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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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jueves, 27 de septiembre de 2007

“Llamados por Jesús con otros.La comunidad. El corazón de la comunidad: Las personas con una discapacidad" (II) / Autor: Jean Vanier


Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre y la tercera el 19 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.

Quiero hablaros sobre una persona con deficiencia llamada Antonio que acogimos en nuestro hogar hace varios años. Había pasado 20 años en un hospital; no podía usar sus brazos y sus piernas, no podía hablar; físicamente tenía serias dificultades y necesitaba un suplemento extra de oxígeno; además, tenía que ser alimentado directamente a través del estómago. Así que nos llegó a nosotros después de pasar 20 años en un hospital. Una persona increíblemente bella, increíblemente franca, con un rostro increíble, una gran sonrisa, sus ojos eran brillantes. Si te acercabas a este hombre y le decías su nombre: ¡Antonio! no Anthony (era de origen italiano) entonces él se sentía reconocido. En el pequeño hogar en el que él estaba, todos solían decir que él era un maestro. ¿Sabéis que san Vicente de Paúl decía que los pobres son nuestros maestros...? En Antonio no había ninguna depresión ni ninguna ira; a veces se disgustaba un poco cuando la gente no le hacía caso, cuando el agua del baño estaba un poco caliente, un poco fría... Lo realmente extraordinario era la increíble aceptación de sí mismo, tan pobre, tan frágil, pero raramente feliz; así que decíamos: él es nuestro maestro. Porque a nosotros nos cuesta aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

Esta mañana os he hablado un poco sobre nuestras deficiencias, y nuestras deficiencias en el plano, en el mundo de la relación. Algunas personas nos gustan, otras no nos gustan, algunos nos gustaría tirarlos a un río. Y la comunidad es un lugar donde vamos a descubrir quiénes somos nosotros. Cuando estamos solamente con amigos, a los cuales hemos elegido y los cuales nos han elegido a nosotros mismos nos podemos alabar y decirnos lo maravillosos que somos, pero cuando llegamos a una comunidad, una comunidad de El Arca, una comunidad de Fe y Luz, rápidamente veis que hay gente que os gusta y otra que no, algunas personas os enfadan, os disgustan, algunos padres os vuelven felices y otros no; algunas personas con deficiencia estáis muy cercanos a ellas y otras no. Así que la comunidad es un lugar maravilloso para descubrir quiénes somos. Esta es la alegría y el dolor de la comunidad; nos amamos pero nos odiamos, porque por un lado descubrimos la alegría, la belleza de estar juntos, y también descubrimos el caos en nosotros. Yo creo que todos tenemos un gran caos; este caos puede manifestarse a través de nuestra sexualidad, en la que somos atraídos por alguna realidad o alguien del otro sexo, lo queremos y no lo queremos; el caos de la violencia, con algunas personas nos podemos enfadar mucho, algunas personas con deficiencia nos pueden enfadar mucho. Dentro de la comunidad encontramos este mundo de caos; podemos descubrirlo en el mundo de la depresión, incluso en el deseo de morir.

En muchos países del mundo hay muchos, muchos jóvenes hoy que cometen suicidios; todo esto es parte del caos que existe en nosotros. Y cuando descubrimos el caos, cuando descubrimos en nosotros fuerzas que nos lanzan hacia la sexualidad, hacia el alcohol, hacia las drogas, hacia la violencia..., entonces nos damos cuenta de que necesitamos estar seguros, necesitamos ser salvados porque hay algo muy roto en nosotros. Nos puede asustar mucho el caos.

Cuando veo a alguien al borde de la depresión o alguien que manifiesta elementos de enfermedad mental, puede haber un gran miedo. Una de las personas que viven en mi comunidad, una persona que estudia medicina, pero que tuvo una crisis a la edad de 20 años y cayó gravemente enfermo mentalmente, y pasó un largo tiempo en el hospital. Ahora ha vuelto a nuestra comunidad porque en cierto modo se ha visto reducido a una persona con una deficiencia mental, pero es un hombre increíble. A veces se me acerca y me dice: “debo ir al hospital, siento que esto me vuelve otra vez”. Es un hombre que tiene un gran sentido de quién es y se da cuenta de cuándo el caos le domina.

Así que el caos está ahí. Esto es algo por tanto que es importante descubrir en la comunidad, el caos; descubrir nuestras iras, nuestra reacción hacia ciertas realidades que pueden destruirnos. Hay una sed de vida, pero también una sed de muerte. Esta sed de muerte la encontramos claramente en personas atrapadas por las drogas, por el alcohol; ellos saben que el alcohol es malo, ellos saben que cuando están bajo los efectos del alcohol pueden pegar a su mujer o a sus hijos, saben que están gastando todo el dinero de la familia, pero hay una fuerza dentro de ellos... ¡es ese caos! Ese caos aparece algunas veces como algo muy caótico, a veces puede aparecer bajo la idea del imposible, el “haz tú lo mismo”... ¡es imposible! Y Jesús nos dice que amemos como ama el buen samaritano.

Creo que todos tenemos la experiencia de no ser capaces de amar. Hay cierto bloqueo en nosotros. A menudo escucho gente que me dice: “me gustaría aprender a amar”, y todos tenemos ese ideal de amor. En el corazón de la idea de Fe y Luz, en el corazón del mensaje de Jesús está esa idea de amor ¡pero no puedo! Porque me enfado muy rápidamente con los demás. Hay distintos tipos de bloqueos en mí, y no puedo. Y en el corazón del mensaje de Jesús se nos pide que vayamos más allá..., pero ¡yo no puedo! Hay una parálisis en mí, hay culpabilidad en mí y no sabemos cómo amar. Podemos querer a nuestro novio o nuestra novia, es maravilloso, pero fijaros en ella o en él dentro de diez años... ¡no es lo mismo!

Yo creo que todos hemos experimentado el caos, el caos como violencia o el caos como imposibilidad. Quiero amar pero no puedo amar. Cuando dejé la responsabilidad en mi comunidad me fui a vivir a una comunidad con personas con una deficiencia muy profunda, porque era muy importante para mí, poder bañar a diario a Erick o a Luic. Es algo sencillo bañar a alguien... ¡no, no es tan sencillo! Porque cuando tocas a alguien le das a esa persona algo que tú tienes dentro de ti; si tú tienes paz, das paz, si te encuentras mal, se transmite al otro cuerpo. He vivido experiencias muy profundas en este hogar; ninguna de las personas hablaba. Erick era el único de ellos que caminaba. Así que es muy importante descubrir esa comunicación completa a través del cuerpo para comprender a las personas que no hablan. Por supuesto, yo lo puedo hacer por mí mismo, puedo estar con otros que comprenden el lenguaje no verbal; así que descubrí cosas bellas también en mí, pero también descubrí mucha ira.

Había allí un hombre llamado Lucian, que no podía caminar, no podía hablar, tenía problemas psicóticos, un hombre muy, muy herido. Pasó 30 años con su madre. Su madre era una mujer muy bella; ella entendía cada gruñido, cada movimiento de su cuerpo, ella entendía su lenguaje y podía responder a ese lenguaje; y la madre se puso enferma, tuvo que ir al hospital y Lucian no podía mantenerse por sí mismo, así que se le llevó a otro hospital. Entonces sufrió una angustia inmensa, y la angustia quiere decir comunidad rota, comunión rota, porque él había vivido toda la vida con su mamá, con una relación muy profunda, simbiótica, y de repente se encontró completamente solo y vivió una angustia terrible, y después vino a nuestra comunidad, porque el hospital no era un lugar para él. Yo viví con Lucian durante un año, pero tuve muchos problemas con él, porque en ciertos momentos del día esa angustia brotaba de él y gritaba, gritaba, gritaba..., con una tonalidad muy alta, muy aguda; y ese grito entraba dentro de mí y creo que despertaba mi angustia, quizá su grito despertaba mi grito... ¡eso es una cosa muy dolorosa! Quizá todos hemos experimentado esto, que alguien débil y frágil despierta nuestras fragilidades más profundas y roturas. Y cuando ese grito penetraba en mí, despertaba mi grito, podía detectar ira, y descubría violencia que salía de mí. Afortunadamente vivía en comunidad, así que mi violencia se contenía, pero yo sé que si no viviera en comunidad, quizá Lucian estuviera en peligro.

Me imagino que todos nosotros hemos experimentado algo parecido, cuando no hay una firmeza, una fuerza, delante de una dificultad, hay algo en el orden de la violencia que surge del caos y no de un punto de luz, y entonces sabemos que podemos herir a alguien. Ahora me doy cuenta cada vez más que el mayor miedo en cada uno de nosotros es matar a alguien. Hace algunos años visité muchas cárceles. Recuerdo que pasé una semana en prisión en el oeste de Canadá; tenía mi pequeña celda y una noche estaba en el club 21; el club de los 21 es el grupo de hombres que ha sido condenado a 21 años de prisión, y me invitaron para una tarde completa de compartir, y cada uno me contó su historia. Me di cuenta de que escuchándoles, y cada uno había cometido un asesinato, que si yo hubiera tenido su educación y hubiera estado en su situación, yo hubiera hecho lo mismo. Me acuerdo de un hombre muy grande, me contaba que él estaba bebiendo en el pub, y obviamente había bebido demasiado, y alguien llegó y le insultó, sencillamente le dio un golpe en la cabeza y le mató; la ira surgió de él. Me di cuenta que yo hubiera podido hacer lo mismo en sus circunstancias.

Vosotros sabéis, este es el gran misterio del caos que hay en nuestro interior y a mí el descubrir esa ira en mí fue muy doloroso porque afectaba a mi vocación; mi vocación es vivir con gente débil y me daba cuenta que era capaz de herir a alguien. Su grito era un grito normal, era el modo de expresar su dolor, quizá yo exprese mi dolor de otra manera, pero el único modo que él tenía para expresar su dolor era el grito. Estuvimos hablando con un médico sobre la medicación y todos estábamos de acuerdo en que no debía tener medicación porque era importante que él pudiera expresar su dolor, y su dolor era la separación de su madre; y la única manera para él de expresar su dolor era gritar, y el grito -como os he dicho- despertaba mi grito. Un poco después, vino un asistente a verme y me expresó la situación de un modo similar a como yo lo había vivido, cómo él había sentido que deseaba matar a alguien. Al día siguiente, él estaba en la capilla y de repente se dio cuenta de lo que había sucedido y entonces, me contó, me puse a llorar, y vino a hablar conmigo de ello. Y entonces yo le dije: “mira, quizá la noche pasada ha sido uno de los momentos más importantes en tu vida; tú viniste a El Arca ha salvar a los pobres, ahora estás descubriendo que eres pobre y que necesitas ayuda”. Nosotros necesitamos ayuda, todos necesitamos ayuda para crecer y volvernos completamente seres humanos y ocupar nuestro lugar en el mundo.

Yo acompaño también a madres y padres. A veces me cuentan de madres que se enfadan mucho con sus hijos; cuando el niño pequeño no quiere lavarse los dientes: “lávate los dientes” , “¡no!”, “te he dicho que te laves los dientes”, “¡no!”. Y entonces ¿qué sucede?, ¿qué sale de la madre? Ira. Mirad, bien proyectemos nuestra ira hacia las personas o la proyectemos hacia nosotros; cuando la lanzamos sobre nosotros eso se llama depresión; la ira puede volverse hacia mí o puedo proyectarla hacia el exterior. Así que, probablemente todos hemos experimentado el caos. Es muy importante que leáis aquellos momentos en vuestra vida en los que habéis vivido el caos, iras profundas, formas de depresión o atracción hacia cosas que sabíamos que nos iban a dañar. Porque es cuando vivimos la experiencia del caos o la imposibilidad cuando nos damos cuenta que necesitamos una nueva fuerza... ¡necesito una nueva fuerza, no lo puedo hacer por mí mismo!

