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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

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jueves, 16 de julio de 2009

La familia es el santuario de la vida y cenáculo de amor
Y tú, ¿tienes buena comunicación con tu cónyuge?
16 de julio de 2009.-Cuando se habla de lograr una buena comunicación intrafamiliar y conyugal, la mayoría de la literatura al respecto fija principalmente su atención en técnicas de expresión oral, consejos para la vida cotidiana y en otros aspectos prácticos.

(Jorge González Estrada / Yo Influyo) Este tratamiento del tema es muy válido y bueno, pero con frecuencia se reduce a algo más de forma y deja a un lado el hecho de saber si esta comunicación está realmente fundamentada en genuinos principios de veracidad y congruencia de vida.


La comunicación conyugal que no brota veraz desde lo más hondo de la persona, nunca alcanzará la plenitud a la que por su misma naturaleza está llamada. Más allá de tecnicismos y consejos útiles para una óptima comunicación en el ámbito matrimonial, lo que asegura el más alto índice de comunicación entre los dos esposos es su compromiso con la veracidad, con la transparencia y con la sinceridad total de cada uno.

Se habla de ser oportunos en el diálogo y de fomentarlo lo más posible, se habla de empatía, de saber escuchar, de precisión de términos, de claridad en el lenguaje, de saber motivar y persuadir, de expresarse con propiedad y de muchos otros factores clave en la comunicación humana, pero aún cuando todos estos factores se cumplan, nada sustituye al comunicar, ante todo, la verdad de lo que quiero y de lo que soy.

Uno de los más halagadores adjetivos calificativos que puede recibir cualquier persona es la de ser considerada como un "hombre de palabra", o una "mujer de palabra". El simple término, en sí mismo conlleva varias cualidades de gran virtud como lo son la integridad, la confiabilidad, la autenticidad, la transparencia, la congruencia de vida, la honestidad y el ser cabal.

La lista de connotaciones positivas podría seguir, ya que este término es tan rico en contenido que evoca a las aspiraciones más elevadas y genuinas de los seres humanos. Estas cualidades sobresalen más, y con más fuerza, hoy cuando se vive inmerso en una dramática crisis de autenticidad en la que ya no siempre se tienen en tan alta estima los valores de la veracidad y la rectitud de vida. Hoy más que nunca, este compromiso con la verdad, en individuos de bien, es más destacable y apreciable dada su gran escasez.

No hay factor humano que más fomente el desarrollo económico y el progreso generalizado, que el hecho de vivir y relacionarnos en una cultura donde prevalezca la confianza en las relaciones humanas, ya sean estas laborales, sociales o simplemente interpersonales.

La confianza se genera ante todo con veracidad, y con ésta la comunicación se perfecciona. La armonía y convivencia social lograrán sus mayores alcances y aportaciones al bienestar común, en la medida que las comunidades estén conformadas con el mayor número de hombres y mujeres veraces; hombres y mujeres "de palabra".

Una primera característica de veracidad en las relaciones conyugales es la sinceridad. Esta se encuentra en la base de cualquier proyecto de armonía duradera al interior del núcleo familiar. A la base de cualquier familia y matrimonio que quiere perdurar y trascender en el tiempo, debe estar la sinceridad: "la sinceridad con el otro", que inicia con "la sinceridad con uno mismo".

La sinceridad de alguna forma se manifestará en la sencillez de las formas, y hará amable y placentera la comunicación. Más allá de las palabras, la sinceridad abarca a la totalidad de la persona.

La historia humana está plena de casos de hombres y mujeres comprometidos con la verdad y con la consecuente congruencia de vida que de este compromiso emana. Quizá el ejemplo más clásico, y el que da prioridad histórica al concepto, es el caso de Sócrates.

Sócrates tuvo el honor de vivir y morir por la verdad. Sócrates predicaba la verdad y vivía con el temor constante de ser un obstáculo para la misma. Sócrates no se cansaba de anonadarse y disimulaba cuidadosamente su superioridad; así llevaba y guiaba a sus discípulos a la verdad, como sabio que fue.

Es en lo más profundo del corazón humano donde se gesta toda comunicación. Las palabras, la entonación, la fluidez, la expresión facial, y todos y cada uno de los componentes externos de la comunicación son meros vehículos e instrumentos de la mente y el corazón. Al final, lo que se comunica como verdad o como mentira, es la esencia del ser.

Los esposos que anhelan y escalan a los más altos niveles de plenitud y comunicación en su interacción como pareja, deben ante todo ser tal como son y nunca aparentar lo que no son. Esto no exime al esfuerzo del autodominio por agradar al otro, pero siempre siendo auténtico, siempre siendo "lo que soy".

La única fuerza capaz de soportar las arduas luchas, pruebas y penas de la vida, y todas las demás calamidades del devenir humano, es la fuerza de la verdad; ésta perdura por siempre.

La plenitud de la comunicación entre dos esposos tiene su lugar y momento cumbre en la intimidad del "abrazo matrimonial", que es el acto procreativo y unitivo por excelencia. Es aquí, donde el hombre y la mujer se pierden a sí mismos para fundirse en el otro.

Aquí no hay lugar para mentiras; aquí todo queda al descubierto, el cuerpo, el corazón y el alma. Aquí pueden, o no, tener cabida las palabras; sin embargo, la comunicación no verbal llega a ser más intensa y del más alto grado en contenidos y significados.

Es en estos momentos de plenitud física y emocional donde el diálogo es más fecundo y donde la comunicación verbal y la no verbal, se convierten en cataratas de mensajes expansivos. Aquí las verdades, o mentiras, emitidas por la voz o por las acciones se agigantan. Es aquí donde esta comunicación plena tiene incluso la magna capacidad de engendrar una nueva vida.

"Te amo", "te adoro", "eres todo para mí", y muchas otras frases como estas se pronuncian en el éxtasis del momento. Estas expresiones pueden tener diversos grados de verdad en la medida que vayan acordes al grado de amor, de entrega, de sinceridad, de búsqueda del bien del otro, y de la genuina procura del placer del cónyuge.

Más allá de las palabras emitidas en estos momentos, los mensajes no verbales no cesan de buscar una perfecta sincronía con sus correspondencias verbales. Los dos cuerpos y las dos almas se comunican y emiten con gran fuerza verdades no audibles como: "te amo a tí en exclusiva", "prometo serte fiel hasta la muerte", "si de esta unión se engendrara una nueva vida, la aceptaría y amaría como algo sagrado y como una creación de nuestra mutua entrega", "te doy mi todo y acepto tu todo con todas las consecuencias de esta totalidad". En la intimidad matrimonial todo habla, incluso el silencio.

Este momento, que es el cúlmen de la comunicación entre un hombre y una mujer, puede vivirse en total sincronía o en el caos generado por la incongruencia entre los mensajes de la comunicación verbal y de la no verbal.

La situación de discrepancia se da en contextos extramatrimoniales y prematrimoniales, donde los mensajes verbales y no verbales se contradicen al no existir un compromiso de por vida: "hasta la muerte, en las buenas y en las malas". La intimidad sexual extramatrimonial y prematrimonial, son contextos que por naturaleza no pueden estar responsablemente abiertos a la vida y a la permanencia.

Cuando un esposo o una esposa vulnera el vínculo con la infidelidad, el recipiente de la confianza se agrieta de manera casi irreparable. La relación adúltera se esconde, se disfraza y recurre a mentiras para encubrirse; incluso el propio conocimiento de uno mismo se vuelve turbio y confuso.

