él soporta el dolor por nosotros. Nosotros hacemos lo mismo por los demás después de haber sido perdonados.
--¿Qué ha aprendido sobre los niños y el perdón?
--Enright: Los niños parecen tener corazones cálidos y abiertos al perdón. Por consiguiente, la educación al perdón es una posibilidad real para ellos.
Al mismo tiempo, pienso que a los niños se les puede desanimar a perdonar si están rodeados por quienes ridiculizan o son indiferentes hacia el perdón. Por consiguiente la educación al perdón es vital.
Mis colegas Jeanette Knutson, Anthony Holter y yo hemos trabajado en escuelas católicas y estatales de Belfast, Irlanda del Norte, los últimos tres años, ofreciendo programas de perdón para las primeras tres clases de educación general básica. Preparamos a los profesores y ellos imparten el programa a los niños.
Hemos publicado recientemente un libro gráfico infantil sobre el perdón, «Rising above the Storm Clouds» («Superar las Nubes de Tormenta»), para niños de entre 4 y 10 años, que usamos en el programa de tercero. Este año iremos al quinto curso y el siguiente, a la educación secundaria.
Hemos descubierto que niños tan pequeños como los de seis años, pueden aprender sobre el perdón y de esta manera reducir la cólera excesiva. Estamos en Belfast para ofrecer el don del perdón a esta ciudad circundada de guerra. Esperamos que los niños, al pasar los años, se conviertan en completos perdonadores, desde el punto de vista teológico, filosófico y psicológico
Esperamos que, armados con esta profunda comprensión del perdón, cuando sean adultos, forjen una paz más satisfactoria en su comunidad que la de sus predecesores.
Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI nos han enseñado que el perdón es la más importante vía hacia la paz en este mundo. Nuestro trabajo en Belfast es sencillamente actuar siendo conscientes de esto.
--¿Qué consejo daría a la gente sobre la práctica del perdón en su vida diaria?
--Enright: Primero, el perdón es de Dios y no podemos pensar en el perdón como una técnica psicológica más. Perdonar es entrar en el misterio de la cruz de Cristo.
Esta es una enseñanza difícil en efecto, pero vale la pena esforzarse por comprenderla. Aunque las personas perdonen sin pretender deliberadamente obedecer a Dios, este comportamiento les puede permitir abrirse a Él.
En segundo lugar, la gente que perdona necesita saber qué es el perdón y qué no es el perdón. Perdonar es ofrecer amor incondicional al ofensor. No es un acto de debilidad. Cuando una persona perdona, debería buscar justicia. Si a uno le estropean el coche, puede perdonar y al mismo tiempo presentar la factura de la reparación al causante.
En tercer lugar, el perdón está íntimamente ligado a la gracia de Dios. Por este motivo, la oración, la recepción de los sacramentos y la confianza en la acción de Dios en el corazón humano forman parte del perdón.
A quienes se sitúan fuera de estas avenidas de la gracia, les digo que no podemos entender completamente la obra de Dios. Incluso tras veinte años de estudio del perdón, todavía me sorprendo. He visto ateos declarados y fervorosos cristianos perdonar con buenos resultados. Por tanto, un punto importante es estar abiertos al misterio del perdón, sin tener en cuenta el historial personal.
--¿Qué consejo daría a quienes tienen especial dificultad en perdonar a los demás, como quienes han perdido a sus seres queridos en los atentados del 11 de septiembre?
-- Enright: Perdonar a los demás no es algo puntual, como encender una luz en la oscuridad. Para muchos de nosotros, el perdón supone un camino en el que cargamos nuestra cruz por quien nos ha hecho daño.
Esto requiere tacto y paciencia con uno mismo y tiempo. Se aprende mucho cuando se acepta el peso y el dolor de la cruz.
Por eso, a quienes no pueden perdonar, les pregunto: «¿Estás listo para explorar lo que es o no es el perdón?». Esta pregunta no pide a nadie que perdone sino más bien examinar lo que es el perdón.
Cuando una persona ya conoce las dimensiones del perdón, yo le pregunto: «¿Estás preparado para examinar el perdón de la persona que te ha hecho daño, en su forma más básica? ¿Deseas tratar de no hacer daño a esa persona?». Esta pregunta no pide a la persona que ame al ofensor sino refrenar en sí misma lo negativo, refrenar el deseo de hacer daño incluso de modo sutil.
Luego viene la pregunta: «¿Deseas el bien para esa persona?». Esto cambia el enfoque hacia lo positivo, hacia al menos un deseo, aunque no sea una acción deliberada, el bien de otra persona.
Todas estas preguntas pretenden mover a la persona ofendida hacia una mayor cercanía en el amor. Si aún rechaza el perdón, debemos comprender que su «no» enfático hoy no es necesariamente la última palabra. Esta persona puede cambiar mañana.
--¿Qué añade a la comprensión del perdón el aspecto de la fe y la imitación de Cristo?
--Enright: Cristo es amor. El perdón que ofrecemos es un acto de amor. Siempre que se perdona, se sea o no consciente de ello, se entra en el amor de Cristo manifestado por su cruz.
Mi colega Jeanette Knutson logró hacer que yo lo comprendiera. A través de los años, he venido a comprobar un gran misterio, que brotaba con fuerza en la obra de Juan Pablo II el Grande «Salvifici Doloris»: perdonar es entrar en el sufrimiento redentor a favor de otra persona.
Nos unimos a Cristo en su cruz para la salvación de quien nos ha ofendido. Para decir «sí» conscientemente a esta gran alegría a pesar del sufrimiento. Perdonar es no dar importancia al sufrimiento que has tenido que experimentar a causa del pecado de otro.
De hecho, siguiendo la enseñanza del cardenal Walter Kasper en su libro, «Sacramento de unidad», no sólo imitamos a Cristo cuando perdonamos, sino que entramos en unión con él. Este es otro gran misterio análogo al de la unión de Cristo con su Iglesia. Cuando perdonamos, experimentamos este modo de unión con él por el bien de otra persona.
Así Dios en su sabiduría ha dispuesto muchos modos por los que podemos unirnos a su Hijo: mediante la participación en el cuerpo de Cristo, a través de la Eucaristía, y por medio del perdón amoroso e incondicional de los demás.
Necesitamos aclarar esto más a menudo a la gente que desea profundizar sobre el perdón.
--¿Qué proyectos tiene entre manos el Instituto del Perdón?
--En la próxima década o en la siguiente, trabajaremos con niños afectados por entornos de guerra y otros ambientes de violencia, mediante programas de educación al perdón en escuelas, casas y lugares de culto.
El perdón ha sido casi completamente ignorado por el movimiento pacifista, pero sin perdón no hay paz duradera. Dado que lleva tiempo aprender y apreciar el perdón, debemos empezar con niños para reforzar la probabilidad de que aprendan bien la lección.
De manera que tratamos de convencer a los filántropos de que el perdón, centrado especialmente en los niños, debe ser parte de cualquier esfuerzo en favor de la paz. Relacionado con esto, hay un programa para ayudar a los familiares.
Muy a menudo, en las zonas de guerra, la gente se casa con profundas heridas y odios que se prolongan durante generaciones. Deseamos ofrecer programas de perdón a las familias para que puedan reducir su propio odio y no lo transmitan a sus hijos.
Esencialmente, tratamos de introducir la noción de la escuela, la casa y el lugar de culto como «comunidades de perdón», donde la gente se anima mutuamente en su misterio de perdón. ¿Nos podemos permitir perder tiempo sin crear semejantes comunidades de perdón?
El perdón es de Dios y no podemos pensar en el perdón como una técnica psicológica más
MADISON (Wisconsin), (ZENIT.org).- El mensaje evangélico del perdón ha llevado a la fundación de un instituto psicológico, que demuestra su eficacia para la curación personal y la paz en el mundo.
Robert Enright, psicólogo, creó el Instituto Internacional del Perdón en 1994 con el fin de aplicar años de investigación en la práctica del perdón. Es coautor de «Helping Clients Forgive: An Empirical Guide for Resolving Anger and Restoring Hope» (Ayudar a los clientes a perdonar: Guía empírica para Resolver el Odio y Restaurar la Esperanza”), publicado por American Psychological Association Books, 2000.
En esta entrevista, el doctor Enright comparte con Zenit sus conclusiones.
--¿Qué efectividad ha tenido el perdón como terapia?
--Enright: ha sido muy variada. Algunos grupos de investigación obtuvieron excelentes resultados científicos con la terapia del perdón, mientras que otros no.
Como afirma Richard Fitzgibbons en nuestro libro, una causa de los diferentes resultados es el tiempo y el cuidado que el terapeuta dedica al paciente.
Perdonar a otro por una profunda injusticia lleva su tiempo. Los instrumentos de cura a menudo insisten en la terapia «breve», la cual no da suficiente tiempo al cliente para recorrer el itinerario doloroso y terapéutico del perdón.
Uno de nuestros proyectos de investigación, con Suzanne Freedman, de la Universidad de Northern Iowa, era con sobrevivientes de incestos. Estas valientes mujeres necesitaron mucho tiempo, en torno a un año, para perdonar a quienes habían abusado de ellas. Valió la pena el esfuerzo.
Cuando comparamos el grupo experimental, que ha recibido terapia del perdón, con un grupo de control que no la ha recibido, en el primero se reduce de manera significativa la ansiedad y la depresión. Después de que el grupo de control iniciara y completara la terapia del perdón, ambos mostraron una mejora significativa en sus síntomas de ansiedad y depresión.
Aunque un año parece mucho tiempo, deberíamos darnos cuenta de que algunas de las mujeres sufrían desórdenes emocionales desde hacía 20 ó 30 años antes de perdonar.