Cuando miráis la historia de la humanidad, la historia de la humanidad es una historia muy dolorosa, es una historia de guerra. Vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido en vuestro país en los años 30... ¡cómo puede de repente aparecer el odio! Posiblemente estos días veis algo en la televisión sobre Israel y Palestina, y del odio que hay ahí. Nosotros comenzamos una comunidad en Betania, entre musulmanes, hace algunos años y simplemente escuchar a los israelitas y a los palestinos, y escuchar su ira y su odio, nos preguntamos ¿cómo puede terminar esto? Una de las cosas más dolorosas es la separación entre la gente, entre los ricos y los pobres. Raúl me contaba cuando llegábamos a Salamanca, que Salamanca es la ciudad de las grandes universidades, pero también es una ciudad en la que hay un gran número de analfabetos; así que, tenéis a todos los inteligentes, y todos aquellos que no saben leer ni escribir, y hay un muro entre ambos, y no hay modo de crear un contacto porque todo el mundo tiene miedo del otro. Así que, tenemos la conciencia de que nuestro mundo es un mundo roto. ¿Sabéis? Todos queremos probar que tenemos la razón. Me gusta mucho ver a las personas que están viendo un partido de fútbol en la tele, me doy cuenta de que en España hay mucha gente que le gusta el fútbol, excepto las mujeres de los hombres, no les gusta el fútbol. Lo que es muy interesante cuando la gente ve la tele, cuando el Madrid juega contra el Salamanca, u otro..., lo único que veis es a 22 personas corriendo detrás de un trozo de cuero con aire dentro y... ¡la gente se excita tanto! Y cuando el Real Madrid mete un gol, o cuando lo meten en la otra portería... ¡¡buff!!

Un día paseando, comenzamos a escuchar grandes voces y gritos... ¿qué pasa? Y nos dimos cuenta de que mucha gente llevaban unos cascos, entonces nos dimos cuenta de que Guatemala estaba jugando contra Honduras. Así que, qué es lo que se vive..., la necesidad de ganar, la necesidad de estar en el equipo ganador, la necesidad de ser el mejor. Sería maravilloso si sólo sucediera en el fútbol, pero muchas veces va más allá; hay una fuerza grande de agresión dentro de nosotros, una gran necesidad de ser el poderoso, de ser el mejor. Necesitamos ser salvados si queremos tener paz, porque la paz no es la coexistencia, todos podemos coexistir.

Estuve hace poco en el norte de Serbia; estaba hablando a un grupo de católicos, y en el mismo pueblo, les pregunté ¿cuál es vuestra relación con los ortodoxos? Vivían puerta con puerta y me dijeron: “nunca nos hablamos”. Así que la paz no es sólo la coexistencia, vivimos al lado pero nunca nos juntamos. La paz sólo puede llegar si nos encontramos y nos escuchamos y tú me cuentas tu historia y yo te cuento mi historia. Entonces empezamos a encontrarnos. Esto es lo que afortunadamente sucede en vuestros pequeños grupos, en los que podemos hablar, decir nuestras cosas desde la parte más profunda de nosotros mismos, y yo te puedo revelar quién soy, y tú me revelas a mí quién eres tú. La paz sólo puede llegar si nos encontramos con personas y escuchamos a personas; pero estamos asustados y construimos los muros. La fuente, el origen de esos muros es el caos, porque tenemos miedo de pelearnos, porque tus certezas, en cierto modo, ponen en peligro mis certezas. Todos tenemos nuestras certezas, todos tenemos nuestra religión, nuestra cultura, nuestra clase, nuestra ideología..., y si escuchamos a los demás, va a afectar mi ideología, mis certezas, mi necesidad de sentir que soy el mejor.

Tener paz entre nosotros, y querernos..., para eso necesitamos ayuda, y en el corazón del mensaje de Jesús, yo te digo: ´ ama a tus enemigos, haz el bien a aquellos que te odian, habla bien de aquellos que hablan mal de ti y reza por aquellos que te aplastan...` ¡no es posible, no puedo amarlos! El enemigo es aquél que me pone en peligro, tengo miedo del enemigo, me protejo del enemigo... ¿cómo puedo amar al enemigo? Automáticamente si ves una piedra que te llega a la cabeza te defiendes y en el corazón del mensaje de Jesús dice: “ama a tu enemigo”. Así que, el descubrimiento de que tenemos que ser salvados, cuando nosotros comenzamos a tocar nuestro caos, cuando nos vamos dando cuenta de que hay tantas cosas que son imposibles, que no puedo amar a esta persona, entonces nos desanimamos y caemos en la culpabilidad, nos sentimos desanimados, y mucha gente joven está desanimada. Porque ¡mirad nuestro mundo!, ¿cuál es la esperanza de nuestro mundo?, ¿hay alguna esperanza?, ¿o sencillamente nos peleamos unos con otros y aceptamos la sociedad tal y como es?, ¿intentamos subir en la escala del poder frecuentemente pisoteando a los que son más pobres? Sencillamente... ¿el Evangelio no es más que una utopía, una esperanza para nuestro mundo? Mucha gente está desanimada, quizá puedan ir a misa los domingos, pero... ¿realmente hay alguna esperanza en ellos?, ¿podemos hacer algo por la justicia, por la paz, por el amor?

Hay un texto muy bello del profeta Ezequiel. No sé si conocéis al profeta Ezequiel; es un hombre fantástico, siempre muy excitado; veis a un hombre realmente inspirado, con sueños maravillosos. En inglés es la misma palabra para decir sueños, pero en francés hay dos palabras para decir sueños; una de las palabras significa: sueño que viene de Dios y tiene un significado real; mientras que la otra palabra no tiene ningún sentido, o durante la Biblia encontráis a muchas palabras viviendo sueños irreales. Y de hecho Platón, no sé si conocéis a Platón, es otro hombre muy interesante, en uno de sus libros pregunta porqué los demiurgos, los dioses, crearon el hígado, y ¿sabéis por qué dice que los dioses crearon el hígado? Es muy importante saberlo; dice: crearon el hígado para que las personas pudieran convertirse en profetas... ¿cuál es la relación entre el hígado y los profetas? Yo no sé si en España conocéis el queso Camembert, es un queso que huele mal, pero es muy cremoso, si coméis mucho, demasiado Camembert, tendréis sueños por la noche, porque el hígado crea nuevas imágenes y las envía al cerebro. Y Jesús dice que Jesús crea esas imágenes para enviar mensajes a las personas. Yo no sé si san José comió mucho Camembert, pero San José tuvo un número de sueños en los que Dios le enviaba mensajes. Es muy importante saber distinguir; quizá vosotros hayáis tenido mensajes en algún sueño, es importante estar atento a ciertos sueños.

De cualquier modo, voy a volver al profeta Ezequiel, porque Ezequiel tenía grandes sueños. En una ocasión tuvo un sueño en el que estaba en un valle lleno de huesos secos. Es casi una pesadilla ¿os podéis imaginar? Y Yahvé le dijo a Ezequiel: “hijo del hombre, ¿pueden vivir estos huesos?”. Ezequiel es muy prudente, la manera en la que él responde es: “Dios, sólo tú lo sabes”. Así que, si Dios os hace alguna pregunta, de la mejor manera que podéis responder es: “sólo tú lo sabes”. De cualquier modo, podéis encontrar esto en el capítulo 37 de Ezequiel; y Dios le dice a Ezequiel: “profetiza, profetiza sobre estos huesos muertos, secos” y los huesos empiezan a juntarse y empieza a aparecer carne sobre ellos; están allí pero no están viviendo, entonces Dios le vuelve a decir a decir a Ezequiel: “profetiza otra vez, profetiza más”. Y entonces de repente la mira, penetra en esta multitud de personas y de repente, todo este cúmulo de huesos se ha convertido en una gran multitud de personas que hablan... ¡eso es un sueño! Pero después de eso viene la interpretación del sueño, y a veces necesitamos ayuda para interpretar los sueños. Y aquí Dios interpreta un sueño, y esto es lo que dice: “Hijo del hombre, estos huesos son la casa completa de Israel, representan a todo el mundo en Israel, ¿qué pueden decir nuestros huesos, están secos? Nuestra esperanza está perdida y estamos separados de la tierra de los vivos”. Estas palabras fueron dichas seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, ¿qué palabras oímos hoy?, ¿me siento seco dentro de mí?, ¿no tengo más esperanza? Sepárame de la tierra de los vivos... ¡es muy fuerte! Y hay mucha gente hoy en ese estado de desesperación... ¡no creen que pueden vivir, y que pueden dar vida! Están encerrados en una prisión interior, y entonces en Señor Dios dice: “yo abriré vuestras tumbas y os sacaré de vuestras tumbas ¡oh, mi gente! Os levantaré, os sacaré de vuestras tumbas y yo llevaré vuestro hogar a la tierra de Israel. Vosotros sabréis que yo soy el Señor cuando abra vuestras tumbas y os levante de vuestras tumbas ¡oh, mi pueblo! Y pondré el Espíritu sobre vosotros, y vosotros viviréis y os colocaré en vuestra propia tierra, entonces sabréis que yo soy el Señor...”. Os levantaré de vuestras tumbas, la tumba de la desesperación, la tumba del caos, la tumba del yo no puedo hacerlo, es imposible... ¡yo pondré el Espíritu en ti y tú vivirás!

Jesús vino seiscientos años después de Ezequiel y todas las promesas de Jesús son: “si tú me amas y mantienes mi palabra, yo le rezaré al Padre y Él os enviará al Paráclito, para estar contigo siempre, el Espíritu de la verdad...”. Esta es la promesa de Jesús; lo más importante del mensaje del Evangelio, se vuelve una promesa, una promesa de darnos el Espíritu, para ser renacidos, para ser capaces de hacer lo imposible, para hacer no lo que es posible para mí, sino lo que es posible para Dios. Vivir en comunidad es imposible, perdonar a las personas es imposible, convertirse realmente en amigo de una persona con deficiencia es imposible, amar a nuestros enemigos, descubrir el perdón, descubrir la violencia que hay en mí y no sentirse deprimido por ello, sino trabajar por ello para descubrir la ayuda adecuada. Todos tenemos violencia en nosotros, todos tenemos depresión en nosotros. ¿Estamos condenados a vivir esta violencia o a esconderla? La promesa de Jesús.

Espero que en este pequeño tiempo, corto que queda, porque nos vamos dentro de dos días, escuchéis esta promesa, pero no aquí en la cabeza, sino aquí abajo, en vuestro corazón. Esta promesa comienza cuando Jesús nos dice: eres importante para mí y te quiero. Es un poco como Jesús cuando entra en diálogo con la Samaritana; Jesús entra en diálogo con nosotros y nos promete: “si tú bebes el agua que yo te daré, esa agua se convertirá dentro de ti en un manantial del que brotará la vida eterna”. Esa es la promesa que Jesús le hace a la mujer de Samaria. Así que es importante que escuchéis a Jesús, y para escuchar, realmente necesitamos tiempo; escucho lo que dice Peluso, también escucho muchas de las cosas que decís..., ¡pero es importante escuchar a Jesús que nos habla! Estamos en un momento increíble de la historia de la humanidad, yo diría incluso, uno de los momentos más bellos de la historia de la humanidad, en el que puede haber un renacimiento en la paz, en el amor; un renacimiento de la Iglesia o si no, habrá catástrofes. Y a esta misión estamos llamados todos, a ocupar nuestro lugar, sea cual pueda ser ese sitio, y convertirnos en instrumentos de paz y convertirnos como Jesús en un rostro de compasión; o lo que quiere decir lo mismo, conviértete en un hombre y en una mujer de compasión, busca amar a las personas y ayuda a las personas a crecer, y ayúdales a descubrir quiénes son, la increíble belleza que existe en cada uno, también la capacidad increíble que cada uno tenemos para crecer. La gran esperanza de nuestro mundo es que nos volvamos hombres y mujeres de compasión, y que la Iglesia se convierta en el lugar para la compasión, no sólo el lugar del Señor, no solamente el lugar del dogma, sino el lugar de la compasión, de la amabilidad, de la bondad, de la transmisión de una fuerza. Así que, Dios nos puede llamar a que salgamos de nuestras tumbas, puede poner el Espíritu en todos nosotros para que nos volvamos realmente seres humanos que viven.