Aquí, no se puede ser plenamente transparente, ni plenamente uno mismo. La mayor mentira entre hombre y mujer es simular el amor total con sus componentes esenciales de exclusividad, permanencia y apertura a la vida.

No sólo fuera del ámbito matrimonial se contradicen los mensajes en las relaciones íntimas. También dentro del matrimonio se puede vivir esta esquizofrenia de la comunicación. Cuando se recurre a las prácticas anticonceptivas, ya sean químicas o de barrera, en este acto de entrega total, los dos cuerpos en su lenguaje no verbal se están diciéndose en forma no audible: "te amo casi toda, o casi todo, ya que no puedo amar algo tan tuyo y tan maravilloso, como lo es tu fertilidad y tu capacidad de crear vida".

Expertos en comunicación humana coinciden que en las relaciones interpersonales la comunicación predominante es la no verbal. Ésta "habla" mucho más y con más fuerza, que muchas veces el lenguaje oral y las palabras.

No se puede fingir totalidad por más que las palabras pretendan expresarla. En el abrazo íntimo entre hombre y mujer, prevalece el cara a cara. Los ojos, que son la ventana del alma, hablan infinitamente más que cualquier movimiento de la lengua por más términos de halagos y seducciones que esta produzca. La totalidad del amor es totalidad de entrega y totalidad en la búsqueda del bien temporal y a largo plazo del ser amado.

Los engaños y mentiras en los actos más significativos de los esposos son lo más adverso a la verdad y sinceridad en la comunicación conyugal. Muchas parejas que recurren a las prácticas anticonceptivas, aunque no sean del todo conscientes, se están mintiendo mutuamente y, por lo tanto, están vulnerando con cada acto la confianza mutua que es la base de su relación.

Quizás debido a esta falta de congruencia en la comunicación es que se puede dar una explicación a las marcadas diferencias en estadísticas de divorcio entre los matrimonios que planean el número de sus hijos mediante preservativos, píldoras, espumas y otros recursos artificiales, y los que lo hacen a través del respeto y en total concordancia con los ciclos de fertilidad propios de la fisiología femenina.

Más allá del mutuo engaño, cuando una pareja recurre a los anticonceptivos y la esterilización, es el mismo recurso el que es un engaño para la naturaleza. Por ejemplo, la píldora y todos los medios que alteran hormonas al interior de la delicada biología de la mujer, lo que hacen es engañar a la glándula pituitaria, que desde el cerebro regula todo el organismo, haciéndola creer, por los niveles de estrógenos y progesterona, que un bebé viene en camino. Los ovarios se inhiben y la matriz, engañada, se adecua a recibir un óvulo fecundado inexistente.

Hoy, con el rostro de verdad se promueve, más que nunca, la mentira de la anticoncepción artificial sin consecuencias; la fantasía de que amar es sentir; el engaño de que la dimensión sexual es lo más primordial en el matrimonio; el sofisma de que en el acto sexual lo más importante es la ejecución; el espejismo de que la mujer que recurre a los anticonceptivos es más dueña de sí misma; el mito de que puede haber sexo seguro; y la perversidad de que la mujer tiene derechos sobre la vida intrauterina dentro de su propio cuerpo.

En la totalidad de bien que se busca comunicar en la relación conyugal, se contempla no sólo el bien del cónyuge, sino también el de la persona que puede crearse a través de este encuentro magnánimo.

Sin duda, el mayor bien que se le puede ofrecer a cualquier vida nueva, son unos progenitores que lo acompañen y protejan juntos desde ese primer instante de su ser hasta la muerte natural de quienes le transmitieron la vida.

La comunicación conyugal se fundamenta y cimienta en la verdad recíproca de toda la dinámica de los esposos. En los matrimonios que ordenan su sexualidad sublimándola al amor y manteniendo siempre una apertura a su capacidad creadora, el diálogo respecto a la transmisión de vida es contínuo y recurrente.

El tema procreativo no puede pasar de cuatro semanas sin abordarse y renovarse. Cuando se recurre a la anticoncepción, el diálogo vital sobre la vida se hace eventual y caduco, ya que pueden pasar meses, incluso años, sin ser un tópico regular de la conversación entre esposos.

Si no hay un buen diálogo y un cuestionamiento frecuente respecto a la verdad de la vida y la capacidad de crearla, lo más importante de la comunicación conyugal queda relegada.

Las pequeñas, o grandes, mentiras verbales o no verbales, van siempre minando a la confianza mutua. Las mentiras del ser amado van generando mucho dolor. No es infrecuente ver matrimonios, y se da más en las mujeres, que con el paso de los años van acumulando graves resentimientos.

Las mentiras no necesariamente terminan por destrozar el vínculo, pero siempre lo debilitan y, a la larga, muy probablemente habrán generado resentimientos que muchas veces van incluso más allá de lo consciente y lo racional. Los resentimientos más fuertes de la vida adulta se gestan hacia los seres de quienes más se esperaba verdad por ser en quienes más se confiaba.

La mujer moderna, ya lo detecte, lo perciba o lo ignore, ha sido fuertemente engañada a través de un falso feminismo, que en un supuesto estar a favor de la dignidad de la mujer y su "liberación", ignora que su mayor anhelo existencial es una plena y sincera comunicación con quien es, o será, el hombre de su vida. Una comunicación ante todo veraz y franca, que le permita abrirse plenamente y sin barreras para poder amar y ser amada en plenitud; para generar vida.

La comunicación íntima entre esposos exige de la seguridad incondicional que sólo la confianza total puede generar. Sólo la verdad sin cortapisas puede hacer que dos cuerpos sean uno, y dos almas la misma cosa. Sólo la verdad de sí mismo, cada día y cada noche, puede garantizar el crecer en un amor que no se agota y que madura armónicamente hasta la vejez.

El mayor bien humano que cualquier casado puede ofrecer a su cónyuge es el de la libertad. Contrario a todo lo que se dice del matrimonio, éste es el camino donde la libertad alcanza su más elevada manifestación y la plenitud de su razón de ser.

La libertad no es no elegir, sino elegir el bien de la verdad. Es el amor que se entrega sin condiciones y con verdad, el que libera al que lo da y al que lo recibe. Al final, ya lo decía el Maestro: "La verdad os hará libres".

miércoles, 15 de julio de 2009

Eugenia Bonnetti, religiosa: "¿Qué chica sobrevive a cuatro mil encuentros sexuales?"
Es la impulsora de la red mundial de religiosas contra la esclavitud de la prostitución, Talità Kum, y nos cuenta su testimonio
15 de julio de 2009.-Acaba de nacer en Roma Talità Kum. ¡Levántate!, una red internacional de religiosos (sobre todo religiosas) para liberar a personas esclavizadas por la prostitución. Su impulsora, la Hermana Eugenia Bonnetti, advierte de que, ante nuestros propios ojos, suceden tremendas historias. Muchas religiosas abandonan por la noche, la seguridad de sus conventos para acercarse a estas jóvenes, y ofrecerles y mostrarles la puerta de salida de ese infierno.

(Antena Misionera / Alfa y Omega-Jesús Colina / Escuchar la Voz del Señor) La hermana Eugenia Bonetti cuenta como ella fue llevada por el Señor a realizar esta tarea de misericordia:

"Todo empezó a raíz del encuentro con una prostituta. Era un día lluvioso y frío en Turín (Italia), el 2 de noviembre de 1993. Trabajaba en Cáritas desde hacía unos meses, tras mi vuelta de África. Salía para ir a misa y, en ese momento, entró una mujer africana con un certificado médico.