Vemos resultados similares con otros grupos: hombres y mujeres en comunidades de rehabilitación de drogas; pacientes terminales de cáncer; matrimonios a punto de divorciarse; adolescentes presos; pacientes cardíacos y otros.
--¿Qué pasos debe dar una persona que desea curarse mediante el perdón?
--Enright: Seguir el propio itinerario de perdón es otra razón del éxito observado en la terapia del perdón. El doctor Fitzgibbons y yo ofrecemos un itinerario de perdón, científicamente avalado en nuestra obra. Este itinerario es ampliamente descrito en mi libro «Forgiveness Is a Choice» («El perdón es una opción») para el público en general.
En este itinerario, en primer lugar, las personas deben reconocer que han sido tratadas injustamente, reconocer humildemente que esto les ha supuesto un choque emocional y que están verdaderamente enfadadas.
A continuación, si desean empezar la terapia del perdón, deben explorar lo que es perdón y lo que no es perdón. Por ejemplo, cuando las personas perdonan, no están condonando, excusando u olvidando lo que han hecho contra ellas. Pueden reconciliarse o no reconciliarse.
Perdonar es reducir el resentimiento y aumentar la benevolencia y el amor hacia alguien que ha sido injusto. Esta es una opción personal, un acto de la voluntad. Reconciliarse es para dos personas recuperar la mutua confianza. Esto requiere la cooperación de ambas partes. Uno puede perdonar al ofensor y al mismo tiempo mirar a sus espaldas.
Luego recomendamos que la gente se implique en lo que el doctor Fitzgibbons llama «perdón cognitivo». Son pensamientos de perdón y declaraciones dirigidas a la persona que ha sido injusta. En ese estado, la persona no necesita abordar al ofensor sino realizar este perdón cognitivo en su interior.
Parte del perdón cognitivo es pensar en la persona como un todo, sin definirla sólo por sus pecados. Todos somos más que nuestras acciones. Somos vulnerables. Somos hijos de Dios.
Al perdón cognitivo sigue el perdón emocional, la apertura de uno mismo a la compasión y al amor hacia este hijo de Dios que te ha golpeado. Esto es difícil y puede llevar su tiempo. Algunas personas en la terapia no están preparadas para este paso y merecen comprensión.
Para nosotros sigue siendo un misterio saber cómo crece en el corazón humano esta compasión por quienes realizaron y realizan grandes injusticias. Seguramente la gracia de Dios actúa en este caso, pero nosotros como científicos no tenemos el lenguaje para describirlo plenamente. La ciencia es limitada, al igual que los intentos humanos de comprender el misterio.
Más allá del perdón emocional, está la difícil tarea de «soportar el dolor» de lo que ha sucedido. Quien perdona no puede hacer que el reloj vuelva atrás y deshacer el daño, pero puede tomar la valiente decisión de aceptar el dolor y ser un instrumento de bien para el ofensor.
Para un cristiano, esto nos lleva a identificarnos con Cristo que sufre en la cruz por nuestros pecados. Él soporta el dolor por nosotros. Nosotros hacemos lo mismo por los demás después de haber sido perdonados.
--¿Qué ha aprendido sobre los niños y el perdón?
--Enright: Los niños parecen tener corazones cálidos y abiertos al perdón. Por consiguiente, la educación al perdón es una posibilidad real para ellos.
Al mismo tiempo, pienso que a los niños se les puede desanimar a perdonar si están rodeados por quienes ridiculizan o son indiferentes hacia el perdón. Por consiguiente la educación al perdón es vital.
Mis colegas Jeanette Knutson, Anthony Holter y yo hemos trabajado en escuelas católicas y estatales de Belfast, Irlanda del Norte, los últimos tres años, ofreciendo programas de perdón para las primeras tres clases de educación general básica. Preparamos a los profesores y ellos imparten el programa a los niños.
Hemos publicado recientemente un libro gráfico infantil sobre el perdón, «Rising above the Storm Clouds» («Superar las Nubes de Tormenta»), para niños de entre 4 y 10 años, que usamos en el programa de tercero. Este año iremos al quinto curso y el siguiente, a la educación secundaria.
Hemos descubierto que niños tan pequeños como los de seis años, pueden aprender sobre el perdón y de esta manera reducir la cólera excesiva. Estamos en Belfast para ofrecer el don del perdón a esta ciudad circundada de guerra. Esperamos que los niños, al pasar los años, se conviertan en completos perdonadores, desde el punto de vista teológico, filosófico y psicológico
Esperamos que, armados con esta profunda comprensión del perdón, cuando sean adultos, forjen una paz más satisfactoria en su comunidad que la de sus predecesores.
Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI nos han enseñado que el perdón es la más importante vía hacia la paz en este mundo. Nuestro trabajo en Belfast es sencillamente actuar siendo conscientes de esto.
--¿Qué consejo daría a la gente sobre la práctica del perdón en su vida diaria?
--Enright: Primero, el perdón es de Dios y no podemos pensar en el perdón como una técnica psicológica más. Perdonar es entrar en el misterio de la cruz de Cristo.
Esta es una enseñanza difícil en efecto, pero vale la pena esforzarse por comprenderla. Aunque las personas perdonen sin pretender deliberadamente obedecer a Dios, este comportamiento les puede permitir abrirse a Él.
En segundo lugar, la gente que perdona necesita saber qué es el perdón y qué no es el perdón. Perdonar es ofrecer amor incondicional al ofensor. No es un acto de debilidad. Cuando una persona perdona, debería buscar justicia. Si a uno le estropean el coche, puede perdonar y al mismo tiempo presentar la factura de la reparación al causante.
En tercer lugar, el perdón está íntimamente ligado a la gracia de Dios. Por este motivo, la oración, la recepción de los sacramentos y la confianza en la acción de Dios en el corazón humano forman parte del perdón.
A quienes se sitúan fuera de estas avenidas de la gracia, les digo que no podemos entender completamente la obra de Dios. Incluso tras veinte años de estudio del perdón, todavía me sorprendo. He visto ateos declarados y fervorosos cristianos perdonar con buenos resultados. Por tanto, un punto importante es estar abiertos al misterio del perdón, sin tener en cuenta el historial personal.
--¿Qué consejo daría a quienes tienen especial dificultad en perdonar a los demás, como quienes han perdido a sus seres queridos en los atentados del 11 de septiembre?
-- Enright: Perdonar a los demás no es algo puntual, como encender una luz en la oscuridad. Para muchos de nosotros, el perdón supone un camino en el que cargamos nuestra cruz por quien nos ha hecho daño.
Esto requiere tacto y paciencia con uno mismo y tiempo. Se aprende mucho cuando se acepta el peso y el dolor de la cruz.
Por eso, a quienes no pueden perdonar, les pregunto: «¿Estás listo para explorar lo que es o no es el perdón?». Esta pregunta no pide a nadie que perdone sino más bien examinar lo que es el perdón.
Cuando una persona ya conoce las dimensiones del perdón, yo le pregunto: «¿Estás preparado para examinar el perdón de la persona que te ha hecho daño, en su forma más básica? ¿Deseas tratar de no hacer daño a esa persona?». Esta pregunta no pide a la persona que ame al ofensor sino refrenar en sí misma lo negativo, refrenar el deseo de hacer daño incluso de modo sutil.
Luego viene la pregunta: «¿Deseas el bien para esa persona?». Esto cambia el enfoque hacia lo positivo, hacia al menos un deseo, aunque no sea una acción deliberada, el bien de otra persona.
Todas estas preguntas pretenden mover a la persona ofendida hacia una mayor cercanía en el amor. Si aún rechaza el perdón, debemos comprender que su «no» enfático hoy no es necesariamente la última palabra. Esta persona puede cambiar mañana.
--¿Qué añade a la comprensión del perdón el aspecto de la fe y la imitación de Cristo?
--Enright: Cristo es amor. El perdón que ofrecemos es un acto de amor. Siempre que se perdona, se sea o no consciente de ello, se entra en el amor de Cristo manifestado por su cruz.
Mi colega Jeanette Knutson logró hacer que yo lo comprendiera. A través de los años, he venido a comprobar un gran misterio, que brotaba con fuerza en la obra de Juan Pablo II el Grande «Salvifici Doloris»: perdonar es entrar en el sufrimiento redentor a favor de otra persona.
Nos unimos a Cristo en su cruz para la salvación de quien nos ha ofendido. Para decir «sí» conscientemente a esta gran alegría a pesar del sufrimiento. Perdonar es no dar importancia al sufrimiento que has tenido que experimentar a causa del pecado de otro.
De hecho, siguiendo la enseñanza del cardenal Walter Kasper en su libro, «Sacramento de unidad», no sólo imitamos a Cristo cuando perdonamos, sino que entramos en unión con él. Este es otro gran misterio análogo al de la unión de Cristo con su Iglesia. Cuando perdonamos, experimentamos este modo de unión con él por el bien de otra persona.
Así Dios en su sabiduría ha dispuesto muchos modos por los que podemos unirnos a su Hijo: mediante la participación en el cuerpo de Cristo, a través de la Eucaristía, y por medio del perdón amoroso e incondicional de los demás.
Necesitamos aclarar esto más a menudo a la gente que desea profundizar sobre el perdón.
--¿Qué proyectos tiene entre manos el Instituto del Perdón?
--En la próxima década o en la siguiente, trabajaremos con niños afectados por entornos de guerra y otros ambientes de violencia, mediante programas de educación al perdón en escuelas, casas y lugares de culto.
