* ”Conocí a un sacerdote que por primera vez después de 15 años me dijo lo que me pasaba. Este sacerdote descubrió que el mal que me afectaba era que interiormente yo estaba recordando siempre a mi hijito abortado, como no había hablado de eso, lo había guardado, pero mi cuerpo y mi alma sufrían… Lo primero que me preguntó es si quería bautizarme, porque yo no había recibido ningún sacramento. Me bauticé al día siguiente. En una misa recibí mi primera comunión. Desde ese momento y por un período de un año el sacerdote no me dejó sola”
*” Hoy puedo reír, disfrutar la vida en los más mínimos detalles. He recuperado la alegría de vivir. El haberme perdonado me ha permitido también perdonar, porque aprendí a amarme y quien se ama a sí mismo es capaz de amar al prójimo"
29 de julio de 2011.- (Ely / Proyecto Esperanza) Por primera vez, quisiera compartir una de las experiencias más dramáticas que una mujer puede vivir, como es la de abortar, es decir, matar a su propio hijo. Tenía 19 años cuando me entero de mi embarazo. Fue a finales del mes de noviembre. Me encontraba terminando mi último año de una Carrera Profesional. Me asusté muchísimo, a pesar de que mi pololo tomó esta noticia como algo maravilloso, se sintió papá de inmediato, soñaba con su hijo y, trataba de tranquilizarme. Él siempre estuvo muy feliz puesto que me embaracé después de volver a estar juntos habiéndonos separado 8 meses. Fue tanta la alegría de estar nuevamente los dos unidos que no tomamos ninguna precaución, aunque siempre era él que me estaba cuidando, pero en ese momento no pensamos en nada más que estar juntos. Leer más...