De su comportamiento, y de su modo de vestir, deduje que podía ser una de las mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo. Me sentí incómoda, le respondí cuatro cosas y quise marcharme. Estaba nerviosa. Ella me explicó que era madre de tres niños, que había dejado en Nigeria. Vi que necesitaba ser operada, pero no tenía papeles.

Yo estaba desconcertada y me incomodaba pensar que iba llegar tarde a misa. En aquel momento, la misa era para mí más importante que los problemas de María –ése es su nombre-. Vino conmigo, a la iglesia. Por el camino me di cuenta cómo la gente se sorprendía de ver a una monja acompañada de una prostituta. Se quedó arrodillada en el último banco de la iglesia y se la oía llorar. Me coloqué más adelante y no podía rezar.

Me acordé de la parábola del fariseo y el publicano y pensé con qué frecuencia había pensado que yo, religiosa misionera, era mejor que muchas mujeres obligadas a trabajar en la calle. Aquella noche la pasé en blanco. Me enfrenté a mi misterio pascual. Eugenia ¿dónde está tu hermana? Aquel encuentro cuestionó mi vida, mi vocación y mis valores."

Después de 24 años de trabajo en Kenya, a la Hna Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata, le pidieron volver a Italia. Ella misma explica que "cuando me pidieron dejar Kenya mis sentimientos fueron de rebelión. Me sentía feliz e integrada en el ambiente africano, trabajando en actividades sociales, educativas y pastorales con mujeres y jóvenes africanas. La mujer africana que he conocido tiene un profundo sentido de alegría, de celebración, de hospitalidad, de solidaridad. Sabían afrontar la vida con coraje y determinación, a pesar de vivir en la indigencia y sometidas a una sociedad machista.

Compartir con ellas la lucha para mejorar las condiciones de vida, promover la educación y la emancipación, transmitir un mensaje de esperanza y liberación a aquellas mujeres había dado sentido a mi vida durante muchos años. ¿Qué iba a hacer ahora en Italia?

El encuentro inesperado con María volvió a dar contenido a mi vocación misionera. María se restableció, y no sólo físicamente. Dejó su vida en la calle, empezó a estudiar italiano. Encontró un trabajo y fue ella la que me ayudó a conocer el mundo de la noche."

Misionera de la calle

"Desde hace trece años mi servicio misionero se desarrolla en distintos caminos que bajan de “Jerusalén a Jericó” (ver Lucas 10, 29-37) y me pide inclinarme con amor y compasión hacia tantas mujeres inmigrantes, heridas y privadas de su dignidad, identidad y libertad para ayudarlas a curarse y reencontrar la esperanza de una vida nueva.

Mis días como “misionera de la calle” están repletos de encuentros con personas con rostro, nombre, historias distintas, pero que a la vez tienen elementos comunes que revelan un profundo sufrimiento:"

"* Regina, nigeriana, la traen a Italia con 14 años vendida por su tío a traficantes de seres humanos; obligada a prostituirse en la calle, es detenida por la policía y enviada a una comunidad para menores; pierde el contacto con la familia, pero después de seis años, gracias al trabajo en red de las congregaciones religiosas, reencuentra a su madre y hace 4 años volvió con su familia para celebrar la Navidad, tras siete años de ausencia.

* Gladys sale de Nigeria con otras jóvenes para alcanzar la meta de sus sueños: Europa, donde piensa trabajar para ayudar a su familia; viaja a través del desierto de Sahara sin documentos; el viaje es extenuante y sufre sed, hambre, calor, cansancio y enfermedades; en el viaje ve esqueletos de personas que han muerto en el camino, piensa que ese será su destino.

* Patricia, 19 años, la mayor de ocho hermanos, deja la casa para ayudar a la familia y que sus hermanos pudieran ir a la escuela; durante el viaje es violada y queda embarazada; durante seis trabaja en la calle para pagar una deuda de 8 millones de las antiguas pesetas contraída, sin saberlo, con la organización criminal; nadie sabe de su embarazo; un grupo de ayuda la convence para dejar la calle y es acogida en una casa de familia gestionada por religiosas; acompañada con amor es capaz de aceptar el don de la vida que lleva en su seno.

* Rita, apenas 18 años cumplidos, es detenida en la calle por la policía y enviada un Centro de Estancia Temporal en Roma; en 15 meses ha mandado 55.000 euros a sus tres hermanastras que la enviaron a Italia; en la calle era muy solicitada por los “clientes” dada su corta edad; las religiosas que visitan el Centro consiguen que sea aceptada en una comunidad con un programa de reinserción social.

* Gloria, 22 años, trabaja como prostituta para pagar la gran deuda contraída con los traficantes; en la calle uno de los “clientes” –divorciado de 38 años- se enamora de ella y la quiere llevar a casa; ella lo rechaza; él se venga tirándola desde un puente y su cuerpo sin vida es encontrado al día siguiente."

La hermana Eugenia Bonnetti podría continuar contando casos puesto que cada uno que ha conocido son como los eslabones de una larga cadena que forma la nueva esclavitud del siglo XXI y que tiene prisioneras a tantas personas, mujeres y menores explotadas, fruto de un tráfico sin escrúpulos y sostienen numerosos y rentables negocios.

Una misión que se ha multiplicado

La red Talità Kum. ¡Levántate! está presente en 36 países, e implica a 574 religiosas y a 252 Congregaciones femeninas. La iniciativa había surgido ya en el año 2000, en Italia, donde las religiosas han prestado asistencia, hasta la fecha, a 3.500 mujeres nigerianas, que habían sido traídas a este país para ser utilizadas como prostitutas por las mafias. Las religiosas las acogen en casas, les ofrecen asistencia psicológica y espiritual y preparación profesional, además de un plan de regreso al país de origen. «En muchísimos casos -señala sor Eugenia Bonetti, - han sido los niños los que han salvado a las mamás, dándoles la fuerza de salir del círculo vicioso de esta moderna, innoble y escondida forma de esclavitud».
La labor de estas religiosas ha sido animada por el mismo Benedicto XVI, quien les dirigió un mensaje para animarlas en esta labor. Pero hay otros muchos reconocimientos. La Hermana Eugenia ha sido recientemente galardonada con el Premio Mujer de Coraje, por el Departamento de Estado de Estados Unidos, por sus esfuerzos en combatir el tráfico de personas. El trabajo de la religiosa fue también reconocido en 2004, cuando fue nombrada una de los seis Héroes que Actúan para Acabar con la Esclavitud Moderna, en el informe anual publicado por el Departamento de Estado de ese país.

Sobrevivir al infierno

Primero en Roma, y ahora en todo el mundo, la Hermana Eugenia ha formado a religiosas para que ofrezcan refugio y rehabilitación a mujeres rescatadas de la prostitución. Según la religiosa, las mujeres jóvenes son las únicas castigadas por el delito de la prostitución. «Cuando pido ayuda a la policía, a menudo arrestan a las chicas, y dejan irse a los hombres». A veces, dice, las chicas son arrestadas, metidas en una celda donde pueden ser maltratadas, y después arrojadas fuera de nuevo, mientras que los hombres que las utilizan se van libres. Detrás de ese negocio, a menudo se esconde una sórdida realidad. Las mujeres son compradas y vendidas, objeto de comercio y desechadas, a capricho de los que trafican con ellas y de los que abusan de ellas sexualmente. «Las estadísticas son asombrosas -añade la religiosa-. La esclavitud sexual es problemática en todo el mundo, sucede aquí. Delante de nosotros», aunque a veces no queramos verlo. «Este problema está destruyendo no sólo a muchas mujeres, sino también a las familias de quienes utilizan sus servicios. Cuando veo a un coche pararse con una sillita de niño detrás, sé que este hombre tiene una mujer y un hijo en casa».