El perdón ha sido casi completamente ignorado por el movimiento pacifista, pero sin perdón no hay paz duradera. Dado que lleva tiempo aprender y apreciar el perdón, debemos empezar con niños para reforzar la probabilidad de que aprendan bien la lección.
De manera que tratamos de convencer a los filántropos de que el perdón, centrado especialmente en los niños, debe ser parte de cualquier esfuerzo en favor de la paz. Relacionado con esto, hay un programa para ayudar a los familiares.
Muy a menudo, en las zonas de guerra, la gente se casa con profundas heridas y odios que se prolongan durante generaciones. Deseamos ofrecer programas de perdón a las familias para que puedan reducir su propio odio y no lo transmitan a sus hijos.
Esencialmente, tratamos de introducir la noción de la escuela, la casa y el lugar de culto como «comunidades de perdón», donde la gente se anima mutuamente en su misterio de perdón. ¿Nos podemos permitir perder tiempo sin crear semejantes comunidades de perdón?
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Bebé "nació dos veces" en EEUU tras extirpación de tumor: La historia de Macie Hope
WASHINGTON D.C., (ACI).- Macie Hope McCartney no había nacido todavía y tenía un tumor del tamaño de su cuerpo que podía provocarle la muerte. Para operarla tuvieron que sacarla casi por completo del útero materno y, luego de la complicada pero exitosa cirugía, los médicos la devolvieron al mismo. Tras diez semanas más de gestación pudo finalmente nacer y ahora, con un mes de nacida, ya está en casa con su familia.
Chad y Keri McCartney decidieron ponerle por nombre Hope (Esperanza) a su pequeña; la quinta hija de este matrimonio a quien, luego de una ecografía, le encontraron un tumor muy grande cuando tenía 6 meses de gestación. Los médicos del Texas Children's Hospital en Houston advirtieron a la pareja que la intervención quirúrgica era muy riesgosa para Macie y Keri; y tenía solo un 10 por ciento de éxito.
Esta situación no amilanó a sus padres, quienes decidieron hacer lo posible para salvar a la pequeña.
El Dr. Darrell Cass, el cirujano que hizo la operación y logró así salvar la vida de Macie Hope, explicó al Today Show de la cadena NBC lo complicado de la operación de cuatro horas de duración.
El médico y su equipo tuvieron que utilizar bastante más anestesia de lo normal para evitar que el útero reaccionara como si el embarazo estuviera finalizado. Luego de encontrar el lugar preciso para no afectar la placenta, abrieron el útero y cuidadosamente sacaron el 80 por ciento del cuerpo de Macie. Retiraron rápidamente el tumor, volvieron a colocar a Macie en el útero y lo cerraron con precisión para evitar la salida del líquido amniótico.
Afortunadamente no hubieron complicaciones, la bebé fue gestada diez semanas más y nació el pasado 3 de mayo.
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Esta situación no amilanó a sus padres, quienes decidieron hacer lo posible para salvar a la pequeña.
El Dr. Darrell Cass, el cirujano que hizo la operación y logró así salvar la vida de Macie Hope, explicó al Today Show de la cadena NBC lo complicado de la operación de cuatro horas de duración.
El médico y su equipo tuvieron que utilizar bastante más anestesia de lo normal para evitar que el útero reaccionara como si el embarazo estuviera finalizado. Luego de encontrar el lugar preciso para no afectar la placenta, abrieron el útero y cuidadosamente sacaron el 80 por ciento del cuerpo de Macie. Retiraron rápidamente el tumor, volvieron a colocar a Macie en el útero y lo cerraron con precisión para evitar la salida del líquido amniótico.
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Amar y ser amado / Autor: Cardenal Ricard Mª. CARLES
Hablamos la semana anterior de la cultura occidental y de la necesidad de que los cristianos no ocultemos nuestra condición de tales. Una actitud básica es no aceptar como un déficit inevitable de nuestro mundo la falta de amor. Esa aceptación es algo muy repetido en la historia de la humanidad. No caigamos en esa tentación. No es inevitable la falta de amor. Porque en el hondón el alma está anclado el deseo de amar y de ser amado. Y fundamentalmente de amar a Dios y de sabernos amados de Dios. Ello nos impulsa indefectiblemente a que otros, que nos rodean, vivan y mueran con ese profundo sentido de lo divino. Se ha dicho de los justos que mueren como muere la claridad del día, cuando llega la noche, marchando a brillar a otra región. Buena definición de toda muerte cristiana. Los hijos de Dios mueren para brillar en otra región.
Hablando de la posible carencia de amor en el mundo, el gran católico y filósofo español Julián Marías recuerda que san Juan dice que Dios es Amor. Partiendo de ahí, dice repetidamente en sus obras que el hombre es una criatura amorosa porque está hecha a imagen de Dios. De ahí su necesidad de amar y ser amado. Y añade: «Creo que la infidelidad radical al cristianismo es no verse como criatura amorosa». Y recuerda la expresión máxima de desamor y de insolidaridad radical -así lo expresa- en aquella respuesta del comendador a don Juan en el célebre drama de Zorrilla. Le pregunta el comendador: «¿Y qué tengo yo, don Juan, con tu salvación que ver?». No es una actitud cristiana. «Tenemos que ver» con la comunión de los santos y transmitir a otros el amor a Dios, a aquellos que tenemos cerca.
Quien dice que Dios ha muerto -dice un himno litúrgico- que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Decid, si preguntan dónde, que Dios está en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.
Hablando de la posible carencia de amor en el mundo, el gran católico y filósofo español Julián Marías recuerda que san Juan dice que Dios es Amor. Partiendo de ahí, dice repetidamente en sus obras que el hombre es una criatura amorosa porque está hecha a imagen de Dios. De ahí su necesidad de amar y ser amado. Y añade: «Creo que la infidelidad radical al cristianismo es no verse como criatura amorosa». Y recuerda la expresión máxima de desamor y de insolidaridad radical -así lo expresa- en aquella respuesta del comendador a don Juan en el célebre drama de Zorrilla. Le pregunta el comendador: «¿Y qué tengo yo, don Juan, con tu salvación que ver?». No es una actitud cristiana. «Tenemos que ver» con la comunión de los santos y transmitir a otros el amor a Dios, a aquellos que tenemos cerca.
Quien dice que Dios ha muerto -dice un himno litúrgico- que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Decid, si preguntan dónde, que Dios está en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.
jueves, 12 de junio de 2008
Clotilde Veniel, activa anciana de 96 años, es orgullo de voluntarios de Caritas Valencia
VALENCIA, (ACI).- Clotilde Veniel tiene 96 años de edad y es la voluntaria de Cáritas de mayor edad en la Arquidiócesis de Valencia. Realiza visitas periódicas a enfermos y otros ancianos para atenderles en sus propios domicilios en la localidad valenciana de Bicorp, donde reside.
Según informó la agencia AVAN, "Veniel es integrante de la Cáritas parroquial de Bicorp desde que se constituyó, en 1989, y colabora también en la elaboración y venta de pasteles para personas con escasos recursos".
"Los enfermos del pueblo siempre quieren que vaya a sus casas a acompañarlos", afirmó a AVAN y asegura que intenta darles "ánimos y les hablo de Dios y de que hay que tener fe y esperanza en Él".
"Ayudar a los demás es una alegría muy grande, porque puedo contribuir a aliviar un poco los sufrimientos de las personas, es algo que me enseñaron mis padres, que eran muy católicos", sostiene. "Mis seis hermanos y yo éramos una piña, aprendimos a compartir y a apoyarnos en tiempos muy difíciles", recordó.
Durante años, Clotilde Veniel trabajó como empleada de hogar en Barcelona para ayudar a sus padres. Es madre de dos hijos, enviudó hace dos años y vive sola porque "gracias a Dios todavía puedo valerme por mí misma".
Según el párroco de Bicorp, P. Joaquín Civera, Clotilde "es una mujer entrañable, conserva un gran sentido del humor y una vitalidad y ánimo extraordinarios".
El sacerdote administra a la anciana desde hace siete años la Unción de Enfermos durante la misa anual dedicada a ellos, ya que "ese sacramento no sólo es para quienes padecen alguna enfermedad, sino también para las personas mayores, que es la razón por la que lo recibe Clotilde".
Según informó la agencia AVAN, "Veniel es integrante de la Cáritas parroquial de Bicorp desde que se constituyó, en 1989, y colabora también en la elaboración y venta de pasteles para personas con escasos recursos".
"Los enfermos del pueblo siempre quieren que vaya a sus casas a acompañarlos", afirmó a AVAN y asegura que intenta darles "ánimos y les hablo de Dios y de que hay que tener fe y esperanza en Él".
"Ayudar a los demás es una alegría muy grande, porque puedo contribuir a aliviar un poco los sufrimientos de las personas, es algo que me enseñaron mis padres, que eran muy católicos", sostiene. "Mis seis hermanos y yo éramos una piña, aprendimos a compartir y a apoyarnos en tiempos muy difíciles", recordó.
Durante años, Clotilde Veniel trabajó como empleada de hogar en Barcelona para ayudar a sus padres. Es madre de dos hijos, enviudó hace dos años y vive sola porque "gracias a Dios todavía puedo valerme por mí misma".
Según el párroco de Bicorp, P. Joaquín Civera, Clotilde "es una mujer entrañable, conserva un gran sentido del humor y una vitalidad y ánimo extraordinarios".