¿Rezar cambia las cosas? / Enviado Rafael Añoveros

Dicen que rezar cambia las cosas, pero ¿es REALMENTE cierto que cambia algo?
¿Rezar cambia tu situación presente o tus circunstancias? No, no siempre, pero cambia el modo en el que ves esos acontecimientos.

¿Rezar cambia tu futuro económico ? No, no siempre, pero cambia el modo en que buscas atender tus necesidades diarias.

¿Rezar cambia corazones o el cuerpo dolorido? No, no siempre, pero cambia tu energía interior.

¿Rezar cambia tu querer y tus deseos? No, no siempre, pero cambiará tu querer por el querer de Dios.

¿Rezar cambia cómo el mundo? No, no siempre, pero cambiará los ojos con los que ves el mundo.

¿Rezar cambia tus culpas del pasado? No, no siempre, pero cambiará tu esperanza en el futuro.

¿Rezar cambia a la gente a tu alrededor? No, no siempre, pero te cambiará a ti, pues el problema no está siempre en otros.

¿Rezar cambia tu vida de un modo que no puedes explicar? Ah, sí, siempre. Y ésto te cambiará totalmente.

Entonces, ¿rezar REALMENTE cambia ALGO? Sí, REALMENTE cambia TODO.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Juicios / P. Jesús Higueras
















A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá."
Les añadió una parábola: "¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
"Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.
Lc 6, 30-45

Hace unos días paseaba por una calle a la que no iba desde pequeño. Las casas que veía aparentemente eran las mismas y me daba gusto comprobar que mis recuerdos eran fieles a las cosas tal y como eran. Todo era igual menos una cosa: en una de las casas, en el jardín donde yo tantas veces había estado de pequeño, entonces lleno de flores y con una huerta llena de frutos, estaba abandonada. Ahora en lugar de esos frutos y esas flores, había maleza; muchas ortigas, muchos cardos. Y eso me sirvió para acordarme que, así como el jardín que es cultivado da frutos cuando se le atiende con cariño, así es el alma de la persona que quiere cultivarse y que quiere cuidar también de dar a tiempo esos frutos.

De algún modo esto es lo que nos quiere decir el Evangelio. ¿Qué árbol malo da frutos buenos o que árbol bueno da frutos malos? Cuando el Señor dice: ¿cómo te atreves a quitar la pajita que tiene tu hermano en el ojo cuando tú tienes una viga?, nos advierte que antes de mirar cómo están los jardines de alrededor, que miremos también como está nuestro propio jardín. Porque, también lo dice en el Evangelio, de lo que sobreabunda en el corazón, habla la boca. Muchas veces, descubrimos que somos muy prontos a la crítica, nos encanta enjuiciar, condenar a los demás, viendo con facilidad sus defectos y sus fragilidades, y sin embargo nos olvidamos que primero deberíamos mirar dentro de nosotros mismos. Es más, incluso esas condenas y esos juicios que hacemos, en algunas ocasiones son un reflejo de esa condena y de ese juicio que yo me estoy haciendo a mí mismo o que está sucediendo en mí. El que es bueno, decía el Señor, de lo bueno que hay en su corazón, saca cosas buenas. El que tiene el corazón lleno de hieles, de retorceduras, de rencores, manifiesta al exterior esas hieles, esos rencores y esas retorceduras.

Tendremos tal vez que ocuparnos un poco de ese cultivo y de mirar primero dentro de nuestro corazón antes de mirar en el corazón de los demás para ser auténticos. Y esto no significa que el cristiano siempre tenga que callarse ante las cosas que estén mal hechas. Pero nunca enjuicia a la persona. Se dice siempre que se juzga al pecado pero no al pecador. Así el Señor decía que el que esté sin pecado que tire la primera piedra, dándonos a entender que nosotros no tenemos autoridad moral para juzgar a nadie, porque ¿quién sabe su historia? ¿Quién conoce sus limitaciones, quién conoce sus miedos, sus mismas enfermedades, etc...? Alguna vez se ha dicho que un hombre queda definido por tres parámetros: su historia, su biología y su libertad. Y sólo hay alguien capaz de conocer toda la historia, hasta la más olvidada de un ser humano. Sólo hay alguien que es capaz de conocer de un modo exhaustivo, hasta lo más íntimo, la biología de un ser humano. Y solo hay alguien que es capaz de conocer de un modo completo, hasta en lo más dudoso, la libertad de un ser humano. Y ese es Dios. Por eso el juicio es de Dios. Nosotros no podemos juzgar más que nuestro propio jardín. Cuidar que esté fresco, y que dé frutos. Y si en nuestro jardín y en nuestra alma hay cosas positivas, veremos de un modo positivo el de los demás. Sólo el bueno sabe ver lo bueno y sólo el malo sabe ver lo malo.

Deberíamos preguntarnos todos cuál es mi actitud hacia los demás: de juicio, de condenación, de exigencia, o es una actitud positiva, comprensiva. Porque de lo que sobreabunda el corazón, sin duda ninguna, habla la boca.

26 de Septiembre: San Cosme y San Damián. Mártires Siglo III

Quiera Dios enviarnos muchos médicos generosos que, a imitación de Cosme y Damián, se dediquen a recetar gratuitamente a los pobres, y a aprovechar su ascendiente para propagar la santa religión de Jesucristo. Qué hermoso fuera que hubiera muchos médicos así.

"Lo que habéis recibido gratis, dadlo también gratuitamente" (Jesucristo Mt. 10, 8).

Cosme significa: "adornado, bien presentado". Damián: domador.

Estos dos santos han sido (junto con San Lucas) los patronos de los médicos católicos. En oriente los llaman "los no cobradores", porque ejercían la medicina sin cobrar nada a los pacientes pobres.

Eran hermanos gemelos y nacieron en Arabia, en el siglo tercero. Se dedicaron a la medicina y llegaron a ser muy afamados médicos. Pero tenían la especialidad de que a los pobres no les cobraban la consulta ni los remedios. Lo único que les pedía era que les permitieran hablarles por unos minutos acerca de Jesucristo y de su evangelio.

Las gentes los querían muchísimo y en muchos pueblos eran considerados como unos verdaderos benefactores de los pobres. Y ellos aprovechaban su gran popularidad para ir extendiendo la religión de Jesucristo por todos los sitios donde llegaban.

Lisias, el gobernador de Cilicia, se disgustó muchísimo porque estos dos hermanos propagaban la religión de Jesús. Trató inútilmente de que dejaran de predicar, y como no lo consiguió, mandó echarlos al mar. Pero una ola gigantesca los sacó sanos y salvos a la orilla. Entonces los mandó quemar vivos, pero las llamas no los tocaron, y en cambio quemaron a los verdugos paganos que los querían atormentar. Entonces el mandatario pagano mandó que les cortaran la cabeza, y así derramaron su sangre por proclamar su amor al Divino Salvador.

Y sucedió entonces que junto a la tumba de los dos hermanos gemelos, Cosme y Damián, empezaron a obrarse maravillosos curaciones. El emperador Justiniano de Constantinopla, en una gravísima enfermedad, se encomendó a estos dos santos mártires y fue curado inexplicablemente. Con sus ministros se fue personalmente a la tumba de los dos santos a darles las gracias.

En Constantinopla levantaron dos grandes templos en honor de estos dos famosos mártires y en Roma les construyeron una basílica con bellos mosaicos.

martes, 25 de septiembre de 2007

Testimonio: "Vivir para Él" / Autora: Catalina de Jesús

Soy una madre de familia joven, con tres hijos que vive con su familia,en los alrededores de Madrid. Hasta la última semana de Noviembre de 2005, mi vida transcurría con total normalidad: yo era una católica practicante, siempre en grupos de mi Parroquia, cómo catequista y luego en grupos de novios y de matrimonios.Durante los últimos años participamos, mi marido y yo, en un grupo del Sínodo Diocesano.Además era una acérrima defensora del Magisterio de la Iglesia en todas las cuestiones polémicas:Aborto, anticoncepción, relaciones prematrimoniales, eutanasia...mi marido compartía mi fe y mis ideas, y juntos tratábamos de vivir con coherencia y de hacer apostolado.
Os cuento todo esto para que no penseis que yo estaba alejada de la Iglesia, sino más bien era todo lo contrario. Nunca he dejado de ir a Misa un Domingo y en vacaciones íbamos en familia muy a menudo también a diario.Además me confesaba con frecuencia. De verdad, con el corazón os digo, que yo creía que "eso" era lo que el Señor quería de mi, lo que esperaba de mi. Creía que ser cristiana, en mi vocación al matrimonio, consistía en hacer todas esas cosas.

¡Vaya sorpresa me dió el Señor!!!!Y es que no se trata de eso.Es decir:Se trata de mucho, mucho más que eso...Él lo quiere TODO. Habeis leído bien:TODO es TODO. Todo tu tiempo, toda tu vida, toda tu alma, todo lo que eres, todo tu ser. Da igual cuál sea tu vocación: casado, monje, sacerdote.Da igual. No se trataba de "voy a dedicarle a Dios todos los días un cuarto de hora...ni media hora, ni tres horas, ni 23 horas 59 minutos..":Se trata de que TODO tu tiempo es SUYO, TÚ ERES SUYO.

Es dificil describir con palabras un conversión radical.Muchos de los que lo hemos vivido usamos instintivamente la metáfora de ser tomado en brazos y "arrastrado hacia el fondo"...tocar fondo. Comprendes entonces que has quedado profunda y radicalmente adherido a Cristo.Todo es pura Gracia.Ya no hay preguntas, ya no hay dudas, ni tinieblas, ni te preguntas ya por el sentido de las cosas...Él da sentido ya a todo, en realidad Él es ya el ÚNICO SENTIDO DE TODO. Comprendes ahora lo que significa: YO SOY EL CAMINO,LA VERDAD,LA VIDA.

Os podeis imaginar la alegría profunda, la dicha inmensa, que se experimenta cuando se descubre que todo lo que te ha sucedido en la vida, todo, absolutamente todo conducía a ese momento...en el que caes rendido a los pies del Señor.Bueno...que os puedo decir...que ASI ME HE QUEDADO. En Alabanza continua de su Gloria. Nada más podemos hacer, os lo aseguro. Alabarle sin cesar, adorarle, y darle Gloria con cada pensamiento, con cada palabra que salga de nuestra boca, con cada acto, cada hora, cada minuto, cada segundo de nuestra vida.

Él es EL QUE ES. Cristo está VIVO. Y nos habla. Y nos llama. Y nos ama con un amor tan grande que no somos capaces ni de imaginarlo. Su Amor nos envuelve y nos arrastra como una gran corriente, que tratase una y otra vez de atraernos hacía Él, sin cansarse nunca. Él quiere que nos entreguemos TOTALMENTE a Él: ¡Nos quiere hacer felices! Y sabe que sólo Él puede hacerlo, pues nos hizo para Él...esa es la medida de la felicidad que vamos a alcanzar en esta Tierra: lo que seamos capaces de entregarnos completamente a Él.