Según la Hermana Eugenia, muchas de las mujeres que son compradas y vendidas para el sexo, en Italia y en otros países de Europa vienen con el sueño de un trabajo. «Las chicas son metidas con engaño en esto -denuncia-. Les ofrecen lo que ellas creen que son buenos trabajos. Pero una vez apartadas de los lazos que las unen a su casa, les retiran los documentos y son forzadas a vender sus cuerpos por dinero. Muchas de las chicas son casi adolescentes cuando son forzadas a la prostitución».

Conseguir la libertad no es fácil. «Una chica nigeriana tiene que realizar una promedio de 4.000 encuentros sexuales, antes de ser liberada -dice la religiosa-. ¿Quién puede sobrevivir psicológicamente a eso? Sería un milagro». A pesar de todo, sor Eugenia considera que hay esperanza para estas mujeres. Una vez que están a salvo, muchas se recuperan y aprenden a aceptarse a sí mismas. Las Misioneras de la Consolata proporcionan rehabilitación a chicas lo suficientemente valientes como para dejar a sus explotadores. «Nuestras Hermanas dejan la seguridad de sus conventos por la noche para llegar hasta estas chicas».
Un problema que suelen encontrarse entonces es que, «si una chica deja a sus captores, su familia en su país es a menudo amenazada. Por eso, muchas chicas tienen miedo de dejar a los traficantes. De algún modo, tenemos suerte en Italia, porque nuestras leyes ofrecen cierta protección a estas chicas. Cuando cooperan con las autoridades, reciben otros beneficios y pueden recibir la ciudadanía».
Junto con otras Hermanas religiosas, las Misioneras de la Consolata han establecido una red internacional de refugios entre religiosas de varias denominaciones. «Las religiosas pueden hacer este trabajo -dice sor Eugenia-. Cuando las chicas nos ven, saben que pueden confiar en nosotras. Nos ven como madres, y saben que son amadas. Cuando visito a las chicas, me llaman mamá».

Etsuro Sotoo, escultor : "Yo, cuando rezo, le pido a Dios que me haga mejor persona. Es mi lucha diaria "
*" ¡Todo es providencia!
*“La Sagrada Familia es un catecismo de piedra”
*"Tenemos que afrontar la realidad como si fuéramos niños"
15 de julio de 2009.-A Europa llegó desde Japón (donde era profesor de Bellas Artes) para estudiar los “orígenes de la piedra”. Su primer trabajo aquí fue como restaurador en Alemania. Pero conoció la Sagrada Familia de Barcelona y pidió ser empleado allí, aunque fuera de picapedrero. Sus planes para unos meses se prorrogaron hasta hoy, treinta años después. Y lo que le queda. A lo largo de la entrevista, Etsuro habla con generosidad de Antonio Gaudí y de la Sagrada Familia, su maestro y su escuela en la fe, claves de una conversión labrada a piedra (el sello de Sotoo bien podría ser una cruz, un martillo y un cincel). Bonito homenaje a la universalidad de la Iglesia que la construcción de la Sagrada Familia la inició un español de Reus en 1882 y entre sus continuadores se cuente hoy este simpático y curiosísimo japonés de Fukuoka.

(Gonzalo Altozano / Alba) -¿Qué le llevó a Europa, el azar o la providencia?
-La providencia. ¡Todo es providencia!

-Y ya en Europa, Barcelona. ¿Le costó entender a Gaudí la primera vez que visitó la Sagrada Familia?
-Ya entonces, aunque no era católico, quería serle fiel a Gaudí, entender su esencia. Pero me di cuenta de que, por mucha que fuera mi voluntad, sólo podría llegar hasta cierto punto.

-Sin embargo…
-Aprendí que debía mirar no a Gaudí, sino hacia donde miraba Gaudí. Porque hay mucha diferencia entre ser católico y no serlo. Si no lo eres, navegarás por la superficie de un mar llamado Gaudí. Si lo eres, descenderás hasta el fondo de ese mar.

-¿No se ahoga?
-No. Es como entrar en otra dimensión.

-Su conversión al catolicismo, ¿influyó en su manera trabajar?
-Se volvió más fácil, más segura. Ahora trabajo con menos dudas, con más libertad, porque percibo inmediatamente el sentido de lo que hago.

-¿Quiere eso decir que para usted la Sagrada Familia no tiene secretos?
-Aún hoy -¡treinta años después!- descubro cosas. Gaudí quería hacer un catecismo de piedra en el que la gente pudiera, precisamente, aprender todos los días, siempre.

-¿Con qué fin?
-Con el de que la gente que la visitara volviese. Porque no hay mejor iglesia que aquella que se revisita.

-Objetivo cumplido: la Sagrada Familia es de los monumentos más visitados -y revisitados- de España.
-Porque los que la visitan buscan algo, da igual si lo saben como si no. La Sagrada Familia es un punto donde es posible encontrar lo que se busca.

-Tanto turista ¿no le desagrada?
-¡No! Me encanta ver sus bocas abiertas, sus ojos de sorpresa.

-Y cuando reza, ¿no le distraen?
-En la oración, aunque haya mil personas alrededor, sólo estáis Cristo y tú.

-O sea, que la gente no le molesta, no es usted el típico artista estirado.
-La Sagrada Familia es más fácil que la entienda un niño o una ama de casa que un arquitecto moderno.

-¿Por qué?
-Porque muchos arquitectos construyen no para mejorar la vida de la gente, sino para homenajearse a sí mismos. Todo lo contrario que Gaudí.
-Para usted el arte no es sólo una fuente de ingresos, de fama.
-Ha de ser, sobre todo, y como cualquier disciplina humana, un vehículo (a veces un Alfa Romeo, a veces un Doscaballos) que conduce a la Verdad.

-Y en ese camino, su guía ha sido…
-Gaudí.

-A su maestro le preguntaban con frecuencia cuándo iba a estar lista la Sagrada Familia.
-Y él respondía: “El cliente no tiene prisa”. El cliente, claro, era -y sigue siendo- Dios.

-¿Y usted? ¿Tiene prisa?
-Pienso que cuanto más tardemos, mejor.

-¿Por qué?
-Porque mientras la construimos tenemos ocasión de aprender. Sin embargo, una vez construida…

-¿Tanto se aprende?
-Gaudí no construyó la Sagrada Familia. ¡Fue la Sagrada Familia la que construyó a Gaudí! Lo mismo nos pasa a los que trabajamos en ella.

-En algún momento tendrán que inaugurarla. ¿Le entristece?
-No, porque sé que al día siguiente empezaremos a trabajar en su restauración, que será también la nuestra.

-Propone que la Sagrada Familia sea la catedral de Europa.
-Es una ilusión, un sueño. Pienso que tenemos que afrontar la realidad con humildad, sin prejuicios ni ideologías, como si fuéramos niños, eternos hijos de Dios.