El sacerdote administra a la anciana desde hace siete años la Unción de Enfermos durante la misa anual dedicada a ellos, ya que "ese sacramento no sólo es para quienes padecen alguna enfermedad, sino también para las personas mayores, que es la razón por la que lo recibe Clotilde".
miércoles, 11 de junio de 2008
Testimonio: "Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendiamos nada" / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo
Palabras pronunciadas en la Basilica San Juan de Letrán, el 4 de abril de 2008, durante el primer congreso de la Divina Misericordia
Cuando a nuestros jóvenes les piden que hablen de la Comunidad comienzan a hablar de su propia vida: de las tinieblas a la Luz. Es lo que voy a hacer yo.
Deseo contarles sobre la Misericordia de Dios en mi familia cuando yo era pequeña, en los años ’40. Durante la guerra mi papá fue llamado al frente. Nosotros vivíamos en el sur. . . . y tenía que presentarse en Piemonte. Ni siquiera sabíamos qué era el Piemonte. Así es que mi papá le dijo a mi madre que nos íbamos todos con él. Éramos siete niños, llenos de hambre, de frío, de todo lo que no tendría que tener un niño. Pero teníamos una mamá fuerte, capaz de soportar el peso de de todos. ¿Por qué les digo esto? Porque mirando posteriormente mi historia he comprendido que en esos momentos la Misericordia abundaba.
Luego, mi papá se hizo alcohólico, bebía. Nosotros no sabíamos, éramos chicos y veíamos a nuestro padre transformado, nervioso, con rabia. Durante muchos años, mis hermanos, lo juzgaron: “¡Qué padre que tuvimos! ¡Qué familia que éramos!” Se avergonzaban. Hoy, a la Luz de mi encuentro con Dios , cuando los encuentro les digo: “Se avergüenzan de nuestro padre porque no han podido transformar con la fe esas llagas profundas que teníamos en el corazón .” En un momento de mi camino de fe comprendí que en mi vida la Misericordia ya estaba en ese momento, que el Espíritu Santo guiaba a mis padres hacia la fortaleza, en la humillación, porque vivimos muchas humillaciones, mucha marginación.
Nadie quería a los del sur, nos dieron una casa que era casi un gallinero ¡no nos querían en ningún lado porque éramos muchos hijos! Sin embargo hoy, luego de haber encontrado al Señor, leo esta historia con nuevos ojos y eso le propongo a los jóvenes: no avergonzarse de su propia historia porque justamente está sostenida por la Misericordia que la transforma en amor.
Hoy, las llagas sangrantes se volvieron puertas y ventanas abiertas para darle a todos misericordia, amor, justicia, para dar mucho, mucho de mí misma. Hay que vivir la Misericordia en lo concreto de la propia historia para poder expresar: “Lo pude asimilar en mi propia carne.” Reconozco que el Señor fue muy bueno conmigo, desde chica me fue preparando para lo que Él sabía que yo iba a vivir en mi vida…
Me puse de novia con un joven bueno, que me quería, pero en un momento me dije: “Toda la vida solo con este chico, con esta cara, con estas palabras…no. . . jamás podré.” Sentía que mi corazón estaba dilatado al máximo, y en ese momento, en esa elección lo encaucé.Ya habíamos programado tener quince, veinte hijos, pero eran pocos. Veinte hijos ¿y después? ¿Después?
Después la Misericordia me alcanzó en la pobreza, en la humillación. Es una Misericordia que se mezcló con mi carne, con mis sentimientos, con mi amor. Y es por eso que hoy estoy aquí con un “equipo” de jóvenes.Tenemos muchas casas de jóvenes que vienen de todas partes del mundo, sabiendo que la nuestra es una Comunidad exigente. Nuestro amor, que es todo, total, incondicional, es un amor exigente porque ellos deben sentir que les tenemos confianza a pesar de su fragilidad y debilidad. Ellos ya no eran personas, eran pedazos rotos. Pero creo que tienen derecho no a los caramelos para hacerlos sentir bien, sino a la fuerza de una propuesta educativa.
En cuanto llegan, lo primero que les enseñamos – para no engañarlos, pues anteriormente todo fue engaño - es la oración. Afortunadamente, nuestros obispos, cada vez que abro una Comunidad, cuando de rodillas les pido que nos den la Eucaristía, siempre han dicho que sí. Nuestras capillas a veces todavía no tienen los bancos, pero ahí vamos, de rodillas, en el piso, día y noche con Jesús Eucaristía. Se hacen turnos, siempre con Jesús: y somos felices. No tenemos nada… ¿no tenemos nada?
¡Tenemos todo! Pero no hemos aceptado el dinero del Estado sino que hemos creído en el amor de Dios Padre. También creímos en el amor del hombre y, en efecto, a nosotros no nos falta nada porque todo se vuelve Providencia y nosotros la podemos contemplar en las personas que llegan. Los jóvenes desean comer una buena pasta y no hay salsa de tomate, quince minutos antes de la comida llega una señora con el marido y descargan una gran cantidad de “pumarola”. ¡Así es todo, todo!!
En veinticinco años que hace que recibimos a estos jóvenes, jamás fui a hacer las compras. Cuando algo falta, falta: lo echamos de menos pero así experimentamos que no son las cosas las que nos hacen felices, sino la amistad, la paz…
Comencé con mi historia desde que era niña porque quiero que cuando estemos tristes, o todavía no hayamos abrazado al papá o a la mamá, lo digo sobretodo por ustedes, chicos y chicas de la Comunidad: “Aprendamos a perdonar, a perdonar a nuestros padres por cualquier equivocación que hayan tenido. Ellos fueron más castigados que nosotros cuando eran chicos.”Luego de estar un tiempo en la Comunidad, nuestros jóvenes van a su casa para hacer la verífica. Yo siempre les digo: “Cuando veas a tu padre, desde lejos, corre, corre, corre hacia él y abrázalo. Y mientras lo abrazas, debes contar, sin soltarlo, hasta siete.” Y verás que tu papá llora: ¡todos se ponen a llorar! Ya no podemos decirle “¡Hola, papá! “ e irnos.
¿ Quieres detenerte un momento? Porque tu papá debe hacer memoria y recordar que cuando eras pequeña o pequeño, no te quiso, no dialogó, ni te miraba. En un punto cuando el hijo lo abraza, el “hijo pródigo” es realmente el padre, quien se da cuenta de que es padre. Estos jóvenes que hoy están rebosantes de oración, de compasión, de amor, nunca más pueden tener un gesto que no entre en el corazón, en sus vísceras , en las de sus padres. Cuando regresan de la verifica me dicen: “Elvira, en cuanto lo vi a mi papá me dije, si no voy ahora no voy más.” Se puso a correr, abrazó al papá hasta que los dos se confundieron en el llanto.
Debemos ser más humanos, más amantes del amor. El amor es vida, gestos concretos, sacrificio, humillaciones, a veces hambre: primero hay que vivirlo y luego entregarlo a todos. Dios es amor y nosotros elegimos a Dios. Más bien, es Él quien nos eligió ¡y estamos felicísimos de haberlo encontrado!(. . .)¿Cómo se hace para vivir con jóvenes que vienen de tantas experiencias del mal? El cómo siempre es difícil pero hay Alguien que te lo va enseñando por dentro. Cada minuto es una novedad, también para nuestros jóvenes. ¿Cómo se hace para reprenderlos, amarlos, abrazarlos, castigarlos, sonreírles y jugar con ellos? Son todos momentos de amor.
Pero recordé lo que una vez aprendí en mi infancia. Tenía una madre santa, exigente. Especialmente recuerdo una oración que ella decía todos los días y varias veces al día: “¡Santa Cruz de Dios , no nos abandones!” Ella lo decía en su dialecto del sur, yo soy del sur, de Sora, cerca de Frosinone.Mi padre muchas veces perdía su trabajo porque faltaba, pero ella no le pedía al Señor un nuevo trabajo para su marido, ¡no!! : ¡La Cruz! Ella amó la cruz, la abrazó.. Por eso les he propuesto a los jóvenes el encuentro con la Cruz de Jesús, con el crucifijo…
¿Cómo hice para vivir con los jóvenes? No fui yo a vivir con ellos sino que fue la Misericordia: ese rostro del Padre que se empeña en hacer florecer la misericordia junto a la miseria. Ellos llegan ya sin más dignidad, sin más rostro, sin más palabras, sin más esperanza . Vienen y confían: no sé cómo hacen para confiar pero confían, también para mí es un milagro. Y nosotros les proponemos el “camino” de la oración, de la fe viviéndola junto a ellos, porque los jóvenes hoy no necesitan tantas palabras sino vida. A los jóvenes las cosas le entran por los ojos, no más por los oídos: entienden con los ojos porque mira, observan si nosotros no hacemos lo que decimos. La coherencia , con ellos es muy importante la coherencia. . .
Comenzamos durmiendo en el piso, porque no había nada en esa villa que nos habían dado en comodato. Pero nunca pensé en eso: ¡teníamos de más! Cuando no teníamos nada más, ¡había de más! Porque había de más solidaridad, amor, sonrisas, había de más lágrimas a veces, pero no importa, la vida es así: con luces y sombras, hecha de coraje y de miedo, de fortaleza y de debilidad, y nosotros se la enseñamos tal cual es, también a través de nuestra vida.Ahora debo agradecer a la Virgen, que luego de algunos años nos mandó sacerdotes, seminaristas, hermanas consagradas que ya están en las distintas misiones. Yo no pensaba en todo esto, pero Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendíamos nada ha dado todo para que se lo donemos a los demás.
Gracias por haberme escuchado.
Cardenal Schonborn: “Una vez le pregunté a Madre Elvira: ¿Pero, cómo se hace para abrazar la Cruz? Espontáneamente ella me respondió: abrazando el crucifijo.”