El 3 de Junio de este año 2007 entré en el Carmelo. Por si fueran pocos los regalos que me ido dando durante este tiempo, me ha llamado a vivir en este "Cielo en la Tierra" que es la Orden del Carmelo de Santa Teresa. ¿Cómo os explicaría la felicidad que siento? Él me ha "clavado" en el corazón de su Esposa Amada. A velar dia y noche orando por su Iglesia. No podeis imaginar cómo la ama. Cómo ama a sus sacerdotes. LO NUEVO HA COMENZADO.

Conocer, amar e imitar a Jesucristo / Autor: Pedro García, Misionero Claretiano

Pocas horas antes de morir, y en un arrebato sublime, dijo Jesús a Dios su Padre:

- ¡Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo! En Jesucristo tenemos, pues, la vida eterna si le conocemos a fondo, si nos damos a Él con toda el alma, si nos apasionamos por su Persona adorable, si Jesucristo llena nuestra mente y nuestro corazón las veinticuatro horas del día.

Porque no se trata de conocer simplemente, como conocemos la naturaleza del agua, cuando decimos que es un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno; o cuando decimos que conocemos a una persona porque la hemos visto alguna vez y sabemos que se llama Quimet o Marialina... No se trata de eso, sino del conocimiento en el sentido de la Biblia: un conocimiento profundo, que lleva a darse con todo el amor a la persona querida.

Nos damos cuenta de que Jesucristo nos ama, y entonces nosotros le amamos también hasta la locura si es preciso. El amor nuestro a Jesús empieza siempre por el amor de Jesucristo a nosotros. Al sabernos amados, empezamos a amar. Nos pasa a todos como a esa muchacha encantadora de corazón virginal. No ha amado hasta ahora más que a compañeras tan inocentes como ella. Pero apenas ha descubierto en la mirada y en una palabra de aquel chico que él la quiere, de repente se convierte en una amante y una enamorada llena de pasión.

Una de esas santas jóvenes modernas, como Isabel de la Trinidad, nos dio una lección inolvidable. La muchachita se pasa ante el Sagrario ratos y más ratos, quieta, sin hablar nada, con la mirada fija en un punto, como queriendo atravesar el metal. Una señora que la ve siempre así, le suelta: - Pero, váyase. ¿Qué hace aquí tantos ratos sin hacer nada? Y la jovencita, que hoy está ya en los altares, responde con acento conmovedor: - ¡Ay, señora! ¡Es que nos queremos tanto!... Una contestación como ésta de la Beata Isabel deja asombrado al sicólogo más agudo y le llena de envidia al teólogo más sabio...

El conocimiento de Jesús nos lleva al amor a Jesús; pero el amor, a su vez, nos lleva al conocimiento cada vez más hondo de Jesucristo. Nos debe pasar como a las mamás. Una mamá, por ignorante y sencillita que sea, conoce a su hijo con una profundidad que nos deja pasmados. El amor es quien le ha llevado a ese conocimiento tan único que solamente las madres tienen y entienden. En este caso, no podemos ni imaginar a alguien que haya conocido a Jesús como María. El conocimiento y el amor de María a Jesús llegó a unas profundidades indecibles.

Así nosotros con Jesús: si le conocemos, le amaremos; pero si le amamos, le conoceremos cada vez más profundamente y más íntimamente. No tendrá nadie que decirnos cuáles son los pensamientos de Jesús, pues nos los sabremos de memoria. Nadie tendrá que explicarnos cómo siente y ama Jesús, pues tendremos los mismos sentimientos que Él, como nos pide San Pablo. Ninguno habrá de darnos lecciones sobre la vida, gestos, gustos y querer de Jesús, porque estaremos compenetrados completamente con todo lo suyo.

Se podrá preguntar: ¿Y cómo llegar a este conocimiento y a este amor de Jesucristo? Digamos ante todo que es gracia de Dios. Pero una gracia que Dios no niega a nadie que la busca y la quiere. Una gracia que Dios Padre la concede con una complacencia única. Querer conocer y amar a Jesús es atraerse el amor del Padre de una manera irresistible, como nos dice Jesús: - Quien me ama será amado de mi Padre.
Ante todo, pues, pedir a Dios este conocimiento de Jesús. Después, estudiarlo, sobre todo en el Evangelio. Quien lee el Evangelio hasta aprendérselo de memoria, llega a compenetrarse del pensamiento y de los sentimientos más íntimos de Jesucristo. Pero, más que todo, lo que interesa es la contemplación. Ratos y ratos en oración, sobre todo ante el mismo Jesús presente con nosotros en la Eucaristía, es el medio máximo para conocerlo de manera vivencial --existencial, como decimos hoy-- que se traduce en amor y en ansias incontenibles de hacer algo por Él, en la oración, en la caridad o en el apostolado.

Cuando así pensamos y así hablamos de Jesucristo, por fuerza tenemos presente su Resurrección. Sin ella, Jesucristo sería un personaje de la Historia que no nos diría nada. Pero ahora, ¡Jesús vive!, y está con nosotros, y nos acompaña, y podemos hablar con Él familiarmente como los mejores amigos. La fe en la Resurrección nos resulta fundamental. Por ella Jesús, no sólo está allá arriba en las alturas a la diestra de Dios. Está con nosotros, haciéndose presente en todo nuestro caminar... ¡Jesucristo, Señor! Nosotros, por gracia tuya, te conocemos y te amamos. Te amamos y nos damos a Ti. Nos damos a Ti y queremos hacer algo por Ti y por el Reino. ¡Y qué dicha al saber que así tenemos ya la vida eterna!...

Casa Feliz / Enviado por Mónica Rodriguez

Se dice que la felicidad y la suerte suelen entrar en una casa llena de alegría, pero ¿ Que significa una casa llena de alegría?...
La alegría no depende, ni es cuestión de " Cosas ", sino de personas, porque la auténtica alegría es ánimo y es sentimiento y por lo tanto nace de las personas..
Así que una casa llena de alegría es una casa llena de personas que son, y por lo tanto, están, alegres..
Pero ¿ Que significa una persona alegre ?

Significa que, ha recibido el optimismo que solo viene de Dios y que ha dejado el pesimismo que es producto del intelecto humano..

Da gracias a Dios por todo, por lo grande y por lo pequeño, por lo que tiene y por lo que le falta..

Sabe y practica más el dar que el recibir, buscando siempre el bien del otro, antes que el suyo propio..

No teme los cambios porque sabe que temerlos seria una necedad y un germen de pereza..

Sabe usar y gozar de aquellos que Dios ha dispuesto precisamente para ella(el) , es caritativa(o) tratando de encontrar siempre el lado bueno de todos aquellos que le rodean

Tiene la serenidad que de Dios viene para no agobiarse por las circunstancias adversas de la vida..

Usa su lengua con sabiduría, y conoce y practica el arte de callar a tiempo.

27 de Septiembre. San Vicente de Paul / Enviado por Jaime Ruiz Castro CM


San Vicente de Paul-Fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad1581-1660-Fiesta: 27 de septiembre.

Existen dos imagenes de San Vicente: La tradicional que está vestido de cura y con su cruz expresando a San Vicente como Evangelizador y en el siglo XIX que es la época que abundan en la Iglesia las instituciones benéficas, aparece con dos niños expósitos expresando a San Vicente como maestro de la Caridad. Estas dos imágenes engloban lo que fue San Vicente y la herencia Apostólica que dejó en la Iglesia por eso es llamado como patrono de las caridades.


Resumen: Nació en Ranquines (Las Landas) en el año 1581. Cursados los correspondientes estudios, fue ordenado sacerdote y ejerció de párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero y al servicio de los pobres, y también, con la ayuda de santa Luisa de Marillac, la Congregación de Hijas de la Caridad. Murió en París el año 1660.

Reflexiones de San Vicente de Paul:


"Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo" C. IX, 252"Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de Jesucristo" C. XI 342"No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo" C. XII, 262"¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura." CXII, 271"Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo..." C.XIV, 126"No puede haber caridad si no va acompañada de justicia" C. II, 54"Nada mas grande que un sacerdote a quien Dios de todo poder sobre su Cuerpo natural y su Cuerpo místico"



El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo

De los escritos de san Vicente de Paúl, presbítero Carta 2.546

Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que, con frecuencia, son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.

Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto, nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo a todos. Por lo cual, todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.

Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.

Oración


Señor, Dios nuestro, que dotaste de virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl, para que entregara su vida al servicio de los pobres y a la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, impulsados por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Carta de Satanas / Enviado por Selva del Carmen Rios

Publicamos las siguiente carta no movidos por el miedo ni la superstición. Tiempo tendremos de hablar seriamente en este blog de la acción de satanás. Si de algo nos advierte este texto es que nuestra tibieza nos lleva a dejarnos arrastrar por el espíritu del mundo que no es el de Dios. Lo que dice esta carta puede estar provocado por el diablo a venir de nuestra actitud humana, cosa que a él ya le va bien. A menos implantemos el Reino de Dios a nuestro alrededor mejor. Por eso tomemos el texto como una reflexión sobre nuestra vida espiritual, puesto que debemos estar alerta por que el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar. El poder de Cristo es superior a todo y a su muerte y resurrección debemos acogernos para nuestra salvación. Este es el texto:

Te vi ayer cuando comenzabas tus tareas diarias. Te levantaste sin siquiera orar a tu Dios, en todo el día no hiciste nada de oración. De hecho ni recordaste bendecir tus alimentos. Eres muy desagradecido con tu Dios, y eso me gusta de ti. También me agradaba la enorme flojera que demuestras siempre en lo que se refiere a tu crecimiento cristiano.Rara vez lees la Biblia y cuando lo haces estas muy cansado. Oras muy poco y muchas veces recitas palabras que no meditas.

Por cualquier pretexto llegas tarde o faltas a tus reuniones de formación. Que decir de tus quejas al cooperar en la evangelización. Todo eso es útil para mí. No puedo describirte como me alegra que en todo este tiempo en que estas siguiendo a tu Dios, no hayas cambiado tu manera de comportarte. Tantos años y sigues como al principio, crees que no tienes nada que cambiar.

Me encantas. Recuerdo mucho los chistes colorados que dices y tu te ríes por lo gracioso de ellos, yo me río de ver a un hijo de Dios participando en eso. El hecho es que ambos la pasamos bien. La música vulgar y de doble sentido que escuchas me encanta. Cómo sabes cuales son los grupos que me gusta escuchar? También disfruto mucho cuando difamas y te revelas contra tu Dios, me siento feliz cuando te veo bailando y haciendo ese tipo de movimientos que tanto fascinan, como lo disfruto!

Ciertamente cuando vas y te diviertes sanamente, me desilusionas, pero no hay problema siempre habrá otra oportunidad. Hay veces que me haces servicios increíbles cuando das malos ejemplos a los niños o cuando les permites que se desvíen de su inocencia, por medio de la televisión o cosas por el estilo. Son tan perceptivos que finalmente imitan lo que ven. Te lo agradezco mucho. Me agrada que rara vez tengo que tentarte, casi siempre caes por tu cuenta. Tu buscas los momentos propicios, te expones a situaciones peligrosas.

P. D. Si realmente me amas, no muestres esta carta a nadie.

Mira hacia el cielo.../ Enviado por Vivy


Mira hacia el cielo......

cuando te sientas triste y aprisionado..

.cuando veas que ya no hay salida...

cuando sientas que todo se te viene encima...

cuando te fallen...

cuando sientas que quieres dejarlo todo...

cuando las cosas no vayan como tu desearías...

Mira hacia el cielo y aprecia su grandeza, observa su profundidad y magnitud.

Quita tus ojos de la tierra y mira al infinito, siente que perteneces ahí,

porque ahí está tu creador y para allí vas algún día.

No dejes que los edificios de concreto, las oficinas y sus techos

te priven de la libertad de observar la grandeza del infinito,

pues así como inalcanzable para nuestra mente es su grandeza,

así es el amor de nuestro creador para nosotros.

Levanta tu mirada el cielo, y estarás viendo el amor del que fue clavado por tí...