-¿Y la oración? ¿Entra usted en ella como un niño?
-Yo, cuando rezo, le pido a Dios que me haga mejor persona. Es mi lucha diaria. Y cuando venzo, aunque sólo sea por un momento, doy gracias.
Siete hábitos diarios para las personas que deseen ser Santas / Autor: P. John McCloskey
La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.
15 de julio de 2009.- (Iglesia.org)Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.

Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida." El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.

Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.

Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos

Primero; recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos.

Segundo; al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida - más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón.

Tercero; quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas. Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezan o han rezado mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.

Primer Hábito
El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. "Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza.
Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.
¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (San Josemaría- Camino, 191)
En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el "minuto heroico" en la mañana y a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.

Segundo Hábito
El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón. Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho "Sin Mí, nada pueden hacer."

Tercer Hábito
El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador. El resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.

Cuarto Hábito
El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America "La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega" (n°35).

Quinto Hábito
El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.

Sexto Hábito
El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.

Séptimo Hábito
El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área, la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.

Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?
¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.

Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor "para servir y no para ser servido." Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas, gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño, siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.
Maggie Gallagher: “El futuro pertenece a los que tienen hijos”
Es la Presidenta del 'Instituto para el Matrimonio y las Políticas Públicas' (EEUU) y propone que se promueva que "el matrimonio siga siendo un ideal de vida"
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*"El matrimonio es el mejor modo de que el amor entre un hombre y una mujer salga del contexto de lo prescindible"
""El matrimonio cambia nuestra identidad para siempre"
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15 de julio de 2009.-Maggie Gallagher es una conocida periodista norteamericana, que publica su columna sobre temas familiares en más de 30 periódicos norteamericanos -como el New York Times o el Wall Street Journal- y ha escrito tres libros de gran éxito sobre el matrimonio. Ha participado como experta en innumerables debates de televisión -como el programa de Larry King o en los principales programas de la NBC- , ha intervenido repetidas veces como experta en el Senado de EEUU y en varias cámaras legislativas estatales. Fue la fundadora del ‘Institute for Marriage and Public Policy’, del que es presidenta, cuya misión es realizar la investigación y la acción educativa necesarias para que la legislación y las políticas públicas protejan y refuercen el matrimonio como institución social. En un encuentro organizado por ‘The Family Watch’ en Madrid, respondió a una entrevista realizada por esta organización.

-¿Cómo se puede explicar a los más jóvenes la importancia del matrimonio?

-Voy con frecuencia a dar conferencias a universidades norteamericanas y los estudiantes me suelen preguntar cómo ser felices en el matrimonio. Les digo que hay que preguntarse qué es para mí el matrimonio, si no es más que la celebración de una relación sentimental o se trata de algo que va a cambiar mi identidad para siempre. Creo que ser esposa es como ser madre, en el sentido de que ser madre es algo muy intenso y gratificante y que aporta amor a una relación, pero no es ese amor ni esa relación lo que define la unión con mi hijo, sino su nacimiento. Mi hijo es mi hijo siempre y, aunque en algún momento me cueste o me duela aceptarlo, no puedo ir a un juzgado y pedir que se revoque mi maternidad.

-¿Hasta qué punto nos cambia el consentimiento que damos al casarnos?

-Convertirse en marido o mujer supone una transformación fuerte y permanente de la realidad y de mi identidad, de manera semejante a lo que todos entendemos que supone convertirse en madre o padre. En realidad, se trata de saber si nuestro amor es fiable, o si se trata sólo de una serie de sensaciones interiores que hacen que termine cuando se acaban. Este es el reto al que se enfrenta hoy la vida familiar y su centro es precisamente el concepto de matrimonio. Lo más profundo del corazón humano necesita dar y recibir un amor que sea fiable. Además, el matrimonio es el mejor modo de que el amor entre un hombre y una mujer salga del contexto de lo pasajero, de lo prescindible, y adquiera una realidad pública y permanente. Eso es lo que ha hecho que el matrimonio sea diferente del simple enamoramiento y de la mera amistad, lo que lo convierte en algo admirable y digno de ser vivido.

-¿Son los países más desarrollados los que más están acusando la crisis de la familia?

-Mientras la tribu africana más pequeña sabe cómo lograr que hombre y mujer se unan para dar origen a la siguiente generación, en nuestras sociedades, que son tan buenas para tantas cosas, algo tan sencillo se ha convertido en un auténtico problema. Sin embargo, lo positivo es que, en vez de aceptarlo como algo inevitable, estamos tratando de establecer nuevas estrategias, porque nos damos cuenta de que hemos creado unas sociedades modernas que son hostiles a la familia de forma desconocida hasta ahora.

-¿Qué cometido tienen las entidades como ‘The Family Watch’ en la sociedad actual?

-Lo que está haciendo es muy importante, entre otras cosas porque forma parte de una red mundial que no sólo abarca España. En todo el mundo hay gente que sabe hacer buenos coches, descubrimientos científicos y otros avances, pero ¿estamos siendo capaces de aportar lo que la sociedad necesita para acoger a los niños y hacer que el amor entre un hombre y una mujer sea estable y forme un hogar? Esto resulta cada vez más difícil, y por eso me alegra que no sea sólo en EE UU donde podemos decir que, cuando se detecta un problema, no encogemos los hombros y pensamos que no hay solución, sino que nos ponemos a trabajar para resolverlo, porque siempre hay formas de hacer que las cosas mejoren o, al menos, que no empeoren.

-¿Y qué más se podría hacer?

-Fortalecer mucho las redes de intelectuales, que son extremadamente importantes, y lograr que cada vez haya más jóvenes licenciados valiosos que se interesen por temas como la familia, el divorcio, el matrimonio, los niños que crecen sin su padre… No podemos dejar que los intelectuales se aíslen, porque no es el genio individual el que triunfa, sino la labor de equipo. Por eso, necesitamos crear grupos selectos de personas que sean capaces de pensar sobre los problemas, definirlos y aplicar el método científico y la investigación a sus causas, de forma que propongan posibles soluciones. Creo que este es servicio importantísimo para la sociedad.

Y mi otro consejo para que esto funcione es que consigáis que haya familias sanas, para lo que necesitamos encontrar la forma, en medio de las actuales circunstancias adversas, de que haya entornos en los que la vida familiar pueda desarrollarse, en las que el matrimonio siga siendo un ideal de vida, en las que se respete el concepto de lo que significa ser marido y mujer, padre y madre, y donde estos ideales se transmitan de forma efectiva a nuestros hijos. Si somos capaces de hacerlo, en pocas generaciones cambiaremos la cultura, porque el futuro ciertamente pertenece a los que tienen hijos: el futuro será lo que nosotros hagamos.
Seguidamente puedes ver el vídeo de una intervención de Maggie Gallagher

Mamás adolescentes... cada vez hay más
15 de julio de 2009.-Estos días hemos visto desfilar grupos de jóvenes que entusiastas festejan su graduación. A todos niveles, pero especialmente secundaria, preparatoria o licenciaturas, el alboroto los caracteriza. Saben organizar la ceremonia, el baile, el viaje, y muchos no dejan atrás una acción de gracias en el templo.

(Carmen Álvarez del Castillo / Yo Influyo) Muchos de nosotros estamos siendo partícipes del cierre de este ciclo y como invitados observamos cuidadosamente el comportamiento de las nuevas generaciones.

Los jóvenes preocupados con toga y birrete se esmeran en posar artísticamente en las fotos, pues son estas imágenes las que quedan para el futuro. Observarlas tiempo después evoca el recuerdo, las amistades, los momentos.