Madre Elvira: “Es verdad, no les propuse la cruz sino que les dije a ellos: “abracemos el crucifijo”. Abrazándolo nos volvemos más fuertes en nuestras cruces. Abrazándolo , también sentimos los clavos. La cruz sin Jesús es un oprobio. Nosotros abrazamos al Salvador, El que nos ha salvado en esa cruz victoriosa.”
Cuando a nuestros jóvenes les piden que hablen de la Comunidad comienzan a hablar de su propia vida: de las tinieblas a la Luz. Es lo que voy a hacer yo.
Deseo contarles sobre la Misericordia de Dios en mi familia cuando yo era pequeña, en los años ’40. Durante la guerra mi papá fue llamado al frente. Nosotros vivíamos en el sur. . . . y tenía que presentarse en Piemonte. Ni siquiera sabíamos qué era el Piemonte. Así es que mi papá le dijo a mi madre que nos íbamos todos con él. Éramos siete niños, llenos de hambre, de frío, de todo lo que no tendría que tener un niño. Pero teníamos una mamá fuerte, capaz de soportar el peso de de todos. ¿Por qué les digo esto? Porque mirando posteriormente mi historia he comprendido que en esos momentos la Misericordia abundaba.
Luego, mi papá se hizo alcohólico, bebía. Nosotros no sabíamos, éramos chicos y veíamos a nuestro padre transformado, nervioso, con rabia. Durante muchos años, mis hermanos, lo juzgaron: “¡Qué padre que tuvimos! ¡Qué familia que éramos!” Se avergonzaban. Hoy, a la Luz de mi encuentro con Dios , cuando los encuentro les digo: “Se avergüenzan de nuestro padre porque no han podido transformar con la fe esas llagas profundas que teníamos en el corazón .” En un momento de mi camino de fe comprendí que en mi vida la Misericordia ya estaba en ese momento, que el Espíritu Santo guiaba a mis padres hacia la fortaleza, en la humillación, porque vivimos muchas humillaciones, mucha marginación.
Nadie quería a los del sur, nos dieron una casa que era casi un gallinero ¡no nos querían en ningún lado porque éramos muchos hijos! Sin embargo hoy, luego de haber encontrado al Señor, leo esta historia con nuevos ojos y eso le propongo a los jóvenes: no avergonzarse de su propia historia porque justamente está sostenida por la Misericordia que la transforma en amor.
Hoy, las llagas sangrantes se volvieron puertas y ventanas abiertas para darle a todos misericordia, amor, justicia, para dar mucho, mucho de mí misma. Hay que vivir la Misericordia en lo concreto de la propia historia para poder expresar: “Lo pude asimilar en mi propia carne.” Reconozco que el Señor fue muy bueno conmigo, desde chica me fue preparando para lo que Él sabía que yo iba a vivir en mi vida…
Me puse de novia con un joven bueno, que me quería, pero en un momento me dije: “Toda la vida solo con este chico, con esta cara, con estas palabras…no. . . jamás podré.” Sentía que mi corazón estaba dilatado al máximo, y en ese momento, en esa elección lo encaucé.Ya habíamos programado tener quince, veinte hijos, pero eran pocos. Veinte hijos ¿y después? ¿Después?
Después la Misericordia me alcanzó en la pobreza, en la humillación. Es una Misericordia que se mezcló con mi carne, con mis sentimientos, con mi amor. Y es por eso que hoy estoy aquí con un “equipo” de jóvenes.Tenemos muchas casas de jóvenes que vienen de todas partes del mundo, sabiendo que la nuestra es una Comunidad exigente. Nuestro amor, que es todo, total, incondicional, es un amor exigente porque ellos deben sentir que les tenemos confianza a pesar de su fragilidad y debilidad. Ellos ya no eran personas, eran pedazos rotos. Pero creo que tienen derecho no a los caramelos para hacerlos sentir bien, sino a la fuerza de una propuesta educativa.
En cuanto llegan, lo primero que les enseñamos – para no engañarlos, pues anteriormente todo fue engaño - es la oración. Afortunadamente, nuestros obispos, cada vez que abro una Comunidad, cuando de rodillas les pido que nos den la Eucaristía, siempre han dicho que sí. Nuestras capillas a veces todavía no tienen los bancos, pero ahí vamos, de rodillas, en el piso, día y noche con Jesús Eucaristía. Se hacen turnos, siempre con Jesús: y somos felices. No tenemos nada… ¿no tenemos nada?
¡Tenemos todo! Pero no hemos aceptado el dinero del Estado sino que hemos creído en el amor de Dios Padre. También creímos en el amor del hombre y, en efecto, a nosotros no nos falta nada porque todo se vuelve Providencia y nosotros la podemos contemplar en las personas que llegan. Los jóvenes desean comer una buena pasta y no hay salsa de tomate, quince minutos antes de la comida llega una señora con el marido y descargan una gran cantidad de “pumarola”. ¡Así es todo, todo!!
En veinticinco años que hace que recibimos a estos jóvenes, jamás fui a hacer las compras. Cuando algo falta, falta: lo echamos de menos pero así experimentamos que no son las cosas las que nos hacen felices, sino la amistad, la paz…
Comencé con mi historia desde que era niña porque quiero que cuando estemos tristes, o todavía no hayamos abrazado al papá o a la mamá, lo digo sobretodo por ustedes, chicos y chicas de la Comunidad: “Aprendamos a perdonar, a perdonar a nuestros padres por cualquier equivocación que hayan tenido. Ellos fueron más castigados que nosotros cuando eran chicos.”Luego de estar un tiempo en la Comunidad, nuestros jóvenes van a su casa para hacer la verífica. Yo siempre les digo: “Cuando veas a tu padre, desde lejos, corre, corre, corre hacia él y abrázalo. Y mientras lo abrazas, debes contar, sin soltarlo, hasta siete.” Y verás que tu papá llora: ¡todos se ponen a llorar! Ya no podemos decirle “¡Hola, papá! “ e irnos.
¿ Quieres detenerte un momento? Porque tu papá debe hacer memoria y recordar que cuando eras pequeña o pequeño, no te quiso, no dialogó, ni te miraba. En un punto cuando el hijo lo abraza, el “hijo pródigo” es realmente el padre, quien se da cuenta de que es padre. Estos jóvenes que hoy están rebosantes de oración, de compasión, de amor, nunca más pueden tener un gesto que no entre en el corazón, en sus vísceras , en las de sus padres. Cuando regresan de la verifica me dicen: “Elvira, en cuanto lo vi a mi papá me dije, si no voy ahora no voy más.” Se puso a correr, abrazó al papá hasta que los dos se confundieron en el llanto.
Debemos ser más humanos, más amantes del amor. El amor es vida, gestos concretos, sacrificio, humillaciones, a veces hambre: primero hay que vivirlo y luego entregarlo a todos. Dios es amor y nosotros elegimos a Dios. Más bien, es Él quien nos eligió ¡y estamos felicísimos de haberlo encontrado!(. . .)¿Cómo se hace para vivir con jóvenes que vienen de tantas experiencias del mal? El cómo siempre es difícil pero hay Alguien que te lo va enseñando por dentro. Cada minuto es una novedad, también para nuestros jóvenes. ¿Cómo se hace para reprenderlos, amarlos, abrazarlos, castigarlos, sonreírles y jugar con ellos? Son todos momentos de amor.
Pero recordé lo que una vez aprendí en mi infancia. Tenía una madre santa, exigente. Especialmente recuerdo una oración que ella decía todos los días y varias veces al día: “¡Santa Cruz de Dios , no nos abandones!” Ella lo decía en su dialecto del sur, yo soy del sur, de Sora, cerca de Frosinone.Mi padre muchas veces perdía su trabajo porque faltaba, pero ella no le pedía al Señor un nuevo trabajo para su marido, ¡no!! : ¡La Cruz! Ella amó la cruz, la abrazó.. Por eso les he propuesto a los jóvenes el encuentro con la Cruz de Jesús, con el crucifijo…
¿Cómo hice para vivir con los jóvenes? No fui yo a vivir con ellos sino que fue la Misericordia: ese rostro del Padre que se empeña en hacer florecer la misericordia junto a la miseria. Ellos llegan ya sin más dignidad, sin más rostro, sin más palabras, sin más esperanza . Vienen y confían: no sé cómo hacen para confiar pero confían, también para mí es un milagro. Y nosotros les proponemos el “camino” de la oración, de la fe viviéndola junto a ellos, porque los jóvenes hoy no necesitan tantas palabras sino vida. A los jóvenes las cosas le entran por los ojos, no más por los oídos: entienden con los ojos porque mira, observan si nosotros no hacemos lo que decimos. La coherencia , con ellos es muy importante la coherencia. . .
Comenzamos durmiendo en el piso, porque no había nada en esa villa que nos habían dado en comodato. Pero nunca pensé en eso: ¡teníamos de más! Cuando no teníamos nada más, ¡había de más! Porque había de más solidaridad, amor, sonrisas, había de más lágrimas a veces, pero no importa, la vida es así: con luces y sombras, hecha de coraje y de miedo, de fortaleza y de debilidad, y nosotros se la enseñamos tal cual es, también a través de nuestra vida.Ahora debo agradecer a la Virgen, que luego de algunos años nos mandó sacerdotes, seminaristas, hermanas consagradas que ya están en las distintas misiones. Yo no pensaba en todo esto, pero Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendíamos nada ha dado todo para que se lo donemos a los demás.
Gracias por haberme escuchado.
Cardenal Schonborn: “Una vez le pregunté a Madre Elvira: ¿Pero, cómo se hace para abrazar la Cruz? Espontáneamente ella me respondió: abrazando el crucifijo.”