Haz la prueba y cuando sientas que no puedes más...mira hacia el cielo...

Constanza y su Ángel Guardiám / Enviado por Luisa Alonso

Constanza vivía en un pequeño pueblo de un país muy lejano, donde el sol es el gran amigo de los hombres, con sus padres que eran personas muy pobres, en una casita de barro en la ladera de un cerro llamado El Tornillo por su forma puntiaguda y su camino que lo rodea varias veces y que lleva a los acantilados de la costa.
Ella recorría todos los días una gran distancia para ir a buscar sus animales por este camino pedregoso y muy angosto que la lleva a una planicie donde hay abundante pasto y agua, parece un gran oasis entre la costa y los cerros del sector.
Un día de Julio cuando caminaba por el acostumbrado sendero en busca de una cabrita que se había extraviado, sintió por primera vez una brisa cálida, extraña para los fríos días de la época del año, le llamo la atención en un primer momento, pero no le dio mayor importancia y siguió su viaje llamando con gritos y silbidos a la pequeña cabrita extraviada.
Pasó un rato y el viento silbó de una manera especial, como si fuera un eco de sus propios silbidos. Constanza, esta vez, se sintió un poco incómoda y asustada, repitió varias veces su acostumbrado silbido para llamar a las cabritas y esperó atentamente para ver que pasaba.
El silencio fue rotundo y solo se sentía a lo lejos el chocar de las olas contra los acantilados. Siguió su camino al ver que no tenía respuesta.
En ese preciso instante sintió como se repetía su llamado. Asustada miró en todas direcciones pensando que podía ser una broma de algún niño hijo de los lugareños de los alrededores. No encontró a nadie a la vista, entonces apuró el paso y casi corriendo se dirigió al extremo del camino. La suave brisa tibia y los silbidos se repitieron y Constanza se asustó mucho pues se encontraba muy lejos de su casa y no la podían ayudar sus padres. Se sentía confundida pues no entendía lo que estaba pasando, su angustia fue mayor al oír nuevamente los silbidos y esa cálida brisa.
Constanza, asustada, se arrodilló y se cubrió la cara con sus manos. Fue entonces que una voz, la que parecía venir de todas direcciones, la llamó por su nombre.
La niña, cada vez más asustada, no respondió y ni siquiera quiso mirar. La voz una vez más la llamo y dijo:
"Constanza, no llores más, por qué temes si Yo estoy a tu lado siempre"
Constanza al oír la voz se tranquilizó pues le pareció conocida y abrió sus ojos para ver de dónde provenía . No veía a nadie a su alrededor y pensó que la podía haber imaginado. Entonces la voz nuevamente le habló y le dijo:
"Constanza, por qué no me respondes. Soy Yo, tu Amigo de Siempre".
La niña aún asustada pregunto:
"¿Quién eres tú"
La voz respondió:
" Yo, tu Amigo".
"¿Cuál amigo? Te escucho pero no te puedo ver" dijo la niña.
" No me ves por que tu corazón está cerrado e incrédulo"
En ese instante la brisa se hizo sentir, pero ahora más cálida que antes, Constanza se regocijó y preguntó:
"¿Esa brisa de donde viene?
La voz respondió:
"Es el agitar de mis alas"
Constanza más confiada replicó:
"¿Eres acaso un pájaro?.
"No exactamente" , dijo la voz, "pero de esta forma llego más rápido cuando me necesitas"
La niña un poco confundida dijo:
"Cuando te necesito.. Pero si ni siquiera te conozco"
"Me conoces desde que naciste, pues estoy desde ese momento a tu lado", Explicó la voz.
"Pero, ¿Quién eres? Y ¿Dónde estás? , ¿Por qué no te puedo ver?.
"Ya te dije, tu corazón esta aún temeroso y no te deja ver"
La brisa nuevamente se hizo sentir, y Constanza preguntó:
"Estas moviendo tus alas otra vez?
"Si, pues quiero que ya no sientas miedo de mi", contestó la voz.

La niña más tranquila y confiada consultó:
" Ya me siento mucho mejor, no sé por qué creo que de verdad te conozco, ¿Por qué no te nuestras para poder reconocerte?
La voz no respondió pero una luz se posó en un pequeño arbusto. Constanza asombrada preguntó:
¿Eso eres tú, una luz?
" Soy la luz de tu vida, El Padre me ha enviado para cuidarte"
"¿El Padre, te refieres a mi Diosito.?, preguntó la niña.
"Exactamente, El me envió y yo estoy feliz.", replicó la voz.
"¿Y donde vives?" , preguntó Constanza.
"En tu corazón" respondió la voz.
"Pero como, no te entiendo? dijo la niña.
" Es muy fácil, cada vez que me has necesitado yo te he ayudado y salgo de tu corazón para auxiliarte", respondió la voz.
"¿Pero cómo, si yo no te he llamado nunca, además tengo muy buena suerte, pues me he salvado de muchas... y sola sin la ayuda de nadie", replicó orgullosa la niña.
Se sintió una suave risa y la voz dijo:
" ¿Te refieres a la vez, que subiste al acantilado y al resbalarte lograste afirmarte de una rama. O la vez que los coyotes aullaban en la colina de tus cabras y un gran viento los asusto. O quizás aquella vez que te dormiste pensando que tu papá había muerto y soñaste que estaba bien y solo el temporal lo había hecho quedarse en un refugio de la montaña?"
"¿Pero cómo sabes todo eso, yo no se lo he contado a nadie?, asombrada preguntó Constanza.
"Muy fácil, yo estaba ahí, en el acantilado fue mi brazo el que te sujeto, el viento que asustó a los coyotes fueron mis alas y el sueño en la noche de tormenta te lo conté yo" . Respondió.
"Me acuerdo ahora que lo dices, ¿Cómo te llamas? , Preguntó Constanza.
"Mi nombre no importa, soy tu ángel de guarda" dijo la voz.

" Un ángel , entonces es verdad que existen", replicó la niña.
" Si, y es nuestra gran pena que hoy día los niños no crean en nosotros, pues somos un regalo del Padre, y como todo regalo nos gustaría ser bien recibidos" dijo el ángel.
" Te pido perdón por eso, pero yo tampoco te conocía hasta hoy y ahora que sé que eres tu el que me acompaña siempre. Ya no tendré miedo de caminar por estos senderos", ¿Pero hasta cuando me acompañarás Angelito?, cuando sea grande también estarás conmigo? Preguntó Constanza.
" Para siempre", respondió el ángel.
Había pasado el tiempo y ya oscurecía, la cabra no había aparecido. Constanza preguntó a su ángel si aún estaba, pero no hubo respuesta, volvió a preguntar y la respuesta fue la misma, solo las olas reventando a lo lejos en el acantilado. De pronto la cabra apareció por una curva del camino y Constanza sonrío y dijo:
"Gracias, Angelito"
Volvió a su casa y después de cenar , se acostó pensando en lo que había sucedido esa tarde , trató de dormir pero no podía, entonces su corazón se agitó y rápidamente sus manos se juntaron y comenzó a decir una oración:
>" Angel de mi guarda, dulce compañía no me desampares ni de noche, ni de día. Amén:" , luego durmió plácidamente.

Declaración final del congreso mundial sobre pastoral a los presos

El XII congreso mundial sobre pastoral a los presos realizado por los miembros de la Comisión Internacional de la Pastoral Penitenciaria Católica (ICCPPC), obispos, presbíteros, diáconos, religiosas, religiosos, personas consagradas y laicos de 62 países de todo el mundo, enviados por nuestras respectivas Conferencias Episcopales se ha celebrado en Casa La Salle de Roma, con el lema «Descubriendo el rostro de Cristo en cada persona presa».
Hemos tratado de hacer nuestras las palabras de la Carta a los Hebreos: «Acordaos de los presos como si estuvieraís con ellos encarcdosela» (Heb 13, 3).

Hemos tenido muy presente el célebre Mensaje del Papa Juan Pablo II para el Jubileo en las cárceles: «Jesús es compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y los ritmos del corazón humano».

También hemos evocado las valiosas aportaciones del Papa Benedicto XVI en su Discurso durante nuestra audiencia privada recordándonos que somos «llamados a ser heraldos de la infinita compasión y del perdón de Dios».

Proclamamos que el ministerio penitenciario forma parte ineludible del ministerio pastoral de la Iglesia desde sus orígenes. Somos conscientes de que visitar y liberar a los presos (Mt 25, 36; Lc 4,18) es expresión del amor de Dios y clara manifestación de su propia esencia (Deus caritas est 25). Por consiguiente, declaramos:

1-. Que «el ser humano es el camino de la Iglesia» (Redemptor hominis 14; Centesimus annus 53) y su rostro evoca el rostro mismo de Cristo. Su dignidad inalienable y los derechos fundamentales que le son inherentes devienen de ser «imagen y semejanza» (Gn 1,26) de su divino Creador. Aún privado de libertad, por las razones que fueren, nada ensombrece esta imagen.

2-. Que en bastantes países no se garantizan los derechos humanos de las personas presas; tampoco se asegura su libertad religiosa y se obstaculiza a la Iglesia en la atención a las necesidades espirituales y materiales de las personas encarceladas. Muchas cárceles están superpobladas, se cometen abusos contra los encarcelados y no se satisfacen sus necesidades básicas. En numerosas legislaciones aún subsiste la pena de muerte y otras condenas desmesuradas incompatibles con la dignidad humana. Estas expresiones inhumanas de crueldad institucional deben de ser rectificadas. Exigimos la abolición de la pena de muerte, el fin de toda forma de tortura y la observancia de las Reglas y Normas de las Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la justicia penal.

3-. Que el vigente sistema de justicia criminal en muchos países fracasa en la satisfacción de las necesidades de la infancia en conflicto con la ley, así como de los grupos de población especialmente vulnerable como las personas con enfermedades mentales, drogodependientes, extranjeras o ancianas. Solicitamos que las leyes, los programas y los sistemas se pongan al servicio de la atención de las necesidades de estos colectivos.

4-. Que las leyes penales y de extranjería son abusivas. Nos identificamos con las palabras del Papa Juan Pablo II: «el mundo no necesita muros sino puentes» (16 de noviembre de 2003). Apostamos firmemente por una justicia que reconstruya, que proteja y que repare; una justicia que responsabilice a los infractores de sus hechos; una justicia que repare a las víctimas, tan frecuentemente ignoradas y olvidadas por el vigente sistema penal; una justicia que implique a la propia comunidad para facilitar el proceso de rehabilitación y, consiguientemente, reintegrar a la víctima y al infractor en su seno.

5-. Que reconocemos y agradecemos la destacable tarea del ministerio de la Pastoral Penitenciaria en muchos países del mundo que, a pesar de las limitaciones e innumerables dificultades, están haciendo de ella una auténtica Pastoral de justicia, libertad, misericordia, reconciliación y esperanza que visibiliza el amor de Dios. Ofreciendo ayuda espiritual, nutriendo la fe de las personas encarceladas con el Evangelio y los sacramentos de la Iglesia, respondiendo a necesidades materiales y prestando asistencia legal para salvaguardar sus derechos fundamentales están ayudando a convertir «el tiempo en prisión en tiempo de Dios».

6-. Que podríamos atender mejor a las necesidades de las personas privadas de libertad si fuésemos integrados formalmente en la estructura canónica de la Iglesia.

7-. Que somos conscientes de que «queda mucho por hacer» y de que todavía «nuestra conciencia no puede permanecer tranquila» (Mensaje Jubilar). Confiados en la bondad del Amor de Dios, capaz de «hacer nuevas todas las cosas» (Ap 21,5), encomendamos en sus manos a nuestros hermanos y hermanas encarcelados y todas nuestras aspiraciones. Sabemos bien que su paciencia nos acompaña y que amorosamente nos presiona para «descubrir el rostro de Cristo en cada preso». Con la ayuda de Dios, a ello seguiremos consagrando nuestros esfuerzos.