No falta el discurso que añora y extraña a los que no pudieron concluir. Los jóvenes detienen por un momento su entusiasmo al recordar la historia específica de alguna de sus compañeras que transformó su historia drásticamente.

Para algunos son las carencias económicas, pero para muchas es un embarazo inesperado que deja a la jovencita y a su familia aturdida para su futuro.

El año 2008 registró el sector salud en todo el ciclo cinco mil 842 embarazos del grupo de edad entre 15 a 19 años, y 363 menores de 15.

La estadística en Durango de embarazos de adolescentes y jóvenes va en aumento. Sólo en el primer semestre se han registrado tres mil 419 en edad de 15 a 19 años, y 209 menores de 15 años.

Las cifras son evidentes, algo no esta funcionando adecuadamente. A mitad de año 2009 hemos superado el número de embarazos del año pasado, y si la tendencia sigue, al cierre de año la tasa de natalidad en este rubro de edades confirmará la inadecuada visión de la sexualidad que hemos desarrollado.

¿De quién es la culpa?

La raíz de la formación sexual está en la familia, pero la influencia que ejercen los medios de comunicación, los programas del sector salud y la sub cultura de la promiscuidad sexual en canciones, novelas y películas, también determinan desenlaces desfavorables. Hoy, adolescentes de secundaria se convierten en madres bajo la observación pasiva de toda la sociedad.

Es necesario despertar a una realidad que está comiendo el futuro de nuestras jóvenes. El sector salud se ocupa de alertar sobre embarazos inesperados y enfermedades de transmisión sexual, orientación y consejería para ambos sexos. Su catálogo le permite promocionar anticonceptivos, condones y hasta métodos quirúrgicos.

No nos hagamos de la vista gorda. La lectura real en los jóvenes se percibe: "quieren vivir la experiencia sexual sin consecuencias". Y pese al cúmulo de información, se vuelve a rescatar la misma realidad. No es posible. Aún las parejas estables, los matrimonios, asumen que una sola relación sexual tiene la posibilidad de una nueva vida, a menos que se haya truncado quirúrgicamente esta posibilidad.

Ni condones, ni métodos anticonceptivos, aseguran que teniendo relaciones sexuales no haya como consecuencia la posibilidad de una nueva vida.

Lo preocupante es el dato que revela que jóvenes de secundaria tienen relaciones sexuales porque una ola de hostigamiento asfixia a quien no haya tenido esa experiencia. Con lagañas más en la mente que en los ojos, estamos enfrentando una realidad obvia. Lo que hace falta es Formación Sexual.

¿Es posible re-orientar?

Aprovechando el discurso que un ejemplar sacerdote dirigió a una generación de bachillerato, rescato su contenido.

"El hombre posee cuatro capacidades que Dios le concede para ser feliz y desarrollarse plenamente. La Libertad, que permite elegir y decidir sobre las opciones que enfrentamos. La Inteligencia, para adquirir conocimientos que nos hagan aprovechar todas las oportunidades. El amor, que va pincelando todas nuestras acciones con muestras de solidaridad, gratitud, servicio y alegría. Y finalmente la Fe, que es la que envuelve nuestra vida".

La fe significa creer en la verdad. Somos criaturas con capacidad de discernir con humildad y asumir que un ser superior nos ha formado desde la eternidad, y que nos marca reglas o mandatos que, respetando la naturaleza, nos asegura un éxito en la vida.

Rescaté que mucho de su contenido tenía que ver con este tema realmente escabroso. Casi niñas enfrentando embarazos y a futuro hijos en esquemas disfuncionales de familia.

En ese contexto de la sexualidad, la libertad no significa hacer todo lo que se quiere, sino hacer todo lo que se debe. La inteligencia descubre que el sexo es un regalo de Dios porque por ello se transmite la vida. Admitir, además, que no es malo, como muchas generaciones lo percibieron, sino un acto de respeto.

El tercer aspecto es la piedra angular del tema en sexualidad. No es igual tener relaciones sexuales por placer que por amor. El amor verdadero descubre en la abstención, en el pudor, en la castidad, un ofrecimiento que hunde las raíces para fundar una familia.

Mientras más hondas esas raíces, más firme será la familia. El auténtico amor va gozando día a día la plenitud de una relación entre hombre y mujer que disfruta miles de oportunidades y no centra la atención aferradamente de que el amor significa sexo.

Sería inútil asumir tercamente que los embarazos prematuros que estamos constatando fueron por amor. Muchas adolescentes, aún sin embarazo, sufren conflictos amorosos, decepciones, depresiones por rompimiento sentimental. El amor necesita un grado de madurez que lo va dando el tiempo y la experiencia.

Las dos partes que conforman esta capacidad humana son: amor y orden. Quien tiene interés de formar a los jóvenes habrá de asumir esta realidad. El orden obliga a hablar con la verdad. Un amor ordenado descubre satisfacción en el sacrificio, en el ofrecimiento.

No solamente los jóvenes son infelices por vivir en desorden su sexualidad. Muchos adultos tienen la misma realidad, aún con esposa... la infidelidad es la experiencia de un amor desordenado.

Y por último la fe. Creer en la posibilidad de construir en otros a través de la verdad, sin engaños, sin esquemas lagañosos que empujan a nuestros jóvenes a la orilla de un barranco, hacerlos creer que un "curita" sustituye una excelente curación. Así es la formación en la fe, extremar todo cuidado para rezurcir una auténtica formación sexual.

Katrina Clark: "Mi padre fue un anónimo donante de semen"
“No conocía a mi padre, nunca había oído nada sobre él, ni había visto una fotografía suya. Mi madre nunca me habló de él porque no tenía ninguna pista sobre quién era”.
15 de julio de 2009.-Katrina Clark es una de las miles de personas nacidas en EE.UU. por inseminación artificial. Y que, debido a las leyes que garantizan el anonimato al donante de semen, creció hasta los 17 años sin saber quién era su padre. Pero sentía una crisis de identidad y empezó a buscar a su padre biológico. Así lo contaba en un artículo publicado hace algún tiempo en The Washington Post (17-12-2006), cuando tenía 18 años.

(ACE) Katrina se manifiesta enfadada por el hecho de que las leyes sobre fecundación artificial se elaboraran pensando solo en los deseos de los adultos y sin tener en cuenta los derechos de las personas concebidas de ese modo.

“Me molesta que todo lo relativo a la donación de gametos se centre solo en ‘los padres’, es decir, los adultos que pueden tomar decisiones sobre nuestras vidas. Se simpatiza con la madre por querer tener un hijo. El donante consigue garantía de anonimato, así como exención de cualquier responsabilidad sobre el hijo nacido de su donación. Mientras estos adultos sean felices, la concepción por donación es un éxito, ¿no?”.

No es así de simple, contesta ella misma, para recordar acto seguido que los nacidos de manera artificial también son personas. Por eso lucha para que se reconozca su derecho a saber quiénes son sus padres.

Desde el punto de vista emocional –sigue explicando–, muchas de las personas así nacidas sufren en esta situación. “No pedimos nacer de este modo, con las limitaciones y la confusión que implica. Es hipócrita que tanto padres como médicos supongan que a los ‘productos’ del banco de semen no les interesa conocer sus raíces biológicas, cuando es el vehemente deseo de tener descendentes biológicos lo que hace que los clientes recurran a la inseminación artificial”.