Madre Elvira: “Es verdad, no les propuse la cruz sino que les dije a ellos: “abracemos el crucifijo”. Abrazándolo nos volvemos más fuertes en nuestras cruces. Abrazándolo , también sentimos los clavos. La cruz sin Jesús es un oprobio. Nosotros abrazamos al Salvador, El que nos ha salvado en esa cruz victoriosa.”
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El viaje de la esperanza continúa / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo
Hace veinticinco años el amor de Dios ha iniciado en la Comunidad Cenacolo un viaje que continúa: aquel de la esperanza! La esperanza que teníamos en el corazón en ese entonces, cuando dimos los primeros pasos de esta aventura encomendándonos solamente al amor de Dios, ha crecido y se ha radicado aún más confirmándonos en la fidelidad de Dios en la cual nos hemos sumergido, en aquel amor que hemos visto y en el cual hemos creído.
Esta fe en Él ha tenido encendida en nosotros la llama de la esperanza viva, que se ha vuelto servicio a través de pequeños gestos de acogida y de amor cotidianos. Hoy este amor es visible a todos los que contemplan asombrados con nosotros el milagro vivo de la resurrección, que se da en las vidas de los jóvenes que la Comunidad recibe: no podemos negar más que el resucitado está vivo en medio de nosotros, porque es Él que nos hace renacer cotidianamente.
Su amor se extiende y se dona gratuitamente a todos los hombres, nos protege, nos defiende, se sumerge en nuestra vida hecha de bien y de mal, de salud y enfermedad, de fuerza y de debilidad, de fe y de ateísmo… nuestro Dios no pasa por alto a nadie, es un Dios universal que siempre, todos los días y en todas las situaciones, está presente y continúa a inclinarse hacia nosotros. También aquellos que no quieren reconocerlo, que niegan la resurrección, también ellos son abrazados por el sol de Su misericordia que cada día sale sobre buenos y malos, sobre justos e injustos, sobre todos nosotros y que llega también a aquellos que lo rechazan. Él es la ternura infinita que reviste e ilumina todo el mundo, que realza y perdona.
Dios ama más allá de nuestras medidas, es amor infinito que no tiene barreras, es misericordia sin límites que se ha mostrado a nosotros en los gestos de Jesús: nosotros lo hemos escuchado, lo hemos contemplado, lo hemos tocado, lo hemos comido… y ahora deberíamos decir como el apóstol Juan “lo anunciamos a ustedes”.
El ser cristianos debe recorrer nuestra vida desde la cabeza a los pies; en cada gesto, mirada y sentimiento se debe manifestar espontáneamente nuestra pertenencia, nuestro credo. No se es cristiano solo cuando los otros nos piden de serlo, sino siempre!
Nuestra misión de creyentes es anunciar la alegría de aquel encuentro, que ha transformado nuestras vidas a través del amor que se hace don en nosotros con sonrisas que comunican esperanza, con bondad vivida en la gratitud, con el corazón libre de intereses y ambiciones. Estos gestos de bien auténtico permiten a nuestro Dios, que ha tomado sobre sí en Jesús de Nazaret nuestra naturaleza humana, de santificar también nuestra fragilidad haciéndonos capaces de dar la vida y de experimentar así el secreto de la alegría verdadera, aquel céntuplo que Jesús nos ha prometido: la vida es un don de amor que se debe donar! La misericordia de Dios ha iniciado con nosotros un viaje que paso tras paso, se está abriendo con asombro delante de nuestros ojos como una verdadera, original, fascinante y bellísima historia que continúa.
El Señor nos conceda la fidelidad de seguirlo y la alegría de servirlo.
--------------------------------------
Fuente: Comunidad Cenáculo
Esta fe en Él ha tenido encendida en nosotros la llama de la esperanza viva, que se ha vuelto servicio a través de pequeños gestos de acogida y de amor cotidianos. Hoy este amor es visible a todos los que contemplan asombrados con nosotros el milagro vivo de la resurrección, que se da en las vidas de los jóvenes que la Comunidad recibe: no podemos negar más que el resucitado está vivo en medio de nosotros, porque es Él que nos hace renacer cotidianamente.
Su amor se extiende y se dona gratuitamente a todos los hombres, nos protege, nos defiende, se sumerge en nuestra vida hecha de bien y de mal, de salud y enfermedad, de fuerza y de debilidad, de fe y de ateísmo… nuestro Dios no pasa por alto a nadie, es un Dios universal que siempre, todos los días y en todas las situaciones, está presente y continúa a inclinarse hacia nosotros. También aquellos que no quieren reconocerlo, que niegan la resurrección, también ellos son abrazados por el sol de Su misericordia que cada día sale sobre buenos y malos, sobre justos e injustos, sobre todos nosotros y que llega también a aquellos que lo rechazan. Él es la ternura infinita que reviste e ilumina todo el mundo, que realza y perdona.
Dios ama más allá de nuestras medidas, es amor infinito que no tiene barreras, es misericordia sin límites que se ha mostrado a nosotros en los gestos de Jesús: nosotros lo hemos escuchado, lo hemos contemplado, lo hemos tocado, lo hemos comido… y ahora deberíamos decir como el apóstol Juan “lo anunciamos a ustedes”.
El ser cristianos debe recorrer nuestra vida desde la cabeza a los pies; en cada gesto, mirada y sentimiento se debe manifestar espontáneamente nuestra pertenencia, nuestro credo. No se es cristiano solo cuando los otros nos piden de serlo, sino siempre!
Nuestra misión de creyentes es anunciar la alegría de aquel encuentro, que ha transformado nuestras vidas a través del amor que se hace don en nosotros con sonrisas que comunican esperanza, con bondad vivida en la gratitud, con el corazón libre de intereses y ambiciones. Estos gestos de bien auténtico permiten a nuestro Dios, que ha tomado sobre sí en Jesús de Nazaret nuestra naturaleza humana, de santificar también nuestra fragilidad haciéndonos capaces de dar la vida y de experimentar así el secreto de la alegría verdadera, aquel céntuplo que Jesús nos ha prometido: la vida es un don de amor que se debe donar! La misericordia de Dios ha iniciado con nosotros un viaje que paso tras paso, se está abriendo con asombro delante de nuestros ojos como una verdadera, original, fascinante y bellísima historia que continúa.
El Señor nos conceda la fidelidad de seguirlo y la alegría de servirlo.
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Fuente: Comunidad Cenáculo
¿Cómo ser lo que Dios quiere? / Autora: Ana Néri de la Comunidad Canción Nueva
El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre
Preparándome, cierta vez, para una prédica, cuyo tema era el Amor de Dios y, teniendo en las manos el Catecismo de la Iglesia Católica, un gran tesoro enriquecedor de nuestra fe, encontré el párrafo 27 que me llamó mucho la atención:
27 ''El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar'' (Capítulo Primero: El hombre es "capaz" de Dios - I. El deseo de Dios)
Desde toda la eternidad, cuando Dios ha creado el mundo y, todo lo que hay en él, cada uno de nosotros ya estaba dentro de Su corazón. Él ya pensaba en nosotros, sabía lo que cada quien sería, y cuál sería la misión específica de cada uno en la tierra.
A medida que fuimos creciendo, cada uno en su ambiente y realidad de vida, fuimos siendo influenciados por muchas cosas buenas e, infelizmente, por cosas malas también. Suelo decir que salimos de una forma buena: la forma de Dios. Y con el transcurrir del tiempo, muchas veces, sin darnos cuenta, dejamos que el mundo, el sufrimiento, la seducción, la violencia, el orgullo, la ambición y tantas otras cosas "nos deformen". Y acabamos entrando en la forma del mundo. Siento que el corazón de Dios se entristece, pues no ha sido eso lo que Él ha soñado y deseado para nosotros, hijos Suyos. Sin embargo, al mismo tiempo, somos libres para tomar decisiones.
Actuamos así, muchas veces, por causa de una búsqueda infinita de algo que nos complete; creo que esto ocurre y ocurrirá hasta que, de hecho, tengamos un verdadero encuentro personal y profundo con Nuestro Señor y experimentemos Su amor incondicional a fin de que ese vacío sea verdaderamente llenado.
Cuando estamos llenos del amor de Dios, evitamos buscar placeres mundanos y efímeros, porque ya no nos completan más; en realidad, jamás nos han satisfecho. A partir de dicho encuentro, pasamos a tener conciencia de que herimos el corazón de Dios siempre que pecamos, y por esta razón, buscamos un recomenzar.
Lo interesante es que la pedagogía divina se nos manifiesta de diversas maneras. Somos formados por medio de las más variadas situaciones: muertes, tragedias, desempleo, humillaciones... Es por eso que solemos escuchar: De todo el mal Dios extrae un bien mayor.
Por lo tanto, algo malo nunca ocurre por coincidencia, por más difícil que eso pueda parecernos. Interesante es que jamás comprendemos dichas situaciones en el momento en que ocurren.
Hoy, debido a toda las cosas equivocadas que he vivido en el pasado, cuando intentaba llenar mis carencias, percibo que, en todo, estaban presentes las manos misericordiosas de Dios. Quizá, si no hubiera pasado por tantos sufrimientos no habría conocido el amor de Dios, no lo amaría tanto y, consecuentemente no sería capaz de entregarle mi vida, renunciando a estar junto a mi familia, en mi hogar, renunciando a mis estudios para ser lo que soy ahora: una misionera feliz y realizada al servicio de la evangelización para, muchas veces, olvidar mis problemas, abandonarlos en las manos del Señor, cuidando de aquellos que necesitan de ayuda mucho más que yo misma.
Mi deseo más grande es ser cada día la "Ana que Dios quiere" que yo sea. La Ana imaginada y soñada en Su corazón desde siempre.