Cuando el mundo grita: No te conviertas! / Autor: Oscar Schmidt

Mucha gente, en algunos casos hasta con supuestas buenas intenciones, obra de freno a la conversión de quieres descubren de forma fulminante la necesidad de vivir para y por Dios. Y se escuchan argumentaciones que confunden y muchas veces frenan el camino del crecimiento espiritual. Hemos recogido algunas frases que deseamos compartir, a modo de advertencia y consuelo, a quienes luchan por sostenerse en el camino de la fe:

¿Porqué rezas tanto?. Con un poco es suficiente, eso no es normal.

Estás cambiado, tu vida es distinta. Ya no haces las cosas que hacías antes, nos has dejado solos, solo hablas de Dios, ¡eso no es normal!.

No hables así, casi nadie lo hace. Tendrás problemas en tu trabajo si tu jefe se da cuenta que piensas de ese modo, ¡eso no es normal!.

¿Por qué llevas medallas, tu Rosario y tu escapulario?. ¿No puedes pensar en las cosas en que piensa todo el mundo y actuar normal?.

¿Por qué estás tan preocupado por tu alma?. Dios es un papá bueno, nada malo nos puede pasar, solo debemos vivir.

¿Por qué hablas del demonio y del infierno?. ¡Dios no podría permitir la existencia de cosas tan espantosas!.

¿Cómo que ayunas?. ¡Debes cuidar más tu cuerpo!.

Tú no haces mal a nadie, ¿por qué te preocupas tanto de tu salvación?. ¡Que me quedaría a mi entonces!.

¿Por qué vas a Misa tan seguido y oras tanto?. ¿Estás acaso enfermo, te pasa algo malo?.

A ti que rezas tanto e igual te acosan los problemas, ¿no te protegen desde arriba?.

Oye, me da mucho miedo verte así, ¿Qué te pasa?. ¡Ya no eres el de antes!.

No te veo normal, tengo miedo que estés en algo raro, ¿con qué personas te estás reuniendo últimamente?.

Esta fuerza que trata de frenar la conversión, planteándola como algo anormal y ajeno a lo que la gente espera de uno, puede minar las mejores intenciones. Pero algo nos debe quedar en claro: en un mundo que se ha alejado totalmente de Dios, no hay cabida sencilla para vivir entregando la Voluntad al Creador. La existencia de dificultades es una evidencia clara que indica que el camino parece ser el correcto, y ello debe fortalecernos. Nada que se haga para la obra de Dios es fácil, siempre encuentra resistencias.

Cuanto más buenos los efectos salvíficos, más dificultades pondrá el mundo.

Cuanto el acoso amenace con tumbar tu brote de fe renovada, mírate en tu interior y observa: Oro, amo, imploro, pido perdón y me esfuerzo por hacer lo que Dios espera de mi, aunque muchas veces no esté seguro de estarlo haciendo realmente. Busco conocer a Dios, sobre Sus revelaciones, leo sobre los santos como modelo a seguir, gozo la Eucaristía como encuentro renovado en Cristo. Me beneficio del Sacramento de la Confesión.

Sin dudas puedo cometer errores, pero: ¿Acaso puede Dios no estar contento con mis esfuerzos?. No te dejes confundir, sigue adelante. Solo busca trabajar y orar. Ora y labora, las cosas del mundo no son importantes, son temporales y perecederas.

¡Solo Dios basta!

Rafael Oreste: el encuentro con Dios en la cárcel / Autor: Carlos González

La prisión puede ser un lugar frío e inhumano, pero también una prodigiosa escuela de oración, tal vez solo superable por la guerra o la pobreza extrema. Sí, realmente hay que reconocer que Dios se vuelca con ese tipo de ambientes, quizá porque allí está la gente que más necesita de su gracia: los ciegos, cojos y endemoniados del siglo XXI. Uno de los últimos casos de conversión entre rejas es el de Raúl Oreste, banquero de origen argentino condenado a nueve años de reclusión que, tras recibir periódicamente las visitas de un grupo de solidarios cristianos, ha decidido cambiar radicalmente su vida y orientarla cara a Dios. Sumido en un mar de soledad y sufrimiento después de que se dictara la condena y de que su mujer le abandonara, Raúl se replanteó toda su existencia. Ese ambiente tranquilo y silencioso, tan diferente del que nos encontramos a diario en la calle, le ayudó a preguntarse por las cosas verdaderamente importantes de la vida. Finalmente descubrió que todas las respuestas le llevaban a Dios, el único que había estado siempre a su lado durante ese camino de dolor.

«Si pudiera volver atrás y me dieran a elegir entre estar o no preso, no lo dudaría, porque aquí encontré a Cristo», afirma Raúl Oreste, ex banquero argentino condenado a 9 años de prisión por un delito contra la salud pública. Primero estuvo en Soto del Real y ahora en Aranjuez (España). Las rejas lo limitaron físicamente, pero encontró en su corazón la libertad de los Hijos de Dios. Los «culpables» han sido un grupo de carismáticos que visitan las cárceles llevando la alabanza y la alegría de Dios vivo y resucitado. Raúl oyó el canto «Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad», y decidió entrar atraído por aquella música que lo interpelaba. «Estaban cantando, te invitaban a dar el testimonio, comencé a hablar, a pedir perdón, reconocí mis errores y en ese instante sentí el Espíritu Santo», señala Raúl, conmovido aún por el recuerdo de aquél momento. «Ahora el Evangelio es mi hermano y la Palabra de Cristo resuena fuerte en mi Corazón. Doy palabras de aliento, evangelizo a mis compañeros de celda, atiendo a sus dudas sobre la fe», indica efusivamente. Un día se encontró con el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, cuando este celebró una Eucaristía en Soto del Real, y desde entonces mantienen una amistad por carta y personal cuando Raúl sale de permiso.

El argentino de cabello blanco mueve las manos intentando dar cauce a toda esa energía de quien se ha encontrado por la presencia del Resucitado: «Cristo me ilumina, pero esa luz no llega sola, me fue regalada del cielo, esa luz fue producto de los sufrimientos, llantos, desencuentros, peleas de patio, no poder comunicarme con mi interior», manifiesta con énfasis, «hasta que un día, como cabalgando en mis lágrimas, vi a Cristo, lo sentí, percibí su misericordia y vino, y no vi al Dios de la barba blanca ni ángeles con alas, ni escuché la voz de trueno. Simplemente, en un grito desesperado y en las cataratas de lágrimas, estaba el Señor, el Padre de amor, y ahí encontré un segundo nacimiento. Como un niño que va al encuentro de su madre abrí las puertas de mi alma».

Hoy Raúl es feliz, pero la plenitud que hoy llena su ser fue precedida por una etapa de tinieblas después de que un cáncer arrebatara de su lado a su esposa. Comenzó una vida de libertinaje. «No pude asumir la pérdida de mi amor profundo. Iba en busca de amor y encontraba tormento», cuenta. Una vez en España la policía lo detuvo en un hotel de Madrid cuando estaba de tránsito hacia Formentera, donde poseía un café-concert, una inmobiliaria y una galería de arte. «No importa si era culpable o inocente, ése fue el comienzo del pandemónium que llaman cárcel», explica. Lo condenaron por 9 años de los cuales ha cumplido ya 4. Pero ahora se plantea dar un salto más en su fe: seguir a Dios a través de la vida sacerdotal. «Si accedo al sacerdocio estaré logrando ayudar al prójimo. Lo que más quiero es pastorear, estoy intensificando mis estudios de Teología», asegura.

Sobre el giro que dio su vida, añade que «los caminos de Dios son inescrutables y marcan la vida del hombre; si uno logra transitarlos encuentra hasta el mismísimo amor». Raúl Oreste es también un escritor prolífico de poesías, cuentos y hasta de un libro que está por publicar con su testimonio de conversión. También participa activamente en la revista «El límite», que los propios presos elaboran gracias a que cuentan con ordenador, impresora y el material necesario. «El preso no está totalmente perdido, puede recuperarse», señala reflexivo. «Lo que le pediría a los grupos de la Iglesia que visitan las cárceles y a las Organizaciones No Gubernamentales es que podrían hacer más por los presos, especialmente paliar la soledad que se encuentran cuando salen. Dejas la última puerta y estás sólo, no tienes a nadie», se lamenta. «No hace falta decir que hay que desarrollar instrumentos para incorporar laboralmente a los presos y así no tengan que delinquir», declara.

Raúl pide a todos los cristianos oración por los presos pidiendo: Señor, ten misericordia de nosotros. También quiere que se rece por las víctimas, los funcionarios de las prisiones y por los familiares de los presos.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Los frutos permanecerán si escuchamos la Palabra de Dios convencidos de su poder sobre nuestras vidas / Autores: Conchi y Arturo

"En otros tiempos habló Dios a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas." Hebreos 1,1-2

Dios siempre habla. El problema está en nosotros. ¿Sabemos escucharle?. ¿Nos dejamos enseñar por Él? Hay que invitar a Jesús a nuestra casa interior, a nuestra intimidad, para que cuando escuchemos las Palabras del Evangelio o las Escrituras transformen nuestros corazones.

Cuando alguien nos dice que nos "ama" o nos "odia", aunque lo haga sin que nosotros prestemos mucha atención, sus frases producen en nuestro corazón reacciones muy distintas en ambos casos.

Con la Palabra de Dios, que es sagrada y se encarnó en Cristo, para mostrarnos la Voluntad de Dios Padre, sucede igual que con las humanas pero de una forma muy superior. Nosotros no sabremos como aplicar una palabra de Dios a nuestra vida. Sólo tendremos unas ideas geniales y haremos actos de buena voluntad pero el fruto no perdurará sino viene con poder del mismo Señor. Cada instante debemos invitar al Señor a nuestra emocionalidad, afectividad, intimidad, cotidianidad, para que vaya tomando posesión real de nuestro corazón. Si esto lo hacemos cuando escuchamos o leemos las Sagradas Escrituras, aunque nosotros no nos demos cuenta de manera inmediata, producirá un fruto en nuestra vida que perdurará para siempre. El Señor con nuestra invitación personal a transformarnos con su Palabra se convierte en el centro de nuestra vida, lo único que tiene valor.

“Yo dirijo tus pasos” (Proverbios 3:5-6). En nuestro matrimonio, cuando hemos vivido desconcertados por la situación laboral, familiar, social, el Señor nos ha mostrado que estábamos en sus manos. Hemos comprobado que sentirse débiles y cansados no supone ningún obstáculo para que Dios pueda dirigir nuestros pasos en su voluntad. Cuando dices: ”Es imposible...” Dios te dice: “Todo es posible” (Lucas 18:27) . Sólo debes escuchar y leer su Palabra y dejar que haga crecer su semilla en tu corazón.

Cuando dices: “Me siento muy solo...” Dios te dice: “No te dejaré, ni te desampararé” (Hebreos 13:5). La soledad es contraria al Amor de Dios. Debemos pedir la fe de mover las montañas, que es que el Espíritu Santo habite siempre en nuestro corazón actualizando segundo a segundo que Dios está con nosotros por que Él es nuestro Padre y se ocupa de toda nuestra vida. Sólo si recibimos esa gracia podremos llevar al Señor a los desolados del mundo, a los preferidos: Bienaventurados los pobres, los que lloran, los que sufren, los perseguidos. Sólo si la Palabra de Dios nos hace presentes a la Santísima Trinidad, podremos con nuestras Palabras dar Vida de Dios a quienes gimen en el mundo de dolor.