La madre de Katrina tuvo que hacer muchos sacrificios para sacar adelante a su hija. Pero las penurias que pasaron juntas las han unido mucho. “Nunca me he enfadado con ella”, afirma Katrina. “Ella me explicó cuando era sólo una cría que yo nunca había tenido un papá, sino tan sólo un padre biológico”, el desconocido donante de semen. A Katrina, al principio no le importaba no tener un padre. Solo de vez en cuando, reconoce, “cuando era pequeña me gustaba soñar con un hombre alto y delgado que me cogía y me balanceaba dando vueltas en el patio, un hombre varonil que estaba encantado con su niña”.

La búsqueda del padre

En su artículo, Katrina explica distintos sucesos que le hicieron añorar la figura de un padre que la cuidase y protegiera. Muchas veces sentía celos de sus amigos que tenían una familia con padre y madre y hermanos. Incluso cuando los padres de sus amigos se divorciaban, ella sentía celos por el cariño y la comprensión que recibían por parte de todos. “A mi nadie me ofreció ese tipo de apoyo y comprensión”.

Finalmente su madre se casó. Un día, su padrastro regañó a Katrina y la madre perdió los nervios. Le empezó a gritar que él no tenía autoridad sobre ella porque no era su padre, porque ella no tenía padre. “En ese momento fue cuando la sensación de vacío cayó sobre mí. Me di cuenta de que, en cierto sentido, era rara. Verdaderamente nunca tendría un padre. Por fin entendí lo que significaba ser concebida por un donante; y lo odié”.

Al cabo de un año vio un programa de televisión sobre una mujer que murió de un ataque al corazón a causa de una enfermedad genética. Sin embargo, la mujer ignoraba su predisposición porque había sido adoptada cuando era pequeña e ignoraba la historia médica de sus padres. Este hecho golpeó a Katrina y la animó a buscar a su padre.

Así que empezó a investigar en Fairfax Cryobank, el banco de esperma de Virginia donde su madre fue inseminada. Con la limitada información que tenía su madre sobre el donante (raza, algunas características físicas, peso, nivel de estudios) fue haciendo averiguaciones. Y tuvo mucha suerte. Solo al cabo de un mes de e-mails y búsquedas en Internet, encontró un donante que podía ser su padre y que aceptó hacerse una prueba de ADN. Los resultados confirmaron que era su padre biológico. “Mi vida cambió desde entonces”, comenta la propia Katrina.

Al poco tiempo de estar en contacto con él, “me di cuenta de que su entusiasmo por desarrollar nuestras relaciones parecía desvanecerse. Cuando le manifesté mis sospechas, me confirmó que estaba un poco cansado de toda aquella historia del donante de semen”. A pesar de todo, Katrina no quiere perderlo. “Todavía hay mucho que quiero saber. Quiero conocerle. Quiero conocer a su familia. Estoy segura de que no se da cuenta del papel tan grande que ha tenido en mi vida a pesar de su ausencia, o precisamente por su ausencia. Si no puedo estar demasiado apegada a él como padre, siempre podré estar apegada al sentimiento de que tengo un padre”.

Katrina piensa también en los sentimientos de otros concebidos por donación de gametos. “Cuando leo lo que dicen algunas mujeres sobre su opción de maternidad, me siento degradada a poco más que una ampolla de semen congelado. Me parece que la mayoría de estas madres y de los donantes apenas piensan en los sentimientos de los hijos que nacerán de sus acciones. No es que sean insensibles, pero no tienen en cuenta lo que pueden pensar sus hijos cuando sean mayores”.

Los nacidos por donación de esperma, concluye Katrina, “llegaremos a ser adultos y a formar nuestra opinión acerca de la decisión de traernos al mundo de un modo que nos priva del derecho básico a saber de dónde venimos, cuál es nuestra historia y quiénes son nuestros dos padres”.


“Naciste de una madre sustituta”

En Estados Unidos ya han nacido muchos niños gestados en un “útero de alquiler” (aunque no necesariamente hay pago). Como no se lleva registro, no se sabe exactamente cuántos. La American Society for Reproductive Medicine (ASRM) calcula que han sido de 400 a 600 anuales entre 2003 y 2007; otras organizaciones interesadas en el asunto dicen que son muchos más.

En todo caso, son ya un número bastante grande y ha pasado bastante tiempo para que el problema de cómo descubrirles la verdad haya alcanzado dimensiones de fenómeno social. La periodista Sara Rimer, que le ha dedicado un breve reportaje en el New York Times (13-07-2009), ha encontrado una asistente social especializada en asesorar a los padres implicados.

Que hay algo raro es evidente para los hijos nacidos así y que luego ven llegar un hermanito concebido del mismo modo. Pero aun los hijos únicos pueden darse cuenta. El reportaje refiere el caso de una niña de 6 años que estaba viendo una película con su madre (subrogada) en la televisión. La protagonista espera un hijo, y la niña preguntó a su madre: “¿Cómo es que eres la única mamá que no puede quedarse embarazada?”. “Hablaremos de esto luego”, respondió la madre. Si la mujer que prestó el útero es a la vez la donante del óvulo, el niño puede notar que no se parece a su madre y a raíz de ello plantear preguntas incómodas.

La recomendación de la asistente social, Judith Kottick, es revelar la verdad gradualmente, empezando muy pronto. Aconseja ir preparando a los niños con libros infantiles de un nuevo género pensado justamente para eso, como “Hope y Will tienen un bebé: El don de la subrogación”, de Irene Celcer. (Forma parte de una serie, obra de la misma autora, sobre cinco formas no naturales de tener un hijo; las otras son la donación de óvulos, la de esperma, la de embriones, y la adopción. La serie cuenta con el respaldo oficial de la ASRM.)

Según Kottick, los padres implicados han de tener en cuenta el principio siguiente: “Lo que los niños quieren saber es que están en la familia que les corresponde: que son de su mamá y su papá”. El problema es darles esa seguridad si, como tienen que llegar a saber, la fecundación artificial ha debilitado y hecho indirecto el vínculo natural con los padres.

Algunas madres subrogadas tienen preparada la explicación con mucho tiempo de adelanto. Una lo dijo así a su hija de pocos años: “El doctor tomó un pedacito de papá y un pedacito de mamá y los puso dentro de otra persona porque mi tripita estaba rota”. Otra inventó una metáfora: “Es como si no pudiéramos hacer magdalenas en nuestro horno porque se nos ha estropeado. Entonces usamos el horno del vecino”. Hay quien prefiere ser más claro y directo: “El doctor te hizo en un platillo”.

Hay quienes no mantienen en secreto la identidad de la madre sustituta, sino que la consideran parte de la familia. La de Sarah, de cinco años, y de su hermana Rachel, de 3, vive cerca y las visita con regularidad. Cuando llega, es anunciada por la madre con una forma familiar del término surrogate mother (madre sustituta): “Sarah, your surro’s here”.

El reportaje describe el problema y cómo lo afrontan algunos padres, pero no dice qué consecuencias experimentan los niños. Ya se sabe que algunos concebidos por fecundación artificial, pero sin “útero de alquiler”, llegada la adolescencia sufren por la conciencia de haber vivido separados de su padre o su madre natural o por no conocerle.