Te invito a hacer esta experiencia también: renunciar a las situaciones de pecado y a encontrarte con Dios. ¿Cómo? Podemos comenzar con una buena confesión de nuestros pecados.
Desea ser el (la) ... (di tu nombre) soñado(a) por Dios. No quieras ser lo que simplemente quieres. Así, no llegarás a ningún lugar, jamás.
"Yo quiero amar, quiero ser, aquello que Dios quiere. Solo no puedo más vivir" (Cosme, cantautor católico)
No dejes que los sueños de Dios mueran en ti. El encuentro será lindo, ¡basta desear y dar pasos concretos para que esta búsqueda se concretice!
Estoy rezando por ti.
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Fuente; Comunidad Canción Nueva
Preparándome, cierta vez, para una prédica, cuyo tema era el Amor de Dios y, teniendo en las manos el Catecismo de la Iglesia Católica, un gran tesoro enriquecedor de nuestra fe, encontré el párrafo 27 que me llamó mucho la atención:
27 ''El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar'' (Capítulo Primero: El hombre es "capaz" de Dios - I. El deseo de Dios)
Desde toda la eternidad, cuando Dios ha creado el mundo y, todo lo que hay en él, cada uno de nosotros ya estaba dentro de Su corazón. Él ya pensaba en nosotros, sabía lo que cada quien sería, y cuál sería la misión específica de cada uno en la tierra.
A medida que fuimos creciendo, cada uno en su ambiente y realidad de vida, fuimos siendo influenciados por muchas cosas buenas e, infelizmente, por cosas malas también. Suelo decir que salimos de una forma buena: la forma de Dios. Y con el transcurrir del tiempo, muchas veces, sin darnos cuenta, dejamos que el mundo, el sufrimiento, la seducción, la violencia, el orgullo, la ambición y tantas otras cosas "nos deformen". Y acabamos entrando en la forma del mundo. Siento que el corazón de Dios se entristece, pues no ha sido eso lo que Él ha soñado y deseado para nosotros, hijos Suyos. Sin embargo, al mismo tiempo, somos libres para tomar decisiones.
Actuamos así, muchas veces, por causa de una búsqueda infinita de algo que nos complete; creo que esto ocurre y ocurrirá hasta que, de hecho, tengamos un verdadero encuentro personal y profundo con Nuestro Señor y experimentemos Su amor incondicional a fin de que ese vacío sea verdaderamente llenado.
Cuando estamos llenos del amor de Dios, evitamos buscar placeres mundanos y efímeros, porque ya no nos completan más; en realidad, jamás nos han satisfecho. A partir de dicho encuentro, pasamos a tener conciencia de que herimos el corazón de Dios siempre que pecamos, y por esta razón, buscamos un recomenzar.
Lo interesante es que la pedagogía divina se nos manifiesta de diversas maneras. Somos formados por medio de las más variadas situaciones: muertes, tragedias, desempleo, humillaciones... Es por eso que solemos escuchar: De todo el mal Dios extrae un bien mayor.
Por lo tanto, algo malo nunca ocurre por coincidencia, por más difícil que eso pueda parecernos. Interesante es que jamás comprendemos dichas situaciones en el momento en que ocurren.
Hoy, debido a toda las cosas equivocadas que he vivido en el pasado, cuando intentaba llenar mis carencias, percibo que, en todo, estaban presentes las manos misericordiosas de Dios. Quizá, si no hubiera pasado por tantos sufrimientos no habría conocido el amor de Dios, no lo amaría tanto y, consecuentemente no sería capaz de entregarle mi vida, renunciando a estar junto a mi familia, en mi hogar, renunciando a mis estudios para ser lo que soy ahora: una misionera feliz y realizada al servicio de la evangelización para, muchas veces, olvidar mis problemas, abandonarlos en las manos del Señor, cuidando de aquellos que necesitan de ayuda mucho más que yo misma.
Mi deseo más grande es ser cada día la "Ana que Dios quiere" que yo sea. La Ana imaginada y soñada en Su corazón desde siempre.
Te invito a hacer esta experiencia también: renunciar a las situaciones de pecado y a encontrarte con Dios. ¿Cómo? Podemos comenzar con una buena confesión de nuestros pecados.
Desea ser el (la) ... (di tu nombre) soñado(a) por Dios. No quieras ser lo que simplemente quieres. Así, no llegarás a ningún lugar, jamás.
"Yo quiero amar, quiero ser, aquello que Dios quiere. Solo no puedo más vivir" (Cosme, cantautor católico)
No dejes que los sueños de Dios mueran en ti. El encuentro será lindo, ¡basta desear y dar pasos concretos para que esta búsqueda se concretice!
Estoy rezando por ti.
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Fuente; Comunidad Canción Nueva
Antitópicos / Autor: J. I. Munilla, obispo de Palencia
No son pocos los católicos que se sienten confusos ante el bombardeo de tantos tópicos laicistas y/o anticlericales que estamos recibiendo. ¿Qué deberíamos hacer los obispos en esta situación? Si hablamos…, algunos dirán que estamos polemizando innecesariamente o que estamos “entrando al trapo”. Si callamos…, otros concluirán que “quien calla otorga” o simplemente, que la Iglesia no es capaz de dar respuesta a las acusaciones que se le hacen. Aun sabiendo que mis palabras serán objeto de interpretaciones encontradas, me dispongo a dar unas breves respuestas a algunos de los tópicos anticlericales más en uso:
1. “La Iglesia no sabe vivir en democracia”
Lo cierto es que, la Iglesia Católica tuvo un papel histórico muy importante en la transición española, y es de sobra conocido que su aportación fue esencial para la reconciliación de las dos Españas. La integración de la Iglesia en el marco democrático no fue nada complicada, y su labor a lo largo de todos estos años ha sido subsidiaria del derecho que la Constitución reconoce a las familias para educar a los hijos conforme a sus valores religiosos y morales.
1. “La Iglesia no sabe vivir en democracia”
Lo cierto es que, la Iglesia Católica tuvo un papel histórico muy importante en la transición española, y es de sobra conocido que su aportación fue esencial para la reconciliación de las dos Españas. La integración de la Iglesia en el marco democrático no fue nada complicada, y su labor a lo largo de todos estos años ha sido subsidiaria del derecho que la Constitución reconoce a las familias para educar a los hijos conforme a sus valores religiosos y morales.
En este contexto histórico, la Iglesia no aspiró a un marco político confesional, ni ha pretendido imponer la fe a nadie, sino simplemente proponérsela a los que así lo soliciten. ¿Es mucho pedir por nuestra parte que las autoridades políticas tampoco impongan obligatoriamente sus ideologías a las nuevas generaciones, sino que respeten el derecho de los padres a elegir libremente? ¿Es antidemocrático el proceder y el posicionamiento de la Iglesia?
2. “La Iglesia se mete en política”
El hecho de que un obispo escriba una carta del tenor de la presente, ¿supone una intromisión indebida de la Iglesia en la política? ¿O no debería ser interpretada, más bien, como una contribución más en esta sociedad, en pro del bien común y de la madurez del sistema democrático? No olvidemos aquella frase profética de Juan Pablo II: “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto”.
3. “La religión tiene que ser expulsada de la escuela pública”
El movimiento a favor de la expulsión de la clase de religión del horario lectivo en la escuela pública, olvida que, estrictamente hablando, España no es un estado laico, sino aconfesional. La aconfesionalidad supone que ninguna religión sea discriminada con respecto a las otras, sino en función de la demanda de los ciudadanos. Por ejemplo, los padres musulmanes que quieren que sus hijos reciban religión en la escuela, tienen perfecto derecho a ello, si se reúnen el número mínimo de alumnos.
2. “La Iglesia se mete en política”
El hecho de que un obispo escriba una carta del tenor de la presente, ¿supone una intromisión indebida de la Iglesia en la política? ¿O no debería ser interpretada, más bien, como una contribución más en esta sociedad, en pro del bien común y de la madurez del sistema democrático? No olvidemos aquella frase profética de Juan Pablo II: “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto”.
3. “La religión tiene que ser expulsada de la escuela pública”
El movimiento a favor de la expulsión de la clase de religión del horario lectivo en la escuela pública, olvida que, estrictamente hablando, España no es un estado laico, sino aconfesional. La aconfesionalidad supone que ninguna religión sea discriminada con respecto a las otras, sino en función de la demanda de los ciudadanos. Por ejemplo, los padres musulmanes que quieren que sus hijos reciban religión en la escuela, tienen perfecto derecho a ello, si se reúnen el número mínimo de alumnos.
Quienes piden la expulsiónde la religión de la escuela, no sólo están excluyendo a sus hijos de esta asignatura, sino que también aspiran a impedir que otros padres puedan elegir libremente esta opción.
4. “Estatuto abusivo de los profesores de religión”
Algunos critican que sea la Iglesia Católica la que tenga la facultad de dar el “visto bueno” a los profesores de Religión Católica en las escuelas públicas; así como que éstos reciban su sueldo de la Administración, como los demás profesores.
4. “Estatuto abusivo de los profesores de religión”
Algunos critican que sea la Iglesia Católica la que tenga la facultad de dar el “visto bueno” a los profesores de Religión Católica en las escuelas públicas; así como que éstos reciban su sueldo de la Administración, como los demás profesores.