Una mujer joven de 27 años nos dijo una vez que prefería a Satanás antes que a Dios, por todos los problemas que había sufrido en la vida. Realmente su vida relacional por la falta de amor de todos los que le han rodeado ha sido muy difícil. Ella se ha interesado por todo tipo de rituales y eso le ha empeorado la cotidianidad laboral, familiar, emocional. Hoy sin embargo nos ha comentado que desea que su hija de 8 años haga la primera comunión. Cuando hemos hablado del Señor ante ella y con otras personas su actitud ha sido siempre de interrumpir el dialogo y desviarlas hacia chistes mundanos y conversaciones vanas. En dos meses las cosas han cambiado un poco.

Ella siempre estaba bien y se hacia la fuerte. Era partidaria del ojo por ojo diente por diente, porque es lo que ha vivido desde su nacimiento. Ella era la fuerte la que no necesitaba a nadie.
En las últimas dos semanas ha vivido una situación de mal trato sicológico muy dura. Ella quería solucionarlo, pero nosotros orábamos porque el problema podía acabar violentamente. Hoy se ha roto, a llorado, a dicho "Dios no puedo más". Hemos visto la gran violencia que tenía la persona que le provocaba la situación. Al final de esta tarde, cuando todo parecía que iba a degenerar en un problema gravísimo, quien tanto la ha hecho sufrir ha ido llorando a pedirle perdón. Ella estaba diciendo antes de esto que jamás podría perdonar ni quería perdonar a su verdugo.
Pero ella ha dicho "yo te perdono".

Sabemos que el problema no está del todo finiquitado porque es muy profundo. Sus palabras "Dios no puedo más" han sido la invitación para que el Padre del Cielo tomará el control de su situación. Mañana deberá levantarse y decir: “Yo no lo puedo hacer..y .” Dios le dirá: “Todo lo puedes hacer” (Filipenses 4:13) . Deberá repetir: “Yo no lo puedo perdonar...” y Dios le susurrará: “Yo le y te perdono” (1° Juan 1:9 – Romanos 8:1) .

Ella deberá romperse más veces y exclamar: “Tengo miedo...” para escuchar a Dios afirmando: “No temas, que yo estoy contigo” (Isaías 41:10). Ella está “ muy cansada” y Dios desea ardientemente que oiga su voz: “Yo te haré descansar” (Mateo 11:28-30). Muchas veces ha pensado en su interior: “Nadie me ama de verdad...” pero Dios cada día llama a su corazón clamando: “Yo te amo” (Juan 3:16 –Juan 13-34) . Ella no sabe que hacer de su vida: “No sé cómo seguir...” pero el Señor repite incansablemente: “Yo te enseñaré el camino” (Salmo 32:8). Esta ya preguntandose en alguna ocasión: “¿Qué camino me conduce a Dios...?"...La respuesta la deberá encontrarla al leer y escuchar la Palabra de Dios que actúe con poder en su vida. Pero eso está en manos de Dios que sigue sus pasos pese a su complicada vida.

Está situación es real, pero si nos fijamos no es muy distinta de la nuestra. Cuantos rompimientos, cuantas caídas, depresiones, desengaños....y al final cómo Pedro sólo podemos orar "¿A quién iríamos Señor?. Sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna. Danos esas Palabras para poder seguir caminando en nuestra vida hacia tu Amor que perdurará para siempre.

Dios no nos abandona / Enviado por Viviana Baigorria

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Soy feliz porque vivo. Siento latir mi corazón. Abro los ojos y puedo ver.

Siento el perfume de las flores y el sabor dulce de las frutas.

¿A quién le debo todo esto?¿Quién formó mi cuerpo y me dio este rostro?

¿Quién me dio la voz?

¿Quién hace que me duerma por las nochesy me despierte de mañana?"

¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría.

¡la tierra está llena de todo lo que has creado!" (Salmo 104: 24)

Todos los días tengo qué comer, vestidos que me abrigan,

un techo que me protege de la lluvia.

No tengo todo lo que desearía tener, pero tengo lo necesario para vivir.

Tengo manos con las que puedo hacer algo,

tengo una mente capaz de pensar, crear, investigar.

¿A quién le debo todo esto?¿Quién me da alimento y abrigo?

¿Quién me da la alegría que necesito para vivir? ¿Quién cuida de mí y me ama?

"Todos esperan de ti, Señor, que le des su comida a su tiempo.

Tú les das, y ellos recogen abres la mano, y se llenan de lo mejor." (Salmo 104:27-28)

El pan alimenta mi cuerpo,pero necesito algo más:

ánimo de vivir, darle un sentido a mi existencia,

tener un objetivo y reconocer un camino.

Necesito de alguien que me acompañe,

que me consuele en mi tristeza y debilidad,

que me acepta como soy, que me conoce.

¿Quién me da el apoyo que necesito?¿Quién me muestra el camino que pueda recorrer?

¿Quién me guía con Su Palabra, que me corrige con cuidado para que no pierda el rumbo?

No podré evitar pasar por situaciones difíciles.

A veces siento gran tristeza, a veces mi vida es vulnerable y frágil:

a causa de enfermedades, a causa de personas violentas,a causa de la muerte.

¿Cómo conservar la alegría y la esperanza?

Dios no nos abandona.

Por eso podemos cantar con alegría,

podemos alabar a Dios, porque nos dio la vida,

porque la cuida en sus manos de Padre.

"Mientras yo exista y tenga vida, cantaré himnos al Señor mi Dios.

Quiera el Señor agradarsede mis pensamientos, pues sólo en Él encuentro mi alegría." (Salmo 104: 33-34)

Acción de gracias / Enviada por Vivy



















No tengo todo lo que quiero, pero le doy gracias a Dios por lo que tengo. El salario apenas me alcanza para pagar las cuentas, pero gracias a Dios que por lo menos tengo un trabajo humilde para ganar el sustento.


Los problemas se me han venido multiplicando como si fueran mágicos, pero gracias a Dios tengo paciencia y fortaleza para sobrellevarlos.


A veces creo que no podré seguir adelante con tanto conflicto, pero le doy gracias a Dios porque cada mañana siento dentro de mi corazón que sí puedo.


Los años han ido pasando rápidamente, mi piel esta un poco arrugada, y mis cabellos se están poniendo blancos, pero le doy gracias a Dios por la alegría que siento de vivir.


Cada día le doy gracias a Dios por los conflictos que pude resolver, por los

problemas que pude superar, por la enfermedad que pude soportar, por el odio que se transformó en amor, por la soledad que pude sobrellevar.
Cada día lo bendigo por haberme enseñado a decir gracias.

Oración:

Muy frecuentemente se me olvida Señor, que poseo una infinidad de gracias, dones y talentos que me hacen la criatura mas feliz de la tierra.

Se me olvida agradecerte por el bien que me has hecho y acabo enojado por lo que no poseo.
Señor concédeme un corazón más agradecido y menos quejumbroso.

Moraleja:


Revisa tu vida. Puedes darte cuenta de las bendiciones. ...

sábado, 22 de septiembre de 2007

Oración a María para devenir discípulo y apóstol guiado por Ella / Autor: Padre Alain Bandelier


María, Madre de Cristo y madre de la Iglesia,

Yo acojo en mi corazón la palabra del Señor:

«He aquí a tu Madre»;

Sí, yo quiero ser tu hijo en todo.

Para pertenecer totalmente a Cristo, mi Señor.

Tú conoces mis temores y mis sueños,

mis penas y mis alegrías, mis límites y mis alcances,

el peso del pecado y también el canto de la gracia en cada uno de mis días.

Todo ello quiero ponerlo entre tus manos, totalmente,

para que ya no sea yo quien viva

sino tu Hijo quien viva en mí.

Oh María, sierva del Señor, Reina de la luz y de la paz;

Hoy me entrego sin reservas al Espíritu de Jesús

consagrándome a tu Corazón Inmaculado.

Conduce mis pasos por el camino

donde pueda seguir a Cristo muy de cerca;

pon en mis labios las palabras que serán eco del Evangelio;

Abre mis manos a la parte de acción y pasión

que me unirá al trabajo del Señor y de su Iglesia,

y ante todo haz crecer en mí y en todos mis hermanos

este amor puro, este amor fuerte, este amor eterno

que ha hecho de ti la llena de gracias

y que quiere hacer de todos tus hijos

un solo Corazón contigo,

para mayor gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El Angelus / Autor: P. Ángel Peña Benito O.A.R.

El Ángelus es una oración en honor de María, que comienza: El ángel (angelus) del Señor anunció a María... Se rezan tres avemarías tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer. Esta devoción comenzó en la Edad Media. Al atardecer, se tocaba la campana en los conventos e iglesias para indicar a todos el fin del trabajo del día; y, en esos momentos del toque de la campana, se rezaba tres avemarías para saludar a María, recordando la Encarnación de Jesús. Ya en 1269, en el Capítulo General de los franciscanos, presidido por san Buenaventura, se ordena a los religiosos a animar a los fieles a recitar tres avemarías al triple toque de la campana por las tardes, al terminar el trabajo diario.
Hacia fines del siglo XIII, en varios lugares, se acostumbraba ya a tocar la campana por la mañana para indicar el comienzo del trabajo; y también comenzó así la costumbre de rezar tres avemarías por la mañana, como se hacía por la tarde, en honor de María, conocida como estrella de la mañana.Hacia fines del siglo XV, ya se había extendido la costumbre, en algunos lugares, de tocar la campana también al mediodía de los viernes para recordar la pasión del Señor. El Papa Calixto III ordenó tocar la campana todos los días al mediodía, al igual que en la mañana y en la tarde, y rezar un padrenuestro y tres avemarías, pidiendo a Dios ayuda para la defensa de la cristiandad, amenazada por los turcos. Y los Papas desde el siglo XVI, apoyaron esta devoción, concediendo indulgencias. El Papa Alejandro VI, en 1500, ordenó que esta costumbre del Ángelus se extendiera por todo la Iglesia.

Los santos han practicado esta devoción y siempre la han recomendado por ser una muestra de amor a María, la madre querida, que siempre nos ama y protege. Actualmente, se ha perdido esta costumbre en muchos lugares. Ya no se toca la campana en las ciudades y tampoco en muchos pueblos. Por eso, sería recomendable retomar estas buenas costumbres de nuestros mayores, porque todo lo que signifique amor a María no quedará sin recompensa y ella, como buena madre, velará por nosotros en nuestras necesidades.

Como experiencia personal, puedo decir que, cuando estaba de párroco en Arequipa, grabé con mi voz el rezo del Ángelus y todos los días lo ponía al comenzar el día, al mediodía y al atardecer para que todos lo oyeran a través de los altoparlantes (altavoces). De esto ya han pasado veinte años y todavía se sigue oyendo todos los días el Ángelus con mi grabación. ¿Cuántas bendiciones Dios habrá dado a mis feligreses a través de esa grabación? Sólo Él lo sabe, nosotros sólo debemos poner de nuestra parte todo lo que podamos para alabar a Dios por medio de María.El rezo del Angelus es como sigue:

P. El ángel del Señor anunció a María.

R/ Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

(Ave María)

P. He aquí la esclava del Señor.

R/ Hágase en mí según tu palabra.

P. El Hijo de Dios (el Verbo) se hizo carne.

R/ Y habitó entre nosotros..

P. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

R/ Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

A pesar del dolor...soy Su esclava / Autor: José Martín Descalzo

Ahora sé que elegí bien la palabra: «Esclava, esclava». Pude decir sencillamente: «Dile que sí, que estoy de acuerdo». O responder: «El sabe que estoy a sus órdenes». O preguntar: «¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?» Pero dije: «He aquí la esclava», sin comprender hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá. Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña, en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura?
Todas las madres dicen: «Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tu crees saber hasta la más mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti. Pero tú… Es como si hubiera engendrado un gigante, parido una montaña, albergado dentro todas las cordilleras del universo entero. Siempre supe que me desbordarías. Cada vez que en tu vida quise descender al fondo de tus ojos entendí que me perdía por los vericuetos de tu alma. Tú eras, desde luego, un hombre. Yo lo sabía como nadie. Pero también más, también un vértigo a cuya orilla yo no podía ni asomarme.