De todas formas, pese a los intentos de presentar la subrogación como normal, la periodista Rimer da alguna indicación de las dificultades que pueden surgir. Lily, otra chica nacida de esta forma, está acostumbrada desde pequeña a tratar a Natalie, la mujer que aportó el vientre y el óvulo, y algunos de cuyos rasgos heredó. Un día, cuando Lily contaba 9 años, dijo a su madre: “Mamá, me he dado cuenta de que no vengo de tus óvulos. Y creo que papá y Natalie forman muy buena pareja”. “Mira, Lily –contestó la madre–, Natalie y papá nunca fueron pareja. Es solo que fuiste creada en la consulta del doctor porque yo iba a ser tu madre. ¿Te gustaría ver tu certificado de nacimiento? Porque yo seré tu madre para siempre”.

miércoles, 8 de julio de 2009

¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! / Autores: Arturo López y Conchi Vaquero
"Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado."
Regresaron los 72 alegres, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre."
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos."
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron."
(Lucas 10, 16-24)

Cuando somos llamados y realmente enviados por el Señor podemos estar tan contentos como los 72 discípulos cuando volvieron a Jesús. Hoy queremos hablar nuevamente del Padre Miquel Peix C.M.F. (en la fotografia de la derecha), que falleció hace más de dos años y con quién compartimos los mismos sentimientos que los 72 al volver de evangelizar multitud de veces.

Miquel Peix fue carismático pero nunca creyó, como los fariseos del tiempo de Jesús, que era mejor que los demás. El padre Miquel interiorizó como una forma inmutable una forma de vida. Decía que de estudiar las Sagradas Escrituras y especialmente al apóstol Pablo había llegado a la certeza interior que
"en Dios todo es gracia". La palabra carisma siempre estuvo para él relacionada con las gracias particulares que cada uno recibía para el bien de la iglesia universal.

El esfuerzo de Miquel Peix estuvo siempre encaminado a vivir y hacer vivir la gracia de Dios a todos a cada instante. Para ello renunció a sus numerosos conocimientos y a su inteligencia. Miquel Peix tenía una mente prodigiosa tanto para los idiomas como para el raciocinio intelectual. Tradujo al catalán la Ilíada y la Odisea. Siempre le gustaba argumentar sin cansancio sobre todos los temas, pero vivió renunciando cada día a su sabiduría e inteligencia humana, mendicando la gracia de Dios para sí y los demás.

Les podemos asegurar que estas palabras no son fruto de un halago hacía quién no esta entre nosotros. Él se ponía como un niño ante Dios Padre muchas horas. No quería que su don natural intelectual pudiera apagar el Espíritu Santo de Dios. Muchas veces calló como hizo Jesús ante la mujer adultera cuando acusaban a personas que hubieran pecado. También hacía círculos como Jesús, aunque los suyos eran de dolor en el corazón.

La palabra misericórdía en una de sus acepciones originarías significa matriz. Por eso se afirma que Dios tiene entrañas de misericórdía. La matriz es el lugar donde se crean las nuevas vidas. La misericórdía de Dios, que estamos llamados a practicar consiste en hacer criaturas nuevas de quienes están destruidos o van sin rumbo. El Espíritu Santo quiere siempre hacerlo todo nuevo. Por eso quiere convertir nuestros hombres viejos en hombres nuevos.

El padre Miquel Peix (en la fotografia de la derecha) fue un hombre de inacabable misericórdía. Le vimos confesar en retiros noches y madrugadas enteras sin agotarse. Creía tanto en la gracia de Dios en los sacramentos, que no le importaba estar confesando días seguidos y delegar
en los laicos la predicación. "Me gusta ver como la Palabra de Dios predicada con el poder del Espíritu Santo convierte los corazones y las personas son liberadas por la reconciliación de cargas pesadas para siempre" afirmaba Miquel. Miles de personas pueden testimoniar lo que decimos en toda España y en todas las partes del mundo por don de pasó.

Nosotros, muchas veces, habíamos tenido que entrar en la confesión con personas con grandes pecados que no eran capaces de verbalizarlos. Les presentábamos a Miquel e iniciábamos la explicación que no se atrevía a hacer quién iba a confesarse. Miquel, como padre amoroso, sólo con su mirada absolvía sin ningún juicio. Cuando nos retirábamos, a veces la persona estaba más de una hora reconciliandose con Dios. Era tal el poder del sacramento y de la misericórdía que las personas salían con su rostro transfigurado.

Recordamos a una mujer de unos 45 años que tenía cáncer terminal y acudió a que oráramos por ella. Esta persona se sentía tan vacía que odiaba a Dios y a todos cuantos le rodeaban. Se había acostumbrado a hacer con su vida lo que quería. realizaba rituales de todo tipo y llegó a pintar con sangre propia y de animales la casa de familiares deseándoles la muerte. Su vida era desenfrenada en lo sexual, en lo material y en lo personal. No había limites. Sólo cuando llegó a nosotros y le dijimos que únicamente podíamos orar por ella empezó a llorar como una niña. Oramos juntos y mientras transcurría su enfermedad, unos meses después nos pidió poder confesarse y hacer la primera comunión.

En ese momento entró como siempre en acción la misericórdía de Miquel Peix. Juntamente con él ayudamos a esa mujer a conocer el Amor Dios. Su vida quedó transformada. Al cabo de un tiempo murió, habiendo recibido la Santa Unción. Sin embargo, Dios no hace las cosas a medias y fueron sus padres y sus hijos los más bendecidos por el Señor. Todos quedaron transformados dispuestos a caminar de la mano de Jesús resucitado. La Paz se apoderó de toda la familia.

Otro día, evangelizando en las Ramblas de barcelona, un joven de unos 30 años, iba a comprar droga, pero al vernos cantar se quedó parado ante nosotros y estuvo escuchando las canciones y los testimonios durante dos horas. Al final se acercó y nos comentó su difícil situación familiar, su depresión por falta de trabajo y el hundimiento en la adicción a las drogas. Todas sus novias lo habían abandonado y no tenía ganas de vivir. Allí mismo oramos con él por su situación.

Nuevamente allí, junto a nosotros, como uno más estaba el padre Miquel Peix. Le invitó a que cuando tuviera ansias de comprar droga lo fuera a ver a él que lo atendería gustosamente. Al cabo de unas semanas el muchacho se presentó en la Parroquia de los Claretianos de Montgat, población cercana a Barcelona, donde estaba Miquel. Allí se confesó y lloró amargamente durante horas. Al salir y despedirse del padre Miquel el joven estaba tan transfigurado, que en lugar de ir a buscar el tren para volver a su casa, andó más de 15 kilómetros por carreteras sin darse cuenta. Esto nos lo contó el muchacho cuando ya le había sucedido.
"Tenía tanto gozo que no tuve conciencia de mi caminata hasta haber llegado a casa. Estaba sumergido en una sensación de amor tan grande que todo mi ser estaba inundado por una sensación infinita de agradecimiento y alabanza a Dios" comentó. Desde ese día no probó nunca más las drogas, todas sus relaciones cambiaron, encontro trabajo y una joven con la que se casó.

Con el Padre Miquel siempre pudimos exclamar con Jesús:"Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron."

Señor enseñanos a renunciar a nuestra inteligencia para acoger tu sabiduría. Padre santo llenanos de tu Amor para que seamos misericordiosos a Tú imagen y semejanza. Vacianos de nosotros mismos y capacitanos para ser testigos de la Resurrección de Jesús. Transforma nuestros corazones y danos la valentía de venir a Tí con todos nuestros pecados para ser liberados de ellos para siempre. Queremos Señor que Tú presidas y dirijas nuestra vida. Amén