Pero, en el fondo, estas críticas tienen su orgen en la resistencia a asumir todas las consecuencias que se derivan del artículo 27.3 de nuestra Constitución: “Los poderes políticos garantizan el derecho de los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones morales”. El profesor de religión recibe la capacitación de la Iglesia, no en virtud de ningún privilegio eclesiástico, sino por el derecho de los padres a que su hijo sea formado según sus valores católicos. De lo contrario, ¿quién iba a formar adecuadamente a los profesores de religión, conforme a la sensibilidad demandada por los padres? Y respecto a la dificultad en admitir que quienes imparten religión católica formen parte de la plantilla del profesorado, ¿acaso los padres católicos no pagan sus impuestos exactamente igual que quienes eligen para sus hijos las asignaturas alternativas a la religión?
5. “La Iglesia vive a costa del dinero público”
¿Es cierta esa imagen que se transmite de que la Iglesia en España vive a costa del estado español? Algunos se han tomado la paciencia de hacer cálculos sobre el ahorro que supone anualmente para el Estado Español la vida de la Iglesia:
5. “La Iglesia vive a costa del dinero público”
¿Es cierta esa imagen que se transmite de que la Iglesia en España vive a costa del estado español? Algunos se han tomado la paciencia de hacer cálculos sobre el ahorro que supone anualmente para el Estado Español la vida de la Iglesia:
Si el Estado tuviera que hacerse cargo del coste del millón de alumnos de la Escuela Católica -atendidos en 5.141 centros de enseñanza-, además de asumir el cuidado de los enfermos de los 107 hospitales católicos, añadiendo los 1.004 centros de acogida, ambulatorios, dispensarios y asilos, 365 centros de reeducación social y 937 orfanatos; si tuviera que dar cobertura a los más de dos millones de personas que son atendidas por Cáritas y Manos Unidas… entonces podríamos calcular que tendría que desembolsar 36.000 millones de euros al año. Más aún, renunciamos a añadir otros cálculos, difícilmente cuantificables, como es el caso del movimiento turístico generado gracias al patrimonio de la Iglesia y a sus manifestaciones religiosas, etc. Sin embargo, resulta bastante sorprendente que con estos datos contrastables, la imagen que trasciende a la opinión pública sea la de un parásito social que vive del cuento. No tenemos otro remedio: Frente a los tópicos, paciencia y razones.
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Fuente: Diocesis de Palanecia
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Exorcísame, Señor! / Autora: Marisa Reyes Franco, Misionera de la Comunidad Canção Nova
Necesitamos del poder liberador de Jesús todos los días.
El Evangelio del día era más que propicio para que el Padre Bruno hiciera semejante afirmación: “Jesús cura a un endemoniado” (Mc 1, 21-28)
Por si aún no lo sabes, querido internauta, la Comunidad Canção Nova, o Canción Nueva, es una comunidad de 30 años que reúne a hombres y mujeres, solteros y casados, célibes y sacerdotes, es decir, a todos los estados de vida para una misma misión: preparar hombres nuevos para unos cielos nuevos y una tierra nueva en vista de la segunda, definitiva y gloriosa venida de nuestro Señor Jesuscristo.
El edificio donde vivo, se llama Santo Domingo Savio. Tenemos ahí, varios departamentos de solteros y de matrimonios. Es claro que las chicas estamos juntas y solas en un mismo departamento al igual que los chicos. El Padre Bruno, es uno de nuestros flamantes hermanos sacerdotes; él vive en el departamento de solteros en el mismo edificio.
Nuestra alegría se dio hace unos días, cuando celebramos la primera Misa comunitaria en este nuevo edificio, fue un regalo de Dios! La presidió el Padre Bruno.
Yo me encontraba en uno de esos días medio grises, donde cuesta levantarse y lanzarse de lleno a la misión, pues, claro, los consagrados también somos humanos y estamos sometidos a todas estas debilidades humanas, lo que nos levanta, es saber que Dios nunca olvida a aquellos que ama, es su promesa. En este contexto, estábamos en Misa y luego de la lectura del Evangelio, el padre comenzó su homilía.
Se refirió al Evangelio y nos dijo: “Todos los días necesitamos que Jesús entre en nuestras vidas y realice un exorcismo”.
Dijo que necesitamos tener este encuentro con Jesús para que Él nos libere todos los días del espíritu de tristeza, del desanimo, de preocupaciones exageradas, del mal humor, del espíritu negativo, de las murmuraciones, de las críticas y de tantas cosas que pudieran perturbarnos en este mundo tan agitado.
Decidí recurrir a un diccionario; encontré que el significado de la palabra “exorcismo” es el siguiente:“Conjunto de fórmulas y de ritos que se practican para expulsar un espíritu maligno, especialmente el demonio, del cuerpo de una persona, de un lugar“. No cabe la menor duda de que, siendo así, necesitamos de este exorcismo diario, pues, el espíritu maligno no es sólo aquel de las películas de exorcismo, que desfigura el rostro, cambia la voz, y hace un sin fin de cosas horrorosas. Es también aquel que corroe el alma con pequeñas cosas, máculas, que van cayendo día a día y llegado un determinado tiempo, se convierten en algo gigantesco, algo que ya necesita de una “terapia intensiva” en el alma.
Por eso, recurramos a Jesús, todos los días, durante todo el día; al inicio de nuestra jornada, a lo largo del día y al anochecer, para poder andar libres, con la liberad de los hijos de Dios, sin temor, sabiendo que, si grandes son nuestros problemas y aflicciones, mayor es nuestro Dios que envió a su Único Hijo para salvarnos. Ese mismo Jesús que paseaba por las calles de tantas ciudades, curando, liberando, resucitando, ese mismo Jesús, quiere expulsar de nuestra alma todo aquello que nos impida acercarnos más a Él. Dejemos que lo haga, pues Él respeta nuestra libertad y nada haría sin nuestro consentimiento.
Entonces, pidamos a Jesús que nos visite diariamente y sea Él quien nos exorcice, entiéndase exorcismo por aquel acto de expulsión de todo cuanto es malo y aqueja nuestra alma. Por eso, exorcísanos, Señor! Exorcisa nuestra familia, nuestro lugar de trabajo, nuestra comunidad, nuestro país…hazlo, Señor!
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Fuente: Comunidad Canción Nueva
El Evangelio del día era más que propicio para que el Padre Bruno hiciera semejante afirmación: “Jesús cura a un endemoniado” (Mc 1, 21-28)
Por si aún no lo sabes, querido internauta, la Comunidad Canção Nova, o Canción Nueva, es una comunidad de 30 años que reúne a hombres y mujeres, solteros y casados, célibes y sacerdotes, es decir, a todos los estados de vida para una misma misión: preparar hombres nuevos para unos cielos nuevos y una tierra nueva en vista de la segunda, definitiva y gloriosa venida de nuestro Señor Jesuscristo.
El edificio donde vivo, se llama Santo Domingo Savio. Tenemos ahí, varios departamentos de solteros y de matrimonios. Es claro que las chicas estamos juntas y solas en un mismo departamento al igual que los chicos. El Padre Bruno, es uno de nuestros flamantes hermanos sacerdotes; él vive en el departamento de solteros en el mismo edificio.
Nuestra alegría se dio hace unos días, cuando celebramos la primera Misa comunitaria en este nuevo edificio, fue un regalo de Dios! La presidió el Padre Bruno.
Yo me encontraba en uno de esos días medio grises, donde cuesta levantarse y lanzarse de lleno a la misión, pues, claro, los consagrados también somos humanos y estamos sometidos a todas estas debilidades humanas, lo que nos levanta, es saber que Dios nunca olvida a aquellos que ama, es su promesa. En este contexto, estábamos en Misa y luego de la lectura del Evangelio, el padre comenzó su homilía.
Se refirió al Evangelio y nos dijo: “Todos los días necesitamos que Jesús entre en nuestras vidas y realice un exorcismo”.
Dijo que necesitamos tener este encuentro con Jesús para que Él nos libere todos los días del espíritu de tristeza, del desanimo, de preocupaciones exageradas, del mal humor, del espíritu negativo, de las murmuraciones, de las críticas y de tantas cosas que pudieran perturbarnos en este mundo tan agitado.
Decidí recurrir a un diccionario; encontré que el significado de la palabra “exorcismo” es el siguiente:“Conjunto de fórmulas y de ritos que se practican para expulsar un espíritu maligno, especialmente el demonio, del cuerpo de una persona, de un lugar“. No cabe la menor duda de que, siendo así, necesitamos de este exorcismo diario, pues, el espíritu maligno no es sólo aquel de las películas de exorcismo, que desfigura el rostro, cambia la voz, y hace un sin fin de cosas horrorosas. Es también aquel que corroe el alma con pequeñas cosas, máculas, que van cayendo día a día y llegado un determinado tiempo, se convierten en algo gigantesco, algo que ya necesita de una “terapia intensiva” en el alma.
Por eso, recurramos a Jesús, todos los días, durante todo el día; al inicio de nuestra jornada, a lo largo del día y al anochecer, para poder andar libres, con la liberad de los hijos de Dios, sin temor, sabiendo que, si grandes son nuestros problemas y aflicciones, mayor es nuestro Dios que envió a su Único Hijo para salvarnos. Ese mismo Jesús que paseaba por las calles de tantas ciudades, curando, liberando, resucitando, ese mismo Jesús, quiere expulsar de nuestra alma todo aquello que nos impida acercarnos más a Él. Dejemos que lo haga, pues Él respeta nuestra libertad y nada haría sin nuestro consentimiento.
Entonces, pidamos a Jesús que nos visite diariamente y sea Él quien nos exorcice, entiéndase exorcismo por aquel acto de expulsión de todo cuanto es malo y aqueja nuestra alma. Por eso, exorcísanos, Señor! Exorcisa nuestra familia, nuestro lugar de trabajo, nuestra comunidad, nuestro país…hazlo, Señor!
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Fuente: Comunidad Canción Nueva
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