Crecías, crecías, como si tuvieras que vivir muchos años dentro de cada uno de los tuyos, como si te sobrase alma y la pobre piel que la ceñía fuera a estallar en cada hora. Y Yo, cuando te abrazaba ¿cómo podía abrazarte? Me dolías de tanto como te olía el alma a vida y a muerte. Que vendría el dolor, lo supe siempre. Bien me lo dijo Simeón antes de que Tú aprendieses a andar. Pero que el dolor fuese esto, no pude ni sospecharlo: oír el gotear de tu sangre, de «Nuestra» sangre, cayendo sobre el silencio de esta hora, sonando cada gota con más crueldad que los mismos martillazos.

Se clava en mí el retumbar de cada gota, como un clavo que me penetra dentro, dentro, dentro, más dentro, allí donde el alma está en carne viva. ¡Ah, tus manos! Yo las vi gordezuelas, buscando mi pecho, enredando en mi pelo, besadas, mordisqueadas por mí, rubias de trigo nuevo, tendidas para acariciar mi rostro, partiendo el pan por mí amasado. ¿Y estaba preparándolas yo para ese hermano clavo que acabaría poseyéndolas, destrozándolas, desgarrándolas como abrías Tú el pan? Hijo, hijo, perdóname, perdóname por seguir viva cuando Tú estás muriendo, Perdóname por no saber decirte nada en esta hora, por no saber ni orar, por tener el alma como el desierto de los desiertos, por no saber ni estar contigo, por no tener en esta hora otro oficio que el de estar cansada y decirte: hijo, hijo, hijo. He entrado en el túnel de Dios. Y está oscuro. A los dos nos ha abandonado. Y ni siquiera nos ha abandonado juntos.

Encerrado cada uno en su abandono como en un «bunker» de piedra, en dos vacíos gemelos pero separados. Conocía la noche de la fe, pero nunca creí que fuera tan profunda. Ni una sola ventana con luz en el alma. Sólo creer, creer, apretar los puños del alma, esperar, agarrarte a los barrotes de tu cárcel, entrar en las entrañas de la oscuridad. Sin ángeles, sin voces de lo alto. Sólo la noche y el seguir escuchando el golpear feroz de los martillazos como látigos. Y el galopar de la muerte que se acerca. Y ojalá fueran, al menos, dos muertes las que se acercan. «Dios te salve, María, dijo el ángel. ¿Salvarme? ¿No es acaso ahora cuando tendría que salvarme y salvarte? ¿Llena de gracia quería decir llena de dolor y de muertes? ¿La gracia es esta espada que nos pulveriza? Gabriel, Gabriel, ¿dónde te has metido? Y si al menos ahora viviera José… Ah, José, amor mío, ¡qué daría yo ahora por tenerte junto a mí y reclinar mi cabeza en tu hombro! En la noche no hay nada. Sólo la noche. Y la certeza de que el sol vendrá mañana. Pero, ¿cuántos siglos faltan para mañana? Dímelo, hijo, respóndeme: ¿Es que siempre hay que salvar con sangre? ¿tan hondos son los pecados de los hombres que sólo pueden borrarse con manos y frente desgarradas?

Yo acaricié tantas veces tu frente cuando, de niño, tenías fiebre. Pero las espinas, no, nunca pude imaginarlas. Salíamos al campo, corrías, jugabas con las zarzas. «No vayas a pincharte» Y reías, reías. Yo te veía crecer siempre con miedo. Ah, poder encerrarte para siempre en la infancia, retenerte, disfrutarte. ¿Por qué crecen los hombres, a dónde van, qué prisa tienen? ¿Qué les lleva a la muerte? ¿Una misión será más fuerte que la vida? Tu corazón estuvo siempre tirado, arrastrado por invisibles caballos, como por un hilo que te sujetara desde la eternidad. Tenías que salvar. Como si todas las otras vidas fuesen más importantes que la tuya. Te veo yéndote, como si fuera un pecado cada hora dedicada a ser feliz. «Si el grano no muere, es infecundo», decías. Y tenías que subirte a la cruz, como un suicida, como un amante, enterrándote, sin que entendieran tu entrega ni tus propios apóstoles. Esos pobres que han acabado fallándote. ¿Es que no lo supiste desde siempre? Veo el rostro de Judas, ese muchacho asustado que parecía temblar cada vez que oía la palabra «amor». Me habría gustado ser su madre. Tal vez, entonces… Cuánto le quise y le temí. Escuchaba tus palabras no como quien las bebe, sino como quien las cuenta, como quien las numera con el alma retorcida. Y ahora, ¿dónde está? ¿dónde estás, Judas, hermano mío, hijo mío? Tu aullido es la gran sombra de esta tarde, un viento helado, una noche de invierno, una sed imposible. Hiel y vinagre suben por mi boca. Y Tú, pequeño mío, ¿por qué agitas ahora la cabeza? ¿qué nube de murciélagos quieres espantar de tu mente?

No, no tengas miedo: el Padre tiene que estar orgulloso de ti, como ,o está tu madre. Has cumplido, has cumplido y El lo sabe, aunque esconda su rostro. Yo sé y Él sabe que has sido un valiente, digno de ser lo que eres: mi hijo y mi Dios. Ese Dios diminuto cuyo cuerpo lavé yo tantas veces, cuyas manos creadoras y pequeñitas cabían en las mías. Me quedaba mirándote y pensando: No es posible, no es posible que «esto» sea Dios; y tu boquita me hacía daño al mamar. Ea, ea, mi Dios. Aquella leche iba volviéndose sangre de Dios, la misma que ahora derramas. ¡Pero dejadle morir al menos! Muere por vosotros, ¿no lo entendéis? Un hombre puede ser redimido mientras se carcajea de su Redentor. La Humanidad es ciega. Ceguera. Un océano de ceguera nos rodea. ¡Si al menos supieran a Quien están matando! Tú jugabas a mi lado como los demás niños. Y nadie sospechaba. Como ahora. Si hubieran sabido con Quien jugaron, a Quien crucifican, morirían de espanto. Mejor que ni siquiera lo imaginen, pobres, pobres hombres.

Pero yo no puedo permitirme el lujo de estar ciega. Yo sé. Yo mido el volcán sobre el que caminamos, el vértigo de Dios, la página que gira el Universo. ¿Te duele, niño mío? ¡Ah, si al menos volvieras hacia mí esos tus ojos misericordiosos! Pero lo entiendo: ahora estás redimiendo. ¿Qué tiempo podría sobrarte para sentimentalismos? No, no tengo yo derecho a robar a los hombres ni una sola esquirla de tu muerte. Aunque también mueres por mí. También yo necesito de su sangre. Me redimes con la que te presté. ¿Y ahora? ¿No es demasiado, hijo, lo que me estás pidiendo? ¿Habiendo sido madre tuya, cómo podría serlo de tus asesinos? Pero si fui esclava una vez, seguiré siéndolo. Que entren, que entren en mi seno. Se ha desgarrado tanto en esta hora, que ya me caben todos. Y Tú, descansa hijo. Deja caer de una vez tu cabeza. Y descansa en la muerte. Ella no te hará daño. No podrá vencerte. Cruzará por tus venas, triturará tu sangre, pero Tú tienes tanta vida en ti que ella no durará mucho sobre tus dominios y se irá, derrotada, asombrada de haber podido estar alguna vez sobre su Dios. Y yo cuidaré tu cuerpo. Iré quitándole una a una las espinas, besándote las llagas, cerrando tus ojos, aunque al hacerlo el universo se oscurezca. ¡Ah, si pudiera volver a llevarte dentro, ah, si pudiera parirte otra vez y no sólo tenerte derrumbado sobre mis pobres brazos! Descansa, hijo. Y vuelve, vuelve pronto. Y si puedes, regresa con todas tus heridas, para que ni yo ni nadie lo olvidemos, tanto amor, tanto amor. Vuelve con todas tus sangrientas condecoraciones, hermano nuestro, hijo mío, mi Dios.

Los dos burritos / Autor: Mamerto Menapace












Erase una vez una madre - así comienza esta historia encontrada en un viejo libro de vida de monjes, y escrita en los primeros siglos de la Iglesia -. Erase una vez una madre - digo - que estaba muy apesadumbrada, porque sus dos hijos se habían desviado del camino en que ella los había educado. Mal aconsejados por sus maestros de retórica, habían abandonado la fe católica adhiriéndose a la herejía, y además se estaban entregando a una vida licenciosa desbarrancándose cada día más por la pendiente del vicio.

Y bien. Esta madre fue un día a desahogar su congoja con un santo eremita que vivía en el desierto de la Tebaida. Era este un santo monje, de los de antes, que se había ido al desierto a fin de estar en la presencia de Dios purificando su corazón con el ayuno y la oración. A él acudían cuantos se sentían atormentados por la vida o los demonios difíciles de expulsar.

Fue así que esta madre de nuestra historia se encontró con el santo monje en su ermita, y le abrió el corazón contándole toda su congoja. Su esposo había muerto cuando sus hijos eran aún pequeños, y ella había tenido que dedicar toda la vida a su cuidado. Había puesto todo su empeño en recordarles permanentemente la figura del padre ausente, a fin de que los pequeños tuvieran una imagen que imitar y una motivación para seguir su ejemplo. Pero , hete aquí, que ahora, ya adolescentes, se habían dejado influir por las doctrinas de maestros que no seguían el buen camino y enseñaban a no seguirlo. Y ella sentía que todo el esfuerzo de su vida se estaba inutilizando. ¿Qué hacer? Retirar a sus hijos de la escuela, era exponerlos a que suspendidos sus estudios, terminaran por sumergirse aún más en los vicios por dedicarse al ocio y vagancia del teatro al circo.

Lo peor de la situación era que ella misma ya no sabía qué actitud tomar respecto a sus convicciones religiosas y personales. Porque si éstas no habían servido para mantener a sus propios hijos en la buena senda, quizá fueran indicio de que estaba equivocada también ella. En fin, al dolor se sumaba la duda y el desconcierto, no sabiendo qué sentido podría tener ya el continuar siendo fiel al recuerdo de su esposo difunto.

Todo esto y muchas otras cosas contó la mujer al santo eremita, que la escuchó en silencio y con cariño. Cuando terminó su exposición, el monje continuó en silencio mirándola. Finalmente se levantó de su asiento y la invitó a que juntos se acercaran a la ventana. Daba esta hacia la falda de la colina donde solamente se veía un arbusto, y atada a su tronco una burra con sus dos burritos mellizos.

-¿Qué ves? - le preguntó a la mujer quien respondió:

-Veo una burra atada al tronco del arbusto y a sus dos burritos que retozan a su alrededor sueltos. A veces vienen y maman un poquito, y luego se alejan corriendo por detrás de la colina donde parecen perderse, para aparecer enseguida cerca de su burra madre. Y esto lo han venido haciendo desde que llegué aquí. Los miraba sin ver mientras te hablaba.

-Has visto bien - le respondió el ermitaño-. Aprende de la burra. Ella permanece atada y tranquila. Deja que sus burritos retocen y se vayan. Pero su presencia allí es un continuo punto de referencia para ellos, que permanentemente retornan a su lado. Si ella se desatara para querer seguirlos, probablemente se perderían los tres en el desierto. Tu fidelidad es el mejor método para que tus hijos puedan reencontrar el buen camino cuando se den cuenta de que están extraviados.

Sé fiel y conservarás tu paz, aun en la soledad y el dolor. Diciendo esto la bendijo, y la mujer retornó a su casa con la paz en su corazón adolorido.